Capítulo 14

FLUKE

Ohm se está recuperando muy rápidamente. Me paso la vida en su habitación, hacemos rehabilitación juntos y a él no parece importarle mi presencia a todas horas.

Tengo un miedo atroz a que todo sea un sueño y que un día me despierte de repente, solo de nuevo. Ohm tiene la misma sensación que yo, todos los días me espera en la puerta del gimnasio con un gesto de preocupación en su bonito rostro. Tenemos que dejar de sentirnos así, pero con un futuro tan incierto como el nuestro, es difícil hacerse a la idea de que realmente estamos juntos.

Nos queda poco tiempo en el hospital, prácticamente podemos valernos por nosotros mismos, y todavía no sabemos cómo nos vamos a organizar. Hoy quiero plantearle mis dudas, necesito saber a qué atenerme. ¿Viviremos juntos? ¿Lo nuestro será una relación a distancia? ¿Tenemos una relación propiamente dicha? Demasiadas preguntas y ningún valor para planteárselas a Ohm. Soy un cobarde, eso lo sé, porque no podría escuchar de su boca, que no podemos estar juntos.

Anoche fue bastante mala para mí. Repasé mi vida, mi trabajo, mis responsabilidades dentro de la empresa familiar. Y sé que no he sido feliz ni un solo día desde que dirijo el emporio que mi padre me legó. Tengo claro que ese legado es más un castigo que una recompensa de su parte. Él nunca aceptó que fuese gay, así que me hizo responsable de la única cosa, que sabía yo odiaba.

Mi madre ha espaciado bastante sus visitas desde que le presenté a Ohm. Ella nunca tuvo una opinión ni a favor ni en contra de mi sexualidad, pero una cosa es saber que soy gay y otra muy distinta presenciarlo. En su cara vi el reflejo de la incomodidad e incluso del desagrado, que le producía mi relación con Ohm.

Después pensé en mis días en coma, en el paraíso que creamos durante ese tiempo. Creo que jamás he sido más dichoso que en esa burbuja que vivimos juntos. Todavía me cuesta asimilar que nada fue real, no del todo al menos. Quiero estar con Ohm, eso es algo que sé fehacientemente, pero no sé cómo lo lograremos. Así que de momento le pediré que se quede conmigo en Nueva York hasta que estemos totalmente recuperados y después decidiremos cómo vamos a enfrentar la realidad.

Camino hasta la habitación de Ohm, como todas las mañanas, y antes de entrar escucho voces y risas dentro. Supongo que será alguna enfermera, de las miles, que están enamoradas de mi novio. Entro sin llamar y enseguida me quedo de piedra con la imagen que me recibe.

—Sammy — le digo en un susurro.

—¿Nos conocemos? — me pregunta con evidente extrañeza.

—No, yo... solo...— balbuceo mientras miro a Ohm en busca de ayuda.

—Él es Fluke, mi novio— me presenta con toda tranquilidad.

—Fluke... el chico que te atropelló y que ha estado en coma contigo— afirma mirándome con desconfianza.

—Lo siento, no quería interrumpir— le digo y me giro para salir pitando de aquí.

—Fluke, ven aquí— me exige Ohm con ese tono que conozco tan bien.

Y sin otra opción, me giro y me siento en el borde de la cama, donde Ohm ha puesto su mano en una clara invitación.

—Sammy, lo que pasó fue un accidente. Su coche patinó en el hielo y por desgracia yo estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero no me arrepiento de nada, ese accidente me dio la oportunidad de conocer al amor de mi vida— le cuenta sin ningún tipo de duda y de repente un peso enorme deja mis hombros.

Ahora sé, que pase lo que pase, hallaremos el camino para estar juntos y bien.

Sammy nos mira, nuestras manos enlazadas, y los ojos brillantes y se rinde al hecho de que su primo es feliz. No logra entenderlo, y no la culpo, nosotros tampoco sabemos qué carajo ha pasado.

