Capítulo 50

Los siguientes dos días Parker llevó a Perséfone a su casa, donde Melina le dio la bienvenida y Sam aunque un poco renuente hizo lo mismo. 

    Pasó las últimas 48 horas con su esposa consintiéndola, recordando su tiempo juntos, demostrando que la quería. Hizo el amor con su esposa y se quedó a su lado para que el último recuerdo de ambos fuera feliz. 

—¿Qué haces? —dijo mirando como empacaba algo mientras lloraba.

—Te vas por la noche —dijo limpiando sus lágrimas—. No me pidas que no llore, no me digas que no sufra. Estoy haciendo chocolates porque de alguna manera quiero ir contigo. Quiero lleves algo que sea mío. 

    Parker la abrazó ya sostuvo durante largo rato en el que la vio llorar pero se vieron interrumpidos por la llegada de Fredek Petrov. 

    Salió a atenderle mirando todo el despliegue del hombre como si fuera su casa.

—Todos los hombres que pediste han sido contratados, verificados y tu familia estará segura —dijo y Parker asintió mientras veía afuera las camionetas—. Mi trabajo llegó hasta aquí, si necesitas algo no dudes en llamarme. El personal de seguridad está preparado para esposas rebeldes, tal como la mía y la tuya, estarán en contacto contigo bajo cualquier incidencia y tienen turnos justos para evitar el cansancio físico. 

—Gracias —dijo con un suspiro—. Me voy largo rato, podrías verificar de vez en cuando que ella esté bien. 

—Por supuesto —dijo Petrov—. Cuenta con ello. 

    Se dieron un abrazo y después de recibir los mejores deseos vio al hombre irse. 

    Un hombre de más o menos cuarenta años entró para ponerse a las órdenes siendo el jefe de seguridad pero se detuvo al ver a Parker. 

    Sus ojos se abrieron al verle puesto que como todos se sorprendía al ver su físico. 

   Parker era idéntico al rey que tanto figuraba en televisión. Se sorprendió al verle, sobre todo porque no conocía que tuviera un hijo. 

—Soy su sobrino —dijo y el hombre asintió—. No soy idéntico a él, soy idéntico a mi padre, el antiguo rey. En fin, esto no viene al caso y solo quiero que me digas siempre todo lo que suceda con mi familia. Mi esposa debe salir siempre acompañada, no se le dejara sola ni para respirar, no importa lo que diga, simplemente no. 

—Entendido —dijo el hombre—. Mi hija igual, todas las personas de esta casa jamás deben estar sin protección. 

—Bien —dijo el hombre que tras escuchar una y otra vez las indicaciones de Parker salió para organizar a su gente. 

    Él por su parte volvió a su habitación donde tomó sus cosas, se disfrazó y terminó de empacar para poder irse en un par de horas. 

    Sintió las manos de Perséfone abrazarse a él desde atrás.

    Se giró para verla y acarició su rostro. 

—Tengo miedo —dijo ella.

—Estaremos bien, amor —dijo abrazándola. 

—Mi Hades tiene que volver —dijo ella haciendo que él riera—. Al menos para llevarme con él al Inframundo.

    Se quitó la cadena que colgaba en su cuello y la colocó en el de su esposo. 

—Cuando vuelvas quiero que me pongas esos dos anillos en el anular —dijo mirándolo a los ojos—. Quiero que seas tú quien lo haga. 

    Parker asintió y dejó un beso en sus nudillos. 

—Te amo —dijo ella—. Hasta el último suspiro. 

—También te amo —dijo él—. Más allá de todo. 

—¿Me llamaras cada noche? —preguntó. 

—Sí, lo haré —dijo con seguridad. 

    Ella lo besó con todo el amor que era capaz de dar y lo abrazó durante largo rato en el que solo podía suplicar a todos los dioses que conocía que su esposo volviera con bien. 

