Despecho de cumpleañero

Di unos pasos para pasar por aquella rustica puerta de piedra custodiada por un gran gorila como portero, no pude evitar reírme internamente por el estereotipo del gorila gigante con cara de pocos amigos custodiando la puerta de aquel bar. Pase junto a él haciendo un gesto de saludo y me dejo pasar, su trabajo era evitar la entrada a gente que pudiera ocasionar problemas, no a un oso común y silvestre como yo que solo quería consumir un poco de alcohol para matar la noche sin intenciones de algo más en mente.

Metí mi mano en uno de mis bolsillo mientras caminaba por aquel bar tan rural y a la vez moderno que había visitado por los últimos tres años, venia una vez al año por unos días de vacaciones, su ambiente era relativamente tranquilo en comparación con otro bar a unas cuadras de acá que estaba dirigido a individuos más jóvenes, aunque yo entraba en esa categoría con mis veinticinco años de edad mi mente siempre se comportó de un forma más madura, nunca pude congeniar bien con mis contemporáneos si no siempre con mayores, prefería un ambiente social tranquilo y maduro a uno con alto ruido y actitudes desenfrenadas.

Alce mi muñeca para ver la hora, apenas eran un cuarto para las nueve de la noche y el bar estaba poco a poco entrando a calor con la llegada de muchos individuos de múltiples especies. Me detuve un momento al escuchar un gruñido provenir de la barra de madera de caoba, distinguí una joven leona vestida casualmente rugirle a un gran canguro a su lado, este último solo alzo sus brazos en un gesto de negación mientras se alejaba.

- Esta noche no campeón –reí un poco-

Me dirijo a una pequeña mesa en una de los rincones obscuros de aquel bar y tome asiento en su banco acolchado, alce mi brazo llamando a una de las meseras que se encontraba cerca, esta se dirigió rápidamente hasta mi sitio con una sonrisa.

- En que le puedo servir señor? –preguntó-

- Servicio para dos por favor –conteste- Carta roja y agrega un refresco de litro y medio por si acaso

- Sabor?

- Cola –sonreí-

Saque mi cartera de mi bolsillo posterior y de ella una tarjeta de crédito que le ofrecí, la suricata la tomo rápidamente e hizo una pequeña reverencia para retirarse. Aproveche ese momento para recorrer con mi vista aquel lugar, no había cambiado mucho desde la última vez que vine, pusieron unos nuevos televisores pantalla plana en algunos puntos estratégicos y mejoraron el sistema de sonido del lugar, la música sonaba a un volumen bastante adecuado como para mantener una conversación sin gritar y aun así no perderse nada, al contrario de como suele pasar en discotecas juveniles.

Una nueva canción comenzó a sonar justo en el momento que la suricata volvía con una gran bandeja, reconocí la canción, Equation de Ryon Lovette, debía admitir que tenían una excelente selección de música para el ambiente. La suricata coloco una gran botella de ron en frente de mí, un pequeño balde con hielo y un refresco de dos litros de cola, los ingredientes perfectos para pasar la noche, quizás pida algo que morder más tarde para hacer algo de estómago.

- Supuse que quizás querría de esto señor

La mesera coloco un pequeño vaso con un líquido verdoso transparente en un extremo, el inconfundible olor de limón llego a mi hocico sacándome una sonrisa, se me había olvidado pedírselo previamente.

- Muy agradecido señorita

Saque un billete de alta denominación de mi billetera y se lo di como propina por la atención, más que suficiente para sacarle una sonrisa. Tome un vaso con hielo y sin perder mucho tiempo vertí un generosa cantidad de ron, otra parte de refresco y un toque de limón para luego usar un agitador en la mezcla.

- A quien se le ocurriría ese nombre de Cuba libre? –reí un poco-

Tome el vaso y lo lleve a mi hocico dando un pequeño sorbo dejando el líquido inundar mi paladar y bajar por mi garganta, una agradable sensación invadió mi cuerpo sacándome un sonrisa. Básicamente lo que estaba tomando era una bebida bastante simple y ligera, algunos pensarían que no es adecuada para un oso de mi tipo pero poco me importaban lo que pensaran los demás, yo solo quería hacer lo que me gustara y en ese momento era justamente tomar uno de esos.

El tiempo comenzó a pasar poco a poco, tomaba de a poco mientras observaba los deportes en la televisión más cercana, sinceramente no me llamaban la atención pero no podía cambiar el canal, la música ayudo bastante a pasar el rato. En más de una ocasión los gruñidos de aquella leona en el mesón me obligaban a voltear a verla, cada vez que miraba era un macho de distinta especie alejándose con algo de miedo, yo solo reía ante los espectáculos que hacía y a la vez me cuestionaba porque una leona tan joven y hermosa estaba en un bar si no es compañía lo que quiere.

La respuesta a esa pregunta vino a mi mente recordándome que yo me encontraba en una situación similar ya que no buscaba compañía, solo pasar el rato de forma tranquila y aunque lo estaba logrando estoy muy seguro que esa leona estaba teniendo dificultades. El tiempo continúo su marcha, algunas hembras pasaron por mi mesa ofreciendo su compañía que muy respetuosamente rechazaba, aunque algunas se veían bastante decentes mientras que otras se notaban que era su trabajo ofrecerse de aquella forma tan singular.

La bebida comienza a pasar factura y me obligo a levantarme para ir al baño del lugar, entro rápidamente y vacío mi vejiga en uno de los urinales para luego lavarme las manos, afortunadamente no había nadie en el baño ya que por experiencia propia se las cosas extrañas que en aquellos lugares pueden pasar. Salgo del baño camino a mi puesto y mi ruta me hace pasar cerca de aquella agresiva leona, justo cuando paso atrás de ella piso algo que me hace detenerme, retiro mi pie y observo un monedero en el piso.

Me agacho para recogerlo y lo limpio un poco, lo abro y observo una identificación con la imagen de aquella leona que yacía sentada en el banco.

- Disculpe señorita –le hablo- creo que--

Esta volteo instantáneamente a verme con unos ojos furiosos casi gruñéndome.

- No quiero tomar nada! –habló- así que intenta con otra!

De nuevo aquella leona se giró hacia al frente evitando verme, yo solo suspire por su reacción y coloque su cartera en la barra lo más cerca de ella que fuese posible.

- Solo quería devolvértela –dije- estaba en el suelo atrás de ti

Justo en el momento en que la leona volteo a verme ya yo había comenzado a caminar hasta mi mesa que seguía exactamente igual a como la había dejado, me senté tomando un sorbo de mi trago que iba por la mitad y me enfoque en uno de los televisores más cercanos para distraerme. Pasaron unos veinte minutos de aquel terrible juego de futbol hasta que una suave voz me saco de mis pensamientos.

- Gracias

Gire hacia el origen de aquella voz y pude notar a la leona a tan solo dos pasos de la mesa. En ese momento pude detallarla mejor, llevaba puesto un blue jean bastante ajustado que resaltaba bastante su zona intima, su cola perfectamente peinada se agitaba suavemente detrás de ella, usaba una blusa blanca sin mangas que llegaba un poco más abajo de su ombligo, quizás lo más resaltante era que poseía unos generosos senos por no decir enormes, ahora entendía por que tantos machos se le insinuaban. Inmediatamente un suave aroma a perfume de rosas llego a mi nariz que me tomo por sorpresa haciéndome resoplar disimuladamente.

- Disculpa haberte hablado así –continuó- no eh tenido muy buena noche

- No te preocupes, llevo rato escuchándote rechazar invitaciones con tus gruñidos –reí un poco-

- Qué vergüenza –se rió algo nerviosa-

- No te preocupes, yo estando en tu lugar creo que haría lo mismo –le señale un asiento vacío- gustas sentarte? Tranquila, no me interesa llevarte a la cama como los otros

- Ah si? –preguntó con duda- eres un macho cariño, todos son iguales

- Si te hace sentir más tranquila no me van las hembras –le guiñe un ojo-

La leona hizo un auténtico gesto de asombro para luego sonreír mientras agitaba fuertemente su cola.

