Despertar a tu lado

Advertencia: habrán temas delicadas que deben ser leídas con madurez. Por favor, tengan en cuenta las advertencias. Están avisados.


‹‹¡Oh, amado mío, tu recuerdo es mi mayor castigo!

Pero, mi amado JungKook, eres mi mayor delirio››

El amor es una dimensión abstracta que a lo largo de su existencia parecía ajena a él, más allá de su familia y los escasos amigos que logró formar durante su época escolar, hasta ahora no ha conocido los misterios que endulzan a las personas y las colman de hondos suspiros que proclaman el nombre del ser amado.

Kim TaeHyung se declaró ajeno a lo que nunca le interesó sentir, aunque a veces se encontraba a sí mismo admirando a las parejas en cada una de sus facetas y si bien se visualizaba siendo partícipe de situaciones similares, no trascendía más allá del imaginativo, porque de nuevo evitaba relacionarse más allá de una amistad o el primer intento de salir con alguien para comprobar que el problema no reside en las personas con quienes sus amigos intentaban emparejarlo, sino con él mismo.

Sabía que el principal epítome de la compleja situación radicaba en su interior y en los ideales que tanto anhelaba sentir. Pero no iba a forzarlo ni mucho menos a conformarse.

‹‹Oh grande y cruel vida que un día sentenció sus sentimientos a emerger con una descomunal fuerza que solo una persona iba a estar destinada a causar para el resto de su perecedera existencia.

Dos seres inocentes se encontraron como el pacto del destino que cumplieron ciegamente››

Por lo que vivió dedicando su experiencia a la soledad compartida con sus seres queridos sin aspirar a nada más que seguir gozando de la tranquilidad que un día llegó a su fin.

Su torre de cristal fue impactada por una sonrisa que desde el primer instante en que la apareció, se convirtió en su mayor refugio y la condena de la cual se proclamó merecedor, porque entre una tímida sonrisa de suaves labios como los pétalos de las rosas lo bendijeron.

Un hecho irreal que por casualidad logró observar en el momento exacto y destinado a ser, en que, al girar su rostro encontró al otro lado de la ventana de aquella biblioteca, que luego se bautizó como su torre en la realidad, el fulgor de su risa, tan melódica y hechizante que era imposible de ignorar, lo atrajo de forma fascinante cuando el solo sonido también lo hizo sonreír sin pretenderlo a través de un momento que la vida le permitió experimentar por primera vez.

Suceso que no creyó que fuera a repetirse y anhelante después de una semana se rindió, hasta que oh gloriosa vida que frente a sus orbes marrones el cielo formó vida en el cuerpo del azabache de piel caliza que estaba justamente en la misma sección de la biblioteca de la universidad que con relativa frecuencia visita.

Pero ese día de una tarde de otoño, el frío los llevó a refugiarse al interior de los pasillos que acumulan conocimiento y polvo, allí su rutina fue desintegrada cuando decidió con sus manos empuñadas para contener el nerviosismo que lo quería hacer huir, y dar un paso hacia la que sería la eterna caída que elegiría una y mil veces más sentir.

―Disculpa que te moleste, ¿Puedes ayudarme a alcanzar ese libro? ―cuestionó el azabache con mirada vacilante y un tenue sonrojo que se hizo más notorio en el instante en que la clara mirada del castaño se posó sobre su rostro y siguió el camino que su mano señalaba en un estante sobre el límite máximo al que su brazo podía llegar.

Aunque TaeHyung inmediatamente al final de la extensa hilera de libros vio la escalera diseñada para ese tipo de obstáculos, se tragó sus palabras y con una cálida sonrisa que JungKook admiro embobado por haber reunido la valentía suficiente para hablarle después de llevar más de tres semanas viéndolo desde la distancia, no iba a desaprovecharlo.

Por lo que, vio esa sola oportunidad, que fue la más concisa que obtuvo de las otras en las que se acobardó a último momento, y corrió hacia ella para sentir cómo su piel fue invadida por un intenso hormigueo que perduró durante algunos segundos después de que el contacto entre sus manos terminó.

―Es uno de los mejores libros de genética que puedas encontrar, si lo que te gusta es esa especialización ―comentó TaeHyung ante el libro elegido por el contrario, que parpadeo un par de veces para enfocar su atención en el libro que sostenía entre sus manos y que en verdad escogió sin saber de qué se trataba, más allá de estar en el área de medicina, que es lo único que sabe y comparte con él.

―Aún tengo un tiempo para decidirme, pero por algo se empieza ―respondió con una adorable sonrisa que contagió al contrario.

―¿Pero debías empezar por el tema más complejo? ―bromeó al darse cuenta que el azabache debe estar iniciando la carrera de medicina, porque él que ya está iniciando tercer año es la primera vez que lo ve.

Para alguien como él que si bien está atento a lo que sucede a su alrededor pero sin interferir de manera directa, encontrar la pureza en los orbes obsidiana, lo hubieran sacudido desde el primer instante y no hubiera podido olvidarlos.

―La verdad es muy probable que no entienda ni la mitad de este libro y eso que me tengo fe ―JungKook prefirió exponerse en su mala elección al ver que el castaño le sonríe con cierto deje de ilusión en la mirada más bonita que hasta ahora lo ha cautivado.

Por lo que decidió arriesgarse para ser atrapado en el acto. No me quedaba de otra.

―No te preocupes, tal vez pueda ayudarte a comprenderlo ―un ofrecimiento que no pensó decir hasta que reparó en las palabras que tomaron vida propia en su lengua.

Y su inocente ofrecimiento formó preciosas estrellas en la mirada del azabache que lo impulsó a mantener su propuesta, siendo la respuesta que daría inicio a un encuentro pactado por el destino, para unir a dos almas que se buscaban sin ser conscientes de que se necesitaban. Otorgándole al otro, volver a sentir el resplandor de la vida y el misterio del naciente amor que los alumbró en medio de una extendida conversación que se siguió repitiendo a través del tiempo.

Un primer acercamiento destinado a suceder, porque las coincidencias que libres se unen sin motivo aparente no existen sin una causa que las preceda. Cada suceso y ocurrencia experimentada tiene una razón de ser, una razón que guía a las situaciones y personas a encajar en donde pertenecen, ya sea de forma permanente o efímera están predestinadas a alcanzar ese tiempo pactado.

Ocasión creada e ideada para que las líneas de vida se entrecrucen de forma determinada.

Una causalidad fue lo que TaeHyung sintió palpitar bajo su piel, como si su corazón se hubiera desintegrado en milésimas de fragmentos que se disiparon por sus tejidos hasta sentir que su ritmo cardíaco poco a poco se vinculaba al contrario. En aquel inicio que estaba destinado a ocurrir; la ambrosía de su existencia se presentó y los días se fueron acumulando en una incesante cuenta que ambos alimentaban constantemente.

Nacido de un pensamiento que evolucionó hasta convertirse en un deseo, fue lo que le dio acción a su voluntad para idear situaciones hilarantes, encuentros fortuitos a ojos de los extraños, conversaciones profundas que venían del auxilio de vagas reflexiones en las que perdían el aliento para entregarlo al contrario cuando sus miradas encontraron un nuevo punto de gravedad.

‹‹Regrésame a este momento, a ese instante donde la felicidad podía ser alcanzada al venerar tu presencia y no arrancada de mi lado para destrozar mi fragmentada existencia.

Te lo imploro, déjame sentir de nuevo la felicidad que solo alcance a tu lado. Sin ti solo soy un miserable ser que sobrevive en la condena de la vida que no me quiere dejar ir para seguir tu camino››

―Me recuerdan al color dorado del sol que observaba cuando era niño mientras las comía sin parar ―reveló JungKook con su brillante mirada cargada de ilusión sobre el plato que no ha dejado de ver al rememorar los recuerdos de su infancia.

―Puedo darme cuenta de eso ―manifestó el castaño escondiendo su diversión detrás de la taza de té que eligió beber.

Tal vez fue su sonrisa apenada y mejillas sonrojadas lo que causaron el motivo de la sonrisa contraria, siendo seguida por una sonata dulce que anhelaba lo acompañará por el resto de sus días.

Ese encuentro fue el comienzo de días venideros que se repitieron en medio de fugaces conversaciones acerca de la profesión que los unió entre libros de pasta dura y corroídos por los años, con hojas amarillentas con diversas texturas y otras tan pulcras y claras, formaron la conjunción de momentos que siguieron dando vida a otros más, cuantos fueran posibles sin ser demasiado obvios. Porque, en aquel lugar su vida juntos nació, a través de recomendaciones y críticas que cada vez se hacían más frecuentes y el tiempo que pasaban aislados de la realidad fue todo cuanto deseaban.

