Capítulo 11
Terminamos de desayunar y Akil me guio hacia los atajos que habían dentro de la montaña, Gus se entristeció al despedirse de mí dado que por su altura no podía caber por los pasadizos. Akil encendió una antorcha para ver mejor en la penumbra de la cueva y nos adentramos al interior. De vez en cuando aparecía alguna culebra de detrás de las rocas haciendo que chillara, las serpientes era algo que no podía soportar, las odiaba.
Pasadas unas horas decidimos salir a un pequeño saliente para tomar un poco de aire, el aire de dentro era espeso y al cabo de unos minutos costaba respirar, por suerte habían pequeñas aberturas por donde entraba el aire del exterior. Akil me ofreció una cantimplora hecha de piel de animal, y bebí, estaba sedienta.
–¿Falta mucho? –pregunté mientras le devolvía la cantimplora.
–No creo, faltará poco. Todo depende de qué ritmo llevemos. –comentó viendo hacia la cima.
Por suerte habíamos sobrepasado la espesa niebla que impedía ver la cima desde abajo, no se podía ver nada debido a que rodeaba la cima de la montaña. A los segundos escuché el grito de mis amigos seguido de un rugido, parecía de algún animal furioso pero sé que era de un dragón.
Al girarme de manera súbita para mirar la cima, me resbalé y caí por el acantilado, escuché como Akil gritaba mi nombre hasta que apenas lo oía. No sabía si gritar o cerrar los ojos, lo único que supe fue que atravesé la espesa niebla. Decidí taparme la cara con mis brazos al ver como caía a gran velocidad hacia abajo.
–¡No quiero morir! –grité asustada y sintiendo ganas de llorar.
Cerré los ojos con fuerza y comencé a gritar como si estuviera agonizando, si seguía así me quedaría afónica pero eso ahora no me importaba. Pensé que iba a ser mi fin cuando sentí que caí en algo suave, dejé de gritar y lentamente retiré mis manos de la cara. Abrí los ojos con miedo de lo que me iba a encontrar pero me vi montada en lo que parecía ser un grifo, una criatura mitad águila mitad león.
Increíble.
–Gracias. –modulé como pude, todavía estaba algo aturdida por lo ocurrido.
No sé si sería debido a lo aturdida que me encontraba, pero me pareció ver cómo el grifo asentía, era como si hubiera comprendido lo que le había dicho. Comenzó a volar hacia la cima con una velocidad increíble, tuve que agarrarme a sus plumas para evitar caerme y observé cómo atravesábamos de nuevo la niebla hasta encontrar a mi amigo mirándome asombrado y confundido. Tenía los ojos rojos de haber llorado y parecía no creerse que estuviera allí con él.
–¿Liz? –preguntó sin creérselo.
–La misma, ¿Puede montar también? –le pregunté al grifo y observé como asintió, mientras me miraba de reojo. –Sube Akil, llegaremos antes.
El grifo se acercó a la orilla del saliente para que mi amigo pudiera montarse, se sujetó de mi cintura y emprendimos el vuelo de nuevo hacia la cima. Podía observar cómo todo se iba haciendo cada vez más pequeño conforme íbamos subiendo al risco.
Nada más llegar a la cima el grifo aterrizó con cuidado y nos bajamos con agilidad, fue fácil localizar a mis amigos, ya que los observamos asustados viendo como un dragón rojo estaba delante de ellos y otro dragón marrón los miraba con furia.
–¿No había sólo un dragón? –pregunté susurrando, ambos nos escondimos detrás de una piedra y el grifo imitó nuestra acción acostándose en el suelo.
–Parece que el dragón rojo está de nuestra parte, los está defendiendo. –observé bien y era cierto, el dragón rojo parecía proteger a mis amigos, sin embargo no estaba Dana, y eso me preocupaba. –¿Cuál es el plan?
–¿Tenemos un plan? –nos quedamos mirándonos sin decir nada. –Pensé que lo ibas a idear tú.
–Yo creí que tú tenías uno, por eso tu ánimo con subir.
–Genial, hemos venido sin tener un plan.
–Menuda heroína eres, siempre debes pensar en uno. –me aconsejó mientras observábamos los movimientos del dragón marrón.
–Tengo una idea. –sonreí con malicia después de maquinar el plan en mi mente, miré al grifo y este ladeó la cabeza confundido. –Pero necesitaré de tu ayuda, amigo.
Me monté de nuevo en el grifo y echó a volar siguiendo mis indicaciones, nos elevamos bastante para luego caer en picado hacia donde estaba el dragón marrón. Rápidamente saqué el arco que me había dejado Akil y le coloqué una flecha, al estar cerca le disparé dando de lleno en el cuello del dragón.
Éste gruñó de dolor y empezó a moverse de un lado a otro intentando sacarse la flecha mientras gruñía, mis amigos parecía sorprendidos con mi inesperada llegada, al igual que la princesa. Sonreí al saber que la flecha contenía un veneno muy fuerte hecho a base de algunas plantas, además reforcé la punta de la flecha con veneno y otros materiales para que pudieran atravesar las fuertes escamas del dragón.
Una gran idea por parte de Mauricio y los integrantes de la banda de los Renegados.
–¡Lizbeth! –gritaron contentos.
Vi como el dragón rojo se abalanzó sobre el otro para morderle el cuello, ambos gruñían pero ninguno cedía en la lucha. Mientras estaban distraídos peleando uno con otro, el grifo aterrizó cerca de mis amigos y me bajé para abrazarlos con una sonrisa en mi rostro, pero mi sorpresa fue que la princesa Cassandra fue quién me abrazó primero.