- Eso es interesante –se sentó en el puesto de enfrente- ahora entiendo por qué fuiste el único macho de este lugar sin insinuárseme –sonrió-

- No era tan difícil de deducir –tome un sorbo de mi bebida- llevo toda la noche rechazando compañía femenina

- Y por qué después de toda la noche rechazando ahora invitas a una a tomar asiento? –cuestiono alzando una ceja-

- Las que querían acompañarme buscaban algo más comprometedor –mire el televisor- supongo que sabes que –la volví a ver- tu por otra parte obviamente buscas lo mismo que yo

- Y eso seria? –giro su dedo en el aire-

- Pasar el rato lo más tranquilo posible consumiendo alcohol para intentar olvidar la estupidez que nos trajo aquí en primer lugar

Abrió el hocico ligeramente asombrada a lo que solo pude sonreír ligeramente, tome un vaso vacío y le puse algo de hielo para prepararle a la leona la misma bebida que yo estaba tomando. Al cabo de un minuto ya estaba ofreciéndosela a la leona que tomo sin dudarlo.

- Mi nombre es Daniel –la mire- mucho gusto

- Teresa –dio un sorbo y sonrió- el gusto es mío oso

- Y ahora por qué tan feliz Teresa?

- Ahora que estoy contigo ya no me molestaran otros machos –rio un poco-

- A menos que vengan a insinuarse a mí y no a ti, espero que eso no te moleste

Ambos estallamos en risa con solo imaginar una situación así, ciertamente no esperaba pasarla con nadie esa noche pero supongo la vida tiene otros planes. El tiempo comenzó a correr nuevamente mientras hablábamos, me explico que la razón que la llevo a ese lugar fue su novio, un león blanco de unos treinta años. Estaban comprometidos pero lo descubrió siéndole infiel con otra leona por llegar unas horas antes a su casa, tenía la intención de hacerle una cena especial en conmemoración de su aniversario, cancelo el compromiso tirándole el anillo en su cara y ahora aquel león infiel que pudo haber sido su esposo la buscaba desesperadamente pidiéndole perdón.

- Básicamente eso es lo que paso –Teresa suspiro- mucho de mí, que hay de ti? Que te trae a este lugar?

- Mi cumpleaños –tome un sorbo de mi bebida- es pasado mañana, pero no me gusta celebrarlo, siempre tomo muchos disgustos –la mire- desde hace tres años cada vez que se acerca mi cumpleaños me tomo una semana y me pierdo para todo el mundo, nadie sabe que en realidad vengo a esta isla –me rasco la barbilla-

- Disgustos? –alzo una ceja- quisieras hablar de ello?

- No veo por qué no –me recosté en el asiento- el mayor disgusto quizás es que la mayoría de las personas que me importan se olvidan de mi cumpleaños –suspire- personas con quien convivo día a día se olvidan por completo de ese día, y se acuerdan al mes cuando mi disgusto por ello de alguna forma se los recuerda, me resulta bastante doloroso como yo si me acuerdo de sus cumpleaños puntualmente y ellos no pueden acordarse de mi –la mire fijamente- luego intentan disculparse y compensarlo de alguna forma, pero rompe un plato e intenta pedirle disculpas, crees que lo dejara como antes?

- No –la leona negó con la cabeza- lo sé por experiencia

- Luego esta mi madre y su familia –continúe- ella es un amor, la amo mucho, siempre que viene mi cumpleaños me hace algo espectacular –rio un poco- siempre hacemos una reunión bastante pequeña en casa para celebrar mi cumpleaños, o hacíamos –resople- el ultimo cumpleaños que pase con ella me hizo una torta que vio en internet, era de verdad muy buena, para cortarla decidí esperar a que todos llegaran, una amiga de mi madre que vivía con nosotros y su hijo, llegaron tarde ese día, como a las diez de la noche y fue cuando cantamos cumpleaños y picamos la torta –sonreí- fue lindo pero al día siguiente la torta prácticamente desapareció, le pregunte a mi madre y me dijo que la corto en pedazos y la repartió a un montón de familiares que ni se acordaron de llamarme para felicitarme –alce una ceja- para rematar la semana siguiente cumplió año el hijo de esa amiga, hicieron una reunión pequeña como la mía, yo estaba trabajando y llegaría un poco tarde pero por algo de suerte salí temprano, al llegar a casa apenas entre los encontré a todos comienzo torta y celebrando, nadie se dignó a esperarme, mi propia madre dijo que no me esperaran por que iba a llegar tarde, yo si podía esperar por otros, pero ellos no por mí, yo si tengo que enviarles torta a los que se olvidan de mi pero ellos no pueden siquiera venir a buscarla, y los amigos más cercanos a mí se olvidan de mi cumple año tras año

- Ouch –Teresa bajo las orejas-

- En ese momento algo dentro de mí se cansó y decidí curarme de ese mal como dicen –tome otro sorbo- me voy lejos en estas fechas y asunto resuelto, y cuando se acuerdan de mi cumple semanas después les sonrió y les digo que prueben suerte el próximo año –suspiro- sé que es una malcriadez mía, que quizás no lo hacen con mala intención pero... -me quedo callado un momento- duele un poco, y luego duele más y más conforme se repite el mismo patrón cada año hasta que no quieres sentirlo más y decides huir de ese dolor

- Lo siento mucho Daniel –Teresa-

- Quizás lo que más me dolió –vuelvo a hablar- es que mi mejor amigo y mi novio también se incluyen entre esos que se olvidan de mi cumpleaños –suspiro fuertemente- y aunque los perdone dentro de mi sigue doliéndome mucho –veo el vaso y luego a Teresa- esa es la estúpida razón que me trae a este bar cada año

La leona estiro su mano hasta alcanzar la mía para frotarla suavemente, este gesto me tomo por sorpresa y la mire algo incrédulo, esta solo me respondió con una tierna sonrisa que no esperaba de una hembra tan agresiva.

- Aunque no eh pasado por algo así creo entenderte –Teresa- tienes razón que no lo hacen por maldad, solo son... -hizo silencio unos segundos- solo son estúpidos, eventualmente se acordaran por su cuenta y no volverás a sentir otra vez ese dolor

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Eran las tres de la mañana, Teresa y yo habíamos salido del bar aun caminando en dos patas a pesar de haber tomado bastante alcohol, intentamos buscar un taxi para que se fuera pero extrañamente no dimos con alguno. El hotel donde me hospedaba estaba a solo dos cuadras, le recomendé llegar hasta el para pedir uno allí, nuestra pequeña caminata comenzó y la leona abrazo mi brazo derecho mientras caminábamos, cosa que no me molestaba en lo absoluto, de hecho hasta mis amigas en mi ciudad lo hacen, justamente en eso se había convertido Teresa esa noche, una amiga.

- No puedo creer que de verdad ese gorila de la puerta se te allá insinuado así –Teresa empezó a reír-

- Ni yo me lo creo –puse un papel frente a nosotros- mira, me dejo su número y todo, quizás lo llame mañana

- Oye oye! –me miro sorprendida- y tu novio?

- Que con él? –respondí sin dejar de caminar-

- Le serás infiel? –preguntó-

- No es ser infiel si lo sabe, él y yo tenemos una relación abierta digamos, somos bastante... -pensé un momento- mente abierta, nos gusta experimentar muchas cosas, mantiene la relación fresca, interesante y estable –le sonrió-

- Y enserio les funciona? –preguntó con duda- no les molesta saber que el otro está haciendo cosas con otro macho?

- Para nada leona –rio un poco- de hecho da hasta algo de morbo pensarlo, no somos celosos, incluso hemos hecho cosas como... -lo pienso mejor- mejor no entro en detalles, respondiendo a si funciona pues ya llevamos diez años juntos, tú me dirás

Ya habíamos llegado a la entrada del hotel, no había taxis afuera por lo que decidimos entrar hasta la recepción a pedir uno, nos avisaron que llegaría en unos quince minutos aproximadamente. Nos dirigimos a una sección de espera y tomamos haciendo en un sofá para pasar más cómodos el tiempo.