    Pasadas las horas su casa se vio llena de sus amigos y esposas de ellos para ofrecer a Perséfone su apoyo, se veían tristes también sabiendo que sus esposos partiría pero conscientes de que nada los detendría y más que eso seguras de que a los amigos de Parker los unía el corazón y jamás de dejarían solos. 

    Parker se despidió de todos en medio de la tristeza y la incertidumbre pero con la seguridad de que había llegado el momento. 

    Acudió a su nana a quien preguntó si estaba segura de que su hermano estaba muerto. 

   Ella asintió asegurando que había visto el sepelio y entierro de tres ataúdes; su madre, su hermana y seguramente su hermano. 

    Parker no insistió y le pidió que protegiera a Perséfone. 

    Ella no iría con él, se quedaría a cuidar de su esposa, a su hija y al de Melina. 

    Se despidió de su hija con besos, con palabras que la chica entendió eran una cruel despedida, se abrazó a Melina después que partiría junto a sus amigos, se despidió del pequeño Will, de ambos Max, de Margot, de Maddox y su esposa, de Hurs y la suya, de Christopher. Finalmente se despidió de Perséfone que no tuvo más lágrimas, sino que solo lo abrazó y le deseó lo mejor. 

    Esa noche Parker salió en uno de los autos y partió al aeropuerto junto con su esposa y seguido de toda una seguridad bien preparada. 

    Cuando llegó sus amigos estaban ahí para darle el último adiós. 

    Besó a su esposa y de nuevo se despidió de todos antes de escuchar el sonido de llamado. 

    Esta vez se había puesto como el francés. 

    De nuevo beso a esposa de forma larga y apasionada antes de abordar el avión que lo llevaría a su destino. 

    De llevó varias horas en que sus nervios volvieran a su lugar, pensó en su esposa para calmarse y lo logró, más cuando ella fue escribiéndole una y otra y otra vez hasta que se vio llegando y tuvo que dejar por seguridad el uso del cinturón. 

    Miró el aeropuerto con sentimientos encontrados. Ese había sido su hogar, el que se juró no abandonar para poder ser el mejor rey y honrar a un legado pero que hoy estaba seguro le costaría hacerse de él. 

    Caminó algunos pasos hasta la entrada donde una mujer joven le miró y supo que estaba frente a Blake. 

    La chica le sonrió apenas lo vio y espero a que llegara hasta ella. 

    Parker se acercó con sigilo y desconfianza antes de que ella  acortara la distancia. 

—Hola, alteza —dijo en la distancia con una sonrisa. 

    Parker la observó, sin duda era bellísima, tal como había dicho su padre y su nana. 

    Blake con los ojos verdes le miraba atenta. Su cabello ondulado y castaño llegaba hasta la cintura y su rostro blanco y angelical la hacía ver cómo una belleza exótica en aquel lugar.

—Alteza —dijo sacándolo de sus cavilaciones—. Stefanny me ha hecho llegar su hora de arribo para guiarlo.

—Gracias —dijo no del todo convencido y fue con ella que caminó a su lado. 

—Tengo un bello recuerdo de tu padre —dijo la chica subiendo al auto que esperaba por ellos. 

—Yo también —dijo él y Blake le dio una sonrisa genuina que envolvió a Parker. 

    Todo el camino la observó discretamente, sin duda era una mujer preciosa incapaz de no verla, con un imán para atraer las miradas y que a él le hizo pensar en qué pudo ver su padre en ella para creer que caería rendido a sus pies. Sin duda era bella, lo suficiente para dejar sin aliento a primera vista. Sonrió de recordar las palabras de su padre y se preguntó lo que lo llevó a pensar que eran el uno para el otro. 

   Miró por la ventanilla mientras el auto avanzaba y después de un rato sacó la caja de chocolates que su esposa había empacado para él. Tomó dos y le ofreció uno a Blake que recibió con una sonrisa.

