Capítulo 11: Últimos descendientes
Minato Namikaze
Estaba un poco cansado de estar encerrado en este clan. No tenía nada contra los Uchiha, les agradecía que me hubieran acogido en este lugar porque además era uno de los más hermosos con sus jardines, sus parques y esas casas tradicionales que tenían, pero yo quería volver a mi clan, quería poder ver a mis padres, a los míos... ¿Por qué no me dejaban ir? Sabía que lo de mi amnesia y todo este rollo de que no me volcasen información de golpe les preocupaba, pero yo necesitaba verlos, saber que estaban bien.
- ¿Qué haces aquí sólo tan temprano? – me preguntó Naruto cuando salía del clan.
Miré de nuevo hacia el estanque. Desde que había salido de la casa de Kakashi temprano había corrido hasta este muelle del clan Uchiha y me había sentado mirando el agua del estanque, viendo los peces a mis pies y la pequeña barca de madera amarrada en un extremo moviéndose con suavidad. Respiré tranquilamente y cerré los ojos sintiendo el suave viento que corría hoy.
- Pensar – le dije – sólo pensar.
- ¿En qué? – me preguntó sentándose a mi lado y sonreí.
- Intentando recordar algo de mi mismo, quién soy... qué hacía... no lo sé – le dije – es extraño sabiendo que morí hace... ¿Cuánto? ¿Veinti-pico años? Eso es mucho tiempo muerto. Me preguntaba... ¿Cuánta gente de la que conocí aún estará viva y me recordará? Me habría gustado hablar con ellos y que me contasen algo de mí.
- Todo con el tiempo Minato – me dijo Naruto sonriendo – ya verás, date un poco de tiempo y te prometo que yo intentaré localizar a gente que te conociera bien para que te cuente cosas de tu pasado. Sólo dame un poco de tiempo.
- Vale – le dije.
- Tengo que trabajar pero... si necesitas algo pasa por mi oficina ¿De acuerdo?
- Claro – le dije con una sonrisa – nos vemos Naruto, que vaya bien tu día.
- Igualmente, Minato – me dijo colocando su mano en mi hombro y marchándose de mi lado.
¿De verdad él pensaba que iba a creer en sus palabras? Me habían estado retrasando y ocultando información, todo el mundo aquí lo hacía. Estaba un poco cansado de tener que ir al ritmo que me marcaban los demás. Ahora Naruto quería que esperase aquí pacientemente mientras él me seguía retrasando el tiempo para poder ver a mi clan. Ya cansado de todas las mentiras, decidí ir a verlo con mis propios ojos, tenía que saber qué es lo que ocurría.
Me levanté completamente decidido a saber de una vez por todas lo que ocurría. Me preocupaban muchas cosas ahora mismo, aquella pesadilla en casa de Itachi, mi amnesia, estar aquí cuando ya estaba muerto... lo que había hecho con Kakashi, porque todo lo que había pasado empezaba a llegar a mi mente con diferentes imágenes, sabía que había mantenido sexo con él, pero no era algo que yo hubiera deseado como tal, no era yo mismo y eso me preocupaba ¿Qué me ocurría?
Corrí hasta mi clan y sé que alguien me seguía, seguramente o Kakashi o Itachi, porque siempre estaban muy encima de mí, algo lógico teniendo en cuenta de que prácticamente me sentía como un enemigo, como su amenaza. Iban a alcanzarme... era alguien rápido, ya le notaba muy cerca cuando sin tan siquiera girarme, desaparecí de su lado teleportándome hasta mi clan, allí era uno de los lugares donde más sellos tenía que haber dejado, era mi hogar.
Cuando abrí los ojos, estaba en la habitación de una casa. Había uno de mis kunais colgado del techo frente a mí y me sorprendí ¿Era mi casa? Me incorporé y caminé por esa oscura habitación hasta el kunai y lo descolgué del techo mirándolo bien. Era mío, de eso no cabía duda alguna. Miré el resto de la habitación hasta que mis ojos dieron con una mesilla en la que había una fotografía que no podía ver desde aquí.
Me acerqué a ella cogiéndola entre mis manos y mirando a una mujer de cabello rojizo que sonreía feliz colocada a mi lado. Limpié un poco más el polvo que se había añadido y me fijé en nosotros... parecíamos felices ¿Estaba casado entonces? ¿Qué había pasado con ella? ¿Dónde estaba? Yo morí hace más de veinte años, ella debía doblarme ahora la edad si estuviera viva.
No quise soltar el cuadro de mis ahora temblorosas manos, no sé si me gustaba mucho lo que veía o como decía Naruto, era mejor que no siguiera intentando recordar, pero en parte... lo necesitaba. Mis ojos se cruzaron entonces con una cuna y aquello fue lo peor, el corazón se me encogió de golpe y me acerqué hasta ella tocando los barrotes con delicadeza a punto de llorar ¿Era padre? ¿Tenía un hijo en algún lugar? ¿Dónde estaba mi hijo?
Escuché unos pasos que subían las escaleras y aunque estaba llorando, en parte me ilusioné pensando que podría ser mi mujer o mi hijo, pero cuando la puerta se abrió... era Itachi quien estaba frente a mí y se paralizó al verme llorando. No traté de limpiarme las lágrimas, no delante de él y era extraño, porque yo siempre había sido fuerte... ¡Creo! Porque ahora ya no estaba seguro de nada.
- ¿Tengo esposa con hijos? – le pregunté apartando mi vista de él y mirando hacia la cuna.
- Tenías – me dijo muy claro.
- ¿Qué...? – intenté preguntar pero no podía dejar de llorar y la voz se me cortaba - ¿Qué les ocurrió?
- Yo tenía apenas seis años cuando moriste Minato. Tú mujer estaba contigo. Eras el Hokage de la Villa y el Kyuubi se desató, estaba encerrado en el interior de tu esposa, te casaste con una Uzumaki. Creíste que sacrificándote era la única oportunidad de salvar a todos los de la Villa. Fuiste un gran Hokage Minato – me dijo Itachi.
