One Shot III: Lo de siempre

Advertencia: La siguiente lectura es para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de situación erótica y sexualmente explicita, relación consensuada a menor e imágenes eróticas. El lenguaje puede ser ofensivo y vulgar para el lector, se recomienda discreción. Por ultimo menciono que esta lectura no está a favor de practicar esto en la vida real, recuerden que es un relato de ficción erótica.

One Shot escrito por SweetEles y DarkLunacci para formar parte de esta colección ( u>w< ) por favor,  cualquier queja por mensaje privado.

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One Shot III: Lo de siempre

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Hoy es sábado lo que significa que es parte del fin semana para Wendy Corduroy, después de estar trabajando toda una semana entera, era merecedora de un descanso. Solo con un ligero cambio de planes.

Mabel se uniría a su día a causa de que su fiesta de pijamas que tenía esta tarde con sus amigas fue cancelada de último momento, debido a que Candy Chiu presentaba un fuerte resfriado a lo que sus amigas catalogan el grado 3 en la escala de resfriados comunes, así que la chica asiática necesitaría reposo absoluto por lo que Grenda y Pacifica dijeron que era mejor posponerlo para el siguiente fin de semana por el bienestar de su amiga. Mientras que su hermano gemelo Dipper había ido con Ford y Soos acampar por el bosque este fin de semana.

Wendy no estaba segura de invitarla ya que la adolescente estaba muy desanimada, sabía que ella había esperado por esa fiesta de pijamas desde la llegada al pueblo.

Mabel podía haberse quedado en casa junto a su tío Stan a ver una maratón de novelas románticas turcas con drama total y absurdo que nunca pasaría en la vida real. Pero en vista que Tambry no iría este sábado con Wendy porque saldría en una cita con Robbie. La pelirroja no se quedaría de brazos cruzados, así que tuvo la grandiosa idea de no quedarse sin planes y no ver a su amiga sufriendo con su tío, la invito evitando que se aburriera y tomara el lugar de su amiga ¿Qué podría salir mal? Ambas se llevan bien y son muy buenas amigas, este sería un buen fin de semana para disfrutarlo.

Las chicas se fueron desde temprano para empezar con su día especial.

- - ¿Y qué se hace cada sábado? – Pregunto la castaña emocionada cargando su bolso y terminando de alisar su flequillo.

- - Mabel te vas a divertir, tal vez no pudiste tener tu extravagante fiesta de pijamas pero esto evitaras que te aburras con el viejo Stan. – Comento la pelirroja. – Nadie se queda un sábado entero viendo novelas turcas.

- - ¡Ey! No son tan malas – Soltando una risita.

- - No, eso sí que no. – Negando con la cabeza. – Suficiente tengo de verte intentando aplicarla con cada chico que entre a esa tienda.

- - No soy tan enamoradiza.

- - ¿Enserio?

- - Bueno un poco – Sonriendo suavemente de sus labios rosados.

- - Pero antes que nada, primero daremos una parada a comer en Greasy's Diner – Menciono señalando el restaurante. – No podemos irnos con el estómago vació.

- - Suena bien, es una lástima que Tambry no vinieran – Mostrando una sonrisa tímida.

- - Sí pero eso no arruina un sábado perfecto, los planes deben de seguir, y tú y yo no nos aburriremos. – Comento. – Aparte se entiende ¿Cuántas veces tú novio te invita a una cita?

- - Cierto, no sabría – Dijo Mabel con suma inocencia. – Como casamentera de verano, no puedo permitir que Tambry eche a perder una cita.

- - Sí, aparte tú y yo tenemos una salida pendiente desde el año pasado.

- - Es verdad, prometimos tener nuestro propio día de chicas... - Bajando la mirada. – Pero se nos olvidó.

- - No hoy, así que este día es de nosotras.

- - ¡Sí!

- - Pero como dices no podemos empezar el sábado sin antes tener el cuerpo recargado con comida.

- - Exacto.

En cuanto llegaron a Greasy's Diner las chicas se sentaron en una de las mesas para tomar su almuerzo, eran alrededor de las once de la mañana cuando salieron de la cabaña. Ellas pidieron sus alimentos mientras que la castaña sacaba un tema de conversación sobre las nuevas canciones de sus grupos preferido o que galanes de cine eran perfectos para una cita romántica de ensueño.

Wendy reía de tan solo imaginarse con sus actores favoritos en una típica novela de romance adolescente. Después de un rato estaban decidiendo si ir a ver una película primero o empezar en el área de juegos del centro comercial. Linda Susan hizo un comentario cuando vio a Mabel junto con Wendy.

- - Oh vaya nueva integrante, eso significa que saldrás más con tu amiga. – Comento la camarera. – Hace tiempo que no las veía juntas desde el verano ante pasado.

- - Bueno ha sido un tiempo – Dijo Wendy avergonzada al recordar que llevaba un buen rato sin salir con la gemela Pines, siempre estaban acompañadas de Dipper y sus amigos. Pero jamás ellas solas.

- - Este fin es de Wendy y yo, el siguiente con las chicas – Dando un sorbido a su malteada de fresa. – Aunque puedes unírtenos a la fiesta de pijamas que armaremos las chicas, Wendy.

- - Lo pensare, tal vez acepte no tengo planes el siguiente fin de semana jeje.

- - Tú solo ve consiguiendo la pijama, que en cuanto se recupere Candy haremos la mejor velada. – Soltando una risa suave. – Sera divertido.

- - Ya me tentaste chica – Frotándose el brazo. – Igual te avisare.

- - ¿Lo prometes? – Alzando su dedo meñique.

- - Sí, lo prometo – Entrelazando su dedo.

PV Wendy

No era de aceptar reuniones de adolescentes, pero tampoco quería arruinar el día. Más tarde buscare la excusa para rechazar la fiesta de pijamas. Mabel ha sido mi mejor amiga desde que llego a Gravity Falls, no quisiera dañar sus sentimientos. Pero debe entender que ya no estoy en edad de ver revistas de adolescentes o tener charlas de gusto por los chicos, se entiende que son niñas de secundaria.

Tomo de su malteada de vainilla despejando sus pensamientos un momento y siguiendo con la conversación de su amiga mientras le mostraba en su teléfono la cartelera de cine.

PV Narrativo

El par continúo con sus planes en el centro comercial, habían decidido ver una película temprano. Llegaron al cine a ver una de las primeras funciones de estreno; verían Spiderman: No Way Home, una de las películas que había esperado ver la adolescente desde hace unos meses. Aprovecharon para comprar palomitas y refrescos y comprar las entradas en 3D.

Wendy disfrutaba bastante de la película, entre gritos de sorpresa y asombro la gemela no habían parado de disfrutar las escenas junto a su amiga. Aproximadamente unas dos horas y media saliendo de la sala estaban con la boca abierta por las escenas post créditos, no paraban de hablar sobre la película cuando de repente aprovecharon a dar otra parada a la sala de juegos que tenían dentro del lugar.

Mabel había retado a su amiga Wendy a escalar en la montaña rocosa de la zona de juegos. La pelirroja había aceptado el reto y en cuanto se colocó el equipo para escalar junto con la castaña ambas habían dejado atrás a varios chicos que estaban escalando.

Muchos miraban el entusiasmo de ambas chicas mientras competían al ras de subir los peldaños. Mabel era una experta escalando los peldaños como si nada, solo que para su mala suerte miro hacia abajo y se mareo inmediatamente, siendo Wendy la ganadora del reto no sin antes sentir una pulsada de dolor en su hombro izquierdo. Se detuvo a la mitad y se dirigió junto a su amiga sujetándola de la cintura.

- - Mabel te tengo, vamos a bajar ¿de acuerdo? – Sintiendo el dolor muscular con fuerza.

- - Sí... - Sonando terriblemente mareara.

Ayudo a su amiga a bajar mientras reía al verla derrotada, y pensar que hace unos minutos iba ser derrotada por la castaña.

- - Un poco más de altura y me hubieras ganado – Dijo Wendy.

- - Olvide que me merezco esto por intentar quitarle la fobia a mi tío.

- - Si te sirve de consuelo, dejamos atrás a esos chicos, solo escalaron la mitad de la pared.

- - ¡No somos tan malas escalando! ¡Ni tampoco perdedoras! – Se cubrió la boca sintiendo las náuseas. – Voy a esperar un poco a que esto pase.

- - Ya se, el perdedor – Comento Wendy con una sonrisa de oreja a oreja. – Deberá comprar los helados.

- - Un helado, eso suena bien. – Levantándose. – Ya estoy mejor, así que vamos por ese helado.

- - Suena más una recompensa para la glotona. – Viendo a la chica recuperar la compostura.

- - ¡Ey! Me gusta el helado – Soltando una risa burbujeante.

- - Entonces que esperamos ¡Vamos por esos helados! – Haciendo un gesto de seguimiento.

Las chicas caminaron por los pasillos del centro comercial antes de ver los escaparates de las tiendas anunciando promociones de verano en los vestidos y ropa.

- - ¡Wendy mira! – Señalando las tiendas de ropa. – Esta al 40% la ropa, vamos a ver.

- - Mmm... comprar ropa no nos quitara mucho tiempo, aparte necesito una camisa nueva – Siguiendo a la castaña.

- - Solo será una compra mínima y luego iremos por ese helado.

- - Tú dijiste, ya que lo voy a querer doble – Mostrando una sonrisa orgullosa. – Pediré muchos toppings.

- - ¿Quieres dejarme en bancarrota? – Alzando una ceja la menor.

- - Tú perdiste.

- - Apretare fuerte – Murmuro la chica sosteniendo su monedero. – Solo comprare unos vestidos.

Aprovecharon para entrar a la tienda de ropa a probarse nuevos conjuntos. Wendy vio a su amiga tomar varios conjuntos y probarse distintas cosas, aunque noto que desde hace unos minutos como varios chicos habían dado miradas a la pequeña castaña y a ella. La pelirroja coloco una pose atrayente a los chicos, no iba dudar en coquetear con algunos. Aunque cuidaría mucho de su mejor amiga ya que es muy enamoradiza.

PV Wendy

Ya habían tardado ese grupo de chicos que nos iba siguiendo del centro de juegos. Cuantos adolescentes embobados. Mabs sabe cómo atraerlos pero será mejor mantenerla alejada.

No iba a desmentir que su amiga era una chica muy hermosa y coqueta a su tierna edad de catorce. Tal vez no tendría un cuerpo tan desarrollado como el de su amiga Pacifica Noroeste o su estatura no fuera tan alta como Grenda que robaba mirada de algunos chicos cuando pasaba y lucia sus piernas torneadas de tanto correr y estar en el equipo de básquetbol. La pubertad había hecho milagros en las amigas de Mabel. Aunque la castaña era la más atrayente del grupo para unos sujetos. Fácilmente ella conquistaría a esos sujetos por su actitud enérgica, inocente y su delicado cuerpo de señorita.

A los hombre les gusta las chicas de apariencia lolita, y Wendy lo supo cuando sus amigos Nate y Lee intentaron conquistar una vez a su amiga. Por suerte Mabel no se dio cuenta en ese momento.

Hasta parece que lo hace intencionalmente, será que no se ha dado cuenta que es demasiado coqueta a los chicos mayores.

- - Wendy ¿Cómo se ve? – Mostrando un vestido rosa a cuadros color pastel que se delineaba perfectamente el contorno de sus agraciadas curvas féminas.

- - Te ves hermosa – Dijo la pelirroja aplaudiendo al no poder creer lo que veía. – ¿Lo llevaras? – Pregunto esperando la respuesta de su amiga. Sí lo llevaba seria imán de chicos, y si no, estaría a salvo un verano más.

- - No entra en la rebaja, pero no pude resistirme en probármelo.

- - ¿Te tomo foto? – Susurro la pelirroja.

- - ¿Puedes? – Colocando ojos brillantes ante la idea.

- - Solo para recordarte que lo debes comprar cuando el viejo Pines nos pague en nuestro trabajo.

- - ¡Cierto! El día de paga, podría comprarlo más adelante.

- - Okey, entonces déjame tomarte una foto – Sacando su celular entro al vestidor con la castaña. – Posa.

- - ¿Así? – Extendiendo la falda del vestido.

- - Siéntate en el taburete.

- - Sí – Colocando una pose con las manos encima de su regazo y la cabeza alzada.

- - Perfecto.

- - ¿Cómo se ve de atrás? – Dando una voltereta y dando la espalda a la pelirroja, ladeo su rostro dando una mirada tierna de sus ojos avellanados.

Carajo se ve demasiado tierna, definitivamente si se lleva ese vestido los hombre no pararan de verla. Hasta podría ayudarle en conseguir una cita y de paso yo encuentro un novio lindo y atractivo. Bueno tal vez si le recuerde de comprar ese maldito vestido.

Wendy sin pensarlo mucho tomo la foto viendo que esa foto podría considerarse la más coqueta o sexy que pudo haberle tomado a la gemela Pines. Simplemente la pose y el perfil de su rostro con su cuerpo dando la espalda y mostrando su cuerpo lucir ese vestido simple y sencillo la hacía lucir como esas fotos de lolita que aparecen en internet.

"Carajo ¿Qué acabo de hacer?"

La mujer estaba ruborizada de tan solo pensar que su dedo aplasto sin apartarlo de la pantalla más de 12 fotos haciéndola lucir como un gif en movimiento con su rostro haciendo una mueca seductiva y pestañando con la mirada.

- - ¿Cómo quedo? – Pregunto la adolescente emocionada.

- - Perfectas... - Dijo la chica con una sonrisa nerviosa. – Creo que te dejare cambiarte, en un momento te las paso.

- - Pero me las pasas Wendy – Admirando más el vestido.

Salió inmediatamente del vestidor sudando frío y soltando un suspiro.

- - Mierda es linda, de seguro cualquier chico será pan comido – Se relajó un poco caminando y viendo su celular que ahora guardaba unas fotos que de seguro Nate y Lee querrán ver. – Dipper se las verá negras al cuidar mucho a Mabel de sus pretendientes.

De repente su teléfono celular sonó y se apartó un poco para ver el remitente del número. Había olvidado que tenía una cita en un salón de masajes que había reservado.

- - Oh mierda, ¿era hoy? – Viendo que llamaba con insistencia. – Le enviare un mensaje o se pondrá como loca. – El dolor en su hombro volvió más insistente y la pelirroja se debatía entre cancelar o ir, pero no sabría si su amiga la acompañaría. – En un momento termino de confirmar.

