Capítulo 20

Cada vez me ponía más nerviosa mientras sentía que el corazón me latía cada vez con más fuerza, y pensé que se me saldría del pecho en algún momento; tenía muchas ganas de besarla y sentirla cerca mío pero me contuve.

Creo que empezaba a tener taquicardias de lo rápido que me latía el corazón, Cassandra se acercó a mi rostro y me miró con una pequeña sonrisa. Sentí que las manos me sudaban y que me desmayaría en algún momento, también tenía mucho calor y no era por el ambiente.

–¡Eres una completa idiota! –me gritó furiosa, y dándome una cachetada. Todo lo que estaba empezando a sentir se fue dejándome confusa y enfadada. –¡Maldita sea! Si te hubieras dado cuenta antes ahora no estaríamos así.

–¿Por qué me estás gritando? ¡No me grites!

–¡La que está gritando aquí eres tú, heroína inútil! No me puedo creer que seas tan densa. –chilló con el rostro sonrojado. –¡Hasta un animal se daría cuenta antes que tú!

–¡No sé porqué me estás gritando y riñendo pero no me gusta! –grité de regreso. –Hace unos minutos estábamos bien, y ahora no paras de gritarme. ¡No te comprendo! Y no me compares con un animal porque...

No pude seguir reclamándole, antes de que me diera tiempo a reaccionar me cogió de ambas mejillas y me besó con fuerza, como si hubiera estado queriendo desde hace tiempo. La temperatura subió de nuevo, sentí mis mejillas arder y solo pude cerrar los ojos mientras le devolvía el beso. Mi primer beso.

La acerqué a mí poniendo mis manos en su cintura y ella colocó sus manos en mi cuello mientras sentía emociones que nunca había sentido. Cuando finalizamos el beso ambas teníamos las mejillas rojas, ella volvió a besarme con más timidez, y soltó un suspiro entre beso y beso.

–Me gustas mucho, Liz. –susurró sonrojada.

–Tú igual, princesa. ¿Querrías ser mi pareja para el resto de mi mortal vida?

–Eres algo tonta, ¿sabes? Pero sí, sí que quiero.

Nos sentamos sobre la paja mientras esperábamos a que alguien nos abriera la puerta, Cassandra se había sentado en mi regazo mientras le hacía mimos. Su respiración era tranquila, señal de que se estaba durmiendo.

Empecé a recordar como había empezado mi aventura, en todo lo que había vivido y como estaba ahora. Nunca hubiera imaginado que estaría de novia con la gruñona de la princesa, es por eso que pensé automáticamente en sus padres.

¿Aceptarían nuestra relación? Sé que en la Edad Media no era muy bien visto, además siempre te casaban con alguien a quien tú no amabas. Aunque también supe que estaba más tolerado las parejas del mismo sexo que en la época actual, al menos me daba esperanzas de que sus padres aceptaran nuestra relación.

–Oye, Cassandra. –la llamé en un susurró. –¿Tus padres aprobaran lo nuestro?

–No lo sé, espero que sí. No soportaría estar lejos de ti. –dijo inclinándose hacia mí. –Sino nos dejan siempre podemos hacer el matrimonio a furto.

–Ni un día de novias y ya piensas en casarte. –reí divertida. –Pero es verdad, podríamos intentar eso. Bien, es hora de volver a la fiesta.

Intenté abrir la puerta de nuevo pero era imposible, se me ocurrió una terrible idea pero aún así lo quise intentar. Me fui al otro lado de la cuadra, me levanté un poco el vestido y con cuidado comencé a correr, aunque llevaba los tacones.

Cuando estaba cerca de la puerta me lancé con todo mi peso pero no conseguí abrir la puerta, lo que sí me llevé fue un gran golpe en mi brazo derecho. Cassandra me regañó por mi imprudencia y es cuando un guardia nos abrió la puerta, asustado por el repentino golpe.

–Princesa Cassandra, Lady Jones. ¿Qué hacen aquí? –preguntó confundido.

–Solo me estaba enseñando los caballos, puedes seguir tu ronda. –dije algo nerviosa. Él asintió y caminó lejos de nosotras.

–Ahora regresemos, creo que tus amigos necesitan un reproche.

Regresamos a la fiesta y vimos como todos seguían bailando como si no hubiera sucedido nada. Adele me miró sorprendida pero sonrió al ver nuestras manos juntas, sentí otra mirada pero no supe quién era, con lo que lo ignoré y le sonreí con cariño a Cassandra.

–¡Por fin os encuentro! –comenté al ver a mi grupo. –¿Por qué nos habéis encerrado en el establo?

–Solo queríamos ayudar, estábamos cansados de vuestras miradas de amor pero que no os confesarais. –dijo Dana con una sonrisa, los demás afirmando lo que su amiga había dicho.

–¿Por qué me miras tanto, Eros? –pregunté al ver como miraba mi cuello.

–¿No habéis disfrutado el cuerpo de la otra? –Cassandra se sonrojó y escondió su rostro en mi cuello.

–¡Eros! –le reñí pero solo conseguí que todos rieran.

***

Al día siguiente me desperté con mucho cansancio, ayer nos fuimos a nuestros aposentos a las tantas de la madrugada. Teníamos que aguantar para no dar una mala imagen a los nobles invitados, noté que la Reina me miraba como si me estuviera analizándome, luego me dio una sonrisa y siguió con lo suyo.

Fue confuso.

Me vestí con un vestido cómodo, cepillé mi pelo y bajé al salón para desayunar con todos. Se notaba que los demás estaban cansados menos los Reyes, ellos estarían acostumbrados después de tantas fiestas.

Después de un rato nos encontrábamos en la sala del trono contándoles como fueron las negociaciones con las criaturas mitológicas y entregué el tratado con las firmas, los Reyes me felicitaron y sonreí. Cassandra y Sofia me miraban sonrientes, supe que era el momento de decirles mi relación con su hija mayor cuando un guardia nos interrumpió.

–Majestades, el príncipe Hans solicita veros.

–Hazle pasar. Chicas, moveros un poco.

Nos colocamos a un lado del trono para ver mejor al invitado. El chico era atractivo, no lo niego; era rubio, de ojos verdes y se veía fuerte. Cuando estuvo a una distancia adecuada hizo una reverencia mientras sonreía con simpatía.

–Soy el príncipe Hans, futuro Rey de Zooch. He venido para pedir la mano de la princesa Cassandra.

Todos nos quedamos sorprendidos, vi a Cassandra y ella me miraba con horror, se notaba que ella no lo sabía. Sus padres sonreían conformes. Esto no podía estar pasando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top