Capítulo 32

La llegada al lugar estuvo plagada de muecas y malas caras por parte de tres de ellos. 

—Si van a estar con su cara larga mejor nos vamos —dijo Chris—. Yo vine a beber, a disfrutar y a ver chicas guapas. 

—Que casualidad, yo vine a lo mismo —dijo un entusiasmado Max. 

—Yo vine a ver si había algún chico guapo esta noche —dijo Melina. 

—Tienes cinco —dijo Max—. Sufres porque quieres. 

—Esos cinco están más manoseados que la verdura de un supermercado —dijo sin más—. Ustedes no cuentan. 

—¿Y qué haces con Parker entonces? —preguntó curioso—. Se cuentan relatos de terror en las noches. Por Dios, un hombre de veintitantos años no pasa las noches en la cama con una mujer bonita y solo conversa sobre el clima. No me lo creo. 

—Hablamos de todo —dijo Melina. 

—¿Hablan? —preguntó. 

—No es como que me la voy a pasar teniendo sexo todo el día —dijo divertida—. Tengo dos hijos que cuidar. 

    Max lanzó un bufido y siguió a Melina hacia dentro del lugar mientras Parker seguía al teléfono intentando llamar aunque sus amigos no sabían a quién.  

    Se sentaron y de inmediato pidieron. 

—¿Por qué están enojados? —preguntó Max—. Saben que van a portarse bien, además están juntas. 

—Ya se que mi flaquita se va a portar bien —dijo Hurs—. El problema es que apaga el celular, no voy a ir a seguirla, entiendo que puede disfrutar con sus amigas pero por qué apagar el teléfono, yo bien podría ir por ella cuando me avise y al menos podría decirme dónde está. 

—Eso mismo digo —añadió Maddox—, pero no fuera yo el que apaga el celular porque de infiel no me bajan. 

    Chris comenzó a reír. 

—Bueno, pero querías casarte y Hurs quería novia, así que dejen de llorar —acotó burlándose. 

—Ojalá te toque una que te venga a sacar de la oreja y te haga pasar vergüenzas —dijo Hurs—. Me voy a reír mucho. 

—Estoy seguro de que si algún día me caso con alguien será porque necesito una alianza —añadió divertido—. De eso a que me importe lo que haga mi futura esposa hay un tramo enorme de diferencia. 

—Pues supongo que como todo hombre inútil y bueno para nada vas a enamorarte —dijo Max. 

—¿Habla la experiencia? —preguntó Chris. 

—Sí —dijo blanqueando los ojos—. El amor es absurdo y complicado, además es doloroso.

—Si duele no es amor —dijo Parker desde su lugar—. El amor no es complicado ni doloroso ni absurdo ni nada de eso. 

—¿Cómo explicas lo de estos tarados? —dijo señalando a Maddox y Hurs—. ¿Cómo explicas lo que tú y yo sufrimos por amor?

—Mira Memin —dijo Parker con ese aire de sabelotodo que hacía a sus amigos reír—. Primero te voy a explicar lo esos tarados, pues fue eso, ellos estaban tarados, no hay más. En cuanto a ti ya mí, pues el único que sufre por amor eres tú, a mí la traición de esa maldita no me rompió el corazón, me rompió el corazón lo que pasó con mi familia. 

—Entonces tu punto es que no hay amor doloroso —dijo Chris. 

—Así es —dijo Parker.  

—Te recuerdo que a mí me dejaron por ser feo —dijo sonriendo con amargura—. A dos meses de casarme, dijo que no podía—. Eso comprueba que el amor sí duele. 

—Eso comprueba lo que yo dije —respondió Parker—. Aún hay marcas en tu rostro, aún cojeas, aún tienes marcas en el cuerpo. Si ella te hubiera querido estaría contigo, una mujer que ama de verdad no se va solo porque tú físico ha cambiado, un hombre que ama de verdad no ve las estrías y esas nimiedades de su novia. 