Fue a buscar una de las blusas que estaban en rebaja, pensando que la distraería de su dolor y su cita pendiente. Se probó las camisas encima de su ropa viéndose en los espejos, pero el dolor se intensificaba en sus músculos trapecio.

Mientras Mabel terminaba de probarse un vestido amarillo que encontró a mitad de precio, noto que su amiga Wendy se quejaba mucho del dolor de su espalda, viéndola sobarse la zona adolorida del hombro y probarse a medias una blusa.

- - ¡Wendy! – Le llamo a su amiga.

- - ¿Qué pasa Mabel? – Viendo el vestido que cargaba. - ¿Llevaras ese?

- - Sí, me gustó mucho – Viéndola sobarse el hombro. – ¿Estás bien Wendy? – Pregunto preocupada.

- - Sí, bueno más o menos – Comento. – Estado ayudando a mi padre en el aserradero los domingos para aligerar menos la carga de trabajo en la compañía y siempre que termino al final de cada domingo voy a que me ayuden a liberar un poco la tensión muscular. Ya sabes masajes relajantes para calmar los músculos adoloridos.

- - Oh ¿y te duele mucho ahora?

- - Pues me salte la sesión del domingo pasado, cuando ayude en el inventario de la tienda del señor Pines. Ya sabes ese día que salimos muy tarde – Soltando una risa nerviosa. – Tuve que cancelar y posponerla para el siguiente fin de semana, o sea hoy ya que estaban disponible este sábado y el sujeto que aplica ese masaje es el único masajista que me libera de esos nudos y la maldita tensión acumulada de toda la semana. – Colocando una expresión de gusto. – Pero no creo que se pueda, aunque parece que la tensión muscular crece y creo que escalar solo lo intensifico un poco más.

Viendo a su amiga colocar una expresión de preocupación.

- - Descuida un acetaminofén me quitara el dolor.

- - Mmm... podríamos ir y a que te ayuden a dar ese masaje. – Viendo la cara de sorpresa de Wendy. – Te quitaría ese dolor.

- - ¿Quieres ir? – Pregunto un poco nerviosa. – Seguro que quieres ir, aunque solo son masajes algo especiales, puedes ser algo incomodos ¿has ido a uno?

- - No, pero sería mi primera vez. – Embozando una sonrisa. – No veo que sea nada malo o nos quite mucho tiempo.

- - Bueno te seré sincera Mabs – Juntando sus manos para tomar aire y exhalar. – Si roba tiempo, pero lo vale. Lo vale mucho y mi masajista se toma su tiempo. Pero hace magia con sus manos.

- - Si te ayuda en esto, es mejor ir a parte no me gustaría verte adolorida. – Comento. – No canceles, vamos será rápido.

- - Gracias Mabel, solo por eso... te pagare una sesión. – Dijo Wendy. – Uno sencillo.

- - ¡No es necesario Wendy! Puedo esperar afuera – Coloreándose sus mejillas. – Es para ti, aparte no quiero que gastes dinero.

- - ¡A no! Y dejarte con el cuerpo adolorido después de escalar, no señor vamos a que te quiten el dolor muscular – Comento Wendy. – Aparte es un sencillo no es caro.

- - De acuerdo.

Solo un masaje sencillo, no quiero que Mabel espere mucho en la recepción. Si es que quiero que mi masajista me de todo lo que quiero.

PV Narrativo

Ambas chicas caminaron por el pueblo mientras que la pelirroja le explicaba del lugar al que irían refiriéndose que cerca del salón de masajes había un gimnasio y una tienda de ropa Hot Topic, la cual ingresaba mucho chico de estilo dark o gótico, diciéndole que su amiga Tambry casi duraba más de una hora comprando ropa entre diferentes artículos que casi no mostraba, pero que de seguro lo luciría con su novio Robbie.

En cuanto llegaron al lugar la castaña visualizo el edificio cubierto de una fachada de piedras de alhaja ovaladas en el marco de la puerta y la pared de un color gris azulado con borde oscuro y una puerta elegante de metal con un diseño de enrejado estilo victoriano, en medio estaba un carnero con cuernos y un ojo amatista en su frente.

- - Te va encantar este lugar, los chicos y chicas de este lugar hacen una maravilla para aliviar la tensión muscular. Es como si tuvieran poderes en sus manos – Dijo la pelirroja. – Tambry y yo venimos cada dos semanas los días sábados, aunque yo vengo más los domingos.

- - Vaya este lugar es muy elegante y se ve costoso – Murmuro la gemela viendo la recepción. – Wendy puedo esperar aquí, no es necesario que me pagues un masaje.

- - Tranquila, hasta eso es accesible.

- - Oye Wendy, después ¿podemos ir por un helado? – Pregunto con las mejillas rosadas, se había quedado con las ganas de comer una nieve.

- - Claro, solo hay que dejar que me quiten este dolor del demonio. Y tú pruebes un masaje relajante. – Deteniéndose un momento. – Al menos que te sientas incomoda que alguien te toque tú cuerpo.

- - Yo... Y-Yo no me siento incomoda – Coloreando sus mejillas. – Solo son manos presionando en la espada. Nada malo.

- - Bueno algunos son en la espalda... y otros en otras zonas del cuerpo.

- - ¿Cómo?

- - Brazos, piernas... abdomen – Este último lo menciono nerviosa. – Claro el límite es si lo permites.

Ingresaron al lugar encontrándose con una sala de espera muy ordenada y discreta con el toque elegante de los spa lujoso que solían verse en los programas de televisión. Lo cual pensaba la gemela que podría tratarse de un lugar sumamente caro, debido por la decoración del papel tapiz discreto en color guinda y el sofá estilo rustico victoriano de terciopelo negro y las luces cálidas que no lastimaban la vista entre un incienso agradable con aroma a vainilla y canela. El tan solo entrar al lugar y sentir la brisa fresca del aire acondicionado contrayendo sus músculos con el aroma del ambiente hace que la pelirroja se relaje con anticipación por el afrodisiaco que llena de sentido su cuerpo.

La joven castaña levanto la vista para ver enfrente a una señorita muy atractiva la recepcionista de cabello corto color rosa chicle vibrante con el copete cubriendo un lado de su rostro, sus ojos violetas como las mismas flores, sus facciones eran como las de una cantante de pop tan cinceladas y maduras, su maquillaje estaba un poco cargado pero nada mal. Llevaba un vestido corto ceñido de color gris oscuro realzando su figura voluptuosa de su pecho y trasero. La mujer de nombre Pyronica abrió sus ojos antes de colgar una llamada de su auricular y acercarse al mostrador llamando a Wendy con una voz llena de euforia.

- - ¡Hola petit rojo! – Le llamo en tono cariñoso caminando hacia la pelirroja para abrazarla. - Es bueno verte de vuelta aquí con nosotros.

- - Hola Pyronica – Sonriendo la pelirroja mientras correspondía a su abrazo. – Oye, lo siento mucho por colgarte hace un momento, estaba algo ocupada.

- - Ocupada para atenderme, a mí. Eso fue grosero de tu parte petit rojo. – Cruzándose de brazos. – Sabes que mi tiempo es oro, recuerda el lema de aquí lo que dicen mis compañeros.

- - Lo sé, la realidad es una ilusión y el universo es un holograma y siempre hay que comprar oro – Rodando sus ojos verdes y colocando una risita leve de su rostro pecoso. – Pyronica esa frase es absurda y ya sé que su tiempo es oro, tienen trabajo y clientes, fui mala por no avisar pero no volverá a suceder.

- - De acuerdo, solo porque eres tú Wen-Wen. – Soltando una risa suave.

- - Ahora me urge un masaje de esos que recuperas la vitalidad de los músculos y... – Acercándose al mostrador. – Que me calme un poco el asunto, tuve mis días y estoy algo...

- - ¡Oh! tengo lo que necesitas. Tranquila de eso se encarga él. – Dando una mirada rápida a la jovencita de ojos avellanados. – ¡Oh por Satán! Miren, miren lo que tenemos aquí – Acercándose a la chica. - ¿Quién es esta pequeña belleza prohibida? Es una hermosa señorita la que veo. – Soltando un suspiro ansioso. – O pensé que solo las veía en ilusiones o fantasías prohibidas de algunos clientes, incluso en la web.

- - No exageres – Dijo Wendy. – Vengo acompañada, traje a mi mejor amiga Mabel Pines – Tomándola de los hombros. – Una vez te hable de ella, es la famosa chica de los suéteres. Incluso me viste el suéter de navidad que lleve, el del gatito con bolas de estambre que parecía de diseñador profesional.

- - Bueno es un gusto conocer a la famosa chica que hace esos grandiosos suéteres, dice Wendy que tú creas tus propios diseños. – Dando una mira de pies a cabeza. – Me gusta este diseño que tienes hace verte tan provocativamente adorable e inocente. – Mostrando una sonrisa grandede sus labios rojizos. – Ya me imagino cuantos carneros han de caer en tus pies.

Viendo la vestimenta de la pequeña castaña lucir un suéter rosa claro levemente holgado con un bordado de estrella fugaz en el centro de su escote y la falda violeta de diseño tableado, con sus medias de gatito y sus zapatillas deportivas de color rosa.

- - ¿Carneros? – Pregunto la castaña con confusión en lo que dijo la peli rosada.

- - Así le dice a los chicos distraídos.

- - No tan distraídos Wen-Wen. – Caminando de regreso al mostrador de la recepción. – Ellas me han contado mucho de ti Mabel, pero verte en persona hacen que me den ganas de darte el mejor servicio que tenemos.

- - Pyronica.

- - Es broma – Soltando una risita. – Wendy y Tambry vienen mucho, clientas frecuentes muy frecuentes y las favoritas de sus masajistas.

- - Si me dijo Wendy, aunque no mucho.

- - Le dije que venimos los sábados. – Comento.

- - Eso me recuerda ayer vino Tambry con su novio, el antipático y amargado.

- - ¿Qué? ¿Enserio? – Soltando un refunfuñado sonido de molestia. – Eso me imagine. Ayer me llamo para cancelarme justamente ahora por una cita. ¿Sabes que intente contactarla? Durante dos horas, pero no pude comunicarme con ella.

- - Bueno Wen-Wen ya saben lo que dicen: Mátalos y entiérralos, pero no dejes evidencias. – Frunciendo el ceño. – Hicieron enojar al masajista, casi los corre de aquí.

- - Sí, creo que Robbie sigue sin agradarle el lugar.

- - No mucho, al final le gusto – Menciono molesta. – Tuve que intervenir y... la verdad no me gusta atenderlo.

- - Así que... ¿Están solo ustedes dos hoy?

- - Supongo que sí, Pyronica – Dijo Wendy viendo a la recepcionista colocar una sonrisa habitual pero con una intención traviesa.

- - Entonces jeje ¿Lo de siempre, cierto?

- - Oh sí.

- - Está bien, me parece bien. Las llevaré a sus habitaciones.

- - ¿No vamos estar en la misma? – Viendo a su amiga.

- - Lo que sucede es que trabajan independientemente nuestros masajistas. Al menos que quieran tomarlo como paquete pareja, no me molestaría ser la masajista de ella.

- - No, eso no. – Dijo Wendy ruborizada. – Pyronica solo lo de siempre – Tomando a la señorita del brazo para alejarla de Mabel. – Con ella... solo uno sencillo, no bebidas ni drogas.

- - ¿No quieres que lo disfrute? – Dijo. – Solo un rápido cuando finalicen su masaje.

- - No, eso no.

- - Solo bromeaba jeje.

- - Lo habitual. Ya sabes lo de siempre y eso. – Sonriendo de la emoción. – Quiero que le guste.

- - Lo habitual, captado Wen-Wen – Dijo Pyronica regresando con Mabel. – Vamos.

Pyronica se levantó detrás del mostrador haciendo una seña en el dedo para guiarlas. Ella las lleva desde el área delantera por el pasillo del edificio hasta las habitaciones traseras donde se perdían por las luces tenues.

- - Oh, por cierto casi se me olvida Wendy. Tengo la obligación contractual de decirte que tendremos un especial para chicas en unas pocas semanas y también para parejas. Los cónyuges o novios obtienen un 30% de descuento en masajes para parejas. En caso de que tú y Tambry estuvieran interesados, bueno ella tendría el 30% y tú un 40%. – Sonriendo.

- - Eso suena genial. No he tenido una noche relajante en meses. – Sonrojándose de sus mejillas. - ¿Él sera...?

- - Ya sabes que está siempre esperando.

Se detuvieron enfrente de una de las puertas del pasillo.

- - Okey, Wendy puedes entrar a esta habitación aquí – Señalando la habitación número 4 escrito en la puerta de madera. – Está preparada y el masajista está esperando desde hace unos minutos.

- - Está bien. Te veré en un rato, Mabs – Guiñando el ojo. – Ya verás que te gustara.

- - De acuerdo Wendy – Viendo como la pelirroja entraba a la habitación y cerraba la puerta no sin antes ver a un hombre cabello rojizo oscuro muy atractivo dentro que le dio una mirada llena de asombro a ella. Como si fuera extraño verla en ese lugar.

- - A puerta cerrada, no se escucha la travesura – Dando una mirada a Mabel que estaba con las mejillas sonrojadas. – Sígueme, tú habitación espera.

Pyronica busco en su tabla el número de la habitación iba colocarla en la habitación 5 enseguida de la pelirroja, aquella habitación en la que mandaba a Tambry. Pero recordó que ella debía tener uno, un masajista diferente y con diferente trato, algo sencillo.

- - Supongo que algo sencillo, me dijo lo habitual que hacen ella y Tambry – Dijo Pyronica viendo el nombre de la tablilla. – Descuida él te tratara bien, usualmente termina rápido y deja tu cuerpo liviano siempre le gusta ofrecer té a sus clientas.

- - Tú estarás en la habitación 6.

- - ¿La habitación 6? – Viendo que estaba un poco más al fondo del pasillo. – Es algo lejos.

- - Lo que sucede es que... este masajista Tad ya es de Tambry y pues... necesitas uno que te conozca pequeña estrellita. – Inclinándose a su altura. – Tranquila mi amigo Cipher te tratara bien. Es muy paciente con sus clientas.

Pyronica llevo a Mabel unas cuantas puertas más al fondo hasta llegar a una con un "6" dorado en medio de la puerta de madera.