- ¿Maté a mi mujer? Dios mío – le dije cayendo al suelo de rodillas llorando aún más pero él se acercó hasta mí abrazándome por la espalda y hundiendo su rostro en mi cuello.
- Ella quiso hacerlo, os sacrificasteis los dos por la Villa... por vuestro hijo.
- ¿Qué ocurrió con mi hijo? – le pregunté temiéndome lo peor pero Itachi no contestó, sé que dudaba si contestar a eso o no.
Me levanté de golpe rompiendo su abrazo y me acerqué hasta la ventana abriéndola de golpe, viendo la calle desierta a plena luz del día, viendo las casas abandonadas, viendo mi clan destrozado y arruinado.
- ¿Dónde están? – pregunté enfadado - ¿Dónde está mi clan?
- Minato... - intentó hablar Itachi.
- No me mientas – le grité sabiendo que lo haría - ¿Dónde están todos?
- Murieron al poco tiempo de que tú lo hicieras, fueron masacrados y exterminados, todos Minato. Ya no existe un clan Namikaze – me explicó.
- ¿Por qué? – pregunté – éramos un clan como cualquier otro ¿Por qué? No teníamos nada importante, no tenemos nada genético, ni esos ojos que tenéis los Uchiha o los Hyuuga, no tenemos nada.
- Te tenían a ti – me dijo y me sorprendí – erais el clan más veloz de Konoha, fuiste el Hokage y nadie se atrevía a meterse contigo Minato, eras un genio. Las otras villas al conocer tu potencial se asustaron y cuando desapareciste...
- Cuando morí – le dije enfadado y él rectificó.
- Cuando moriste... decidieron exterminar a todo el clan para evitar a otro Namikaze, temían vuestra velocidad, vuestra astucia en el combate. Sin ti para protegerles... uno a uno fue cayendo hasta que no quedó ninguno. Los asesinaron a todos Minato. Todo el que llevaba el apellido Namikaze sabía su destino.
- ¿Mataron a mi hijo? – le pregunté.
- Tu hijo está vivo – me dijo y me sorprendí.
- ¿Dónde está? – me apresuré a preguntarle lanzándome a su lado – dime dónde está, por favor, necesito verle.
- No puedes verle aún, Minato, cumplo órdenes... lo siento.
- ¿Por qué me has contado todo lo demás? Creía que no podías hablar de eso tampoco.
- Y no puedo, pero no soporto verte así Minato – me dijo limpiándome las lágrimas.
- ¿Por qué no?
- Porque me estoy enamorando de ti – me dijo justo cuando sentí sus labios atrapar los míos.
El beso de Itachi era tan suave, tan delicado y a la vez... me sentía tan excitado al sentirlo que no pude evitar sonrojarme. ¿Cómo era posible que hubiera conseguido enamorar sin proponérmelo a un chico como Itachi? ¿Me gustaba a mí? Sí, la respuesta era un rotundo sí, amaba su comprensión, su dedicación, su entrega, su dulzura, la forma en que trataba a su hijo, me gustaba cómo me miraba, cómo me protegía, pero no soportaba la idea de que se enamorase de mí... yo era un enemigo, todos me trataban así, yo sólo era un muerto, nadie debería enamorarse de mí.
- ¿Por qué yo? – le pregunté – soy tu enemigo, soy peligroso.
- No lo eres – me dijo – no más que yo.
- ¿Tú? ¿Peligroso?
- Sí – me dijo Itachi – hay algo que no te contaron en la cena Minato... sobre mi clan. Estamos igual que tú, el clan Uchiha desapareció pero fue mi culpa, yo los maté a todos para salvar a la Villa de una sublevación, yo acabé con los míos y sé que nadie podría amar a alguien como yo jamás, ni siquiera mi mujer, sólo aceptó estar conmigo porque me parecía a mi hermano, porque necesitaba tener un Uchiha para rehacer mi clan.
- Lo siento – le dije escuchando su historia – yo no lo sabía.
- Supongo que estoy acostumbrándome a que nadie me quiera, incluso en el consejo siguen tratándome como un traidor cuando salvé a la villa de la masacre que mi clan pudo hacerles. Sólo soy como tú bien te llamas a ti mismo... un enemigo, alguien peligroso.
Ahora fui yo quien le besé y es que yo sí le quería, cuando le miraba no veía a un chico peligroso, veía a un chico preocupado por su familia. Caímos los dos al suelo frente a la cuna de mi hijo y aunque yo estaba arriba, Itachi no tardó en darme la vuelta quedando encima de mí.
- ¿Por qué me besas Minato? No quiero la lástima de nadie – me dijo.
- No es lástima lo que siento por ti, Itachi Uchiha. No puedo recordarte cuando eras un niño... no sé si te conocí o no... pero amo al chico que está frente a mí, puedo sentirlo aquí – le dije cogiendo su mano y llevándola a mi corazón - ¿Lo sientes? Late por ti, no me rechaces, por favor.
Itachi reaccionó nuevamente besándome, esta vez con más pasión mientras metía su mano bajo mi camiseta. Gemí al sentir sus manos rozando mi piel con desesperación y es que creo... que ambos habíamos deseado este momento desde la otra noche, lo habíamos estado retrasando y yo ya no aguantaba más, quería estar con él.
En parte... estaba preocupado, aún no tenía claro quién era yo aunque parecía tener demasiado claro que quería a este chico... al genio de los Uchiha, al que supuestamente... había matado a todo su clan, pero yo no veía eso, sólo veía a ese pedazo de padre que protegía y cuidaba de Fugaku como mejor sabía, que estaba aquí vigilándome y que trataba de comprenderme y apoyarme, él... que aunque ambos sabíamos que yo podía llegar a ser un enemigo, me estaba abriendo su lastimado corazón y no quería ser yo quien se lo destrozase. Quería decirle cuánto le quería, quería demostrarle... que el genio Uchiha sí tenía a alguien que le amaba por cómo era aunque toda esta villa le tachase de traidor. Sonreí y él sonrió también.
- ¿Qué te ocurre Minato? – me preguntó.
- Quiero jugar contigo – le dije sonriendo – quiero ver de lo que es capaz el genio Uchiha en el sexo.
