Capítulo 40

—No es lo mismo —refutó Chris al verlo abrir las bolsas para sacar la cena—. Un bisturí no es un cuchillo.

—¡Calma doña remedios! —respondió Hurs—. Al final me entendiste y deja de hablarme así que estoy muy, muy, muy sensible y un día de estos me voy a soltar a llorar.

   Melina bajó y volvió con platos, utensilios y vasos para cenar mientras le daba a cada uno lo suyo. 

    Como era de esperarse Hurs fue el primero en servirse y en empezar a comer. 

    Vio a todos sus amigos mirarlo con atención y dejó su plato en el escritorio. 

—Lo siento, me salté la oración de acción de gracias —dijo con fingido pesar—. Háganla mentalmente y de una vez digo el amén por adelantado.

—¿Por qué comes tanto? —dijo Chris—. Eso no es normal. 

—Porque hago mucho ejercicio y porque la comida sale diario por donde Diosito nos dio desagüe —dijo dando un mordisco a su porción de pollo. 

    Los demás se miraron y empezaron a servirse. 

—Esto sabe raro —dijo Chris—. Tiene muchas especies. 

—Come —dijo Hurs. 

—Es cierto —dijo Maddox dejándolo sobre el plato. 

—También come y calla. —Volvió a decir Hurs.

—Pero es que sabe mal —dijo Maddox. 

   Vio a Hurs tomar la pieza de carne y llevarla a su plato sin más. 

    Lo vieron comer una vez tras otra en completo silencio. 

—Tiene mucho ajo —dijo Melina.

—Es bueno para desinflamar intestinos —dijo Hurs. 

—Pero igual pimienta —dijo Parker. 

—Es bueno para los parásitos —respondió Hurs. 

—Eso no es cierto —dijo Maddox. 

—No, pero quiero que coman. —se excusó—. A mí me gusta comer. 

—Eso ya lo sabemos —dijo Parker—. Nunca le haces el feo a ninguna comida. 

—Faltaba más —respondió—. Lo que se come se come y punto. 

—Te has comido casi la mitad de la cena —dijo Maddox. 

—Pero no vale —dijo ofendido—. Ya saben que me gusta mucho el pollo, además de que miren tengo la prueba irrefutable de que el pollo tiene hormonas. 

    Dio un mordisco a su pierna de pollo y la mostró a sus amigos que miraron la pieza sin comprender. 

—Ilústranos —dijo Parker. 

—¿Ven el huesito? —Todos asintieron—. Bueno, pues está pelón. 

—Demandaría a la empresa que me venda un pollo listo para comer y traiga plumas —dijo Melina ganándose una mirada de odio de Hurs. 

—Me refiero a esto —dijo tomando el hueso y rompiéndolo fácilmente—. El pollo era un pollo —dijo enojado de que no le comprendieran.

—Menos mal —dijo Chris—. No me gustaría ver un pollo en forma de vaca. 

   Hurs hizo un gesto de enojado al verlo burlarse de él. 

—Explícate —dijo Maddox—. Vamos a ser serios—. Aquí el que ama a los animales eres tú y lo sabemos. 

—Sí, también te amo —respondió—. Y la cacatúa de ojos azules también —dijo mirando a Parker—. De hecho también amo a nuestra conejita. —Miró a Melina—, a nuestra iguana con reumas —dijo mirando a Chris, no está demás decir que a Max siendo un Sid también es muy querido y tú, el pequeño Scrat eres igual de amado. 

—Estoy esperando la explicación del pollo siendo pollo —dijo Melina. 

—Como decía el pollo es un pollo —dijo de nuevo—. No era una gallina ni un gallo. 

—No sabía que era posible distinguirlos una vez cocidos —dijo Chris burlándose. 

—Deja de burlarte. —Se defendió—. Sus huesos son extremadamente frágiles. Eso prueba que era un pollo que no era adulto y lo hicieron crecer para matarlo más rápido.

—Era tan fácil como que dijeras eso —dijo Parker—, pero te encanta la mala vida. 

—Ustedes son unos insensibles —dijo enojado—. Yo todo sencillito pensando en lo que fue de este pobre pollo. 

—Si pobrecito, se ve que sufres mucho comiéndolo —dijo Maddox. 

—Pues ya está muerto —dijo. 