- Crees que deba perdonarlo? –Teresa-

- No lo conozco, no te puedo dar un buen consejo –la mire- pero ten esto en cuenta, si te lo hace una vez, te lo puede hacer otra vez, después de todo es como tú dices, todos los machos somos iguales –reí un poco- pero también hay quienes dicen que no saben lo que tienen hasta que lo pierden, como te perdió ahora sabrá realmente lo que vales y quizás cambie –suspire- dale el beneficio de la duda, vuelvan a la fase de noviazgo, ve cómo evoluciona la relación y tomás tu decisión cuando creas tener la respuesta correcta

- Interesante –la leona asintió- y te equivocas, no todos los machos son iguales, tu eres diferente, algo singular a mi parecer

Solo pude reír ante su comentario igual que ella, ciertamente era algo singular, de hecho todos tenemos algo que nos vuelve singulares y a la vez especiales. Mire el reloj y note que solo faltaban cinco minutos para que llegara el taxi, me levante y note como la leona me siguió el paso, me gire para quedar frente a ella.

- El taxi debe estar por llegar –sonreí- gracias por acompañarme esta noche, fuiste una buena compañía Teresa

- La noche aún no termina Daniel

En ese momento no estoy seguro que paso, quizás el alcohol que corría por mi sangre me paso la cuenta como dicen, vi a Teresa dar un paso acercándose hasta mí, poso una de sus manos en mi barriga y acerco su rostro peligrosamente al mío, sentí un leve mareo que en lugar de alejarme de ella me acerco más hasta que lo que creí que nunca haría en mi vida ocurrió, mis labios y los de ella entraron en contacto iniciando un tímido y breve beso que duro menos de un minuto. Mi mente hizo un ligero cortocircuito por la simple idea de que por primera vez en mi vida bese a una hembra, me separe de ella con algo de dificultad y la mire con lo que supongo fue el rostro de confusión más expresivo que tengo. Teresa me tomo de las manos y me miro con una tierna sonrisa y me hablo con voz baja.

- Sé que no te van las hembras –empezó a hablar- de hecho sospecho por ese beso que es la primera vez que besas una –rio un poco y se acercó a mi otra vez- pero si lo que dices es cierto y eres mente abierta...

Paso su lengua suavemente por mi mentón sacándome un escalofrió que esta pareció notar.

- Creo que no te molestara la idea de experimentar por primera vez con una hembra –lamio mi mejilla- no te lo eh dicho pero los osos como tu me resultan bastante atractivos, de hecho mi ex es un león bastante corpulento pero no tanto como tú –rió un poco-

- Te--Teresa –tartamudee- yo n--no estoy seguro

- Tranquilo oso, sé que es tu primera vez –guiño el ojo-

- oye! –exclame en voz baja- no soy virgen! Solo que no sé cómo hacerlo con una hembra, de hecho si siquiera sé si me excitan como con un macho –baje las orejas- no quiero hacerte pasar un mal rato

- Por eso se llama experimentar no crees?

Nuevamente se acercó a mi rostro volviendo a juntar nuestros labios, esta vez su lengua se introdujo en mi hocico lamiendo tímidamente mi lengua, pude sentir sus púas casi al instante produciendo una sensación que ya había experimentado con otros felinos. Me deje llevar poco a poco y comencé a seguir su beso de una forma tímida y torpe hasta que ella decidió cortarlo.

- Vez? –sonrió- no es tan diferente de besar a otro macho –acaricio suavemente mi panza- que dices Daniel?

En mi mente mil osos prendidos en fuego corrían en círculos en pánico por la situación tan extraña en la que me encontraba, Teresa, una leona que había conocido hace pocas horas quería intimar conmigo, un oso homosexual que nunca había tocado una hembra. Pensé en alguna razón válida para no hacerlo y ninguna se me ocurrió, después de todo ella tenía razón, esa era la esencia de experimentar cosas nuevas.

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Puse mi celular y cartera en la mesa de noche y justo en ese momento escuche la puerta cerrarse, me di media vuelta para girar a esta y descubrí que la leona fue quien la cerro, paso seguro a la puerta y deposito su monedero en la mesa de la entrada para comenzar a caminar muy lentamente hacia mí. Sus pasos eran lentos y con cada uno su caderas se agitaban seductoramente al igual que su cola, llevo sus manos al borde de su blusa y con un rápido movimiento se la retiro quedando solo con un sostén del mismo color que la blusa.

- Esto será divertido –sonrió teresa-

Di un paso hacia atrás inconscientemente y choque contra la puerta corrediza que da al balcón de la habitación, trague saliva por la imagen de la leona acercándose en cámara lenta mientras me veía como si fuese su presa, pensándolo mejor en cierta forma lo era. Mi mente me decía que abriera la puerta corrediza y me tirara por el balcón pero descarte la idea al recordar que sería de mala educación irme sin pagar el hotel.

- Tranquilo osote –se detuvo frente a mí- no muerdo, al menos no mucho –sonrió-

Teresa estiro sus manos a ambos lados de mi rostro para abrazarme haciéndome bajar un poco hacia ella, froto su nariz con la mía haciéndome sentir nuevamente ese cosquilleo que sentí minutos atrás en la recepción.

- No tengas pena conmigo oso, ya no hay vuelta atrás –susurro-

Sentí otra vez sus labios contra los míos mientras se aferraba más fuerte a mi cuello, su lengua se abrió paso en mi hocico para incitar la mía a jugar y sin mucha demora le seguí el juego. Lleve mis brazos a sus caderas y la rodee con sumo cuidado para apretarla junto a mi cuerpo, el sabor del alcohol empezó a inundar mi paladar seguido de otro en sus labios que no debía ser otra cosa sino su lápiz labial con un toque frutal. Me atreví a ir un poco más lejos y subí mis manos por su espalda hasta llegar al seguro de su sostén, con algo de torpeza logre quitar el seguro ya que no estaba familiarizado con el mecanismo y en menos de un segundo este se calló al suelo.

Teresa se separó de mí lentamente relamiéndose los labios con una sonrisa algo burlona que me hizo sonreír también. Lleve mis manos a los bordes de mi camisa y en un rápido movimiento me la quite tirándola al suelo, los ojos de Teresa al ver esto parecieron brillar y casi como hipnotizada llevo sus manos a mi panza para empezar a frotarla. A los segundos la abandono para subir hasta mis pectorales que empezó a palpar sin ninguna vergüenza y al cabo de un minuto pego su cuerpo nuevamente contra el mío para empezar a besarme, esta vez pude sentir el calor de sus senos frotarse contra mi cuerpo mientras la abrazaba, era una sensación nueva y extraña pero para nada desagradable, comenzaba a disfrutar la situación.

Nuevamente la leona se separó de mi esta vez para recuperar un poco el aliento, sin dejar de mirarme fijamente llevo sus manos por debajo de mi panza hasta mi cinturón, era obvio que quería pasar al siguiente nivel de la velada y no me opuse a la idea. Otra vez volvimos a besarnos pero esta vez fue yo quien tuvo la iniciativa sujetándola suavemente de los hombros, esto pareció sorprenderla un poco pero no la detuvo y al cabo de un minuto sentí mis pantalones deslizarse hacia abajo por la acción de las manos de la leona quedando solo en unos boxers. Pude sentir como sus nudillos rosaban mi panza, en ese momento deduje que se estaba desabrochando su ajustado jean, la ayude llevando mis manos a sus caderas para deslizarlos poco a poco hacia abajo, al poco tiempo ella quedo igual que yo.

Se separó de mi para poder contemplar mi cuerpo, aproveche también para contemplar el suyo, llevo uno de sus dedos a su hocico para morderlo como denotando su impaciencia al verme. Yo por otro lado contemplaba por primera vez una hembra en esa situación, senos perfectamente redondos y firmes al aire, sus pezones de un color marrón más obscuros que su pelaje, baje la mirada y vi que llevaba un hilo dental blanco medio transparente que dejaba a la imaginación muy poco.

- Te has visto en un espejo Daniel? –Teresa relamió sus labios- eres un oso entre los osos

Gire mi rostro hacia una de las paredes de la habitación donde había un espejo de cuerpo completo, allí pude contemplar mi figura en su totalidad confirmando las palabras de Teresa. vi mi reflejo, un gran oso negro de dos metros de altura, brazos y piernas gruesas y musculosas con una notable panza sobresaliente, en mis pectorales se formaba una forma triangular de pelaje blanco típico de los osos negros, mi bóxer marrón claro se ajustaban a mi cintura resaltando un prominente bulto que no podía ocultar su estado de erección.

- Creo que ya resolvimos la duda de si te excitarías o no–la leona rió un poco- ahora...

