Capítulo 6
El albino miraba con odio puro al ser de piel blanca que se encontraba frente a él, arrodillado en una pierna viéndolo como si fuera tan solo un crio.
—Es mentira... —escupió, intentando volver a levantarse.
—Tu de verdad eres un terco. ¿En serio quieres que te lo muestre?
—Atrévete a tocarme y juro que te destruiré.
El pelinegro ya molesto tomo de los albinos cabellos al menor, levantándolo como si de una delgada rama se trata.
—No te atrevas a volver a amenazarme, Tobirama Senju —con su otra mano tomo el cuello del menor, comenzando a ahorcarlo—. Puede que en ese pueblo de mortales fueras considerado como el futuro líder, pero aquí no eres mas que una criatura de la oscuridad y te guste o no, tendrás que adaptarte a nuestras costumbres —hizo más fuerte su agarre, escuchando el sonido como de un cristal rompiéndose—. Y esta es tu primera lección, pequeño: ningún vampiro pude matar a su creador. Así que no importa lo que hagas, o cuantas veces intentes destruirme, simplemente no podrás si siquiera clavar una estaca en mi mano. A menos de que yo te diera la orden, pero créeme, eso no ocurrirá...
Diciendo lo último, soltó al albino, quien rápidamente llevo sus brazos a su cuello y comenzó a toser fuertemente.
Madara desde su postura veía como las grietas en el cuello del Senju comenzaban a cerrarse.
Puede que ellos fueras unos demonios difíciles de vencer, pero una de las desventajas de ser una criatura de la oscuridad es que su cuerpo; casi parecido al de un cristal, con demasiada fuerza su piel comenzaba a grietarse como si se tratara de un vidrio, pero rápidamente la fuerza disminuía las grietas en la piel se cierran rápidamente, todo sin necesidad de soltar ni una sola gota de sangre.
Tobirama al recuperarse simplemente mantuvo la mirada fija en el suelo y una mano en su garganta; el maldito tenía razón, no podía hacerle nada. Tan rápido sintió como el pelinegro lo tomo de su cabello intento alejarlo, pero no fue capas de mover sus brazos, ni cuando comenzó a ahorcarlo pudo hacer algo, sentía como su una energía invisible evitara el siquiera lo tocase.
—Ya que aprendiste tu primera lección, es hora de tu capacitación. —dijo, sonriendo de una forma burlona.
De repente ambos escuchan las pisadas de una persona, Tobirama no puede evitar sorprenderse, su oído es mucho mas fino que antes, pues las pisadas que lograra escuchar no están cerca. En cambio, Madara simplemente se acomoda un poco su ropa y comienza a caminar a la entrada, con escuchar las primeras pisadas sabia exactamente de quien se trataba.
—Padre —exclamo, tan pronto vio como una figura se acercaba a la entrada y inclino su cabeza ligeramente, como señal de respeto.
—¿Ya despertó? —pregunto tan rápido estuvo frente a su hijo. Madara asiente a su pregunta y el mayor se dispone a entrar a la cueva.
El Uchiha ve algo divertido como el menor lo ve a primera vista con desconfianza, pero más lo divirtió que tuviera una mano alrededor de su cuello. No se había equivocado, su hijo no era de las personas que tuviesen mucha paciencia.
—Veo que mi hijo te dio una bienvenida apropiada, Tobirama. —lo mira fijamente a los ojos.
El Senju sostuvo la mirada del mayor con la misma intensidad, fue hasta que el menor ensancho sus ojos con sorpresa; Tajima al ver su reacción no pudo evitar sonreír, mostrando sus colmillos.
—Así que lo recordaste, me sorprende que no me reconocieras tan pronto cruce la entrada.
—No es posible... usted esta...
—¿Muerto? —termino la pregunta—. Claro que lo estoy Tobirama, ya no tengo pulso, no tengo la necesidad de respirar, pero... aunque este muerto de alguna manera me encuentro aquí, parado frente a ti.
—Esto debe ser una trampa... —soltó con cierta furia—. ¿Cómo hozan ustedes malditos monstruos atreverse a usar la imagen de Tajima Uchiha? —se levantó del suelo, apoyándose con dificultad en la pared fría.
—El muchacho es terco... —exclamo, volteando ver a su hijo.
—Bueno, no por nada es hijo de su padre.
