VI.
Sus pies se movían inquietos de un lado a otro, caminando desde la puerta al jardín del pabellón de cristal, hasta los sillones que estaban en el centro de la habitación, para recibir a las visitas. Se mordía la uña de su pulgar con nerviosismo, en un intento de drenar la ansiedad que intentaba consumirla, un sentimiento naciente de la certeza de su futuro.
Solo era cuestión de tiempo, iban a ejecutarla.
Una verdad inapelable y cruda sobre el desenlace de su vida aquel día. Sus ojos se dirigieron al cielo azul brillante que se apreciaba en el jardín y el sol resplandeciente. El movimiento del sol era un contaste recordatorio de que en cualquier momento vendrían por ella para decapitarla. Para terminar con su vida por faltarle al respecto al príncipe del imperio.
Se dejó caer en el sillón, tomando una almohada y hundió el rostro ahí, sofocando un grito estridente que tenía reprimido. Había arruinado las cosas por completo, algo de lo que no se dio cuenta hasta que el príncipe la dejó sola en su habitación durante el resto de la noche, pero Nejire cuando vio la espalda desaparecer por la puerta, el arrepentimiento y miedo la consumió en una fuerte agonía.
¿Qué diablos había hecho?
Cualquier persona que apreciara su vida jamás, bajo ninguna circunstancia iría en contra de los deseos de una persona de gran estatus ¡Mucho menos del príncipe o emperador del imperio! Lo había hecho en grande, se había acercado sin su autorización, lo había tocado y despojado de la mascara que él solía usar por decisión propia, ¡y le había gritado! Ella había arruinado las cosas de una forma catastróficas, no había vuelta atrás.
Si Nejire solo tuviera que preocuparse por si misma, aceptaría ese destino sin preocuparse. No obstante, ella había elegido trabajar en el palacio interior para asegurar un sueldo decente y una mejor calidad de vida para su familia, ella estaba ahí por sus hermanos y su madre. Pero al faltarle al respecto al príncipe se había condenado y con eso había condenado a toda su familia ¿ellos podrían sobrevivir sin la ayuda que les enviaba cada mes? Y más en los últimos tiempos donde el dinero que enviaba era aún mayor, al haber ascendido a ser concubina.
Nejire siempre había sido impulsiva, algo con lo que había lidiado toda su vida al ser tan habladora y sin reservas, siendo imprudente, no obstante, eso fue en su antigua vida, cuando serlo no tenía una consecuencia. Ahora tenía una consecuencia, algo que le costaría su vida. ¿Qué es lo que debería hacer?
Había esperado pacientemente en la habitación del príncipe aquella noche, sin poder dormir y caminando con desesperación, esperándolo para disculparse, pero él no regresó. Solo vino un eunuco rubio y la llevó al palacio de cristal. Nejire esperó todo el día a que vinieran por ella, hasta que la noche llegó y nada sucedió.
Esa mañana apenas había podido dormir y comer, sin poder quitarse de aquella sensación amarga en su estomago, temerosa y agonizante, ¿Cuánto más debería esperar para ser ejecutada?
Un día atrás tenía la esperanza de ver al príncipe para disculparse con sinceridad y suplicar clemencia, no tenía miedo ni reparo de sacrificar su orgullo por el bien de su familia. No obstante, él no se apareció. Nejire había pecado de ingenua de pensar que él la buscaría de nuevo.
¿Acaso era una especie de castigo? Quería torturarla para que no supiera cuando llegaría su fin y cuando menos lo esperaba, o cuando la ansiedad fuera insostenible, terminaría con su vida. Era una elección cruel, pero ella se merecía aquello por tal falta de respeto.
Si ese era el caso, necesitaba preparar las cosas para que su partida no fuera tan dura para su familia. Le pidió tinta y papel a una de sus damas de compañía y escribió cartas a sus hermanos y a su madre, de la forma más alentadora que pudo, despidiéndose y recordándole a su madre que debía ser fuerte para sus hermanos. Le encargaría a sus damas, como ultima tarea, enviar esas cartas con la suma más grande que pudiera de dinero, esperando que eso fuera suficiente para amortiguar la desgracia durante un par de meses.
Suspiró contemplando el papel en la mesa y trago saliva, no podría despedirse de sus hermanos, no podría volver a verlos correr y sonreírle. Un nudo se formó en su pecho, de verdad que no había pensado que tendría un desenlace tan catastrófico, ella solo quería respuestas...
—Señorita...