Gire a verla apenas escuche esas palabras, al hacerlo mi vista no se despegó de sus manos que lentamente empezaron a bajar su hilo dental hasta dejarlo en el suelo quedando completamente desnuda, esta me sonrió al notar como no podía despegar mi vista de su femineidad y camino de nuevo hasta mi para iniciar otro beso sin mucha demora. Nuevamente la volví a abrazar mientras esta dirigió sus manos al borde de mi bóxer para empezar a bajarlos sin pedirme permiso, en un instante ya estaba en el suelo y con ello mi rojo miembro casi completamente fuerza de su funda y erecto rozando contra su vientre.

Su beso empezó a hacerse más profundo y con ello más apasionado, aumente el ritmo al de ella y la abrace con un poco más de fuerza contra mí, pude sentir sus manos bajar por mi pecho y panza hasta llegar a mi zona íntima y una vez allí puse sentir sus suaves dedos rozar mi miembro. No pude evitar soltar un ahogado gemido por el delicado tacto de su parte, sin pena comenzó a recorrer con ambas manos toda su extensión como queriendo memorizarlo y al poco tiempo sentí como una de ellas bajo para comenzar a frotar mis testículos que colgaban tranquilamente.

- Dios.... –Teresa se separó de mi susurrando- es más grande de lo que me imaginaba... -se relamió sus labios- no te muevas oso

En un parpadeo se agacho sin avisar y pude sentir su cálido aliento en mi miembro, gire mi vista hacia abajo y mis ojos se encontraron con los suyos que me miraron desafiante, abrió su hocico ampliamente y extendió su lengua para dar una tímida lamida a la punta de mi miembro recogiendo el pre semen que allí se encontraba. Un gemido se escapó de mi hocico por la sensación mientras que la leona solo sonrió y empezó a dar otras lamidas por mi miembro estimulándolo para que lograra una total erección, no tardo ni diez segundos cuando sentí mi miembro en su límite totalmente fuera de la funda.

Lleve mi mano a su mejilla viéndola fijamente y asentí en señal de que iba por buen camino, esta solo abrió completamente su hocico y comenzó a engullir mi miembro lentamente. Una sensación bastante familiar me invadió, el inconfundible placer del sexo oral suministrado por un hocico felino, su áspera lengua haciendo maravillas en mi miembro me arranco un suave gruñido haciéndome arquear mi espalda, era buena tenía que admitirlo, al principio tenía mis dudas de si esto funcionaria pero esta sensación las disipo todas.

Pasaron unos minutos, Teresa se mantuvo a un ritmo constante mientras aplicaba un suave oral a mi miembro a la vez que su lengua raspaba con gentileza toda su extensión, podía sentir como mientras una de sus manos intentaba sujetar inútilmente el grosor de mi miembro la otra jugueteaba con mis testículos. Su atención era tan buena que advertí que de seguir llegaría al orgasmo, para evitar esto me separe de ella con mucho pesar pues aun no quería acabar, Teresa pareció entender el mensaje al ver mi rostro agobiado por el placer de su hocico. La leona se levantó y acto seguido se acostó en la cama boca arriba, abrió ligeramente sus piernas y con ello dejo totalmente expuesta su tierna vagina que clamaba por atención.

- Ven Daniel –me hizo una seña con su cola- es tu turno de explorar terreno desconocido –sonrió-

Ciertamente tenía razón, este terreno era completamente nuevo para mí pero eso no quería decir que debía tener miedo, muchas veces antes me afronte a cosas desconocidas y termine disfrutándolas ampliamente. Me acerque a la orilla de la cama y me subí a esta para gatear hasta quedar encima de la leona, la volví a besar con cierta pasión para al rato despegarme con algo de dificultad, empecé a bajar, me detuve en su cuello para olfatearlo un poco percibiendo un su suave perfume a rosas mezclado con su olor corporal, era bastante ligero y suave pero bastante agradable. Bese su cuello con ternura para seguir mi camino hasta sus senos, me detuve allí y me desvié a la izquierda para dar unas suaves lamidas al gran y erecto pezón que allí se encontraba.

Los géminos de la leona no se iniciaron esperar, era un punto sensible aparentemente, seguí lamiendo con más fuerza hasta que no pareció suficiente, comencé a besarlo y al pasar unos minutos a succionarlo con más rudeza cosa que hizo rugir de placer a Teresa. Abandone su seno izquierdo para ir al derecho y repetir el mismo procedimiento, pasado unos minutos lo abandone igual que el anterior para retomar mi camino al plato principal. Continúe bajando por su plano abdomen mientras lo rozaba con mis labios, llegue hasta su zona púbica que lamí con cierta pena por casi llegar a su zona íntima, me arme de valor y baje un poco más hasta quedar justo en su vagina.

- Vamos a ver –pensé- le dijo un ciego a otro

Acerque mi nariz a su vagina y olfatee un poco, un suave olor a almizcle inundo mis fosas nasales, no era como ninguno que allá olido antes, el aroma de esa zona de los machos ciertamente era muchos más fuerte y penetrante, este por otro lado era bastante sutil, casi dulce y provocativo. Resople fuertemente capturando mejor su aroma animándome a adentrarme al siguiente paso, saque mi lengua tímidamente y la pase por la raja que formaban sus dos grandes labios. Un leve gemido salió del hocico de la leona incitándome a seguir, comencé a dar otras lamidas superficiales por toda la zona explorando el terreno, el sabor me resultaba algo extraño pero agradable y despertaba mi curiosidad de saber que guardaba más adentro.

Me anime a abrir un poco mi hocico para sacar más mi lengua y dar una lamida más fuerte justo en su raja penetrando un poco, note como el cuerpo de Teresa se estremeció por un momento pero no me importo, volví a dar otra fuerte lamida yendo un poco más lejos recogiendo un sabor a almizcle un poco más fuerte, me empezaba a gustar ya que me recordó al sabor de uno que otro macho en mi memoria. De repente las manos de teresa se posicionaron a cada lado de su vagina y la abrieron con cuidado mostrándome un poco más de su interior, un ligero color rosa decoro mi vista viendo con cierta inocencia aquella vista que me tentaba.

Acerque nuevamente mi hocico y empecé a lamer por aquellas nuevas zonas expuestas arrancando suaves gemidos a la leona, subí un poco buscando un punto especial que si mi memoria no me fallaba resultaba bastante estimulante para las hembras, el clítoris. Casi arriba lo encontré y comencé a lamerlo con especial atención mientras los gruñidos de Teresa no se hicieron esperar confirmando que estaba en lo correcto, empecé a lamer y besar este punto con más intensidad al punto de succionarlo con algo de fuerza. Miraba de reojo a la leona que yacía con los ojos cerrados sumida en su mundo de placer mientras sus garras abandonaban su zona intima para clavarse en los costados de la cama inútilmente.

No estando aun satisfecho dirigí mis manos a sus labios y los abrí exponiendo todo su esplendor, abrí mi hocico completamente sacando mi lengua y arremetí con toda mis fuerzas contra su interior, sin vacilar introduje toda mi lengua en su vagina lo más profundo que pude comenzando a saborear sus paredes vaginales. Teresa tomada por sorpresa soltó un fuerte rugido mientras llevaba sus manos a mi cabeza apretándomela sin ningún sentido, el sabor que poco a poco invadía mi paladar comenzó a sobre excitarme de alguna forma similar a cuando lo hacía con otros machos y comencé a acelerar el ritmo de mi lengua.

Siempre agradecí que los osos tuviéramos lenguas especialmente largas entre los mamíferos, ahora descubría que era especialmente útil para las hembras y no desaprovecharía la oportunidad de probarlo. Sujete las piernas de Teresa separándolas, abrí más mi hocico queriendo devorar su vagina y lleve mi lengua a una mayor profundidad que antes, los gruñidos ahogados de Teresa no se hicieron esperar indicándome que hacia un buen trabajo. Pase al menos unos diez minutos en ese trabajo hasta que las palpitaciones de mi miembro me empezaron a pedir más, era la hora de la verdad.

- Ahora –saque mi lengua de su interior- ahora viene lo bueno Teresa –relamí mis labios sonriendo-

Teresa no me respondió, no porque no quiso si no por que no podía, intentaba recuperar el aliento por el placer que le di con el oral. Me pare de rodillas en la cama y alce sus piernas sobre mis hombros con cuidado, la mire fijamente y esta solo me miro entre sorprendida y sumisa, ahora era yo quien había tomado las riendas del juego que ella inicio y no me arrepentía.

