Capítulo 49

—¿Qué es lo que te ha contado mi mujer? —preguntó consternado. 

—Ya ves —dijo Parker—. Ella no te hace bullying pero le cuenta a sus amigas las penurias que sufre en la alcoba nupcial. 

—No es de esperarse que la pobre Brooke esté deseando quedarse sola —dijo Max—. Total, da lo mismo dormir con Maddox a dormir sola. 

—Capaz es hasta más placentero cuando está sola —dijo Parker. 

—Probablemente —dijo Max—. Lo que importa es que Maddox tiene salud para felicidad nuestra que somos sus amigos y para desdicha de su esposa. 

     Perséfone reía escuchando a ambos molestando a Maddox y olvidando por un momento la soledad que ya sentía de imaginar a su esposo lejos. 

—¡Ya llegó su medicina, enfeeermassss! —dijo Hurs que se detuvo al ver a Perséfone. 

—Lo siento preciosa es que estas niñas sacan lo camionero que tengo dentro.

—No lo dudo —dijo Perséfone—. En fin, ya me voy, los dejó hablando.   

—Por cierto de qué hablaban antes de mi entrada triunfal —dijo Hurs. 

—De los 49 centímetros de Parker —dijo Perséfone—. Ah y de las confesiones de Brooke sobre su vida matrimonial. 

—¡Oh! O sea que después de que Maddox las escuché va a tener una crisis existencial —dijo mientras Parker reía—. Y eso de los 50 centímetros es un timo, Parker es un fraude si lo sabré yo. 

    Perséfone comenzó a reír y se salió de la oficina no sin antes dejar un beso en su esposo.

—Sí, es un fraude —dijo Max—. Recuerdo que no medía más de 20. 

—¿Cuándo lo viste? —inquirió Maddox. 

—La vez que dijo que estaba hablando por teléfono —dijo sin darse cuenta de que iban a molestarlo. 

—¿En serio? —dijo Maddox—. No recuerdo eso.

—Sí, en su oficina —insistió.

—Ponte de pie y exponlo como la gente —dijo Maddox. 

    Max lo hizo se puso de pie y abrió la boca para recordarles lo que había pasado con la erección de Parker.

—Dichoso el clavo que ponche esas llantitas —dijo Hurs mirando su trasero. 

    Max le miró sorprendido y con ojos muy abiertos. 

—No muevas tanto la cuna que se vomita el niño —dijo Maddox. 

    Max abrió la boca para decir algo pero la voz de Parker lo detuvo. 

—Quién fuera bizco para verte dos veces —dijo divertido. 

    Max miró horrorizado a sus amigos.

—Me arrodillo muy cerca frente a ti, para que veas que soy creyente —dijo Chris entrando a la oficina y uniéndose a las bromas. 

    Melina llegó casi detrás y les miró. 

—Di tu piropo puerco para Max —dijo Parker. 

    La sonrisa de Melina los hizo saber que vendría algo asqueroso.

—Vamos a ponerle mayonesa al camarón —dijo entre risas que hicieron a sus amigos mirarla asombrados.

—¡Melina! —dijeron al unísono.

—Me lo enseñaron Perséfone y Margot —se excusó. 

—¿Mi Margot? —preguntó Max. 

—La misma —dijo y después miró a Parker. 

—De Perséfone lo espero todo —dijo Parker.

—Me sé otro —dijo divertida—. Este es de Perse: vamos a meter a el diablo en el infierno mi rey. 

—Dios bendito —dijo Maddox. 

—Este de Margot: cuando quieras tener un hijo, recuerda que tengo la mejor fábrica —dijo escuchando el jadeo de Max—. Este el de Scarlett: yo tan mojada y tú con tremendo paraguas. 

—Dime que mi esposa no sabe esas cosas —dijo Maddox al ver a Hurs con los ojos muy abiertos. 

—Faltaba más: papito préstame a tu general que yo te lo hago mayor —dijo Melina haciendo que Maddox casi se desmaye. 

—Eso último no aplica para su esposo —dijo Parker que no dejaba de reír. 

—¡Por los pelitos del calvo! —dijo Hurs—. Las mujeres son de lo peor, uno aquí todo inocente y ellas sacando esas cochinadas. 

