Capítulo 38
La siguió masajeando lento sin dejar de besarla de vez en cuando hasta llegar a la zona de las lumbares.
Ella se quejó un poco, seguramente porque era donde le dolía y él siguió su camino prestándole especial atención a esa zona, masajeando con un poco más de fuerza y haciendo que ella sintiera el alivio.
Metió las manos bajo la cinturilla de sus bragas y la bajó un poco y aunque solo pudo hacerlo escasos centímetros por lo ajustada y porque ella estaba boca abajo; la vio levantar el trasero para darle más facilidad.
Tiró de la cinturilla hasta bajarlo por completo y quitarle las bragas que dejó a un costado de ella.
Parker observó su abultado y redondo trasero. La tenía desnuda completamente pero le encantaba tocarla por lo que se vio dando una pequeña palmada en el trasero escuchando su risilla.
Él se tocó el miembro que empezaba despertar con solo verla.
Se subió sobre la cama y se sentó sobre sus piernas y masajeó el área de costilla, lumbares y acariciando sus muslos de forma detenida.
Bajó a sus pantorrillas, las tocó y masajeó hasta llegar a sus pies donde dejó besos al mismo tiempo que los masajeaba con amor.
La visión de su esposa completamente desnuda le pareció excitante y embrutecedor, más cuando ella lucía excitada y podía verlo desde donde estaba.
Emitía pequeños gemidos, sobre todo cuando sentía sus dedos tocar cada parte de su cuerpo y rozarlos de forma suave.
Parker comenzó a dejar besos desde los pies de su chica hasta su cuello, en un recorrido lento y tortuoso que hizo a Perséfone removerse y emitir más de un gemido de excitación. Él no se detuvo, siguió besando y ahora ayudado de sus manos hizo círculos a sus costados comenzando desde los senos que hicieron a Perséfone gemir más fuerte. Rozó sus pechos con pericia sabiendo que le gustaba mucho.
Se subió sobre ella rozando está vez su miembro en medio de su glúteos, moviendo despacio la pelvis sobre ella sabiendo que estaba excitada; podía sentirlo y olerlo.
Empezó a dejar besos por sus hombros de nuevo escuchando sus pequeños pero preciosos gemidos, mientras sus manos masajeaban la zona de su espalda baja y a su vez imitaba el movimiento del coito sobre ella en medio de sus nalgas con el pene completamente erecto.
La vio apretar las manos en un puño sobre la almohada y aún así él continuó con los besos y las caricias, mordisqueando su lóbulo, dando besos en sus mejillas.
—Eres la mujer más excitante que hay en el mundo —musitó moviéndose lento sobre ella viendo sus ojos cerrarse y disfrutar.
Volvió a besarla en la mejilla e hizo un recorrido de besos hasta llegar a su lóbulo y darle un pequeño mordisco.
Se bajó de ella y se acomodó a su lado.
—Date la vuelta, amor —susurró apenas audible pero ella entendió de inmediato y lo hizo.
Los ojos de Perséfone, nublados por el deseo le miraron con ansiedad antes de que se acercara a él y lo besara con hambre.
Parker la sujetó de la cintura y se dejó abrazar por la mujer que amaba mientras disfrutaba de la abrasadora forma en que su esposa lo besaba.
Se besaban de buen grado antes de verla dejarse caer en la cama llevándolo consigo en una clara invitación de que lo deseaba tanto como él.
Se separó de ella y la miró; fue recibido con esa sonrisa que tanto lo enloquecía. Dejó un último beso en sus labios antes de iniciar el recorrido en su cuello y su clavícula hasta llegar a sus senos, donde dejó un beso en cada uno de ellos, los tomó entre sus manos y acarició con ternura apretando el toque y dejando pequeños mordiscos que la hacían gemir.
Sintió las manos de su esposa apretar su cabello mientras él lamía y mordía sus pezones. La reacción de su esposa fue tirar de su cabello y apretarlo a sus senos en una muestra de que lo disfrutaba.