- Aquí voy leona –sonreí-

Empecé a frotar mi palpitante miembro en su vagina bañándolo con un poco de pre semen, esta al sentirlo empezó a soltar suaves gemidos casi ahogados que resultaron música para mis oídos en cierta forma, baje mi vista para ver mi rojo miembro deslizarse entre sus labios y entonces me pregunte en cómo sería posible que mi miembro entrara allí. Solo el grosor era casi el doble que el ancho de su vagina, sin embargo mis dudas se disiparon la sentir la cadera de Teresa moverse rítmicamente, fue entonces que me di cuenta que frotaba su vagina contra mi miembro invitándome a entrar, la única duda que me quedaba ahora era exactamente a donde apuntar, supuse la punta de mi miembro lo descubriría en el camino.

Puse cada una de mis manos a los lados de su cuerpo y me levante un poco para dirigir la punta hacia abajo, acerque mi cintura y deje que la punta deslizara suavemente entre sus labios buscando el orificio correcto, a los pocos segundos deslizo abriéndose camino lentamente. La sensación fue cálida y agradable, deslizo sin ninguna dificultad, recordé entonces que las hembras tienen lubricación natural al contrario que los machos y ya con eso en mente tome más confianza. Me moví más contra ella introduciendo mi miembro en su estrecha cavidad, observe asombrado como su vagina se adapto instantáneamente al grosor de mi miembro mientras soltaba un fuerte gemido y se encorvaba hacia atrás, resople satisfecho por la sensación y me atreví a dar una suave embestida introduciendo completamente mi miembro por fin.

Teresa soltó un sonoro rugido mientras clavaba sus garras en la cama, yo por mi parte deje escapar un gruñido de satisfacción al sentir mi miembro envuelto por el calor de su cuerpo, podía sentir sus paredes restregarse contra mi miembro y esto no hizo más que robarme un gruñido tras otro.

- Así que así se siente –pensé- no es tan diferente a las cloacas de los reptiles

Sonreí satisfecho por la sensación y empecé a sacar mi miembro de su vagina, ya a punto de salir lo volví a introducir sin ninguna resistencia de su parte, era demasiado fácil la penetración en comparación que hacerlo con otro macho. Di otra embestida arrancándole otro sonoro rugido a la leona, satisfecho por su reacción inicie el lento proceso de vaivén clásico del sexo, agache mi cabeza un poco hasta uno de sus senos y abrí mi hocico para comenzar a besarlo. Teresa al sentir esto llevo sus manos a mi cabeza empujándome más hacia este a lo que me limite a comenzar a succionar con pasión su pezón.

Los minutos empezaron a pasar volando, lo que había comenzado como un tímido y torpe acto sexual por mi parte termino convirtiéndose en una típica sesión de sexo como con cualquier otro macho. Estrujaba su cuerpo con mis manos, metía mi hocico en cualquier lugar donde podía, lamia para saborear los diferentes y nuevos favores que su cuerpo me ofrecía, esto último parecía ponerla de mejor humor pues cada vez que pasaba mi lengua por algún obscuro rincón apretaba más fuerte donde fuera que tuviese sus garras.

No sé cuándo ah pasado pero supongo que fue lo suficiente como para llevarme al límite de mi resistencia, fuertes palpitaciones en mi miembro acompañado de un inconfundible hormigueo en el mi advirtieron que estaba cerca del orgasmo. Pase mis brazos por sus caderas abrazándola contra mi mientras violaba su hocico con mi lengua, di una última y poderosa embestida para liberar todo mi semen en lo profundo de su vagina. Separe mi hocico del de ella y di un fuerte bramido tensando todo mi cuerpo mientras encorvaba mi espalda, Teresa al mismo tiempo que yo encorvo su espalda y profirió un fuerte rugido y justo en ese instante pude sentir las paredes de su interior palpitar violentamente contra mi miembro en toda su extensión como intentando exprimirlo.

Me apoye con mis brazos a cada uno de sus costados para evitar desfallecer por el intenso orgasmo, me encontraba jadeando intentando recuperar el aliento mientras el sudor de mi pelaje se deslizaba para caer sobre el suyo. La leona por su parte tenía un rostro extasiado en que su mirada demostraba estar perdida, respiraba algo agitada y relamía sus labios ocasionalmente, fue entonces que me di cuenta que había conseguido que Teresa alcanzara su orgasmo cuando yo lo hice. Siempre escuche historias de cómo muchas hembras fingen sus orgasmos para satisfacer a los machos con quienes están, soy consiente por conversaciones con una que otra amiga que no es muy fácil lograr que lleguen al clímax.

Aun sabiendo lo complicado que es no creo que la leona fingiera esa rostro desorientado o ese movimiento vaginal interno tan violento que exprimió mi miembro aún más, la leona había alcanzado su orgasmo plenamente así que se podría decir que estaba haciendo un buen trabajo. Lleve mi rostro hasta el de ella y empecé a darle suaves lamidas en la mejilla, al minuto su respiración pareció normalizarse un poco y esta respondió frotando su hocico contra el mío con cierta ternura.

- Estas seguro de que eres gay? –Teresa- empiezo a sospechar que eres un hetera que se hizo pasar por gay para llevarme a la cama

No pude evitar soltar una fuerte carcajada de risa igual que la leona, al cabo de unos segundos volví a besarla suavemente en los labios mientras retiraba con cuidado mi miembro de su intimidad hasta dejarlo completamente libre, aún estaba algo duro. Teresa soltó un suave gemido por el reciente vacío que le deje, vi como llevo sus dedos hasta su entrepierna e introdujo unos dedos en su vagina palpando la zona.

- Así es como los gays los hacemos gatita –lamo su frente-

- Si eso es cierto entonces iré todos los fines de semana a cazar gays–sonrió-

- Oye oye! –exclame- no te metas en mi territorio o tu y yo tendremos problemas –fingí verla molesto-

- Es que es cierto! –rio un poco- lo último que esperaba hacer hoy era hacerlo con un macho gay, y termine más satisfecha que con cualquier hetera estúpido que se cree la última cerveza del desierto

- Que no te escuche tu ex –lamí su nariz- sería un golpe bajo

Sentí las manos de la leona pasear por mi panza y subir por mi pecho entre mis pectorales, pasaron por mi cuello abrazándome para hacer que descendiera mi cuerpo un poco sobre ella, justo entonces sentí la punta de su cola rosar mis testículos abriéndose camino hacia mi parte posterior. Sabía lo que quería hacer y no tenía objeción ya que a mí me gustaba, lleve mis manos a mis nalgas y las abrí suavemente, en menos de un segundo empecé a sentir el suave rose de la punta de su cola en mi ano sacándome un pequeño bramido de placer.

- Quizás en un futuro lejano –susurró- le cuente esta experiencia como anécdota –lame mi mejilla- ningún macho hatero que se respete se dejaría pasar algo por allí sabias?

- Es porque son unos idiotas que no saben de lo que se pierden –relamí mis labios- es muy agradable esa sensación

Agite mis caderas para incrementar la sensación de la cola de Teresa contra mi ano, ella al notarlo ayudo de igual forma al incrementar el ritmo haciéndome soltar un rugido más fuerte de placer. Mi miembro nuevamente se endureció y una nueva necesidad de saciar mi creciente libido apareció. Di unos pasos hacia atrás bajando por el cuerpo sudado de la leona hasta llegar a su entrepierna, sin perder tiempo abrí mi hocico sacando mi lengua y arremetí contra su vagina por la cual brotaba gran cantidad de líquido blanco, reconocí su color, su textura y su sabor, estaba más que acostumbrado al sabor de mi propio semen. Teresa pareció dar un brinco asustada soldando un suave gemido, aproveche la ocasión para llevar mis manos a sus piernas y separarlas, comencé a alzarlas empujándolas contra ella elevando poco a poco su cadera.

Ya teniendo su vagina lo más expuesta posible arremetí con ferocidad contra ella, lleve mi lengua a su interior inundando mi paladar con mi semen mezclado con sus fluidos, el sabor resultante estaba a la altura como para empezar a despertar mis más bajos instintos. Gruñí un poco por la sobreexcitación que empezaba a sentir, selle su vagina con mis labios y empecé a succionar fuertemente mientras mi lengua estimulaba todas sus paredes mientras la leona empezó a rugir sin control. Ocasionalmente escuchaba un mal intento de decir mi nombre entre sus rugidos pero era de poca importancia, ya habiendo succionado todo lo que podía libere el sello hermético que había hecho con mis labios y baje poco a poco siguiendo un rastro de semen que se me había escapado.

