Capítulo 52
Max tomó el sobre entre sus manos y suspiró antes de abrirlo y con manos temblorosas leer la respuesta a lo que tanto le atormentaba aunque en el fondo nada cambiaría lo que ya estaba viviendo con el pequeño más y más aún cuando entre ellos ya existía un cariño y conexión padre e hijo.
Miró el resultado y después de varios minutos miró a su amigo con los ojos llorosos.
—No es mi hijo —dijo mirando a Parker.
—Lo es, Max —dijo Parker—. Hace mucho que lo es, porque tu corazón es suyo. No tiene por qué cambiar nada, él te quiere y tú a él, son padre e hijo en el corazón, pero creo que esto es algo que tenías que saber.
Max miró la hoja y sonrió aún con los ojos llorosos antes de romper los análisis y mirar a su amigo.
—Tienes razón. —Se limpió las lágrimas y sonrió entusiasmado—. Max es mi hijo estoy seguro que algún día será tu cuñado-yerno.
—Infeliz —dijo Parker antes de darle un abrazo.
Se giraron para ver a Blake en la entrada que sonrió al verlos a ambos.
Max tomó los pedazos de papel que había hecho y salió de ahí con una sonrisa y una perspectiva diferente.
Parker sonrió al verlo sabiendo que su amigo era un hombre fuerte y simpático que merecía dejar atrás para siempre el asunto de Jane, cerrar todas las fugas y empezar de nuevo con la mujer que amaba.
Blake entró a paso seguro y se colocó a su lado recargada sobre la mesa igual que Parker.
—Los quieres mucho, ¿no es así? —preguntó.
—Son mi familia —respondió orgulloso—. Esa familia que conoce la entrega y la lealtad sin lazos de sangre.
—Eso veo —dijo ella—. Me miran como el bicho raro que no aceptan en su grupo.
—Son desconfiados pero amigables —dijo divertido.
—No lo dudo —dijo ella—. La chica, parece celosa.
—¿Melina? —preguntó.
—Ella —confirmó—. Cuando llegó, creí que era tu esposa.
Parker soltó una carcajada.
—No para nada —dijo divertido—. Es una de mis mejores amigas y la adoro.
Blake sonrió.
—Ya se que no es tu esposa pero a veces siento que es bastante recelosa conmigo —dijo girándose a verlo.
Parker la encaró y sonrió.
Blake tenía una chispa simpática en la mirada que hacía que Parker sonriera, era agradable y supo ganarse su confianza rápido.
En el tiempo que llevaba ahí podía verla ir y venir, moverse cual reina en su casa y poner a todos a trabajar, era una líder de nacimiento y a él le encantaba eso, le parecía interesante debió admitir para sí mismo.
Con los meses se dio cuenta de lo que su padre vio en ella, no solo era linda sino también era inteligente, lo suficiente para interesar a cualquiera y sobre todo lo suficientemente sabia para saber dosificar las cosas y mantener la atención.
—Melina es así —dijo Parker—. Es un tanto huraña pero cuando logra conocer a alguien es encantadora. A mi esposa no le agradaba pero ahora son amigas.
—Tu esposa —dijo Blake—. ¿Has hablado con ella?
—Llevo casi una semana sin llamarle —respondió—. Terminó tan cansado que a veces solo me acuesto y no me entero de nada. En el día me es imposible por el entrenamiento, la investigación, el estudio, por todo pero en las noches suelo dormir y a veces quiero llamarle pero el sueño me vence.
—Entiendo —dijo Blake—. Ella debe entender.
—Perséfone es indómita —dijo mirando al frente.
—Tú también lo eres —dijo colocando su mano sobre la de él—. Mi madre siempre habló muy bien de ti, tu padre te adoraba. —Lo vio sonreír—. Tu nana te idolatra.
Parker sonrió.
—Ella es mi segunda mamá —dijo con una sonrisa—. La adoro.
