Capítulo 1. La rutina
Once meses desde el reingreso de Contacto a la OINDAH
Giorgio Di Maggio había tenido otro día largo y extenuante. Fue un rato a sentir el calor de la chimenea en su despacho mientras contemplaba las luces de la ciudad. Le resultaba imposible no verse reflejado en los cristales, lo cual para él era como interpelarse. Laura estaba en otro país desde hacía dos semanas. Las gestiones que había ido a realizar concluyeron en una. Debía volver para un evento que dejó organizado antes de irse.
Antes, se llamaban todos los días. Ahora, a veces se enviaban un par de mensajes. Él trataba de no pensar en eso. A pesar de estar rodeado de gente durante toda la jornada laboral, se sentía solo al llegar a casa. Acababa de hablar con Mary, su madre. Eso siempre lo reconfortaba.
Escuchó el sonido de pasos firmes sobre la madera. Sintió que una ola de calor le recorría todo el cuerpo. Inclinó la cabeza y sonrió con ganas, ocultándolo con la mano, de espaldas al escritorio. El corazón le latía con fuerza.
-Pensé que seguías en el extranjero -dijo lo más seco que pudo, sin voltear.
La mujer exhaló sonoramente mientras se echaba en el sillón de visitas de manera desparpajada, abriéndose el cuello del negro traje con el logo de la OINDAH en el pecho.
-Regresé ayer. Odio los aviones. ¿Me extrañaste?
Él volvió a sonreír antes de poner su cara de póker al girar hacia Calia.
-¿Sigues reclutando fenómenos para los Alfa? -preguntó.
Ella negó con la cabeza.
-No trabajarán para los Alfa, sino para la OINDAH. Se trata de gente especial, la chica brasileña es muy interesante.
-¿Cómo tú?
-Ya soy tan interesante. Los años no pasan en balde.
La mirada de Di Maggio, fija en ella, parecía incluso, alegre.
-No debería contarte estas cosas, es clasificado -dijo Contacto.
-No debería seguir dándole dinero a la OINDAH, entonces. Debo saber en qué se gastan mis herencias.
-Te aseguro que es por una buena causa. Yustise vive en una favela, las condiciones son muy precarias ahí. La organización está otorgando algo de ayuda, pero hay un grupo disidente que quiere tener el control de todo. Es una situación delicada, son criminales.
-No tienes nada que estar haciendo ahí. Ya no eres una jovencita, tú misma lo acabas de decir.
-He tenido que lidiar con asuntos peligrosos antes, seguro sabes algo al respecto.
Él apretó los labios y levantó una ceja.
-El asunto es que esa chica parece hacer cosas espectaculares solo cuando está muy furiosa.
-¿Se pone verde?
Calia se rió.
-Serías un gran comediante.
-O chef. Vamos -ordenó poniéndose de pie.
Once meses antes
En la OINDAH
Al concluir la reunión de la invitación a Calia para colaborar en la organización, Giorgio y Laura Esther se separaron de Andrea y Juan José en el vestíbulo de la torre. Ya no era un secreto que trabajaban juntos. Estaban un tanto ofuscados por la respuesta de la mujer.
Di Maggio se había despedido de su madre en la sala de juntas, sería trasladada por personal de la OINDAH a su distante hogar. Estaría tranquilo hasta que ella le avisara que había llegado a casa. El heredero puso la mano suavemente en la espalda de Laura y caminaron juntos por la plaza frente a la torre, hasta la avenida que la circundaba. Aurelio esperaba afuera del auto para abrirles la puerta. El Lector se acercó a ellos antes de que abordaran, como si hubiera salido de la nada.
-Gabriel -dijo Di Maggio, que aún sujetaba a su esposa.
-Decidió quedarse. Está en el área médica, necesita unos días más.
El heredero hizo un gesto que ocultaba su media sonrisa, se percató de que Laura lo veía con suma seriedad.
-Gracias por avisarnos -replicó.
-Debemos hablar pronto sobre los recursos.
-Eso no es problema -afirmó Di Maggio, abriendo personalmente la portezuela para que su mujer entrara al auto-. No me digas que la harán usar otra vez ese ridículo traje.
-Lo necesita.
-Eso sí tengo que verlo, aunque después de todo lo que pasó, me lo creo. Nos vamos, Lector. Cuídate esa mano.
-Buenas noches -repuso. Aurelio cerró la puerta del auto tras Di Maggio.
-Buen trabajo -susurró Elec cuando el chofer pasó junto él hacia el lado del piloto. Aurelio respondió sonriendo y guiñando un ojo.
El camino hacia el penthouse del centro estuvo envuelto en un gélido silencio. Laura parecía molesta. Di Maggio sentía ahora en carne propia sus mismas estrategias. Temía romper el tenso momento con una conversación que podría terminar en una indeseable discusión.
-Entonces ustedes tramaron todo esto para que ella regresara a la OINDAH -dijo Laura.
Giorgio se quedó callado.
