36."Alma Desnuda"
"Pensaba que el dolor de un corazón roto era un típico cliché que nos vendían para aumentar cuentas bancarias, algo inusual en este siglo de mierda. Quizás, me equivoqué en imaginar que esas jodidas sensaciones rosas no me golpearían. Quedé indefenso, mi alma estaba desnuda".
Alexandre Hilton.
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Alex
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Cinco días...
Había transcurrido cinco días desde mi pelea con Derek. Sabía que llegaría ese desagradable momento. Por un instante, desearía que la humanidad pudiese controlar los sentimientos a su antojo, que el corazón no sometiera al razonamiento, seríamos libres de muchos problemas.
Lo que surgió entre Nerea y yo es penalizado moralmente. Los amigos no se traicionan, la pareja no se traiciona, pero y si reprimimos nuestros sentimientos, ¿no estaríamos traicionándonos de alguna manera?
Tenía claro que nada justificaba la traición, si un día viviésemos una situación así, ¿cuál sería la forma correcta de actuar? Por eso, no me resistí a la golpiza de Derek, era la manera de aliviar el proceso. Mis sentidos no eran los mismos, no había podido contactar a Nerea, necesitaba verla, abrazarla, besarla, hacerle saber que lucharía contra todos por ella, por nosotros.
Se había esfumado con su familia.
—Se fueron —vociferó Atenea tirando la puerta abajo.
—¿Cómo qué se fueron? —Me erguí de rápidamente con un cólera exorbitante.
—Cálmate, Alex, por favor. Pareces un león enjaulado.
—No me pidas calma, Atenea, dime que averiguaste.
Esto no podía estar sucediendo. Nerea desapareció sin dar explicaciones, el teléfono estaba apagado, ni una mínima señal de vida.
—Atenea, habla por favor —expresó Axel, el cual ya sabía toda la verdad—, ¿no ves en las condiciones que está tu hermano?
—¡De acuerdo, hablaré! Según Brandon, su madre planificó un viaje a un hotel en la zona Este. Nerea y ellos están allá.
¿En la zona Este? Algo estaba raro, lo intuía. Nerea nunca me comentó sobre ese viaje. Su actitud distante era algo que no podía soportar.
—¿Un viaje así de imprevisto? —deliberé—. ¿Cómo lo supiste? ¿Mantienes contacto con Brandon?
Atenea comenzó a pestañar rápidamente, era su fuente delator cuando estaba ansiosa. Comenzó a jugar con el inicio de su blusa, acomodándola entre sus dedos.
—Es que... bueno, ehm —titubeó, para luego observarme rápidamente y cerrar sus ojos—. Brandon y yo estamos saliendo.
Axel propinó una carcajada ladeando su cabeza:
—Al parecer están decididos a fusionar el apellido Hilton y O'Connor.
—Atenea, ¿qué estás diciendo? —rebatí—. ¿Tú y Brandon? ¿Pero cómo?
—Solo... sucedió. ¿Podríamos dejar el tema? Nos estamos desviando. Brandon me dio el nombre del hotel. Dijo que Nerea había estado rara, que se le veía apagada, esquiva, como si le pasase algo que no quisiera hablar.
—¿Rara? ¿Rara cómo, en qué sentido?
A mi florecita le ocurría algo. Me es imposibilitante imaginar la idea de imaginar que está triste o preocupada. Nerea es todo para mí.
—No lo sé con exactitud, Alex. Brandon no sabe que le sucede.
Mi capacidad había llegado a su límite. Si no hacía algo mi cerebro explotaría. Me desplacé ágilmente hacia mi closet, extrayendo de él los útiles necesarios para empacar. Atenea y Axel me observaron contrariados, siguiendo cada uno de mis movimientos.
—Alexandre, ¿qué haces? —inquirió Axel—. No hagas una tontería.
—Hermano, ¿qué tienes en la cabeza? Te conocemos, no hagas nada impulsivo. Quizás, ella solo esté pasando tiempo con su familia, Brandon tal vez está exagerando al decir que-
—No está exagerando, Atenea —contraataqué—. A Nerea le sucede algo, ella no actuaría de esa forma. Llevo días sin saber de ella, tiene el teléfono apagado, Derek ya sabe la verdad y realmente no sé qué pasa por su cabeza. Así que necesito que me digas en que hotel están.