Hasta que finalmente un deseado encuentro se dio fuera de las paredes adornadas por el tiempo, un encuentro que los tuvo a los dos suspirando porque ocurriera y gracias al impulso que superó a TaeHyung, fue quien cedió al azar de la vida y fue directo hacia lo que quería, por primera vez en su vida, tuvo el enardeciente deseo de compartir más de su tiempo con alguien tan precioso como JungKook.

En respuesta a su solicitud conoció su cálida sonrisa, la cual sin saberlo guiaría sus tormentosas vivencias para darle alivio a sus más grandes pesares, posiblemente, fue el deseo arraigado a verse de nuevo lo que colisionó los mundos ya existentes que antes eran, antes de conocerse y que dio lugar a un cataclismo que reinicio la realidad preexistente.

Y a partir de esa solicitud, los encuentros posteriores terminaban en el deleite de un café con leche y galletas de mantequilla.

―Si pudiera comer algo por el resto de mi vida serían estas galletas ―confesó el azabache con una dulce sonrisa que apabulló con fuerza el corazón de TaeHyung por el precioso sentimiento que bombeo con brío en su pecho y de ahí todo su cuerpo fue invadido por la presencia ajena.

―¿Así de harto te gustan? ―cuestionó tomando con tranquilidad el té con leche que pidió porque el café no es de su entero agrado.

―Mi madre las preparaba en los días calurosos para ayudarnos a mi hermano y a mí, aunque más que todo por mí porque no soy muy amante del verano. Así que ella las hacía para tenerme contento por un rato ―explicó ofreciéndole otra galleta más a TaeHyung que lo mira con tanta atención que puede ver su reflejo en los bonitos ojos que sonríen al mismo tiempo en que sus labios se curvan en una encantadora sonrisa de corazón que lo hizo bajar la mirada atontado por la timidez a causa de lo precioso que es.

―No tengo cómo oponerme a lo que dices ―respondió TaeHyung inclinándose sobre la mesa y apoyó su mentón sobre la palma de su mano para mirarlo un poco más de cerca para quedar fascinado con el sonrojo que salpicó con suavidad sus mejillas.

Tanto que un deseo afloro en TaeHyung de mantener esa ilusión brillar en los orbes obsidiana por algo tan común pero significativo para JungKook como una galleta de mantequilla que se derretía al primer contacto.

Los dos totalmente encantados por lo que surgió a partir de ese día, tan solo el comienzo de la magnífica presencia del amor que con el paso de las semanas la atracción se hizo más fuerte hasta que los enredó a lo largo de los momentos que se fueron acumulando sin darse cuenta o ni siquiera repararon en lo que estaba sucediendo hasta que no pudieron ver nada más que la sonrisa contraria que comenzó a hacerlos suspirar.

‹‹Necesito la melodía de tu risa para desprenderme de este manto de sequía››

Cada instante dio paso a otro, hasta una gran acumulación causada por la tensión que los empujó hacia los brazos ajenos y en sus labios hallaron la suavidad de la nubes que los tocó con tanta gracia que se sintieron levitando en la euforia que sus lenguas marcaron en medio del fervoroso y anhelante beso que los hizo suspirar con alivio cuando la humedad fue todo lo que sus sentidos reconocieron.

El sonido de sus respiraciones marcaron una sonata extasiante que causó sonrisas en medio del beso para conectar sus miradas cuando se separaron con renuncia para no perecer en el primer ascenso al que mutuamente se llevaron cuando sus manos trazaron delicadas caricias allá donde podían tocar, solo para reconocer y palpar el amor formado cuerpo. JungKook y TaeHyung, la oscuridad de la noche y la luz del día se encontraron en las miradas que capturaron los misterios que juraron silenciosamente seguir descubriendo.

De la misma forma la tentación los hizo ceder y sus ojos se fijaron en los labios carnosos y rojizos que no evitaron volver a poseer una vez más, para grabarse la textura, la calidez y el sabor que vivieron a través de cada beso que durante el tiempo siguieron compartiendo.

Los suspiros dominaron el ambiente y los alentaron a seguir en el encuentro que burbujeo en sus estómagos por la dicha que esparció en el inmaculado cuerpo al que se aferraron cuando las sutiles mordidas le arrebataron a JungKook pequeños quejidos y en su desespero de aferrarse a la realidad, rodeo los hombros de TaeHyung para sumergir sus manos entre las hebras castañas que bajo su tacto sintió la seda derretirse en sincrónica sobre su boca.

Un inicio ferviente de contemplación se consagró ese día a través del mutuo reconocimiento que los arrojó a la construcción de un futuro que ya no querían continuar en soledad, pero tampoco en medio de cualquier compañía, los dos con los labios hinchados, las miradas rebosantes de deseo, las sonrisas ilusionadas y las respiraciones aceleradas, hallaron el misterio de la vida que muy pocas veces se tiene la bendición de encontrar.

La templanza del amor reflejado en un compañero marcó el comienzo de sus existencias.

―Eres el primer pensamiento que llega a mí cuando me preguntan por algo que me hace feliz, pero al mismo tiempo esa seguridad me asusta, porque me doy cuenta de la intensidad con la que te amo y a la vez la calma que llega cuando estoy en tu presencia ―expresó TaeHyung como respuesta a la pregunta que le hizo su novio después de salir de la cena en la que estuvieron reunidas ambas familias, y al verlo tan callado durante el viaje de regreso al departamento en el que viven juntos desde hace seis meses, luego de más de un año de relación, no se abstuvo de indagar sobre su estado.

JungKook sabe interpretar cada faceta que su novio le muestra y aquellas que se guarda para él mismo al no saber cómo comunicarlo, y oh maravillosa vida en la que tuvo que contenerse hasta encontrar una zona de parqueo disponible en la carretera para detener el auto que le tocó ese día manejar.

―No es justo que me digas eso cuando estoy conduciendo Kim TaeHyung ―el azabache rebatió con fingido enojo que fue deshecho por la dulzura del pequeño mohín que como es habitual nunca se da cuenta que lo hace y TaeHyung agradece que así sea porque sus ojos sin pretenderlo se anegaron en lágrimas por el desbordante amor que siente hacia él.

―Lo siento mi cielo, es solo que me da miedo no saber cómo continuar amándote, porque lo que menos deseo es que caigamos en la monotonía ―justamente desde que se levantó, lo hizo con cierta incomodidad alojada en su pecho y que sólo encontró sosiego cuando la presencia de su novio entraba en escena.

Tuvo que inclinar su cabeza hacia arriba para que el salino líquido contenido en sus orbes no se diluyera.

JungKook sintió su corazón comprimirse por la adoración que ve en la mirada ámbar de su novio, así como él no puede mirar a nadie más que no sea el castaño. Está irremediablemente enamorado y fascinado por la persona que acompaña sus días.

Cada palabra que él le dijo lo encanto de la misma forma en que lo experimentó la primera vez que hablo con TaeHyung, una simple conversación que en los días posteriores le robó el aliento cada que lo escuchaba hablar con una elocuencia que lo sigue abochornado, ya que siente que en ocasiones no puede igualar la intensidad de lo que tanto quiere decirle, y que si bien lo ha hecho por otro medios, quiere hacerle saber que le es fiel en cuerpo y alma.

Y que lo seguirá hasta la muerte si es necesario.

―Tae, cuando te vi en esa biblioteca mucho antes de que repararas en mi presencia, no pude dejar de verte ―confesó JungKook, sentado de medio lado después de retirar el cinturón de seguridad y con su mirada entre sus manos que mueve con un poco de nerviosismo hasta que la más grande y cálida de piel canela las acarició con una absurda delicadeza que fue inevitable que una lágrima cayera.

Jeon JungKook le pertenece en vida a Kim TaeHyung.

―Lo sé, mi cielo, se lo que sientes ―pronunció el castaño buscando la llorosa mirada de su novio que se le concedió después de unos segundos, sin dejar de sostener su mundo entre sus manos. Así que trato de tranquilizarlo porque su adorable pareja tiene un lenguaje distinto de amor que lo hace sentir completamente amado, así que entiende y ve en los orbes obsidiana lo que tanto lucha por decir.

―Pero quiero decirlo, quiero decirte que desde ese día yo sabía que iba a amarte sin fin alguno y me dio miedo reconocerlo, porque a veces pensaba que era una obsesión, pero no lo es Tae ―negó con su cabeza varias veces mirando su mundo conteniéndolo como suele hacerlo―. Se que fue así porque los dos avanzamos a nuestro propio tiempo y en mi temprana juventud supe que lo primero que me enamoro de ti fue el silencio que le aportabas a mi mundo.

