Extra
Forks, Washington.
Año 2047.
Forks seguía tan nublado como siempre, su cielo gris y encapotado seguía teniendo ese odioso encanto que tantos recuerdos le traía.
Un coche blanco se movía por las calles del pequeño lugar en una única dirección. Sus ojos escarlata recorrían cada árbol y arbusto a su alrededor. Un extraño sentimiento se instaló en su corazón cuando el instituto se alzó a lo lejos.
Xanthe sintió el apretón de una mano en su pierna y giró levemente la cabeza para ver el pálido rostro del conductor.
Keon no la miraba, sus ojos fijos en la carretera mientras daba suaves caricias en su pierna para reconfortarla. Sus párpados bajaron y una sonrisa se instaló en sus labios. Ninguno dijo nada mientras seguían su camino, no tardaron mucho en llegar a su destino luego de aquello.
La pelinegra observó a su alrededor, la casa en la que había pasado parte de su infancia seguía medianamente igual, los colores en la pared exterior estaba un poco opaca más seguía teniendo aquel encanto simple que le gustaba.
— ¿Aquí vive el abuelo?
Una aterciopelada voz se escuchó desde el asiento trasero, Xanthe movió su cabeza para descubrir a su hija y su mejor amigo, Nahuel, mirando el exterior con ojos curiosos.
— En teoría—contestó la mayor mientras asentía la cabeza.
Xanthe no esperó a que los otros tres salieran del automóvil, abrió la puerta y colocó sus pies en el asfalto. Un sentimiento de nostalgia golpeó su pecho con fuerza y la hizo estremecer. Con pasos lentos se fue acercando a la puerta de madera frente a ella, sus dedos acariciaron con suavidad el timbre antes de presionarlo con rapidez evitando que una vocecita en su mente la hiciera arrepentirse.
Las distantes voces que había escuchado dentro se detuvieron un instante antes de que un rápido y relativamente alegre caminar se acercara al lugar. La puerta fue abierta y unos achocolatados ojos se clavaron en los suyos propios.
Xanthe no pudo evitar hacer una mueca de desagrado, era la viva imagen de su madre.
La menor pareció dudar un instante antes de preguntar:— ¿Qué queréis?
Los tres vampiros restantes se habían colocado detrás de la pelinegra y miraban la situación en silencio.
— ¿Está Charlie Swan?—la voz de Xanthe se desplazó como un soplo de aire frío, la frialdad en su voz era algo que las personas detrás de ella ya estaban acostumbrados a escuchar cuando la contraria se sentía nerviosa.
— ¿Eres Keon?—la pregunta de la pelinegra fue ignorada por la joven que sostenía la puerta.
— Bueno volver a verte, Renesmee—contestó el vampiro.
— ¿Qué hac-
— ¿Está Charlie o no, niña?—la paciencia de Xanthe era bastante limitada, por lo que su tono de voz sonó molesto.
El lento caminar de una mujer se hizo presente y el arrugado y cenizo rostro de Sue Clearwater apareció frente a ella. A pesar de su edad, no aparentaba ser tan mayor por lo que a Xanthe le costó creer que tuviera una edad similar a la de su padre.
La señora se detuvo y una expresión de sorpresa cruzó su rostro.
— Imposible.
La pelinegra hizo una mueca y dio un paso al frente.
— Hola, Sue.
Sue Clearwater no pudo evitar acercarse y rodear a la vampiresa frente a ella con sus menudos brazos. Sus ojos estaban abiertos con sorpresa ante la imagen frente a ella.
— ¿Cómo? ¿Cómo es...
— Larga historia, supongo—concluyó.
Sue pareció darse cuenta de algo antes de invitar a los presentes a pasar.
— Pasa, por Dios, pasa, pasa, está en el salón.
Xanthe avanzó con lentitud, el suave olor de la chimenea llegó a su nariz y un sentimiento de familiaridad la hizo calmarse; el interior de la casa estaba prácticamente igual a cuando se fue, pocas cosas habían cambiado y la foto de una Xanthe de niña y su padre se había movido de sitio para colocarse junto a la entrada, a la vista de todos.
En un único sofá se situaba un hombre de canoso cabello y delgada complexión que observaba tranquilamente la televisión. Las arrugas se habían instalado por todo su apuesto rostro, y las bolsas bajo sus ojos le daban una apariencia aún más cansada. El programa en el televisor era un viejo programa de casos policiales, algo que hizo sonreír a la recién llegada.
Sue avanzó junto a ella y llamó el nombre de su padre. El hombre detuvo sus acciones y giró su rostro en dirección de la voz.
Frente al viejo hombre se alzaba una joven y pálida figura de oscuro cabello negro y rojizos ojos que lo miraban con cierto temor y timidez. Sus manos estaban cruzadas delante de su estómago mientras miraba directamente en su dirección. Charlie Swan abrió la boca en un atisbo de decir algo, más cuando fue a pronunciar una sílaba rápidamente calló y se levantó del sofá. Tomó su fiel bastón en mano y con pasos dudosos de acercó a la imagen que él creía que era un espejismo.
