UNO



—A veces tengo miedo... ¿Sabes? —escuchó a lo lejos mientras sus ojos repasaban las pilas de videojuegos que había sobre un estante, sentía un ambiente cálido en la habitación. Apenas habían pasado dos horas desde que salieron del instituto y se detuvieron ahí, en la silenciosa casa de Tomas para comer un sinfín de comida chatarra y pasar la noche jugando videojuegos—. Es que tú sabes, a veces pueden ser un poco brutos y mi mamá me ha dicho que duele la primera vez, como que se desgarra algo dentro. Quiero hacerlo pero no quiero que duela tanto... Nate, ¿Me estás escuchando? 

—Ah... hum, ¿Me prestas este? —mencionó tomando un videojuego con rapidez, Tomas rodó los ojos y rápidamente se cruzó de brazos—. Yo... Perdona, es que tienes muchos juegos...

—Puedes llevarte los que quieras, pero ¡Ya deja eso! ¡Te estoy hablando de algo muy importante!—soltó el juego una vez sintió que Tomas le jalaba del brazo, ambos se sentaron sobre la cama. Nate miró la habitación del Omega una vez más, le gustaba el aroma que había, lo ordenado que estaba, los libros, los videojuegos, Tomas tenía muchas cosas interesantes y una televisión enorme. Sintió sus cálidas manos sobre las suyas y volvió su mirada distraída a sus ojos color miel. 

Iban a un instituto privado para Omegas, apenas llevaban un mes y era su primera vez en aquél lugar. Para Nate el cambio no fue tan chocante, no se preocupaba de los amigos ni de nada. Sin embargo, Tomas fue el primero en acercarse, tenía una actitud bastante normal, era de complexión pequeña y delgada, y le gustaba su cabello color zanahoria, tenía las mejillas salpicadas de pecas, al igual que su cuello y sus hombros. Siempre olía bien, suave, tenue, sus feromonas bañaban el ambiente a limón y a una tarde lluviosa como aquella. 

A decir verdad Nate no sabía bien qué hacía ahí, en la casa de Tomas un viernes por la tarde en una "noche de chicos". Su mirada viajaba al entusiasmo que aquél Omega reflejaba, lo veía mover sus labios rosados, su nariz respingada se arrugaba de a ratos, como si contara algo desagradable. Nate notó que Tomas bajaba la mirada, sus mejillas se prendían, rojizas y sus dedos cálidos se juntaban juguetonamente, tenía las uñas lindas, cuadradas. Notó el ligero brillo de esmalte que las pintaba. Tomas era un Omega muy delicado, bonito, tanto que se sintió mal al mirar sus propios dedos feos, él se comía las uñas y solía arrancarse la cutícula con los dientes, se preguntó si Tomas querría arreglárselas más a la noche. Se preguntó, tal vez, si también podía arreglar su cabello mal cortado, si podía cortarle un poco el flequillo, verse, en simples palabras, lindo. Como Tomas. 

De repente, un frío recuerdo hizo que se enderezara y rápidamente salió del trance en el que estaba. empezó a oír la voz de Tomas, de escuchar sus parloteos, sus parlanchinas palabras llenas de sentimientos distintos a la vez. Nate estaba en silencio, mientras Tomas se sonrojaba más y más ante la sola idea de confesar que le gustaba un Alfa más grande que él y que quería tener algo como una relación. Nate volvió su mirada a los delgados dedos de Tomas, mientras escuchaba atentamente que aquél alfa lo había invitado a salir la próxima semana después de clases. 

—Dile que sí —murmuró bajito, su mirada se desvió un poco cuando Tomas la levantó, con las mejillas rojas y el ceño fruncido. 

—¿No me escuchaste? ¡Te dije que acepté, pero el problema no es ese, Nate! —bramó con las mejillas infladas, Nate se encogió de hombros—. Estás muy ido hoy, ¿Qué pasa? ¿Te incomoda que hablemos de Alfas? 

—No es que me incomode pero... —comentó y Tomas abrió los ojos, no le dejó terminar la frase cuando ya tenía al Omega casi sobre él. 

—¡Nate! ¡¿Tu haz estado con un alfa?!—preguntó entusiasmado y el Omega se sintió atacado, Nate se enderezó cuando Tomas se alejó y tomó su silencio como un sí, sus mejillas rojas se tornaron más fuertes cuando Nate asintió con lentitud—. ¡Eso es una maravillosa noticia! 

