VEINTIDOS


― Jungkook, es una buena idea, además JiMinie es muy capaz.

― Puede pasarle algo, mamá. No quiero que esté en un lugar que no conoce solo por tanto tiempo, y-

― No eres su padre, deja de preocuparte tanto, cariño.

― No puedo. ― Murmuró apenado, sus mejillas teñiéndose de un tenue naranja.

JiMin trataba de no intervenir en su pequeña discusión, sólo se limitaba a sonreír pues era divertido. Jungkook tenía una mirada seria pero un puchero en los labios y Julie lo regañaba con los brazos cruzados y frunciendo un poco su nariz.

Aunque Jungkook no quisiera, estaba decidido. JiMin ya había decidido lo que quería y Julie lo apoyaba, así que era suficiente.

Él entiende que Jungkook quiere protegerlo, pero algunas veces suele ser sobre-protector. Como ahora.

― Terca.

― ¡Terco tú!

JiMin se carcajeó un poco, Jungkook suspirando y rindiéndose, cruzado de brazos se recostó en el respaldar del sillón. Julie iba a decir algo, seguramente alguna broma por la forma en la que sus labios se elevaban, pero su mirada se desvió hacia la puerta y unos pasos se acercaron.

― Buenos días, Julie.

― Hola, Doctor Kim. ― Sonrió, con un extraño brillo en los ojos.

― ¿Como se siente? ― Se acercó a revisar las máquinas que señalaban los signos vitales de Julie.

― La tos persiste, pero me siento mejor. ― Asintió con el hombre a su lado, mirándola con una gran y brillante sonrisa.

Era atractivo, pero parecía algo mayor.

― Bien, eso es bueno, pero aún debemos hacerte otros exámenes. ― La mujer asintió y el hombre se dirigió a JiMin y Jungkook que los veían a ambos. ― Les pido que salgan un momento, ¿Sí? También hay que dejarla descansar a solas.

Jungkook asintió desconfiado y JiMin acarició su espalda. Estará bien, le susurró.

Se levantaron con cuidado del sillón y pronto se encontraban en la cafetería, listos para tomar su bien merecido desayuno. Pero claro, en medio de la comida Jungkook no pudo dejar de lado aquel tema.

― No te sientas obligado a ir, de todas formas mamá no trabaja sola, es un negocio con sus amigas del vecindario, sus socias. ― Le dió un sorbo a su café.

― Lo sé, y no, no me siento obligado. ― Le sonrió.

Jungkook suspiró. ― No quiero dejarte allá por tu cuenta, no sabemos qué clase de peligros hay y no deberías hacer muchos esfuerzos de todas formas...

― Primero, estás siendo muy paranóico. No es la mejor zona pero tampoco es peligrosa. Segundo, TaeHyung dijo que estaba fuera de riesgo.

Jungkook lo miró y suspiró rendido, dándole un mordisco a su emparedado. Con el ceño fruncido y la mirada en la mesa.

JiMin tomó su mano y negó con una sonrisa divertida. ― Eres muy sobre-protector. No estoy hecho de cristal, Jungkook.

― Es mi deber. ― Pronunció con su típica mirada seria.

JiMin se estiró hasta dejar un suave beso en los labios de Jungkook. ― Eres muy tierno, cariño.

Jungkook se sonrojó y desvío la mirada, sintiéndose cohibido.

JiMin solía ser el más cariñoso entre los dos, por lo tanto le robaba besos dónde sea y como sea. Siempre con su linda sonrisa y suave voz que dejaban embobado al de ojos verdes.

― Muy lindo también.

Jungkook lo miró con las mejillas coloradas y el ceño fruncido.

― No digas eso.

― Jungkookie. ― Lo llamó de forma melosa.

Jungkook sabía lo que JiMin quería hacer con sus palabras. Y lo estaba logrando.

― Muy, muy guapo. ― Dejó un beso en su mejilla y Jungkook sólo pudo relajarse ante el tacto cálido. ― ¿Ya no estás molesto?