Xanthe se sintió nerviosa cuando el hombre estuvo cara a cara con ella. Charlie seguía siendo más alto.
— Hola, papá.
El viejo hombre sintió sus ojos arder y poco después su arrugado rostro estaba siendo bañado por las saladas lágrimas que brotaban de éstos. El bastón cayó al suelo y sus cálidos brazos rodearon el helado cuerpo de su hija, de su pequeña niña que durante tanto tiempo creyó que había perdido.
Charlie estaba abrazando a su pequeña Xanthe nuevamente.
— Mi pequeña—la ronca voz hizo eco en sus oídos, Xanthe reaccionó y abrazó con suavidad al hombre.
— Siento no haber podido venir antes, había cosas que debía resolver antes de encontrarme contigo.
El hombre se separó de golpe de la joven y su rostro se contrajo en una mueca de enfado.
— ¡Tonterías! ¡Eso no importa! Estás aquí frente a mi, déjate de disculpas—Charlie tomó los hombros de la pelinegra y la zarandeó con alegría—. ¡Mi niña está viva!
La voz de Keon se escuchó detrás de ella:— En teoría no.
Xanthe movió su pierna hacia atrás y pateó la rodilla del castaño. El vampiro se quejó, más no dijo nada más.
— ¿Son tu familia?—preguntó el hombre nuevamente. Xanthe había comenzado a caminar junto a él para ayudarlo a sentarse en el sofá nuevamente. Una vez que el hombre estuvo cómodamente sentado, la pelinegra asintió.
Señalando al híbrido dijo:— Este chico fue el que me salvó, estoy viva gracias a que de casualidad me encontró antes de que muriera completamente—Xanthe vio como los puños de su padre se apretaban, su fría mano acarició la mano de Charlie, reconfortándolo—. Él es Keon, mi actual pareja y confidente. Es quien me ha defendido sin vacilar todos estos años. Y ella...—sus ojos recorrieron a su hija, observando de reojo como su padre fruncía al ceño ante ella— es mi hija, Aithne.
— Diez pavos a que dice que se parece al otro—susurró Keon.
— Veinte a que Xanthe te saca de casa una vez que nos vayamos por decir eso—contestó Nahuel.
Aithne se acercó al hombre y sonrió con timidez.
— Es idéntica al Cullen—pronunció Charlie.
Xanthe hizo una mueca y asintió.
— ¿Alguna vez te contaron que estuvimos juntos por apenas unas semanas?
— Únicamente supe eso.
Mientras tanto, Nahuel había sacado su cartera del bolsillo trasero de su pantalón y agarró un billete de diez dólares para entregárselo a Keon a regañadientes.
Aithne se colocó frente al anciano, dejando que el hombre revolviera su cabello causando la risa de la menor.
— Hola, abuelo—la sonrisa se instaló en el rostro de la híbrida y el mayor vislumbró la sonrisa idéntica a la que tenía Xanthe.
La pelinegra se puso en pie y dejó que abuelo y nieta hablaran con tranquilidad. La vampiresa se detuvo junto a Renesmee, quien había quedado agazapada en una esquina, observando todo a su alrededor.
— Así que—la voz de Xanthe captó su atención—, eres mi sobrina.
La híbrida ya estaba hecha una mujer, su piel levemente bronceada y sus rasgos faciales bastante marcados.
— Y usted es mi tía—contestó con voz baja.
— Se podría decir que sí—rió—. ¿No tendrías que estar con los Cullen o Jake al menos?
— ¿Jake?—la menor alzó una ceja con interrogación plasmada en su rostro.
— Jacob Black, el lobo, ¿«auuú»?—dijo Xanthe imitando malamente el aullido de un lobo.
— Jacob es solo mi amigo y protector, no suelo quedarme con él en la reserva. Mamá Rosalie le habría roto las piernas hace mucho tiempo si fuera así.
Xanthe, para sorpresa de la contraria, soltó una carcajada.
Keon codeó a Nahuel y fingió secarse una lágrima:—Pobre perro, aún no la puso.
Una mirada molesta de Xanthe fue lo suficiente para que el castaño mantuviera la boca cerrada.
— ¿Los Cullen aún viven aquí?—se extrañó la pelinegra.
Rápidamente, Renesmee negó.
— No, se mudaron a un pueblo remoto en el norte de Canadá. Mamá y yo nos quedamos en nuestra casa y evitamos salir a menos que sea para cazar o pasear alrededor del bosque. Cuando visito al abuelo debo hacerlo por la noche y no me voy hasta la siguiente madrugada. Emmett también suele venir de vez en cuando.
— Es decir que sois como fantasmas.
— Algo así.