—¿Lo es? —preguntó bajo justo cuando Tomas se levantó para cerrar la puerta de la habitación, Nate lo siguió con la mirada hasta que el pelirrojo Omega se tiró a la cama y lo miró con ojos ansiosos, Nate sintió que su respiración se agitaba—. ¿Qué? 

—Que cuentes, claro. ¡Dime! —Tomas apoyó las manos en sus mejillas, lo cual resaltó sus ojos brillantes y la reciente euforia que reflejaba el ambiente que lo rodeaba, Nate tragó saliva, Tomas era un chico muy llamativo, extrovertido y charlatán, a veces, era tanto para él que no sabía bien qué decir. Nate no era así, era callado, tímido, y solía distraerse mucho de las cosas—. ¿Un alfa liberó sus feromonas frente a ti? Dicen que son muy fuertes, tanto, que te hacen temblar las piernas de puras sensaciones. Escuché de mi prima que incluso una vez entró en calor al sentir el aroma de su novio, ¡Qué excitante! 

—Ah... Yo... —murmuró y sus mejillas se prendieron, Nate bajó la mirada y frunció el ceño. 

—Dicen que los alfas tienen un aroma deseable, que te toman y te debilitas al solo instante de sentir al otro, saber cosas como esas me hacen sentir a gusto con mi condición de Omega, ¿Sabes? Quiero encontrar a mi alfa y pasar mis celos junto a él... Y que me marque, que me marque todo lo que quiera. ¿No piensas lo mismo, Nate? Tú haz estado con un alfa, ¿Pudiste llegar a... ya sabes?

Nate tragó saliva con fuerza y su mirada se dilató, sintió que su corazón se aceleraba y lentamente empezó a abrazarse. ¿Los alfas tenían un aroma deseable? Tomas se quedó quieto cuando notó que el rostro de Nate cambiaba, apenas un poco, el pequeño Omega observó sus dedos, apretaban fuerte. El pelirrojo notó las cutículas secas, la sangre seca de las heridas pequeñas. Nate se comía las uñas. De repente, Tomas sintió un peso extraño en su pecho, la habitación empezó a llenarse de sus feromonas cuando rápidamente abrazó a Nate. 

—¿Sabes? No importa —murmuró, y se alejó, sus mejillas se prendieron de tal forma que la mirada de Nate se aflojó en cierto punto, Tomas se encogió y bajó la mirada apenado—. Pero.. ¿Sabes, Nate? Yo aún no... —empezó y su mirada se llenó de vergüenza cuando notó que el otro Omega lo miraba directamente. Sabía que Nate solía distraerse, casi siempre, pero cuando tenía su absoluta atención solía ponerse nervioso. Nate solía decir cosas buenas, dar buenos concejos, por eso quiso hablar de esto con él, parecía un Omega experimentado, a decir verdad, lo había notado en su cuerpo, en sus resaltadas curvas, en sus caderas. Eran pocos los Omegas de su edad que tenían el cuerpo así como Nate, con las curvas resaltadas. Pero tenía miedo de preguntar, de escarbar en el silencio que aquél Omega tenía. Y es que, a veces Nate parecía raro—. No sé besar bien... No... Nunca he besado a nadie. 

—Puedes hacerlo con él —contestó Nate jugando con el cordón de su sudadera, Tomas se mordió el labio. Nate tenía el cabello castaño despeinado, descuidado, su rostro era tan hermoso y frío que lo hacía ver genial de lejos. Sin embargo, cuando lo veía de cerca podía notar la timidez y lo reservado que era, podía notar que sus ojos no eran verdes, sino que eran color avellana, y que, casi siempre, tenía los labios agrietados en algunas partes, lastimados. 

—¡Pero! —habló—. Nate, tiene dieciocho años, no quiero que piense que soy un Omega completamente inexperto, ya sabes, seguramente muchos Omegas están detrás de él, muchos chicos y chicas que saben muchas cosas y yo... 

—Pero somos Omegas inexpertos —murmuró Nate con el ceño fruncido, Tomas se mordió la lengua, atragantándose las ganas de preguntarle si eso era verdad. Pero su madre le había dicho que los Omegas chismosos y parlanchines a veces era feo, y que no debía ser tan atrevido. El joven Omega bajó la mirada—. ¿Crees que eso le importe? Si es tu alfa, te va a querer como sea, sin o con experiencia. 

