Capítulo 11
Se acercó a dejarle un beso en el cuello que solo sirvió para alterarlo un poco más si es que si era posible. Sintió las manos de su esposo acariciar de forma lenta su espalda mientras dejaba que ella le besara su cuello y acariciara su cuerpo.
Parker debía admitir a sí mismo que siempre había disfrutado de ella y que cuando lo hacía solía olvidarse de todo. No existía nada mejor que despertar con la luz de un nuevo día dando a su cara indicando su llegada de forma incidente, nada excepto su silueta a contraluz parada delante de la ventana con la sábana envolviendo su cuerpo.
Perséfone disfrutaba ver la llegada del amanecer y a él le gustaba verla a ella, con cada surco, en el esplendor de su silueta y en lo bueno y malo de su piel.
Se giró para verla y como cada vez que lo hacía no pudo evitar pensar que no existía en el mundo nada mejor que ella, que verla era su mejor manera de dormir y la mejor al despertar. Ella lo sabía y por lo eso siempre dejaba que Parker la observara, que la enamorará antes de estar dentro de ella, le gustaba sentirse la mujer más bella cuando él posaba sus ojos azules sobre su silueta o dejaba entrever que lo enloquecía con solo una ardiente mirada.
Le sonrió con coquetería antes de que Parker la observara con hambre y se acercara a besarla. Golpeaba con su erección el vientre de su esposa pero ella segura de lo que deseaba acariciaba e incentivaba sus avances con caricias y besos.
Parker se colocó sobre ella mientras la veía y dejaba un beso en sus labios cargado de lujuria y de pasión que ella devolvió con fuerza y con todo el amor que tenía para ese hombre.
Comenzó el recorrido de besos por su cuello y el corazón de ambos se aceleró mientras la escuchaba jadear un poco alterada mientras sujetaba su cabeza con fuerza disfrutando y dejándose llevar por sus caricias.
Perséfone se mostró como siempre, dispuesta a complacerlo y a dejarse complacer mientras sentía las manos de Parker recorrer su ardiente cuerpo, sus labios degustar su sabor. Su mano derecha tocaba su seno de forma descarada y apresaba entre sus dedos el pezón erguido mientras con sus labios torturaba su otro seno.
Debía admitir que lo deseaba, sabía que Parker era demandante y dominante en el sexo y deseaba que lo fuera, que mostrara todo ese carácter fuerte y esa rudeza que la volvía loca.
Separó las piernas, bajando sus bragas en espera de él al mismo tiempo que llevaba sus manos al su sexo para masturbarse ella misma, tocando su vagina húmeda y caliente, deseosa de sentirlo dentro.
Parker se incorporó apoyándose en los brazos mientras la veía y disfrutaba del espectáculo que ella le daba, admitía que le gustaba verla tan desinhibida en el sexo y sobre todo que le encantaba la manera en que lo miraba cuando estaban en la cama.
Se colocó en medio de sus piernas para sustituir la mano de su esposa por su boca. Se quedó con la cabeza en medio de sus piernas que de inmediato le rodearon el cuello sujetándole, sabiendo lo que se avecinaba.
Ella esperaba y sabía que el placer vendría apenas él comenzará, y no se equivocó, la besó despacio antes de que sus dedos se introdujeran dentro de ella, hurgando al mismo tiempo que su lengua recorría su hendidura una y otra vez humedeciéndola un poco más si es que eso era posible y no solo eso, sino que además torturaba mordisqueando el clítoris con fuerza, apresándolo entre sus dientes mientras su esposa se retorcía de placer y apretaba el agarre con sus piernas.
La lengua de Parker se colaba dentro de ella penetrándola al mismo tiempo que sus dedos incrementaban el ritmo colándose uno tras otro. Lo que había iniciado con un solo dedo ahora se hacía más y más pronunciado mientras torturaba su sexo con la lengua y con la entrada y salida de su sexo.
Parker no dejaba de mover la lengua arriba y abajo, de mordisquear su sexo, de torturar su clítoris y de masacrar con la entrada y salida de sus dedos. Su boca completa se apoderaba de su sexo al mismo tiempo que ocupó sus dos manos para satisfacerla. Por un lado su pulgar izquierdo se hacía cargo de su clítoris, sus dedos masacraban dentro y fuera y su lengua esparcía su humedad jugueteando en su hendidura provocando sus jadeos y que su cuerpo se contorsionionara de placer, buscando su liberación. El calor que se formó en su vientre se hizo cada vez más y más intenso al mismo tiempo que él parecía no dar tregua hasta que finalmente estalló en la boca de su esposo que se quedó ahí, disfrutando de su placer.
Perséfone intentaba recuperarse pero la lengua de su esposo seguía quemando en su centro cual fuego arrollador y sus labios dejaban pequeños besos intentando calmarla.
Se incorporó para verla y ella le sonrió mientras veía su rostro rojo y su cuerpo brillante por la transpiración, él no estaba diferente, al contrario, tenía el cuerpo perlado de sudor que cubrían su cuerpo que dejaban sus manos un tanto húmedas al roce corporal.
Se acercó a darle un beso en los labios dejando que probará su propio néctar.
—Creí que estabas cansada —dijo con un sonrisa provocativa.
—Nunca para ti —respondió ganándose de nuevo un beso hambriento de Parker que se sentó sobre sus tobillos unos segundos antes de ponerse de pie e ir hasta su ropa.
Perséfone lo vio volver y dejar sobre la mesilla los condones que ella agradeció esta vez sí llevará.
Se dejó caer en la cama no sin antes quitarse el bóxer para después invitar a su esposa a hacer lo que quisiera con él.
