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Me desperté por los murmullos en el salón, la clase me resultó aburrido así que me dispuse a dormir un momento. Pero como los estudiantes son muy silenciosos y hablan sin medir su tono de voz, no dejaron concluir mi hermosa siesta.
— ¿Señorita Ox se encuentra bien? —pregunta la vieja o diré la profesora a la loca de cabellos oscuros; que recién se digno a venir al colegio.
— Hmm si, solo me arden un poco los ojos—sonríe a la profesora, ésta la mira dudosa, incluyéndome.
— Puede ir a la enfermería si no se siente bien —dijo, ella asiente levantandose de su asiento y salir del salón— muy bien continuemos —Salgo del salón para ir detrás de ella.
Entra a la enfermeria, no hay nadie, se da cuenta que esta vacía, cierro la puerta por mi detrás y ella gira su rostro, me mira.
Ojos vacíos y tristes se reflejan en ella.
— Ahora qué quieres —Habla, haciendo una mueca de molestia.
Respiro hondo y exhalo— Nada, loca
— Tu abuela
— Bueno al caso —me acerco a ella, la sujeto del mentón, rozo sus labios con los mios— cuentame que tienes —le digo alejándome de ella con seriedad apoyando mi espalda contra la pared
— Mis asuntos no te incumbe —responde con su ceño fruncido
— Puedes confiar en mi
— Muerete
— ¿Acaso no me recuerdas?
— ¿Eh?
Suspiro— Tú decías que yo era tu nerd —veo que agranda sus ojos, me apunta con un dedo
— Tú eres ese chico que le di un pelotazo en la cara cuando estaba jugando fútbol y me miro como un mapache rabioso —Exclama, ¿mapache rabioso? No, yo no miro como mapache ¿o si?.
— Asi es —veo que se deja caer al suelo, su cabello corto cubre sus ojos dejando una sombra cubrirle la mitad del rostro
— Mi familia se destrozó —Suelta, y prosigue contandome entre pautas lo que le pasa, la comprendo.
— Ya veo, suele pasar muy seguido, mi madre me dijo que se iba de viaje por unos días pero no volvió —la ayudo a levantarse del suelo, me mira con tristeza— es algo que ya superé —me encojo de hombros y rasco mi nuca, sin embargo sus brazos me envuelven en un abrazo— ¿qué haces?—pregunto un tanto incomodo.
El contacto físico no es lo mío.
— No lo sé, solo tenia ganas de hacerlo —me apreta aún más, mis mejillas se sienten calientes—tu aroma es muy rico, me gusta—okey, si antes me resultaba incómodo ahora me resulta escalofriante.
Es la primera vez que una chica me dice eso.
— hmm...—no se que decir, estoy sin palabras.
«Las mujeres....no son tan débiles después de todo»
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