–Mi heroína. –susurró feliz de verme.
–¿No que era una inútil? –pregunté con burla, ella se separó y me dio un leve golpe en el hombro.
–Siempre lo serás.
–Me alegro mucho de verte, creí que te habíamos perdido en el pantano. –comentó Parzival con una gran sonrisa.
–Casi me perdéis pero soy resistente, además mi amigo Gus me salvó y acompañó a un pequeño campamento de renegados. –conté con una sonrisa, vi que todos se sorprendieron. –Ellos no son malos, soy muy amables.
–Siento interrumpir su reencuentro pero debemos marcharnos. –habló Akil algo nervioso, al ver cómo el dragón rojo iba perdiendo.
–Es cierto, debemos marcharnos. –avisé algo apurada por irme. –Mejor que la princesa monte en el grifo, los demás bajaremos por los túneles de la montaña.
–¡Espera! –Amelia me cogió del brazo antes de que me marchara, la miré confundida. –No podemos irnos sin Dana.
–¿Y dónde está? No la he visto. –pregunté confundida.
–Ella es el dragón rojo. –me confesó Eros con timidez.
Mi cara en estos momentos era épica, mi rostro lleno de sorpresa sería algo digno de ver en estos momentos. Eros parecía contener su risa, pero el rugido de Dana me sacó de mis pensamientos.
–¿Cómo es posible que sea un dragón? ¿¡Hasta ahora me lo decís!? –exclamé algo atolondrada.
–Esto no es como decirte: Hey tengo un lunar en el trasero.
–Lo sé, pero deberíais habérmelo contado, somos amigos. –suspiré cansada. –Bien, nuevo plan. La princesa se marchará con Amelia en el grifo. Akil, tú guiarás a los demás por los túneles. Nos reuniremos en las faldas de la montaña.
–¿Tú qué vas a hacer? –me preguntó la princesa Cassandra bastante preocupada. De cierta forma hizo que sintiera cosquillas en el estómago al ver cómo se preocupaba por mí.
–Lo mejor que sé hacer. –desenfundé mi espada y miré al dragón marrón con una sonrisa. –¡Meterme en problemas!
Le guiñé un ojo a Cassandra antes de salir corriendo hacia el dragón de color marrón, con dificultad logré subir por su serpenteante cola hasta llegar a su cabeza, a la que me aferraba con fuerza ya que quería librarse de mí. Agarré con fuerza la espada y se la clavé en uno de sus ojos, el dragón gruñó con fuerza mientras retrocedía.
De su cabeza salté a Dana, quién parecía inconsciente, y caí sobre su lomo. Con algo de dificultad escalé hasta su cabeza, empecé a gritarle mientras le daba algunos puñetazos para que reaccionara, aunque para ella serían como picaduras de mosquitos.
–¡Qué te despierte, Dana! ¡Es hora de volar pedazo de reptil inútil!
Dana reaccionó y abrió uno de sus ojos, me miró y se reincorporó con rapidez. Mientras el otro dragón intentaba quitarse la espada de su ojo sin éxito, Dana desplegó sus alas y comenzó a volar lejos de allí. Suspiré relajándome mientras me acomodaba en el lomo de mi amiga para no caerme.
El vuelo fue tranquilo hasta que sentí la presencia de alguien detrás mío, me giré alertada por aquel presentimiento y vi al mismo hombre que apareció en la iglesia. Se acercó con rapidez a mi y me habló con rabia.
–Estás interfiriendo demasiado, Lizbeth Jones. –dijo con voz grave y áspera. –Es mejor que me libre de ti.
Antes de que pudiera hacer nada, sentí como me empujaba del lomo de mi amiga para caer al vacío. Cerré los ojos esperando el golpe que acabaría conmigo cuando de pronto sentí como si hubiera caído contra algo duro y frío, abrí los ojos con dificultad y observé que me encontraba dentro de un pozo.
Confundida por lo ocurrido me levanté y observé que me encontraba en la misma iglesia en la que empezó todo. Comencé a preocuparme, por lo que salí del pozo con rapidez para asegurarme que no había sido un sueño, no podía haber regresado a mi época así como así. Mis sospechas fueron ciertas cuando vi que tenía la misma ropa que cuando fui a por la princesa Cassandra; unas botas de cuero, unos pantalones de tela y una camisa del mismo material.
–¿Pero qué demonios? –susurré viendo el lugar. Es cierto que había ido a la edad media, pero no sabía como había regresado. No quería regresar todavía, tenía cosas que hacer allí.
–¿Liz? –me giré y vi a mi amiga Alessa viéndome en la puerta algo confundida. –¿Qué ropa traes puesta? En fin, nos debemos ir, tenemos que regresar al albergue. Casi es hora de cenar.
–No me lo puedo creer. –sentí que las piernas me temblaban y me senté en el suelo, mi amiga corrió hacia mí y me miró preocupada.
–¿Qué te sucede? Llamaré a una ambulancia.
–He regresado, no es posible, yo...--negué algo alterada. –No puedo haber regresado, no ahora.
******************************************
*Grifo en multimedia.
-Dato: No hay que confundir un Grifo de un Hipogrifo. El grifo tiene la parte delantera de águila mientras que las dos patas traseras son de un león. El hipogrifo por su parte tiene la parte de atrás de caballo, un claro ejemplo sería el de Harry Potter.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top