—Eso es correcto —dijo Maddox—. Mi esposa me sigue gustando mucho e incluso más que antes después de mi bebé aunque ella diga que está gorda y perdió su figura. Puedo bromear sobre muchas cosas, incluso cuando veo a una chica guapa digo que para qué me casé, pero jamás cambiaría a Brooke por ninguna otra ni cambiaría nada de ella, bueno sí tal vez cambiaría su hábito de apagar su celular pero pero nada más. Mi esposa es perfecta tal cual es. 

—Mi bella es hermosa —dijo Hurs—. No tiene defectos. Punto. 

—Ya van a empezar con sus ñoñerías —farfulló Max—. Todas las mujeres son un caos. Mejor solo que mal acompañado. 

—Estoy deseando ver tu caos —dijo Melina y lo escuchó resoplar. 

—No sé, he perdido la sensibilidad —dijo Chris—. Hace tanto que no veo con interés sentimental a las mujeres que da igual.  

—Es porque te la pasas viendo vaginas —dijo Max—. Yo sería feliz siendo médico. 

—Está harto de eso —dijo Maddox bromeando. 

—Son unos cerdos —dijo Melina tomando la mano de Chris para llevarlo a bailar. 

—No quiero bailar. —Se quejó—. A Parker le gusta, ve con él. 

—Quiero bailar contigo —respondió Melina y a Chris no le quedó de otra. 

—Presiento que cuando lo suelte vendrá por uno de nosotros —dijo Max. 

—Voy a ir al baño justo en ese momento —acotó Hurs. 

—Voy a fingir una llamada —dijo Maddox. 

—Me haré el borracho —dijo Max. 

—Saben que igual va a llevárselos —dijo Parker. 

    Un suspiro resignado salió de sus labios. 

***

Scarlett reía de las ocurrencias de Perséfone que no dejaba de decir tonterías por el alcohol, Brooke estaba bastante ebria al igual que su hermana. 

    Perséfone las miraba y empezaba a sentirse mareada. 

   Encendió su teléfono aprovechando que ellas fueron al servicio. 

    De inmediato empezaron a llegar varios mensajes, entre ellos, ese número que tanto la había estado mortificando en el día. Alguien había descubierto a Parker o tal vez no, pensó, tal vez solo le escribía esperando que ella se delatara, de lo contrario ya le habrían hecho daño. 

    Miró los mensajes de su esposo y se atrevió a responderle. Estaba furioso porque le haya apagado el celular, pero en realidad no lo había apagado por él sino por el otro número, temía que estuvieran rastreando su número. 

   Se dijo que le contaría a la mañana siguiente, así que solo le dijo dónde estaba y varios minutos después recibió una respuesta. «Ve al pasillo que hay pasando los sanitarios de hombres».

    Miró alrededor buscando a Parker antes de disculparse diciendo que iría al baño. 

—Pero te dijimos que fueras y no quisiste —dijo Brooke. 

—Justo ahora me dio ganas —dijo ella. 

—No te preocupes —respondió Scarlett—. Espero puedas aguantar porque hay una cola gigante. 

    Perséfone desapareció por el pasillo y se acercó hasta el final de este donde encontró a su esposo recargado sobre la pared. 

    Le sonrió y se acercó hasta donde estaba. 

—¿Por qué apagaste el celular? —preguntó molesto pero en ese momento no quiso explicarle. 

—Lo siento —dijo recostándose sobre él—. Lo siento amor. 

—No hagas eso —dijo abrazándola.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al verlo. 

—Vine por casualidad con mis amigos —dijo sonriendo más tranquilo de saber que estaba bien.  

—¿A quién querías impresionar que viniste tan guapa? —dijo divertida.

—A ti —dijo siguiendo el juego. 

—Me debes una foto desnudo —añadió su esposa—. Y cuando digo desnudo es ni con la alianza de matrimonio en el anular. 

—Para qué quieres una foto si podemos irnos ahora a la casa y estar juntos —susurró sobre sus labios. 

—¿Vas a aprovecharte de una mujer ebria? —dijo y él sonrió. 

—Esa mujer ebria es mi esposa —dijo dejando un beso en sus labios—, y sabe perfectamente lo que hace. 

—Podemos vernos en dos horas en la casa —dijo dando un beso—. Podemos estar juntos. 