Atenea se detuvo frente a mí colocando su mano en mi hombro:
—La quieres mucho, ¿verdad?
Mi hermana fue testigo de todo lo que sufrí por Vanessa. En el fondo sabía que su deber era preocuparse por mi bienestar, y mi bienestar tenía nombre y apellido.
—Nerea es la mujer de mi vida.
Esa fue la sentencia dictatorial para expresar todo lo que sentía por esa mujer, mi mujer. Ella sonrió al notar la veracidad en mis palabras.
—¡Alex Hilton se ha enamorado! —ironizó Axel negando con su cabeza—. Lo hemos perdido.
Los tres reímos sutilmente porque Axel Mantovani era la dosis exacta de humor para cada situación.
—De acuerdo, hermano. Te daré el nombre, pero iremos contigo, ¿verdad Axel?
—¿Y perderme de las chicas lindas de la zona Este? Jamás.
Accedí porque mi prioridad era Nerea O'Connor.
•••
¿Alguna vez han sentido el alma desnuda?
Como si esa capa abrigada que te resguarda se disipase. Me había planteado la misma interrogante durante todo el trayecto del viaje. Mi vida había cambiado durante los últimos meses, desde que Nerea llegó puso todo patas arriba como un huracán, desordenándome la vida.
¿Es ilegal querer tanto a alguien?
Axel había conducido todo el camino, temían que si me diesen el volante ocasionara un accidente por exceso de velocidad. Pasado unos minutos, brilló ante nuestra vista la fachada estilizada del ''Aguamarina Hotel''. Atenea dormía en el asiento trasero, mi hermana tenía la capacidad de dormitar en las posiciones más incómodas.
Un largo frenazo de Axel la despertó, maldiciendo. Descendimos inundándonos del ambiente aglomerado de turistas. Atenea reparó a Axel mientras un largo soplido brotó de ella:
—Recuérdame que te explique el concepto de vestimenta discreta.
Axel portaba una camiseta adornada con piñas naranjas fluorescentes, la cual, se convertía en un auténtico foco llamativo.
—No sabía que veníamos en plan de espías, hubiese traído mis gafas oscuras y mi chaqueta de cuero.
—Chicos, basta ya —sentencié—. Debemos encontrar a Nerea, este hotel es inmenso, no será tarea fácil.
—De acuerdo, Alex —Atenea hizo un ademán para adentrarse al sitio—. Recuérdale a la piña andante que traiga mi maleta.
Axel la miró de mala cara y bufó al tomar el peso del equipaje:
—Atenea, por Jesucristo, ¿qué llevas aquí? ¿Trajiste una piedra del río Nilo y no lo has dicho?
—¿Y tú ibas para el carnaval de Rio y has perdido el avión a Brasil? —atacó imitando una pelea entre niños.
Resoplé creyendo imposible que aún se comportaran como tuviesen diez años. Hice caso omiso a su pela absurda y me adentré al hotel. Era la tercera vez que venía, pero en esta ocasión no lo disfrutaría de la misma manera. Observé a todos los lados con la esperanza de detectarla, era temporada alta y estaba a tope con los huéspedes.
De momento, oí una voz reconocida vociferando mi nombre:
—¡Alexandre Hilton, qué sorpresa encontrarte aquí!
—¿Señor Víctor? —acentué—. ¿Qué hace aquí?
El señor Víctor Harrington, padre de Derek, se hallaba frente a mí después de tanto tiempo sin verlo. Me asombré irremediablemente.
—Estoy aquí por motivos de trabajo, hoy tendré una cena de negocios. Es una chef reconocida. Mi empresa planea invertir en sus establecimientos.
—¿Una chef? ¿No sabía que ahora se dedicara a la industria gastronómica?
—¡Oh, hijo! Donde halla posibilidades de inversión, todas las industrias son bienvenidas. —Rió detallando las líneas de expresión en su rostro—. Aunque, Derek se ocupará de este negocio, yo solo supervisaré.
—¿Derek? ¿Derek está aquí?
—Sí, él está en el hotel. Su madre le ha transferido todas las acciones de la compañía, y le estoy enseñando lo referente al tema.
Por una milésima de tiempo mi intuición me traicionó otorgando una brutal golpiza a mi raciocinio. Si Derek estaba aquí nada bueno sucedería. No quería apresurarme, pero temía que él tuviese algo que ver con el cambio de actitud de Nerea.
—¿Alexandre?
