Los gritos se escuchaban por todos lados, el fuego ardía y las flechas caían. La sangre estaba en su rostro y solo podía ver a su reino caer, luchando contra sus enemigos, matando a cualquiera que se entrometiera en su camino.

- ALTO.- Todos se detuvieron, o eso ella creía.

¿Qué paso?

¿De quien fue la culpa?

Todo empezó con una simple pelea de pareja, unos gritos simples, cosas sin importancia. Decían sus guardias, pero no fue así.

Ellas peleaban por una infidelidad por parte de la mayor, en la cual fue descubierta en su cama con otra. Un pecado, una regla rota, una simple regla que mantenía en paz al reino. Algo fácil, decía, algo que no se debe de hacer cuando consigues a alguien que quieres tener toda tu vida, decían.

El reino era libre de elegir con quien estar el resto de su vida, pero algo que tenían que respetar era la regla de nunca serle infiel a su pareja. No había racismo, discriminación, nada, solo paz y respeto.

Esa regla fue puesta desde generaciones atrás, desde que se construyo Paradis. Desde ese momento, la libertad siempre fue dada, no solo se rompió una regla, si no que fue alguien de la realeza quien lo hizo.

La lluvia se hacía presente en aquel lugar, una mujer de otro reino fue la causante de esta guerra. Con una mirada llena de odio y desprecio se retiro del lugar, nada se dijo, ni si quiera ella fue detrás, no era verdad.

- ¡Mamá!.- Volteó y ahí la vio, su pequeña y adorada hija. Siendo llevada por aquella mujer a la fuerza, corrió lo más rápido que pudo.

Un metro, solo uno fue lo que hizo que se la llevaran por siempre. Inmediatamente subió a su caballo y cabalgo en él, siguiendo la sin éxito alguno. Una explosión escucho a lo lejos, su adorada bebé, la princesa Laila había muerto y ella seguía viva.

- Contesta

- Marley...

- Llévensela.- Los guardia se llevaron a la Reina mayor al calabozo, pero un pequeño descuido ocurrió para que todo empezara.

La reina Hange había escapado y ahora su pueblo ardía en llamas, sin saber que hacer una guerra empezó. Veía caer a su gente y escuchaba sus gritos.

Primer regla, esta prohibido la infidelidad

Segunda regla, no traicionar al reino y la población

Tercer regla, no discriminar a la gente

Cuarta regla, está prohibido los matrimonios arreglados o las relaciones forzadas

Quinta regla, Respetar y proteger a la realeza.

Cinco reglas, solo cinco, nada complicadas para aprender. Pero tres fueron las que no se respetaron y se rompieron, por alguien de la realeza.

Pocas personas estaban en pie, la mayoría muerta. Y ahí se encontraba, enfrente de ella. De la persona que una vez amo y le entrego todo, viéndola matando a su reino con aquella espada que se le entregó al unirse a la realeza.

- ¿Por qué, por qué lo hiciste?

- Paradis nunca debió de existir, no debió de construirse. Debe de desaparecer.

- ¡Es tú reino, juraste respetar todas las reglas, juraste lealtad a Paradis, lo juraste enfrente de todos!

- ¡Lo hice por ella, no por ellos!

-... Así que todo fue un maldito engaño, madre tenía razón. Tú solo eres una maldita maldición, que me...

Sentía su cuerpo débil, su vista se nublaba y su cuerpo caía. En ese momento sintió su pecho doler, entendió todo, lo pudo entender por fin. ¿Ella era la culpable?

Si, ella siempre lo fue. Su cuerpo era sujetado por unos brazos, la traición de la que tanto se hablaba. Lo entendía, Paradis no eran los verdaderos demonios, el pueblo en el que creció, en el que se crio, ese era el verdadero demonio.

Aquella maldición que tanto mencionaban, ella la era. Tan vez es su destino.

Ahora recordaba como era Marley antes, un caos, todo lo contrario a Paradis donde había paz. Su madre la abandono cuando era una niña de tan solo 3 años, su padre era un alcohólico de mierda, nadie se hizo cargo de ella.

Fue hasta que llego ella, quien "ilumino" su vida, con ella se caso y tuvo una adorada hija. Una que les fue rebata de su vida, podía sentir gotas de agua cayendo en su cara.

- Por favor despierta, no me dejes. No lo hagas, abre los ojos. Todo estará bien.- ¿Porque no la odiaba? La traicionó, le engañó, y ella sigue ahí.

Se sentía cada vez más débil como para abrir siquiera sus ojos o mover una parte de su cuerpo, sentía en su dedo anular el anillo de compromiso. Uno que fue especial.

¿Por qué no era capaz de odiarla?

¿Por qué le dolía tanto verla así, cuando fue ella quien la traicionó?

Claro, aquel amor que tanto le tiene no le permite hacerlo. Se culpaba, atrás de ella ahí los veía. Se culpaba mentalmente, le pedía abrir sus ojos, pero no escuchaba nada.

- Hange... Hazlo por mí, no te vayas de nuevo por favor. No lo hagas, te amo que no doy capaz de odiarte, pero no te vayas de mi lado. No otra vez.....

- Lo... Siento...

El cielo rojo, el olor a cenizas y la sangre en su ropa. Apenas podía respirar, veía como aquellas gotas de agua seguían cayendo en su rostro mojando la.

Agarro su mano, temblando y sintiendo la fría. No, esto no podía suceder.

La miró, sus ojos seguían abiertos, sus labios entreabiertos y su cuerpo... Frío.

La paz, la lealtad, la libertad. Empezaba a taradear de nuevo, el cielo fue envuelto en nubes grises y truenos se escuchaban.

Eldia, pocas personas seguían en pie.

Los vio a todos, enfrente de ella. Escuchaba a lo lejos un llanto, quería ir, pero no lo permitieron.

- Es momento de dejarla ir, ya hiciste tu deber.... Hange San.

- Moblit...

- Ya no podemos hacer nada, es momento de dejarla ir. Ella ya se fue, ya cumplió su deber.

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¿Qué tal?

Vivimos con domingos de Snk 🎊✨

Este es un extra que quise escribir, espero y les guste. Gracias por leer.

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