—Tanta carne y yo en vigilia —dijo Melina mirando a Chris que sonrió y tomó su cintura. 

—Las mujeres me asustan —dijo Max—, pero me asusta más que mis amigos me hagan esos piropos. 

—Tus amigos nos divertimos —dijo Hurs. 

—Por cierto —añadió Maddox—. A quien lanzaron esos piropos. 

—Al stripper de la despedida de soltera de Scarlett —dijo Melina—. No lo escuché de viva voz pero hay un vídeo que lo prueba.  

—Esto es el colmo —dijo Maddox—. Ah pero si yo dijera algo así de otra no vivo para contarlo. 

—Y falta la despedida de Margot —dijo Melina—. Me van a disculpar caballeros pero yo iré a dónde se pone el ambiente, o sea con las chicas, ustedes son aburridos. 

     Parker comenzó a reír. 

—Suerte que Perse ya no tendrá despedida —dijo Parker—. Es capaz de contratar un stripper para cada una. 

—No es por intrigar pero de hecho la idea fue suya —dijo Melina.

—Esa mujer horrible llevando a mi muñeca por el mal camino —dijo Hurs—. Bastante que ya tengo en casa peleando por la atención de mi esposa que se ocupa de mi bebé, además de pelear contra el pene de hule que fue descubierto antes de abortar misión. 

—Es su amante estoy seguro —dijo Chris. 

—No necesita un amante —dijo enojado—. Sus únicos hombres somos Daniel y yo. 

—Así te hace creer —dijo Parker. 

—Deja de confundirme —dijo divertido. 

—No es por ser víbora —dijo Melina—, pero Margot tiene una colección de póster de hombres que dice que usará para motivarse. 

—¡Por Dios Santo! —exclamó Parker. 

—Perse dice que pondrá la foto de todos en su alcoba nupcial —continuó Melina.

—Sobre mi cadáver —dijo Parker. 

—Brooke dice que debe leer alguna novela erótica previo a... ya sabes —dijo divertida. 

    Miro la cara de los cuatro antes de estallar en carcajadas.

—Bueno, ya dejé por aquí mi veneno, ya me voy —dijo divertida. 

—Hasta escuchó el cascabel —dijo Chris. 

    Ella se acercó a abrazarlo y él la tomó de la cintura mientras la miraba. 

    Escucharon el sonido de la puerta y en cuanto autorizaron la entrada una Lydia sorprendida de ver tanta gente sonrió. 

—Me darías una firma —dijo Maddox. 

—Faltaba más —dijo extendiendo la mano—. La gente importante firma todo esto. ¿Que es por cierto?

—La lista de compra de artículos de limpieza —dijo conteniendo la risa. 

    Maddox sonrió y ellos giró a ver hacia un lado clavando la vista sobre Melina que se la devolvió con firmeza. 

    Sin más salió de ahí mientras las demás la veían. 

—No la soporto —dijo Melina. 

—No le hagas caso —dijo Parker—. Ella es así. 

—La verdad es que por lo poco que he investigado es verdaderamente insoportable —dijo Chris—. Solo a alguien como Parker podría gustarle. 

—No sean crueles, es buena chica —dijo. 

—No lo dudo —dijo Chris—. El punto es que si francés lo vea. 

    Parker negó y no dijo nada antes de empezar a hablar con seriedad con sus amigos sobre el asunto de les atenía. 

    En dos días él partiría y esperaba que sus amigos desistieran; sin embargo, ninguno lo hizo, todos estarían en Irlanda, una semana después que él, en la que esperaba que pudieran dejar todo en orden y que se despidieran de sus familias. 

—No tienen que ir —dijo mirándolos. 

—Tienen esposas e hijos, Max, ni siquiera te has casado y ella está embarazada —dijo con una media sonrisa—. No vamos a enfrentar a tu pasita, ni a tu ex, ni a tu padrastro; es a un rey que se ha anclado por años, que fue capaz de matar a su propio hermano por el poder. Que me ha buscado para acabar conmigo durante años. Las probabilidades de volver son casi nulas y lo he sabido siempre, me preparé para eso durante más de una década,  pero estoy listo para lo que sea, no me gustaría que algo les pasará. 