—¿Tengo libertad? —preguntó sabiendo que le gustaba dominar en la cama.
—Esta noche sí —dijo con seguridad al mismo tiempo que ella tomaba su miembro en la mano.
Estaba duro, húmedo y tan listo para ella como siempre. Se moría por disfrutarlo, por probarlo por deshacerlo con sus labios, con su sexo o con sus caricias como antes.
Le sonrió y le miró a los ojos antes de recorrer la punta con su lengua y verlo echar la cabeza atrás con un jadeo ruidoso que dejaba claro lo mucho que disfrutaba. Lo recorrió e hizo círculos en su miembro, saboreando la punta, tomando su lubricación.
Lo estaba torturando y él lo sabía por ello trató de controlarse pero Perséfone, no avanzaba más, solo recorría toda la extensión de su pene y prodigaba atención al glande.
Finalmente y sin poder contenerse más tomó la cabeza de su esposa y empujó su pene dentro de su boca. Ella lo sintió llegar profundo dentro de su garganta, como siempre, como cada vez que Parker perdía el control en el sexo. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a dejarse vencer así que lo sacó despacio y lo envolvió dejando un chupón fuerte al sacarlo que lo hizo maldecir.
Delineó sus labios con el capullo de su miembro antes de volverlo a llevar dentro, suave y despacio torturando mientras veía una de sus manos apresar la sábanas y la otra apretar su cabello en un puño.
Para Perséfone oírlo gemir y perderse por completo era un estímulo, por lo que continuó besando y disfrutando una y otra vez antes de volverlo a llevar dentro, esta vez con fuerza.
—Por favor Perséfone —suplicó y ella sonrió.
La piel hervía de lujuria, la de ambos pero ella quería todo de él, quería deshacerlo hasta hacer que el ángel se volviera un demonio.
Volvió a llevarlo en su boca, lento y subiendo y bajando despacio, provocándole, dejando que sus labios le incitaran antes de liberarlo al verlo con la boca abierta tratando de llevar aire dentro de su cuerpo.
Se subió sobre él y lo besó, colando su lengua dentro de su boca, ahí donde podía sentirse el olor a sexo y a pasión.
El intercambio de sabores le resultaba de alguna manera excitante y exquisito; el roce de la piel, saborearse.
—Házmelo —musitó en su oído con una voz apenas audible en que endulzó los sentidos de Parker y aceleró su corazón mientras su miembro daba un salto ante la petición de que la follase, como siempre, como antes.
Parker la observó unos segundos sabiendo lo descarada que se volvía en la cama y lo viciosa que resultaba ser pero fue sorprendido por un beso que dejó el aliento de su esposa en su boca.
—Te quiero totalmente dentro de mí, ¡qué esperas, anda! —dijo divertida.
En menos de un segundo Parker tomaba el preservativo y se lo colocaba sacando una risa de su esposa que sabía ya no podría detenerlo y tampoco lo deseaba.
Una vez colocó el preservativo Parker la tomó de forma violenta de las caderas y la giró dejándola caer sobre el colchón sacando un grito de su esposa antes de tomar sus piernas, meterse entre ellas y adentrarse con fuerza de un solo embiste.
Un gritillo ahogado salió de los labios de Perséfone que se mordió el labio inferior del placer mientras escuchaba el chapoteo que producía sus sexos al entrar en contacto.
Entraba y salía de su vagina totalmente húmeda con fuerza mientras la sometía sosteniendo sus muñecas en una sola de sus manos impidiendo que le tocara.
Arremetía contra ella mientras bufaba cerca de su oído y musitaba un sin fin de palabras ardientes que la excitaban más allá de lo razonable.
—Siempre voy a ser yo —musitó él mientras embistió fuerte sacando un grito de su esposa—. Esto siempre será por mí y para mí.
Penetraba salvaje el sexo de su esposa viendo su rostro contraerse por el placer, llenándola con su miembro de forma completa y adentrándose una y otra vez en ella.
Soltó sus manos y de inmediato la sintió acariciar su pecho antes de salir de su cuerpo, darle un beso y tomarla con brusquedad de la cadera y le daba la vuelta de un solo movimiento dejándola boca abajo totalmente expuesta e inmovilizada.
El corazón le palpitaba fuerte y la sangre bombeaba a velocidad en su corazón antes de que sintiera sus dedos recorrer la hendidura de su sexo y los clavara con fuerza una y otra vez dentro de ella sacándole gemidos y pequeños gritos suplicante.
Sacó sus dedos de dentro de su cuerpo y los sustituyó por su pene que se hundió de una sola estocada al mismo tiempo que la tomaba de la cadera y embestía una y otra vez sin piedad viendo las manos de Perséfone aferrarse en un puño sobre la sábanas.
Gritó fuerte cuando sintió la palmada en su trasero y después la caricia que dejaba claro que estaba siendo rudo pero a la vez cuidaba de no lastimarla.
Su puño se cerró sobre su cabello formando una coleta que la hizo echar la cabeza atrás y levantar un poco más el trasero para recibir su miembro aún más profundo.
La mezcla de dolor y sometimiento le excitaba sobre manera, sobre todo porque Parker a veces era rudo en el sexo pero siempre lograba sacarle los tan ansiados orgasmos y más cuando terminaba abrazándola fuerte y susurrando algo hermoso para ella, solo para ella.
—Eres hermosa y me pones loco —dijo dando una estocada que le sacó un grito de furor—. Siempre vas a ser mía, tanto como yo seré tuyo.
Recostó su cabeza sobre el colchón sometiéndola por completo mientras incrementaba el poder de sus penetraciones...
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