—¡Pero Nate...!—murmuró y llevó sus manos a su cara, ahogó un gritito y más tarde volvió a mirarlo, con toda la furia y la decisión del momento tomó a Nate de las manos y lo miró, intenso—. ¡Bésame! 

—¿Qué di...? ¡Tomas! ¡No quiero! —Nate apartó el rostro cuando el Omega se lanzó sobre él con la boca hecha piquito, el otro se rió suavemente y se encogió cuando Tomas lo tomó del rostro y empezó a repartir besos por todas sus mejillas. Nate se carcajeo y el otro sintió alegría en su pecho. El pelirrojo sintió que su corazón se aceleraba al oír la risa de Nate—. ¡No, ya, me hace cosquillas! 

—¡No pararé hasta tener tu saliva en mi boca! —comentó entre risas y Nate lo empujó, Tomas estiró los brazos, mientras el otro mantenía una barrera de manos frente a su cara. 

—¿Quién diablos dice eso? —se rió el Omega y rápidamente tomó al pelirrojo de las mejillas, Nate apretó los dedos sobre la cálida piel y unió sus labios. De repente Tomas dejó de moverse y se quedó quieto, como una estatua, Nate se alejó y una risita escapó de sus labios cuando observó la cara de Tomas. 

—Yo... eh... 

—Fue un besito nada más —murmuró Nate cuando Tomas se puso tan rojo como un tomate. El castaño se acercó—. Probablemente ese Alfa te bese con más intensidad, procura decirle que sea lento, paciente contigo. 

—Lento... —murmuró Tomas y lo miró a los ojos, su pequeño corazón latía con mucha fuerza, su piel, su cuerpo, sintió cosas raras por algunos segundos, de repente, la sola idea de poder besar a Nate le pareció íntima y vergonzosa. Aquél seguía con el cabello despeinado, con su rostro bello, sus hombros delgados y pequeños, como los suyos, de repente Tomas se sintió sucio, caliente, terrible ante la sola idea de sentir calor y deseo causado por otro Omega. Pero era Nate, y un Omega, solo eran dos amigos practicando y más tarde podría estar con aquél alfa. Tomas supuso que era normal—. Quiero que lo hagas. Que me beses... Lento. 

Nate tardó en reaccionar, Tomas tenía las mejillas demasiado rojas y su corazón latía como el de un caballo de carreras, como un loco desesperado cuando sintió que el Omega se acercaba hacia él. Nate volvió a tomarlo de las mejillas y lentamente se inclinó sobre él y lo besó, lento, sus labios se unieron con total pasividad y Tomas posó con verguenza sus manos sobre la cintura ajena. Notó la calidez del cuerpo ajeno cuando Nate paseó sus dedos por su barbilla, cuando tomó su mentón y se alejó, se miraron por unos segundos hasta que el castaño bajó los ojos avellana hacia sus labios y los entreabrió, lento. Tomas cedió y sintió la lengua cálida, caliente de su amigo. Nate era tan tranquilo, tan sereno que Tomas aflojó el cuerpo, las sensaciones, de repente, el deseo que sintió en su estómago se extendió de tal manera que su instinto lo llevó a tomar a Nate del cuello. Tomas lo atrajo hacia sí y disfrutó de las sensaciones que sentía, de los besos de aquél Omega. 

Sin embargo, su deseo era tal que arrastró a Nate, lentamente, hacia su cuerpo, de un segundo a otro estaba recostado sobre su cama con las piernas entrelazadas, acariciando la espalda suave de Nate mientras sentía sus lenguas se encontraban una y otra vez, suaves, lentas. Las feromonas que dejó liberar exhibieron el deseo que sentía, sus mejillas calientes, sus manos, Tomas gimió bajito cuando sintió sensaciones extrañas en su estómago, cuando se apretó más a Nate y sintió la humedad entre sus piernas. Tomas se alejó y el ruido del beso hizo que sus mejillas se prendieran más, El rostro de Nate seguía igual de hermoso, ido, esperó ver algún sonrojo pero lo único que encontró fue saliva en sus labios y su cabello aún más despeinado. Tomas se quedó estático, mientras pasaba sus dedos por el cuello delgado, por los hombros pequeños y las clavículas marcadas, la mano de Nate se posó sobre la suya, tenía dedos largos y delgados, una mano hermosa. 

