Cuerpo II
Mara: Las Lagrimas de un Corazón Lastimado
En un cuarto infantil, pintado con motivos de animales pequeños y en el centro pegada a uno de otros muros decorados hay una cuna, en ella se encuentra un menor de 1 año que duerme plácidamente. Frente al angelical bebé una mujer de cabello ondulado y ojos en tonos cafés miran a su pequeño, arreglando la mantita que estaba a medio cubrirlo. Mira el reloj en la pared marcando las 7:00 am, ya mas tranquila Mara se acerca a la entrada mirando otra vez a su hijo procurando no despertarle; vuelve a su habitación donde Salvatore, su esposo dormitaba sin que el sonido de la puerta logre sacarlo del sueño; la mujer se acerca caminando con pies en punta hasta se meterse bajo las sabanas poniendo su rostro encima del pecho de con quien lleva mas de 3 años de casada.
—¿Índigo no se despertó cierto? —Preguntó el hombre de marcada barba y cabello corto.
—No, parece que el sonido en el monitor era porque no estaba bien arropado. —Respondió Mara besando su cuello tiernamente.
Salvatore solo acaricia su espalda, haciendo a un lado su rostro en la almohada dejando que la mujer siguiera sus caricias pero deteniéndola cuando quería ir mas allá de sus pantalones.
—Tengo que alistarme para el día de hoy, tenemos junta de asociados a las 8 por los problemas que han habido con los proveedores. —Dijo su esposo incorporándose de la cama.
—Ha pasado un tiempo desde la ultima vez que... —Dijo Mara antes de que el beso de Salvatore le sorprendiera.
El hombre con algunas canas asomándose en su cabello oscuro pone las manos en los hombros de su pareja, acariciándolos de manera pausada esperando a que su esposa dejara de estar tensa, sabía como generar confianza en las personas y como convencerles cuando necesitaba evitar temas que no quería tratar.
—¿Qué tal si este fin de semana, llamamos a Maira para que cuide a Índigo y tú y yo tenemos una noche para los dos? Sin teléfonos y sin pensar en otra cosa que no sea en nosotros.
—Esta bien, me gustaría ir al Bissau contigo cariño. —Respondió Mara con una sonrisa tímida y sonrojo en su cara. —Aby me ha contado que es un sitio muy romántico.
—Si es contigo cualquier sitio pasa a ser perfecto. —Comento aquel hombre sosteniendo su mejilla en su mano mientras su esposa suprimía las ganas de saltar encima de él.
Salvatore se aleja de su esposa después de contentarla y sonrojarle con ese halago e ir en dirección al baño para tomar una ducha rápida y ponerse presentable para el trabajo, solo tenia una hora para llegar a tiempo. Se quita la ropa hasta quedar desnudo frente a su mujer, haciendo que la chica de cabello castaño se mordiera el labio mientras le mira, hasta poner una de sus manos entre sus piernas apretando la tela del pijama y su ropa interior contra su sexo húmedo por el deseo de tomar a su esposo, talvez en su noche para ellos solos tendría la oportunidad de desfogar esos deseos que su hombre le provocaba. Miró el reloj que marcaba las 7:10 de la mañana y la prisa la saco de dar rienda suelta a sus ganas de intimidad en su cama matrimonial, pasa a levantarse e ir a la cocina a preparar algo rápido para Salvatore.
—¡Te veo abajo amor, por lo menos toma algo de café y come algo antes de salir!— Dice Mara frente a la puerta del baño.
—¡Esta bien, no podría ser una buena mañana sin uno de tus cafés cariño!— Responde su esposo.
La mujer bajo animada a la primera planta y una vez estando frente a la encimera de la cocina puso la jarra de cristal en la cafetera añadiéndole su combinación de café y otras plantas aromáticas en especial la caléndula y miel junto a granos enteros, huele su mezcla con una sonrisa marcada en uno de los hoyuelos de su mejilla.
—Está perfecto— comentó después de aspirar el olor que salía de la cafetera.
Unos minutos después de poner sobre la mesa del comedor un plato con un poco de fruta picada, la mujer mitad marroquí vio como Salvatore bajaba por las escaleras que van hacia la segunda planta donde estaba el cuarto de ambos; su esposo se abotonaba el puño de una de sus camisas, la mujer le brindo la taza de café cuando ve que está acomodándose la corbata a lo que ella le da el ajuste perfecto al nudo hasta cruzar la mirada con él, era su ritual como pareja por la mañana. Su esposo pone un maletín donde siempre llevaba documentos importantes y folios de reporte del ultimo mes de su empresa de logística de transporte; fue en ese lugar donde Mara hizo una pasantía y logro conocer al hombre de su vida.
