Capítulo 15

Durante toda la mañana la princesa y yo habíamos estado evitándonos, cada vez que nos veíamos recordaba el beso y me sonrojaba como si fuera un tomate. Nuestros amigos notaron nuestro extraño comportamiento e intentaron hacerme hablar, pero lo que había sucedido sería algo entre nosotras hasta que aclaremos qué somos.

El grifo que me ayudó se quedó conmigo, al parecer me había cogido cariño y se convirtió en mi mascota. Dana no paraba de hablarme sobre el animal, su dieta y su comportamiento, esta chica parecía una enciclopedia andante. También me contó sobre su origen al ser un híbrida entre dragón y humano. En resumen, su padre era humano y su madre una dragona, supongo que ya podéis pensar qué pasó luego.

Lo que más me inquietó fue que Sofia parecía sospechar algo de lo que ocurría entre su hermana y yo, e incluso comenzó a seguir a su hermana a todas partes mientras le preguntaba lo mismo: ¿Qué ha pasado entre Liz y tú?

Un día la reina me contó que su marido se había ido a ayudar al ejército, sabía que eso sólo era una trampa para que ambos ejércitos luchasen entre ellos. Tenía que hacer algo cuanto antes para parar la guerra, y pedir una larga explicación a mi amiga.

–¡Majestad! –entró un guardia, bastante mal herido a la sala del trono. Cayó al suelo de rodillas mientras se sujetaba una herida en su estómago. Todos nos acercamos para ver qué tenía que decir. –Hay un tercer ejército, están atacando al nuestro y al enemigo, pero todo es en vano.

–¿¡Cómo!? –exclamó la reina, muy alterada.

–Se han adelantado. –susurré para mí misma.

–¿Y mi padre? –preguntó Cassandra abrazando a su madre. Ambas estaban pálidas y nerviosas.

–Ha hecho una tregua con el otro reino, nuestra prioridad es detenerlo, pero parece imposible.

–¿Por qué? –pregunté con seriedad, temía lo que me iba a decir.

–Tiene armas que nunca hemos visto, hacen un ruido que asusta a los caballos y a nuestros hombres. –explicó el soldado, a punto del desmayo.

–Gracias, llevadlo a descansar. –ordenó la reina a uno de sus guardias. –¿Qué podemos hacer?

–Me encargaré yo misma. –todos me miraron anonadados ante lo que había dicho y bastante preocupados. –Soy del futuro al igual que los que os están atacando, sé quienes son y quiero explicaciones, los detendré.

–Es muy peligroso que vayas tú sola.

–Soy la única que sabe cómo funcionan esas armas, tengo que hacerlo. –dije mirándoles decidida.

–Te acompañaremos, somos amigos y estamos metidos en esto. –comentó Dana. –Además, soy mitad dragón, os puedo servir de ayuda ¿no?

Después de debatir durante unos minutos, accedí a que me ayudaran, como usaban pistolas sería mejor usar un chaleco anti-balas. Pero como aquí no habían decidí usar el peto de metal, debajo de la ropa.

En la mochila que me traje vi que me habían metido granadas de humo, eso me sería muy útil. Además, también tenía una pistola eléctrica, varias bengalas y dos granadas explosivas, las cuáles usaría sabiamente.

Me coloqué el peto de metal y encima una camisa que me habían dejado, unos pantalones, botas y me agarré el pelo con una coleta. En la cintura me guardé una navaja por si acaso, al igual que la pistola eléctrica.

Lo demás me lo guardé en una riñonera que me había traído. Salí de la habitación y me reuní con mis amigos en el patio principal, Dana ya estaba transformada en dragón y el Grifo estaba listo.

–Liz. –me llamó Cassandra, me giré y la vi preocupada. –Ten cuidado, y regresa, por favor.

–Lo haré. –sonreí. –No te preocupes.

–Suerte, espero que acabéis con esta tragedia. –suplicó la reina, al lado de su hija.

–Lo haremos. –contestó Eros.

Me monté encima del Grifo y me agarré a su cuello, sin arrancarle ninguna pluma. Extendió las alas y comenzó a volar, seguido de Dana y los demás que montaban encima de ella. Por el camino les expliqué el plan que tenía: mientras ellos ayudaban al Rey, yo me encargaría de frenar a Alessa y James.

Al cabo de un rato llegamos al campo de batalla, todo estaba destruido; los árboles, algunos animales yacían inertes por la zona, era un horror ver aquello. Todo esto era un caos, habían soldados fallecidos por todo el lugar, todos ellos de ambos bandos mientras que los otros estaban protegidos con armas modernas.

Nos separamos y comencé a volar sobre el campo enemigo, prendí una de las granadas de humo y la lancé, en cuanto explotó y salió el humo, todos los soldados enemigos retrocedieron o salieron corriendo despavoridos creyendo que explotaría.

Cuando localicé a Alessa, aterricé justo al lado donde estaban y ambos me miraron sorprendidos. Ordené al grifo que se marchara y me quedé a solas con ellos dos, mientras que alrededor nuestro la guerra volvía a comenzar, pero sólo me centré en ellos dos.

–Creo que es hora de acabar con esto, chicos. –dije mientras les apuntaba con mi espada, ellos dos parecían nerviosos pero se mantuvieron firmes en su lugar.

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