—Hace años juramos estar juntos —dijo Max—. ¿Que te hace pensar que vamos a romper la promesa?

—Hace años dijimos que si la cuerda se rompía nos llevaba a todos —dijo Maddox—. El dicho sigue siendo así. 

—Antes no estaban ellas —dijo Parker. 

—No —dijo Hurs—. Antes no estaban ellas, pero son fuertes y si uno de nosotros no vuelve van a lograrlo, en cambio si dejo que vayas solo y te pasa algo no voy a perdonarme nunca no haber estado ahí y haber roto mi promesa, esto no es por ti, es por mí, porque quiero ir para sentirme bien. Sé que si no vuelvo ustedes verán por mi esposa y mi hijo, sé que ella lo va a lograr, que será feliz después de un tiempo, sé que Scarlett puede sin mí.

—Sé que Margot puede sin mí —dijo Max.

—Sé que Brooke puede sin mí —dijo Maddox—. Después de todo capaz que se consigue alguien que sea mejor que yo en la cama. 

    La broma hizo reír a medias a su amigo que agradeció la lealtad que le daban y se prometió a sí mismo que sus amigos volverían a cualquier precio.  

    Recibió abrazos de todos y se despidió asegurando que pasaría con su esposa hasta el momento de partir. 

—Bien —dijo Hurs—. No hagas nada sin nosotros. Estaremos ahí en siete días después de tu llegada. 

   Parker asintió y se despidió de ellos antes de ir a su casa, donde abrazó a Samantha, pasó el resto del día con ella y le dejó claro lo mucho que la amaba. Finalmente por la noche fue con su nana. Tocó la puerta de su habitación y de inmediato fue recibido por la mujer que era como una segunda madre para él. 

—¿Podemos hablar? —preguntó y la mujer sonrió haciéndose a un lado. 

—¿Pasa algo? —preguntó la mujer al mismo tiempo que veía al joven que tanto quería sacar la carta que había encontrado entre sus cosas. 

    Se la dio y comenzó a leer, al final ella solo se la devolvió. 

—Si esa carta hubiera sido leída por tu padre —dijo con pesar—. Hoy toda tu familia estaría viva. —¿Ella era amante de mi padre? —preguntó con el corazón apretado. 

—Tu padre amó a tu madre por encima de todo —dijo ofendida por la pregunta. 

—¿Qué significa lo último? —preguntó. 

—Ella era su novia —dijo haciendo una pausa—. Julissa Gallagher. 

—Firma J. S —añadió Parker. 

—Tu padre se enamoró de tu madre y rompió con ella —dijo la mujer—. Julissa sufrió pero conoció a un hombre bueno con el que se casó y adquirió el apellido Sullivan. Julissa no era más que la Vizcondesa de Abercorn quien después de casarse mantuvo con tu padre una estrecha amistad y colaboración. 

—¿Aún vive? —preguntó. 

—No, ya no —respondió Stefanny—. Sobrevive su hija Blake Gallagher la actual Vizcondesa de Abercorn. Una chica más o menos de tu edad y la única hija procreada por el matrimonio de Julissa. Tu mayor aliada y por supuesto quien se ha hecho de tanto poder entre los nobles que su apoyo hacia ti será primordial. 

—¿Cómo sé que ella es de fiar? —preguntó un tanto escéptico. 

—Su madre la preparó durante años para servir a su verdadero rey —dijo con seguridad—. Ella será quién te reciba y hospede en su casa al llegar a Irlanda. Blake será tu as bajo la manga. 

—No estoy seguro de querer su ayuda —dijo Parker. 

—No te cierres cariño —dijo la mujer—. Ella conoce todo de palacio, será tu mejor aliada, es inteligente, astuta e intrépida, estoy segura de que de haberte quedado ella sería tu esposa. 

—Eso no viene al caso —dijo Parker con fastidio. 

—Lo sé —dijo la mujer—. Es solo que tú padre lo soñaba tanto que me hace nostalgia. Juraba que apenas la vieras caerías rendido a sus pies. No la conozco ahora, pero de pequeña su belleza era casi irreal. 

—Podría estar tocada por Dios pero simplemente no hay otra mujer para mí que mi esposa —dijo tajante—. No estoy seguro de confiar en ella. 

—Solo conócela en estos días... 

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