Negó luego de unos segundos, murmurando. ― Ya no lo estoy.

Sabe como tocar mi punto débil, pensó Jungkook.

Carraspeó y observó los lindos ojos dorados del menor, a la espera de su respuesta.―Si es tu decisión, voy a aceptarla aunque me preocupe. Pero quiero una sola condición, ¿Si?

― Bien, dilo. ― Le dio un sorbo a la bebida caliente entre sus manos.

― No me sentiré tranquilo si no te llevo por la mañana y te recojo por la noche los días que debas ir.

JiMin lo pensó y al final sonrió. ― Me parece bien, trato hecho. ― Ambos juntaron sus manos en un suave apretón y siguieron con lo que quedaba de la comida en la mesa.

Cuando terminaron dieron un par de vueltas por el hospital y su lindo jardín hasta volver a la habitación de Julie.

Pasaron una noche tranquila, cumpliendo su palabra y quedándose a dormir.

A la mañana siguiente regresaron a casa y luego de un buen desayuno, un par de besos y demás, Jungkook llevó a JiMin hasta la puerta de la misma tienda de telas y trabajos de confección. Pronto estuvieron ambos dentro del pequeño lugar.

JiMin observó las máquinas de coser, estantes con telas llamativas y hermosas en las paredes. Sonrió ansioso detrás del gran cuerpo del oji-verde, pero con sus dedos entrelazados.

― ¡Pero si es Jungkook! ― Escuchó los pasos de tacón. Y luego de cuero de su pareja fue rodeado por unos brazos femeninos que lo soltaron casi al instante. ― ¡Has crecido tanto! ― Chilló.

― Oh, el hijo de Julie. ― Escuchó una voz diferente, más rasposa y calmada. ― ¿Como has estado? Estás tan alto.

― Bien, muy bien. ― Jungkook sonrió levemente dando una pequeña reverencia ante las señoras. ― Buenos días a todas.

― Buen día, querido. ― Otra voz más. ― Hace mucho no te veíamos por acá. ― Era una voz suave.

¿Cuántas mujeres más habían? ¿O eran sólo tres como hasta ahora? JiMin no podía saberlo, Jungkook le obstruía la vista.

― Sí, no pude venir a visitarlas. Lo lamento.

― ¡Para nada, no te preocupes! ― La primera mujer exclamó, tomando sus mejillas y apretándolas con cuidado. Jungkook rió. ― ¿Y qué te trae por aquí, eh?

― ¿Nos contarás el porqué Julie no ha estado en la tienda?

― ¡Sí! Cariño hemos estado timbrando a su celular ¡Y no responde!

― ¿Acaso pasó algo malo? Dinos que no, corazón...

― Justo a eso venía, tía. ― Jungkook jaló la mano de JiMin con cuidado y lo trajo a su costado, revelando su pequeña y embarazada figura. ― Pero antes, les quiero presentar a JiMin, Park JiMin, mi pareja y...

― ¡Que tierno es! ― JiMin observó a la mujer con voz enérgica, apesar de su edad. Sobre zapatos de tacón anaranjados y una blusa del mismo color. Parecía tener una personalidad burbujeante y una sonrisa animada. Se acercó y apretujó su rostro con sus tersas manos. JiMin soltó una pequeña risa. ― Y está en cinta, que lindura.

― ¿Tú eres JiMin? Julie nos ha contado mucho de ti. ― Una mujer de ojos caídos y arrugas amistosas se le acercó. Era la más bajita de las tres mujeres. Tenía una voz muy suave. ― Eres tan lindo como ella dijo. ― Asintió a sus propias palabras. ― Soy Kim Hae-sook.

― Un gusto en conocerla. ― Hizo una pequeña reverencia al igual que Jungkook hizo, pero él posaba sus manos en la parte baja de su sobresaliente vientre. Hae-sook notó esto muy tierno.