—¿Cuándo te darán el alta? Todos en el pueblo quieren que vuelvas. Mew me ha dicho que si no mueves el culo y regresas pronto incendiará la granja— le dice con una sonrisa.

—El doctor me ha dicho que en un par de días y si las pruebas salen positivas, me dejarán salir de este hospital— le cuenta Ohm.

—Entonces, recogeremos tus cosas y te llevaré de regreso— le dice Sammy y a mí se me hace un nudo en el estómago.

—No— le contesta Ohm un poco rígido.

—¿Cómo qué no? — le pregunta extrañada.

—Todavía no hemos decidido cómo vamos a organizarnos, así que es mejor que vuelvas tú primero, te llamaré cuando sepamos lo que vamos a hacer— le dice mientras no deja de mirarme en busca de una reacción, la que sea, en mi cara.

—¿Estás seguro? —le pregunta mirando entre los dos.

—Creo que hasta que estemos bien del todo, sería prudente que nos quedáramos en mi casa en la ciudad. Después veríamos como lo solucionamos— le digo a Sammy y veo como frunce el ceño en disgusto.

—Ohm tiene una granja que cuidar y una familia que lo atenderá perfectamente— me suelta con una voz fría que no me recuerda nada a la Sammy de mi sueño.

—Sammy, sé que Paul y tú podéis cuidar unas semanas más la granja por mí. No será para siempre, pero necesito ese tiempo para organizar mi nueva realidad— le explica.

Ella no está contenta con la decisión de Ohm, pero lo deja estar y le dice que la llame en caso de que necesitara algo y se marcha a toda prisa.

Tengo la sensación de que no se fía de mí. Y es normal, no me conoce, aunque yo crea que sí. Es todo tan confuso y doloroso, y ni siquiera hemos salido del hospital.

—Fluke, cariño. No te preocupes, lo arreglaremos. De momento me encantaría ver Manhattan desde la perspectiva de un neoyorquino— me dice rodeándome con sus brazos.

—¿Seguro? No hemos hablado de nada de eso todavía. Venía a hacerte la proposición, no esperaba que Sammy estuviera aquí— le explico.

—Estoy de acuerdo en quedarme contigo unas semanas, pero amor, yo tengo que volver a mi casa. Mi granja es todo lo que tengo, he trabajado mucho para tenerla y muchas personas dependen de ella— me explica suavemente.

—Lo sé, quisiera ir contigo, tanto que duele — le digo enterrando mi cara en su cuello.

—Ven conmigo, mi amor, sé que puedo hacerte feliz. Los dos lo seriamos— me pide con ese deje de súplica en su voz.

—Tengo responsabilidades aquí. Pero en cuanto lo resuelva, venderé el piso y me iré contigo— le digo, no sé por qué, pero una vez que ha salido de mi boca, es la cosa más sencilla que he hecho en mi vida.

—¿De verdad? —Ohm me mira con la sorpresa impresa en esa bonita cara suya.

—¿Por qué te sorprendes tanto?

—Es que pensé que me costaría la vida convencerte de que dejes todo el lujo y la vida de Nueva York.

—Esa vida que hablas nunca me ha hecho feliz. Es algo patético pensar que, la única vez que me he sentido libre y más yo mismo, no haya sido real— le digo con un suspiro.

—Para nosotros fue real, algo tan maravilloso que ha traspasado todo conciencia y nos ha unido más si cabe. ¿Es una locura? Tal vez sí lo sea, pero yo estoy feliz y creo que tú también, y eso es lo único que importa— me dice y yo solo puedo suspirar y pegarme más a la calidez sólida de su cuerpo.

OHM

Subimos en el ascensor privado del edificio donde vive Fluke. Es tan impresionante que no he podido decir nada en el corto trayecto entre el portal y el octavo piso. Todo resplandece con ese tinte brillante de las cosas caras. Fluke me mira todo el tiempo. Su semblante serio evalúa cada uno de mis gestos, esperando mi reacción. Supongo que tiene miedo a que me agobie y ponga millas enteras entre nosotros, pero yo no haría eso nunca, jamás para ser exactos.