››Eres la alianza de mi vida, no un complemento porque ya no puedo visualizarme a mí a través de lo que antes era, ese JungKook ya no existe. Ahora soy la mejor versión de la que estoy orgulloso, porque puedo amarte a ti y levantarme agradecido cada día por la manera inconmensurable en la que me amas Tae; porque me arroja a sostenerte y rogar porque no dejes de hacerlo. Yo soy a través de ti porque elegí pertenecer a tu lado, sabiendo que existo como ser individual pero que estaría incompleto si no estas.

La llorosa mirada de estrellas encapsuladas fue lo último que TaeHyung vio antes de atraer el cuerpo de su novio hacia sus brazos y fue recibido con la misma desesperación por la anatomía que impactó contra su torso y espalda que fue rodeada por la manos de JungKook, que suspiró aliviado cuando el amor se convirtió en llanto y las emociones forjaron una mayor conexión a la que ambos correspondieron sin enunciarla en voz alta porque un inquebrantable pacto esa noche se selló.

―Nunca permitas que tus ojos no vean hacia mí con el amor devoto que proclamas, y si algún día tus fuerzas flaquean, el camino de regreso lo hallarás entre mis brazos ―mencionó JungKook contra la piel del cuello de TaeHyung que se erizo por cada palabra que se volvió mandato pregonado que a fuego quedó tatuado en ambos.

‹‹Eres mi designio en la vida, como el único mandamiento que deseo fervientemente cumplir. Pero para mí desgracia, es el destino mismo quien no me permitió continuar haciéndolo››

Desde ese instante, no hubo marcha atrás, después de todo no es como si ellos quisieran que la hubiera, debido a la sincronicidad en la que sus almas se estrujaron en correspondencia e internamente reconocieron la abismal magnitud del amor que dos años después los llevó al altar para entregar mutuamente su vida a su par.

JungKook puede afirmar que ese día mientras caminaba hacia al altar sosteniendo el brazo de su padre a la par que contemplaba la deslumbrante sonrisa de su prometido, una epifanía estalló en su ser, un susurro que tomó definición cuando su mano fue sostenida por la de piel canela, allí entre las palabras oficiadas por el representante legal que aprobara su unión, se sintió verdaderamente completo.

Como si cada fragmento que a lo largo de su vida tuvo que dejar atrás hubiera valido la pena como parte del sacrificio, para hoy presenciar los votos de matrimonio que incluso antes de que fueran enunciados por TaeHyung, él ya había comenzado a sollozar.

―Jeon JungKook, mi compañero de travesía y mi amante en la vida ―pronunció el castaño con voz ahogada en la pausa que tuvo que hacer para recobrar estabilidad en su voz―. Conocerte fue la bendición más grande de mi vida y que hayas elegido quedarte y continuar conmigo me hace sentir tan pleno que no tengo palabras suficientes para decirlo.

››Eres la persona más pura que tengo la fortuna de contemplar cada día, porque dedico mi tiempo al significado que tienes para mi corazón y alma, poco a poco, te fuiste imantando en mi piel, tus bellos ojos tan oscuros y refulgentes que contienen el universo que tanto admiraba en las noches de penumbra en una vida solitaria que llevaba antes de ti, y después de tu presencia, el resplandor y fuerza de tu mirada, se convertirá en la eternidad de mis noches y mañanas.

―Kim TaeHyung ―continuó el azabache sujetando la mano de su eterno amor con nerviosismo que casi olvida lo que iba a decir hasta que volvió a encontrar la calma en la mirada de su casi esposo y las lágrimas hicieron aparición en sus orbes ónix que maravillaron al castaño―. Desde el día en que te vi ser a través del silencio de un lugar que ahora conserva nuestra historia, tuve la revelación más grande de una vida que nunca imagine compartir con un otro, pero que en ese instante se mostró tan claro frente a mí, que me encontré luchando por una oportunidad que no deje ir.

››Quizás no te diste cuenta de cómo tu vida tomó mi existencia como su morada, sin ser dependiente de ti, porque somos dos seres individuales que se complementan y armonizan con tanta gracia y equilibrio, que somos a través del otro. Ambos conformamos un dúo, una pareja indisoluble unidas a través de nuestras almas que parecían reconocerse y sin pensarlo me encuentro ahora creyendo en la reencarnación que me permita volver a verte incluso después de que muera en esta realidad que solo quiero vivir contigo.

Los aplausos rompieron el juramento que sus almas pactaron con sangre en el altar y las sonrisas sellaron un beso desbordante de amor para validar la unión inmortal que sólo perecerá ante la degradación de la vida.

―Por favor, Tae ―suplicó JungKook con los ojos llorosos por la desquiciante expectación a la que su ahora esposo lo está sometiendo.

Tan cruel y sonriente, TaeHyung trazó un lienzo desde la parte interna de los rojizos muslos que llevan las marcas de sus manos exhibidos como una obra, y con su lengua ascendió hasta el pecho que succiono enloqueciendo aún más a JungKook que por reflejo intentó cerrar sus piernas al verse imposibilitado por el firme agarre de los manos sobre su cadera cuando trato de impulsarse para buscar fricción, la cual no le permitió alcanzar.

―No lo soporto más ―se quejó en un audible gemido que llegó cuando su vida entera se cernió con dureza sobre su desnudo cuerpo y tuvo lo que tanto llevaba pidiendo.

―Te lo dije mi vida, vas a ser mío de la forma en que yo quiera y te haré perder la sensatez para que seas dominado por mí ―susurró con voz aterciopelada sobre su oreja y JungKook solo lloriqueo cuando en un acérrimo impulso sus piernas rodearon la cintura impropia y sus ojos se cerraron en un álgido exclamó de placer.

El azabache se sintió desfallecer por la potente estocada que lo lleno después de la delirante y cuidadosa preparación, su más carnal entrada fue perpetrada por la dureza y los candentes movimientos que mantuvieron un ritmo preciso pero no lo suficientemente rápido como lo necesita

―Tae... ―JungKook gimió con demasiado placer en su voz que se tornó en la condena que sabía e iba a causar en TaeHyung ante sus palabras. Porque segundos después, los labios de corazón devoraron su boca y la pelvis ajena masacro con delirio su entrada.

Una embestida tras otra su cordura se fue deshaciendo y sus manos sostuvieron la ancha espalda de piel canela perlada por el sudor, al mismo tiempo en que su pelvis se movía para recibir el impacto del miembro que lo tenía salivando y que lo llevó al borde cuando al abrir sus ojos, fue devorado por la felina mirada de TaeHyung que lo hizo gemir tan alto por el placer al que fue inducido por los contundentes movimientos que cambiaban de intensidad teniéndolo tan cerca de desquiciarse por el abrasador placer.

―Eres tan caprichoso ―jadeo contra la piel del sensible cuello en el que encontró la esencia de algodón que su esposo usa.

Y con la punta de su lengua tomó el sudor que por la caliza piel se deslizaba producto del enardeciente calor que ni las ventanas abiertas de la habitación frente a la playa privada que reservaron sólo para los dos, provee el viento necesario que solo hallan a través de los jadeos y suspiros contrarios que retumban ante cada impulso de TaeHyung en el abrasador interior que lo tiene delirando.

Los dos mutuamente están al borde de la caída en el mar de pasión en el que han estado inmersos por horas después de huir de la fiesta de celebración, tan embriagados en el contrario que entre cómplices sonrisas y besos robados simplemente salieron tomados de la mano hacia el inicio de su vida como esposos.

Oh, jodida condena que JungKook está viviendo en el instante que TaeHyung llevó sus piernas hasta sus hombros y con vehemente fuerza estampo sus caderas contra su pelvis expuesta y lloró, no pudo hacer más que sollozar por la plétora de emociones que siente sobre y al interior de su piel.

―Ahhh... No aguanto más ―lloriqueo sintiendo como sus piernas hormigueaban hasta llegar en potentes corrientes que se arremolinaron en su vientre.

Maldita y condenada sonrisa que su esposo le dedicó antes de detener sus penetraciones y antes de que pudiera quejarse, en un solo movimiento lo embistió hasta torturar el nódulo de terminaciones nerviosas que lo hizo papilla sobre la cama en la que segundos después en álgidos gemidos se dejó ir al mismo tiempo en el que TaeHyung lo siguió, llenando su interior con la cálida esencia que se derramó con placer hasta colmarlo de él.

―Te amo, vida mía ―jadeo el castaño sobre los hinchados labios de su esposo que entre perezosas caricias sobre su espalda lo atrajo para un lánguido abrazo mientras recuperaban la fuerza y la lucidez que los llevó tan alto en solo un orgasmo en el que vivieron durante varias horas hasta que el amanecer alumbró el nuevo porvenir que como esposos están destinados a vivir.

‹‹¿Ahora dime cómo me contengo cuando mi centro de gravedad se ha difuminado, dime como mis fuerzas no se van a desintegrar si ahora tú ya no estas a mi lado?