—Parece que las cosas van por buen rumbo si el señor Salvatore Zamora está dedicándole demasiado de su tiempo a llegar temprano a trabajar— Dijo su esposa mientras le ofrecía un trozo de fruta del plato que preparó para él.
—Bien, se podría decir que estamos en una buena racha presentando nuestro portafolio a nuevos inversionistas.— Le respondió llevándose a la boca el trozo de fruta, lamiéndole el dedo a Mara.
Su mujer besa su mejilla abrazándole.
—Me alegra mucho ver que cumples poco a poco las metas que te propusiste en año nuevo.
Salvatore solo asiente cuando le da un sorbo al café, tanteándose los bolsillos del pantalón al notar que no tenia su teléfono móvil, Mara lo notó enseguida.
—¿Tu teléfono? Seguro está en nuestro cuarto sobre el escritorio donde pones la laptop.
—Es verdad ¿podrías buscarlo por mi amor? Así puedo acomodar estos papeles mientras vuelves con el y salir enseguida.— Le pidió su esposo.
—Bien, vuelvo enseguida cielo.
Le respondió Mara poniéndose de pie y se dirigió a las escalera, mientras se apresuraba en el pasillo dio una mirada de reojo a la habitación de su hijo y vio que el pequeño estaba de pie a un costado de la cuna, el bebé hizo un gesto notable de alegría con una sonrisa infantil tan cálida que el corazón de su madre se enterneció con fuerza; corrió a levantarlo tan pronto el sonriente Índigo extendió sus manitas hacia Mara quien lo levanta llenándolo de besos.
—¡Te amo demasiado mi príncipe hermoso! Alguien se despertó temprano hoy ¿Quién tiene hambrecita? Tú ¿verdad?
Le dijo a su bebé besando su mejilla, cargándolo con sus dos manos y poniéndolo contra su pecho mientras el pequeño de 1 año y poco mas de dos meses le sonríe llevándose uno de los juguetes de su cuna a la boca; Mara después de olvidar por unos minutos el porque estaba en la segunda planta de su casa, recuerda el celular de Salvatore y se apresura a buscarlo con Índigo en brazos, entra a su cuarto y con certeza va al escritorio donde ve el teléfono de su marido pero su pequeño deja caer su juguete sobre el escritorio empezando a llorar cuando su pequeña manito extendidas no llega hasta donde había caído, su mamá le da el teléfono por unos segundos mientras que con dificultad alcanzo el juguete de su hijo, notando que el infante había desbloqueado la pantalla.
Nunca en el tiempo que llevaban de pareja ella y Salvatore tuvo la tentación de revisar su teléfono, él era muy transparente con ella y nunca le ponía claves ni protección para desbloquear el móvil, pero esas notificaciones de mensajes en VoidChat llamaron fuertemente su atención.
Charleen:7:55
¿Nos vemos hoy?
Te extraño, lo de ayer fue fantastico <3.
¿Podemos repetirlo?
Sus ojos recorrieron esas notificaciones creyendo que eran simplemente un engaño de su mente, pero entre mas lo hacia mas pensamientos sobre la naturaleza de esos mensajes le irritaban y prendían como una chispa sobre pólvora su enojo, frustración y el sentimiento de sentirse traicionada, el nombre de una mujer y la manera cercana en que esos mensajes estaban escritos no daba a dudas de que algo había pasado entre ellos, pero el balbuceo de su hijo la sacó de sus cavilaciones y conteniendo las lagrimas mira a su bebé con una sonrisa, con una de sus manos se seca lo mas rápido que puede esa pequeñas lagrimas que no pudo aguantar y con un vacío tan doloroso en su pecho, toma el móvil en su mano para abrazar a su pequeño y salir de su habitación con pasos pesados que hicieron que el pasar por ese pasillo hacia las escaleras se hiciera eterno ¿Cómo debía abordar la situación para saber si todo lo que había leído estaban pasando en realidad?
Cuando ve a Salvatore saludando al hijo de ambos se quedo muda, como si un pesado doloroso nudo estuviera bajando por su garganta, el hombre tomo el teléfono y le dio un beso a ella y su bebé como era costumbra para despedirse, ignorando el silencio que hizo la mujer mientras el niño inocente de todo despide al papá que se aleja hacia un Citroën C-elysée que estaba parqueado frente a su hogar, cuando Mara al fin pudo liberarse de ese estado casi en shock dejo salir un ligero quejido que después se hizo un llanto pasando a apoyarse en uno de los muros de su casa los llantos resuena en eco dentro de esa habitación mientras el auto se aleja de la casa que ambos habían formado.
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