Parte única.

Allí estaba ella. La hija de Afrodita que más corazones había roto, llorando por amor. –P-por qué...– sollozaba amargamente en su cama. En una mano tenía un pañuelo y en la otra, una rosa seca que seguramente habría sido conservada dentro de un libro.

–Toma. Para tí. No es justo que te quedes sin un regalo en San Valentín.–

Sollozó más fuerte. ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que irse? ¿Es que su madre no quería verla feliz?

–Reyna...– dijo intentando hacerla cambiar de opinión. –Drew, sabes que no hay más opción. Quirón ha hablado. No puedo hacer nada.– secó las lágrimas de su novia con delicadeza.

–¡Idiota! ¡Deberías haber vuelto! ¡No deberías haber muerto! ¡Me lo prometiste!– chilló desgarradoramente. Lloró aún más fuerte. Se lo había prometido...

–¿Por lo menos me prometes que volverás?– –Te lo prometo. Nunca jamás te abandonaría.–

Pero la incumplió...

–Dónde está Reyna.– demandó la castaña. –Rachel dónde está.– –Drew...– –¡He dicho que dónde está!– Quirón hizo una seña. Trajeron un cuerpo envuelto en una capa morada. Drew cayó de rodillas, tapándose la boca, sollozando, negando. –N-no... no puede... e-ella no...–

Y así acabó allí. Destrozada, sin ganas de vivir. "¿Es así como se sentían a los que partía el corazón?" Se preguntaba. Sintió unos brazos rodearla. –Piper vete de aquí. No necesito que me consueles.– refunfuñó tratando de limpiarse las lágrimas en vano. –Si querías que me fuese solo lo decías bien y lo hacía, ¿sabes?– comentó una dulce voz que no era la de su hermana. Se dió la vielta rápidamente, con unas lágrimas traicioneras escapándose de nuevo por sus ojos. Reyna estaba frente a ella. Pero no debía engañarse. Era solo un fantasma. Contuvo sus ganas de lanzarse contra ella y abrazarla con todas sus fuerzas. –Prometiste que volverías.– reprochó con un hilo de voz. Reyna miró al suelo arrepentida. –¿Por qué has venido?– –Porque quería despedirme. Despedirme y decirte que te esperaré en el Elíseo. Da igual cuantos años pasen– trató de rozar la hermosa cara de su novia con su fantasmagórica mano, trapasándola –yo seguiré ahí. Esperando. Siempre.– Drew cerró fuertemente los ojos, tratando de contener las lágrimas. –Entonces... ¿esto es un adiós?– su voz estaba quebrada. –Es más bien un... hasta luego.– La hija de Afrodita la miró a los ojos. Aquellos ojos de chocolate que la habían vuelto loca en un momento. –Se fuerte mi vida. Yo ya debo irme.– rozó sus labios fríos y fantasmales con los cálidos y carnosos de la otra en señal de despedida... y se desvaneció. –¡No! ¡No te vayas! ¡Por favor!– sus chillidos resonaron por todo el campamento, al igual que su llanto. El llanto de una paloma cuyo corazón fue arrancado.

Vamoh a partir koras we :V

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