¿Acaso es justo desaprender a vivir con tu recuerdo siendo corroído por tu ausencia a mi lado?

Cuando en la eternidad del amanecer nos amamos hasta casi borrar los límites de nuestros cuerpos que nos hacen dos personas independientes y solo por unas horas vivimos unidos en la desbordante pasión››

El tiempo reverbero en la fugacidad condensada de doce meses, un año y el primer aniversario de su matrimonio fue el éxtasis que vivieron en una larga travesía de un mes para visitar los lugares alrededor del mundo que tanto querían y en los que renovaron sus votos matrimoniales en ceremonias representativas que tuvieron la oportunidad de presenciar.

Ellos dos, alma y esencia vivificada, en una ensoñación resplandeciente forjaron un vínculo que nunca creyeron experimentar, pero después de todo comprendieron que se trataba de la persona que desde el inicio estaba destinada para pertenecer a sus vidas.

Un idilio los atrapó en la crueldad de la ignorancia que dos meses después lo terminó impactando cuando lo inevitable llegó en un nefasto resultado que arrojó una prueba que TaeHyung se empeñó en que su esposo se hiciera y que él mismo analizó por su especialización en genética, la cual le costó obtener por todo el bastó tema que comenzó como un gusto desde el día en el que conoció a JungKook, cuando el azabache en su faceta de interesante sin saberlo terminó sembrando en él la motivación que tomó después de finalizar su carrera.

La misma que le permitió reconocer la primera alarma que identificó durante su viaje de celebración ante los síntomas que JungKook comenzó a presentar y que ahora entre sus manos temblorosas hallo la causa que delante de su pareja en la privacidad del consultorio médico de uno de sus colegas que está llevando el caso, terminó de interpretar los resultados frente a la perturbadora calma del azabache que aunque no comprende mucho del tema por estar a mitad de su especialización en neurocirugía, tiene una noción general de lo que está sucediendo y de lo que entre lágrimas furtivas su esposo le está diciendo.

JungKook está sentado al frente de TaeHyung que tiene sus codos apoyados en las piernas mientras sostiene el resultado que sigue mirando de arriba a abajo, examina el papel para encontrar un error y sabe por la forma en que mueve sus piernas que está pensando en si las muestras de las biopsias que tomo son suficientes y si el análisis que él hizo a través de las sucesivas pruebas que realizo son lo suficientemente concluyentes para el diagnóstico que ahora tiembla entre las manos que lo han llevado al cielo infernal en incontables ocasiones.

Sabe que eso es lo que su esposo está pensando, tanto como si pudiera escuchar el ruido proveniente de su perturbada mente que no logra procesar lo que está pasando.

Tiene cáncer, su cuerpo está invadido por el avanzado estado de la leucemia que comenzó hace un tiempo de forma silenciosa y macabra sin anunciarse hasta que fue demasiado tarde.

―Yo... voy a dar mi vida para darte un tratamiento mi cielo, por favor, resiste un poco más y yo me encargare del resto ―pronunció TaeHyung al tomar con tanta delicadeza de mano inerte de JungKook que reposa sobre su pierna y que en ese instante cuando sus pieles entraron en contacto, el azabache se orientó en tiempo y espacio en el lugar en el que están y su alicaído estado del cual no fue consciente hasta que la otra mano de TaeHyung se dirigió a su rostro para retirar las lágrimas que ni sabe en qué momento comenzaron a brotar.

Pero si es consciente de lo que más dolor le causo y no fue el diagnóstico, no, en ese momento es lo que menos le interesa, porque sintió su corazón estrujarse en un sofocante vacío que se agolpo en su pecho al percibir la desesperación en la trémula voz de TaeHyung, inundado por la angustia al pedirle soportar, mientras él se encarga de idear un compuesto químico y alternativo que le ayude en el tratamiento contra el cáncer.

Si tan solo TaeHyung, su amado esposo pudiera leer sus pensamientos se daría cuenta de que él lo esperaría todo lo que fuera necesario y aguantaría dolores inimaginables por seguir a su lado. Esa es la razón por la que está llorando, porque teme abandonarlo y causarle un inmenso sufrimiento que se desató en el alarido que salió de su boca y tuvo que morder su labio con fuerza desmedida que terminó sangrando, pero joder que eso es lo mínimo cuando fue acunado entre los únicos brazos entre los que quiere perecer.

Su silencioso llanto fue acompañado por las respiraciones aceleradas del castaño que trata de soportar el dolor que estruja su alma y lo asfixia porque no debe ser él quien caiga, no ahora, no cuando sostiene a su vida entera en sus brazos mientras trata de darle consuelo.

―TaeHyung, amor de mi alegría, esto es solo una prueba ―JungKook reunió la fuerza suficiente cuando sus suaves hipidos se detuvieron―. Una prueba que en tu compañía y en medio de nuestro amor lograremos superar, porque si tu estas bien, yo lo estaré.

El castaño sin saber cómo responder a la preocupación que JungKook está demostrando no por su propio estado, sino por darle tranquilidad, sujeto el precioso rostro que tiene grabado a fuego en sus recuerdos y lo orientó hasta que sus labios se encontraron en el tacto más amargo que es empañado por el sufrimiento. Ambos respiraron a través de la boca contraria, un contacto que les sirvió para sentirse mutuamente y jurarse en el desequilibrado silencio, el compromiso que van a mantener, de ser la muralla que los va a contener ante el arribo de la tribulación de sus caminos.

―Ahora quien importa eres tú, no pienses en mí, porque mientras tu sigas en pie yo estaré detrás de ti sosteniéndote ―manifestó alejándose solo un poco para mirar con intensidad la rojiza mirada obsidiana que carece del característico brillo que poco a poco ve morir en su presencia.

―Yo resistiré lo que sea necesario si te tengo conmigo Tae, tú eres mi mayor fortaleza y si te tengo a ti es más que suficiente para sentirme afortunado y que los dos demos una ardua pelea con el cáncer ―comentó JungKook un veredicto que momentáneamente le sirvió para tranquilizarse por el voraz incendio que busca consumirlo desde su interior que lentamente va muriendo.

Y TaeHyung presenció la más dulce verdad dicha a su corazón desesperado, a la que se aferró para ponerse de pie con su esposo a su lado e ingresar de nuevo al área del hospital que nunca debieron haber cruzado jamás.

‹‹Ya no hay súplicas que de rodillas pueda enunciar, porque tu presencia no es más que el lastimero reflejo de lo que un día fuimos››

Los días luego del impacto a su realidad que no fue contemplada, para TaeHyung la vida se convirtió en una burla, debido al sentido que perdió desde el día en que la promesa del tratamiento dibujo lastimeras sonrisas en sus rostros que desesperados buscaban aferrarse al primero lucero que los mantuviera a flote en medio de la odisea que rápidamente comenzó para los dos.

―Estoy bien mi cielo, puedo hacerlo si estás conmigo ―declaró JungKook el primer día del comienzo de las intensivas sesiones de quimioterapia a las que debe someterse y junto al cómodo sillón de la sala, TaeHyung a su lado sosteniendo su mano con una dulce sonrisa que logró aquietar los nervios que lo inundaron cuando su piel fue perforada por la intravenosa que le colocaron y que será la destinada a combatir las células cancerígenas que en su sangre habitan.

―No me voy a mover de tu lado ―pronunció besando la alianza de matrimonio que reposa sobre el dedo anular de JungKook, quien sonrió producto de las cosquillas de su suave contacto.

Dos frases que en cada nueva sesión de quimioterapia repetían como un mantra antes de sumergirse en una realidad alterna en la que estaban solo los dos y las conversaciones que nunca parecían agotarse hasta que el sueño terminaba cobijando a JungKook para darle descanso.

Por lo que, sus rutinas de vida cambiaron, durante el día TaeHyung se dividía entre el trabajo al que le acortaron la jornada para que en las tardes pudiera estar con su esposo, ya que él se encargaba de llevarlo al hospital y luego de ir a casa para compartir con JungKook el tiempo que el castaño resistiera despierto hasta que el sueño debido al exacerbado cansancio que los medicamentos administrados consumen la energía de su cuerpo. Él finalmente podía descansar, aunque debía ser vigilado porque incluso así, los quejidos se hacían oír en medio de sus sueños.

Después era relevado por la familia de ambos que se turnaba en días diferentes para acompañarlos, especialmente en la noche, donde le daban total libertad a TaeHyung para que fuera a cumplir con su otra misión.

