Capítulo 12

Estaba recostada en la cama de un hospital mirando fijamente el techo, al parecer me había puesto muy violenta con los enfermeros que intentaron hacer que entrara a la ambulancia y tuvieron que sedarme, ahora recién despierto.

–¿Ten encuentras bien, Liz? –preguntó mi amiga Alessa, viéndome con bastante preocupación. A su lado se encontraba un doctor y un chico de nuestra edad, parece que era su aprendiz.

–Sí. ¿Qué hago aquí? –me incorporé como si hubiera sido movida por un resorte. Intercalé miradas entre los tres inquilinos de la habitación pero nadie decía nada. –¿Y bien?

–¿Recuerda qué hizo ayer por la mañana? –preguntó el doctor mientras anotaba en su libreta.

–Estaba con mis amigos intentando liberar a la princesa Cassandra de las garras de un dragón. –los tres me miraron como si estuviera loca. –Es difícil de explicar.

–¿Cree que tenga Ezquizofrenia? –preguntó el más joven, viéndome raro.

–¡Oye! No tengo esa enfermedad, sé donde estuve. –reclamé molesta.

–Y según usted. ¿Dónde estuvo?

–¡Ya os lo he dicho! ¡En la Edad Media! –alcé los brazos molesta.

De cierta manera era difícil creer lo que estaba diciendo pero por otro lado no quería que me tomaran por una loca. Estuvimos discutiendo durante un buen rato hasta que el doctor llamó a unos enfermeros para que me volvieran a poner un sedante y me tranquilizara.

–¿Qué le ocurre, doctor? –preguntó Alessa, algo asustada por mi comportamiento.

–¡Qué estaba en la edad media, os digo! –reclamé molesta pero más relajada por el sedante. –Quiero regresar, tengo que decirle a la idiota de Cassandra que no soy débil.

–Lo mejor será tenerla esta noche en observación, puede que estemos ante un caso grave de Esquizofrenia. –explicó el doctor viéndome serio. –Mañana le realizaremos pruebas para ver qué es lo que tiene.

El doctor y su ayudante salieron de la habitación hablando entre ellos, mi amiga cogió una de las sillas y la colocó a mi lado para sentarse cerca de mí. Me estaba dando mucho sueño a causa del tranquilizante que me habían puesto, y no podía pensar con claridad.

–Dime la verdad, Liz. ¿Dónde estabas? Y porqué tenías esa ropa tan extraña, no te entiendo.

–Os lo he dicho. Me he ido a la edad media. –balbuceé como si fuera un niño pequeño haciendo pucheros. –Tengo que regresar, la princesa no puede estar sin mí. Y yo no puedo estar sin ella.

–Escúchame, ella murió hace mucho tiempo. ¡Vivió en la edad media! Y no es posible que tú hayas ido a la edad media.

–Te digo la verdad.

–Si te estás drogando tienes que parar, como tu amiga te lo pido. –dijo triste.

–Genial, primero me toman por loca y ahora esto. –suspiré cansada, quería que todo esto fuera una pesadilla y al despertar estuvieran mis amigos. –He ido a la edad media y me gusta la princesa Cassandra.

–Sé que no debería sentir celos de ella pero, ¡Deja de pensar en ella! –gritó y me sobresalté haciendo que por un momento se me pasara el sueño. –He estado contigo desde hace mucho tiempo, se supone que debes amarme a mí, no a ella.

–Tú eres mi amiga.

No pude terminar de hablar ya que Alessa salió de la habitación sin decir nada. Al menos ya tenía el silencio que quería, decidí descansar para escapar mañana, no me iba a quedar en este lugar mientras mis amigos necesitaban mi ayuda.

****

Me desperté cuando la alarma que activé sonó, eran las cinco de la mañana por lo que no habrían muchas enfermeras por los pasillos. Me vestí con la ropa que me había traído ayer Alessa y dejé el pijama del hospital encima de la cama.

Abrí la puerta de la habitación pero la cerré de inmediato, el doctor se acercaba a donde estaba. Me asomé por la ventana y pude ver que estaba en un segundo piso, la suerte era que había un árbol cerca y podría bajar por el.

Forcé la ventana para abrirla por completo y al conseguirlo salté a la rama más cercana para trepar por el árbol. Agradecí el severo entrenamiento que tuve con mi instructor en la edad media, con cuidado me deslicé por el árbol hasta tocar el suelo.