Sabia a donde iba y lo seguí con ansias rápidamente, saque mi lengua nuevamente y la extendí para pasarla lenta y fuertemente por su ano, esto pareció sacarle un escalofrió a la leona que pude sentir y me hizo sonreír ligeramente.

- Es--Espera! –Teresa-

- No –respondí secamente-

Y sin mediar más palabras abrí mi hocico una vez más para cargar contra su ano, erguí la punta de mi lengua y penetre lentamente su orificio hasta empezar a abrirme camino. Teresa soltó un fuerte rugido en ese momento, no sé si de placer o disgusto, solo sé que sentí sus manos en mi cabeza intentando alejarme, pero a mí eso poco me importaba, abrí más mi hocico y di una segunda arrepentirá introduciendo más mi lengua. La leona dio otro rugido pero más bajo, aproveche de llevar mis manos a sus nalgas y abrirlas más para darme mejor acceso a su parte posterior, saque mi lengua solo para volver a meterla con fuerza, ahora lo que escuche fue un gemido en lugar de un rugido.

Las manos de Teresa cesaron en su intento de alejarme y en lugar de eso empezaron a acariciar mis orejas casi que inconscientemente, al minuto ahora empujaba mi rostro contra su ano que gustosamente empecé a devorar con más intensidad. Era curioso que siendo una virgen en aquel lugar lo tuviera tan limpio, punto a favor para las hembras

- Daniel... -gimió la leona-

Saque mi lengua para recoger un poco de semen que aun escurría su vagina un poco más arriba y lo lleve a su ano, lo unte con cuidado y comencé a penetrarla suavemente con mi lengua una vez más. Teresa ya para ese entonces otra vez estaba en un estado sumiso en el que solo favorecía mis acciones, aproveche su falta de resistencia y deslice mis pulgares a donde mi lengua entraba, con sumo cuidado los introduce usando el semen y saliva como lubricante. Pude sentir a la leona estremecerse un poco pero no más, seguí penetrándola con un suave vaivén con mi lengua mientras mis pulgares bordeaban la entrada de su ano estirándolo poco a poco, los minutos empezaron a pasar y cualquier resistencia de la hembra pareció desaparecer, su ano ya estaba dilatado.

Separe mi hocico de sus nalgas relamiendo mis labios y me puse de pie en la cama sosteniendo sus pies, mire hacia abajo para ver su rostro sumido en un creciente deseo que solo me saco una pícara sonrisa. Flexione un poco mis rodillas para bajar mi cintura a su trasero levantado, coloque mi miembro entre sus nalgas y comencé a frotar fuertemente moviendo mi cadera de atrás a adelante, Teresa empezó a gemir nuevamente mientras se aferraba a la cama con fuerza.

- Hazlo! –grito la leona-

Una amplia sonrisa se formó en mi hocico por la petición de Teresa y sin mucho que perder la cumplí, tome mi miembro para posicionarlo en la entrada de su ano lubricado y dilatado previamente. Presione un poco y empezó a entrar lentamente, un escalofrió recorrió toda mi espalda por la familiar sensación que sentí, di otro pequeño empujo sacándole un fuerte gemido a la leona. Deje mi miembro a medio camino para que Teresa se acostumbrara hasta que su cola jugando entre mis nalgas me dio la señal que necesitaba para seguir, di una moderada embestida introduciendo lo que faltaba dejando escapar un corto bramido de placer. La leona rugió con fuerza encorvando su cuerpo, no estaba muy seguro si esta era su primera experiencia anal pero lo que si sabía es que lo estaba llevando bastante bien, en especial yo con la sensación familiar en mi miembro, sin importar especie o genero un ano es un ano, caliente y apretado.

Saque lentamente mi miembro de su interior para volver a introducirlo gentilmente robándole otro rugido a la leona, di otra embestida esta vez sacando un suave gemido, di varias embestidas continuas esta vez con cuidado y poco a poco sus géminos fueron ganando intensidad. Con más confianza acelere mis embestidas y fuerza con que la penetraba, deje caer una de sus piernas a un lado para liberar mi mano y llevarla a su vagina libre, introduje dos dedos entre el pegoste de semen que aún estaba allí y comencé a masajear todas sus paredes interiores. Los géminos alcanzaron un nuevo nivel, la penetraba por su ano mientras estimulaba el interior de su vagina con mis dedos, tantee poco a poco sus reacciones de acuerdo a donde frotaba y descubrí algunos puntos donde parecía ser más sensible, este tenía que ser el equivalente a nuestro punto g.

Me enfoque en ese punto donde más la hacía retorcerse, empecé a arremeter con fuerza y ferocidad, el sudor otra vez bañaba mi cuerpo y se escurría por mi pelaje hasta gotear a la leona que yacía debajo de mi mezclando nuestros aromas nuevamente. Los minutos comenzaron a pasar, simplemente me sentida demasiado cómodo en esa posición y mi miembro igual, lo sentía arder de placer por lo estrecho que se sentía, pero como todo lo bueno tiene su final este estaba cerca. Otra vez ese inconfundible cosquilleo se apodero de mi miembro, acelere mis embestidas yendo lo más profundo que podía, empecé a escuchar el sonido de mis testículos chocar fuertemente contra la base de su cola con cada arremetida, estaba en mi límite.

Deje caer parte de mi peso sobre la leona liberando un fuerte bramido, mi miembro estallo en un intenso orgasmo que pareció transmitirse a Teresa pues en ese momento mis dedos en su vagia fueron sacudidos por fuertes palpitaciones en su interior. Teresa libero un potente rugido mientras su cuerpo parecía convulsionar por el placer que sentía en ese momento, los segundos fueron pasando y con ello las palpitaciones de mi miembro, mi conciencia que se había perdido brevemente en el intenso placer pareció regresar. Me levante un poco sacando mi miembro de su ano dejando salir un moderado chorro de blanco semen de él, este bajo hasta la base de su cola donde se acumuló brevemente para luego desbordarse y empezar a caer en las sabanas.

Satisfecho por mi trabajo deje caer las piernas y cintura de la leona en posición de reposo en la cama, me agache en la cama y subí sobre ella para que mi rostro quedara cerca del de ella. La contemple unos minutos, intentaba recuperar su aliento inútilmente, empecé a lamer su frente con cariño hasta que poco a poco su respiración se fue calmando, en ese entonces me acosté a su lado y la abrace contra mi pecho para empezar a lamer entre sus orejas.

- T--Tu... -susurró- ningún macho antes me había hecho llegar al orgasmo dos veces seguidas –empezó a lamer mi pecho-

- Es eso un cumplido? –reí un poco- pensaba que era difícil lograr que las hembras llegaran al orgasmo, a mí me pareció bastante fácil

- Me acabas de llamar fácil? –levando su rostro y me miro con una ceja levantada-

- Eh no no! –reí nervioso- supongo fue suerte de principiante

- Debo admitir –se recostó sobre mi brazo- que ni el imbécil de mi ex me había hecho algo así, una sola vez lo hicimos anal y no me gusto para nada –bostezo- pero tú! –exclamo- Dios, nunca había sentido algo así, más de la mitad de las veces que estaba con él debía fingir los orgasmos

- Debiste hablar con el que no te sentías satisfecha no crees? –relamí mis labios- al final es algo que perjudica a los dos, si una parte no está satisfecha la relación se tambalea y tendera a fracasar

Teresa cambio a un rostro parecido al de pena, supongo que aquellas palabras no hicieron más que eco en todas las malas decisiones que había tomado con su ex que los condujo a su situación actual. Acerque mi rostro al suyo y lamí su mejilla para intentar sacarle una sonrisa, no tarde mucho puesta esta inmediatamente empezó a reír un poco. Se acurruco en mi pecho y llevo su hocico al mío para besarme nuevamente de una forma lenta y cariñosa.