―Tranquilo Tae, cualquier inconveniente te lo haremos saber. Creo que estaremos más que bien por el cuidado de la enfermera que contrataste, así que ante cualquier eventualidad ella va a reaccionar mejor que nosotros ―YeJin, la madre de JungKook, totalmente agradecida por todo lo que TaeHyung hace día y noche por su pequeño hijo, que tiene su corazón dividido porque también se siente responsable por el cuidado del castaño que está todo el día de aquí para allá entre el trabajo, el hospital especializado donde Kook está recibiendo el tratamiento y el centro de investigación en el que se queda hasta altas horas de la noche para volver justo en el momento en el que su hijo debe despertar para tomar la medicación sin falta en las horas correspondientes.

Así que cuando es ella quien está toda la semana en reemplazo de la madre de TaeHyung, HyeKyo, que también cuida de su pequeño azabache como un hijo propio, ella hace lo mismo por el castaño, procurando que por lo menos ingiera las comidas correspondientes y en eso es donde JungKook lo ayuda, porque él se encarga de preguntarle sobre lo que comió e incluso antes de ir a dormir y aprovechando la última dosis de energía que reserva, le prepara algo de comer a su esposo.

Por ello, también se empeña en estar atenta a la salud de TaeHyung quien es el pilar de JungKook; sabe que es lo que su hijo quiere hacer y que debido a su extremo agotamiento no puede hacerlo aunque quiera, incluso ha terminado llorando por la impotencia de no poder hacer más y que solo se calma cuando lo ayuda a sentarse en la silla de ruedas que dispusieron para que se movilice con mayor facilidad y lo lleva hasta la cocina donde lo asiste para que termine de preparar el plato que desea o luego lo lleva hasta el estudio de arte donde está empecinado en culminar el mayor reto que se puso a nivel artístico.

Ya que, por ahora tuvo que suspender las clases de su especialización, de la misma forma en que el trabajo se vio afectado. Dos decisiones que aceptó de la mejor forma, incluso TaeHyung espero más que solo un sonrisa rota, cuando admitió cuatro meses después del inicios del tratamiento ya no poder continuar, fue JungKook quien tomó la decisión y para consuelo de todos volvió a retomar su pasión por la pintura.

Esa es la razón principal para haber convertido su oficina, en un rincón de arte al que no le permite a nadie ingresar, no al menos hasta que le den tiempo de ocultar el inmenso lienzo en el que se encuentra trabajando.

―Por favor, recuerda decirme cada hora como está o máximo dos si no hay ningún problema ―solicitó el castaño como cada vez que sale de su hogar y quien tiene enfrente ya sea su madre o la madre de JungKook lo escuchan con paciencia y lo dejan terminar así conozcan el pedido que siempre hace―. Disculpa mi insistencia pero no puedo estar tranquilo sin saber cómo está.

―TaeTae te entiendo y no tengo problema en hacerlo. Puedes ir tranquilo, nosotros estaremos bien ―tranquilizó la azabache para abrazarlo y verlo partir al laboratorio de investigación en el que termina sus días.

TaeHyung está empeñado en desarrollar un tratamiento alternativo para la leucemia, ya que, ha sido su deseo desde el comienzo en el que eligió la especialización que JungKook terminó eligiendo para él.

A partir de su trabajo logró avances prometedores que tuvo que acelerar después del diagnóstico de su amado y que en conjunto con otros colegas que lo están apoyando han logrado cimentar una base sólida que todavía están perfeccionando, y que éticamente lo somete en una encrucijada porque antes de llevar los experimentos a pruebas humanas, debe pasar ciertos testeos, en especial, con ratas albinas que poseen una gran coincidencia en su sangre con el genoma humano, con el fin de ver los efectos y cómo actúa la nueva enzima creada una vez ingresa al torrente sanguíneo para ser replicado y distribuido por todo el cuerpo.

Y sabe que debe apurarse hasta llegar a esa instancia que condenará su carrera, porque no tienen tiempo suficiente. JungKook no tiene al tiempo de su lado y si bien la medicación en conjunto con la quimioterapia han retrasado el progreso de la leucemia, las mismas células cancerígenas han llegado a anidarse en diversas zonas como los ganglios linfáticos que tienen en jaque al sistema inmunitario del azabache, dejándolo totalmente expuesto y tan delicado como una hoja de cerezo cuando se desprende de las ramas de su árbol madre.

―Vamos, por favor, funciona ―pidió mirando la muestra a través del microscopio mientras añadía pequeñas gotas de la nueva sustancia creada, con una lentitud casi desquiciante repetía el mismo proceso después de pasarlo por la centrífuga y evaluar los dos compuestos que terminan separándose para volver a analizarlos y comprobar su efectividad en el sistema de realidad virtual que expone la eficacia que aún no llega a altos estándares de fiabilidad.

Intentos de esperanza que repite noche a noche, mientras su infinito amor descansa para volver al día siguiente a la rutina que lo alegra cuando ve la mirada de JungKook iluminar su mundo y la sonrisa de labios rojizos lo incitan a besarlos por un rato hasta que el menor lo empuja para sacárselo de encima cuando el hambre apremia en demasía.

―Debes alimentarte mi TaeTae ―explicó levantándose con un poco de dificultad hasta que los brazos y el torso de su pareja llegaron para facilitarle el avance hasta la cocina de su hogar, que hoy está especialmente solo, por pedido del castaño que cada semana toma un día de absoluto descanso solo para estar con JungKook.

―Sabes que puedo ayudarte a cocinar, solo si quieres ―emitió sin despegarse de su espalda para sentir la calidez que tanto disfruta abrazar en las noches. Todo mientras el azabache se mueve con gracia por la cocina y busca en la nevera lo que quiere prepara para ambos.

―Me gusta consentirte a través de estos pequeños actos donde pongo todo mi amor por el esfuerzo que haces y que tiene pequeñas ojeras en tu rostro ―su voz sonó levemente diferente cuando pronunció ese hecho que le estruja el corazón al ver el cansado rostro de su esposo llevarle la medicación en la madrugada cuando lo siente llegar.

Por lo que se exige a sí mismo a cocinarle y recibirlo con la mejor disposición para ver la mirada de corazón florecer en los labios que tanto ama besar y que es lo primero que hace cuando lo ve llegar entre sonrisas cómplices que los enredan en un tipo de intimidad que trasciende lo físico.

Ambos se aman con el alma y son parte del otro, son uno solo.

―Cada día me siento amado por ti Kook, es por el inconmensurable amor que siento que hago esto mi cielo ―pronunció girando el cuerpo de su esposo para tomar su rostro y besar la punta de su adorable nariz que se arrugó levemente por su acción―. Lo hago por nuestra vida juntos y porque si tu estas de pie, esa es la razón que me hace sentir que todo vale la pena.

―Pero me duele verte cansado y me duele no poder estar para ti, no poder ir contigo al laboratorio y ayudarte, porque... ―su voz se cortó cuando la primera lágrima que luchó por retener lo traicionó y murió entre los labios de TaeHyung que no permitieron que otra más fuera derramada, porque perseguía cada vitalicia gota que salía de sus lacrimales.

―Lo dijimos desde el primer día ante el altar, tú eres mi esposo y yo caminaré a tu lado siempre, pero ahora debo ir unos pasos detrás de ti porque tú no estás bien, pero al ver como luchas cada día al levantarte de la cama me inspira a hacer lo mismo, ahora somos un complemento ―confesó dejando un mojado beso producto de las lágrimas que tomó de su pareja y el tacto tuvo un regusto salado que los hizo suspirar en anhelo.

―Por eso Tae, tú ahora estás dando más de lo que yo puedo y me duele el corazón que así sea, porque yo te amo demasiado y quiero hacértelo ver cada día de una mejor forma ―aferró sus manos a la cintura de su esposo porque ha llorado demasiado en la soledad del baño al ver que no puede hacer nada de lo que antes hacía y por más voluntad que ponga de su parte, es su cuerpo el que lo retiene como una jaula que aunque no lo diga, sabe que está perdiendo la batalla.

―A veces no se trata de una relación equivalente donde tu das una mitad y el otro pone la otra, ahora mismo tu estas poniendo incluso más porque verte cada día sonreír a pesar del dolor que sientes, porque verte cocinar para mí y estar pendiente de los detalles que me gustan y que se cumplan cada día me hace sentir tan amado JungKook. Yo puede decir que estoy más enamorado de ti que el mismo día en el que nos casamos ―manifestó recibiendo con gusto el apretado abrazo en el que el azabache se fundió contra su pecho y estuvieron allí meciéndose de un lado al otro por la melodía que JungKook entona con agrado, dejándose suaves besos sobre su piel que se eriza ante el contacto.

―Te amo con todo lo que soy ―reveló para separarse del cuerpo de su esposo y ver la mirada preocupada caer sobre su rostro, en específico de la zona que segundos después sintió gotear.

