Capítulo 5

El pueblo entero a buscado por tierra y mar al segundo hijo de Senju Butsuma, sin éxito alguno.

El menor de la casa Senju, Uchiha Izuna se despertó la noche de la desaparición del albino, al escuchar el grito más lastimero que había escuchado en años, gritos que se comparaban al ataque a su clan.

Finalmente fue el hermano mayor Hashirama, quien salió de la habitación al escuchar tal grito, y comprobó aterrorizado que su hermano no estaba en su lecho, ese mismo instante fue por su padre y rápidamente el jefe salió y con ayuda de todos los hombres del pueblo, se organizaron para buscar a Tobirama.

Un pequeño grupo de hombres se quedaron en el pueblo a protegerlo, mientras que el resto partía hacia la oscuridad del bosque.

Exactamente hoy habían pasado tres días desde la desaparición del menor de los Senju, los hombres después de su partida no habían vuelto hasta el día de hoy:

—¡Los guerreros han vuelto! —aviso un hombre del pueblo, sonando la campana de la iglesia.

Tan rápido se dio el aviso, las mujeres y niños salieron de sus hogares al encuentro de sus guerreros, esperando que todos hayan regresado sanos y salvos. Entre ellos estaba Hashirama y Izuna, quienes eran los mas angustiados. No habían tenido noticias del equipo de búsqueda, ni siquiera un mensajero y la espera había sido una verdadera tortura.

Ambos sabían que el grito que se escuchó aquel día era de Tobirama: pero era Izuna el único que sabia que significaba, pero no quería creer que de verdad alguno de ellos haya atacado a su amado, su hermano le había prometido que ni él, ni Hashirama sufrirían algún daño por esta sed de venganza. Quería creerle a su hermano mayor, quería pensar que Tobirama solo estaba herido, que había sido encontrado por los hombres y que habían llegado con el a salvo, no soportaba la idea de que el amor de su vida estuviera muerto...

Tan rápido los hombres llegaron a la entrada las mujeres corrían hasta sus parejas o padres, aliviando la preocupación que habían tenido desde hace días.

Lentamente Butsuma se acerco a su familia, la cual no se había movido de la entrada.

—Padre... ¿Dónde esta Tobirama? —pregunto Hashirama, al ver a su padre sin intenciones de hablar.

—Lo lamento tanto hijo mío... —dijo en un hilo de voz, mirando con ojos llorosos a su hijo.

Levanto su brazo lentamente, mostrando el abrigo de color azul que tenia en la mano, el cual estaba mojado por la nieve, desgarrado por la espalda y con un gran camino de sangre en el área del cuello, la cual pintaba gran parte de la prenda.

Hashirama grito, y con sus manos ocultando su rostro, callo de rodillas al suelo, llorando desconsoladamente.

Izuna lentamente se acercó, y tomo el abrigo de las manos del mayor. Su gran miedo se confirmó cuando vio los copos de nieve bordados en las mangas del abrigo, mismos que él había bordado especialmente para Tobirama; el abrigo había sido un regalo suyo que le dio hace apenas un año.

El doncel abrazo fuertemente el abrigo, comenzando a llorar tan lastimeramente que todo el pueblo no pudo evitar sentir el dolor y la pena del pelinegro. Ya muchos en el pueblo habían notado los sentimientos del menor de los Senju y el ultimo Uchiha, y no podían imaginarse el gran dolor que el bello doncel debía estar sintiendo.

Butsuma se arrodillo al lado de su hijo y lo abrazo con todas sus fuerzas, por un intento de disminuir el dolor de su familia y el suyo propio. Habían encontrado el abrigo el segundo día de su búsqueda, pero el obligo al equipo a seguir buscando; no quería aceptar que su único hijo había sido asesinado por uno de esos monstros, no quería aceptar que el único recuerdo de su amada esposa haya sido también arrebatado por esos malditos seres de ojo carmesí...

No había ningún ruido el todo el pueblo, solo se escuchaba el dolor de una familia, mismo dolor que era escuchado hasta el bosque... por el causante de este. Quien rápidamente al oír los lamentos se marcho al bosque.

No quería escuchar... 



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Su cuerpo se movía ligeramente, tan rápido como su mente comenzaba a despertar...

Abrió muy lentamente sus ojos, al principio veía borroso, pero no paso mucho hasta que su vista mejoro para saber en dónde estaba exactamente.

Lo primero que vio fue una pared oscura y húmeda, lo que identifico rápidamente como una cueva. Alcanzo a escuchar el goteo del agua y el crispar de las llamas, fue ahí que giro lentamente su cabeza y noto una antorcha a no mas de un metro de él, aunque la luz de esta era baja, sorprendente podía ver la cueva perfectamente.

Se levanto del suelo, dándose cuenta de que no traía su abrigo, pero sorprendiéndose del echo de que no estuviera congelado... en ese momento los recuerdos de aquella noche llegaron a su mente.

Rápidamente dirigió su mano a su cuello y sintió como dos marcas en el mismo...

Observo sus manos, su piel había sido muy clara desde siempre había heredado la apariencia de su madre, pero el perfectamente noto que su piel ya no tenia el mismo tono que antes, ahora era de un color mucho mas claro, como el de un cadáver.

Entonces dirigió su mano a su pecho y comprobó, aterrorizado que ya no tenía pulso... su corazón ya no latía.

Él ya no era humano, ahora era un monstruo...

Intento levantarse para salir de ahí, pero tan rápido intento dar un paso cayo boca abajo contra el suelo frio, y sin poder contenerlo comenzó a soltar pequeñas lagrimas de sus ojos, las cuales eran de un color rojo pálido, casi rosado y esto solo le dolió más...

En sus lamentos escucho los pasos de una persona, y cuando por fin levanto la mirada para observar quien era, se encontró los mismos ojos carmesí del ser quien fue su verdugo, mismo quien se arrodillo hasta el y con voz suave y profunda dijo las palabras que confirmaron su pesadilla;

—Bienvenido al mundo de los vampiros, Tobirama... 

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