—Me gustan mucho los chocolates, es uno de los placeres de la vida que se disfruta en solitario —dijo y él asintió.

—A mí también —dijo divertido—. Mi esposa hace los mejores. 

    Ella sonrió y asintió aunque suponía que ese matrimonio no era válido; sin embargo, se guardó su opinión y decidió cambiar el tema a uno más neutro. Habló del padre de Parker, de su madre, le contó sobre el actual rey, sobre Cairenn.

—Ella iba a llegar al casino donde trabajo hace un tiempo pero no pude estar ahí, sufrí un accidente y tuve que permanecer semanas en cama —dijo Parker. 

—Sí, Steffany me lo dijo —respondió—. Me dijo que recibiste un balazo que te mantuvo en cama. Aunque me pregunto cómo es que sabías que ella llegaría. 

—Eso es lo de menos, lo sabía y punto —dijo Parker—. Siento haber perdido ese encuentro. 

—Creí que no habías sabido nada de ella en meses —dijo con curiosidad y sin bajar la guardia. 

—Ella no sabía que yo estaba ahí —dijo clavando los ojos sobre ella—. Iba en busca de respuestas con mis amigos seguramente para hablar del francés. —Se señaló. 

—Ya entiendo, ella no iba en busca de Parker —añadió—. Iba en busca del francés o de respuestas.

—Así es —dijo con seguridad. 

    Hubo un pequeño silencio en el que él pudo disfrutar de su chocolate sin pensar en nada más. 

    Tomó su celular y le escribió que ya había llegado y que la extrañaba. 

—Está claro que no te ibas a mostrar —dijo la mujer interrumpiendo lo que hacía. 

   Se sentó a su lado invadiendo su espacio.

—No —dijo mirándola—, pero quería saber lo que tenía que decir de mí solo que no estuvo ninguno de mis amigos para atenderla.

    Su teléfono sonó y ella lo miró. En la pantalla apareció una mujer junto a él que de supuso era la esposa falsa.

   Iba a responder pero la chica tomó su barbilla y lo hizo mirarla.

—Voy a estar contigo y de tu lado siempre —dijo con una sonrisa. 

    Su atrevimiento lo sorprendió por lo que solo se alejó e incluso se cambió de asiento no sin antes darle una mirada envenenada. 

    No le respondió a su esposa que volvió a llamar pero le envió un mensaje diciendo que apenas estuviera en su lugar de descanso le marcaría. 

   Blake observó a Parker pero fue interrumpida al verse frente a su casa, ahí donde viviría con ese hombre hasta que pudiera tomar su lugar. Su madre tenía razón, se dijo, había algo en él que le hizo sentir segura. Tal como había dicho su madre. Era un rey nato, un rey de cepa pura y ella había esperado por años para verlo. 

«Mi hijo es para ti» estoy seguro de que serán la pareja perfecta. 

    Ella lo dudó alguna vez pero ahora al verlo moverse con la seguridad de un rey, con el porte de un dios y con la mirada de un hombre supo que efectivamente él era lo que siempre había buscado. 

    Bajó del auto después de que él lo hiciera y le guió dentro colocando su mano sobre su brazo, le asignó una habitación dentro de la casa y horas después lo vio bajar, recién duchado y con su verdadero rostro. Si creyó que no podía ser más atractivo, estaba completamente equivocada, le sorprendió el parecido con su padre pero más le sorprendió verlo crear esa atmósfera de superioridad a su paso. 

—Hola de nuevo —dijo con una sonrisa.

—Hola —dijo él—. ¿Crees que tenga algún lugar donde pueda entrenar?

—Por su puesto —dijo poniéndose de pie—. Le diré al personal que te guíe al gimnasio.

    Parker la miró, tan sonriente y amable con él, con una disposición que no imaginó encontrar y tuvo que admitir que sus resistencias con ella se desmoronaban, no tenía porque estar a la defensiva si ella parecía estar de su lado. 