- - Eres bastante joven ahora que te veo. – Soltando un murmullo. – Catorce, cierto.

- - Sí, señorita – Sonando nerviosa y con el pecho latiendo. - ¿Cómo supo...?

- - Oh solo lo deduje – Soltando una risa. – Wendy cuida mucho de sus amigas, y yo le prometí algo sencillo y que te guste.

Pyronica se ríe con fuerza al principio, pero trata de seguir siendo profesional.

- - Puedes llamarme Pyronica – Mostrando una sonrisa. – Aunque me puedes decir de cariño Py, o la mujer de tus sueños.

- - Jeje, yo siempre digo así a los chicos.

- - ¡Ay!, como me gustaría darte ese masaje a ti.

- - Dime Mabel. – Golpeando con sus dedos la tabla. – ¿Y esta es tu primera vez?

- - Sí, es la primera vez que vengo aquí – Menciono nerviosa. – Pero he visto en la tele en el canal de Discovery home & healt que son masajes que alivian el cuerpo, un sujeto masajea tú espalda y tú solo estas acostada.

- - Oh, entonces es un gusto saberlo – Dijo aliviada la peli rosa. – Pero como esta es tú primera vez aquí, te lo haré saber. Si necesitas algo, estaré justo al final del pasillo. Ya sabes la entrada. – Abriendo la puerta de la habitación entraron para mostrarle a la castaña el lugar. – Muy bien tu masajista llegara en unos minutos. Hay un botón justo al lado de la mesita. Solo presiónalo e iré rápidamente a buscarte en lo que necesites.

- - Sí – Viendo asombrada el lugar tan discreto y relajante. – Gracias, Py.

- - De acuerdo, entonces. Puedes quitarte toda la ropa y colocarla en el cesto de allí y te llevaré a tu masajista en unos minutos. Te daré un poco de privacidad, pequeña.

- - Gracias – Caminando alrededor de la cama de masaje.

- - Disfrútalo y no estés nerviosa.

Pyronica salió de la habitación haciendo resonar sus tacones antes de chasquear los dedos y cambiar la apariencia del lugar, al igual su aspecto mostrando sus cuernos y su apariencia de súcubo. Se sentó en la silla de recepción antes de colocarse su auricular y ver las cámaras de seguridad.

- - Estamos listos – Dando golpecitos con la pluma sobre la tabla. – Esperemos recolectar buena energía de estas jovencitas.

Escribía los nombres en la tablilla y tomo el tiempo, mientras se entretenía arreglando sus uñas y bebiendo una copa de vino.

Durante unos segundos, Mabel miro a su alrededor, la habitación estaba en silencio y las paredes color rojo escarlata con blanco decoradas con diseño oriental y velas encendidas alrededor con un aroma que relajaba su cuerpo. Un aroma a vainilla que le gustaba mucho. La mesa de masaje tenía un colchón con sabanas grises y una almohada color negra con el borde grabado en triangulo amarillo.

- - Es muy bonito.

Después de mirar a su alrededor y revisar lo que había en la mesita entre una cantidad de botellas con líquidos extraños y aromas, comenzó a quitarse la ropa. Primero se quita las zapatillas deportivas las deja junto a la puerta evitando tropezarse una vez que termine el masaje. A continuación, colocó su suéter en el cesto doblándolo con cuidado, se quitó su camisa de tirantes y su falda depositándolo todo en la pequeña canasta de mimbre de bambú. Se quedó allí en ropa interior viéndose en el enorme espejo que estaba en la pared sin saber si debería quitárselos. Pero Pyronica antes de irse le dijo "todo" así que también eso significaba fuera ropa interior.

- - Supongo que en la canasta va todo – Viendo la canasta con las mejillas rojas.

Era la primera vez que recibía un masaje profesional. Mabel no pudo evitar recordar una película que vio alguna vez en la tele, "After" donde una pareja de adolescentes estaban besándose, los recordaba muy cariñosos con sus muestras de afecto. Pero siempre tenían la ropa puesta en algunas escenas. O eso pensaba al menos a menudo cuando empezaban de esa manera.

Sus pensamientos recordaron a los protagonistas en la escena del gimnasio riéndose entre los besos y tocándose entre sí, las imágenes se deslizaron en su mente. Recordó a la chica cuando comenzó a caminar hacia el chico desnudándose y cayendo a su regazo. Rápidamente los sacó de su mente y se dio unos golpecitos.

- - Por Dios Mabel, ¿Qué piensas?

Deslizó sus bragas rosas con bordado blanco hacia abajo y las colocó en la cesta de al lado al igual que su brasier del mismo conjunto que cayó al suelo cuando lo desabrocho de la parte de atrás.

Una vez que está desnuda mira su cuerpo viendo su piel blanquecina y sus pechos siendo dos senos levemente firmes y un poco llenitos con la punta rosada en color claro y un leve rubor en su pecho. Mabel se acerca a la mesa de masaje tomando la toalla que estaba doblada para cubrirse envolviéndola en su cuerpo, se acuesta boca abajo mirando con los brazos recargados hacia adelante depositando su cabeza entre ellos. El silencio continuo pero no por mucho tiempo cuando una música ambiental suena en uno de los parlantes que estaba en la mesita. Sonidos de música instrumental. Un piano tocando una melodía junto con un violín salpicando las notas siendo un sonido relajante y armonioso. Estaba tan distraída tratando de averiguar qué composición procedía que no se dio cuenta de que la puerta de la habitación se abrió avisando la llegada del sujeto.

Ella solo mira hacia arriba con inocencia en sus ojos cuando escucha que la puerta se cierra por completo. Un hombre tan alto como su padre, se paró allí y sonrió. Ella le devolvió la sonrisa con timidez y saludó con la mano.

- - H-Hola – Sonrosada de sus mejillas.

- - Hola – Dijo con una voz masculina y profunda el sujeto de cabello rubio al sorprenderse de su clienta.

- - Soy... Mabel – Dijo levantándose un poco de la cama de masaje.

- - Es un placer conocerte, Mabel – Camino hasta ella viendo a la chica mantener la toalla en su lugar cubriendo su delicado cuerpo. – Este día seré tú masajista, Bill Cipher a tus servicio, claro si me lo permites. – Levantando su mano para que la estrechara. – Escuche por ahí de Pyronica que es tú primer masaje aquí, prometo ser más gentil contigo. – Esperando que la menor estrechara su mano. - ¿Puedo ser tú masajista?

Mabel se quedó un poco sorprendida por lo que dijo el sujeto, pero asintió como respuesta al recordar que Pyronica había mencionado que su masajista se llamaba Cipher.

- - Me gusta estrechar las manos de mis clientes, así es como cerrar un trato y hacer más formal el asunto – Sonriendo. – El trato es que yo te haré sentir tan bien, siempre y cuando la próxima vez me elijas como tú masajista. No me gusta compartir mis clientas, prefiero que sean fieles a mí. – Dando una mirada a la menor a través de su orbe dorado. – Mabel, ¿aceptas?

- - Eh... s-sí - Estrechando su mano para ver como un fuego azulado envolvía su mano y se apagaba instantáneamente. – Woow, increíble.

- - Bienvenida, pequeña señorita. – Sonriendo y mostrando levemente sus colmillos. – Me halaga tener una bella señorita en mi dominio, hace un tiempo que no tengo una clienta tan hermosa.

- - Gracias – Sonrojándose ante el halago del mayor.

- - Eres bienvenida a mi habitación siempre – Empujando suavemente a la menor de regreso a la cama. - ¿Puedes abrir la toalla y acostarte boca abajo? – Hablando con una voz serena. – Nada que cubra el trabajo que haré, no ropa ni toalla ¿entendiste?

- - Oh... s-sí – Sonrojándose de sus mejillas se acostó boca abajo y con sumo cuidado abrió la toalla dejándola como una cubierta en su cuerpo. – Lo siento... no sabía.

- - Nada de disculpas señorita – Susurro cerca de su oído. – Es tú primera vez aquí.

La vio asentir mientras ocultaba su rostro en la almohada. El masajista rubio camino alrededor de la mesa de masaje mientras Mabel vuelve a colocar su cabeza sobre el sorprendentemente cómodo acolchado cojín de la cama.

La pequeña dio una mirada al rubio siendo un sujeto alto, debía medir aproximadamente pasando de los 1.80 mts más alto que su padre. Su rostro era maduro de su mentón y fuerte, cincelado de los pómulos, un parche de cuero color oscuro con un diseño triangular bien elaborado que cubría su ojo derecho, su otro ojo el izquierdo era de un color ámbar profundo entre un tono dorado contra la luz, brillante aunque con una pupila casi inhumana siendo elíptica vertical. Tal vez pensó que lo había hecho con cirugía o alguna marca de nacimiento. Se detuvo a ver su cabello semi largo y lacio, estaba atado en una pequeña coleta de un color rubio como el sol. Todo enmarcaba bien en su tegumento claro y levemente bronceado.

Llevaba una camisa blanca arremangada hasta sus antebrazos, se ceñía a su musculatura de los brazos y su espalda ancha fajada en los pantalones oscuros de vestimenta.

Mabel se ruborizo de tan solo ver que el mayor le dio una sonrisa ladeada y jugaba con las luces de la habitación con un control que estaba en la pared.

- - ¿Cómo está la música? Puedo cambiarla por algo que prefieras más agradable para ti. – Tomando el control del aparato. – Oh tal vez prefieras que encienda la tableta y busque un programa que te guste ver o te ayude a relajarte, no a todas las chicas les gusta la música instrumental y prefieren escuchar las voces de los humanos más populares...

- - ¡No!, no... está bien. En realidad yo... - Dando una mirada tímida al sujeto. – Me gusta mucho. Me recuerda a los recitales de música clásica.

- - ¿Has estado antes? – Alzando una ceja.

- - Sí. Mi mamá y mi papá me llevaron un par de veces junto a mi hermano.

- - Una chica culta en la música – Dejando el control. – Perfecto, por fin alguien que le guste esto.

- - Aunque debo confesar que no recuerdo todas las melodías.

- - No te preocupes, mientras te guste... podemos continuar.

Camino de regreso hasta la mesa de masaje viendo a la castaña esperar nerviosa.

- - Wendy y Tambry... ¿Las conoces?

- - Clientas de mi hermano Phill y mi amigo Tad. – Comento. – Vienen frecuentemente. ¿Eres su amiga?

- - Sí – Asintió. – Hoy vine a acompañar a Wendy, pero me dijo que tomara un masaje.

- - Mm... entonces primera vez – Dando una mirada escrupulosa a la menor. – Me halaga tenerte.

- - Sí – Sonando nerviosa. – ¿Le has dado a Wendy o Tambry?

- - Trabaje con Tambry un tiempo – Mirando a la castaña. – No quisiera otra vez tratar con ella, su pareja es molesta y por eso he decidido dejársela a Tad.

- - Todos dicen eso, de que Robbie es molesto. – Comento la menor soltando un suspiro. – Bueno si es grosero en algunos momentos.

- - Con así se llama el mortal. – Soltando una risa. – Tienes razón es un humano grosero y orgulloso.

Agarra la toalla sorprendiendo un poco a la pequeña para doblar y colocarla sobre su trasero desnudo. Bill soltó una risa por tal adorable suspiro de asombro que soltó la jovencita.

- - Señor B-Bill... ¿Cuánto duran los masajes? – Pregunto la castaña.

- - Eso depende – Dando una mirada a su cuerpo. – A menudo duran de una a dos horas. A veces en una hora y media o un poco más del medio tiempo.

- - Wendy dice que viene a estos masajes los domingos.

Él se ríe de recordar lo que dice la castaña, sin que ella sepa que los domingos los masajes duran más.

- - Los domingos son especiales, cuando tienes uno fijo.

- - ¿Qué piensas que haré? – Pregunto dando una mirada rápida a la expresión tierna de la pequeña.

- - Sé que me aplastaras con tus manos como si fuera masilla de pan y... ¿Pondrás piedras calientes? Nunca he sentido una piedra caliente en mi piel, más la vez que me queme en la arena de la playa, pero debe doler mucho.

- - He visto mucho en la tele que las untan de barro y ponen pepinos en sus ojos.

- - ¿Es enserio? – Soltando una risa el rubio. - ¿Piensas eso?

- - Un poco... - Ruborizándose, su mente recordaba mucho la película y la situación del sexo ahora que tenía al sujeto más cerca. – También he visto que caminan encima de uno, como en la película Los Ángeles de Charlie. ¿La has visto? es muy graciosa.

- - No, no la he visto.

Sus risas se hacen más fuertes después de su breve charla.

- - Puedo ver que tienes una gran imaginación pequeña.

- - Señor Bill... también le das masajes a Wendy.

- - No, recuerda que cada quien tiene el suyo. Aunque tengo un grupo bastante amplio de clientes. Algunos habituales y otros sin cita previa.

- - ¿Qué soy yo? – Embozando una sonrisa de sus labios rosados al rubio.

- - Eso depende pequeña conejita. Técnicamente, eres un habitual teniendo en cuenta a tu amiga Wendy, pero dado que es tú primera vez, podrías ser considerado un acompañante a su cita. – Comento viendo a la chica preocuparse. – Tranquila tus amigas tienen un pase anual en sus descuentos.

- - ¿Das masajes a hombres?, ¿Cómo Robbie?

- - Me temo que no. Normalmente doy masajes a mujeres. Hay otros para clientes masculinos, supongo que conociste a Pyronica – Aclaro en su punto. – Pero para ciertos clientes, podemos trabajar con ambos.

- - Suena complicado su trabajo.

- - Para nada. Los humanos simplemente sabe lo que le gusta – Tocando con un dedo índice la piel de la menor viéndola erizarse y tensionarse a su toque.

- - Entonces... ¿debería saber lo que me gusta?

- - Supongo que eso lo averiguaremos.

- - Lo siento si estoy hablando demasiado. – Soltando una risa. – Me pone un poco nerviosa.

- - No, Mabel. No me molesta en absoluto. Lo creas o no, a bastantes clientes les gusta hablar todo el tiempo como una forma de relajarse. – Posando su mano para acariciar su espalda. - He tenido tres chicas a las que incluso les gusta dormir durante la sesión porque lo encuentran muy relajante. No tengas miedo de hablar si te gusta algo o no.

- - De acuerdo – Soltando un suspiro suave.