-Gabriel y tú. Este fue su plan. ¿Ella sabe que la siguen manipulando? -preguntó airada.
Su esposo se limitó a entornar los ojos y dirigir la vista hacia el respaldo del conductor. Laura se cruzó aún más de brazos y se perdió en el silencio y el oscuro paisaje tras la ventanilla.
Di Maggio estaba muy cansado. En el mismo mes fue atacado dos veces, tuvo que quedarse con el Agente, su ex asistente había perecido tras haber alojado a su esposa en su casa, se había quedado sin su eficiente pero loco secretario y había sido parte del cierre de la estrategia que condujo al regreso de aquella que lo obsesionaba desde que la conoció en el falso sepelio de Andrea. Incluso, desde antes.
No estaba de humor para discutir con su mujer.
Al fin podían regresar a casa. Afuera del edificio había personal de la organización que se encargaría de la custodia del matrimonio. Cuando llegaron al apartamento, él dejó la maleta pequeña de emergencia cerca de la consola de la tridacna y se dirigió hacia el despacho. La rodilla le estaba molestando, necesitaba relajarse.
-¿Estás feliz ahora? -espetó Laura Esther molesta, a sus espaldas. Casi creyó que se había librado de esa insulsa conversación.
-No quiero hablar de eso en este momento -gruñó.
-¿Entonces cuándo? ¿Crees que no me doy cuenta de nada? ¿Piensas que no sé por qué la hiciste volver? -exclamó su esposa.
Fue inevitable, lo había hecho enfurecer. Regresó hacia ella, cojeando un poco.
-¡Carajo, Laura! ¿No te das cuenta de todo lo que sucedió estos días? -clamó enardecido.
-¡Todo esto lo provocaste tú! ¿Por qué la hiciste volver? -gritó ella, tirando con enojo su propia maleta sobre los claros mosaicos del piso.
-¡Porque se lo debía a mi padre, maldición! -replicó con fuerza.
Ella no esperaba esa respuesta.
-¡Él quería que yo resarciera sus errores, que viera por ella, pero en vez de eso le jodí la vida! ¿Y ella qué hizo? ¡Se tiró de un edificio para que el suero gracias al cual ambos estamos aquí parados fuera para el mundo! ¡Siempre voy a estar en deuda! -siguió con desesperada furia. Estaba tan agotado, que no tuvo fuerzas para contener el par de lágrimas de enojo y frustración que se le escaparon.
-Pensaba que... -musitó ella.
-Es testaruda a morir. Literalmente. Si no lo hubiéramos hecho así jamás habría vuelto -comentó él más calmado, pero aún resollando, deteniéndose de la cubierta de mármol del mueble de la entrada, doliéndose de la rodilla que le molestaba más.
-Debiste decírmelo -comentó ella con arrepentimiento.
-Hablaremos mañana, ¿si? Necesito despejarme o no podré dormir -dijo él.
-Mañana... hm... me voy en unas horas. En cuanto supe que hoy podríamos volver a casa, cambié la fecha de la reserva.
-¿No pudiste siquiera esperar algunos días para largarte otra vez? -comentó Giorgio con amargura.
-¡Tengo que cumplir con este compromiso de la fundación, es mi trabajo!
Él le dio la espalda, recorrió el pasillo y entró en el despacho, azotando la puerta. Laura llamó a Aurelio que vivía en el mismo edificio para que subiera los bolsos al dormitorio, preparó algo de cenar y fue a llevárselo a su esposo, esperando que estuviera más calmado.
Lo encontró profundamente dormido en la silla de visitas frente a la chimenea. Tenía el celular en la mano. Ella lo tomó con cuidado, lo puso en el dedo de Giorgio para desbloquearlo y leyó los últimos mensajes.
GDM_ 20:39. ¿Gabriel te devolvió el móvil?
NúmPrivado_20:41. Sí. Ya fue con el chisme, verdad?
GDM_20:41. Ya lo conoces. No sabes cuánto me alegro. ¿Estás mejor?
NúmPrivado_20:45. Estoy mejor, gracias. Voy a extrañar los barcos pesqueros...
GDM_20:45. No lo dudo. ¿Vas a dormir?
NúmPrivado_20:47. Será difícil hacerlo hoy. Es muy extraño todo esto
GDM_20:48. Acostúmbrate.
NúmPrivado_20:48. Es verdad todo?
GDM_20:48. ¿A qué te refieres?
NúmPrivado_20:49. Ya no me tengo que preocupar por lo que ya sabes?
GDM_20:50. No debes preocuparte nunca más. Tienes mi palabra.
NúmPrivado_20:51. Seguro estás agotado. Han sido días terribles. Gracias por estar al pendiente.
GDM_20:51. Es un placer, Calia.
NúmPrivado_20:52. De verdad eres un hombre distinto. El matrimonio ha hecho milagros en ti
GDM_20:53. No. Fuiste tú.
NúmPrivado_20:53. Duérmete, Di Maggio.
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