Quiso que lo besara más, que lo tocara, que hundiera aquellos dedos dentro de su cuerpo, el deseo que lo fundió lo llevó a buscar los labios de Nate una vez más, sin embargo, el celular del otro Omega sonó con fuerza y ambos se encogieron, asustados. El corazón de Tomas dio un brinco cuando Nate se separó con cuidado y fue en su búsqueda, se sintió indefenso, desnudo, Tomas miró con miedo sus piernas, su pijama estaba arrugada y sentía humedad entre sus muslos, se enderezó un poco y corrió un poco el cuerpo cuando notó las sábanas húmedas, sus mejillas se prendieron y rápidamente ocultó la mancha cuando Nate habló. 

—Me acaban de llamar de casa, mi mamá está mal, me tengo que ir —habló y notó la preocupación en su tono, Nate empezó a guardar sus cosas con rapidez, Tomas se quedó estático, quieto aún. El castaño no parecía afectado por lo que había sucedido momentos atrás, pensó Tomas, pero rápidamente dejó su egoísmo de lado cuando Nate abrió la puerta de su habitación. 

—¡Nate! —le llamó y se levantó de la cama, sus mejillas se prendieron cuando lo tomó del brazo con rapidez, el omega se volvió, agitado, y Tomas retrocedió cuando notó que la mirada de Nate era distinta, agitada, sus pupilas se habían achicado y su semblante parecía desesperado—. Nate que... ¿Te irás así, nada más? Es de noche ya, espera que mi mamá llegue de trabajar y vamos en auto. No puedes ir solo, por favor... 

—Debo irme, Tomas —habló y se volvió sin más, empezó a bajar las escaleras cuando Tomas corrió, exasperado, lleno de miedo y vergüenza. Quería preguntarle qué pasaba, si era ese miedo, esa desesperación por irse producto de lo que habían hecho en su habitación. Sin embargo, se quedó con las palabras al aire, atoradas en la garganta cuando escuchó que la puerta se cerraba y se quedaba solo. 

El llanto lo persiguió de tal manera que sus mejillas se prendieron, el calor que sintió en su pecho, en su cuerpo lo llevó a correr hacia su cama para arrancar las sábanas sucias, había deseado a Nate de tal manera que su cuerpo reaccionó peligrosamente. A Nate, un omega, un omega como él, como su madre, como sus compañeros de curso. Tomas se sintió frágil y sucio, extraño. No pudo detener los temblores de su cuerpo cuando sintió una oleada de calor chocar contra su vientre. 

Empujó la puerta con fuerza cuando entró a su casa, el chirrido y el azote resonó por toda la casa cuando subió las escaleras, tiró su mochila al suelo y entró con estrépito a la habitación de su madre cuando sintió que su corazón iba a salirse por su boca. El dolor que se extendió por todo su pecho minutos antes se detuvo y su aliento se recupero cuando la observó ahí, como siempre, en aquella vieja cama y los viejos aparatos sonando con normalidad. Nate sintió que las lágrimas caían por sus ojos y sollozó con ira cuando fue directo a la omega, seguía igual, quieta, dormida. 

—Maldito... —sollozó y acomodó las frazadas alrededor del cuerpo de la mujer, procuró dejar todo en orden y salió de la habitación en silencio, sentía que su pecho estaba agitado aún, las lágrimas, rápidamente se las limpió y bajó las escaleras, decidido, tomó su mochila con enojo cuando encontró la silueta del Alfa en la cocina, ahí, recostado contra la mesada con aquella pose relajada, con el maldito cigarrillo de mierda en la mano y el celular en la otra. Nate odió tanto su rostro, su presencia, sus feromonas. Tanto, que la ira lo impulsó a tirar su mochila con fuerza hacia su cara—. ¡¿Cómo mierda se te ocurre mentir de esa manera?! ¡Eres odioso, tan... tan repudiable! 

El alfa no le contestó, Nate se quedó parado a pocos metros de él, agitado, sensible y enojado por la ira que sentía. 