- Adoro los osos –dijo- son como un peluche gigante

- Un peluche gigante con los que puedes tener sexo mucho tiempo

En ese momento ambos reímos fuertemente mientras pegábamos nuestras frentes, cuando nos calmamos lleve mi mano hasta su mentón para tomarlo con suavidad y dirigirlo a mi hocico nuevamente, la bese otra vez pero con un poco más de pasión durante unos minutos, me separe de ella con dificultad sintiendo otra vez mi miembro levantarse entre mis piernas.

- Espero no estés aun cansada –sonreí- porque aún no llegamos ni a la mitad de la velada

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Pude sentir mi rostro calentarse poco a poco, lo gire y un resplandor atravesó mis parpados, abrí con dificultad los ojos y descubrí que era un pequeño rayo de luz que había logrado atravesar un mal pliegue de la cortina de la ventana. Sentí algo moverse sobre mí, gire hacia mi cuerpo y vi el rostro de Teresa durmiendo plácidamente sobre mi pecho, un poco de baba se le escapaba de su hocico y había encontrado camino entre el pelaje de mi pectoral derecho hasta caer a la cama goteando. Era curioso, casi siempre cuando despertaba de una noche de sexo era así, con quiera que estuviera terminaba dormido sobre mi panza o pecho.

Bostece con mucha pereza mientras estiraba un poco mis brazos y piernas, tome el rostro de Teresa suavemente con mis manos y lo levante para salir poco a poco de la cama sin perturbar su sueño. Ya en el borde me levante de la cama tambaleándome un poco, me quede quieto unos segundos intentando mantener el equilibrio y una vez logrado camine hacia la ventana de la habitación para asomarme. Vi un edificio con un gran reloj digital en él, marcaba un cuarto para las dos de la tarde, habíamos pasado casi todo el día durmiendo pero era de esperarse si habíamos terminado nuestro pequeño maratón sexual después de amanecer.

Lleve mi mano inconscientemente a mi panza y sentí un gran pegoste seco que se extendía por todo el pelaje, a los segundos entendí que no era más que mi propio semen seco, reí un poco en mi interior al no acordarme que esto siempre ocurria después de quedarme dormido después del sexo. Camine hasta una moderada maleta azul en una de las esquinas de la habitación, la abrí y saque una gran toalla verde, camine con dirección al baño y me detuve un momento a contemplar a la leona que yacía desnuda en la cama. Se notaba que tenía el sueño pesado para no despertarse al yo levantarme, su pelaje estaba hecho un desastre sin mencionar grandes zonas que reflejaban la luz producto del semen seco en ella, pero lo más notorio quizás fue la gran sonrisa en su hocico, parecía feliz, parecía satisfecha, había hecho un buen trabajo.

Retome mi camino y entre al baño cerrando la puerta, abrí el agua y espere que se calentara durante un minuto, regule el agua fría para tener un agua a mi gusto y entre en ella soltando un gran suspiro de alivio. Pase unos minutos restregando cada parte de mi cuerpo con un champo especial que ya tenía puesto allí y con ayuda de una esponja restregué las zonas empegostadas, al poco tiempo mi pelaje tomo una textura más apropiada y procedí a enjuagarme, cerré la llave y me sacudí. Espere otro minuto a que el agua restante se escurriera y tome la toalla para comenzar a secarme, en ese momento lamente no haber incluido mi secador personal en la maleta para acelerar el proceso pero ya no importaba, salí de la ducha y abrí la puerta del baño para regresar a la habitación.

Cuando pase por la puerta de esta me detuve al contemplar a Teresa sentada en la cama viendo la televisión en la pared, esta voltio hacia mí con una sonrisa mientras ladeaba su cabeza.

- No sabía que los osos fueran tan escurridizos –Teresa- ni sentí cuando te levantaste, lo que me despertó fue el sonido del agua de la ducha

- No lo somos –sonreí- de hecho somos algo torpes y toscos, supongo que tu solo tenías el sueño pesado

- Con esa noche que me hiciste pasar y que lo digas oso

Teresa se levantó de la cama meneando su cola lentamente, dio unos paso hacia mi poniendo su mano en mi toalla para arrancarla de mi cintura de un tirón, acerco su rostro al mío y me dio una rápida lamida a mi hocico.

- Mi turno para limpiar tu obra

Puso su mano en mis testículos y los apretó suavemente haciendo que saltara de sorpresa, apenas consiguió su objetivo retomo su camino hasta el baño para tomar un ducha. Un ruido proveniente de mi estómago me aviso que había que reponer las energías gastadas la noche anterior, fui a la mesa de noche y tome mi celular para buscar una foto del menú del restaurante del hotel que tome al llegar, busque algo más o menos aceptable y llame a la recepción. A los minutos ya había pedido que me enviaran unas cuantas hamburguesas con guarnición de papas fritas y un refresco grande, me indicaron que estarían subiendo la comida en unos veinte minutos a más tardar.

Fui nuevamente a la maleta y saque una bata que usualmente usaba para estar en casa, era inmensa, perfecta para mí, me la coloque y amarre de la cintura con cuidado. Justo en ese momento Teresa salió del baño con la toalla amarrada a sus senos como usualmente hacen las hembras.

- Esa fue la mejor ducha de mi vida! –exclamo- si que me hiciste sentir sucia anoche Daniel

- Nunca dijiste que me detuviera Teresa –sonreí- o sí?

- Para nada

La leona se quitó su toalla quedando desnuda sin ninguna pena, empezó a secarse algunas zonas que aún estaba algo mojadas para luego tenderla en la cama y acostarse sobre ella.

- Ordene algo sencillo para comer –la mire- espero no estés apurada

- Para nada oso

La leona hizo una seña con su mano para que la acompañara, sin ninguna objeción camine por el otro lado de la cama y me acosté a su lado, esta inmediatamente se acurruco contra mí acostando su rostro en mi pecho y viéndome directamente a los ojos.

- Entonces... -continuo- supongo ahora eres bisexual

- Pues... -lo pensé unos segundos- no sé, no creo

- Seguro? –movió sus orejas en mi dirección- la forma en que lo hiciste fue más allá de un macho hatero lujurioso

- Tengo que mantener mi estándar de rendimiento sexual siempre igual de alto –le guiñe un ojo- sin importar la especie o genero

- Idiota!

Teresa me dio un golpe en el pecho jugando mientras reía al igual que yo.

- Te siguen gustando los machos entonces? –Teresa-

- Veamos –mire al techo pensando- Olores corporales fuertes, cuerpos musculosos, panzones, peludos y escamosos, miembros erectos palpitantes llenos de pre semen con olor al almizcle penetrante y excitante con infinita cantidad de formas, alta resistencia a mi ritmo sexual y más simples de tratar a nivel emocional y sexual –la volví a mirar- creo que sigo siendo muy gay

- Y no te culpo, son buenas razones para serlo –me lamio la quijada- dejémoslo en que eres un gay curioso

- Gay curioso? –alce una ceja- ese término existe?

- Si existen los hatero curiosos por que no los gay curiosos? –respondió- es lógico no crees?

Ha pasado media hora, nuestra comida llego y ahora nos encontrábamos en la cama devorando todo lo había ordenado mientras nos reíamos del botones que toco traérnosla. Resulta que al abrir la puerta el pequeño zorro que se encargaba de despachar la comida se quedó entre asustado y apenado al verme en bata, lo invite a pasar con el carrito de comida hasta la habitación donde lo dejo, allí se empalideció al ver a Teresa tapada escasamente por una de las sabanas manchadas en su totalidad de semen. Camino de salida se tropezó con todo lo que encontraba en su camino y antes de salir le di un propina guiñándole un ojo mientras relamía mis labios frente a él, en ese momento trago saliva agradeciendo mientras observaba su cola erguirse atrás de él. Quizás pida comida mañana a la misma hora solo que con el zorrito en mente.

Terminamos nuestro almuerzo quedando satisfechos totalmente, nos acostamos en la cama a reposar abrazados viendo la televisión pero algo interrumpió nuestra digestión al poco tiempo. El timbre de la habitación se escuchó, mire extrañado a Teresa quien me miraba de la misma forma ya que no habíamos pedido más nada. Me levante colocándome mi bata nuevamente y camine hasta la puerta con un poco de molestia por la interrupción, abrí la puerta y lo que encontré me dejo en shock completamente.

