Capítulo 59

Andrew se acercó para dar el pésame a su amigo, llevaba tiempo sin verlo pero eso no lo hacía menos valioso, al contrario le quería y mucho. Parker le había ayudado en un momento en el que él más lo había necesitado, por supuesto no lo hizo de forma desinteresada, pero al menos lo hizo y mostró que cumplía su palabra siempre, que no importaba qué, él siempre estaría incondicional en cualquier momento.

Era tiempo de que le regresaran a él un poco de su lealtad y ninguno de los seis lo había dudado. Aunque sabía sus propósitos desde hacía mucho tuvo que admitir que no sabía cuándo y tampoco había sido invitado Irlanda pero tras la llegada de la esposa a su propiedad supo que era el tiempo.

Parker le había dicho una vez que de morir en su búsqueda de justicia necesitaba que él ayudara a su esposa, su suegra lo sabía, Melina lo sabía y en caso de peligro ambas sabían a dónde ir, tan así que su suegra no lo dudó un segundo y terminó por ir cuando Perséfone necesito auxilio.

Miró los ojos rojos de Parker al ver el cuerpo de su nana partir y la tristeza que podía verse en ellos.

Se acercó a darle un abrazo que recibió y que solo lo endureció más.

Parker agradeció las muestras de cariño pero nada le daba consuelo así que terminó por ver a su esposa que lloraba de forma desconsolada.

La sujetó de la cintura y se abrazó a ella que solo le dio el consuelo necesario.

-Será mejor que vayas con Melina -dijo pero ella negó.

-Yo quiero ir contigo -dijo suplicante.

-Perséfone, ese disparo era para ti -dijo mirándola-. Si ella no hubiera caminado en esa dirección, te habría dado a ti. Ve ahora mismo con Melina, por favor.

El tono suplicante de Parker le hizo saber que estaba a nada de romperse y que ella lejos de ayudarlo, lo estaba poniendo inquieto.

Dejó un beso en sus labios y le deseó lo mejor antes de mirar a una de las mejores amigas de Parker y de nuevo hacia él

-Estaremos esperando por ti -dijo mientras se vio sujeta con fuerza por él.

Melina la tomó y pronto todos salían prácticamente cuidando de ella para que abordará un taxi.

Andrew estuvo afuera y sin que detuviera a ningún servicio, este se detuvo frente a él.

Lo ignoró.

-No nos iremos en ese -dijo Melina a Perséfone que entendió de inmediato.

El taxi se detuvo solo sin que nadie le hiciera la parada y continuaba a pesar de que le habían dicho que no.

Fue Melina quien después de varios servicios detuvo uno y la subió protegiéndola aún sabiendo que no habría un nuevo ataque.

El asesino no era estúpido y tras toda la movilización utilizaría cualquier otra forma para llegar a Perséfone, de eso estaba segura.

Parker miró a sus amigos que le dieron una sonrisa triste. Y respiró antes de mirar al frente.

Fue Andrew el que no lo acompañó para quedarse con todo el papeleo de la nana.

El resto después de responder algunas preguntas y ver a la policía hacerse los locos por todos lados salió de ahí juntos a sus cuatro amigos, Andrew simplemente les deseo la mejor de las suertes y pidió estar informado.

Melina se llevó a la esposa de Parker dispuesta a cuidarla con su vida, conectada con ellos y al pendiente de todo.

Por su parte los cinco restantes fueron hacia la casa de Blake en completo silencio.

*****

Blake miró la habitación frente a sí, estaba sola, en cuanto llegó, Melina la obligó a dejar ir al personal de inmediato, no había duda de que conocía los pasos a dar y finalmente cuando estuvieron solas sintió la mirada helada de una mujer que daría la vida por Parker, incluso llegó a cuestionarse cuánto era el amor de esa mujer hacia ese hombre para entregar y arriesgar su vida por él. Se preguntó cuánto podía amar una mujer para estar dispuesta a morir por alguien que amaba a otra.