—No puedes jugar así con la salud de mi madre, está enferma, está mal y siquiera tienes respeto por ella. ¡¿Para qué mierda sigues aquí?! ¡Aquí no tienes hogar, tú aquí no tienes familia! —gritó y rápidamente sintió el bofetón sobre la cara, Nate cayó al suelo de impacto y escupió sangre, su mirada agrandada se elevó, y su rostro tembloroso miró al alfa, mientras aquél fumaba una calada de cigarrillo. 

—"Iré a la casa de un amigo, vuelvo mañana"—habló tomando el pedazo de papel que había dejado aquella mañana, Nate elevó la mirada, mientras sentía que su labio partido chorreaba más sangre, se limpió las lágrimas en silencio cuando el joven alfa arrugó el papel y se lo arrojó al suelo—. ¿Ibas a entregarte como un cerdo regalado a otra persona, Nate? 

No contestó. 

—¿Y qué iba a pasar si a mamá le pasaba algo? Si le daba alguna hemorragia, alguna mierda de esas —murmuró, acercándose, Nate lo miró con odio—. ¿Porqué ibas a dejar a tu hermano aquí solo, mnh? 

—Púdrete —escupió el Omega justo cuando el alfa lo tomó del cuello, Nate gritó de dolor cuando lo empujó contra la mesada, la sangre de sus labios salpicó el lugar y lloró con fuerza. Sintió el cuerpo del alfa detrás suyo, cerca, fuerte, las feromonas pesadas que empezó a emitir provocaron cierta sensibilidad en Nate, sus piernas se encogieron y el llanto creció en sus ojos cuando apretó su cabello con brutalidad—. ¡No, no! 

—¡¿Qué mierda querías eh?! ¡¿Qué mierda pensabas al irte, que no te iba a buscar?! —gritó y apretó su cuello, Nate se atragantó y sus manos quisieron pararlo, pero estaba atrapado, sus brazos estaban prisioneros de su gran palma, detrás de su espalda—. ¡No puedes irte, tienes un deber, tienes un deber aquí conmigo! Y como vuelva a encontrar una mísera puta nota vacía en vez de la cena te como vivo, Omega. 

Nate lloró con rabia, la mano del alfa se detuvo, fuerte, en su cuello. 

—¿Entendiste, Nate? 

—Sí —murmuró con fuerza. 

—¿Sí qué? 

—Sí, Alfa. 

—Mnh —murmuró el más grande y se alejó apenas, obligó al omega a pararse y lo enfrentó, Nate desvió la mirada, mientras sentía que las feromonas de Leonardo bañaban la cocina por completo. Eran pesadas, fuertes, sintió que sus piernas temblaban pero no quiso mostrarse débil. Pero le ardía, le ardía la piel, el cuello, le latía con fuerza cada parte que aquél alfa había tocado. Sentía su presencia descomunal y su cuerpo se había vuelto tan sensible que una lágrima resbaló de su mejilla cuando lo tomó del mentón. Leonardo era un alfa hecho y derecho, no de los educados y bonitos, sino de los salvajes, aquellos que regían su filosofía del lado animal, aquellos, que por ser dominantes buscan la escoria en todo aquel que sea inferior. Leonardo era un alfa lleno de odio, resentimiento, lleno de un sarcasmo odioso y un temperamento fuerte. Pero Nate prefería los golpes, los insultos, antes que otra cosa. 

Porque cuando no sentía el gusto de la sangre en su boca podía sentir el gusto de sus feromonas excitadas, y eso, era mucho peor. 

—Mírame —demandó y Nate levantó la mirada, los ojos negros de aquella bestia lo llenaron de terror, de ira, el omega sintió las manos ajenas sobre su cintura, sobre sus muslos—. Tu cuerpo impuro se está poniendo lindo, eh, cosita —comentó, Nate no contestó pero su cuerpo respondió con ligeros temblores—. Tus piernas gorditas... Podría comerlas aquí mismo, devorarte entero, Omega. Ven. 