- Daniel, hasta que al fin te encuentro

Contemple asombrado al individuo que se encontraba frente a mí, una nutria marrón, un poco alto para sus estándares pero aun así más bajo que yo, de igual manera era un poco más corpulento que el promedio, usaba unos lentes semi aéreos que le hacía parecer un intelectual. Vestía un sencillo bermuda beige y un guardacamisa blanco que lo hacía ver muy casual, su gruesa cola se movió inquieta hasta quedar en reposo nuevamente en el suelo, me miro con una sonrisa que luego cambio a un rostro triste. Las posibilidades de encontrármelo aquí eran prácticamente nulas, había cubierto bien mis huellas para evitar ser encontrado, aparentemente no fue suficiente ya que la nutria me encontró, mi novio me encontró.

- Manuel? –sacudí la cabeza-

- Conoces otra nutria llamada manuel que usa lentes y le gusta vestir casual? –rió algo nervioso-

- No no –negué con la cabeza- es solo que no esperaba verte aquí, como me encontraste?

- Somos pareja desde hace diez años, se cómo rastrear un oso –sonrió- en especial a mi oso, no fue fácil, me tomo varios días seguir la misma ruta que tú, me sorprendí bastante descubrir que viniste a esta isla, aquí es donde has venido los últimos tres años Daniel?

- Pues... -suspire- sí, me gusta bastante –me recosté en el marco de la puerta- venia bastante en mi infancia, pero dejamos de venir cuando llegaron los tiempos difíciles

- Lo recuerdo –asintió- me contestes más de una vez que venias con tu familia por las fiestas de la virgen del valle –miro al piso- escucha oso...

Manuel dio un paso acercándose a mi casi que con dificultad, se detuvo a escasos centímetros y paso su mano entre los pliegues de mi bata hasta tocar mi pecho.

- Los últimos seis años fui un completo imbécil que no se acordó de ti –Manuel- eso sumado a que también lo hacían los otros te obligo a tomar la decisión que creíste menos dolorosa hace tres años, desaparecer en estas fechas –rasco mi pecho- los primeros dos años me acorde tarde y cuando volviste no dije nada, sentía que no tenía derecho, el año pasado intente detenerte y no pude –suspiro- lo que debí haber hecho entonces fue perseguirte como lo hice esta vez para no perderme otro cumpleaños

Intente decir algo por sus palabras pero no podía, no se me venía nada adecuado a la mente salvo mirarlo un poco triste, en ese momento sentí su pata abandonar mi pecho y dio un paso hacia atrás para agacharse hasta una pequeña maleta de viaje. La abrió y pareció sacar dos pequeñas bolsas de distintos colores, se acercó a mí y las extendió.

- Hay alguien más que te quería pedir perdón pero no podía venir, ya sabes por qué Daniel –extendió su mano con las bolsas- sé que tu cumpleaños es mañana, pero no podía esperar, quise venir a traerte tus regalos, uno mío y uno de el –sonrió- feliz cumpleaños oso, espero nos perdones

Tome con cuidado las bolsas entre mis patas, sentí su peso y pude concluir que quizás era algo electrónico, siempre supieron que me gustaba cosas que facilitaran mi día a día de alguna forma. Levante mi vista con el hocico abierto solo para ver el rostro de Manuel aun triste, casi que avergonzado, sus ojos demostraban una tristeza que parecía querer escapar en forma de lágrimas, si algo odiaba era verlo llorar y más por mi culpa. Deposite en el piso las dos bolsas con cuidado y di un paso apresurado hacia el para abrazarlo con fuerza por la cintura metiendo su rostro bajo mi quijada, este no reacciono al momento pero pasados unos segundos me devolvió el abrazo restregando su rostro en mi pecho.

- Idiota –susurre- Manuel, el mejor regalo que puedes darme es haberte acordado, y mucho más venir hasta aquí –lamí su oreja-

Me separe con él con cuidado y nos miramos fijamente, Manuel tenía una expresión confusa que luego cambio a una de alegría igual que yo, lleve mi mano a su mejilla que tanto conozco y acerque mi rostro hasta el de el para juntar nuestros labios en uno de esos besos que tanto me hacían temblar. Estuvimos besándonos allí por unos minutos, poco me importo si pasaba alguien y nos veía en ese monumento, mi lengua jugando con la suya era una sensasíon adictiva que no había sentido en días.

Separe mi hocico de los suyos lentamente y di una pequeña lamida limpiando la saliva que chorreaba del borde de su tierno hocico, este me miro confundido en ese momento.

- Sabes... -hizo una pausa- sabes raro

Dio una lamida a mi hocico y luego se metió en mi cuello a olfatear suavemente, bajo un poco hasta mi pecho donde aspiro fuertemente, si bien sabía que las nutrias no tenían tan buen olfato como un oso aun así era lo suficientemente bueno para reconocer algo fuera de lugar.

- Conozco tu olor –continuo- y tu olor mezclado con el de otras especies –me miro intrigado- me esperaba que tuvieras sexo estos días para pasar el tiempo pero no esperaba que te acostaras con una hembra

- Yo tampoco esperaba acostarme con un gay si te soy sincera

Gire mi rostro a mi derecha igual que Manuel para encontrarme con la leona desnuda recostada en el marco de la puerta sonriéndonos.

- Así que tú eres la nutria que es dueño del corazón de este oso –puso su mano en mi hombro- un placer Manuel, mi nombre es Teresa

Manuel se había quedado petrificado al ver a la hembra desnuda, mucho más al saludarle con tanta confianza y sin ninguna pena.

- E—El gusto es mío –tartamudeo la nutria mientras apretaba su mano saludándola-

- Qué lindo! –rió un poco- se comporta igual que tu anoche! –exclamo viéndome- todos los gays son tan tiernos cuando están ante una hembra desnuda y se ponen nerviosos –volvió a ver a Manuel- Daniel me conto de su relación abierta y no pude evitar incitarlo a experimentar por primera vez con una hembra –le guiño un ojo- fue todo un éxito, déjame decirte que eres afortunado por tener tan excelente ejemplar –suspiro- porque los mejores machos tienen que ser casados o gays?

- Ley de Murphy querida –respondí- cuando algo puede pasar, pasara, en este caso que los machos que te gusten sean gays –reí un poco-

- Veo que estas en buena compañía oso –Manuel- no vine con intenciones de quedarme, supuse desde el comienzo que estarías acompañado así que compre el pasaje del ferry de regreso –tomo su maleta del piso- sale en dos horas, volveré a casa y te esperare allá como siempre –sonrió-

Iba a objetar lo que acababa de decir pero la leona se me adelanto a mis intenciones, tomo fuertemente a manuel por la mano y lo jalo hacia adentro para acorralarlo contra una de la pared de la entrada. Manuel abrió sus ojos como platos igual que yo, estaba entre sorprendido, asustado y nervioso por el rápido movimiento de Teresa.

- Eres su novio, debes permanecer con tu pareja –Teresa- en especial en su cumpleaños

En ese momento acerco su rostro hasta su oreja y le dio una lenta lamida para luego morderla brevemente sacando un débil sonido de los labios de la nutria. Teresa separo su rostro de sus orejas y giro a verme, yo todavía estaba congelado igual que Manuel por la reacción de la leona.

- Que tan mente abierta son? –preguntó la leona-

En ese momento volvió a ver a la nutria y acerco sus labios a los de el para darle un breve beso sin ningún tipo de resistencia por su parte, observe como Manuel lentamente cerro sus ojos dejándose llevar igual que yo la primera vez, definitivamente algo tenía esa leona en los labios que hacia caer hasta un unicornio. Ver aquella escena hizo mi corazón palpitar fuertemente, ciertamente éramos mente abierta y habíamos hecho cantidad de cosas social y éticamente cuestionables, pero esto era completamente nuevo y a la vez excitante, ver a mi novio ciento incitado de aquella forma por la leona no hizo más que empezar a provocarme una erección.

Vi como Teresa se separó de Manuel lentamente y lamio sus labios con ternura para volver a verme con una sonrisa.

- Igual de torpe que tu anoche –rió un poco- hay que experimentar con él, que dices oso?

Mire el rostro de manuel completamente sumiso aun por la invasión de la leona y no pude evitar sonreír ampliamente, me di media vuelta hasta la puerta y la cerré lentamente para pasarle seguro.

- Sera un cumpleaños interesante –pensé mientras relamía mis labios-




FIN

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