Desesperación
Shi QingXuan miraba a la distancia el sol fundiéndose bellamente con el mar, tiñendo el agua de un tenue color naranja y llenando su corazón con una suave calidez.
El delicado brillo del sol le daba una apariencia angelical a ese bello rostro cansado, sus ojos siempre alegres dejaban ver un tinte de tristeza escondido tras ese velo de alegría, su sonrisa tímida mientras escuchaba las olas romper contra las rocas, alzo la mirada al cielo y rezó una plegaria en silencio por su hermano.
Ya no creía en los dioses, ya había visto lo inútil que podía llegar a ser esa fe, pero creía que si había alguien capaz de apiadarse del alma de su hermano, felizmente daría la suya a cambio.
Sin querer atormentar más su espíritu se levantó, un fuerte golpe de dolor le recorrió entero cuando su pierna enferma tocó el suelo, pero solo mordió su labio y comenzó a arrastrarla, sus mejillas padeciendo levemente por el sufrimiento que le parecía ahora caminar, pero agradecido de aun poder hacerlo.
Sus pasos se detuvieron de pronto al sentir una presencia tras él, una sonrisa melancólica en sus labios mientras volteaba la cabeza, viendo de reojo una figura de negro, su rostro no cambió para mostrar alegría o miedo.
Volteo de nuevo hacia el frente y siguió su camino, la presencia del demonio cada vez más cercano a él hasta que las manos frías se ciñeron sobre su cuello, robándole un suave jadeo, sus ojos se encontraron con los del hombre de negro, su expresión carente de gentileza.
-¿Será hoy?...
Preguntó, sin mostrar miedo o simpatía por el otro. No estaba realmente interesado en él. En el fondo de su corazón lo sabía, no lo odiaba, pero ya no existía ni una pizca del amor que en el pasado le había profesado. Cuando lo veía, solo miraba al asesino de su hermano, pero cuando intentaba odiarlo, recordaba los pecados que ambos habían cometido contra él.
No tenía caso tampoco intentar vengar a la persona que más le había amado, un humano no podría hacer nada contra una calamidad; pero tenía aún menos sentido pedir disculpas por una deuda pagada. En su corazón, lo único que quedaba para este hombre, era indiferencia.
-Responde, ¿Hoy será el día que pueda reunirme con mi adorado hermano?
Pregunto el delgado chico sin miedo, sin intentar alejarse o buscar simpatía del otro. Sus ojos se cristalizaron cuando el agarre se apretó contra su cuello, cortándole la respiración, un jadeo escapó de su garganta y una suave sonrisa se dibujó en sus labios. Cerró los ojos, pero en ese momento, cuando estaba dispuesto a entregar su vida, cayó contra el piso y su pierna enferma impactó contra una roca haciéndole volver en sí mismo por el dolor.
Respiro con calma y volvió a levantarse, dándoles espalda a la calamidad sin siquiera darle una última mirada, la luz del día se acababa y el aún debía ir a buscar donde dormir.
Tiempo después una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla manchada de tierra mientras se dejaba caer contra una pared de un antiguo templo, sus ojos fijos en la figura de su hermano, pero la expresión tranquila en su rostro seguía ahí.
Las lágrimas no eran por el mismo, él estaba bien, sufría dolor, pero sabía que no duraría mucho, sentía como la vida escapaba poco a poco de su cuerpo y la sangre se pudría en su interior desde su último accidente.
Estaba muriendo
Pronto vería a su hermano de nuevo, no habría más reencarnaciones o sufrimientos, fuere el lugar al que fuere, sabía que sus deudas de sangre estaban saldadas y solo pedía descanso.
Solo pedía ver a su hermano de nuevo.
Él estaba conforme con su vida y ahora con su muerte. La había esperado desde hace tiempo y ahora estaba dispuesto a recibirla como a una vieja amiga. Casi sin fuerzas se arrastró a los pies de la estatua de su hermano, despidiéndose de ese rostro arrogante, pero amable, solo por si no podía volver a reunirse con él en otra vida.
Sintió el beso helado de la parca sobre sus labios y una silenciosa lágrima mancho su mejilla cuando su alma abandonó ese recipiente dulce y dañado, sus ojos mostrándole la imagen de un hombre de negro como último recuerdo de esa vida.
♡
He Xuan veía al antiguo señor del viento sentado frente al mar, ese pequeño cuerpo embobado con la belleza de sus dominios, pero sabía que no lo buscaba a él, su mente siempre estaba con ese maldito... quien le había robado la razón de vivir dos veces...
No, la segunda vez el mismo se había encargado se tirar a la basura esa razón, pisoteo su corazón y lo arrojo a los muertos para pagar una deuda que no era suya.
Su corazón se apretó casi como si aún hubiera algo latiendo en su interior cuando vio a su antiguo "amigo" levantarse, su cuerpo temblando bajo su propio peso y no pudo evitar recordar esa delicada figura vestida de mujer bailando a su alrededor, suplicando su atención... diciendo que era su mejor amigo.
En un impulso de valentía se acercó despacio al mortal, su cuerpo lleno a una sensación similar al nerviosismo, una muda esperanza de ver algo para él en esos ojos, aún si fuera odio, solo quería saber que aún ocupaba un espacio en la vida de ese niño.
