Capítulo 47
Parker llamó a Perséfone para decirle que Max llevaría a Margot a su casa para que se quedara con ella, contándole lo que había pasado y el ataque que había tenido por parte del padrastro de Max.
Por supuesto no se negó aunque esa noche no podría verla.
Habían pasado tiempo y el necesitaba resolver muchas asuntos antes de perder irse, cada vez estaba más y más cerca pero había algo que lo tenía inquieto: el silencio.
Cairenn no buscaba al francés pero tampoco daba señales de nada, lo que significaba que se había olvidado de su petición de hacerlo un mercenario o lo había descubierto ya, cual fuera el caso no estaba dispuesto a arriesgarse y ya había comunicado a sus amigos todos y cada uno de los pasos a seguir.
Perséfone por su parte estaba inquieta, aunque no había vuelto a recibir la visita de nadie, lo cierto es que estaba intranquila.
Ya no iba a terapias dado que el médico se había insinuado más de una vez y peor aún le había dicho que podía salir aún cuando conocía que estaba casada. Por supuesto no le contó a su esposo para proteger la integridad del médico o bien sabía que Parker lo haría pedazos de enterarse de sus insinuaciones.
Salió de su habitación con pijama mientras su madre y su hermano descansaban.
Escuchó el sonido del timbre y se acercó a abrir.
Max la miró y le dio una media sonrisa antes de hablar.
—Hola —dijo saludando.
—Hola —respondió haciéndose a un lado para darles paso.
Se alejó un poco para darles privacidad.
Había dejado bebidas y galletas en cuanto le avisaron que llegarían.
Dejó a Max con ella en lo que arregló una habitación para que Margot pudiera dormir. Una vez volvió se sentó con ellos y le dijo que podía ponerse algo se su ropa y darse una ducha si le apetecía.
Max las vio platicar mientras miraba alrededor el lugar, nunca había entrado o no recordaba en ese momento, pero solo entonces se dio cuenta de lo que había en esa casa.
Las ventanas estaban cubiertas por protecciones en forma de cruz desde dentro de la casa y aunque por fuera parecían normales, por dentro podía verse claramente que ella vivía en una prisión en forma de casa.
Parker sin duda la tenía más encerrada que nada para protegerla.
Miró alrededor durante largo rato antes de ver hacia ellas. Perséfone le miraba y bajó la vista avergonzada unos segundos después.
Max solo se acercó y se sentó a su lado antes de verla y darle un beso en la frente en una clara muestra de que no pasaba nada.
Sus azules ojos se llenaron de lágrimas antes de mirar a Margot que veía de uno a otro sin comprender.
Se despidió de ambas y salió de ahí sabiendo que al menos estarían seguras.
Perséfone se sintió mejor después de eso. Nadie sabía, que de puertas para adentro su casa era una especie de prisión con esas protecciones y que seguramente las cosas empeorarían.
Se mantuvo bromeando con Margot una vez Max se fue y por un momento olvidó todo mientras disfrutaba la compañía de la chica que parecía no tener botón de apagado. Hablaron de la manera de conquistar a ese hombre.
—Se enoja porque tienes la atención en otro —dijo Perséfone como si fuera obvio—. Eso es porque a los hombres les enerva ver a otro hombre en donde creían tener el control, eso es parte de su naturaleza, Max no es la excepción. Y para mí no hay nada más divertido que ver a un macho alfa peleando con otro por la atención de una chica. Hay cierto grado de diversión en algo tan primitivo. Tú solo sigue estirando la cuerda, cuando se tense demasiado afloja el agarre, cuando esté demasiado suelta vuelve a sujetar fuerte, así es como funciona, Max se ha sentido siempre infalible en el arte de la conquista. Es hora de seducir poniendo más muros de los que quiere Trump a la frontera con México.
—¿Así es como lo haces tú? —preguntó Margot divertida—. Ese fue tu método.
—¡Qué va! —dijo entre risas—. El muy sabelotodo se da cuenta de mis juegos.
—Pero lo dejaste pelear la otra noche —dijo Margot un tanto confundida—. ¿Disfrutabas verlo pelear?