- Estoy muy desentrenado – me dijo sonriendo.
- No seas modesto, seguro que tienes algo entretenido para hacer, algo que hayas querido probar toda tu vida y no hayas podido.
- Sí hay algo – me dijo sonriendo – pero no sé si lo soportarías.
- Hazlo – le reté – quiero probar lo que sea contigo, quiero ser sólo tuyo Itachi.
- De acuerdo – me dijo sonriendo activando su sharingan frente a mí mirándome fijamente a los ojos.
Sabía que sus ojos eran peligrosos, ya su color intensamente rojo predecían lo que eran, pero no aparté mi mirada, dejé que me metiera en su ilusión porque confiaba en él, ni siquiera podía explicarme el motivo pero confiaba en este hombre, sentía que él no me haría ningún daño.
Cuando me di cuenta, estaba atado a una cruz de madera con Itachi frente a mí sonriendo. Sonreí al verle y él se acercó hasta mí cogiendo mi rostro con su mano y besándome.
- ¿Técnica ilusoria? – le pregunté.
- Algo así – me contestó Itachi – es la técnica que utilizaba para torturar durante días a mis enemigos, pero a ti te haré una excepción, tú no sufrirás, sólo te daré placer, uno que no habrás sentido nunca antes Minato – me dijo.
- Empieza entonces, genio – le dije sonriendo y me besó metiendo su lengua en mi boca explorándola por completo.
Jugué con su lengua, cerrando los ojos y dejándole disfrutar de mi boca como quiso, disfrutando yo de la suya. Itachi metió sus manos bajo mi camiseta acariciando cada centímetro de mi piel, pellizcando mis pezones con delicadeza provocando que gimiera ahogándolo en su boca mientras sonreía.
Itachi bajó su cabeza lamiendo mis pezones con ternura mientras yo seguía gimiendo sin poder parar. Deseaba a este chico, me gustaba cómo me invadía esa dulzura que tenía pero a la vez esa fogosidad tan propia de los Uchiha.
Desató mis manos del poste y enrollé mis manos a su cuello agarrando mis dedos en su cabello y desatando su coleta mientras él con su cuerpo me empotraba contra al mástil de la cruz y me obligaba a enroscar mis piernas en su cintura. Tiré de su cabello hacia atrás con fuerza y cuando lo tuve de frente le besé con pasión mientras sentía como cada vez más me empotraba contra la cruz.
Me bajó al suelo unos segundos sólo para deshacerse de mi pantalón y volvió a auparme besándome con pasión mientras metía su mano hacia mi miembro. Casi con desesperación se bajó un poco el pantalón cogiendo mi mano derecha para llevarla hasta su entrepierna y empecé a masajear su miembro mientras seguía besándole.
Itachi metió sus dedos en mi boca para que los lamiera y supuse perfectamente lo que deseaba. Jugó con su lengua a buscar la mía entre sus dedos y sonreímos divertidos. Bajó sus dedos una vez lubricados hacia mi entrada y los metió con delicadeza haciéndome jadear, pero yo no paré de darle placer en su miembro excitándole, rozando mi miembro con el suyo y sacándole también a él esos sonoros gemidos varoniles.
Grité levemente cuando sentí cómo la punta del miembro de Itachi comenzaba a entrar en mí con lentitud pero sin pausa. Me agarré aún más a su cuello, cogiendo su cabello entre mis dedos y mordiendo con suavidad su cuello intentando no quejarme.
- Lo siento Minato – me susurró al oído – lo siento por el dolor.
- Entra Itachi – le dije – continúa hasta el final. Somos Ninja, esto sólo es un poco de dolor comparado con lo que vivimos continuamente.
Itachi sonrió y entró hasta el fondo despacio y una vez llegó, empezó a salir para volver a entrar. Sentía cómo me estaba dilatando poco a poco y me costó bastante acostumbrarme tanto a los movimientos de Itachi como a su miembro, pero una vez me dilaté lo suficiente, empecé a sentir el placer. Gemí en su oído y noté cómo le excitaba aún más, su miembro se hacía más grande dentro de mí.
Mi espalda chocaba una y otra vez contra el mástil de esa cruz y al final tras tanto escuchar los jadeos de Itachi me corrí manchándonos a ambos. Separé mis manos de Itachi alzándolas sobre mi cabeza para agarrarme a la cruz mientras él seguía entrando y saliendo de mí a mayor ritmo. Sonreí cuando noté cómo Itachi llegaba besándome el cuello e inundándome con su ser para salir de mí.
La ilusión empezó a desaparecer justo cuando sentí como Itachi caía a mi lado en el suelo sonriendo. ¿Cómo podía amar tanto a este hombre? Ni siquiera recordaba quién era yo pero mi corazón y mis sentimientos le elegían a él ¿Por qué? No entendía nada, sólo sabía que quería estar con Itachi.
Itachi Uchiha
No me podía creer lo que acababa de ocurrir. Haber tenido sexo con Minato tanto dentro de la ilusión como fuera de ella, había sido asombroso, había sido una experiencia espectacular haberle tenido para mí de esa forma. Podría asegurar que era una de las mejores sesiones de sexo que había tenido jamás. Le miré a esos hermosos ojos azules y volví a besarle, ahora que los había probado con detenimiento, me había vuelto adicto a ellos, a su delicioso sabor, eran demasiado atrayentes.
Saqué un pañuelo limpio de mi bolsillo y se lo di para que se limpiase, pero se negó al indicarme que él llevaba uno encima, por lo que usé el mío para quitarme los rastros de semen que tenía en mi cuerpo. Después nos acomodamos nuestras vestimentas y nos tumbamos en el suelo. Le atraje hasta mí y le rodeé con mis brazos. No quería separarme ni un segundo de ese chico tan especial, aunque debía hacerlo en breve.
- Estaré unos días fuera de la villa – le informé.
Minato me miró con tristeza pero intentó disimularlo con su sonrisa. Le acaricié la mejilla dulcemente y volví a besarle atrapando su labio inferior con los míos y saboreándolo con mi lengua.
