Cuerpo III

Helios: Verdades y Mentiras

Flashback golpean su cabeza, como si fuesen memorias que un evento traumático bloqueo de su mente y ahora vuelven con la fuerza de un río de aguas oscuras: Los gritos la imagen de Dana semidesnuda atada de manos sobre esa mesa de taller, esa mirada teñida de rojo y sus puños manchados en sangre. Por un momento Helios se vio a si mismo con una sonrisa de satisfacción por haberle destrozado a ese chico debajo suyo ¿Era verdaderamente un recuerdo o una distorsión de como se veía a su mismo? Pero la escena vuelve a repetirse y está vez era el quien recibía ese golpe de llave en la cien mientras una Danna muy joven grita desesperada...

—¡Danna!— Grito en medio de la oscuridad.

Cuando pudo caer en cuenta estaba en su cuarto en ese piso compartia con Charleen, su novia quien no ocupaba el espacio en su cama. Se tocó la cien y se puso de pie apartando de su cabeza aquel mal sueño y miro la hora en el reloj digital que con dígitos rojos las 8:40AM; pensó que su alarma lo despertaría una hora antes como acostumbraba a hacer el dueño de la pequeña empresa de diseño Terranova Desings, había ignorado que su celular no estaba cargado, y cuando pudo volver a traer a la vida el descargado aparato encontró cientos de llamadas de Allister, su estresado socio sobre las fechas que estaban a punto de cumplir y aún no se tenía claro que maquetado final tendrá la revista Zona Franca con quiénes ya tenían tiempo trabajando. Le escribió a su amigo el acostumbrado "Cuando llegue allá  lo hablamos bien hermano." Cuando quería no dar tantas largas por teléfono a él le gustaba hablar en persona.

Suspiro tan pronto cuando se arregló para un día que comenzó con el pie izquierdo según su parecer pues su rutina no podía empezar muy bien sin un café negro oscuro, 7:30 am, mesa 5 en la cafetería Rositta Nostra. Dejó de sentir condescendencia de sí mismo sobre su descuido y vio sobre la mesa de la cocina del apartamento  que compartía  con su novia Charleen hace más de dos años una nota escrita por la jovial chica de cabellos castaños y lunares en su espalda. "Lamento por irme en plena noche pero una amiga me necesitaba en ese momento." Fue lo que leyó mientras tomaba las llaves.

—¿Sarah se habrá peleado con su marido otra vez? No sé por qué ese par siguen juntos.

Dijo en voz alta mientras negaba con la cabeza, volvío a dejar la nota sobre la mesa y se marchó rumbo a aquel lugar donde solía tomar el café que tanto echaba en falta para mejorar su mañana misma hora, misma mesa como si fuese algo mecánico en él. Velencia por la mañana se bañaba de brisa de sal marina venida de unos desde los kilómetros que la separaban de Santa Mónica, su ciudad hermana y costera dejó sonar ese desconectado de la banda de Cerati; los unplugged era como  llamaba el canal de Music Televisión & Radio a esos conciertos en vivo de artistas famosos entre los jóvenes de los 2000s, era un gusto adquirido por su amigo Joel quien no dejaba de bombardearlo con de Música Ligera  en las fiestas de su casa por allá en el 2010. Suspira al tener recuerdos  amargos y detiene el auto frente a la fachada del Rositta Nostra.

—¡Bien, vamos por ese café y después a trabajar! Lo que me espera hoy va a ser insufrible.

Dijo para sí mismo mientras empujaba con suavidad esa puerta fijando su vista en su mesa favorita del lugar pero algo lo hizo pese lo concurrido del sitio pudo notar a la distancia como Charleen, su novia estaba con otra persona en una charla que pasaba de lo formal y lo profesional a una cercanía que le incómodo como una punzada sobre nuca; intento buscar una lógica a lo que estaba aconteciendo "Solo debe ser un amigo que quizás no conozca" pensó en esa fracción de segundo sentándose enseguida en una mesa cercana, ella no le había dado motivos para empezar a desconfiar pero ¿Por qué no le contaría de una reunión con alguien? Cavilaba el hombre perdido en esa vista de ambos cuando notó que alguien más se había sentado en la mesa junto con él.

—Disculpe solo voy a estar aquí unos minutos, no encontré más sitios donde sentarme— Comentó Mara dejando su bolso sobre la mesa.

Helios solo asintió en un silencio incómodo mientras su vista se fija en la mujer que llevaba lentes oscuros de lo que noto que llevaba tiempo llorando, algo en su apariencia se le hacía familiar como si la hubiese visto antes hace algunos años.

—Pierda cuidado... Solo voy a estar aquí unos minutos.

La mirada de la mujer que estaba fija en la pareja de Helios y aquel hombre volvió al diseñador gráfico levantando una ceja al escuchar sus mismas palabras, él solo se quedo pensativo y después de intentar recordar su rostro supo que era Salvatore Jeanez ¿como pudo haber olvidado que era el jefe de su novia en esa empresa de logística? Hace más de 3 años le habían contratado para diseñar un folleto de presentación para ellos. No podía creer que se que entre asistente y jefe hubiera tan rara cercanía de todo esto era algo que no podía dejar de incomodar y más cuando aquel hombre entrado en canas toma la mano de su prometida la que tenía ese anillo de compromiso que meses antes le había dado como propuesta de matrimonio en el restaurante Bissau.