Su casa es lo que esperaba y algo más. Es grande, lujosa y muy... acogedora. Es extraño, pero la cocina enorme, que preside el espacio diáfano, crea una sensación hogareña algo rara.

—¿Qué te parece? — me pregunta con ese tinte asustadizo en su voz, no sé por qué, pero me molesta que esté tan asustado. Esta noche tenemos que hablar del tema, porque no quiero que le quepa duda, estoy en esto al cien por cien.

—Es realmente hermoso. Muy Fluke Natouch— le digo con una sonrisa.

—Me encanta la cocina, es donde más feliz soy. Recuerdo que en casa de mis padres, siempre cocinaba con mi nana. Ella era tailandesa y aprendí a hacer muchos platos de su país— me cuenta con una sonrisa que podría iluminar toda la ciudad.

—¿La querías mucho?

—Sí, ella me crio y cuando mi padre murió fue un gran apoyo para mí. Murió el año pasado... no espera fue el año anterior. Me siento raro, es como si hubiese perdido un año de mi vida, pero a la vez no— me dice.

—Es verdad, es todo tan extraño, pero tan familiar a la vez. ¿Alguna vez piensas en que fuerza nos ha unido de esta manera tan peculiar?

—Todo el rato. Pero cuando mi cabeza no encuentra la lógica, me dejo guiar por mi corazón y él ha decidido amarte, y la verdad no me importa la forma en la que nos conocimos— me responde muy seguro.

—Eso me gusta. Tú me gustas— le digo rodeando su cintura con mis manos.

Siento como si llevase años sin tocarlo. Y cuando lo pienso, en realidad nunca lo he tocado, no por lo menos en esta dimensión. Acerco mi boca a la suya y me dedico a devorarlo con calma. Recorro su boca con mi lengua y me derrito con sus gemidos bajos y controlados. Aferro mis manos a su espalda, en un intento de acercarlo más a mí.

—Me gustaría ver tu dormitorio— le susurro al oído y él me mira con ese ardor tan intenso, que solo he visto en su mirada.

Entonces enlaza sus manos con las mías y me guía por un corto pasillo hasta el dormitorio principal. Me deja de pie en medio de esa enorme sala y camina hacia atrás hasta que sus piernas tocan la cama tamaño King size.

Me pongo en marcha para llegar hasta él, pero me para con un gesto de su mano. Yo me quedo paralizado en mi sitio y él empieza su velada de dejarme atónito.

Sus manos sacan la camisa blanca de botones que lleva puesta de la cinturilla de sus pantalones. Y después poco a poco la desabrocha, sin dejar de mirarme en ningún momento. Acto seguido, la desliza por sus hombros, dejándola caer a los pies de la cama.

Yo permanezco impasible ante tal espectáculo. Mi garganta está seca, y mi boca saliva demasiado, así que trago con esfuerzo, mientras intento mantener la calma.

Después empieza con sus pantalones, que desaparecen de mi vista enseguida. Y un par de segundos después lo tengo, totalmente desnudo delante de mí. Creo que la habitación está dando vueltas, me da la impresión que he vuelto al universo paralelo donde hemos vivido este último año. Pero un toque de su mano en mi cara, me centra en su mirada una vez más.

—Estamos aquí, quitemos esta molesta ropa y vayamos a la cama — me dice suavemente.

No espero una segunda invitación, así que me deshago de mi ropa y lo acompaño hasta la imponente cama blanca. Su cuerpo es suave, sus curvas deliciosas y su olor embriagador. Es todo como lo recordaba, no hay parte de su cuerpo que no conozca, pero quiero que reconectemos. Quiero recordarle por qué estamos juntos, lo que me hace sentir, solo con respirar a mí alrededor.

Fluke estira su cuerpo y yo me tiendo sobre él. Mis manos a la altura de su cara y mi boca sobre su frente, sus ojos y sus labios. Es hora de reencontrarnos de verdad.

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