- No tienes de qué preocuparte, te prometí que investigaría lo de la aldea que mencionaste, quiero asegurarme de que no pasó nada allí para que te quedes más tranquilo. Seguro que todo lo que viste fue sólo una pesadilla – le dije al separarnos.
- Gracias – susurró – Gracias por todo, por contarme sobre lo que le ocurrió a mi clan y a mi familia y, gracias por ayudarme, apoyarme y estar a mi lado.
No pude evitar besarle de nuevo pero esta vez con más pasión, mis sentimientos por él se desbordaban, sentía que estábamos conectados, que estábamos hechos el uno para el otro y podía notar que él también lo sentía.
- Gracias a ti por no salir huyendo cuando te he contado mi pasado – le agradecí sincero.
Nos quedamos un rato más abrazados, simplemente disfrutando la compañía del otro en silencio. Poco a poco me separé de él y me puse de pie, después le tendí mi mano para ayudarle a levantarse.
- Es mejor que me vaya, debo aprovechar todas las horas de luz que pueda. Te prometo que estaré aquí antes de que te des cuenta.
- De acuerdo, ten cuidado – me dijo preocupado.
- Lo tendré – le contesté con una sonrisa.
Salí de allí y me dirigí a las grandes puertas de Konoha, una vez frente a ellas, las atravesé y me puse en marcha hasta la aldea que Minato me había mencionado. No tardé demasiado en dar con ella, estaba a unas pocas horas de la villa, pero con mi velocidad llegué en dos. Me adentré por una solitaria calle observando las tiendas abiertas y algunos puestos callejeros totalmente vacíos. Era bastante raro que no hubiese ningún tipo de actividad a esas horas del día, debería haber mucha gente trabajando o haciendo sus compras pero estaba todo desierto.
Me estaba dando mala espina todo eso. La falta de ruido y de presencia humana no era una buena señal. Escuché un chirrido provenir de una puerta que se había movido a causa del viento y decidí entrar a investigar. Era una vivienda que seguramente pertenecía a alguna familia del pueblo, me mantuve en alerta por si alguien aparecía dispuesto a atacarme por allanar su morada pero no sentí ninguna presencia a mí alrededor. Me adentré aún más en el interior de aquella casa y llegué hasta la cocina, pude observar la mesa y algunas sillas volcadas, había un par de platos rotos en el suelo como si alguien los hubiese soltado de repente. También había comida en las encimeras que empezaban a echarse a perder, como si hubiesen estado preparando la comida y algo o alguien les hubiese interrumpido.
Esto se ponía cada vez peor, no tenía buena pinta. Salí de allí pasando por el pasillo que conectaba la cocina con el salón. Al abrir la puerta con cuidado, mis ojos se abrieron impactados. Todo estaba cubierto de sangre... las paredes, el suelo, los muebles... incluso el techo... era demasiada sangre para no pensar que allí había muerto gente. No había cuerpos sólo charcos con sangre coagulada donde habían estado los cadáveres, alguien se los había llevado pero había demasiadas evidencias de que había sido una masacre. La velocidad y el patrón de las salpicaduras indicaban que no habían tenido ninguna posibilidad de defenderse, quien hubiese asesinado a las personas que vivían allí era muy veloz, se notaba que tenía experiencia en el campo de batalla.
Me agaché para recoger un conejo de peluche cubierto de sangre y no pude evitar derramar algunas lágrimas al imaginarme al pobre niño o niña al que había pertenecido. Seguramente había estado atemorizado viendo cómo su familia era asesinada delante de sus ojos mientras intentaban protegerle antes de que la muerte le llegase también. La imagen de la noche en que asesiné a mis padres acudió a mi mente, recordé la expresión de completo miedo que tenía Sasuke cuando me vio allí delante de sus cuerpos sin vida y su sangre resbalando por el filo de mi katana. Me imaginé que esa habría sido la expresión que había tenido el dueño de aquel peluche. Dejé en el suelo con cuidado aquel muñeco y salí de allí.
Inspeccioné el resto de la casa, pero estaba igual, vacía y en algunas habitaciones había rastros de sangre. Abandoné aquella vivienda y comprobé el resto del pueblo pero sólo encontré más de lo mismo, muchas pruebas de que allí habían muerto personas pero ningún cadáver. No eran buenas noticias para Minato, todo lo que había visto más lo que me había contado él mismo, probaban que había sido él quien había asesinado a todos los habitantes de la aldea.
Me negaba a creer que él lo había hecho por voluntad propia, conocía a Minato y sabía que él no era capaz de hacer algo así, él era una persona bondadosa, amable, que se preocupaba mucho por los demás, era imposible que él hubiese asesinado a todas aquellas personas a sangre fría. Además, cuando me contó todo esto estaba asustado y muy arrepentido, se notaba que no había querido hacerlo, aparte ¿dónde estaban todos los cuerpos? Cada vez estaba más convencido de que alguien le había manipulado y me hacía una idea de quién había sido, sobre todo con la desaparición de los cadáveres.
Me marché de aquel pueblo a gran velocidad, no tenía tiempo que perder. Debía acabar cuanto antes con el otro motivo para este viaje y regresar pronto a Konoha, debía contarle lo que había averiguado a Naruto, debíamos atrapar al culpable de que Minato hubiese hecho algo tan atroz y de que sufriese amnesia.
Paré lo justo y necesario para comer y descansar durante mi viaje para llegar lo más rápido posible al cuartel general de Akatsuki en Amegakure. Esperaba encontrar allí algún documento o alguna información que pudiese haber recopilado Nagato a lo largo de los años sobre el Rinnegan. Necesitaba comprobar mi teoría y hallar una cura para la ceguera de mi hermano.
Un par de días después, llegué a la villa de Amegakure y me escabullí en ella evitando ser detectado por los Ninja que ahora volvían a vivir allí, no quería meter en ningún problema a Konoha ni a Naruto. Cuando llegué a la guarida que pertenecía a Akatsuki, la cual se hallaba camuflada para que nadie pudiera dar con ella fácilmente, me adentré en su interior desactivando algunas trampas que aún funcionaban y habían sido colocadas para evitar la intromisión de enemigos, y me dirigí a la estancia donde solía encerrarse Yahiko. Nunca dejó que ninguno de los miembros del grupo pusiese un pie allí dentro pero supongo que era porque también estaba Nagato controlando su cuerpo sin vida, aunque en su momento nadie sospechó de ello.
