Capítulo 39

Parker despertó solo en la cama por lo que se levantó mirando la hora, eran casi las cuatro de la tarde, se puso de pie y caminó hasta la ducha donde de inmediato se relajó con el agua tibia. 

    Salió de la habitación encontrando a su esposa sentada sobre el sofá con una taza de chocolate lleno de bombones. 

    Arrugó el gesto, él odiaba los bombones pero sabía que ella los amaba. 

    Se acomodó a su lado riendo al verla con unas calcetas horribles, un pantalón deportivo enorme y un suéter gigante. 

—Hace frío —dijo dejando la taza en la mesilla del centro—. Se levantó yendo a la cocina seguida de un Parker hambriento que rió al verla moverse. 

    Le dio una palmada en el trasero y la abrazó mientras la veía sacar cosas de la nevera. 

—¿Qué haces? —preguntó. 

—No has comido —dijo destapando un refractario. 

    Parker se lo quitó y lo devolvió a la nevera. 

—¿No tienes hambre? —preguntó y él asintió. 

—No tienes por qué —respondió—. No quiero que hagas nada, te diría que lo hago yo pero soy un desastre en la cocina, así que como no me gusta que mi mujer cociné y tampoco sé hacerlo, entonces vamos a pedir algo. 

—Todos los hombres deberían ser así —dijo divertida yendo de vuelta. 

    Sacó su celular sabiendo que él no tenía el suyo y llamó para pedir pizza, después se dejó caer sobre el sillón a su lado. 

—Estaba sola desde hace rato —dijo con reproche—. Por un momento pensé que estabas en coma. 

    Parker sonrió y le dio un beso. 

—Lo siento, estaba tendido —dijo abrazándola. 

    Se comió un bombón que ella le dio abusando de su poder dado que sabía que no le gustaban. 

   Una vez recibieron la pizza y volvió con ella a la sala observó la llegada de su suegra y su cuñado. 

    Les ofreció y aunque ella negó, el chico aceptó y terminó riendo y hablando de algunas cosas con ellos mientras veían alguna película. 

    Llevaba dos años en ese estado, cada vez era más difícil que pudiera moverse y en algún momento sabían que llegaría a su fin pero al menos estaba dispuesto a vivir sus días lo más feliz que pudiera. 

    Parker entendía el resentimiento de su suegra, sobre todo sabiendo la verdad de Perséfone. 

    La miró y sonrió antes de tocar la cadena con su anillo de boda y compromiso colgando. 

    Ella se encogió de hombros. 

—Lo devolveré a mi anular cuando vea el tuyo —dijo retándole—, mientras tanto soy soltera, hago lo que quiero y te aguantas. 

    Escuchó a su hermano reír y a Parker hacer lo mismo viéndose abrazada por él en un abrir y cerrar de ojos. 

    Sonrió esperanzada, al final, ella quería eso todos los días de su vida.

****

El correr de los dos días siguientes que se hicieron lentos para Parker, sobre todo porque tenía mucho que hacer e investigar, en primera porque le pidió ayuda al padre de Lydia con lo de Jane y en segunda porque finalmente respondió el mensaje de Cairenn para verse. 

   Fue citado una semana después de lo ocurrido con la mudanza de su esposa quién decoraba la casa y la arreglaba a su gusto. 

    Él por su parte le hizo saber a Chris que ocuparía la casa y este no pudo ser más indiferente con eso, aunque Parker sabía lo mucho que le dolía esa propiedad que ni siquiera Parker había visto por dentro hasta la noche en que llevó a Perséfone, a pesar de que todos tenían una llave.

    Al siguiente día de eso canceló el arriendo de la otra casa, compró un teléfono nuevo y esperó paciente la llamada del sujeto de los mensajes, aunque al número que tenía el hombre no era otro que el que el mismo que tenía Cairenn. 

    Un delincuente de poca monta contratado por su flamante prima para perseguirla o más bien, para asediar y mortificar a su esposa no resultaba un peligro para él, pero le alarmaba que no le hubiera llamado aún. Casi vencía el plazo que le había dado y esperaba que lo logrará o se vería en una nueva cruzada. 