Estaba claro que el amor debía ser inmenso, de lo contrario no se explicaba cómo una mujer podía ser la perra fiel de alguien, no tenía dudas de que si Parker le dijera que saltará al precipicio Melina lo haría a ojos cerrados, en cambiado también sabía que Parker no la mataría y que Melina no le desobedecería. Por primera vez se vio debatiéndose sobre qué lado debería tomar su lealtad.

Alfred y ella llevaban algún tiempo juntos pero nada más, no eran precisamente la pareja más enamorada, a ella le gustaba por supuesto, era muy guapo y tras saber que era el gemelo de Parker y las muchas historias que su madre le había contado sobre él le dieron una idea clara de que era como tener una réplica.

Nunca imaginó que a pesar de ser tan iguales fueran tan diferentes.

Cuando vio a Parker la primera vez supo que no era como Alfred. Había algo en su andar, en su mirar, en su porte que lo posicionada por encima de todos, incluso de su hermano, ella lo sabía, así que al conocerlo, al tratar con él se dió cuenta de por qué lo habían elegido para ser el rey. Parker era un líder nato, de esos a los que no podía cuestionarse nada, a los que su corazón le guiaba y le guiaba bien mientras su razonamiento ejecutaba.

Defendía su matrimonio con ahínco, a su esposa con devoción, a su familia con amor y a sus amigos con respeto. Jamás escuchó una palabra en contra de sus amigos, ni de su esposa, ni de su día. Adoraba a su padre y jamás nada le haría cambiar mientras Alfred era contrario aborrecía a su padre y en el fondo también guardaba rencor por su hermano.

En el tiempo en que ella había conocido a Parker se dio cuenta de que no era una mala persona, tampoco era como su madre lo describió, no era un chico feliz, ni risueño, era un hombre hermético, desconfiado y muy poco sociable hasta encontrar confianza.

Escuchó la puerta abrirse y de inmediato supuso que Parker estaba ahí.

No se movió de su lugar sino que siguió en espera. En cuanto abrió la puerta encontró se vio frente a los ojos azules de su verdugo.

Se acercó a ella a quitarle la mordaza mientras veía alrededor.

-Eres Alfred -dijo ella.

-¿Quién más? -dijo furioso-. ¿Pensaste que mi hermano vendrá a ayudarte?

-Creí que llegarías más tarde -dijo evadiendo la pregunta.

-Lo haría pero algo salió mal -dijo con los ojos centelleantes-. La nana me reconoció, o al menos supo que yo no era Parker.

-No entiendo cómo -aseguró esperando que la soltara pero no lo hizo-. Se supone que son iguales.

-Como dos gotas de agua -aseguró Alfred-. La única que lograba reconocernos era mi madre. Ni siquiera mi padre pudo hacerlo.

Lo vio caminar e irse hacia una de las sillas y sentarse cómodamente para verla.

-Parker no es malo -dijo ella ganándose una mirada de odio de su hermano-. Si estuvieras de su lado quizás te dejaría reinar. A él no le interesa el trono, incluso me atrevo a decir que preferiría volver con sus amigos al casino.

-Solo miente -dijo enojado-. Siempre ha sido el mejor mentiroso.

Ella tuvo que admitir que había algo de verdad en eso, después de todo Parker había conocido sus planes y aún así fingió y lo hizo muy bien.

-Lleva años planeando este momento -dijo él-. ¿Sabes por qué? Porque quiere reinar y demostrar que también puede hacer eso.

-Creo que estás exagerando -dijo y él negó-. No creo que sea todo así, quizás si hablaras con él, si le escucharás.

-¿De qué lado estás? -preguntó furioso-. No te das cuenta.

-Del tuyo, por supuesto -dijo sin agregar nada más.

Alfred no respondió solo se puso de pie y se acercó a la ventana desde donde podía ver a través de la ventana la llegada de la gente.