Abrí la puerta de la estancia con cautela, no sabía qué podía encontrarme allí, pero para mi sorpresa no había ninguna trampa en el interior, quizás Nagato pensó que no era necesario porque Yahiko era el líder y no nos atreveríamos a contradecirle y mucho menos a invadir su espacio en el cuartel general. Investigué por todo el lugar tratando de hallar cualquier pista que ayudase a mi hermano pero no había nada allí que mencionase el Rinnegan. Decepcionado por la pérdida de tiempo, me dispuse a salir de allí y volver a Konoha y fue entonces cuando vi algo que me llamó la atención.
Había un dibujo de una rana que parecía hecho por un niño en una de las paredes, lo cual era bastante raro teniendo en cuenta de que allí nunca vivió alguien de esa edad. Me acerqué curioso y lo observé detenidamente, había algo que no cuadraba, ese dibujo tenía algo raro en él. Activé mi Sharingan y vi un sello escondido, lo habían camuflado para que sólo alguien con ojos como los míos o parecidos pudiese verlo. Utilicé algunos jutsus para romper el sello y cuando lo conseguí, ese trozo de pared desapareció dejando un hueco donde habían varios pergaminos, libros y otros objetos, que supuse que pertenecieron a Nagato y Yahiko.
Me centré en todo lo que pudiese contener la información que buscaba, por lo que abrí varios pergaminos hasta que encontré unos cuantos que hablaban sobre el Rinnegan y sobre los Uzumaki, algunos de ellos eran bastante antiguos. No sé si todos pertenecieron a Nagato que fue escribiéndolos a lo largo de los años o los consiguió en otras aldeas robándoselos a otros Ninja, pero parecían tener información muy útil.
Estuve bastante tiempo en esa habitación leyendo todo el contenido de esos pergaminos y llegué a la conclusión de que mi teoría era acertada, mi hermano no llegó a perder por completo su Rinnegan, se había estado regenerando con el paso de los años pero lo hacía muy lentamente, por lo que había una posibilidad de que recuperase su sentido de la vista, incluso en ambos ojos, pero debía encontrar la manera de acelerar el proceso, de regenerar las células en sus ojos para devolverles su visión.
Cogí todos los pergaminos que me podían ser de ayuda y los guardé en el interior de la capa que llevaba, activé de nuevo el sello para que nadie pudiese encontrar el escondite secreto y salí de aquella habitación. Recorrí los pasillos hasta llegar a la salida del cuartel general activando de nuevo todas las trampas que había desarmado al entrar y me encaminé hacia fuera de aquel lugar. Me volví a escabullir entre las calles de Amegakure sin que nadie me viese y emprendí mi camino de vuelta a Konoha.
Durante el recorrido, volví a hacer las paradas necesarias para comer y recuperar energía mientras aprovechaba para seguir leyendo todo el material que traía conmigo. Algunos de los documentos sobre los Uzumaki me habían dado una idea para una posible solución a la ceguera de Sasuke, pero debía hablarlo primero con él y con Naruto.
Después de casi tres días de ininterrumpido viaje, llegué hasta las puertas que conducían al interior de Konoha. Pasé a través de ellas y me dirigí al barrio Uchiha, necesitaba hablar primero con Minato sobre lo sucedido en la aldea. No sabía qué iba a contarle, no quería mentirle pero sabía que se martirizaría por algo que no era culpa suya. Sí, Minato había matado a esas personas pero estaba seguro de que no era él mismo cuando lo hizo, me jugaría lo que fuese a que alguien le estaba controlando.
Cuando llegué al barrio donde había vivido mi clan en el pasado, me dirigí hasta la casa donde Minato estaba viviendo. Llamé ansioso a la puerta y esperé hasta que escuché cómo unos pasos se acercaban y aquel impresionante rubio de ojos azules me abrió la puerta sorprendido de verme allí con la respiración agitada debido a mi carrera. No le di ni tiempo a reaccionar cuando ya me había lanzado sobre sus labios capturándolos con los míos en un ansioso y desesperado beso. No sabía lo mucho que lo había echado de menos hasta que lo tuve delante de mí.
Me metí en la casa arrastrándole conmigo y lo empotré en una de las paredes sin dejar de besarle. Lamí su labio inferior pidiendo permiso para entrar y Minato abrió su boca dándome su consentimiento para invadir aquella deliciosa cavidad. Sentí cómo jugaba con mi lengua a la vez que se aferraba a mi cuello con una de sus manos mientras la otra se hundía en mi cabello. Estuvimos besándonos con pasión hasta que el oxígeno se hizo necesario y nos separamos para recuperar nuestros alientos. Nos quedamos mirándonos jadeando por la falta de aire en nuestros pulmones hasta que pude hablar.
- Te he echado mucho de menos – le dije sincero – Necesitaba verte y tenerte entre mis brazos de nuevo.
- Yo también te he echado de menos – me dijo con su hermosa sonrisa.
- ¿Cómo se ha portado Fugaku en mi ausencia? - le pregunté un poco preocupado de que hubiese pasado algo similar a lo que ocurrió la primera vez que Minato cuidó de él.
- Ya lo conoces, tiene sus momentos de hiperactividad pero bien, nada que ya no pueda manejar. Es un encanto de niño, se parece a su padre. Tai se lo ha llevado junto con sus hermanos a jugar a un parque.
No pude evitar sonreír con él pero casi se me borra cuando le oí volver a hablar.
- ¿Qué averiguaste en la aldea? ¿Estaban...? - le vi hacer una pausa debido al temor de saber la verdad - ¿Estaban todos muertos?
- No te preocupes, todo estaba bien, allí no había ningún cadáver, tan sólo fue una horrible pesadilla – le intenté tranquilizar.
Noté que su cuerpo se relajaba al escuchar mis palabras y me sentí mal por haberle mentido, aunque sí era cierto que allí no había ningún cuerpo sin vida, alguien se los había llevado.