–Bien, ahora debo ir al albergue a coger mis cosas. –susurré para mí. –Luego ya pensaré qué hacer.

Con cuidado de que no me vieran los vigilantes, conseguí salir del recinto del hospital y correr hacia el albergue donde me hospedaba. Entré en silencio y por suerte no estaba la secretaria en su turno nocturno, supuse que se habría ido a tomar otro café para aguantar la noche. Con cuidado y en silencio subí las escaleras hasta llegar al piso donde estaba mi habitación.

Abrí la puerta con cuidado y pude escuchar el sonido del grifo de agua, se estaba duchando. Eso me daría una oportunidad. Con rapidez y en silencio guardé en mi mochila todo lo que podría necesitar: un mechero, un spray para hacer graffitis, una navaja, medicamentos hasta hartarme y algunas cosas más.

Decidí dejar el móvil ya que a donde iba no me haría falta. De pronto, escuché como el agua paró y me alarmé, aún más cuando escuché como abría la puerta. Sin saber dónde esconderme decidí esconderme en el armario empotrado que había al lado de mi cama, y me tapé con las mantas que habían ahí guardadas.

Lo malo de aquel sitio es que había mucho polvo y era alérgica, esperaba no estornudar. Empecé a pensar que sería mejor intentar contarle la verdad a mi amiga, tal vez si le dejaba las cosas claras podría confiar en mí, aunque me dolía que no me creyera a la primera.

–¿Dónde está Liz? –preguntó una voz masculina que conocía bien.

¿James?

–Sigue en el hospital, hoy le harán pruebas para ver qué tiene. –contestó Alessa algo desinteresada.

–Supongo que sabrás la verdad.

¿Qué verdad?

–La sé desde que ella regresó, sólo debemos averiguar cómo volver nosotros también ahora que ha matado a Axel. –habló Alessa, por su tono sabía que estaba sonriendo. –Tenemos una guerra que liderar, y cuando lo hagamos, todos los reinos serán nuestros.

–No se lo verán venir, nosotros tenemos tecnologías que ellos no.

–¿Nos vamos? No quiero hacerle esperar.

–Cierto, se enfadará si no regresamos rápido.

Oí cómo cerraron la puerta, y solté un estornudo que me estaba aguantando y salí del armario. Estornudé más por el polvo y me quedé pensativa sobre lo que había escuchado. Con cuidado volí a salir del albergue sin ser descubierta y observé cómo estaba amaneciendo, las horas se me habían pasado volando. Llegué a un parque que había y me senté en uno de los bancos para comer algunas cosas que había traído de mi habitación mientras observaba a la gente pasear a sus perros antes de irse al trabajo.

Después de un rato me impacienté, no podía estar sin hacer nada, debía averiguar como regresar a la edad media para volver con mis amigos. Comencé a caminar hacia una de las carreteras que salían del pueblo, caminaba por el arcén para intentar regresar a la iglesia dónde me había ido por primera vez a la edad media.

Tal vez si me metía de nuevo en el pozo podría regresar a la edad media, pero no estaba segura de mi teoría. Noté como un coche de color negro con las ventanas tintadas comenzó a ir a mi velocidad, tocó el claxon para llamar mi atención y la puerta se abrió, rápidamente un hombre me cogió de los brazos y me metió en el coche a la fuerza, cerró la puerta y con algo de miedo me senté correctamente en el asiento.

En el interior del coche habían tres personas mirándome con curiosidad; un hombre de pelo negro con ojos grises, quién me sonreía; una señora de cabello rubio rizado y unos penetrantes ojos azules; y a mi lado el mastodonte que me había cogido para meterme en el coche.

–Tenemos mucho de qué hablar, Elizabeth Jones. –habló la señora con una sonrisa. Ambos iban con trajes elegantes. –Has sido seleccionada para ser parte del Equipo de Investigación y Protección Paranormal, o EPIP para abreviar.

–Sabemos que has ido a la edad media y has regresado, debes contarnos todo lo que sabes. Si no, el mundo tal y como lo conocemos desaparecerá. –habló el hombre con bastante seriedad.

–Yo... –modulé como pude, en esos momentos estaba sin palabras.

¿Por qué siempre me estoy metiendo en problemas?

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