—Tienes una familia enorme —dijo y la sonrisa de Parker se hizo aún más grande.
—Tengo a la mejor familia —dijo y la miró.
Los ojos azules de Parker se clavaron sobre los verdes de ella que le miraba con sus ojos traviesos y sonrientes.
Parker miró su cabello castaño brillante, tan castaño que costaba distinguir si era cobrizo o rojizo, quizás ambos, se dijo. Su piel blanca y sus rostro anulado dejaban claro que aunque era una mujer usaba su rostro angelical para confundir.
Sonrió solo al darse cuenta de que era preciosa, no solo como persona sino en general, toda ella lucía muy linda.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó mirándolo.
—¿Sabes que tienes un aspecto peligroso? —dijo divertido.
—¿Peligroso? Podrías ser más explícito.
—Estoy seguro de que cualquier hombre se enamoraría de ti apenas te vea —dijo y ella sonrió.
—¿De verdad lo crees? —preguntó obteniendo como respuesta la afirmación de Parker.
—Tienes una personalidad de líder, lo que ya es bastante agradable en una mujer, pero además eres simpática, sabes escuchar y bueno eso no se encuentra todos los días —dijo con una sonrisa mirándola.
Ella sonrió y se colocó frente a él.
—¿Entonces para ti soy atractiva? —inquirió.
—Sí, supongo que para cualquiera, unos más que otros pero sí —dijo divertido.
—Para ti qué tanto —dijo mientras tomaba sus manos entre las suyas—. Te parezco muy o poco atractiva.
Soltó sus manos y se acercó para besarlo tocando su rostro con mimo.
Parker la vio acercarse hacia él y de inmediato tomó su mano y se alejó.
—¿Qué crees que haces? —dijo poniendo distancia de por medio—. Decir que eres bonita solo fue un halago.
—Hace mucho tiempo que estás aquí, no llamas a esa mujer y creí que… bueno —dijo un tanto confundida.
—¿Creíste que estaba interesado en ti? —preguntó con ojos muy abiertos.
—Creí que esa mujer ya no te importaba —dijo un tanto molesta.
—Esa mujer, como la llamas, es mi esposa —dijo subiendo el tono—. Cuida como te refieres a ella que es la reina. Me disculpo si mi comportamiento te hizo tener una idea contraria a lo que quise transmitir, pero vamos aclarando esto, como dije antes, hoy, mañana y siempre, es Perséfone la dueña de mi vida. Aquí, allá y por doquier es ella. En esta vida o en la muerte siempre se tratará de ella. No quise darte a entender algo que no va a pasar, pero me causa un poco de desconfianza que estés dispuesta a ser la amante de alguien.
—No estoy dispuesta a ser amante de nadie. —Se defendió—. Dijiste que era hermosa, me sonríes todo el tiempo, paseas conmigo, ¿qué esperabas que pensara?
—Más de una vez preguntaste por ella —replicó—. Más de una vez dejé claro que la única mujer en mi vida es Perséfone, creo haber sido claro diciendo más de una vez que estaba enamorado de ella.
—Creí que en todo este tiempo tú y yo…
—En la vida no se cree o se tiene la seguridad o no se tiene nada —dijo tajante—. Me agradas y mucho, me resultas simpática e interesante y creo que como amigos seríamos muy buenos; eres preciosa pero nunca nadie va a igual la concepción que tengo de mi esposa. Si te interesa mi amistad adelante si no agradeceré lo que has hecho por mí pero lo mejor será dejarlo así.
—¿Qué hay en ella que no haya en otras mujeres? ¿Qué la hace especial? —preguntó con curiosidad—. No te has planteado que si ella no existiera, tal vez tú y yo…
—No me planteo supuestos —contestó—. Ella existe para bien o para mal y no voy a imaginar un mundo sin ella porque para mí sería catastrófico. Lo que hay en ella que no hay en las demás es su forma fuera de amar y su fidelidad.
—Una mujer que te ame te será fiel —dijo con seguridad.