Mabel tomo una respiración honda y luego vuelve a mirarse alrededor mientras trata de identificar las notas de la melodía que se entona en la habitación. Mientras tanto, su masajista recupera una botella de aceite fragante con un aroma almendra y flores peonía que tenía en la mesa de enseguida, pensando que sería perfecto para la menor.

Comienza frotando un poco sus manos y frotándolas juntas en sus palmas. Después de hacer esto, toma otro poco y lo coloca a un lado de la mesa. Mabel puede sentirlo cepillar su cabello largo y suelto hacia un lado acomodándolo enseguida de su hombro, liberando su cuello. Entonces es cuando siente que el aceite caliente de la botella cae sobre su nuca. Ella se estremece al principio, pero se siente bien ante la sensación del líquido espeso.

El rastro de aceite perfumado desciende a lo largo de la curva de su columna y se detiene justo antes de los dos pequeños hoyuelos sobre su trasero redondo. Una vez que deja de servir, ella siente sus manos grandes y fuertes presionando sobre su pequeño cuerpo de adolescente. Comienza en el centro de su espalda probando cómo proceder al masaje.

- - ¿Cómo sientes eso? – Pregunto viendo a la menor cerrar sus ojos.

- - Es... Es agradable – Coloreando sus mejillas de un tono rojo. Soltando un suspiro de satisfacción.

- - ¿No es demasiado duro?

- - ...No, es muy bueno.

- - ¿Aquí es muy duro el movimiento? – Tocando más fuerte el centro de su espalda.

Mabel sacude la cabeza lo mejor que puede por la posición en la que se encontraba, él continúa con sus manos y la caricia en sus músculos tensos por el ejercicio. Ella exhala de nuevo cuando sus manos se mueven hasta la parte posterior de su cuello. Ella puede sentir como su piel de azúcar alza sus pelitos cortos erizándose cuando su mano izquierda se desliza por su piel esparciendo los aceites alrededor de lo ancho de su espalda. Su piel ligeramente rosada brilla por el fino brillo de la misma luz de las velas.

- - Veo que tuvieron algo de diversión – Hablo el rubio admirando su espalda y su cuerpo delgado.

Su mano derecha cae siguiendo el rastro que ya había dejado con el aceite. Su fuerza doblándole un poco la espalda mientras ella se arqueaba un poco en su peso. Trabajando lentamente para untar el aceite por todo su cuerpo esbelto pero firme. Mabel se relaja mucho más de lo que esperaba ante los movimientos de sus manos. La combinación del líquido caliente y sus manos frotándolo en su piel haría que en ese instante sus brazos colgaran de los lados de la mesa, si no fuera tan grande el colchón en comparación con su pequeño cuerpo.

El masaje se extiende más a las zonas de su espalda. Ambas manos se encontraron en su centro de su musculo trapecio y luego se deslizaron entre y sobre de sus omoplatos. Se mueven hacia sus hombros y con una fuerte presión en la piel ella siente que el leve dolor que cargar tras la escalada a la pared y el buen ejercicio que hizo con su amiga Wendy se desvanece. De hecho, todo lo que puede sentir ahora es lo increíble que se sienten sus manos sobre ella. Moldeando su cuerpo en diferentes estados de placer y relajación. Un ligero cosquilleo ardiente en la boca de su estómago se encendió y puso el resto de su cuerpo en llamas cuando Bill toco más sus caderas frotando el área abdominal.

- - ¡Hmm! – La pequeña suelta un sonido de gusto cuando sus manos tocando sus caderas.

Justo cuando siente que no podría mejorar, siente que sus manos la dejan. La ausencia de su fuerza es descorazonadora al principio en su pecho, pero el calor permanece. Puede sentirlo ardiendo por todo su centro y se está extendiendo a sus extremidades. Soltó un leve mohín de frustración pensando que había acabado tan pronto tu sesión.

- - Je, apenas empiezo pequeña – Tocando sus brazos y dando un ligero apretón y masaje a sus antebrazos. – No te impacientes.

- - Pensé... que termino. – Sonando avergonzada de su expresión.

- - No, solo fue el comienzo – Viendo a la chica con una sonrisa llena de malicia en su deseo. – Tenemos nuestro tiempo.

Escucho a la menor soltar un suave jadeo cuando masajeo sus brazos tocando su tersa piel, nota una sonrisa risueña en ella cuando trabaja en el otro brazo escuchándola suspirar, entrelaza un momento sus manos dando un apretón y un movimiento sutil en sus muñecas aprisionándolas un poco con fuerza casi reteniéndola.

- - Señor... Bill... - Sintiendo su aliento cerca de su nuca.

- - ¿No es muy duro?

- - N-No... - Escondiendo su mirada en el cojín.

- - Ya veo – Dando una caricia en el largo de sus brazos.

Sus extremidades inferiores es hacia donde se dirige su masaje ahora sorprendiendo a la menor. Un goteo del aceite que cae de la botella golpea la parte superior y posterior de su muslo. El aceite recorre su pierna desde el muslo hasta la pantorrilla y se detiene en el tobillo de su pie. Toda su pierna izquierda se entumece de la emoción con el corazón latiendo con fuerza. Sus manos comienzan a trabajar en su pierna ahora. Ella puede sentir sus pulgares trabajando particularmente en su piel, recorriendo cada centímetro de su pierna. Sus dedos aprietan sus tensos músculos y articulaciones mientras sus pulgares hacen círculos en un punto clave de su pierna.

Mabel suelta una risita tan suave y agradable para el oído del masajista al notar que disfrutaba del masaje. Sus pies eran tan lechosos y suaves al tacto, como si hubieran cuidado bastante de ella. Parte del aceite gotea a ambos lados de sus muslos siendo una sensación resbaladiza y caliente.

La castaña no es tan consciente del lado exterior cuando él comienza a frotarlos. Pero definitivamente lo es cuando el sujeto rubio abre un poco sus piernas esbeltas y levemente llenitas de sus muslos para obtener el resto de su pierna. Casi instintivamente intenta cerrar las piernas, pero no quiere hacerlo y lucha por mantener las piernas abiertas y separadas para él.

- - Nadie te había tocado aquí ¿oh sí? – Viendo a la menor negar con su cabeza. – Mantenlas abiertas.

Las manos del rubio obran su magia en el interior de su muslo. Trazos potentes y largos movimientos en la palma de sus manos que se desplazan hacia arriba y hacia abajo. Ella se estremece de nuevo ante la sensación. La menor nunca hubiera pensado que así es como se siente un masaje en sus piernas. La constante sonrisa en su rostro podría haberse parecido a la forma que tenía su amiga Wendy cuando le menciono de esto y probablemente cuando lo experimento.

Una parte de ella lo sabía, la mitad creciente de sus pensamientos era consciente de que su cuerpo cambiante por la hormonas y la pubertad le daban indicar que le gustaba bastante esto. Pero nuevamente sentía su corazón acelerarse ante el toque masculino de aquel hombre mayor y el estar solos en la habitación hizo que latiera como loco su pecho.

Los sentimientos en el interior crecen más. Ella brota de otro pensamiento persistente de lo que hacen las parejas en las películas románticas, cuando llegaba una escena de tensión y miradas fijas, lo que estaban haciendo a puerta cerrada en una habitación. No pudo evitar imaginar un poco las relaciones sexuales ante los toques que le brinda Bill.

Más cuando sintió que su pierna derecha estaba recibiendo algo de atención en esa zona que se cruzaba entre su corva y el muslo. El pensamiento era persistente, que caía en escenarios muy irreales pero no imposibles. Y de nuevo no fue cuando él frotó su pantorrilla o la parte exterior del muslo, aunque esta vez lo disfrutó un poco más. Sus pensamientos trabajaron más y fue cuando su mano se movió hacia la parte interna de su muslo dando un apretón en su carne.

- - ¡Ahm!... - Apretando sus manos a la tela del colchón.

- - ¿Te molesta? - Dando otro apretón en su muslo.

- - No es... eso... - Sintiendo sus mejillas enrojecer.

Esa sensación de ardor que sintió hizo dar un brinco en su corazón. Un escalofrío rápido y ella se apretó contra la mesa de masaje. Si la toalla no hubiera estado cubriendo su trasero, habría visto sus mejillas redondas apretarse con fuerza. Pero podía imaginar la imagen de cómo estaba reaccionando ante el masaje, le daba vergüenza mirar el rostro de su masajista. ¿La tacharía de pervertida? Solo rogaba a Dios calmar su cuerpo.

- - Señor... Bill – Sintiendo sus manos moldear su muslo y dar caricias en su cara interior.

- - No intentes cerrarlas – Le hablo con una voz aterciopelada. – Recuerda lo que te he dicho, haré mi trabajo siempre y cuando obedezcas pequeña.

- - Lo siento... - Enterrando su rostro en el cojín.

- - No te disculpes, preciosa. – Dando una caricia en su muslo. – Ábrelas.

- - S-Sí...

Con ambas piernas un poco separadas de su posición original, intento mantenerlas un buen rato así, aunque quería cerrarlas por inercia. Después de todo se recordaba claramente, que no llevaba nada debajo de la toalla. Aun se recordaba mentalmente que no traía bragas y que podía verla. Pero, de nuevo su mente la regaño, probablemente lo sabía. Él era un profesional. Le había dado masajes a su amiga Tambry. Y podía imaginar a muchas otras mujeres considerando lo bien que se sentía tener sus manos sobre sus cuerpos.

Sus propias manos se habían cerrado en puños hecho nudillos blancos desde que él llegó a sus muslos. Si los abría, probablemente estaría clavando las uñas en la parte inferior de la mesa de masaje y de seguro la regañarían por arruinar el colchón de cuero y des tender las sabanas.

Si Bill no hubiera visto su cuerpo desnudo debajo de la toalla con las piernas ligeramente separadas, lo haría de una vez, cuando levantó la toalla fuera de su trasero. Era la única parte de ella que aún estaba cubierta o eso pensaba.

- - ¡Uh! – Exclamo de sorpresa ante la ausencia de la toalla.

La habitación estaba aún fresca pero ella estaba eufórica con el calor. Cuando le quitó la toalla del trasero, sintió una ráfaga de aire frío. Casi se sentía como si hubiera tocado hielo.

Afortunadamente el frío no duró mucho. Más aceite vertió sobre ella. Le roció en su glúteo izquierdo y luego en la derecha de su traserito.

Bill dio una mirada llena de interés y se relamió un poco sus labios. Empezó a concentrarse en dónde iba el aceite. Sus rasgos femeninos eran demasiado delicados muy adolescentes en comparación de las chicas que ha atendido. Su pecho no era muy voluminoso tampoco no era un conjunto impresionante de grandes senos. Era muy modesto ni tan plano ni enorme, solo redondo y atractivo a la vista. Quería ver cómo eran sus senos, si eran rosaditos o color crema, esperaría un poco más. Su trasero era firme y elevado, obtuvo un buen grupo redondo de ella junto con un conjunto de caderas levemente anchas y piernas tan esbeltas y rellenitas que invitaban a tocarlas y sujetarla con fuerza con sus sombras. Tenía un cuerpo maravilloso de una nínfula prohibida, esos ojos color bosque y ese rubor cual fruta madura de temporada provocaba el aumento de su deseo. Definitivamente era diferente a las otra clientas.

El aceite goteaba por sus nalguitas regordetas. Mabel podía sentir goteando hacia abajo, su espalda arqueada. Aquel sendero fue arrastrándose hacia abajo a sus muslos, ya calientes pero también entre medio de sus nalgas. Por la línea de su trasero se adentró ese líquido aceitoso rozando su hendidura, tocando su sexo descubierto. Se sorprendió ante la sensación. Sintió una humedad en sus pliegues y un calor que solo había sentido unas pocas veces antes hace unos meses en Piedmont.

Recordaba que en la noche una vez cuando fue fuerte la sensación. Se despertó de un sueño que tenia de ella besando a un chico que le gustaba de la escuela. Sintió que sus muslos se juntaban. Cerró las piernas con fuerza y ​​las cruzó alrededor de una almohada que accidentalmente se había metido entre sus piernas. Al menos la primera vez descubrió lo que era la sensación de la tela rozando su sexo.

Aunque los sueños eran frecuentes y con diferentes escenarios. Los siguientes fueron completamente intencionales cuando imagino la situación aun estando despierta. Y lo hacía estando en su habitación, dando una excusa de estar ocupada con un proyecto escolar.

Sostuvo la almohada entre las piernas y comenzó a mover las caderas. Ella estaba moliendo contra su almohada con rapidez y dureza mientras acallaba sus gemidos. Se estaba masturbando aunque no entendía completamente el concepto de esa palabra cuando sus amigas hablaron una vez del tema por teléfono. Esa fue la única vez que se sintió así, con esa necesidad de tocarse. Pero ahora lo estaba sintiendo de nuevo y era igual de intenso en este mismo momento.

Después de verter el aceite sobre su trasero, sus manos bajaron. Apretó los puños de nuevo, pero comenzó a hundirse en las palmas de las manos cuando sintió las manos masculinas moldear la carne de sus glúteos. Antes de lastimarse y romper la piel, abrió sus manos temblorosas y agarró la parte inferior de la mesa de masaje. Clavó las uñas en el fondo de la mesa y raspo suavemente.

- - Lo siento... - Musito la menor al empezar a raspar la mesa.

- - Relájate – Sonando su voz cantarina. – Y no quiero escucharte decir lo siento.

Sus fuertes manos masajeando sus nalgas y bajando hasta sus piernas era un toque erotizante. Mabel casi quería que él siguiera todo el maldito aceite y bajara a sus partes íntimas sin importar que.

PV Mabel

"Pero él no lo haría, ¿verdad? ¿Era eso parte del masaje? No tocaría más... "

Se cuestionó bastante en sus pensamientos. Estaba mojada, lo sentía y con el aceite era fácil de ocultarlo, podría no notar la humedad que salía de ella.

En un momento de debilidad, ella abrió un poco más las piernas para ver si él lo hacía, pero en lugar de eso, él se movió hacia su lado izquierdo casi jugando con ella.

Ahora ella estaba casi rogando por ello, su toque. Quería que él la tocara allí abajo en su pequeña vulva. Se regañó nuevamente por tener esos pensamientos indebidos, sus hormonas jugaban con ella y hacían jugar mucho su imaginación.