Para cuando el Sol bajó, y el negro se adueñó del cielo, la familia se había despedido del anciano y su pareja y se subieron al blanco coche con una adición al vehículo. Renesmee se sentaba en el medio de la parte trasera mientras mantenía una conversación con los otros dos híbridos, a decir verdad, tanto Nahuel como Aithne se alegraban de volver a ver a la otra híbrida, y la contraria al ya haber crecido (al igual que Aithne) podría tener otros tipos de tema de conversación con ellos, además de poder discutir y quejarse libremente sobre pequeños problemas que solo ellos como híbridos podían entender.
Keon y Xanthe en la parte delantera juntaban ambas cejas en confusión.
Cuando la amplia y sencilla casa se mostró frente a Xanthe, ciertos sentimientos se arremolinaron en su interior, recordando lo que había sucedido cuando Keon utilizó su don en ella hacía ya más de cuarenta años.
— ¿Estás segura de que quieres verla?—preguntó su pareja.
Xanthe cerró los ojos.
— Creo que de esta familia apenas tres de ellos valen completamente la pena, y Rosalie es una de ellas.
El castaño asintió y apagó el motor del coche, únicamente Renesmee y Xanthe bajaron del vehículo. La menor condujo a la vampiresa al interior de la casa, presionando los interruptores a medida que avanzaba e iluminando su alrededor.
Xanthe podía recordar de su especie de "visión" cómo lucia el lugar, más algunas cosas se habían cambiado con el pasar de los años. En el centro de la estancia a la que entraron de encontraba un negro e impoluto piano de cola que brillaba bajo las bombillas. Junto a éste un pequeño sillón mostraba la esbelta figura de una rubia inmortal.
Rosalie Hale mostraba un rostro serio, más cuando sus dorados ojos se encontraron con los rojizos de Xanthe, su cuerpo parecía haberse congelado. Tardó varios minutos en ponerse en pie y caminar con cuidado hacia la contraria. Renesmee se hizo a un lado y observó la interacción de ambas mujeres.
— Xanthe Swan—sus labios soltaron el nombre de la pelinegra como si no pudiera creer lo que sus ojos veían. Su mano hizo el atisbo de acercarse a la contraria más se retrajo, Xanthe elevó la comisura de sus labios y tomó la mano contraria y la acercó a ella, colocándola en su cara como para darle a entender que sí, que era ella.
Rosalie y Xanthe apenas habían tenido contacto cuando ella era humana, sin embargo, las pocas interacciones que habían tenido y las acciones de la rubia hacía ella le habían hecho confirmar que la rubia vampiresa era alguien que valía la pena conservar.
Por otra parte, Rosalie se había sentido extremadamente culpable cuando Xanthe nunca volvió a Forks, cuando Edward había vuelto de la mano de Bella y cuando la híbrida había nacido. A pesar de amar a Renesmee con todo su ser, admitía que cuando Bella estaba embarazada no paraba de pensar en la pelinegra.
Rosalie creía que lo que Bella había tenido en ese momento era lo que Xanthe hubiera merecido.
— No puede ser.
— ¿Por qué todos dicen lo mismo cuando aparezco divina y hermosa frente a ellos?—bromeó la pelinegra.
— Nunca creí que volvería a verte—admitió la rubia.
— Podría decir lo mismo.
— ¿Qué haces aquí?
Xanthe observó el lugar por encima una vez más, el lugar luciendo familiar y desconocido a la vez.
— Vine a visitar a mi padre antes de que fuera demasiado tarde, hubiera venido antes si hubiera tenido la oportunidad.
— ¿Has tenido problemas?
Xanthe negó.
— Para nada, he tenido que lidiar con ciertos problemas en casa. A veces hay que enseñar a la gente a quién deben respetar.
La rubia soltó una risa, siendo completamente ajena de lo que aquello significaba.
— ¿Qué te pasó?
Xanthe no se quedó allí durante mucho tiempo, luego de una hora y de que Rosalie le contara lo que había sucedido con ellos durante aquellos últimos años y la pelinegra le contara su lado de la historia, la contraria se despidió de ambas féminas en la casa y se alejó directa a su coche.
El blanco vehículo tenía una delicada y blanca paloma posada en el techo, Xanthe se detuvo al reconocer el tan familiar ave. Se acercó y tomó el pequeño trozo de papel que se ataba a su pata derecha. La pelinegra entró en el coche tras despedir a la paloma y suspiró.
Keon encendió el motor y puso el coche en marcha para partir. Mientras tanto, Xanthe había quitado la pequeña cuerda del papel y lo desplegó, revelando una hermosa y delicada caligrafía.
«Te necesito en Volterra.
Jane.»
La pelinegra suspiró.
— Da la vuelta.
Keon la miró y preguntó:— ¿Qué pasa?
— Volvemos a casa, Jane nos necesita.
Aithne saltó desde el asiento trasero y se acercó a sus padres:— ¿Dejamos Forks?
Xanthe acarició su rostro y sonrió.
— Volveremos en unos días, pero ahora tenemos que ayudar a Jane con algo.
La menor asintió y volvió a acomodarse en el asiento trasero junto a Nahuel.
El vehículo aceleró y rápidamente desapareció, dejando que Xanthe Swan desapareciera de Forks una vez más.
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