Pero cuando él volteó no vio nada, no había odio ni mucho menos el afecto que siempre estaba presente años atrás... la mirada seguía igual de viva que siempre, la persona se veía en paz, definitivamente no estaba vacía, simplemente no tenía nada para él
Su pecho se encogió dolorosamente, y su agarre se apretó alrededor del grácil cuello buscando al menos despertar miedo, pero lo que vio fue una suave alegría y lo entendió al escucharlo... todo este tiempo el niño quería reunirse con su hermano, no con él...
Lo soltó de golpe y el quejido que el antiguo dios soltó por el golpe hizo nacer una semilla de culpa, mordió su labio con fuerza al verlo levantarse y solo marcharse...
No hubo gritos, reclamos o disculpas... esa persona ya no tenía nada más que quisiera ofrecerle y sin embargo, He Xuan necesitaba tanto de aquello que ese inocente ser le daba antes.
Su alma cada día se ahogaba más en desesperación, ya no tenía a su familia para motivarlo a vivir, ya no había alguien sobre quien desencadenar el odio que aun sentía y buscar venganza, ya no podría reencarnar o ver a su familia cuando esta vida acabara y ya tampoco contaba con ese joven revoltoso a su alrededor.
Ya no era necesitado, ni tampoco tenía algo que le impulsara a vivir.
Quería escuchar la risa de su madre, ver los ojos de su hermana y la sonrisa orgullosa de su padre, tocar la piel de su antigua prometida
Deseaba ver de nuevo la sonrisa del señor del viento... escuchar sus tonterías, sentir el cálido latido de su corazón.
El recuerdo de Hua Cheng le invadió de pronto, de él y el bello inmortal que amaba... recordó como la lluvia roja asesinó, mintió y se vengó y aun así ahora era feliz...
Y hubo una sola diferencia, él jamás daño a la persona que amaba aún si no era correspondido aún.
Mientras él mismo pisoteo una y otra vez los sentimientos de ese joven, se burló de sus súplicas y le hizo pagar cada sonrisa con lágrimas, como si él hubiera sabido el pecado que cometieron por él.
Su corazón se hundió en una meditación fría mientras su mente bullía de actividad, decidido, ya no podía seguir existiendo en remordimientos, la venganza había sido pagada y un mortal no podría iniciar el ciclo de muerte de nuevo.
Iría y ofrecería su vida, para bien o para mal. Ya fuera para que Shi QingXuan se vengara o para que le perdonara, esa persona era único que a esta vida le quedaba para ofrecerle.
Y si ambas opciones eran rechazadas lo tomaría por la fuerza, lo llevaría a su palacio y lo devoraría por completo, tomaría su alma y todo lo que pudiera de él...
Ya fuera su amor, su odio o su perdón... todo lo de esa persona, que no fuera indiferencia, lo quería. Si otros pudieron obtener perdón ¿por qué él no podría?
Su cuerpo apareció poco después frente al templo donde sabía que descansaba el mendigo, en su corazón prometiéndose que si el chico se lo permitía lo bañaría en lujos y riquezas, si con eso lograba aliviar la culpa.
Sus ojos se quedaron fijos en esa delicada figura, el rostro pálido por el reflejo de la luna, tan quieto que parecía... que parecía ni siquiera respirar
Si pensarlo más se acercó al débil cuerpo mortal, sus ojos estrechando se al sentir el frío del hombre contra su propio ser, al punto de que casi podría igualar su propia temperatura... la temperatura de un fantasma.
Sin pensarlo coloco su cabeza contra el pecho del chico, apretando las manos al sentir que parecía sentir sus costillas de lo delgado que el joven estaba, sus ojos cristalizando se al notarlo... no había más un corazón que latiera en ese pecho, ya no había un alma que le diera calor, ya no había quien le concediera perdón, amor u odio.
La última persona que ataba su existencia a este mundo ya no estaba.
Se apartó del cuerpo frío como si quemara y sus ojos pudieron presenciar como perdía el poco color que le quedaba, su suave palidez se transformó en un blanco casi transparente y sus ojos dejaron caer lágrimas que ensucian su rostro
He Xuan retrocedió como si la sola vista le hiriera, ya no lo vería de nuevo... a donde sea que las almas de antiguos dioses fueran no sería el mismo al que iría él, tampoco iría al mismo sitio donde descansaba su antigua familia y el único ser que aun recordaba siquiera su nombre real estaba feliz viviendo con un dios...
Ya no tenía ni odio que perseguir ni deudas que saldar, no había perdón que buscar tampoco... no había nada
¿Qué le queda a alguien que perdió a quienes amo, a quien odio y a la oportunidad que la vida le había regalado para volver a empezar?
Solo le quedaba vacío y desesperación...
Hola
Bueno, primero que nada si alguien conoce el autor de la imagen que estoy usando como portada les agradecería con el alma que me lo dijeran para poder darle créditos. Esto surgió como algo repentino así que no tuve oportunidad de buscar a detalle y sé que si lo pienso más terminaré por no subirlo (la imagen estaba en mi galería desde hace mucho)
Escribo para poder sacar cosas que me pesan en el alma y les pido una disculpa por llenarlos con ello
Aun así, gracias por leerme
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