Soltaba bajos suspiros y se cuestionaba una y otra vez, si esto es normal en un masaje.

Si él no lo haría, si no la tocaba, definitivamente lo haría cuando llegara a la cabaña del misterio. Cerrará la puerta de la habitación y pondría la música de su celular a todo volumen para acallar sus gemidos. Le gustara mucho coger con su almohada, a pesar de no llegar a satisfacerse, además de ganarse una tensión creciente que no podía cumplir ella sola.

Mabel estaba decidida llegaría a cabaña y le diría a su tío Stan que se iría a dormir temprano. Entonces ella subirá a la habitación y cerraría con seguro, pondría música tal vez una lista de reproducción se metería en la cama. Se quitara la ropa y pondrá sus piernas desnudas alrededor de la almohada para sentir la sensación. O tal vez ella podría tocarse allí. No lo había hecho antes, pero con este masaje que estaba recibiendo pensó que tocar su vagina con la mano en lugar de frotarla sobre las capas de su ropa interior y pijama podría hacer que se sintiera mejor y tal vez terminara lo que estaba haciendo. Odiaba no terminar y no culminar.

Después de la primera vez que lo hice, lo intente varias veces. Llegando más lejos de esa noche que lo hice en mi habitación, pero no lo suficiente para llegar a donde quería. Solo las cosas terminaron sintiéndome más frustrada que complacida de acabar mí placer.

No, esta vez sí me tocare con la mano. Rayos nunca lo hecho pero lo haré. Tal vez primero me frotare contra la almohada es más seguro.

Este sentimiento que la hizo desear que este hombre tocara su sexo húmedo la hacía cerrar sus ojos y soltar un murmullo lleno de ansiedad. Entre más sentía el masaje ir por sus muslos, más ganas tenia de que rozara su vagina. Mabel comenzó a imaginarse un momento en la habitación de la cabaña metida en su cama, posiblemente con su pijama o desnuda, daba igual pero se imaginó estar moliendo sus caderas contra su almohada. Sus manos acariciando sus caderas para pasar sus dedos frotando contra sus pliegues húmedos arriba y abajo de su hendidura. Estaría tan mojada. Sentir sus dedos en su abertura rozando era mejor que frotarse contra una almohada a pesar de lo bien que se sentía.

La sensación de los dedos se sentía tan real que llego un punto que se excito, tocando sus pliegues y frotando con insistencia cerca de su perlita rosada. Tocarse la hizo retorcerse sobre la mesa de masaje. Pero en ese momento Mabel recordó algo muy importante... que todavía estaba en la mesa de masaje y no en su habitación.

Ella no se estaba tocando a sí misma. Él la estaba tocando. Ella tampoco se había quedado dormida estaba despierta y acostada. La sensación se sentía demasiado bien para ser realmente un sueño.

- - Ah... ahmm – Sus mejillas enrojecieron con intensidad.

Sus gruesos dedos estaban ahuecados entre sus mejillas redondas de adolescente. Frotando ágilmente entre sus pliegues re gorditos y tersos. Las yemas de sus dedos estaban tocando más arriba de sus labios, frotando su clítoris rosado, aunque noto algo extraño... unas garras oscuras.

- - Señor B-Bill... - Emitió un ronco gemido la menor dando una mirada en la mano que la retenía.

- - Despertaste señorita – Dando una caricia sobre su sexo. – Saliste de tu pequeña fantasía, por un momento pensé que serias otra clienta dormilona.

- - ¿Qué... qué hace? – Pregunto dando una mirada al rubio que estaba emitiendo un sonido lleno de calma.

- - Solo disfruta. – Sonriendo. – Necesitas relajarte pequeña, es la primera vez que tengo una clienta muy atenta y muy joven.

Mabel sentía como sus dedos frotaban sobre sus pliegues llevándola a ese toque ardiente y delicioso. Se sentía incluso mejor que con su almohada frotando su ropa. Su cuerpo se retorció un poco y dobló levemente sus piernas mientras la acariciaban en su entrepierna. Esto era mucho mejor de lo que soñó.

No solo sabía dónde tocarla, sino cómo hacerlo. A diferencia de lo que ella hizo brevemente, él estaba dando en el punto exacto una y otra vez y no solo en la punta de sus pliegues. Y esa era solo una de sus manos la que trabajaba en su intimidad. Su otra mano estaba sujetando su cadera. Apretó su cuerpo y la menor se derritió bajo su peso.

Sus dedos trabajaron con rapidez frotando su vagina cubriéndose de sus fluidos y con su dedo pulgar tocando su clítoris de forma insistente teniendo cuidado con su uña. Su otra mano moldeando su diminuto cuerpo, sintió que la apretaba contra su cuerpo masculino.

- - Ahg...ahmm – Mordió sus labios acallando sus gemidos. – Señor Bill...

Se debatía entre detenerlo o salir corriendo, sus padres, sus tíos abuelos y su hermano gemelo le habían dicho de tener cuidado con extraños o con los chicos, nunca dejarse tocar a menos que fuera lo suficiente mayor o estuviera con la persona que ama.

La sensación era casi tan grande que los dedos del rubio comenzaban a entrar en ella. El rostro de Mabel se tornó de un rojo brillante. Sus labios abiertos emitiendo un murmullo de excitación podrían describir su boca en una mueca llena de pena cuando sintió que un dedo se deslizaba más profundamente dentro de su estrecha vagina virgen. La intrusión hace que los dedos de sus pies se contraigan y se estiren contra el colchón.

El dedo del mayor trabajo en su vagina deslizando de dentro hacia afuera. La castaña respiro con fuerza, sus gemidos brotaban bajos intentando acallarlos con la almohada. Un segundo dedo añadió dentro y provoco que la chiquilla emitiera un jadeo de sorpresa.

- - Espere... espere... - Sus palabras apenas salían tras el frote de su sexo y la rozadura de las garras del sujeto contra su carne sensible.

- - Sí te mueves, te lastimare – Dando una caricia en su trasero. – Solo relájate.

- - ¡Ahg! – Mordió el cojín evitando gemir con fuerza.

Ella tenía miedo de que la escucharan. Y si las habitaciones no estaban adaptadas para hacer frente a este tipo de ruidos, podría escucharla su mejor amiga o la recepcionista. El pensamiento de vergüenza y miedo la invadía.

- - Shh... Mabel – Le llamo suavemente mientras movía dentro con un poco de rapidez. – Preciosa... calma.

Estimulaba bastante la pequeña vagina de la chica, se envolvió alrededor de sus dos dedos y lo apretó como ningún otro agujero que había tocado antes. Aunque ella fuera virgen no tenía nada que ver con eso. Pero le gustaba lo bien que estaba humedeciendo y apretando sus dedos. Bill estaba disfrutando de ver a la adolescente intentar de acallar sus gemidos con el cojín.

Mabel llevo su mano para cubrir su boca evitar gemir sus sonidos llenos de lujuria cuando la almohada no fue suficiente. Soltó un estiramiento y el pataleo golpeando accidentalmente su costado. Por un momento se sintió silencioso y solo se escuchaba la música en la habitación. Ella temía haber actuado indebidamente arruinando el masaje, más cuando saco sus dedos de su vagina. Solo esperaba la voz de Bill decirle que todo termino y se levantara de la mesa para que se cambiara y pudiera irse.

Pasaron los minutos y sentía el silencio profundo y como la música se perdía entre esas cuatro paredes, las velas estaban un poco consumidas pero lo suficiente para continuar iluminando. De repente se acercó el hombre rubio detrás de ella. Sintió el calor de su cuerpo cubrir el suyo a centímetros de su espalda.

- - De acuerdo preciosa. Nadie puede oírte. – Soltando una risa maliciosa y gutural. – Puedes gritar tan alto como quieras, a puerta cerrada nadie escucha. – Soltando un jadeo detrás de su oreja. – Estas en mi dominio, y esto no ha terminado Mabel.

- - Señor Bill...

- - Solo Bill, pequeña conejita – Picando su nariz de botón. 

PV Narrativo

Cuando su dedo entro nuevamente avanzo profundamente y desfloro su carne tocando su prístino himen, las manos de Mabel se precipitaron hacia atrás debajo de la mesa intentando retroceder, pero fue retenida por la mano masculina del rubio. La pequeña castaña no tuvo más opción más que dejar sus manos abajo abrazando la mesa de masaje. No sólo hundió los dedos en el tapizado del colchón, sino que apretó la mesa mientras él la apretaba a ella más profundo contra su mano. Empujó más y sus dedos atravesaron su barrera virgen.

- - ¡Bill! – Grito la menor en un acallado gemido ronco.

Ella se acurrucó de nuevo cuando el dedo masculino penetró más profundamente en su sexo. Ella lo sintió deslizándose más profundamente en su centro goteante de su miel.

- - Ah, ah, ah... - Gimió la chica sintiendo la mano del rubio adentrar los otros dos dedos y empezar a empujar dentro de su estrecha vagina simulando el acto de la penetración. Frotando contra las paredes carnosas y calientes de su sexo, sintiendo sus uñas raspar suavemente.

- - Mabel... - Apretando su trasero, se acercó a su oído susurrándole. – No cierres las piernas, eres deliciosamente suave pequeña.

- - S-Señor... Bill – Soltando unas lágrimas de sus ojos. – Ahh, ahh, ahh...

- - ¿Te gusta? Es nueva la sensación, nadie te había tocado – Dando una caricia en su trasero y aumentando el empuje de sus dedos. – Déjame escucharte pequeña conejita.

La pequeña pataleo un momento y se retorció ante el aumento del empuje, escuchaba claramente como sus fluidos creaban un sonido húmedo y lascivo contra su vagina. Un cuarto dedo y los movimientos se aceleraron dentro provocando que la menor gimiera con fuerza.

La penetración llegó a su fin cuando sintió su mano presionando contra su trasero enterrando sus garras sin cortar su piel, solo lo suficiente para márcala. Estaba tan profundo como sus dedos le permitían. El aceite vertido en su ingle siendo una sensación sensual que cubría sus manos y el cuerpo de ella, más los fluidos de su cuerpo que se filtraban por el agujero de su vulva, le facilitaron la entrada. Su apretada vagina se amoldo rápidamente alrededor de sus dedos contrayendo su carne. La salida fue tan agradable como la entrada. Sus dedos deslizándose fuera de su interior lentamente. Él estaba siendo gentil en sus movimientos.

Mabel soltó una variedad de gemidos y arrullos cuando él comenzó a tocarla más rápido. El sonido de su sexo aplastante derramando su líquido por toda su mano y goteando en la mesa de masaje. Su agarre la sujeto con fuerza de su trasero, cada embestida era más y más rápida provocando que ella berreada de excitación. La menor jadeaba ante el aumento de su respiración. La temperatura de su cuerpo calentándose hasta el punto de derretirse.

- - Estoy goteando, estoy goteando – Murmuro contra el cojín sintiendo la necesidad de cerrar sus piernas. – B-Bill...

Su frágil cuerpo se contrae nuevamente. Mabel no tenía idea lo que estaba pasando. Ella estaba cada vez más cerca de alcanzar su limité. Su vulva estaba empapada dejando los dedos del rubio cubiertos de lubricación causando que todo su gozoso placer brillara más que solo con el aceite.

Si bien la pequeña sabía un poco sobre sexo y aún menos sobre masturbación, no tenía ni idea de los orgasmos. Pero ella podría jurar que estaba llegando a uno, el primero en su corta vida. Y mientras gime en esa habitación cerró los ojos y dejó que el éxtasis asombroso se apoderara de su cuerpo.

- - ¡BILL! – Alzo su voz tratando de evitar salir su líquido al intentar separarse.

- - No cierres las piernas – Le hablo en su oído. – No las cierres.

Mabel grito con fuerza cuando la sensación se vuelve demasiado y siente que una sensación increíble que no puede describir brota desde adentro. El orgasmo de la chica es rápido y dura un rato. Deja su pequeño cuerpo de adolescente temblando de puro placer sexual.

El masajista observa como la chica es arrastrada por su orgasmo. Ha visto lo suficiente como para saber que era la primera vez que tenía esto, lo que tendría mucho sentido siendo una virgen o que era hipersensible a las caricias. Ambos puntos eran realmente ciertos.

El hombre rubio quita sus dedos de Mabel tan lentamente como entró. Su vagina estaba más suelta que antes, pero él no quería sobre estimularla a la pobre chica. Sus dedos goteaban largas y pegajosas cadenas de flujo transparente con semen femenino sobre su trasero tembloroso. Mabel era una de las chicas más mojadas que jamás había tocado antes.

- - ¿Rico? – Soltando una risa cantarina y dando una lamida a sus dedos, viendo el rostro de la menor sorprenderse al verlo saborear su flujo. – Sabes muy deliciosa, pequeña. Demasiado dulce.

- - ¿Lo lamiste? – Dijo sorprendida y enrojecida de sus mejillas.

- - Sí, me gusta probar a mis clientas – Acercándose a su rostro. – Me gusta tú sabor, creo que será mi favorito.

- - Sabes que no hemos terminado – Chasqueando los dedos y mostrando un reloj de péndulo de pared. – Hay más tiempo para más de ese rico orgasmo.

El masaje continuó mientras deslizaba su mano izquierda por la espalda de la castaña y hacia su trasero. Ella ronroneó ante su cálido toque antes de darse cuenta en lo que hizo.

- - Yo no quise... - Dijo avergonzada.

- - Es un adorable sonido – Dando otra caricia. - ¿Te gusta pequeña?

- - S-Sí...

Su mano abrió bien sus muslos y le dio un buen vistazo de sus pliegues rosaditos como una flor goteando y separo un poco sus nalgas viendo su adorable anillo rosado.

- - Muy húmeda pequeña humana. – Tocando con su dedo la abertura de su ano.

- - ¡Aguarda! – Dijo la menor sorprendida por el toque.

- - No, Mabel – Sujetándola. – Mi habitación, mis reglas pequeña conejita – Acostándola. – No hemos terminado aún.

- - Bill... - Dando una mirada tímida. – Pero... ahí...

- - Debo preparar a esta adorable chica. – Vertiendo en una botella pequeña de color rojo un poco lubricante en su trasero.

Mabel volvió a gemir cuando su dedo volvió a encontrar su anillo dando una caricia antes de ingresarlo. Esta vez era diferente. Ella sabía que esto no era su vagina. Esta vez se estaba deslizando en su trasero. Envió un estremecimiento en su columna sintiendo la sensación de llenado. Algo que salía y algo que entraba eran diferentes.