Sonrió al verla hacer eso pero fue repelido con un manotazo al sentir su risa sobre sus senos.
Ella le soltó y comenzó a acariciar todo lo que podía de él, su espalda, su trasero, su cabeza, su rostro.
Parker se dio a la tarea de besar su cuerpo; dejar una estela de besos desde sus senos, sus costillas, su ombligo, su vientre, todo al mismo tiempo que estrujaba con fuerza sus senos sin llegar a ser brusco.
Dejó besos húmedos por su vientre y se detuvo para verla.
Ella mordía su labio inferior y dejaba claro que lo deseaba.
—¿Puedo seguir? —preguntó mientras ella le miraba ofendida.
Comenzó a reír llevando sus manos hasta su sexo que estaba más que listo para recibirlo.
La vio cerrar los ojos ante su toque y separar las piernas para darle un mejor acceso. Parker la tocó; coló sus dedos dentro de ella con delicadeza y masajeó con su pulgar el clítoris de su chica al mismo tiempo que ella llevaba su mano al miembro de Parker.
Suspiró al sentir como su pequeña mano abrazaba su pene con fuerza y le masturbaba con lentitud.
Tomó su mano y dejó un beso en sus nudillos antes de acomodarla y dejarla acostada boca arriba colocando una almohada debajo de su trasero.
Tomó sus piernas y las subió sobre sus hombros mientras escondía la cabeza en medio de ellas.
Introdujo su dedo dentro de ella con suavidad y comenzó una penetración tras otra, lenta, que la hizo encoger los dedos de los pies.
Paseó la lengua por el sexo de su esposa y disfrutó al escucharle emitir un gemido largo y lastimero, como si aquello doliera, aunque sabía que solo era un gemido de placer.
Con uno de sus pulgares masajeaba el clítoris y a ratos dejaba que sus dedos o lengua penetraran la vagina de su esposa y que sus labios aprisionaran su clítoris hasta tenerla retorciéndose y suplicando que no se detuviera.
Miró su rostro y sonrió al verla sudada y deshecha por lo que se incorporó bajando suavemente sus piernas y dejando un beso en sus muslos.
Se metió entre sus piernas y las separó para estar cómodo, colocando la punta de su sexo en la entrada de Perséfone.
La recorrió y poco a poco sin dejar de verla la penetró. Lo hizo con suavidad, disfrutando de las reacciones de su mujer y dejando que ella fuera quien tuviera el control.
Se quedó quieto sobre ella prodigando besos suaves y amorosos y solo algunos segundos después comenzó a moverse con lentitud, escuchando sus gemidos, sus pequeños gritos ahogados por los besos entre ellos.
Los movimientos suaves hacían que ella se sintiera en una especie de limbo mientras se entregaba al placer que solo él sabía darle. El ritmo ligero de Parker la tenía al borde y se detenía justo cuando ella estaba a punto de correrse, sabiendo que lo hacía a propósito.
Ella movía la cadera a su encuentro y lo veía quedarse quieto disfrutando la agonía y cuando ella se detenía, él empezaba de nuevo.
Parker observó a su esposa, tenía marcas en los senos por los besos y aunque sabía que nadie los vería, a él le parecía hermoso y excitante.
Sintió las paredes de su sexo contraerse y se detuvo viendo la mirada de su esposa enfurecida que lo hizo reír.
Salió de ella y se dejó caer a su lado, al mismo tiempo que ella le besaba y recorría su cuello bajando por todo su pecho y su vientre.
Él sabía lo que haría y de más estaba decir que cuando Perséfone le hacía una felación él simplemente dejaba de existir.
Sintió sus labios cerrarse sobre su miembro y a ella acelerar el movimiento. La detuvo cuando no se sintió capaz de soportar más y ella entendió subiendo por su cuerpo hasta llegar a sus labios donde depositó un beso suave pero no sé apartó.