—Pues parece que te has comido las hormonas de toda la granja —dijo Chris.

—Ya no les voy a invitar nada —dijo con gesto resignado. 

—Ya, no te enojes, bebé —dijo Parker—. Sabes que te vamos a querer hormonado o no. 

    Hurs hizo un parpadeo exagerado antes de que su celular sonara. Y fuera Melina quien se asomara a ver quien le llamaba. 

    Scarlett lo hacía, así que Hurs se limpió las manos y atendió la llamada. 

    De inmediato, sabiendo que podrían molestarlo fue Chris quien encendió la música fuerte y todos empezaron a chocar sus vasos haciendo ruidos y siendo sumamente escandalosos.

    Cuando colgó miró a sus amigos que se quedaron en silencio. 

—No tardaste —dijo Maddox. 

—Me colgó y me llamó mentiroso —dijo apretando los dientes.

—Así son las mujeres —dijo Chris.

—Si me pegan les voy a pegar a ustedes —dijo antes de echarse a reír. 

—Seguro sabe que somos nosotros. —Lo alentó Parker—, y si no, pues tengo vaselina, para que te untes las pompas y no duela.

—Igual me ama y me pega suavesito —dijo con orgullo—. Soy el futuro padre de sus hijos. 

—Ya veo —dijo Maddox. 

—Ella aún no lo sabe pero van a ser muchos —dijo divertidos. 

—¿Muchos papás? —preguntó Chris. 

—¿Por qué están molestándome tanto? —preguntó ofendido—. Estoy perdiendo respetabilidad y necesito volver a ser tan rudo como antes. 

—Nunca has sido rudo —dijo Melina—. Eres el más suave de todos. 

—Suave de dónde —dijo Maddox. 

    Hurs se ahogó con su bebida y Melina sonrió. 

—Ahí no es suave —respondió. 

—¡Melina! —dijo Hurs mientras todos reían—. Nunca te atrevas a decir nada de eso enfrente de Scarlett. 

—No debiste decir eso —dijo Chris—. Hará justo lo contrario. 

—No te atrevas —dijo. 

—¿O qué? —preguntó Melina. 

—No nada —dijo reduciéndose en su asiento. 

    Melina se sentó en sus piernas y de dio un abrazo. 

—Como te quiero —dijo dejando un beso en su mejilla—. Solo porque soy una excelente amiga no voy a contar mis memorias dentro de la habitación. 

—Por Dios santo, qué asco —dijo Maddox.

    Hurs hizo un gesto de aburrimiento antes de seguir comiendo y disfrutar. 

    Pasaron un rato juntos antes de que se fueran cada uno a su casa, ese día no había labores por lo tanto no tenían problema en irse a casa. 

    Cada uno tomó una ruta después de varias horas, solo Parker permaneció un poco más en la oficina revisando el celular del tipo. No encontró nada interesante, así que solo quitó, borró y lo destruyó haciéndolo pedazos hasta que no quedó nada, asegurándose de que no hubiera nada que lo inculpara. 

    Salió de ahí y lo suficientemente alejado dejó tirado todo en un cesto lejano antes de ir a casa con su esposa. 

    En cuanto llegó la encontró dormida como era de esperarse, así que solo inició rápidamente a quitarse todo y después se acostó a lado de ella abrazándola, no sin antes observarla y darle un beso. 

     Tardó en quedarse dormido pero cuando lo hizo fue imposible no soñar con su familia. 

«—Cuando seas el rey tienes una obligación —dijo su padre—. No puedo decirte nada ahora, pero te aseguro que te espera un gran futuro, cuando tengas una reina adecuada. 

—¿Cómo es una reina adecuada? —preguntó curioso.

—Algún día conocerás a Blake —dijo su padre—. Es la chica perfecta para ti. 

—No la conozco, ¿cómo voy a saber si es perfecta? —dijo confuso—. Además y si ella no me gusta, es decir, si no somos compatibles. 

—Apostaría mi vida a que es la chica para ti —dijo con una media sonrisa.

     Parker no dijo nada solo observó a su padre con confusión pero fue recibido por una sonrisa, además de que temía decirle que ya tenía una novia y que le gustaba ella. 

—Quiero ser yo quien la elija —dijo Parker—. No quiero que me impongan una novia o una esposa.