    Él sabía que Emma, su prima ya sabía dónde estaba Parker desde el principio pero pretendía asustar a Perséfone, había dado con ella y era una forma de decirle a este que lo tenía en sus manos.

    Por supuesto estuvo completamente equivocada, esta vez fue el diablo quien se hizo cargo del asunto encontrando su dirección y proporcionándole los datos a Parker quien esperaba gustoso el desenlace de todo. 

    De más estaba decir que ya todos sus amigos estaban al tanto de lo que venía salvó Max que estaba enojado con él aún.

    Esperó ansioso y cerca de las cinco de la tarde recibió el tan ansiado mensaje. 

    Se puso de pie estando en la oficina y sonrió al tiempo que Melina quien leía unos contratos a su lado le miraba. 

    Entendió de inmediato lo que venía y se acercó para ver el celular de Parker. 

    Citó al hombre en el sitio donde se habían visto antes con la promesa de pagar lo acordado en dos horas.

    Una vez terminó se puso de pie y se acercó a la ventana. Había recibido la foto postmortem de su prima y no sentía la más mínima emoción, no estaba enojado ni triste ni feliz, solo estaba y supuso que se debía a que cada vez perdía más su humanidad.  

    Salió de ahí cuando calculó la hora no sin antes avisar a sus amigos que de inmediato estuvieron listos.

    Estaba ansioso por llegar de tal manera que cuando lo hizo vio el arribo de dos autos mas de dónde bajaron Melina, Maddox y Hurs, del otro bajó Davenport. 

—Menos mal esta vez no me voy a perder la fiesta —dijo este último. 

—Pero si siempre estás de viaje —dijo Hurs—. Qué culpa tenemos de que seas un personaje obsesionado con embellecerse. 

    Chris sonrió sentándose a un lado de Hurs que palmeó sus piernas y le dio un guiño. 

    Todo parecía normal, pero a Parker le hacía sentir mal que él no estuviera. Max era su amigo y lo quería tanto como a los otros, se sentía mal de no verlo, de estar tan distante y de saber que estaban ahí incompletos. 

—Nos falta Max —dijo atrayendo las miradas de todos. 

—Él se lo pierde —dijo Maddox—. Está de apretado, si ya sabe que tú eres como las pistas de blue para qué se pone digno, solo has pedido tiempo para saber la verdad. 

—Creo que teme haberse equivocado —dijo Hurs.

—Creo lo mismo —añadió Chris—. En el fondo teme que haya acumulado odio infundado y que una vez sepa la verdad no tenga idea de cómo darle solución.

—Max es inteligente —dijo Melina y las miradas fueron hacia ella—. Bueno, en algunas cosas. —Sonrió—. Es algo bruto para otras pero es un encanto y estoy segura de que sabrá reponerse. 

—Bueno los monstruos no son listos —dijo Hurs—. Después de todo en las películas siempre mueren. 

—Es cierto —dijo Maddox—. Mueren a manos del personaje que más subestiman. 

—Pero Max no va a morir —dijo Parker—. Aún falta que me burle de las veces que dijo que no tendría hijos y terminé con media docena. 

—Pobre Max —dijo Hurs—. Se imaginan seis o siete monstruitos pululando por ahí y lo peor que salgan igual que el padre. 

—Ese será su castigo —dijo Chris—, soportar media docena de personas igual a él. 

—Estoy deseando eso —dijo Maddox. 

—Ojala y uno de esos críos se case con Serena. Bye. —Finalizó Parker. 

—Ojala se case con Sam —replicó.

—Sam será mucho mayor —dijo Parker. 

—Puede que le gusten los menores —dijo Hurs—, y a los hijos de Max las mayores, como a un roba tumbas que conocemos. 

    La mirada de Maddox se fue sobre él mientras sus amigos empezaban a burlarse pero callaron al ver al sujeto llegar. 

    Se bajó de una moto llevando consigo una mochila. 

—Buenas noches —dijo sintiéndose nervioso al ver a cuatro hombres y una mujer que lucía igual de peligrosa que los otros cuatro. 

—Le envié la foto de ella muerta —dijo y Parker sonrió. 