―Ven, siéntate aquí ―con rapidez tomó sus piernas y depositó su cuerpo sobre la isla de la cocina, indicándole a JungKook que apretara con suavidad el puente de su nariz con los dedos índice y pulgar a modo de pinza para comprimir los vasos sanguíneos que están dilatados y que son los que provocan el excesivo sangrado―. Eso es Kook, abre sus piernas e inclínate un poco ―explicó a la par que situó su mano en la espalda de su esposo para mover su cuerpo hacia adelante mientras llevaba la cuenta de los 5 minutos prudenciales para que el afluente de sangre se detuviera.

―Perdóname Tae, no quería que nuestro día comenzará así ―JungKook sollozó sin enfocarse en el dolor que lo ataca en ese momento, sino ver que su deseo de compartir el día con su esposo inició en un fracaso cuando su cuerpo lo traicionó.

―Te lo dije mi cielo, no vas a deshacerte de mí y mucho menos por algo tan natural como esto. Además tenemos todo el resto del día por delante y si te descuidas me voy a meter a tu estudio de pintura y oh... ―se quejó ante el golpe que su esposo le asestó en el abdomen por su mención.

―Te permito todo menos eso Kim TaeHyung, no seas tan atrevido ―amenazó con el ceño fruncido porque su esposo tiene explícitamente prohibido ingresar más allá de la puerta del lugar y ambos saben que se trata de una sorpresa que está elaborando. Pero aún no es tiempo para que el castaño conozca.

No hasta que la termine y que espera que sea muy pronto, porque con cada día que abre los ojos siente que le está restando oportunidades a su vida.

―Puedo ser atrevido de otra forma mi amor ―susurro con complicidad que salpicó el lienzo de las tersas mejillas de JungKook por el doble sentido de sus palabras y sintió sus ojos picar por el llanto de felicidad al verlo sonreír con trata gracia que incluso a través de la sangre que sigue cayendo, vio al hombre más hermoso que en su vida ha podido conocer.

―Espero que tengas claro cuánto te amo Kim ―manifestó después de superar la timidez que él todavía le causa por cualquier leve insinuación a lo desesperado que se vuelve en medio del sexo y que por ahora para ambos no es un pilar, porque encuentran deseo en la compañía de las largas sesiones de caricias que los dos se empeñan en cumplir diariamente.

―Eres mi vida completa Kim JungKook ―pronunció para dejar un beso sobre la frente perlada de sudor por el esfuerzo que está haciendo y que se ve opacado por la sonrisa que lo contagió en una risa compartida en la que se asumieron a lo largo del día.

‹‹Yo sostenía tu cuerpo cada vez que la debilidad quería derrumbarte, pero tu combativa fuerza siempre ganaba la batalla que nos daba otro día más.

JungKook, realidad de mi existencia, ¿Si ya no tengo a quien sostener como puedo seguir? Porque tus memorias no son suficientes››

Las recaídas comenzaron a ser más frecuentes y el desespero de TaeHyung incrementaba al acariciar la arqueada espalda de JungKook que se sostenía del inodoro para vomitar lo poco que su estómago retenía.

Cada vez con más frecuencia, su nariz sangraba y quedaba tan débil luego de la quimioterapia que lo único que lo hacía dormir eran los sollozos que le dedicaba a TaeHyung, pidiéndole perdón por haber fracasado una vez más.

―Mañana tendremos otra oportunidad mi amor bonito ―dijo el castaño de rodillas en suelo bajo su cama matrimonial, acariciando la bonita y tersa piel de la cabeza de su esposo que hace unas semanas perdió gran cantidad de cabello y JungKook pidió que le afeitara la cabeza para no ver unas zonas pobladas.

Y una vez más su esposo lo sorprendió, ese día en medio del gran baño que han adaptado para que el de orbes obsidiana pueda seguir bañándose por sí mismo, lo miró con tanto amor en su sonrisa mientras sostenía la afeitadora y la crema que le facilitó la tarea, porque el único que estaba llorando era él y JungKook no paraba de reír por los malos chistes que se le ocurrían al ver como su cabeza quedó como una brillante bola de cristal.

De nuevo presenció la fortaleza que lo alentó en medio del advenimiento que dibujó en su mente una variación que hasta ahora no se le había ocurrido por los fracasos previos de la revisión sistemática que realizó al inicio de los ensayos clínicos que no arrojaron buenos resultados, pero que dado el punto de estancamiento en el que están, esa alternativa puede darles una ventaja.

―Solo quiero chocolate con menta ―pronunció con voz rasposa debido al corto sueño que venció para despertar y estar con su esposo que también luce una bonita cabeza rapada, porque no le permitió que terminara de remover todo su cabello, al menos no en su totalidad.

Pero fue un gesto que le calentó el corazón al ver el compromiso que su Tae sigue manteniendo, aunque a veces cuando la sangre sigue cayendo a través de su nariz o el vómito lo ataca, se encuentra deseando que se detenga, no porque esté cansado, porque si depende de él continuará hasta el final, sino que no quiere seguir viendo el desespero en él cuando llega del trabajo y los progresos de la investigación que está llevando a cabo no son tan alentadores como quisiera.

―No soy nadie para negártelo ―respondió dejando pequeños besos sobre la manos de su esposo y en sus adormilados y grandes ojos recobró la fuerza de seguir intentándolo las veces que fueran necesarias hasta que JungKook le dijera que se detuviera.

―Confío en ti, mi amado esposo ―declaró él mirando a su adoración y toda su familia reunida para consolidar la última alternativa que les quedaba.

―No te haces una idea de cuanto me inspiras Kook, esto te lo debo a ti ―expresó con un profundo beso sobre la piel lisa de su cabeza mientras su mayor colega, NamJoon, quien lo siguió hasta el final del desarrollo prematuro de un tratamiento dirigido contra la leucemia, fue quien comenzó a administrar la sustancia en la vía de JungKook.

Sabe lo que están arriesgando, porque no se trata de una cura ni es un intento aproximado para lograrlo, solo es un tratamiento que interviene sobre otras cadenas químicas para lograr aislar y blindar las demás células que aún no han sido invadidas por la errónea replicación de la mutación que causa el cáncer.

Para ello tuvo que estar las dos últimas semanas ausente de su trabajo para acelerar el proceso y después de hablarlo con JungKook, él aceptó intentarlo incluso sin haber escuchado su propuesta o los riesgos que conlleva. El azabache no tenía nada que sopesar, cuando la propuesta viene del esfuerzo de su esposo y es en lo que ha estado trabajando durante esos meses.

Y él más que nadie sabe lo que TaeHyung y NamJoon, su amigo de toda la vida, están poniendo en juego, porque lo único que puede pasar es un efecto rebote que termine acelerando la reproducción de las células cancerosas.

―Después de esto tienes que llevarme a cenar Tae, no todos los días me presto para ser un conejillo de indias ―bromeó para deshacer la tensión que en el aire podía palparse y se sintió complacido cuando sus labios fueron besados con mimo, mientras el sueño lo abstrajo de la realidad en la que solo dispone de una opción.

Una que su esposo elaboró, debido a que el último ciclo de quimioterapia que podían administrarle, no pudo detener la progresión de la leucemia y durante las últimas semanas continuó el tratamiento con la medicación que si bien es efectiva sigue siendo insuficiente. Por lo que están en el limbo, donde el avance es lento pero constante y las alternativas no surten efecto.

Hasta que un nuevo amanecer llegó y los nuevos resultados días posteriores cristalizaron la esperanza en los nuevos resultados. El compuesto creado logró adormecer el desarrollo del cáncer en la sangre, manteniéndolo en una menor escala de reproducción que al igual seguía, pero no de la misma vertiginosa forma que antes.

―Debes tener cuidado Kook ―grito TaeHyung desde la sala al escuchar a su esposo batallar en la cocina, después de echarlo de lugar para que no viera la torta de cumpleaños que le está preparando, ya que en la noche del 30 de diciembre van a reunirse con la familia completa para celebrar un año más de vida y recibir todos juntos el año nuevo.

―No me digas que hacer Kim TaeHyung ―respondió entre dientes el azabache que ha recuperado un poco de su cabello, lo necesario para regresarle la tonalidad que siempre lo ha caracterizado.

―Te amo Kim JungKook ―el castaño escucho la preciosa risa de su esposo que lo hizo sonreír en la espera que una hora después lo tuvo juntando sus manos contra su pecho y susurrando un deseo frente al fuego de la velas que después de apagarlas se volvió realidad en los labios del azabache que esa noche brilló, aún cansado y agotado vivieron los mejores días del año que estaba a puertas de comenzar.

Con la ilusión como confidente, los dos se sumergieron en la ignorancia que el periodo de estabilización del cáncer les concedió hasta que el primer día del año nuevo se impuso dos semanas después cuando JungKook cayó en medio de su estudio de arte por una desquiciante hemorragia nasal que llevó a toda la familia a correr al hospital en donde lo estabilizaron.