- Tengo que ir a la torre del Hokage a informar a Naruto de mi llegada, pero antes quería pasar por aquí para verte y decirte que no tenías nada por lo que preocuparte – le dije antes de darle un corto beso – Espérame aquí, volveré lo antes posible.
- De acuerdo – me respondió con su sonrisa.
Me fui de allí y me encaminé hacia la oficina de mi cuñado, debía informarle de todo lo que había averiguado, sobre todo lo relacionado con Minato. A los pocos minutos ya me encontraba frente a la puerta que daba al despacho de Naruto, toqué pidiendo permiso para pasar y escuché su voz diciéndome que entrase. Cuando pasé al interior de la oficina, cerré la puerta tras de mí y me acerqué hasta la mesa donde estaba Naruto leyendo y firmando informes y documentos importantes.
- Itachi, ya has vuelto. Dime, ¿has averiguado algo que sirva para devolverle la vista a Sasuke? - me preguntó ansioso mientras se ponía de pie y se aproximaba a mí.
- Sí, encontré varios pergaminos en la guarida de Nagato que pueden ser muy útiles. De hecho, ya los he leído y mi teoría es correcta – le informé.
- Eso es genial – gritó entusiasmado mientras me abrazaba de forma efusiva– Entonces, ¿hay posibilidades de que Sasuke pueda volver a ver?
- Sí y muchas, pero para ello necesito sangre Uzumaki – le dije.
- Pues entonces te daré la mía – se ofreció rápidamente – Aunque, ¿para qué la necesitas?
- Los Uzumaki se caracterizan por curarse y regenerarse mucho más rápido que cualquier otra persona, por lo que su sangre podría acelerar el proceso de regeneración de las células en los ojos de Sasuke, pero me temo que no podré usar la tuya, Naruto.
- ¿Por qué? - me preguntó desanimado.
- Se necesita un tipo de sangre que también sea compatible con los Uchiha... - no sabía cómo pedirle esto pero era necesario si queríamos ayudar a Sasuke – es necesario la sangre de uno de los gemelos, ambos son Uzumaki y Uchiha a la vez. Hay que hablar con Sasuke primero y después debéis tomar una decisión.
- ¿Tendrían que pasar por algún tipo de... experimento? - me preguntó preocupado.
- No, sólo necesitaría extraer una determinada cantidad de su sangre para tratar de hacer un suero compatible con Sasuke, para después inyectarle una o varias dosis. No sé cuántas serán necesarias pero estoy convencido que no harán falta demasiadas – le tranquilicé – Jamás lo hubiese propuesto si hubiese supuesto algún peligro para Yumiko y Natsume.
- Está bien, hablaré esta noche con Sasuke y se lo explicaré, no creo que tenga ningún problema si sólo es sacar un poco de sangre pero aún así se lo consultaremos también a los niños. Te daremos una respuesta lo antes posible – me dijo con una sonrisa – Será mejor que siga con el papeleo.
Naruto fue hasta su sillón y se sentó en él volviendo a su trabajo. Su sonrisa me había recordado tanto a la de Minato que me había puesto muy serio al pensar en lo que estaba a punto de contarle a mi cuñado.
- ¿Hay algo más? - me cuestionó al verme todavía de pie sin moverme ni un ápice.
- Naruto, tenemos que hablar de otro asunto muy importante – le dije severo mientras tomaba asiento frente a él.
- ¿De qué se trata? - me preguntó al notar mi tono de voz.
- Es sobre Minato.
- ¿Qué pasa con mi padre? - me preguntó muy preocupado.
- La mañana antes de marcharme, se despertó muy alterado, había tenido una pesadilla en la que mataba a los habitantes de un pueblo cercano a Konoha y estaba convencido de que había pasado realmente, de que se trataba de un recuerdo y no de una simple pesadilla. Le prometí que iría para comprobarlo y así se quedase tranquilo. Yo estaba seguro de que sólo había sido un mal sueño pero... no fue así.
- ¿Qué quieres decir? - me preguntó sin terminar de creerse mis palabras.
- Antes de ir a buscar la información sobre el Rinnegan, hice una parada allí. Naruto, había claras evidencias de que alguien había asesinado a toda esa gente a gran velocidad... Lo siento.
- Es imposible, mi padre jamás haría eso, es un buen hombre que se sacrificó para salvarme a mí y a la villa – alzó la voz creo que debido a la impotencia que sentía.
- Estoy de acuerdo contigo, el Minato que conocemos no haría algo tan atroz. No creo que actuase por voluntad propia, estoy convencido que alguien le manipuló para que lo hiciera y estoy bastante seguro que fue Orochimaru.
- Yo también había sospechado que él había sido quien había resucitado a mi padre. Ya te conté lo que pasó cuando nos atacó la última vez, se llevó la conciencia de Minato que estaba en mi interior.
- Sí, por eso he pensado en él y porque todos los cuerpos de los aldeanos habían desaparecido. Estoy seguro que Orochimaru se los llevó para experimentar con ellos.
- ¿Pero cómo puede controlarle? No parece que haya usado un Edo Tensei normal para traerle de vuelta.
- Puede que le haya colocado algún sello de control mental... no lo sé, sólo puedo suponer pero de lo que sí estoy seguro es que debemos de encontrarle y acabar con él. Tenemos que liberar a Minato.
- Estoy de acuerdo contigo, mandaré a algunos ANBU para que intenten localizarle. ¿Le has contado algo de esto a mi padre?
- Le he dicho que todo estaba bien en la aldea, que sólo había sido una pesadilla – le contesté abatido – Me siento culpable por haberle mentido pero no quería que se preocupara más y se sintiera culpable por algo de lo que no había sido consciente, él no era dueño del control de su cuerpo en aquel instante.
- No te atormentes por ello, has hecho bien, creo que hubiese sido peor si le hubieses contado la verdad, no sabemos si eso hubiese tenido algún efecto negativo en su memoria también.
- Sí, pero aún así me siento mal por ocultarle tantas cosas...
Ambos nos quedamos mirándonos abatidos por la situación.