- - Bill... Bill... - Llamo la pequeña sintiendo la sensación de su dedo frotando su ano. – Se siente... diferente.

- - ¿Incomodo? – Pregunto el rubio viendo a la chica negar. - ¿Agradable?

- - No se... como decirlo – Gimiendo suavemente.

La segunda entrada se sintió más rara que la inicial. Su cuerpo se retorció a su alrededor de la misma manera, pero la sensación de llenado fue mayor. Su dedo se sentía más grande en su trasero que en su vagina. Pero hizo que su vagina hormigueara de todos modos y fue poco a poco contrayéndose en su vientre.

Mabel estaba sorprendida de lo profundo que su trasero lo aceptó, sintiendo el empuje y el llenado agradable dentro de su agujero. Pero la necesidad de tocarse nuevamente sus labios y sentir el empuje dentro de su pequeña vagina, aumentaba.

Como si hubiera leído su mente sintió el brazo del rubio agarrarla de la cintura y levantarla un momento sujetándola y apretando su trasero. No parecía que hubiera suficiente espacio en la cama de masaje hasta que notó que ya había levantado las caderas para darle espacio suficiente. Su mano que la sujetaba adentro sus dedos tocando su pubis tersa y deslizando hasta su clítoris donde comenzó a frotar.

- - ¿Puedes quedarte así? – Viendo a la menor temblar.

- - ¿Así? – Tratando de mantener alzado su cadera.

Su vulva reaccionó y se tensó. Podría haberlo sentido si estuviera dentro de ella. Pero él continuó frotando su sexo en su lugar. Su otra mano sí lo sabía. Su trasero arrugándose alrededor del dedo de la misma manera que se contrajo.

La castaña empezó a gemir de nuevo. Aunque mucho más fuerte desde la primera vez que la toco. Al recordar sus palabras de lo que le dijo, no tuvo miedo de que nadie supiera que lo que estaba haciendo era celestial.

"Nadie se enterara, nadie lo sabrá"

Es el pequeño mantra que se formuló en su mente, aun sin entender porque permitía que ese sujeto la tocara más.

Su cuerpo se movió contra sus manos en movimiento. Sus caderas empujando hacia atrás encontrándose con el empuje de su mano. Rodo sus caderas contra él. Supo que estaba lista para más de ese toque. Al igual que con su vagina que ansiaba ser llenada nuevamente, el dedo del rubio jodió su trasero más rápido con el empuje. La chica soltaba profundos resoplidos y jadeos cada vez que su dedo estaba en lo más profundo.

- - Bill... - La menor flexiono sus piernas y acostó su pecho alzando sus caderas.

Su recto se estaba ensanchando y ansiaba que él se deslizara más. Se estaba moviendo lo suficientemente rápido. Ella mueve su trasero hacia él con menos ferocidad, disminuyendo la velocidad para que él pueda ver que su posición de rodillas boca abajo ansiaba algo más. Encontró esto deslizándose la mayor parte del camino y agregando su dedo índice. Mabel luego recuperó su velocidad al igual que él. Él estaba golpeando su trasero más fuerte ahora provocando los gemidos roncos y altos. Fue añadiendo otro dedo y más fuerte la estocada.

La pequeña castaña no podía creer cuánto se sentía tan bien el estimular por detrás. Cuando estaba su vagina palpitando. Con cuatro de los dedos del hombre golpeando su trasero completamente abierto, ella estaba subiendo rápidamente en sus respiraciones. Ese sentimiento anhelado, su orgasmo estaba regresado más fuerte. Echó su peso hacia atrás más rápido contra su mano. Tenía que sentirlo de nuevo. El éxtasis que la dejó hormigueando y temblando por todas partes, casi entumecida, un fuego que se sentía tan bien que podía llorar un largo rato. Estaba llegando nuevamente a su limité se estaba corriendo de nuevo.

- - Bill...Bill... Bill – Llamo la menor entre gemidos. – Detente... detente... estoy...

- - Córrete preciosa – Abrazando su cintura. – No acalles tus gemidos.

Mabel se estremeció alrededor de sus dedos. Los latidos de su corazón recorriendo con fuerza su cuerpo. La sintió respirar profundo. Una frecuencia cardíaca rápida que no para de sentirse en sus manos. Era de esperarse de solo tener un orgasmo intenso. Pero había un calor que se sentía como ningún otro. Mabel era especial, era una jovencita impresionante de aguantar un orgasmo y no derrumbarse.

- - ¡AAAH! – Grito la menor de forma aguda cayendo en los brazos del su masajista, mientras que este continuaba penetrándola. - ¡Dios! ¡AAH!

- - Mierda... - Murmuro el rubio manteniendo su agarre.

La jovencita temblaba y se contraía dentro liberando un abundante liquidó seminal en su vagina. Bill la mantuvo abrazada a su pecho y abandonando su trasero antes de dar una caricia. Una vez que ella se calmó de nuevo, él continuó frotando su pubis. Mabel estaba palpitando después de su segundo orgasmo. Ella no quería que él se detuviera.

Sonaba muy loco pero quería que el masaje durara el mayor tiempo posible, que la mantuviera en ese agarre.

El reloj en la pared con el péndulo, Bill se acercó a susurrarle unas palabras en su oído dando un leve mordisco en su lóbulo. Le dijo que todavía le quedaba mucho tiempo para correrse una y otra y otra vez.

Mabel recordó lo que le dijo Bill, los masajes pueden durar una o dos horas. No sabía cuánto duraría este que recibía, pero esperaba que fuera lo último.

Bill vio a la adolescente embozar una sonrisa cansada en su rostro, sus mejillas eran de un color rojo cereza y sus labios estaban casi del mismo tono de tanto morderlos. Aunque él quería probar más de su nueva clienta, aspiro su aroma sintiéndose embriagado por la calidez de su cuerpo. Tenía el tiempo de Tambry, y Pyronica nunca falla en los cálculos de su tiempo. No podía creer que pudiera tener a una pequeña virgen prohibida.

"Pronto tendría que irse"

Sus manos agarraron su brazo dando una y sutil caricia. Ella miro el techo y una parte de la habitación, luego al sujeto. Pero noto como esté la sujetaba aun contra su cuerpo. De repente le dio la vuelta llegando a sorprenderla un momento. Su cuerpo desnudo con el vello erizado y observando su orbe ambarino.

Se había olvidado por completo de que él solo le había masajeado la espalda y todavía le quedaba la mitad de su cuerpo. Noto su mirada dorada verla con deseo.

- - Bill... - Llevo su mano acariciando el rostro de su masajista. – Mi cuerpo... mi cuerpo es... - Tratando de cubrir su pecho antes de sentir las manos del rubio detenerla.

- - Nada que cubra mi trabajo, pequeña – Embozando una sonrisa seductora y atractiva.

El aceite de almendra volvió a entrar en juego cuando lo acerco. La pequeña castaña se mordió un poco el labio inferior y respiró profundo cuando derramó sobre su pecho en desarrollo y levemente voluminoso. Puede que no tuviera senos tan grandes, pero sus pequeños pezones rosados ​​eran lindos y como el botón de una flor. Asomándose siendo prominente y erecto ante el liquidó. Recostó a la chica y roció de su esternón hasta su ombligo fue bajando hasta llegar a su pubis. Se estremeció cuando el aceite aterrizó allí. De pura necesidad froto sus muslos, calmando la necesidad de tocarse. No sabía la adolescente por qué estaba actuando así, pero no quería parar.

Ella cierra los ojos cuando él comienza a frotar el aceite en su piel. Empezando a dar un masaje por su estómago. Su corazón estaba acelerado de golpe cuando él subió sus manos. Sus palmas deslizándose a su pecho dando una caricia a sus senos. Sus pezones clavados en las yemas de sus dedos frotando contra ellos, sus afiladas uñas solo rozaban de momentos su piel sin llegar a cortarla.

Mabel se preguntaba si así eran sus manos antes de comenzar, pero miraba con detenimiento su rostro... notando su ojo más afilado y brillante entre esa condenada sonrisa atractiva mostrando sus colmillos.

A la menor le encantaba sentirlo allí dando caricias a su pecho y estrujándolo contra sus manos. Siguió una serie de escalofríos que viajaron por su columna mientras él acariciaba su cuerpo. Una vez que subió a sus hombros, volvió a bajar y ella sintió lo que podría explicarse como un pequeño estremecimiento que la calo por completamente en su vientre. Toco nuevamente sus senos pellizcando un poco sus pezones.

- - B-Bill... - Gimió suavemente la menor cuando sintió sus manos masajeando sus senos y bajando sus manos para tocar su abdomen y cintura.

- - Eres muy suavecita de aquí – Pasando su mano por su vientre hasta detenerse en su monte de venus notando aun lo lampiño de su sexo.

Mabel avergonzada de su rostro abrió sus piernas deseando que la tocara, por un momento quiso olvidarse de todas esas malditas advertencias en su cabeza. Un chico muy atractivo la estaba haciendo sentir muy bien. Todos sus pensamientos se desvanecieron cuando toco su vulva contra sus dedos, el frote comenzaba y pasaba encima de su clítoris.

Sus labios humedecidos por su orgasmo previo, su perlita hinchada y palpitante, era una vista muy erótica para el rubio.

Las manos de la menor las apretó con fuerza evitando hacer un movimiento tras la pequeña acción de masturbación. Bill se da cuenta de esto y suelta una risa cantarina antes de tocar sus muslos y flexionar sus piernas tirando de sus tobillos hacia arriba para acomodarla entre sus hombros y atraerla al borde de la mesa de masaje.

- - Pequeña conejita, no acalles tú voz – Viendo el rostro alarmante de la menor.

- - ¡Ah! – Viendo al rubio entre su ingle. - ¿Qué harás? – Pregunto inocente.

El rubio solo respondió dando una lamida en su vulva provocando un chillido en ella. Escucho su risa y como su rostro se acercaba a su sexo lamiendo sus pliegues. Mabel se ruborizo y emitió un jadeo tras la húmeda caricia. Su lengua baila sobre su sexo rosado dando lamidas largas y mordisco en sus labios, fue agitándose la pequeña. Pensaba que esto era un sueño muy extraño, ella creía que a lo mejor seguía en la cabaña y solo se había dormido después de regresar con Wendy de su paseo.

Dos dedos la hicieron reaccionar cuando se adentraron a su ano y la lengua de rubio profundizo sus lamidas dentro de su vagina. La castaña se retorció y se estremeció ante el contacto, llevo sus manos involuntariamente a su cabellera rubia sujetando los mechones y tirando de ellos.

- - ¡BILL! – Exclamo sonrojada de sus mejillas encorvándose hacia delante intentando calmar el ritmo. – Por favor... por favor... es muy rápido...no, no...

El sujeto dio una mirada a la chica sin detener sus acciones, le gustaba esa facción llena de excitación y como suplicaba. Su lengua se deslizo más profundo. Su cuerpo acaparó toda la atención durante lo que parecieron unos segundos antes de que se corriera de nuevo sintiendo su figura fémina temblar ante su tercer orgasmo.

Su boca se movió ágilmente y trabajó a lo largo de su orgasmo. La mantuvo sujeta de las caderas mientras su boca se dirigía hacia su pequeño monte. Succionó juguetonamente dando lamidas sus pliegues y mordisqueó su clítoris robándole un gemido a la menor. Al mismo tiempo, sus dos dedos que cogían su culo abandonaron su área después de tres empujones. Mabel sujeto su cabeza respirando con fuerza antes de recostarse de nuevo en la mesa de masaje.

El más fuerte de sus gemidos resonó a través de la habitación, antes de soltar el cabello del masajista y llevar sus manos a su pecho. Acababa de tener un orgasmo hace unos minutos y ahora se estaba corriendo de nuevo tan rápido.

Todo su cuerpo se estremeció de no saber qué hacer con tanto placer. Bill bajo sus piernas de sus hombros y dio un leve chasquido de lengua y labios, relamiéndose la miel que probo de la adolescente.

- - Pequeña conejita eres jodidamente deliciosa – Menciono el rubio caminando hasta la mesilla que tenía enseguida para abrir el compartimiento del cajón.

- - Oh cielos... - Sonando ronca. – Esto es... un masaje que recibe Wendy... y Tambry.

- - Masaje... - Murmuro el rubio soltando una risa baja antes de ver a la menor recostada en posición fetal, vio sus hermosos y profundos ojos avellanados de forma cristalina y como su cabello largo color chocolate y ondulado caía como una cascada en su espalda. Jamás había admirado tanta belleza inocente y tierna. – Cierto, es un masaje. Pero este es especial.

Se acercó inclinándose a su altura y tomando su rostro para levantarlo con delicadeza.

- - Mabel, ¿Me permites besarte?

- - ¿U-Un beso? – Sus mejillas enrojecieron ante lo que dijo.

- - No se nos permite besar a las clientas, al menos que ellas nos den su permiso – Dando una caricia a sus labios. - ¿Puedo?

- - Yo... no he besado a otro chico – Dijo ella sonando su voz temblorosa.

- - ¿Otro chico?

- - Bese a un chico en el lago – Pestañando con nerviosismo. – Era lindo, fue un beso fugaz... un amor de verano, que duró menos de una semana.

- - Amor de verano – Dijo Bill manteniendo su sonrisa de tan solo escuchar a la chica hablar de esa experiencia. - ¿Qué es un amor de verano? pequeña mortal, debes decirme.

- - Suenas extraño jeje – Dando una mirada al rubio. - ¿No sabes que es un amor de verano?

- - Pareces escucharte como toda una experta. – Colocándose a su lado. – Puedes decirme ¿Qué es el amor de verano?

- - Bueno... - Soltando una risa para intentar distraerse del ambiente. – Un amor de verano es... cuando vives un amor fugaz. Se siente como una sensación de fantasía, algo mágico como si estuvieras dentro de una película porque todo sucede como si fuera planeado por el destino. Es un romance hermoso que tienes con alguien. – Menciono sonrojándose. – A veces sucede durante las vacaciones, viajas a un lugar nuevo o conoces a alguien que aparece en tú vida inesperadamente.

- - ¿Qué más sucede? – Dando una mirada a la menor.