Nejire se sobresaltó empujando el tintero con la mano, derramándose en la mesa. Nejire lo levantó tan rápido como pudo, pero sus dedos se mancharon con la tinta. Su dama de compañía se acercó para ofrecerle un pañuelo y después se aseguró de limpiar lo mejor posible la mesa.
—Disculpe por asustarla. —Se inclinó más de lo que debería.
—No te preocupes, solo estaba pensativa.
Nejire se aseguró de que las cartas que había escrito estuvieran bien, solo tenían una mancha en las orillas, pero no interfería con el texto escrito.
—Señorita ¿se encuentra bien?
La concubina del pabellón de cristal giró para ver a Itsuka, que era la que había interrumpido su escritura.
—Si ¿porque lo dices?
—Es solo que... estos últimos días parecía que usted no se encontraba bien. —Itsuka observó las hojas en el escritorio. —Me preguntaba si hay algo que le preocupara, mi labor es servirla y si puedo minimizar sus preocupaciones, haré todo lo que este a mi alcance.
Nejire convirtió sus labios en una linea, por supuesto que sería evidente para sus damas de compañía su actitud nerviosa, ella no se había esforzado en ocultarla. Lo reconsideró durante un momento ¿tenía sentido ocultarlo? Considerando que pronto sería ejecutada y que esas mujeres se quedarían sin trabajo, parecía justo compartir... al menos un poco.
—La verdad es que estoy algo... inquieta.
—¿Ha sucedido algo, señorita?
—Creo que... hice algo que pudo haber ofendido al príncipe. —No iba a contarle todo el contexto, pero eso resumía las cosas de forma perfecta. —Y temo que es lo que pueda suceder.
Itsuka observó a la concubina del príncipe titubear y observar al suelo, no podía ni imaginar que es lo que una mujer tan alegre como ella pudiera haber hecho, pero no era su deber saber, sino aconsejar a su señora.
—No creo que sea algo de lo cual deba preocuparse.
Nejire alzó la mirada para ver a la mujer, sorprendida por sus palabras. Toda persona que había ofendido o había ido en contra del emperador estaba muerta. Habían existido intentos de levantamientos en aldeas y el emperador las había masacrado, la familia imperial era despiadada.
—¿No debería... preocuparme?
Itsuka se acercó hacía Nejire con una sonrisa amable.
—Si ha hecho algo que pudiera enojarlo, solo debe disculparse y todo estará bien.
—¿Cómo puedes estar tan segura?
Itsuka sonrió con cierta complicidad, como si intentara insinuar más detrás de todas sus palabras.
—Usted es la única mujer que se ha convertido en su concubina, por alguna razón la ha elegido, el príncipe no podría hacer algo en contra de la mujer que lo ha cautivado.
Nejire entreabrió la boca por la sorpresa de las palabras de Itsuka... ¿ella lo había cautivado? Sus palabras no podrían ser menos infundadas, a fin de cuentas la primera noche que fue llevada a la villa del príncipe, fue la primera vez que lo había visto, no había forma de que lo hubiera cautivado. Aún así, esa idea provocó un ligero hormigueo en su estómago.
Descartando aquello, Itsuka tenía un punto. Ella había sido elegida para ser su concubina por alguna razón, que era lo mismo que ella había intentado descifrar aquella fatídica noche días atrás, la razón por la que estaba ahí. A pesar de haberle quitado la mascara al príncipe, no había obtenido la respuesta que buscaba, pero debía haber una razón, alguna que esclareciera su presencia ahí.
Por más que lo pensara no había encontrado nada, podía ser algo pequeño o grande, pero debía existir. Y quizá eso podría ser lo suficiente para mantenerla con vida. No obstante ¿y si esa razón no fuera lo suficiente fuerte y eso había llevado al príncipe a un debate de su debía matarla o no? Si no existía una razón valida de su presencia ahí... ella debía crear una razón lo suficiente fuerte para ser necesitada. Las últimas palabras de Itsuka retumbaron.
Nejire debía cautivar al príncipe del imperio.
Una sonrisa se extendió por sus labios, ella no tenía experiencia previa con los hombres, pero había crecido en un sitio donde el seducir y cautivar a los hombres era su labor día tras día.
—Muchas gracias, Itsuka, de verdad que tus palabras...
Un toque en la puerta alertó a ambas mujeres, que giraron para ver a Kinoko asomarse con una sonrisa en los labios que dejaba sobrentendido su presencia ahí.
—El príncipe esta aquí.
Nejire sintió su pecho se estremecerse. Tenía una idea clara pero ¿podría efectuarla? Quizá solo había ido a condenarla, pero Nejire intentó aferrarse a aquella pequeña esperanza que Itsuka le había dado, eso era lo único que le quedaba a fin de cuentas.