- Será mejor que me vaya, le he dicho que volvería pronto. Además necesito darme una ducha y darle un fuerte abrazo a mi hijo – intenté sonreírle pero creo que sólo me salió una mueca lastimera.
Antes de que saliese por la puerta, volví a escuchar a Naruto decirme que no me preocupase, que había tomado la decisión correcta. Intenté convencerme a mí mismo de ello pero ya no estaba tan seguro de haber elegido bien si me carcomía de esa manera la culpa. Aunque ya daba igual, lo hecho, hecho estaba.
Minato Namikaze
Después de la conversación con Itachi, no me quedé conforme con la explicación que me había dado. No sé por qué, pero sentía que no había sido completamente sincero, además no podía quitarme de la cabeza la sensación de que no tuve una simple pesadilla. Podía sentir la sangre en mis manos, el olor metálico tan característico que dejaba, los gritos de esa pobre gente... todo parecía demasiado real.
Me fui hacia la torre del Hokage sin que nadie me notara y llegué allí antes que Itachi. Me quedé en el exterior de la oficina de Naruto, cerca de la ventana para poder escuchar con tranquilidad, ocultando mi chakra para que no me detectaran. Cuando Itachi entró, hablaron sobre una cura para la ceguera de Sasuke... no sabía que estaban investigando algo así... por eso Itachi tardó tanto tiempo en volver ya que el pueblo del que le hablé debía estar a sólo unas horas de aquí. Me alegré de que hallasen una forma de recuperar la vista de Sasuke, era una buena noticia pero me quedé totalmente paralizado cuando Itachi comenzó a hablar sobre mí y Naruto preguntó que qué pasaba con su padre... ¿Naruto era mi hijo? Pero se apellidaba Uzumaki... entonces recordé que Itachi me había contado que habían perseguido y exterminado a todos los Namikaze tras mi muerte. ¿Era posible que le hubiesen puesto un apellido diferente para protegerle?
No lo sabía pero lo que sí sabía es que me alegraba saber que mi hijo estaba sano y salvo, aunque no entendía por qué me lo había ocultado pero no pude preocuparme más sobre el asunto porque escuché decirle a... mi hijo, no me acostumbraba a la idea de que lo fuese, que sí había asesinado a todas esas personas. Sentí cómo el alma se me iba a los pies, estaba destrozado... había matado a esa gente inocente... ¡Normal que me tuviesen vigilado! Me merecía algo peor que eso, debía pagar por lo que había hecho.
Seguí escuchando la conversación... ¿Alguien me estaba manipulando? ¿Un tal Orochimaru controlaba mi cuerpo cuando mate a todas esas personas? Aunque fuese verdad, seguían siendo mis manos las que estaban manchadas con sangre de víctimas inocentes... siempre acarrearía con la culpa de sus muertes. Sentí cómo las lágrimas caían por mi rostro e intenté ahogar los sollozos para no verme descubierto.
A pesar de lo mal que me sentía, traté de concentrarme en lo que decían... ¿un sello? ¿Ese Orochimaru me había dejado algún sello con el que controlaba mi mente? ¿Por eso no podía recordar nada?
Escuché a Itachi contarle a Naruto lo culpable que se sentía por haberme mentido pero que pensaba que era lo mejor para mí, no quería que me martirizara por las muertes de aquellos aldeanos... Me sentí feliz de que Itachi se preocupase tanto por mí pero ya era demasiado tarde, ya me sentía fatal por haber arrebatado tantas vidas inocentes, me daba igual que mi mente hubiese estado controlada por otra persona, había sido mi cuerpo el que les había dado el golpe de gracia.
Me teletransporté hasta mi casa aún llorando por la cruda realidad y me fui corriendo hasta mi dormitorio, donde había un espejo de cuerpo entero. Me desnudé frente a él buscando ese maldito sello pero no lo encontraba por ninguna parte... quizás nadie me estaba controlando y simplemente era un asesino sin piedad. Decaído, me senté en el suelo con la espalda pegada al espejo y apoyé mi cabeza sobre él cerrando los ojos dejando que las lágrimas volvieran a derramarse.
Me di suaves golpes en la cabeza contra el espejo por la rabia, entonces fue cuando me di cuenta de que no me la había revisado buscando el sello. Me puse de pie de un salto y fui hasta el baño para coger un espejo de mano, volví a la habitación colocándome de espaldas al espejo grande y con el pequeño entre mis manos intentando ver el reflejo del otro. Me fui separando el pelo para ver mi cuero cabelludo y lo vi... vi el sello en mi nuca tapado por mi cabello rubio...
Naruto Uzumaki
Volví a casa bastante afectado por lo que Itachi me había contado de mi padre pero por otra parte... Sasuke tenía posibilidades de volver a ver, aunque en parte también me preocupaban mis hijos. Conocía las habilidades de la sangre Uzumaki y yo habría hecho cualquier cosa por Sasuke pero hablábamos de nuestros hijos y eso cambiaba la situación. Sé que se lo tenía que contar a Sasuke, de esto tendríamos que hablar y tomar una decisión en conjunto.
Hoy Tai se había marchado con su equipo fuera de la Villa a una misión, tardarían al menos dos o tres días en volver si es que todo iba bien y creo... que con Tai y sus ojos casi siempre iba bien. Entré por casa sorprendiéndome de que no hubiera nadie. Seguramente Sasuke se habría llevado a los gemelos a algún parque a jugar o a entrenar... porque teniendo en cuenta como era Sasuke Uchiha, era muy capaz de haberlos llevado a entrenar. Decidí cambiar mi ropa de Hokage por algo más cómodo y me marché a la cocina a preparar algo para comer.
En estos años había aprendido a cocinar mínimamente. Era cierto que Sasuke solía cocinar bastante mejor que yo... excepto su "plato especial" que seguía siendo horrible y todos tratábamos de esquivarlo marchándonos al Ichiraku Ramen. Me coloqué el delantal y empecé a cocinar cuando sentí unas manos pasar por mi cintura y meterse bajo el delantal cogiendo mi miembro.
- ¿Qué haces Sasuke? – le pregunté sonriendo.
