Días tan... Ni siquiera hay una palabra para describirlo, todo se sentía tan vacío, aún así Saihara terminó sus estudios, pido ser detective teniendo una vida decente por fin, pero todavía había algo que le faltaba.

Maki: No pensé que me volverías hablar.

Shuichi: Eso mismo pensé yo de ti.

Maki: Supongo que tampoco ha sido fácil para ti, pero no te culpo.

Shuichi: Pero, también hubo momentos de felicidad.

Maki: ¿Ah? ¿Y qué pasó?

Shuichi: No importa si te lo digo, no me vas a creer.

Maki: Tampoco puedo obligarte, pero fuera lo que vuelva.

Shuichi: Lo dudo.

Saihara habló con Harukawa del pasado y terminaron siendo buenos amigos.

Pasaron bastantes años, igualmente la vida para Saihara fue un sube y baja de emociones, las emociones que pensó que nunca serían igual de buenas que en la pequeña época que estuvo con Ouma. Quizás fue un sueño, una ilusión lo que tuvo, pero no importaba, cada día soñaba con Ouma, parecía que nunca se había ido realmente, gracias a él pudo seguir con su vida y disfrutar de eso hasta sus últimos días de vida.

Saihara Shuichi ya era un detective retirado, había tenido tanto éxito que fue reconocido en muchas partes de Japón. Ahora posaba en su cama, se sentía demasiado cansado ese día, cerró los ojos sin darse cuenta que murió al dormir. Al momento de despertar había un hermoso jardín de flores.

Kokichi: Tardaste más de lo que pensé.

Shuichi: ¡Kokichi!

Se lanzó a él empezando a llorar sintiéndose nuevamente feliz.

Kokichi: Tranquilo Saihara, estamos juntos.

Un día normal saliendo de la escuela un chico de peli-azul hablaba con sus amigos, por otra parte un chico algo bajo caminaba con dirección al chico más alto, sus miradas de dirigieron un segundo pero siguieron caminando.

—¿Por qué estás llorando?

Le dijieron sus amigos completamente confundidos.

¿Ah?

No se había dado cuenta que salían lágrimas de sus ojos.

El chico más bajo sintió lágrimas caer por sus mejillas.

—¿Qué está pasando?

¿Por qué?

¿Estoy llorando?

Ambos se dieron la vuelta y se acercaron al otro.

Fin.