―Mi esposo, los dos sabíamos que esto podía pasar, solo es una recaída más ―el azabache aun asistido por un respirador consoló el abatimiento en la rojiza mirada de TaeHyung que confirmó la noticia.

El cáncer finalmente avanzó hasta los ganglios linfáticos y a partir de allí no había punto de retorno que ni la quimioterapia iba a desintegrar, por lo que, mantuvo el silencio y sus labios sobre la alianza que su esposo se niega a quitarse, mientras se grababa la bella sonrisa empañada por las lágrimas derramas de los orbes obsidiana al entonar la más vil de las mentiras que juró en medio de un beso en el que sucumbieron al inminente final.

‹‹¿Cómo se acepta un final sin intentarlo una vez más hasta que la piel se exponga y la sangre sea el elixir que se convierta en oro?

Soy culpable porque en medio de mi maratónica carrera por extender tu vida, me olvide de prepararme para la finitud que finalmente arribó››

Los días y semanas perdieron la luminosidad que JungKook le daba al mundo, en el instante en el que le pidió entre gritos a TaeHyung detenerse, porque no querer verlo desgastarse para darle más tiempo del que ya había robado.

Él sabe que ya no hay más opciones y que la medicación que ahora le suministran se concentra en ayudarle con el desgarrador dolor que se arrastra bajo su piel. Ya no quiere seguir intentándolo, porque no quiere ver sufrir más a TaeHyung, tan solo quiere vivir sus últimos días en la tranquilidad de su hogar y abandonarlo en medio de los brazos en los que conoció la vida por primera vez y en aquellos en los que conoció el mundo.

Quiere morir entre el abrazo cálido de su madre y el fervoroso amor de su esposo.

―Estas avanzando muy lento Kim JungKook ―pronunció el castaño apoyado contra la pared de la puerta del estudio de arte que permanece cerrada mientras el azabache cumple el tiempo que tienen definido para que culmine la obra que sigue sin dejarle ver.

―Quiero que intentes mantener tu brazo en el alto por más de 10 minutos sin que te quejes ―alegó sonriéndole a la puerta que le impide ver a su esposo, pero si sentir su presencia en la nueva rutina que han creado.

Ya que TaeHyung renunció a su empleo y detuvo los avances de su investigación para estar todo el día en casa cuidando y velando por el estado de JungKook, y aunque ambas familias están presentes, él es quien se encarga de todo lo concerniente a su cuidado. Es lo que necesita hacer para sentirse cercano a la muerte que los está separando.

Todos los días cuando JungKook va al estudio de pintura, él se queda afuera de la habitación para hablar y aprovechar el tiempo entre bromas y coqueteos que los alienta a vivir un día más en medio del refugio que los aísla del mundo y de los pronósticos que ya no quieren escuchar.

Están viviendo la época más retadora y agónica que nunca pensaron vivir, porque se formaron para tratar e intervenir en la salud que un día de primavera decidió abandonarlos, luego de vivir una noche de ensueño que JungKook ideó para su esposo en la tan aclamada revelación del cuadro que estuvo pintando durante meses.

Una pintura en la que retrató el perfil de TaeHyung sentado sobre la mesa de aquella biblioteca en la que se conocieron por primera vez y que selló sus destinos. Allí sobre el lienzo, JungKook dio vida a su primer y último recuerdo, cuando veía al castaño a través del cristal y esté totalmente absorto ignoraba su presencia.

Ese fue su legado, el amor que nació de la pureza y que en la consumación de su vida lo llevaría al plácido encuentro con la inexistencia.

―Por favor, mi amor, no seré optimista para decirte que vivas sin tenerme presente en tu vida, porque mi recuerdo perdurará en tu corazón, porque no hay forma de volver atrás, porque mi amor es tu destino final pero también el comienzo de un resurgir ―manifestó JungKook acostado de espalda contra el cuerpo de TaeHyung que lo estrechó en un fuerte abrazo cuando comenzó tal vez su despedida, cuando durante el amanecer la sangre inundó su boca y durante largos minutos estuvo a punto de sufrir una hemorragia que ni la medicación podía detener.

―Shh, Kook, no lo digas, todavía no ―pidió TaeHyung en medio del silencioso sollozo que mantiene al escuchar las débiles palabras de su esposo.

Aunque le pidió detenerse no quiere dejarlo de escuchar nunca, no así.

―No puedes decirme que hacer ahora mismo Kim ―la sonrisa que se escuchó en la habitación fue rota por el quejido que de sus labios salió por el dolor que siente en el pecho y a donde dirigió una de las manos de piel canela para seguir diciendo―. Quiero que sientas mis latidos y tomes lo que quede de mi vida para que cumplas con lo que ambos queríamos hacer Tae, porque aún debes terminar de desarrollar ese tratamiento alternativo que si es administrado en los primeros estadios del cáncer de sangre va a salvar demasiadas vidas. Es lo que quiero que hagas en mi nombre y después quiero que seas libre de mi recuerdo.

―¿De qué sirve salvar más vidas si la que más me importa no va a estar allí para verlo? ―cuestionó con los ojos atiborrados de lágrimas que salieron con mayor fuerza ante el quejido lloroso de su esposo por lo que dijo. Él se está despidiendo sin querer hacerlo pero forzado por la vida.

―Se que es egoísta pedirlo Tae, pero miénteme por una vez y dime que lo harás, que seguirás con tu vida, porque no puedo morir sabiendo que también te arrebate la tuya ―JungKook clamó con el rostro empapado en lágrimas por la aflicción que lo embarga al saber que está viviendo las últimas horas de vida y que jamás volverá a ver el rostro de su amado.

TaeHyung tuvo que morderse la lengua e inspirar con fuerza cuando un gemido de angustia lo atravesó al entonar la condena más grande que le puso final a su vida.

―Lo haré Kook, cumpliré esa promesa y seguiré existiendo ―lloro entre quejidos compartidos porque le mintió a su esposo, le mintió de la forma más vil porque él sabe que después de ese día nunca va a poder recuperarse.

El tan temido y escabroso final llegó con imponencia, el reloj biológico precedido por la agresividad de un maligno ente que en su cuerpo anido, marcado por la precipitada muerte tan injusta e indeseada alcanzó la torre de amor que edificaron y terminó con la vida que consumió hasta la desintegración.

JungKook fue despojado de la vida y TaeHyung dejó de estar presente en la realidad cuando los latidos en su corazón no se escucharon más. Los alaridos inundaron cada rincón de la casa en la que los demás supieron lo que había sucedido, mientras el castaño sentía el ardor en su desgarrada garganta y las lágrimas que como un río salieron de sus hinchados ojos a la vez que afirmo el cuerpo de su esposo contra su pecho y comenzó a balancearse en medio de un desabrido tarareo que trataba de replicar la canción que entonaba para JungKook cuando no podía dormir.

―Vuelve mi amor, aquí te estoy esperando ―murmuró una y otra vez arrullando a su esposo en el proceso en el que la cordura se fragmentó y tuvo que pelear incluso contra la madre de JungKook cuando trató de separarlo del último vestigio de vida que le quedaba.

‹‹Te lo suplico, por favor, vuelve, aunque sea por un día, hazme sentir que no vivo en agonía››

―¡Suéltame, maldita sea! ¡Mi vida, diles que se detengan, por favor, no dejes que nos separen! ―chilló TaeHyung e imploro entre álgidos y rotos alaridos debido al forcejeo que mantiene contra los brazos de su familia que buscan arrebatarle el cuerpo de su esposo que sigue dormido.

Sus bramidos son tan horrorosos que incluso su familia tuvo que detenerse por el dolor de verlo tan roto y destruido y le dio unos minutos más, cuando finalmente TaeHyung cayó sobre la cama al ser sedado y con un único deseo en su mente.

‹‹Mi vida perdió su sentido el día en que no podía darte de mí vitalidad para que tus días siguieran siendo mi guía.

Mi amor de luna, así no pueda continuar de la forma en que debería hacerlo, lo intento cada día al tener tu recuerdo vivo en mis sueños, porque solo allí existes tan real y tangible para un corazón marchito que te ama con intensidad y que nunca te olvidara, hasta la hora final en que mi consciencia abandone este mundo para encontrar su morada eterna donde tú te encuentres, esperando por mí con tu sonrisa de cristal››

TaeHyung nunca creyó que podría vivir en un absoluto estado de aturdimiento en el que sus movimientos fueran dirigidos de forma automática por una fuerza foránea a él que se adhirió a sus recuerdos desde hace seis meses.