—¿Les conoces?— preguntó Mara inquisitiva.

—¡Eh ¿Que?!— Soltó de su boca Helios.

Mara volvió a preguntar comprendiendo que aquel hombre que le acompañaba tenía mucho que ver en lo que estaba pasando.

—¿Que si les conoces?— Volvió a preguntar impaciente.

Helios contuvo la rabia que estaba sintiendo y las ganas que tenia de ir ahí y partirle la cara a ese sujeto.

—Ella es mi novia...

Fue lo que pudo decir antes de intentar levantarse, Mara actuó enseguida frenando a un Helios muy molesto y se sentó justo a lado suyo sosteniendo su mano para calmar el impulso de aquel hombre de piel morena.

—Ese tipo que la acompaña es mi marido pero si armas una escena en este momento negaran todo y diran que solo es un mal entendido de tu parte.—Expuso la chica de cabello castaño y ondulado.

—Pero es obvio que ambos son más que un jefe y su asistente.—Prosiguio después de calmarse.

—No van a admitir que son amantes a menos de los pillemos en el acto. — Respondió Mara.

La camarera del café se acercó a la pareja de desconocidos con una sonrisa característica de quiénes están acostumbrados a recibir a sus clientes.

—Buenos días y espero que estén teniendo una buena mañana ¿Ya decidieron que van a ordenar?—Preguntó la camarera.

—De hecho ya nos íbamos ¿Cierto cariño? —Hablo Mara tomando la mano de Helios cuando él volvió a mirar a la mesa donde sus parejas estaban.

—Sí y muchas gracias, es usted muy amable.— Expresó muy serio.

Ambos salieron del Rositta Nostra y al llegar en su auto fue donde le hombre se rompió frente al volante, pasó de sentir la felicidad de las vísperas de su boda a ser el hombre más desafortunado que existe y la frustración de pensar en cómo se habían reído ambos a sus espaldas se mezclaba con ese dolor que lo empujaba a querer entrar de nuevo.

—Llamala, si no tiene nada que esconder te dirá la verdad.

Fue lo que le dijo Mara quien estaba en el asiento del copiloto en igual desdicha que él, pues cada vez se estaba convenciendo de la infidelidad de Salvatore. Miro como Helios tomaba un fuerte suspiro mientras tomaba el móvil y marcaba al número de Charleen, para segundos después mirar hacia el parabrisas buscando entre las gentes a su esposo y su amante quien nerviosa mira el teléfono debatiéndose entre su contestar o no. La novia de Helios solo desvío la llamada volviendo a guardar el dispositivo en su bolso.

—¡Miserable! ¡Es una maldita miserable!—Exclamó molesta la chica de pelo castaño.

Aquel hombre a su lado estaba hecho un cuadro a la desazón motivo por el cual la mujer lo llega a abrazar mientras aquel sujeto deja salir ese sentimiento de traición y tristeza.

—Soy Mara, Mara Alcázar.—Fue lo que le dijo.

El hombre después de limpiarse las lágrimas y recobrar la compostura la miro y asintió dándole la mano.

—Yo soy Helios Ramos.

—Como ves Helios, tú y yo tenemos mucho que ver con ese par de basuras y no creo que una venganza pasional sea algo que debamos hacer, necesitamos hacerles sentir lo miserables que son y por ello debemos atraparlos en el acto.

Comento con malicia la mujer mirando como su marido y esa chica se apresuraban a salir del lugar.

—¿Y como? Por lo que veo ambos nos estuvieron viendo la cara de idiotas todo este tiempo.

—Necesitamos saber en qué lugar hacen sus miserableza y cuando sea ese momento los haremos sentir la clase de basura que son.

Pese a mostrarse fuerte la Mara se estaba sintiendo igual de peor que Helios pero no quería repetir la misma historia de su madre, aguantarse  años de infidelidades solo para dar una buena imagen de matrimonio sólido para la familia de su padre y sus tíos. Recordar las noches de lágrimas de su madre solo revivió ese trauma en ella.

—Entonces ¿les seguimos? ¿Y luego que? — preguntó Helios mirando a su novia y a su jefe abordar el auto de Salvatore.

—Es seguro que no lo harán hoy, ella está nerviosa de que la llames y seguro está esperando a que le marqués de nuevo al teléfono.—Respondio la chica de pelo castaño.

La mujer detiene a Helios justo antes de que le marcará al móvil.

—Pero no lo harás, esperarás hasta que esté más tranquila y que mi marido la convenza de salir de nuevo es ahí donde debemos actuar, saber en dónde se ven para tener sexo.

—Está bien, puedo averiguar qué hoteles hay por esta zona.— Comentó un Helios más tranquilo.

—Conociendo a Salvatore...  Seguro irán al Palacio Costello que está no muy lejos de aquí — Mara golpea el parabrisas al recordar la primera vez que estuvieron juntos en ese lugar.

Con una mirada perdida en el auto donde sus parejas ambos solo piensan en cómo deberán seguir sus vidas después de saber la gran mentira que han creído de quiénes amaban.

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