- - Bueno inician una charla, se conocen y se invitan a citas, a veces todos los actos son espontáneos. – Aclaro. – Poco a poco se van enamorando, al punto que las cosas suceden de forma no planeada pero perfecta.

- - Un abrazo, un beso o la palabra te quiero.

- - La fragilidad de los vínculos humanos son algo extraño en ustedes en sus relaciones. – Viendo a la chica colocar una sonrisa dulce de sus labios rosados. – Mabel... eres una pequeña muy fugaz.

- - ¿Por qué aparecí aquí?

- - Como una Estrella fugaz – Sujetando su rostro.

- - Bill – Devolviendo su mirada se acercó lo suficiente al sujeto. - ¿Puedes besarme?

Un par de labios chocaron con los suyos recibiendo un beso caliente y necesitado. La pequeña sintió la boca del sujeto moverse con rapidez abrazando su cuerpo. De momentos se separaban entre los besos, antes de volver a uno más febril y ardiente. Mabel se sentía como si estuviera en un carrusel de emociones cuando probaba de los labios del mayor.

Bill se separó un momento escuchando jadear a la jovencita, la euforia del momento invade el cuerpo de la menor tras recibir uno de los mejores besos. El sujeto rubio se acerca a tomar del cajón lo que buscaba, rasgo la envoltura del sobre.

La pequeña miraba con curiosidad lo que hacía antes de escuchar el tintineo de sus pantalones abrirse. Ella mordió su labio inferior y espero nerviosa lo que sucedería. Podía ver claramente la erección del rubio y como masturbaba su pene ante su presencia.

- - Bill... - Llamo la chica mirando el miembro del rubio.

Termino de colocar seductoramente el condón sobre el tallo de su pene, tomo la botellita de lubricante envolviendo alrededor de su cuerpo.

- - Sabes que no he terminado, señorita Estrella fugaz.

Se acercó lo suficiente a la chiquilla dando una mirada a su orbe dorado, fue tirando de su cuerpo atrayéndola al borde de la mesa de masajes tomándola de las caderas.

- - Voy a ser gentil contigo – Susurro a su oído. – Puedes gritar todo lo que quieras.

Su pene cepillo contra ella, dando una presión a los pliegues de su abertura vaginal. Él iba tener sexo con ella. Mabel se ruborizo de tenerlo cerca, claramente no encontraría una explicación de porqué dejaba que aquel sujeto continuara, pero en este momento le valía una hectárea de mierda las advertencias iba tener relaciones y su nervios más grandes era saber si ese miembro que media más de 11 pulgadas cabria en su pequeña vagina. Solo sabía que ese miembro la iba romper en dos, pero sentiría que algo grande estaba dentro de ella.

Él empuja su glande en la abertura de su vagina escuchando un jadeo alto antes de avanzar y sentir a la chica sujetarlo de sus brazos. La menor suelta unas lágrimas de sus ojos siendo besada de su rostro, escucha la voz de Bill decirle que pasara pronto el dolor.

Mabel asiente y siente como el miembro masculino entra desgarrando sus paredes y realiza un movimiento de dentro hacia afuera. Ligeramente abierto su canal se estira a su alrededor. Mabel grita cuando la penetra completamente. El grueso miembro se desliza mucho ante la resistencia de su estrecha vagina. Se queda un momento quieto esperando que la menor se acostumbre de tenerlo dentro.

Sus manos tiran de sus caderas temblorosas y realiza un vaivén lento en sus primeros empujes. Cuando las embestidas dan a los primeros golpeteos en su canal, provocando que la joven gima soltando un quejido de dolor.

- - Bill... duele... - Soltando jadeos y sintiendo su frente perlada tras el esfuerzo de sostenerse en sus brazos.

- - Pequeña – Dando una caricia en su espalda baja. – Sera un momento, pero lo disfrutaras.

A la mitad de su pliegues da un poco de velocidad a sus embestidas sujetándola de las piernas, dando golpeteos en su suave pubis. Mabel llora al principio por el dolor de la fricción en su carne, poco a poco se siente humedecerse entre las embestidas y su cuerpo tiembla ante un orgasmo inesperado. Solo por un momento la folló con la mitad de su longitud de su miembro, luego de que ella se corrió de nuevamente en un abundante flujo.

- - Estas muy mojada, preciosa – Dando un beso en su cuello. – Tan caliente...

- - Bill... - Abrazando su cuerpo envolvió una pierna atrayendo su torso y sintiendo lo profundo de la penetración en su pelvis. – Más... más...

- - Sí... - Dando un beso en sus labios de forma apasionada. – Pequeña...

Bill comenzó a empujar más aumentando la velocidad de sus embestidas. Cada centímetro tuvo la oportunidad de cogerla con más fuerza sujetando sus caderas y dando golpes profundos que provocaban que ella gritara y gimiera con fuerza. Cada centímetro era aún más apretado que el anterior hasta el punto en que la fricción se volvió demasiado placentera apretando su pene y sintiendo a la chica expulsar más liquido de su vagina.

- - ¡BILL! ¡BILL! – Grita la castaña con desesperación entre los gemidos altos cuando siente su interior muy caliente y el desgarre en su apretada vagina. Sus aprietan la tela de la camisa del rubio escuchando con los botones se rompen al desabotonarse. Entre sus toques no puede evitar el dar una caricia a sus músculos de los costados y arañar. - ¡AHH! ¡AAH! ¡NO PARES! ¡NO PARES! – Decía inconscientemente entre los gritos.

- - ¡Demonios! – La recostó sujetando sus brazos y colocándolos a los lados de su cintura clavando sus garras en la tierna carne de la menor. - ¡Mabel!

La empujo subiéndose a la mesa y sujetándola en una posición de misionero aplastando el peso de su cuerpo en ella. Sus pantalones bajaron más y sus empujes fueron con fuerza escuchando a la chica gritar y respirando profundo. Sus testículos golpeando su trasero y la pequeña abertura de su vagina caía los hilos de flujo y sangre. La vagina de la adolescente comienza a expulsar los líquidos acumulados. Un pequeño chorro débil de semen sale de su uretra mojando el abdomen fuerte del rubio.

El rostro perlado del mayor y sus jadeos se hacen presentes escuchándose cerca del rostro de la castaña. Mabel no puede evitar ponerse roja antes los sonidos, ya casi no escucha el sonido del piano, solo predomina sus gemidos y jadeos llenos de lujuria.

Bill termina de quitarse los pantalones tras el arranque de lujuria, aún más mientras su pene absorbe algo de su lubricación comienza a cogerla de verdad. Soltó sus muñecas aprisionándola contra su cuerpo y la maldita cama de masaje. La sesión pasa de ser un simple acto de masaje tántrico a tener sexo duro.

- - ¡Bill! – La chica no sabe qué hacer con tantas sensaciones, solo disfrutaba de ser cogida. – M-Me gusta... me g-gusta... ahh, ah, ah, ah.

- - Te gusta – Soltando un gruñido ronco de su voz. – Demonios pequeña... me aprietas bastante bien, joder. – Sujeta sus piernas alzándolas lo más arriba elevando sus caderas y colocándolas encima de su hombro. Aumenta el golpeteo de forma profunda escuchando la chica gritar nuevamente y como el chapoteo de su vagina se escucha lasciva y erótica.

- - ¡AAAH! ¡UHG! ¡AHH, AHH, AHH! – Mabel lleva sus manos a su pecho apretando sus uñas contra los pectorales. - ¡BILL! ¡BILL! ¡DIOS! ¡AAAH! – Estira sus piernas sintiendo ese arranque de escalofríos y como libera más líquido.

- - ¡MABEL! – Sujeta a la chica gruñendo de forma salvaje ante el calor en su cuerpo. Su miembro palpita con dureza cuando la carne de su interior aprieta impidiendo moverse rápidamente siendo difíciles las embestidas. Unos cuantos golpeteos y derrama su líquido seminal dentro del condón.

Mabel suelta un lloriqueo y le hace saber lo increíble que es con sus gritos y gemidos. Sus palabras se pierden en alguna parte del momento cuando el rubio busca su rostro jadeante y la besa.

- - Eres una tentación pequeña – Viendo a la menor respirar rápidamente de su pecho. – Quiero más... aún hay tiempo. – Colocando un sendero de besos de su cuello hasta su pecho.

- - Es... es i-increible... - Diciendo temblorosa de su voz al sentir su vagina muy humedecida y con el pene masculino dentro. – Bill... ¿a-aún hay más? – Viendo al rubio darle esa mirada hambrienta.

- - Pequeña estrella fugaz. – Dando un beso en sus labios. – Aun no terminamos esta sesión. – Dijo saliendo de ella y buscando el lubricante y otro condón.

[ *OOO* ]

En la habitación 4 que estaba en el pasillo, Wendy estaba recibiendo un trato bastante similar. Pero con su masajista. Ella durante la sesión había gritado y le había rogado que la follara más fuerte mientras se corría durante su sexo anal. Su sesión terminó después de una hora y media.

Después de un día de paseo con Mabel que incluyó compras, ir al centro de juego a escalar una pared y trabajar toda una larga semana en la cabaña del misterio. Lo mejor que necesitaba para relajarse y una de las mejores maneras en que lo hizo fue recibir un masaje tántrico y luego ser cogida como una maldita perra en celo que con un demonio. Su trasero estaría completamente abierto y rezumando semen en grandes cantidades.

Wendy se encontraba terminándose de cambiarse, después de haber tomado un baño para limpiar su travesura. El hombre pelirrojo se acercó dando un beso en los labios de la chica antes de ayudarle abrochar su brasier de forma juguetona.

- - Phill basta – Soltando una risa.

- - Me la debes por dejarme plantado todo un fin de semana, pequeña gatita traviesa.

- - Okey – Atrapando al chico tomándolo del cuello y besando sus labios de forma divertida. – Tratare de no dejarte solo.

- - Vendrás más seguido o juro que iré por ti y te atare – Escuchando a la chica reír. – Wendy...

- - De acuerdo Phill.

La chica se levantó buscando su blusa para abrocharla cuando el demonio recordó lo que le iba decir desde un principio.

- - ¿Quién es la chiquilla que trajiste? – Pregunto curioso como un niño con las piernas cruzadas y apoyando su cabeza en la palma de su mano recargada en la rodilla derecha.

- - Te refieres a Mabel Pines, es mi mejor amiga – Sonriendo. – Hoy salimos porque le cancelaron su fiesta de pijamas, y no quería que se aburriera en la cabaña.

- - Wendy la trajiste aquí – Alzando una ceja y poniendo una expresión divertida. – Sabes que este lugar es...

- - Ya sé, pero tampoco no quiero que pase más de una hora y media esperándome mientras cojo contigo y me liberas estos nudos musculares.

- - Más bien tenías ganas de jugar rudo.

- - Bueno sí – Sonrojándose. – Tranquilo sé que son demonios que dan masajes tántricos. Pero ¡hey! Pyronica sabe que pedí el sencillo.

- - ¿Sencillo? – Levantándose de su asiento. - ¿Qué sencillo?

- - Tú sabes, un masaje normal.

- - Oh, eso... - Dijo aliviado el pelirrojo. – Bueno, Will se encarga de eso. La va dejar flotando en las nubes.

- - Lo sé... tanto que disfrutara esto.

- - Bueno, entonces ella debe estar esperando en recepción – Dijo Phill sonriendo. – ¿Puedo conocerla? Solo la vi de lejos.

- - Oye, no insinúes. – Frunciendo el ceño.

- - No lo hago – Alzando sus manos. – Wendy, tenemos un trato tú y yo, no te he comido por eso el alma. Me gustas y eres muy sexy para que quiera soltarte.

- - Bueno demonio será mejor que te comportes – Dando una caricia a su mejilla. - ¿Te veo el domingo?

- - Mejor iré a ver a que programes esa cita y las siguientes – Tomando su mano.

Wendy regresó a la recepción con las piernas débiles y siendo tomada de la mano por el ansioso demonio. Pyronica sonrió al verla sabiendo cuánto disfrutaba Wendy su tiempo en la sesión.

- - ¿Y bien? Disfrutaste tú masaje Wendy.

- - Por supuesto, como de costumbre este loco quiere ver que haga cita los otros días.

- - Phill no te encapriches, dale un respiro.

- - Eso no, y será mejor que apartes los domingos. – Tomando la tablilla de Pyronica.

- - ¡Ey! Nadie toca esto, es mío – Dando manotazos a sus manos y regañando al pelirrojo. – Sigue así y serás castigado dos fines sin ella.

- - Pyronica – Llamo la oji verde buscando a su amiga. - ¿Dónde está Mabel?

- - Mabel... - Arrebatándole la tabla para buscar el registro de la adolescente. - Oh, ella todavía está adentro.

- - ¿De verdad, todavía? – Se extrañó que aun siguiera dentro de la habitación.

- - Sí. Todavía está preparándose para... - Pyronica echa un vistazo rápido al reloj y su tablilla. – Casi otra media hora. Eso es lo que dijiste.

- - ... No comprendo.

- - Cuando te pregunté si era lo de siempre. Dijiste que sí. Una hora y media para ti y dos para tu pareja. – Respondió.

Wendy no tardó mucho en carburar su mente cuando se dio cuenta lo que podría estar sucediendo en la habitación

- - Oh cielos...

- - Te lo dije – Menciono Phill. – No hay sencillos.

- - Me sorprendió un poco ver que trajiste a esa chica, siendo muy joven casi prohibida y tentadora. Y como no venias con Tambry, pensé que ella sería un reemplazo de pareja. – Sonriendo. - ¿Pero no es eso lo que querías?

- - Mierda... oh santa mierda, el señor Pines me va matar ¡No! Dipper y Ford lo harán – Dijo la chica emitiendo un murmullo de preocupación. - ¡Pyronica! No puede estar adentro, ¡tiene catorce! No ha tenido un novio serio y es una adolescente que aún le gusta mucho los peluches y colecciona posters de artistas guapos. – Respirando agitadamente. - ¡Dios!

- - Wendy que dijimos de hiperventilar de esa manera – Dijo Phill. – Me excita pero me asusta.

- - Tranquila Wendy – Dijo la súcubo haciendo un gesto con la mano. – Esta en la habitación 6 con Will Cipher, no pasara nada. Ya sabes cómo es, lo más seguro es que estén sentados bebiendo té y contando chismes como viejas metiches.