—Nadie va a imponerte nada —dijo su padre divertido—. Vas a elegirla apenas la veas, puedo estar seguro».

    Parker despertó después de soñar las palabras de su padre. 

   Sonrió al darse cuenta de que no tenía a nadie y que ya había elegido a su mujer. Su padre se había equivocado, porque Parker sabía que nadie en el mundo podría hacer que dejara de querer a Perséfone. 

    Temía por ella pero a la vez le llenaba de regocijo saber que ella estaba dispuesta a enfrentarlo todo, porque su lealtad y su amor eran inquebrantables.  

    La sintió removerse y la abrazó mientras ella abría los ojos. 

—¿Por qué no has dormido? —preguntó. 

—Porque pensaba en ti, en nosotros —dijo dejando un beso en sus labios—. Duerme, es tarde. 

    La abrazó de nuevo dejando un beso en sus labios y trató de descansar un buen rato antes de tener que empezar un nuevo día.

****

Despertó pero no encontró más que una nota de Perséfone y unos chocolates sobre la mesilla de noche. 

    Estaba en el restaurante y aseguraba que estaría ahí todo el día, así que él solo se levantó y se dio una ducha sacando ropa de la que ya tenía en el closet.

    Jaló una camisa y con él cayó una caja de zapatos que le dejó enfermo de solo ver el contenido. 

    Se agachó para recoger las cosas entre las que encontró un sin fin de pruebas caseras de embarazo. 

    Las colocó en la caja, habían más de 30 pruebas. 

    No solo eso, tenía también análisis de sangre recién hechos.

    Tomó uno y leyó para después suspirar rendido y dejarse caer en la cama completamente frustrado. 

    Supuso que Perséfone no estaba bien, inconscientemente quería un nuevo bebé aún cuando él le había dicho lo de la vasectomía. 

   Se dejó caer en la cama y se mantuvo varios minutos ahí hasta que la puerta se abrió.

    Perséfone entró risueña pero su sonrisa murió cuando vio lo que Parker tenía en las manos. 

—¿Qué es esto? —dijo señalando la caja. 

—Ya sabes lo que es —dijo levantando la barbilla. 

—¿Esperas quedar embarazada? —preguntó—. Perséfone, es absurdo. 

—¿Es absurdo que quiera un hijo? —preguntó enojada.

—Es absurdo que te hagas pruebas cuando sabes que no puedo darte un hijo —añadió—. Lo sabes y aún así las haces, sabes que no está bien, que no es normal. Necesitas ayuda. 

—No sé por qué lo hago —dijo derramando las primeras lágrimas. 

—Necesitas ayuda —dijo él—. Ir a terapias. 

—No estoy loca —dijo y él se acercó a abrazarla. 

—Nunca dije eso —dijo acariciando su rostro y limpiando sus mejillas—, pero quiero que aprendas a dejarlo ir. 

—Faltaba un mes para verlo —dijo con ojos llorosos. 

—Lo sé —dijo apretándola—. Ya nada va a devolverlo, pero podemos tener otro, solo quiero que tú estés bien para cuando eso pase.

    Ella asintió entre lágrimas. 

—¿Cómo se deja ir a un hijo al que se esperó con tanto amor? —preguntó mientras limpiaba sus lágrimas.

—Vamos a buscar ayuda —dijo y ella asintió—. Juntos.  

—¿Y si nunca lo supero? —preguntó. 

—Vas a superarlo —dijo divertido—. Sé que lo harás. 

—Parker, prométeme una cosa —dijo ella—. Prométeme que si un día tenemos un hijo nunca estaré antes que él para ti. Prométeme que siempre será él primero que todo. 

    Parker la observó incapaz de saber si un día sería capaz de dejarla ir pero sabía que en ese momento ella necesitaba saber eso, sentir la seguridad de que así sería. 

    Asintió y le dio un beso. 

—Siempre —dijo haciendo que ella sonriera.

    Se mantuvo abrazado a ella hasta que la vio ir por algo de ropa para cambiarse. Solo había llegado por eso. Tuvo un accidente en la cocina y terminó sucia completamente, así que volvió para cambiarse. 

   Parker la miró y dejó un beso en sus labios con la promesa de buscar ayuda para ambos...

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