Capítulo 17

–¿Cómo que no vas a volver? –preguntó Luna al otro lado de la línea, sonaba algo molesta pero era algo que veía venir.

–Quiero quedarme en esta época pero con la posibilidad de regresar si tuviera que hacerlo. –expliqué manteniendo la calma. –¿Se podría hacer?

–De acuerdo, puedes quedarte. A cambio quiero un informe de cómo va evolucionando la época.

–Gracias, Luna. Eres la mejor. –sonreí emocionada ante la noticia.

–No es nada, pero quiero que cumplas con tu parte del trato. Sino iré yo misma y te traeré a rastras.

–Lo prometo, cada semana tendrás tu informe.

Corté la comunicación y me tumbé en mi cama con una sonrisa en mi rostro. Pegué un pequeño grito de la emoción, escondí mi cara en la almohada y pataleé contra el colchón de la emoción. Cuando me calmé salí de mi habitación para contarles a mis amigos y a los Reyes la noticia, todos estarían esperando en el gran salón.

Cuando me vieron entrar todos se pusieron nerviosos, sonreí para mí y mi expresión era seria. Cassandra al ver mi rostro serio se empezó a preocupar mientras Amelia me miraba como si me estuviera analizando, los demás parecían flanes ante lo que fuera a decir.

–¿Y bien? –se aventuró a preguntar Eros.

–Pues viendo todo lo que ha pasado, lo que han hecho mis ex-amigos y que no soy de esta época. Mi jefa ha decidido que... –me quedé callada para ver sus reacciones, todas eran de terror.

–¡No te quedas callada y habla! –gritó Dana algo inquieta.

–¡Han decidido que me puedo quedar! –exclamé de emoción. Todos gritaron y vinieron a abrazarme, vi como los reyes sonreían al igual que Cassandra tenía una pequeña sonrisa en su rostro. Sofía se acercó y me abrazó por la cintura mientras sonreía. –Así que será mejor que me cuidéis ahora que estoy aquí por ustedes.

–Eso no lo dudes.

–Ahora te podré enseñar mejor el bosque y sus secretos, los cuales son las criaturas fantásticas. –comentó Dana con una sonrisa.

–Ahora que recuerdo. ¿Cómo es que tú eras un dragón? –le pregunté a Dana.

–Pues verás, mi padre fue un dragón y mi madre humana, así que soy mitad dragón y mitad humana. Mi padre se transformó en humano y se enamoró de mi madre, el resto te puedes hacer una idea.

–Ahora que la guerra ha finalizado y hemos hecho un tratado de paz con el otro reino tendremos más mercaderías para comprar y abastecernos. –comentó el Rey desde su trono. –Necesitamos la firma en el tratado de los renegados y de los líderes de las criaturas fantásticas, así no las atacaremos y ellos a nosotros tampoco.

–¿Cómo sabéis lo de las criaturas? –pregunté confundida por lo que dijo el Rey.

–El grifo que te salvó y ayudó puede hablar nuestro idioma y nos comentó su propósito. –explicó la Reina con una sonrisa.

–El resto te lo puedo explicar. –dijo una voz a mi espalda. Al girarme vi al grifo, este se sentó y una luz lo iluminó convirtiéndose en una chica pelo rubio y ojos grises. –Me llamo Imra, un placer conocerte Lizbeth.

–¿Cómo? –modulé sin saber qué decir. No todos los días un grifo se transformaba en una chica.

–Sólo los reyes de dicha especie se pueden transformar en humano, así que, yo Imra soy la reina de los grifos. –hizo una pequeña reverencia. –Y vengo a firmar el tratado en nombre de mi pueblo. En realidad quería hablar de eso pero por el camino me encontré con Lizbeth cayendo por un precipicio y no podía dejarla morir.

–Te agradezco eso, muchas gracias. –sonreí agradecida.

Imra firmó los papeles y a mí se me encomendó viajar para que todos los reyes de las diferentes criaturas mágicas firmaran el tratado de paz. Gus al verme me abrazó con fuerza, sino fuera por mis amigos ahora sería papilla.

–Gus lo siente, no controla su fuerza. –se disculpó.

–No te preocupes, de paso me has quitado el dolor que tenía. No hay mal que por bien no venga. –sonreí.

–¿Cuál será la próxima misión, Liz? –preguntó Parzival caminando a mi lado.

–Será hacer que todos firmen, por ahora tenemos la firma de los grifos. La siguiente parada tendría que ser los renegados y los trolls. –comenté viendo la lista de todas las criaturas que habitaban por la zona. –¿Tú no puedes firmarlos, Gus?

-No, solo el Rey puede. Yo puedo llevarte con él.

-Eso sería de mucha ayuda, gracias.

-Por ahora será mejor cenar y mañana partir al alba. –comentó Amelia viendo como el sol se ocultaba tras las montañas.

-Genial, pues a cenar y mañana a madrugar.

Durante la cena todos hablábamos sobre la batalla y sobre cómo cambiaría a partir de ahora nuestra vida. Espero que esta paz dure para siempre, ahora lo único que nos tiene que preocupar es que los reyes y reinas de las criaturas mitológicas firmasen el tratado de paz.

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