—Te amo y me encanta que me hagas el amor —dijo con una sonrisa tímida—. Me gusta que mi esposo me demuestre que me ama, pero hoy no quiero ser tu esposa, eso ya me lo demostraste —añadió—. Esta noche quiero ser tu zorra, solo la tuya. No quiero ser una dama.
Parker soltó una carcajada antes de tomarla por la cintura y lanzarla sobre la cama con brusquedad abriendo sus piernas y colándose dentro de ella de una sola embestida.
—Uno queriendo ser un caballero. —Fue lo único que dijo antes de arremeter contra ella una y otra vez.
—No quiero un caballero —dijo ella—. Al menos no en la cama.
Parker volvió a sonreír mientras sus manos iban debajo de su trasero para impulsarla y penetrarla con fuerza una vez tras otra mientras mordía los senos de su mujer escuchando sus gemidos que empezaban a convertirse en gritos ahogados.
Las manos de su esposa fueron hacia abajo tocando su trasero y amasando las nalgas de su esposo, donde dejó una palmada.
Parker sonrió y tomó sus piernas subiéndolas sobre sus hombros dejándola aún más expuesta para él que sin más dejó que el deseo salvaje se apoderara de él y arremetiera una vez tras otra dentro de su esposa que ahogaba sus gritos mordiendo la almohada.
De pronto lo detuvo y él lo hizo; sudaba y respiraba fuerte, aún así ella le hizo recostarse sobre la cama y después se montó sobre él dándole la espalda y tomando el pene de su esposo se dejó caer sobre él con suavidad disfrutando la invasión.
Parker debía admitir que Perséfone tenía muchos talentos, entre ellos, cantar y bailar, pero verla moverse sobre él de la manera en que lo estaba haciendo era más de lo que su cordura podía soportar, la veía a través del espejo del tocador mientras se masajeaba el clítoris al mismo tiempo que le cabalgaba.
Una de sus manos apretaba sus senos y movía un poco más su pelvis escuchando el sonido de chapoteo que generaban sus sexos uniéndose.
Poco a poco su esposa comenzó a jadear más y más fuerte y él tomó su cadera, recorrió sus nalgas y disfrutó la vista al verla hacerse hacia adelante colocando las manos en sus rodillas para impulsarse. La visión lo estaba enloqueciendo por lo que llevó sus manos hacia el trasero de su mujer masajeando despacio un lugar que jamás había tocado de ella.
La sintió dar un respingo pero no se negó y él solo siguió recorriendo con su dedos el esfínter de Perséfone.
Ella siguió moviéndose y gimiendo al mismo tiempo que él luchaba por controlarse. Finalmente logró colar su dentro del ano de su esposa y al instante la escuchó gemir más fuerte que nunca y apretar su miembro mientras se liberaba en un orgasmo largo que lo hizo perder la razón.
La apretó fuerte de la cadera y arremetió una vez tras otras sin parar escuchado sus alaridos antes de dar una última embestida fuerte y vaciarse dentro de ella que se quedó desmadejada a su lado después de salirse.
Parker apenas podía respirar y le resultaba imposible decir algo o incluso levantar una mano; los párpados le pesaban pero eso no impidió que buscará el contacto de su mujer que se arremolinó a su lado y se dejó abrazar dejando un beso en el pecho de su esposa.
—Si fui demasiado lejos solo dímelo —dijo cuando pudo emitir palabra.
—Tú tienes permitido todo —dijo ella subiendo la pierna sobre él que sonrió—. Eres mi chico Coca-Cola litro y medio, ya sabes y me entiendes —dijo tocando su miembro para enfatizar su declaración escuchando las carcajadas de su esposo.
—No soy moreno —dijo disfrutando que ella le tocará.
—Pero se siente igual —respondió tocando toda la extensión semierecta de su esposo—. Ya duérmete, ya amaneció.
Fue abrazada por él que cerró los ojos de inmediato...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top