- Te echo de menos – me dijo mordiendo mi cuello.
- ¿Y los niños? – le pregunté.
- Se han quedado todos a dormir con Itachi, algo de una fiesta de no se qué – me dijo casi hasta ilusionado – la casa es toda para nosotros Naru – me sonrió con su perversión típica.
- Estoy cocinando Sasuke – le dije entre risas.
- Y yo intentando jugar contigo – me dijo divertido besando mi cuello – Vamos Naru... ¿Cuánto hace que no teníamos la casa para nosotros solos? Ven a jugar conmigo – me dijo sonriendo sentándose en la encimera mientras se comía la zanahoria que ya había pelado.
Le miré quejándome porque se la estuviera comiendo. La había pelado para la comida, no para él, pero le daba igual, sólo me sonreía con su típica sonrisa Uchiha. Sonreí de medio lado teniendo en cuenta las ganas que él tenía de sexo... yo también las tenía pero intentaba aparentar que no sólo por hacerle rabiar un poco. Al final después de pelar la segunda zanahoria me giré hacia él.
- ¿Hay algún juego preparado? – le pregunté sonriendo de medio lado sin mirarle del todo y él sonrió.
- Claro que lo hay ¿Con quién crees que estás hablando? – me preguntó con su prepotencia habitual mientras sonreía con malicia – uno muy morboso y divertido – me susurró al oído marchándose hacia la habitación.
Aquello me llenó de curiosidad y cuando se marchó no pude evitar sonreír y dejar la zanahoria en la encimera ya pelada. Iba a quitarme el delantal para subir cuando escuché como Sasuke hablaba desde el edificio de arriba.
- Naruto... ven desnudo, pero no te quites ese delantal tan sexy – me comunicó.
Menudo oído tenía el cabrón de él para saber que iba a subir. Sonreí sin poder evitarlo y decidí hacerle caso, no era aconsejable enfadar a un Uchiha. Me quité el delantal un momento para empezar a desnudarme y dejé completamente toda la ropa en el un lateral mientras volvía a ponerme el delantal atándolo a mi cintura y al cuello.
Subí las escaleras y fui hacia nuestro cuarto abriendo la puerta para encontrarme con una completa oscuridad. Cerré la puerta tras de mí dejando la sala aún más oscura de lo que ya estaba y sentí una mano agarrarse a mi trasero. Gemí levemente al sentir a Sasuke, al notar como se colocaba a mi espalda y restregaba su miembro erecto aún dentro de su pantalón por mi trasero.
- ¿Por qué tanta oscuridad, Sasuke? – le pregunté.
- Porque quiero que disfrutes de tus sentidos y no de tu vista. Sólo tienes que relajarte, disfrutar y dejarme hacer con tu cuerpo lo que quiera – me dijo de forma morbosa.
- Suena interesante. Sasuke... hazme lo que quieras – le dije.
- Me apetece... sexo salvaje, Naruto.
- Hazlo entonces – le reté.
Empecé a sentir más manos tocando mi cuerpo y aquello hizo que me tensase. Seguramente serían copias de Sasuke pero yo notaba demasiadas manos. Recorrían mi cuerpo entero. Unas tocaban mis pechos centrándose en mis pezones, otra metía su lengua con pasión en mi boca jugando explorando por completo cada rincón sin permitirme hablar, otras tocaban mi miembro con maestría haciendo que ahogara esos gemidos en la boca de aquella copia que estaba dominándome por completo... sólo podía notar manos y bocas recorriéndome.
Alguien... porque aunque eran copias de Sasuke no conseguía identificar al auténtico entre tanta oscuridad, cogió una de mis manos llevándolas hasta un miembro ¿Cuántos habían? Porque mi otra mano fue a otro miembro ¿Cómo podía ser Sasuke tan malditamente pervertido? Aquí estaba ahora, siendo besado por un Sasuke y sosteniendo en cada mano un miembro mientras les daba placer.
- Veo que te excita este juego Naru – me dijo socarrón a la oreja – mira como estás.
Sentía aún las caricias en mi cuerpo, en mi erecto miembro y es que no podía negarle que me gustaba, era un maldito pervertido y a este paso, me estaba convirtiendo a mí en uno.
- ¿Te gusta tener dos miembros para ti solo en las manos, Naruto? – me preguntó mientras restregaba otro miembro aún por mi desnudo trasero.
- ¿Sólo tienes estos tres, Sasuke? – le pregunté burlándome y él sonrió.
- Creo que estás hoy un poco hablador... eso puedo remediarlo – dijo cuando noté como el que me besaba se alejaba y en su lugar ponía la punta de su miembro en mi boca.
Estaba tan ocupado jugando con aquellos tres miembros de las copias de Sasuke cuando algo empezó a entrar en mí, creo que ese era el Sasuke original. Metió sus dedos en mí mientras yo no paraba de gemir con tantas atenciones y finalmente... acabé corriéndome en la boca de una de las copias de Sasuke justo cuando el original empezaba a penetrarme.
Un líquido cayó sobre mí, era tanto... que creo que eran las copias corriéndose en mí entre gemidos y aunque sentí el ruido de las copias al esfumarse, seguía estando el Sasuke original dentro de mí moviéndose. Cogió mi cuello con fuerza empujándome contra el suelo y me penetró con más fuerza.
- Podrías ir por la casa más a menudo sólo con el delantal – me dijo sonriendo – me excita mucho ver este trasero Naru.
- Ni lo sueñes Sasuke – le dije sonriendo.
- Es una lástima.
Por la fuerza que Sasuke estaba haciendo intuía las ganas que tenía de hacerme el amor, supongo que las mismas que yo tenía de disfrutar de él y cuando acabó en mí, ambos nos sentimos satisfechos.
- Sabes cuánto te amo ¿Verdad? – me comentó.
- Lo sé Sasuke – le dije.
- ¿Qué te preocupa? – me preguntó intuyendo enseguida que me ocurría algo.
- Tenemos que hablar de algo importante Sasuke... es sobre tus ojos y esa ceguera.
- Vale, hablemos – me dijo abrazándome mientras me besaba el cuello.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top