—No —negó y Leonardo lo tomó del rostro, Unió sus labios con fuerza y los separó con rapidez, besó su cuello, su clavícula, hasta que Nate sintió sus colmillos punzar en su piel, el llanto creció de su pecho cuando el alfa maldijo y lo alzó sin pudor alguno. El omega jadeó cuando lo recostó sobre la mesada, Nate había cerrado las piernas pero fue en vano, por que de un segundo al otro, entre manoteos, entre el poco aire que había Nate empezó a perder fuerza, las feromonas de Leonardo lo habían embriagado de tal manera que la fuerza se había esfumado de su cuerpo. Nate sintió el frío sobre sus piernas, sobre sus partes íntimas cuando su mirada llorosa bajó, justo cuando observó los ojos rojos de Leonardo, con los colmillos filosos, cortando la piel de sus muslos. Nate sollozó al ver el hilo de sangre de descendió y gimió de dolor, la lengua ajena empezó a descender por su ingle, por su pelvis, la sangre manchó su estómago plano, su pecho. Y justo cuando tenía sus ojos carmesí, dilatados, salvajes, sintió el deseo que Leonardo tenía por él, ahí, apoyándose sobre su entrada. 

—No... No, Leo... Por favor, por favor hoy no —sollozó como loco, sus débiles manos fueron a parar al brazo de su hermano mayor—. Mamá está arriba, está arriba, por favor. 

—¿De quien...? —murmuró ido el alfa, mientras una sonrisa aparecía en sus labios, su mirada rojiza le recorrió el rostro, su cuerpo, su complexión, Leonardo era tan grande que el mismo Nate empezó a temblar del dolor que iba a sentir—. ¿De quién eres Omega, Nate? 

—Por favor... P-por favor... Prometo no irme. No salir más. Pero para, para. 

—¿De quien... Eres Omega, Nate? —volvió a preguntar, Nate sentía la presión sobre su cuerpo, sobre su entrada. Su respiración empezó a acelerarse, su corazón, luchó por salir, por moverse, pero estaba tan débil, tan frágil, se sentía tan chiquito y dañado que el llanto fue su única respuesta a la situación que vivía. No podía defenderse. 

—Tuyo... —sollozó con terror, lleno de temblores, de miedos, su mirada observó aquellos grandes ojos rojos, aquella sonrisa macabra. Aquél alfa. Aquella bestia enorme que iba a desgarrar su interior una vez más—. T-tu... Tu Omega. 

—Quiero comerte entero. 

Confesó, cegado, justo al instante que el desgarrador llanto ajeno inundaba las paredes de la casa. Las feromonas apestaron el lugar, cada esquina, cada rincón mugriento se llenó de fuertes feromonas que podrían someter a cualquiera, todo, con tal de debilitar a Nate.

Dicen que los alfas tienen un aroma deseable.

Nate sintió arcadas cuando no pudo respirar, sus manos fueron a parar al rostro ajeno. Débiles, sin fuerza, sus uñas rasgaron la piel del cuello del alfa, y los hilos de sangre resbalaron apenas, lentos, sus manos temblorosas cayeron a sus costados cuando el dolor le fue insoportable, cuando sintió que lo desgarraba, que lo rompía de tal manera que no podía mover las piernas. 

 Que te toman y te debilitas al solo instante de sentir al otro.

Sintió que su estómago se revolvía, agotado, que su vientre, su vientre... El dolor lo volvía loco, le partía la cabeza, lo odiaba. Lo odiaba de tal manera que ni el llanto lograba deformar su rostro, sus pútridos ojos llenos de un deseo incorrecto y asqueroso, lo detestaba tanto que su cuerpo temblaba, del miedo, de ira, porque no existía peor mierda que esa, no existía peor mierda que tener un dominante entre las piernas, una mierda de alfa dentro del cuerpo.  Porque a cada estocada Nate sentía que perdía algo de sí mismo. 

Saber cosas como esas me hacen sentir a gusto con mi condición de Omega.

Porque Tomas estaba equivocado. 













DESGARRADO. PRIMERA PARTE. HUNTER 2019. 


Con la colaboración atribuida de:

DiositoTodoPoderoso ChymmChymm y Zholliy por las ideas originales en DESGARRADO. PRIMERA PARTE.

¡Gracias por participar!

Próximamente se van a entregar las siguientes ideas de los otros lectores. Pero si quieren ser parte del proyecto DESGARRADO no duden en mandar sus ideas por mensaje ;)

¿Cómo mierda se participa? Sencillo, me mandas un mensaje con alguna idea básica de lo que quieras leer, QUE NO SEA TAN COCHINO ahre que me denuncian la cuenta jajaja (sería ya la novena vez que recibiría amenazas de WATTPAD).

Bueno pero si quieren manden algo cochino de vez en cuando ;)

HUNTER FUERA.










































































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