-No tardarán en llegar y en traerme lo que necesito-. Sabes que estoy dispuesto a tomar mi lugar.

-Estoy seguro de que te lo dará -dijo pero no respondió.

La puerta de su casa se abrió dando paso a Perséfone con el labio roto y con Melina de la misma manera.

Las dos estaban amordazadas cuando entraron seguidas de cinco hombres.

-Encárguense de lo que les pedí -dijo a los hombres que miraron el lugar y salieron de ahí después de dejar a las dos mujeres sujetas entre sí.

-Bienvenidas -dijo mirándolas-. Debo admitir que mi hermano tiene muy buen gusto pero la verdad sea dicha es muy feo tener a la esposa y a la amante juntas y muy amigas.

Las dos observaron al hombre en cuestión pero ninguna se removió. Cada una pensaba en cómo liberarse de él.

Alfred no insistió, solo fue hacia la ventana y miró afuera de nuevo, en silencio, como muchas otras veces le había visto Blake.

Observó con detalle mientras pensaba en su pasado, en su familia. Su madre siempre fue la mujer que los reconocía sin importar cuánto intentaran engañarlos, nadie más lo hacía.

Recordó los años con su padre y sus hermanos. Eleanor fue buena chica aunque siempre estaba pensando estupideces, Parker era un hermano protector, siempre a la cabeza y Sam demasiado pequeña.

Su padre había sido un hombre sensato pero lleno de avaricia y conveniencia.

Recordó la noche que su padre habló con él y por la que su amor por él murió.

«-¿Por qué crees que es bonito estar aquí? -preguntó al mismo tiempo que su padre fruncía el ceño.

-Dijiste que te gustaba este lugar -respondió el hombre-. Te he traído aquí porque he tomado una decisión.

-¿Cuál? -dijo observando a su padre.

-Antes de continuar quiero que sepas algo -aseguró el hombre acomodando el cabello de su hijo-. Te amo tanto como amo a tus hermanos, pero debo protegerlos, debo cuidar que mi legado sea siempre fuerte para que nadie les haga daño.

-No estoy entendiendo -dijo contrariado.

-Tu hermana Eleanor debería ser la reina -dijo su padre-. Sin embargo, bien sabes que no le gusta, que es bastante infantil y poco madura.

-El siguiente en la línea soy yo -dijo él un tanto temeroso.

-Así es, pero he analizado todo, lo he pensado y hablado con tu madre. Estoy seguro de que es lo mejor y espero que tu puedas aprender -dijo mirando sus ojos azules como los de él-. Creo que Parker es el indicado.

-¿Por qué? -inquirió.

-Parker es fuerte, es el chico que los defiende, tú eres el mayor pero en carácter es el dominante -dijo su Padre-. Necesito que el que asuma el reinado sea fuerte para poder cuidarlos a ustedes, para hacerlos felices y para nunca se vuelva un títere.

-¿Piensas que yo lo seré? -cuestionó.

-No, ¿quieres ser el rey? -preguntó.

-No se trata de si quiero o no quiero serlo sino de que estás mostrando abiertamente tu preferencia por uno de tus hijos -añadió enojado-. Yo entiendo que Parker es un tanto difícil pero de eso a que sea mejor en todo es diferente.

-Creo que no lo entiendes -dijo acariciando su rostro-. Yo no estoy mostrando preferencia por Parker. Estoy sacrificando a uno de mis hijos por la felicidad y supervivencia del resto. Parker será infeliz con todas las cargas, tendrá que cuidar de todos, protegerlos, ser el fuerte y mostrarse feroz ante gente que querrá ser mejor que él. Es el precio de ser el heredero. No tendrá derecho a elegir casi nada, perderá muchas cosas para que a ti se te permitan, para que a Eleanor se le permita, para que Sam crezca feliz. Estoy dando a uno de mis hijos a cambio de que el resto sea feliz»...

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