—No has entendido el concepto de fidelidad —dijo Parker—. Perséfone moriría antes de confesar algo que me hiciera daño. Ella unió la fidelidad con la lealtad, sabe quererme en todas mis facetas, conoce todo de mí, lo ha vivido todo de mí y nunca se irá, ni siquiera en el peor de los escenarios.
Ella le observó, preguntándose a sí misma si ella sería capaz de hacer algo así por alguien. No tuvo que pensar mucho para tener una respuesta.
—Perséfone, haciendo honor a su nombre, es la mujer que visitaría hasta el Inframundo para estar conmigo —dijo Parker.
—¿Y Hades la raptaría para llevarla a la oscuridad? —preguntó curiosa.
—Hades la raptó en el mismo instante en que la hizo su esposa y la condenó a su mundo —dijo sin apartar la vista de ella—. Aún así ella sigue ahí, esperando segura de que volveré y no voy a defraudarla, porque la adoro más allá de lo que yo mismo puedo entender.
La mujer le miró y asintió con una sonrisa débil antes de acercarse y darle un abrazo.
—Me hubiera encantado conocerte soltero —dijo ella—. No es necesario que lo digas, a ti te habría encantado conocerla a ella una y otra vez si eso fuera posible.
Parker asintió y sonrió.
—Es afortunada de tener un hombre que la ame de esa manera —dijo con una sonrisa que él devolvió—. Espero poder conocerla un día.
—Gracias y siento si di a entender algo diferente —dijo y ella negó.
—Siento si me vi como acosadora —dijo y él negó con una sonrisa.
—¿Seguimos siendo amigos? —preguntó él.
Ella le dio un abrazo y asintió.
—Claro que sí —dijo tomando sus manos—. Quizás a nuestros padres les hubiera gustado que hubiera algo más, tal vez la relación que ellos no concluyeron pero las cosas no siempre son como uno espera.
—Bueno, nuestros padres podrían decir una misa completa —dijo Parker—, pero somos nosotros quiénes decidimos. Estoy completamente seguro de que a tu madre le gustaría el mejor de los hombres para ti, yo estoy convencido de que hay alguien único en la vida de cada uno de nosotros, para ti no soy yo y para mí, no eres tú.
—Eres tan inteligente para ser tan joven —dijo ella y Parker sonrió por vigésima vez en lo que iba del momento.
—Gracias —dijo ella—. Al final la vida nos iba a juntar de alguna manera.
—Así es —respondió—. Solo que no de la que esperaban nuestros padres.
Ella sonrió aunque a Parker no le pareció por primera vez una sonrisa sincera, sino más bien una sonrisa forzada; sin embargo, no dijo nada ni se atrevió a insinuarlo.
Solo tomó sus manos y dejó un beso en sus nudillos como muestra de agradecimiento por lo que hacía por él.
Ella sonrió y tomó su mano para darle un beso en los nudillos también, como muestra de su lealtad y reconocimiento como su rey legítimo.
—¿Interrumpo? —dijo una voz en la entrada que hizo a ambos girarse.
El corazón de Parker se detuvo al mirar a su esposa parada en la entrada con la mirada clavada sobre él.
Por primera vez en mucho tiempo, Parker sintió miedo, terror de solo imaginar que alguien pudiera hacerle daño, de que haya sido descubierta al llegar o peor aún de que la estuvieran persiguiendo.
Soltó a Blake de inmediato y se acercó con la mirada atronadora sobre ella que solo se acercó y lo besó sin esperar más.
A Parker se le olvidó en absoluto todo cuando los labios de su mujer estuvieron sobre los de él y terminó respondiendo el beso con verdadera devoción y sujetando su cintura con fuerza.
Dejó que Perséfone se abrazara a él y que dejara en el beso todo lo que él necesitaba para poder seguir adelante, al menos lo hizo hasta que se dio cuenta de algo que lo hizo detenerse de golpe y alejarla...
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