Una mujer, la más alta y de voz rasposa pero calmada le sonrío tan sólo un poco. Cabello muy corto y una piel bien conservada, quizás la menor de las presentes.

― El gusto es nuestro, JiMin. Yo soy Son JinSul pero puedes decirme Jin. ― Puso una mano en su pecho como señalándose, y con la otra mano trajo a la de voz animada. ― La mujer revoltosa que ves aquí es mi esposa, Son YeJin. Tiene cuarenta años pero se comporta como si tuviera diez.

― No soy revoltosa, soy divertida. ― Le sacó la lengua y se cruzó de brazos.

JiMin tomó del brazo a Jungkook y le sonrió.

― Un gusto, Jin y YeJin noonas.

― Nada de eso, ¡Eres como de la familia! Dinos tías.

― Oh, de acuerdo, tía. ― Sonrió tímido, pegando su mejilla al fuerte brazo del más alto, que le sonrío como tonto y al observar las miradas divertidas de las mujeres sobre su persona carraspeó.

― A lo que venía. Pues verán, JiMin ayudará aquí en la tienda tomando el puesto de mamá mientras ella regresa. Y no se preocupen, JiMin sabe manejar la aguja y el hilo, mamá le enseñó de todo un poco, lo básico.

Las tres mujeres se miraron entre ellas confusas, y YeJin preguntó:― Algo pasó, ¿No es así?

Jungkook intercambio miradas con JiMin y suspiró. Le contó todo. Se lo tomaron bien, pero la sorpresa y angustia de que su socia, su amiga cercana, que Julie sufría de tuberculosis estuvo presente en sus rostros.

― Ahora puedo entender. Tenía el rostro más delgado y hasta mareos... ella decía que no era nada. ― Hae-sook dijo, con una mano en el pecho y otra en el rostro. Parecía tener los ojos acuosos.

― Esa mujer, tan terca como siempre. ― Jin sujetó la mano de su esposa y la ayudó a sentarse, sintiéndose mal. Era la más cercana a Julie. ― Pudo habernos pedido ayuda antes de invertir tanto dinero en las remodelaciones... ― Se lamentó.

― ¿H-hay algo que podamos hacer, cariño? ― Preguntó YeJin.

― Por ahora no. ― Formó un mueca y miró el reloj digital en la pared a su izquierda.

Se le hacía tarde.

― Pero sin duda iremos a visitarla, YeJin, así que no llores. ― Hae-sook le dió palmaditas en la cabeza a la mencionada, quién se apegó al tacto como un cachorro, sorbiendo la nariz y con una mueca extraña en el rostro.

JiMin sonrió enternecido.

― Me temo que debo ir al trabajo y ordenar un par de cosas. ― Rascó la nuca de su cuello. ― ¿Está bien si JiMin se queda hoy?

― Sí, puedo ser de ayuda. Ayudaba a Julie cuando llevaba el trabajo a casa. ― Sonrió sin mostrar los dientes.

Jin se le acercó y posó una mano en su hombro. ― Por mí está bien, serás nuestro aprendiz.

El menor asintió emocionado. Tan trasparente como siempre.

El hombre más alto da un paso hacia atrás y atrae a JiMin para despedirse. ― Vendré a recogerte por la noche, ¿Sí?

YeJin interfirió. ― Oh, no, tenemos un auto, podemos dejarlo sano y salvo en tu casa.

Jungkook parpadeó indeciso, pero asintió. Confiaba en ellas, las conocía de prácticamente toda su vida. Aunque desearía llevarlo por su cuenta, viajaría más seguro y cómodo en el auto de YeJin y JinSul.

JiMin vió su rostro y con una sonrisa que escondía sus bellos ojos dorados, besó con cariño su mejilla. El oji-verde sonrojándose al instante.

― Te veo en la casa, Jungkookie.

― Te veo en casa, bebé.

Yéndose de ahí sonrojado y dejando a JiMin aún o más colorado que él.

Para los que no saben tengo más historias kookmin, así que, si desean pueden echarles un vistazo.

- Mgg.

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