—¿Por quién me tomas? —dijo ofendida—. No me gusta que pelee, al menos no sin mi consentimiento. De saber que pretendía arruinar su manicura al menos habría vendido boletos para la función.
Margot comenzó a reír y se acercó a ella.
—Entonces lo dejaste pelear porque sí —insistió.
—Claro que no —dijo cambiando su semblante—. No habría podido pararlo, cuando Parker está enojado, celoso u ofendido porque toquen algo que quiere no hay poder humano que lo detenga. Lo he visto sacar su furia una vez y no fue agradable ni me gustaría volver a verlo así. Es otro, uno que quizás no reconoce ni el mismo.
Margot la observó agachar la vista y supo que no todo era como parecía pero no dijo nada más, quería respetar a su amiga. Si bien le agradaban Brooke y Scarlett, debía admitir que adoraba a Perséfone por su frescura y su sencillez, además de que era sumamente graciosa y sabía insultar con propiedad.
—¿Entonces el plan es hacerlo reventar de celos? —preguntó cambiando el tema al ver a la castaña pensativa.
—Vamos a enseñarle al monstruo que no todas caen rendidas a sus pies —dijo volviendo a su estado animado, pero ahora debemos ir a dormir porque mañana me espera un arduo día de trabajo.
—Pero es viernes —dijo Margot—. Creí que los fines no trabajabas.
—Voy a ir a una boda el sábado y debo salir de la ciudad mañana en la noche para hospedarme y tener todo listo —dijo divertida—. Y debo hacer los postres.
—Ya veo, ¿me llevas? —dijo entusiasta—. Por favor.
—Melina iba a ir conmigo —contestó—, pero me alegra saber que vas a ir conmigo. Vamos a divertirnos y a ver chicos guapos, me han recomendado un lugar bellísimo.
—Entonces vamos —añadió—. Será divertido.
Se levantaron para ir a dormir y cada una se despidió para ir a su habitación.
***
La noche de la petición de matrimonio de Max había llegado y aunque todos lo intuían esperaban no perder detalle de nada para burlarse de su amigo, así que ahí estaban, en medio de gritos y risas esperando el momento de dar su enhorabuena.
Muchas cosas habían pasado desde entonces pero Parker estaba listo para irse. Escasas dos semanas lo separaban de iniciar su venganza.
A petición de su esposa había visitado un especialista recomendado por Chris y revertido la vasectomía con una recuperación exitosa y rápida que no afectó en nada y que además de todo le hacía pensar que ella estaba lista para enfrentarse al mundo.
Por supuesto ella quería tener un hijo pero Parker en ese momento sentía que solo sería un freno, aún así no podría negarle nada a su esposa, aunque hasta ahora seguían sin lograr embarazarla y de cierta forma lo agradecía.
Se sentía nervioso sobre todo porque la vio sufrir después de que él había recibido un balazo rescatando a Margot y por un descuido estúpido de todos pero más porque todo estaba en calma, nadie la había molestado y jamás había vuelto a ver al hombre que aseguró era igual a él, tampoco Parker había sabido nada de Cairenn ni de nadie en específico y eso no le daba buena espina. Por ello había notificado a sus amigos que estaban más alertas que nunca.
Dedicó los últimos meses a entrenar física y mentalmente pero también a perfeccionar todo aquello que le sería útil.
Le dolía saber que ella sufriría tanto si no estaba y estaba decidido a intentar por todo los medios volver a su lado.
Habló con sus amigos sobre lo que pasaría, su próxima partida y aunque durante largo tiempo todo había estado en calma a él no lo engañaban y sabía que ellos estaban cerca y solo pensaba adelantarse.
Empezaba a mantener distancia con su esposa desde meses atrás y ella lo notaba a pesar de que no se quejaba ni lo manifestaba.
Su suegra y su cuñado habían sido reubicados en su casa donde la seguridad ahora se había duplicado.
Perséfone esa noche iría a vivir ahí y el punto de no retorno empezaba.
Max levantó en brazos a su ahora prometida sacándolo de sus pensamientos a pesar de que fingía estar poniendo atención a todo. Su amigo se mostró feliz como nunca tras se aceptado.