—¿Eh?
—Te preguntaba si te apetece asistir esta noche a la cena, todos estaremos allí.
Mi mente estaba en blanco:
—Es que no me parec—
—Tranquilo —alegó—. No me conteste ahora, si te apetece ir, estaremos a las 9 en el restaurante del hotel. Ahora si me disculpas, debo atender una llamada.
Acto seguido, se marchó desertando mi mente más imprecisa de lo que estaba. Esa noche los tres estábamos dispuestos a buscar a Nerea, habíamos trazado una estrategia para que la labor fuese más efectiva.
Nos hallábamos en una de las terrazas con estilo gregoriano. Axel y Atenea me impidieron buscar como un desequilibrado a Nerea justo después que llegué. Derek estaba aquí y no quería plantearme las miles de teorías que tenía en la mente.
—Bien, lo mejor será que llame a Brandi... —Atenea hizo un mohín apresuradamente— Brandon, él nos ayudara.
—¿Brandi? —inquirí provocando una mediana sonrisa.
Atenea hizo caso omiso a mi planteamiento y se dispuso hacer la llamada, cinco minutos después expresó:
—Según Brandon, ellos están en el último piso. Su madre tiene una cena de negocios o algo así.
—¡Claro! —vociferé pasando mis manos por mi cabeza—. ¿Cómo no lo deduje antes? La chef es Lara. El padre de Derek tiene una cena con ellos esta noche.
—¿Qué hacemos entonces? —deliberó Axel.
—Iremos a esa cena.
Fueron mis últimas palabras antes de salir de aquella terraza, ellos me siguieron en cada paso. No me importó nada, Nerea estaba allí y probablemente Derek también. Ascendimos por las escaleras hasta localizar el restaurante. El olor que levitaba en el aire era una locura, la mejor comida caribeña.
Todo fue sucediendo en cámara lenta. Cada avance, cada movimiento ocular en la búsqueda de mi rapunzel de ojos miel, pero ¿recuerdan lo del alma desnuda? Esa parte indefensa que queda cuando disipas uno de los conectores que solidifican tus neuronas. Donde se quiebra todo como un florero ante tus ojos.
El alma está desnuda cuando pierdes esa aroma que la envuelve. Como una patada en mi estómago, mis escleróticas se tornaron rojas debido al cólera intransigente que las destruyeron.
Nerea hacía acto de presencia, iluminando su entrada por la puerta principal, de la mano de Derek. Portaba un vestido de satén blanco, adornado con finos tirantes.
Su cabello... ¡Oh, por dios! Cortó su cabellera por sus hombros. Sus accesorios y maquillaje eran impropios de ella, no resguardaba nada de su sencillez. Su mirada estaba perdida, marchita y empañada. Solo parecía caminar por inercia.
Y ahí fue cuando sucedió, sus pupilas hallaron las mías. Cada gesto de su cara se contorsionó, desde su entrecejo hasta sus labios. Detuvo su caminar y Derek la miró confundido, luego se percató de mi presencia y sonrió medianamente. La tomó de su cintura y le susurró algo en el oído. Ella cerró sus párpados y tomó aire profundamente.
Mi alma quedó muerta con lo siguiente que hizo, caminaron a escasos metros de mí sin recibir una mirada de Nerea, como si fuese invisible, como si el mundo hubiese llegado a su apocalipsis. Sentí su olor adentrándose a mis fosas nasales, ese perfume que me pertenecía.
—Padre —recitó Derek triunfante—, te presento a Nerea O'Connor, mi mujer.
Su mujer...
Pensaba que el dolor de un corazón roto era un típico cliché que nos vendían para aumentar cuentas bancarias, algo inusual en este siglo de mierda. Quizás, me equivoqué en imaginar que esas jodidas sensaciones rosas no me golpearían. Quedé indefenso, mi alma estaba desnuda.
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N/A:
Nooo. Quedé bien picada con ese final.
Holaa, sensuales lectores! No se preocupen, súper Nerea llegará en el siguiente cap para aclarar todo esto.
¡Necesitamos explicaciones, O'Connor!
Ese Alexandre me gusta cada día más. Como dice Axel: se enamoró, ya lo hemos perdido. Admito que me dolió el corte del cabello de Nerea *lloro*
Hasta la próxima actualización!!!
Un voto por cero WattyMoneda. (Una oferta tentadora)
Muaa,
Dani.
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