Nejire se quedó quieta al ver al príncipe aparecer por la puerta, sus damas de compañía se inclinaron en señal de respeto y ella las imitó con cierta torpeza, se sentía nerviosa. Cuando se levantó se dio cuenta que la acostumbrada máscara cubría su rostro y dejaba al descubierto solo sus ojos.
El príncipe recorrió con la mirada la estancia, y observó a Nejire de forma superficial, ella no pudo ver sus ojos para saber si debía perder toda la esperanza.
— El príncipe ha venido a compartir la comida, informen al cocinero. — El eunuco rubio que siempre estaba con el príncipe habló con frialdad.
Las tres damas de compañía se inclinaron y salieron de la sala, alertadas de aquel hecho y dispuestas a preparar el comedor e indicar en cocina sobre tal hecho. Era la primera vez que él decidía comer ahí, querían que todo fuera perfecto.
Nejire se movió inquieta en el sillón pensando en como podría iniciar la conversación o si debía disculparse. No obstante, aquel eunuco estuvo ahí, sin moverse de la puerta y observándola, lo cual la hizo sentir aún más nerviosa. Lo había visto varias veces en la villa del príncipe, pero ella quería estar a solas con el príncipe.
¿Debía arriesgarse a hablarle? Aunque él parecía ajeno a su presencia. De mordió los labios con nerviosismo mientras lo veía admirar el paisaje desde la sala. Nejire abrió la boca dispuesta a arriesgarse pero la puerta abriéndose la interrumpió.
Las mujeres no demoraron mucho tiempo en regresar, y fueron dirigidos hacia el comedor con una mesa grande de roble con detalles tallados, cortinas cubrían las entradas, macetas en cada esquina y ostentosas alfombras. Comieron en silencio en el comedor una vez que los catadores hicieron su trabajo, Nejire lo observó de vez en cuando, insegura de lo que eso significaba.
Él siempre había sido así, las pocas veces que habían hablado era cuando estaban a solas. Pero ¿Él se iría una vez que terminarán de comer? La ansiedad la dominó por completo, necesitaba un tiempo a solas con él.
Como si hubiera podido leer sus pensamientos, cuando los alimentos en los platos desaparecieron, él se levantó listo para irse. Nejire entró en pánico al verlo levantarse.
—¡Alteza! — Eso captó su atención, ella bajó la mirada hacia el suelo. — ¿Podría hablar con usted un momento? — Tragó saliva y alzó la mirada con los nervios escritos en su rostro.
El príncipe observó al eunuco rubio un instante antes de asentir. Se dirigieron solos hacia la sala de estar donde habían estado y él se dirigió de nuevo hacia la puerta que se dirigía hacia el gran jardín. Nejire lo siguió hasta detenerse a su lado, se giro hacia él y con el corazón nervioso se inclinó tanto como su espalda se lo permitió.
—Le pi-pido que disculpe mi descortesía de la vez pasada... he actuado con imprudencia y sin decoro, no hay justificación de mi comportamiento.... Le ruego que me disculpe, no volveré a suceder. — Recitó las palabras que se había repetido una y otra vez en su cabeza, esperó con los ojos cerrados y con el corazón en la garganta.
El silencio consumió toda la habitación, ella solo ponía escuchar el sonido de su corazón estridente.
—Puedes levantarte.
Nejire obedeció titubeando y se irguió, observando el rostro del príncipe. Él le sostuvo la mirada por primera vez en la noche, esos ojos oscuros la envolvieron, hasta que él desvió la mirada hacia un lado.
—He decidido olvidar aquel incidente.
—¿Es eso cierto?— Nejire esperaba una segunda confirmación para poder respirar con normalidad.
Él la observó un momento antes de mirar al jardín.
—Si no fuera así, no hubiera decidido pasar la tarde en su compañía.
Y esas palabras lograron que Nejire pudiera respirar profundamente, con una sonrisa emocionada en su rostro. Su cuello estaba fuera de peligro, él la había perdonado por su insolencia. Recordó las palabras de Itsuka "Él no haría algo contra la mujer lo había cautivado"
¿Él de verdad se sentía atraído por ella? No podía estar segura, quizá él era bastante benevolente , por ello tendría que utilizar todos sus métodos para poder seducirlo.
—De ahora en adelante me encargaré de que cada una de sus visitas al palacio serán placenteras.
Él la observó ante la intensidad de sus palabras y bajó la mirada. Nejire pudo imaginar aquel rostro sonrojado y algo se estremeció en su interior.
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