La llevó de vuelta al restaurante después de su propuesta donde el festejo comenzó y los abrazos y felicitaciones no se hicieron esperar.
Max, por su parte, miró a sus amigos felices y sonrió. Sabía que Margot y él apenas iniciaban una historia que contar.
—Olvidaste el guión —dijo Parker.
—Ya déjenlo que se va a desmayar —dijo Margot mientras bebía su copa de agua.
Max comenzó a reír mientras sus amigos se acercaban.
Hagamos la foto —dijo Chris mirando a todos—. A partir de ahora voy a contar los días para saber quién es el siguiente en dejar la soltería.
—Vas a ser tú —dijo Melina—. Por estar de hablador.
Margot les tomó la foto y luego ella lo hizo con su familia y Max, con sus amigas, con todo mundo.
—Quiero una foto con ustedes —dijo jalando a Chris y a los demás que se acomodaron a su lado—. Voy enmarcarla en mi habitación. Cinco hombres guapos, fortachones y ninguno es pasivo en mi habitación. El sueño de toda mujer.
Todos la miraron antes de echarse a reír mientras Max la abrazaba y daba un beso.
Se tomaron la última foto, los dos Max con ella, como la familia que ahora serían y por primera vez Max se vio anhelando más hijos, todos lo que ella quisiera, y que fueran tan ruidosos como su madre.
Parker observó a Max abrazarse y besarse con su novia y sonrió. Le daba gusto verlo tan contento y por fin listo para dejar atrás su sufrimiento, ahora era su turno.
Lo vieron desvanecerse sorprendidos.
—¿Por Dios lo de envenenarlo era en serio? —preguntó Hurs que se acercó.
Lo auxiliaron hasta que despertó y salió del shock.
—Voy a tener un bebé —dijo mirando a sus amigos.
—Por Dios santo el golpe lo hizo creer que es mujer —acotó Maddox—. ¿Siempre si es pasivo?
Se puso de pie a pesar de que sus amigos rieron y abrazó a Margot para besarla y girarla por los aires emocionado.
—Pero el ridículo era yo —dijo un Hurs indignado.
Recibieron la enhorabuena de todos incluso de sus futuros cuñados que lo felicitaron después de golpearlo por embarazarla antes de tiempo. Aún así estaba feliz de empezar una nueva vida.
—El que no quería críos —dijo Parker—. Por hablador tendrás un montón.
Max rió y se acercó a su novia.
—Te amo —dijo besando su sien—. Siempre.
Parker los observó y se alejó un poco hacia la terraza del restaurante para pensar.
—El momento ha llegado —musitó para sí mismo—. Por fin, vamos a vernos las caras.
Sacó la foto que guardaba en su bolsillo y la miró.
—Por ustedes —dijo con determinación.
Los brazos de su esposa se cerraron alrededor de su cuerpo y sonrió.
—¿En qué piensas? —preguntó.
—En ti, en mí, en todo —dijo dejando un beso en su frente—. Voy a irme en unas semanas, ha llegado el momento.
—¿A Irlanda? —preguntó con los ojos llorosos.
—A reclamar mi legítimo derecho y a hacerlos pagar —respondió.
—¿Y yo? —preguntó derramando la primera lágrima—. ¿Vas a dejarme?
—Te quedarás aquí —confirmó él—. Con Sam, en la casa, completamente resguardada. No voy a arriesgarlas. Vendré por ti cuando todo acabe.
—Pero yo quiero ir contigo. —Parker negó—. Por favor, no me dejes aquí sola, prometiste que estarías conmigo.
—Amor, si te llevo te harán daño —dijo y ella solo empezó a llorar—. Te prometo que voy a llamarte y a escribirte cada noche, pero quiero que sepas algo...
—No lo digas —dijo sintiendo que le faltaba el aire—. No va a pasar, vas a volver y vamos a estar bien.
—Perséfone…
—¡Cállate! —dijo frustrada—. Vas a volver Parker. Tienes que volver o yo misma iré a sacarte del infierno para que vuelvas.
Parker la observó y no habló más, solo la consoló y deseó por primera vez nunca haberla conocido...
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