*****

Con los días la desesperación se acentuó, salía a caminar con Blake todos los días para no aburrirse, hablaba con ella sobre el castillo, le pedía todo tipo de información y poco a poco las charlas se hicieron necesarias en las mañanas. A su vez llamaba a su esposa cada noche y negar que la extrañaba sería estúpido, quería verla pero también protegerla. Extrañaba sus risas, incluso sus chocolates y sus bromas pesadas. 

    Blake era la compañía que le hacía más llevadero todo, solía hablar con todo de ella y solía ser muy simpática pero aún así, extrañaba a sus amigos y a sus amigos. 

    Sentado sobre el pasto miró hacia el campo sin sentirse a gusto en un lugar que ya no consideraba su hogar. Antaño se habría sentido feliz pero no ahora, no cuando Perséfone estaba tan lejos. 

    Unas manos taparon sus ojos que rápidamente se quitó. 

—¿Qué haces? —preguntó Blake sentándose a su lado.

—Pensando —dijo con una sonrisa—. Pensaba en ella.

    Blake sonrió. 

—¿Es bonita? —preguntó. 

—La más bella, sin ofender —respondió con seguridad—. Nunca pensaste en casarte con una irlandesa. 

—No tengo nada contra la nacionalidad, pero ella es irlandesa —dijo sin mirarla—. La conocí aquí un 6 de agosto, en un pequeño bar, tenía el cabello atado en una coleta, llevaba una musculosa rosa, un pequeño short y una pulsera llamativa. —Suspiró—. Desde entonces no pude dejarla ir. 

    Ella sonrió.

—Nunca he estado enamorada —dijo con seriedad—. No sé si estaría dispuesta a sufrir. 

—¿Quién dijo que el amor es sufrimiento? —preguntó. 

—¿No has sufrido? —rebatió. 

—El sufrimiento no me lo ha dado Perséfone —respondió—. Han sido ellos pero jamás he sufrido por ella. Si se sufre por la pareja, por infidelidades, por golpes, dudas, maltratos, entonces no es amor. Estoy convencido de que nunca voy a sufrir por ella. 

—¿Y si ella se enamora de alguien en tu ausencia? —preguntó. 

    Parker la miró.

—Ella me lo diría pero jamás me engañaría —declaró. 

—¿Y tú? ¿Le dirías que te has enamorado de otra? —preguntó con interés. 

—No, jamás le diría —respondió y ella asintió con una media sonrisa que le daba la razón—. No sé lo diría porque nunca me voy a enamorar de otra. 

    Lo dijo con una seguridad que hizo a Blake solo observarlo sin entender de todo al hombre frente a sí. 

    Parker pensaba decir algo más pero la voz de alguien lo interrumpió. 

—¡Ya llegó tu lobo, caperuza! —dijo Hurs haciendo que Parker se pusiera de pie de un salto y se lanzará sobre su amigo en un abrazo. 

    Miro atrás donde Melina, Maddox, Max y Chris caminaban hacia él. 

—Ya estamos aquí —dijo Hurs—. Que empiece la fiesta porque esta semana me dediqué a entrenar y deje de comer pollo para no estar hormonal.  

    Blake se acercó y fue vista de arriba a abajo por los cinco. 

    Parker la presentó y apenas ella se fue cinco personas le miraron. 

—Exijo una explicación —dijo Max—. ¿Quién es esa lagartona?

—No sé pero ya me cae mal —dijo Hurs. 

—Eso mismo —dijo Melina. 

—Nos ayudará a entrar, conoce el castillo —dijo sin ahondar—. Me alegra verlos. 

—Estamos listos —dijo Chris y hubo un asentimiento colectivo...

********
No sé qué pasa con mi cuenta que no me deja subir ninguna imagen multimedia, pero bueno, ya saben dónde encontrarme en redes y bueno estamos a solo dieciocho capítulos del final. ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top