Tiempo en el cual tuvo que sobreponerse a la crisis a la que su mente lo indujo por el desquiciante sufrimiento que le causó la pérdida de JungKook, a quien tuvo que ver en el féretro antes de que su cuerpo fuera incinerado para reposar en el columbario que le mandó a hacer. Uno especial y lleno de los colores que él tanto amó.

Después de un mes y para tranquilidad de su familia, retomó su vida en donde se supone que la dejó antes de dedicarse al cuidado de su esposo y que solo lo hizo para deshacer la angustia dibujada en sus miradas y la excesiva atención que mantenían sobre él por el miedo latente de una recaída o incluso de un hecho que nadie quiso decir, pero que pensaron que él llegaría a ejecutar.

Por lo que tomó su duelo y su tormento para vivirlo bajo la piel que arde al no tener sus manos para tocarlo ni sus labios para besarlo. Su hogar ahora yace en penumbra y solo en su habitación compartida hay una luz morada que alumbra el cuadro que su esposo hizo para él.

Es el único recuerdo tangible de su presencia en unión con todas las fotos de los dos que estaban por toda la casa y las que mandó a enmarcar, en un impulso maniático a media noche los clavo en cada espacio disponible en las impolutas paredes con las que ahora se levanta y se acuesta en el permanente recuerdo de su existencia.

―Gracias ―respondió el castaño sentado en la misma mesa de la cafetería designada a la que JungKook tanto amaba ir durante su época universitaria y a la que no pudieron ir con tanta frecuencia como quisieron, porque quedaba un poco lejos del lugar en el que decidieron vivir.

Por eso, ese día en el que se cumplen seis meses de la muerte de su amado esposo, está en ese mismo lugar para rememorar los recuerdos que allí vivirán por siempre.

Razón por la cual la melancolía lo hizo huir de su hogar hasta la cafetería para ordenar lo mismo que el azabache solía pedir y entre los dedos que sostienen esa condenada galleta que sabe a derrota y nostalgia, contempló el nuboso cielo a través de la ventana, en tanto el trozo de la mezcla horneada en mantequilla se derrite sobre su lengua, llevo de nuevo su atención a la altísimo cúpula celeste que ha perdido su claridad y majestuosidad, las nubes pesadas se ciñen sobre los días que debe vivir, sin calor y esperanza, porque su sentido se encuentra difuso y olvidado como las hendiduras que fragmentan las nubes.

Insípido se sintió el dulce que tragó con dificultad por el nudo que atenazaba su garganta al recordar lo que JungKook siempre decía al probar la primera galleta.

Desde el día en que sus ojos obsidiana perdieron brillo y su sonrisa careció de vida, una vida que desesperadamente busca en medio de sus pesadillas, lo desquicia al despertar y comprender que está atrapado en una realidad en la que él no está.

Porque la vida no es tal si solo se vive como mecanismo de supervivencia, en la búsqueda de un ser que ya no pertenece a este mundo, un mundo injusto con quienes solo eran luz y representaban el amor que sentían.

―Si madre, estoy bien, y me haré un espacio para ir el sábado, pero por lo que queda del resto de la semana quiero estar solo y terminar las vacaciones que pedí ―TaeHyung tuvo que tranquilizar la agitación con la que su madre lo llamó para preguntarle donde estaba, ya que había ido a su casa y después de insistir por tanto tiempo nadie le abrió.

La cansada mujer solo pudo pensar en el peor desenlace que se deshizo al escuchar la voz de su hijo tan monótona y sin gracia, pero vivo que es lo importante.

Después de una rápida despedida, TaeHyung aunque quiso decirle cuánto la amaba, prefirió no hacerlo para no dar señales de preocupación que irrumpan en el único plan que se trazó en el instante en que cayó sedado al lado del cuerpo inerte de su esposo.

Y que hoy seis meses de cumplir la única promesa que fue el motor para levantarse día a día sin parar durante ese tiempo, consagró su rutina diaria de lunes a sábado a estar las horas que fueran posibles en el laboratorio que finalmente dio el resultado esperado.

Hoy puede decir que un tratamiento contra la leucemia fue creado a partir de su desesperación y locura en conjunto con el equipo que lo respaldo en esos meses y que para su orgullo profesional lo hizo merecedor de una medalla de mérito en la industria de la genética que de seguro JungKook hubiera amado ver.

―Ahora puedo ir y enseñártela ¿No crees, mi vida? ―preguntó al cuadro que tiene abrazado contra su pecho, sentado en el sofá de la sala y completa la vacía pared con el torso descubierto en pleno invierno y que solo es aligerado por el fino pantalón de pijama que usa en la necesidad de no llevarse nada con él.

TaeHyung se rio de su propio dolor porque ha implorado a un Dios que no sabe si se encuentra más allá del refugio de las nubes, mientras repite su nombre en una plegaria que dirige al cielo que le perturba observar, en su imposibilidad de estar allí con él, con JungKook. Pero es imposible obtener benevolencia de su parte porque en definitiva soltó su mano ese terrible día desde el que continúa aferrándose a lo que yace muerto y contenido en sus brazos.

―Espero que todos me disculpen o si es mejor culparme para lidiar con dolor háganlo, no me importa, en verdad pueden hacerlo ―balbuceo con su cabeza inclinada hacia atrás contra el respaldo del sofá al aspirar la secreción nasal que acompaña las lágrimas que han formado una morada en su rostro.

No se siente orgulloso de lo que está a punto de hacer y espera hallar perdón en su familia, pero ya no soporta su ausencia, ya no puede seguir fingiendo por más tiempo el propósito que ya cumplió. Él no volvió a retomar su vida, él solo está sobreviviendo a través de los despojos que quedaron del hombre que alguna vez fue Kim TaeHyung.

Un hombre que perdió la sonrisa cuando la suya pereció, un hombre que perdió la ilusión en su mirada cuando el causante de su felicidad se extinguió, un hombre atormentado por los anhelos que formó a su lado y que ahora no son más que delirios que lo sentencian.

TaeHyung lo tuvo claro desde el día en el que despertó en esa camilla de hospital, que una vez culminará el nuevo tratamiento que ya aseguró que salvara futuras vidas, él abandonaría una existencia que no es vida sino la vive a su lado.

Por lo que, lentamente avanzó hacia su habitación y giró detallando cada fotografía que cuenta su historia y el final de ella en el momento en que se detuvo frente al cuadro que lleva la agonía que JungKook atravesó los últimos días de su vida para terminarlo. Preso de la locura tomó un cristal de los que yacen partidos en el suelo y cortó su palma para ponerla sobre el lienzo que se tinto con su esencia, una que ya no quiere seguir sintiendo.

―Solo espera un poco más mi vida, solo un poco y te lo suplico, no te enojes conmigo ―murmuró totalmente ido y tan cuerdo como puede estar un hombre que perdió a su esposo y compañero de vida.

Sus flemáticos pasos avanzaron con decisión hasta la bañera que hace unos minutos preparó y sujeto entre su sangrante mano la medicación que robo del hospital, con la cual atiborró su boca y el abrazo cálido del agua lo sumergió en un delirante estado de adormecimiento en el que al cerrar los ojos, JungKook apareció al final del camino sonriéndole con tanta adoración que se sumergió en lo profundo para dejar de respirar y así arrebatar su existencia de un mundo que no iba a vivir sin su presencia.

🥀 🥀 🥀

De un hombre que sucumbió a la locura de la pasión,

En el día de su muerte.


JungKook, amado mío, mi adoración eterna, perdóname por lo que he hecho. Perdóname por rendirme, pero así como me hiciste mentir ese día, yo también me mentí a mí mismo durante meses, porque nunca fue mi deseo continuar viviendo sin estar contigo.

Este día lo planee desde hace mucho y con toda la valentía abrace el agua que me dio vida y que terminó arrebatándomela. No podías esperar que viviera y siguiera adelante cuando mi cuerpo te pertenece y lo que soy es dedicado a ti.

No, en definitiva no sabías cuándo te amaba, o creíste erróneamente que decirlo era lo mismo que vivirlo, porque hoy en medio del rojo carmesí de mi sangre que representa el amor que encarnamos, después de cerrar mis ojos cuando el agua penetre en mi cuerpo, finalmente, despertare a tu lado.

Con todo el amor que un hombre puede llegar a sentir, te amo para la eternidad, JungKook.

Autora:

Creo que esta corta historia es la manifestación más dramática y dolorosa que voy a llegar a escribir, porque mis otras obras actuales no tienen el final trágico que por esencia esta obra tiene.

Así que agradezco que le hayan dado una oportunidad a este OS en su nueva y definitiva versión. Muchas gracias por leer y conectar con lo que escribo.

Nos seguiremos leyendo, porque aquí no me detendré 🧡 Un caluroso abrazo de despedida. 

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