—Yo no diría lo mismo, Madara —dijo, volteando a ver a Tobirama—. Su carácter es más parecido al de su madre.
Tan rápido menciono a la mujer, el albino rápidamente formo su mano en un puño y dirigió el golpe hacia Tajima, aunque antes de que se acercara fue detenido rápidamente por Madara, esto solo lo enojo más.
—¡Ustedes, malditos monstruos no tienen permitido siquiera mencionar a mi madre! —grito con furia, hacia los dos hombres frente a él.
—No muchacho... —comenzó a acercarse, quedando frente al menor—. Tu, no deberías de hablar de tu madre tan a la ligera, no sabes toda la historia así que no puedes, opinar del asunto.
—¿Qué no se del tema? —pregunto, soltándose del agarre de Madara—. ¡Se perfectamente que fueron ustedes los que asesinaron a mi madre!
—Te equivocas, ninguno de nuestro clan tenía permitido acercarse a tu madre. —respondió serio.
—¡Es mentira! ¿En serio piensas que creeré en unos monstruos como ustedes?
—Deberías, Tobirama —dejo, comenzando a alejarse—. Porque a partir de ahora eres uno de los nuestros, y te guste o no tendrás que quedarte aquí, por que yo mejor que nadie sabe que si alguno de tu clan, o inclusive tu padre, ve en lo que te has convertido... no duraran ni un segundo en clavarte una estaca.
Tobirama simplemente se giro, agachando ligeramente la cabeza; tenia razón, no le quedaba más opción que quedarse en ese lugar, si el pueblo se enteraba de lo que es ahora ni siquiera Izuna lo aceptaría. Tan pronto recordó al joven Uchiha no pudo evitar suspirar con tristeza, ya nunca volvería verlo...
—Me alegra que comiences a entenderlo —exclamo, observando la expresión de tristeza en el menor—. Cuando estés de mejor humor, Madara vendrá por ti y te explicar cómo se vive aquí... —termino de decir y rápidamente camino hacia la salida, con su hijo a su lado.
La cueva estaba en un completo silencio, solo se escuchaba el goteo de las paredes, las cuales solamente escucharían los de su tipo.
El albino al verse completamente solo se permitió mostrarse débil; callo de rodillas al suelo y con toda su furia contenida golpeo una y otra vez el suelo de piedra, solo hasta que hizo un agujero fue cuando se detuvo y observo sus manos, los cuales estaban perfectamente bien, no había ningún rasguño, ni sangre... eso solo le recordó que ya no era humano y simplemente oculto su rostro entre sus manos, lamentando su estado y maldiciendo al destino por separarlo de la su familia.
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—Padre, ¿Estás seguro de esto? —pregunto Madara, tan pronto se alejaron de la cueva.
—Lo estoy hijo. Sabes tan bien como yo, que si hubiéramos intentado convertir a Hashirama probablemente hubiera muerto.
—Pero es de Tobirama de quien hablamos.
—Con mas razón, Madara. —volteo su rostro, mirando a su hijo a los ojos—. Puede que Tobirama sea hijo de Butsuma, pero también es hijo de su madre... tiene su carácter y si su madre hizo lo que hizo el también lo hará. No permitirá que ocurra una masacre como la nuestra...
—¿Y si te equivocas? y resultar ser igual a su padre...
—jajajaja... —se ríe ligeramente—. No es igual a él... vi crecer a ese niño, vi como fue educado y los valores que su madre le inculco antes de irse. Cuando sepa la verdad, hará lo correcto.
—Confías demasiado en un hijo de Butsuma...
—Tu mejor que nadie no debería de contradecirme —soltó serio—. Se perfectamente lo que planeas hijo, y para que tu plan funcione pones toda tu confianza en el pequeño doncel que conociste de pequeño —paro de caminar—. El ya no es un niño Madara, lo que piensas hacer es arriesgado tanto para ti como para el resto del clan.
—Lo sé, pero tal y como pones tu confianza en el hijo de tu antigua amiga yo pongo mi confianza en el joven inocente y justo que conocí.
—Tajima suspiro—. Ten cuidado Madara, si algo llega a salir mal en el solsticio perjudicaras no solo el plan, sino a todo el clan.
—Lo sé.
Dándole una mirada de advertencia a su hijo, Tajima se dispuso a caminar hacia el bosque.
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