—Gracias —dijo con arrogancia—. Tuviste tu dinero. 

—Sí, había ofrecido 3000 y bueno le robé 1000 más —confesó. 

—Chico listo —dijo Maddox. 

—Muy listo —secundó Hurs. 

—Ofreciste 15000 —dijo el hombre mirando a Parker—. Y ofreciste dejarme en paz. No le hice daño a…

—Ofrecí el doble de lo que ella te había ofrecido —dijo Parker—. En este caso 6000 porque los 1000 que robaste son tu extra. 

—Bien —dijo bajando su mochila al piso y abriendola para recibir su pago—. Finiquitemos esto de una vez. 

—Faltaba más —dijo Parker—. Pensaba divertirme un rato pero al cliente lo que pida. 

    El sujeto levantó la vista para encontrarse con el arma frente a su cara. 

—Me diste tu palabra —dijo el hombre un tanto nervioso. 

—Nadie dijo que debías confiar en mí, no soy de fiar —dijo sonriendo y jalando el gatillo sin remordimientos ni titubeos. 

—¡Qué! —dijo Hurs—. ¿Me hiciste venir aquí solo para ver cómo disparabas?

   Miró al hombre en el suelo con los ojos abiertos. 

—Eso ya lo sabía —dijo enojado—. Esperaba que al menos me dejaras jugar un rato.

—Estoy cuidando tu condición física —dijo caminando hacia su auto mientras miraba hacia los lados si venía algún auto. 

—¿Qué haremos con el cuerpo, muchachas? —interrumpió Chris. 

—Nada —dijo Parker que regresó hacia el hombre para quitarle el celular. 

    Volvió a dónde estaba. 

—La carroña se ofrece para los zopilotes —dijo mirándolo—. Cuando lo encuentren habrán pasado días. Casi nadie pasa por aquí. 

—Bueno, yo solo decía —dijo con un encogimiento de hombros. 

—Quiero saber por qué no me dejaste golpearlo —dijo Hurs de nuevo—. Hace mucho que no peleo. 

—Ya suficiente te pega tu novia para encima arriesgarte —dijo Parker—. Además haces demasiado ejercicio tratando de engendrar a tu primogénito.  

     La sonrisa de Hurs se hizo enorme y dejó que sus amigos rieran de él. 

—¿Ya le has preguntado si ella quiere hijos? —preguntó un divertido Chris—. La estás embarazando sin su permiso.

—Ella no se ha quejado —dijo Hurs—. Es más ella es la que abusa de mí. 

—Pobre —dijo Maddox—. Debe ser terrible. 

—¡Por la patitas de la iguana! Claro que no —dijo con una sonrisa—. Yo nunca me voy a quejar de que mi bella quiera abusar de mí. 

—No importa cuánto te azote —dijo Melina.

—Obvio no —respondió—. Ella tiene permiso de azotarme, pegarme, amarrarme, de lo que quiera. 

—Que enfermo estás —dijo Maddox—. No puedes tener sexo como la gente normal. 

—Tú ni siquiera puedes tener sexo como la gente normal, así que no cuentas. Bye —dijo Parker. 

    Se subieron a los autos con la promesa de reunirse en el casino. 

    Parker fue el primero en llegar seguido de Chris que apenas lo vio sonrió. 

    Se metieron al casino donde casi media hora después asomaron sus amigos. 

—¿Fueron a misa antes? —preguntó en cuanto los vio.

—No —dijo Hurs—. Es que el estrés me da hambre y pasamos por cena. 

—No he dicho nada entonces —dijo divertido. 

—Me alegra que estés de buen humor —dijo Hurs—. Aunque extraño a nuestra pantera rosa. 

—Bueno, seguro que cuando lea el informe sea bueno o malo vendrá de vuelta al grupo de las locas —dijo Chris. 

—La única loca aquí eres tú —dijo Hurs—. Nadie en su sano juicio sale armado con algo tan letal como un cuchillito de médico. 

—¡Bisturí, se llama bisturí! —dijo ofendido. 

—Bisturí o cuchillito es lo mismo, me has entendido, punto y no me repliques que estoy sensible —respondió Hurs...

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