Capítulo 16
Miré a ambos con desconfianza mientras bajaban las armas, por mi lado no cedí a bajar la mía por precaución. Escuchaba los gritos de mis compañeros o de los enemigos, pero eso sólo hacía que me pusiera más nerviosa.
–Decidme qué ganáis generando esta guerra sin sentido.
–Tiene mucho sentido, Lizbeth. –comentó Alessa con una sonrisa pícara. –Si ganamos esta guerra conseguiremos algo que nos pertenece a nosotros dos en el futuro. Estas tierras deberían ser nuestras y no un lugar público donde todos disfrutan.
–Puro egoísmo. –dije con simpleza. –Esto es el pasado, qué más da si nos han pertenecido, ahora en el futuro eso da igual. Habrá más gente que esté igual y no hacen lo que ustedes.
–Porque son inútiles sin historia, nosotros no seremos así. –gruñó James, sacó una pistola y me tensé. –Parece que han cambiado las tornas, una pena que mueras aquí.
Me mantuve firme en el lugar sin retroceder, algo que sorprendió a Alessa por unos momentos y miró a James, antes de que me disparase con la pistola una flecha se le clavó en la pierna haciendo que soltara el arma, y se sujetara la pierna para cortar la hemorragia. Con el mango de la espada golpeé a Alessa en la cabeza haciendo que cayera al suelo inconsciente. De reojo pude ver las intenciones de James de coger la pistola pero fui más ágil y con la pistola eléctrica lo electrocuté haciendo que cayera al suelo.
Me giré para buscar quién me había ayudado, y pude ver a Parzival alzando un pulgar mientras sonreía. Le sonreí y volví mi atención a ambos, pero antes de que pudiera reaccionar vi a James muy cerca mí y sentí como me clavó algo afilado en el estómago.
El Grifo llegó a tiempo para tumbar a James y retenerlo entre sus garras mientras miraba también a Alessa. Caí al suelo de rodillas mientras me sujetaba la herida para parar el sangrado, justamente me había clavado la daga en una pequeña abertura que había en mi armadura, pero por suerte no fue muy profunda pese a que la sangre alertaba demasiado.
Me levanté del suelo con dificultad, estaba algo mareada y desorientada a causa de la herida pero debía continuar. Rápidamente Amelia se acercó junto con Dana, ésta ya en su forma humana, para ayudarme. Tenía que pensar en una forma de acabar con todo esto, pero no sabía como.
–¿Cómo vamos? –pregunté con dificultad. Un soldado enemigo intentó atacarnos pero Dana le propinó un puñetazo haciendo que volara unos cuantos metros gracias a su fuerza de dragón. De pronto me mareé y me dejé caer en los brazos de Amelia, ella me sujetó con fuerza y me miró preocupada.
–Te estás desangrando, será mejor que regreses con el Rey, ahí estarás a salvo. –Dana asintió ante las palabras de la princesa.
Chasqueé la lengua molesta, quería seguir ayudando ya que para eso había regresado. Pensé que lo mejor era retirarme pero entonces vi a Perzival y a Eros rodeados por soldados enemigos, otros intentaban ayudarles pero el enemigo era muy fuerte y no los dejaban pasar.
Si eso seguía así ambos morirían. Gruñí con rabia, empuñé mi espada con toda la fuerza que podía y me solté de Amelia haciendo caso omiso a sus gritos. Sentí como la pérdida de sangre iba a haciendo su trabajo haciendo que me sintiera más débil y mareada, pensé que perdería el conocimiento, pero aún así corrí hacia donde estaban mientras recibía cortes y arañazos por parte de los soldados a los que me enfrentaba. Cuando estaba cerca de ellos saqué una granada que había estado guardando para un momento especial.
Le quité el seguro y la lancé cerca de donde ambos estaban, les grité para avisarles y ambos se abrieron camino entre los soldados. Aquella granada explotó haciendo que miles de soldados enemigos muriesen, algunos salieron corriendo espantados mientras que otros miraban asustados la explosión.
Mis oídos empezaron a pitar por la explosión al igual que comencé a ver borroso, sentí como todo se movía a cámara lenta mientras caía al suelo, y mis dos amigas se acercaron para hablarme pero no las entendía. Sentí que mi cuerpo perdía fuerza hasta que perdí la consciencia.
***
El cuerpo me dolía como nunca antes, fui abriendo los ojos pero los cerré por la claridad que había en la habitación. Solté un quejido mientras me retorcía en la cama, abrí los ojos para ver que estaba en mi habitación del castillo.
Me quité la sábana con cuidado y vi mi cuerpo con tan solo mi ropa interior. Tenía todo el torso vendado al igual que los antebrazos y la pierna izquierda. Con razón me dolía todo el cuerpo, me habían dado por todos lados. Volví a taparme con la sábana al escuchar como alguien abría la puerta, Sofía entró en la habitación cabizbaja pero al verme sonrió y se acercó.
–¡Liz, estás despierta! –exclamó alegre. –Tengo que decírselo a los demás. Enseguida vuelvo.
Sofía salió corriendo de la habitación bastante emocionada, eso hizo que sonriera y suspiré aliviada de estar en mi cama. Me quedé mirando el techo hasta que sentí una corriente de aire, como si la ventana estuviera abierta, pero no fue así. A mi lado apareció una señora vestida con una túnica de color negro mezclado con morado, sonrió pero con su presencia me sentí nerviosa.
–Me llamo Morgana.
–Sé quién eres. ¿Por qué me has traído a la edad media?
–Desde hace tiempo te estuve vigilando y supe que tú eras la indicada para ayudar al reino con su problema. Por eso hice que vinieras. Por desgracia Merlín interfirió y luego acabó por mandarte a tu época de nuevo.
–Pensé que Merlín era el bueno, o al menos así lo pintan en las historias que sé.
–No todo lo que dicen los libros es real, Lizbeth. A veces cambian cosas para hacer que parezcan otras. –sonrió.
Morgana salió de la habitación dejándome de nuevo sola, me relajé unos minutos antes de avisar a Luna de que todo había terminado. Se alegró bastante y en cuanto me recuperase regresaría a mi época para realizar un informe, el hecho de pensar en regresar hacía que me entristeciera.
La puerta se abrió de sopetón haciendo que me asustase, y antes de que pudiera reaccionar, Dana corrió hacia mí y me abrazó mientras sollozaba. Luego siguieron el resto de mis amigos hasta que llegó el turno de Cassandra, ella moduló un "inútil" y me abrazó.
–Creímos que te habíamos perdido. –dijo Eros viéndome con una sonrisa.
–Por suerte Morgana te curó a tiempo.
–Lo sé, acabo de hablar con ella. –sonreí viéndoles. –¿Dónde están Alessa y James?
–Están en el calabozo, serán quemados en la hoguera. Así lo han decidido ambos reyes. –explicó Cassandra bastante satisfecha con el castigo. –Ambos reinos han hecho un tratado de paz por lo que no habrán más guerras.
–Eso me alegra. ¿Pero cómo que les van a quemar? ¡Tengo que llevármelos a mi época!
–Lo sabemos, sólo es para meterles miedo. Aunque en el fondo me gustaría. –comentó Dana, algo cansada.
–Bueno, supongo que tendrás que descansar. Mañana seguimos hablando, héroe. –dijo Amelia con una sonrisa.
Todos salieron de la habitación dejándome sola con mis pensamientos, tenía más que claro que iba a quedarme en esta época, no me importaba lo que mis superiores me dijesen.
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