    A Parker no le quedó de otra más que aceptar.

—No voy a tolerar a ningún imbécil con las manos sobre ti —dijo y ella rodó los ojos.

—Ni yo voy a tolerar a ninguna lagartona que te toque y eso incluye a Melina —dijo furiosa. 

—Melina no me toca —replicó—. Al menos no de forma intencional, lo hace cuando alguien debe vernos y así. 

—Igual no me gusta —respondió molesta. 

—De acuerdo, ya no me tocará a menos que sea muy, muy pero muy necesario —dijo tomando su mano—. Ahora, dame un beso.

    Ella lo hizo y después de recibir una palmada en el trasero volvió con las chicas. 

    Parker hizo lo mismo, alejado de ellas para no ser visto, se sentó frente a sus amigos; decidió callar y no delatar que las Kannavage estaban ahí solo para que siguieran mortificados.

    Perséfone por su parte volvió a su lugar y miró a sus amigas bailando y rechazando a los que las invitaban a bailar. 

    Miró divertida a sus amigas hasta que escuchó su nombre muy cerca. 

—Perséfone —dijo una voz que la sorprendió.

—¡Declan! —dijo sorprendida poniéndose de pie al verle. 

—No esperaba encontrarte aquí —dijo el rubio mirándola con atención. 

    Los azules ojos del hombre se clavaron sobre ella que no hizo más que agachar la vista. 

    Habían tenido una relación durante su separación con Parker, incluso compartían algo en común pero ella nunca pudo enamorarse y finalmente rompió la relación a pesar de que eran buenos amigos. 

—Creí que estarías en Irlanda —dijo ella—. Me alegra verte. 

—A mí también me alegra verte —dijo entusiasmado—. En realidad estaré por aquí unos meses por cuestiones de trabajo y después vuelvo a Irlanda. 

   Perséfone observó su ex con una expresión rara, era como si su aparición fuera un mal augurio. 

    Su mamá lo amaba a pesar de que sabía que lo buscó y lo aceptó porque tenía un parecido con Parker. 

—Perdí contacto contigo —dijo y ella asintió. 

—Cambié de número —dijo un tanto extraña. 

—¿Resides aquí? —preguntó un tanto confuso. 

—Sí. 

—¿Y tu madre y hermano? —preguntó.

—También viven conmigo —dijo con una sonrisa—. Y con él.

    La sonrisa de Declan se hizo menos visible hasta que desapareció y mostró su desagrado. 

—Volviste con él —dijo más como afirmación que como pregunta—. No lo sabía, pero qué pena. 

—Es mi esposo y bien o mal estaba… estoy enamorada de él —dijo ella aclarando sus razones—. Él es bueno, no voy a darte una cátedra de por qué lo amo y de por qué estoy con él pero sí puedo decirte que me siento feliz a su lado. 

—Bien, te dejo mi numero. —Extendió una pequeña tarjeta hacia ella—. Puedes escribirme o llamarme cuando gustes. Podemos quedar y platicar. En fin, salúdame a tu madre, me ha dado mucho gusto saber de ti. Espero verte pronto.    

    Declan salió de ahí y ella solo pudo pensar en que no todo estaba bien con ellos, que al final algo había pasado y era muy probable que en su enfado su madre haya dicho alguna cosa sobre Parker.

    Se puso de pie para preguntarlo pero el sonido de su celular la hizo sentarse de nuevo para leer.

    El mensaje era del número que la asediaba «¿Ese es Parker?» la pregunta llena de sorna le dio una visión diferente. El estaba esperando que ella se viera con Parker para hacerlo pedazos, pero se preguntó cómo es que no había dado con él. 

    Pensó entonces en que tal vez no había reparado en el verdadero Parker por la forma en que caminaba y actuaba, lo delicado que era. Como si creyera que él era gay. 

    También se dijo que ahora el hombre estaba ahí gracias a que encendió el celular, lo que significaba que estaba en la mira de alguien. No importaba su número, importaba verla y cada que se movía, ellos estaban ahí para dar fe de sus movimientos y no solo eso esperaban que fuera ella misma quien lo delatara...

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