- - Cierto, Will es muy moral en el asunto de cogerse a una lolita – Cruzándose de brazos. – Al menos que la tenga en la cama con movimientos de perezoso esperando a que se acostumbre.

- - ¡Phill! – Le regaño Pyronica.

- - Okey, no quiero escuchar eso... ¿puedes traer a Mabel e interrumpir la sesión?

- - Ehmm... sí aunque sería arruinar privacidad.

- - Vamos, no me hagas enojar.

- - De acuerdo.

De repente salió Will de una habitación llamando la atención del grupo.

- - ¿Qué tanto gritan? – Viendo a la pelirroja mirarlo con alivio. – Hola Wendy, viniste con Phill.

- - Sí – Asintiendo. - ¿Y Mabel? Se está cambiando o le ofreciste té.

- - ¿Quién? – Dijo confundido el peli celeste.

- - Mabel – Dijo Pyronica. – La pequeña adolescente que lleve a tú habitación para que le dieras un masaje.

- - Yo no tuve a ninguna Mabel en toda la tarde.

- - No seas mentiroso, la lleve a la 6. Eres el único que tiene temática muy tranquila.

- - Pyronica, estas confundida – Dijo Will. – Ya se te olvido que Bill intercambio habitación conmigo ayer por el incidente de Tambry y Tad, yo estoy en la 5 enseguida de la pareja toxica.

- - Un momento... - Dijo Phill llevando una mano a su barbilla. – Entonces la pequeña lolita esta con...

- - ¿Cuánto duraba el masaje de ella? – Pregunto Will con los ojos abiertos.

- - Dos horas... - Dijo Pyronica cubriéndose con la tablilla. – Oh por Satán...

- - Bill no pensara que... - Hablo Phill antes de ver a Wendy pálida de su rostro. - ¡Tal vez no la toco! ¡no la toco!

- - No sería tan tonto para pensar que una niña de secundaria buscaría un masaje tántrico y sexo.

Las dos mujeres corrieron por el pasillo. Wendy es la primera en llegar a la puerta y la abre con fuerza esperando no encontrar el peor escenario, pero ve a Mabel montando a su masajista mientras que este la guía a su vaivén semi encorvado a la mesa de masaje. Su miembro producía un ruido fuerte chocando su pelvis masculina contra su intimidad y soltando un rugido gutural el rubio mientras abrazaba a la chica dando caricias en su espalda baja y su trasero.

Wendy se asombró mucho de la situación. Pero luego su mente comenzó a notar lo bien que lo estaba haciendo su amiga. Pyronica llega y se detiene a su lado y también la observa con un rubor en sus mejillas. Pero ni Mabel nota la presencia de las chicas, trae los ojos cerrados y las mejillas rojizas en un tono como la granada.

Mabel voltea sus largos mechones achocolatado hacia atrás. Mechones ondulados de su cabello chocolate brillante desordenados se aferraban a su cuello, pecho y espalda cubiertos de sudor. Empuja sus caderas hacia abajo mientras comienza a correrse de nuevo en otro orgasmo. Su compañero empuja hacia arriba mientras ella se corre nuevamente. La menor se detiene y se estremece. Su cabeza cae mientras se aferra a sus antebrazos mientras él continúa embistiéndola con hambre. Él también está a punto de correrse. Sale de su vagina enrojecida, no termina de retirarse el condón cuando un torrente de semen caliente termina de derramar en la envoltura. El rubio jadea y busca otro de la caja desordenadamente, lo toma y lo rasga antes de ver a las chicas que están a la puerta y a los otros dos demonios que llegaron detrás de ellas.

Pyronica está impresionada de lo bien que esta niña está manejando el pene tan grande de su compañero. Wendy se dio cuenta de que acababa de pagar para que su mejor amiga no solo recibiera un masaje, sino que la cogiera como jodida zorra por el sexo, ahora sabia porque Tambry duraba dos horas enteras.

Bill frunció el ceño y chasqueo sus dedos empujando al grupo fuera de la puerta cerrando con seguro. Dando entender que no interrumpirían esta sesión privada.

- - Nos acaba de correr – Dijo Pyronica furiosa. – Y en la mejor parte del porno.

- - ¡Pyronica! – La regañaron el grupo.

- - Bueno... tú amiga ya no es virgen, claro si alguna vez lo fue. – Dijo Phill antes de ganarse una mirada de molestia de Wendy. - ¿Qué dije? Ella esta dominando a mi hermano, Bill nunca se comporta así, le gusta presumir como lo hace con sus clientas.

- - Pero esto lo quiere privado – Dijo Will.

- - Oh por Dios, el señor Pines me va matar.

- - Deberíamos dejarlos terminar – Dijo Pyronica llevando a Wendy por el pasillo.

[ *OOO* ]

Mabel no recuerda cuanto tiempo llevan dentro de la habitación, pero cada embestida es como un pedacito de cielo para ella. Sus gritos cubren por completo el lugar, hasta la música ambiental de fondo es completamente desconocida ahora. Lo único que pueden escuchar es el chasquido húmedo de sus cuerpos juntándose y Mabel gritando una orquesta de éxtasis erótico para el rubio.

Bill quiso probar algo con ella ordenándole que se pusiera en cuatro, la menor apenas puede mantener levantada tras sus corridas. Siente sus dedos jugando con el anillo rosado de su trasero y el líquido aceitoso en su entrada.

- - Se nos terminaron los condones – Emitiendo un jadeo y una risa llena de excitación el rubio. – Pero eres una adicción pequeña.

- - ¿Qué harás? – Apenas su voz se escucha muy ronca tras los gritos.

- - Voy a seguirte cogiendo – Dando un mordisco en su cuello. – Oh Mabel, enserio que no quiero soltarte.

La castaña siente la intrusión de su miembro entra por su agujero anal, emite un berrido agudo antes de soltar un jadeo sintiendo su cuerpo temblar. Ella cae de rodillas y boca abajo sobre su pecho. Sus piernas se abren de par en par en los bordes de la mesa y es cogida profundamente con rapidez y dureza. Se mueve más rápido. Más difícil. Mabel emite un lloriqueo entre los gemidos y patalea en sus pies antes de ser retenida por las piernas del rubio. La sensación de su pene grueso friccionando su ano la hace correrse una y otra vez.

- - ¡Bill! ¡por favor! Ahh, ahh, ahh... e-está... muy dentro – Sus manos aprietan la sabana y tiran la almohada. - ¡AAH!

Él la tomará varias veces en poco tiempo viendo su ano rosado y enrojecido ante las embestidas. Había olvidado cuántas veces se corrió dentro de los condones mientras la follaba por su intimidad.

Ha estado embriagado por su aroma, ni se acuerda cuando se subió a la mesa con ella y sostuvo a la adolescente cerca de su espalda y le dio repetidas embestidas viendo su estómago abultado. Su pene empujó su vientre hacia afuera mientras presionaba contra su útero y cerca de la pared de su uretra.

Volvió a perder el control cuando la menor lo araño de su espalda y abdomen. El reloj de la pared seguía avanzando. Él también se corrió, algo a lo que en realidad aguantaba cuando estaba con otras chicas, pero con ella fue bastante, ya que la castaña se corría mucho más que él.

En este momento estaba llegando nuevamente a su clímax apretando su cintura y evitando salir de ella. se corrió liberando su semen caliente dentro de ella. Su pene disparando gruesas cuerdas pegajosas de líquido blanco.

Mabel estaba respirando con fuerza, no había mirado el reloj desde sus últimos siete orgasmos. No le importaba hacer un seguimiento de cuánto tiempo le quedaba. Todo lo que le preocupaba era lo bien que se sentía él en su ano y en su pequeña vagina ya no virgen.

Ella emitió una sonrisa cuando sintió los brazos de Bill abrazarla a su lado y salir de ella, antes de que el hombre jadeara satisfecho y depositara un beso en su frente.

- - ¿Lo disfrutaste? – Viendo a la castaña asentir. – Para ser una humana joven, aguantas bastante bien.

- - No siento... - Sonando rasposa su voz. – No siento... las p-piernas.

- - ¿Sedienta?

Asintiendo con vergüenza al no poder hablar bien. Vio al rubio levantarse y caminar lejos de ella, Mabel no pudo evitar ruborizarse y ladear su rostro cuando lo observo su cuerpo desnudo, recibiendo una mirada divertida de su masajista.

- - B-Bill... ¿e-eres... un demonio? - Pregunto la chica esperando una respuesta, antes de ver al sujeto embozar una sonrisa y murmura suavemente. - E..Es m-mi primera... vez...  con uno...

Bill volvió con una copa de líquido guinda atrayéndolo a los labios de la castaña. Mabel le dio una mirada desconfiada del líquido pero no teniendo más opción para beber, acepto la copa y bebió aquel afrutado y amargo líquido.

- - ¿Qué es?

- - Un poco de vino.

- - No es muy dulce – Hablando con claridad.

- - Te acostumbraras – Menciono.

- - ¿Qué te hace pensar que lo beberé de nuevo?

- - ¿No piensas volver? – Quitándole la copa antes de ver la expresión sonrojada de la chica cuando aparto su mirada de él. – Mabel...

Bill la acorralo manteniendo a la castaña en su agarre antes de robarle un beso. Por un momento, solo por un momento fue silencio y el murmullo de una promesa.

[ *OOO* ]

- - Ya han terminado – Dijo Pyronica viendo la finalización del tiempo. – Bill ya debió...

La súcubo no continúo mucho cuando le dio indicar a la pelirroja que podía acceder sin problema alguno. Wendy se detiene en la puerta y le da un golpe suave esperando a que abriera, pero solo se escuchó el pestillo desbloquearse. Tiene miedo de lo que verá en persona en lugar donde hace rato estaba jodiendo a su amiga. La puerta se abre y el demonio masajista está de pie allí vestido. Él le da una sonrisa y ella le da la cortesía de devolverle la sonrisa aunque está molesta de que abusara de su amiga. Ella se hace a un lado cuando él pasa enseguida y se va de la habitación. En el interior, Mabel le da la espalda. Está terminando de colocarse su suéter antes de ver a su amiga.

- - ¡Oye! Mabs... - alzando una mano para llamar su atención.

Mabel se da la vuelta, su cara aún esta muy roja y empapada por el agua tras limpiarse el sudor y algunos restos de semen que tenia en su cuerpo. Su adorable rostro sonriente ocultan lo que ha pasado aquí hace unas dos horas, su cabello está muy aplastado y alborotado lo que intenta cepillar algunos mechones rebeldes.

- - H-Hola Wendy... - Bajando su mirada.

- - ¿Estás bien?

- - Hmm... eh, sí. Genial – Menciono algo distraída.

- - Ah, de verdad.

- - Sí – Dejando de cepillar su cabello.

- - Así que... ¿disfrutaste tu masaje? – Sonando preocupado.

- - Fue interesante y súper divertido. Mi masajista Bill, fue muy amable conmigo y fue gentil desde que supo que era mi primera vez.

- - Lo siento mucho.

- - ¿Por qué te disculpas?

- - Mabel... yo lo olvidé por completo. Olvide decirte que cuando vengo aquí con Tambry. Nos gusta recibir un tipo especial de masaje.

- - ¿Qué clase de especial de masaje? – Pregunto la adolescente.

- - ¿Cómo lo que hiciste aquí con...?

- - Oh, ¿te refieres al tener sexo? – Diciéndolo lo más normal del mundo.

- - Sí. Y lo hacemos frecuentemente por tenemos a nuestros masajistas... algo así como únicos. Así que lo llamamos lo habitual. Como cuando pides cosas en un restaurante o cafetería con tú mezcla favorita. Y esta vez, vine... pero tú estabas aquí conmigo. Y no Tambry.

- - Así que los masajes no tienen sexo – Menciono la castaña soltando un suspiro cuando recordó lo que hizo con Bill.

- - Estos sí. Algunos de ellos, si eso es lo que pides. Le dicen tántricos y los masajistas de aquí lo hacen especial porque... bueno no son... - Dudaba en decirle lo que eran.

- - Son demonios.

- - ¿Cómo...?

- - Mi tío Ford me hablo de ellos... pero pensé que no existían, hasta que se me hizo raro que mi masajista tuviera garras y colmillos.

- - Mabel, lo siento sé que esto...

- - Tranquila Wendy, fue algo nuevo para mí – Soltando una risa.

- - ¿Qué te pareció?

- - Me gusto...  me gusto mucho jeje - Dando una mirada a sus muñecas enrojecidas. – ¿Nos vamos?

- - Sí.

- - ¿Podemos obtener algo de helado en el camino?

- - ¿No estas cansada? – Soltando una risa al ver la enorme cantidad de energía que aun traía su amiga.

- - No creas que no olvide el helado.

Pyronica vio al demonio rubio reunirse con ellos y recibir una mirada llena de molestia.

- - Pensé que las sesiones no eran interrumpidas – Dando una mirada fruncida a la peli rosa.

- - Tuvimos un error en la sesión, servicio equivocado.

- - Nunca te equivocas

- - Wendy se equivocó al decirme lo habitual.

- - Oh entonces... - Dando una sonrisa y poner una expresión de asombro. – Esto sí fue una sorpresa.

- - ¿Qué tanto le hiciste a la chica?

Sus compañeros lo miraron con algo de impresión por lo que ocurrió hace unos minutos.

- - ¿Qué?

- - Nada, nada... - Dijo Phill. – Solo te comiste a una lolita muy traviesa.

Wendy camino de regreso con Mabel antes de toparse con él grupo y ver a Pyronica aun con las mejillas rojas.

- - ¿Lo...?

- - Pyronica.

- - Sí, ya entendí.

- - ¿Podemos volver la próxima vez?

Wendy se sorprendió de lo que dijo su amiga, antes de ver a Bill retirarse con una sonrisa en su rostro dando una mirada a la castaña.

- - Estaré esperando, pequeña estrella fugaz.

Mabel se ruborizo de tan solo pensar que el siguiente fin de semana se uniría a Wendy a este día especial de masaje. Mientras que el grupo solo se quedó con una expresión impresión sabiendo que ahora la pequeña castaña se uniría a los masajes especiales. Más tarde Wendy le explicaría a Mabel lo mucho que tendría que cuidarse de los demonios. 

La castaña solo sabia que su amiga y la recepcionista seguían en shock por lo que sucedió esta tarde, tanto que la peli rosado olvido ocultar su apariencia de súcubo, reafirmando la teoría de la pequeña de que eran demonios. 

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