8.-Muñeco.

Me pregunto... ¿Cómo estará Bakugou?, ¿Estarán bien..?.

Creo que ya pasó una semana... ¿No?, ¿O ya perdí el sentido de orientación?.

Ahh... Que irónico, me preocupo de alguien cuando estoy en peor posición... Una en la que estoy prácticamente muerta.

–¿Estás bien chico?– se abrió la puerta fuertemente.

Aquella voz... Siento que la conozco, pero... ¿De dónde?.

–¿Quién... Eres?– no veía nada, lo único que podía hacer ahora, era escuchar ya que... Tanto mi tacto, gusto, olfato y mis ojos estaban dañados...

Creo que... Me quedé ciega.

†★†

Por toda una semana... Estuve sufriendo con los malditos juegos del "jefe", siendo lanzada a aquel estanque viscoso y verde que parecía...(moco :v), la sensación de que entraba a mi cuerpo y me ahogaba, cada vez que me abrían la piel con aquel bisturí en las partes más delicadas como lo era la entrepierna, las muñecas, detrás de las rodillas, el antebrazo... El cuello. El sentir el ardor recorrer todo mi cuerpo incesablemente como si el dolor fuera multiplicado bastantes veces para que no fuese capaz de soportarlo, sus burlas... Cada que el proceso de sanación aceleraba  gracias a el líquido verde y el que lo volvieran a hacer cada que sanaban las heridas, con un dolor peor que el que me abrieran la piel...

Todo eso... Era una tortura.

Sinceramente ya me había dado por vencida, aquel dolor no era algo por lo que estaba destinada a sufrir, la sensación de que todo lo que había hecho era lo único que me mantenía cuerda...

¿Por qué siempre a mi..?

¿Hice lo correcto..?

¿Por qué hice esto en un principio?

¿Tenía un objetivo a cumplir?

Pude... Haberme suicidado en lugar de seguir aquí.

Esa semana, dudé mucho de mis acciones, habían veces que simplemente quería dejar de existir, habían veces que culpaba a Bakugou en lugar de a mi, estaba mal... Mi mente no era tan fuerte como creí que lo era, estaba cediendo a sus juegos a tal grado que...

Llegué a envidiar a la muerte.

¿Eso acaso era normal?, estaba siendo egoísta como nunca antes, estaba pensando en mi y sólo en mi cuando pude pensar en otras personas.

"¿Qué haría Inko si se entera que su hijo murió?" fue lo que nunca me pregunté, mi estupidez... Estaba llegando a un nivel nunca antes conocido.

¿Qué hiciera hecho si... Siguiera viva en  otro mundo? Fue lo único que me pregunte...

Hasta aquel día, el fin de semana... El día de mi nuevo yo.

Estaba en el lugar de siempre, la camilla donde me ataban y comenzaban a hacer... Lo del diario.

–¿Estás preparado Izuku?– me preguntó con su tono usual, el amable y dulce tono con el que llamaba a mi actual nombre.

–Claro...– esa siempre era mi respuesta, no quería darle a saborear la sensación de que me daba por vencida cada vez.

–Hagan lo de siempre, estamos viendo resultados significativos, vamos bien, ¿No te parece estupendo Izuku? Tendrás un Quirk como nunca tendrías estás equivocado... Yo... Tendría el mejor Quirk de todos, ¡el de All Might!.

–Jefe Nano, si seguimos así...

–¿Qué sucede?–preguntó con un leve molesto en su tono de voz.

–Su... Cuerpo sufrirá daños irreversibles.

–Sigan con el proceso, sé que ese chico será capaz de superarlos... Lo supe desde que lo vi.

–¡S-Si!– y entonces... Todo comenzó.

Aquella persona la cual nunca pude ver bien del rostro comenzó a abrir mi piel, mis ojos siendo rasgados por el mismo bisturí de siempre, mis orejas cortadas junto con mi oído, mi lengua siendo casi casi rebanada, y por último... ahora en el estómago, aquel dolor que me hacia sentir era insoportable, sin siquiera una pizca de anestesia y mucho menos algo de piedad lo abrió de forma distinta a las anteriores, haciéndome soltar gritos ahogados, las veces anteriores sólo mostraba rostro de dolor pero esta vez... No pude hacer nada más que llorar y quejarme, era doloroso... Muy muy doloroso.

Entonces... Por arte de magia, se detuvo cuando estuve justo a punto de desmayarme.

¿Por qué simplemente no me desmayo para dejar de sentir todo?

–Es suficiente, metanlo a su habitación de agua– fue lo único que dijo cuando sentí como los grilletes en mis tobillos, muñecas y cuello fueron desprendidos.
Como aquella toalla me envolvía cuando ya no podía siquiera ponerme de pie, cuando me cambiaron de ropa una vez limpiando mis heridas de la sangre que poco después dejaron de sangrar... ¿Acaso todas las heridas comienzan a cerrar tan temprano?, poco después... Todas mis sensaciones desaparecieron.

Ya no sentía como estaba siendo apoyado en el cuerpo del médico, no sentía el frío piso y mojado por la sangre regada que tocaban las plantas de mis pies, ya no veía la oscuridad que me inundaba de miedo cada que fijaba mi mirada en los homúnculos y mutantes, la mi voz que siempre me llenaba de esperanzas por su tono tierno, tampoco aquella voz que era la causante de mi experimentación que lentamente estaba siendo tragada por el vacío hasta quedar en la nada... Todo había desaparecido.

Mi miedo desapareció junto con mis sentidos... Ese hombre se llevó lo peor de mi.

†★†

Pov Ahri:

La peliverde estaba asustada, pero por lo que le iba a pasar, si no por lo que le había pasado, el que todos sus sentidos se hayan ido y ni regresaran le asustaba pensar en eso.

–¿Está seguro de esto?– preguntó el médico que se había encariñado con el niño peliverde, podría no demostrarlo por su crueldad pero ya era especial para el, pues se encargó de  mantenerlo vivo toda esa semana.

–Si, hoy definitivamente será el día de su nuevo nacimiento.

El doctor la empujo hacia el mismo lugar de siempre con duda en sus ojos, pero ahora con una diferencia, cerraron el contenedor que no mucho después fue congelado.

Estaban dispuestos a acabar con su vida si se salia de control.

La dejaron sólo por unos minutos, minutos que se arrepentirían de dejarlo ahí.

El líquido que estaba envolviendo al chico, se convirtió en una especie de cristal después de que su cuerpo sanara totalmente a una velocidad descomunal. Al escuchar estruendos de aquella habitación, tanto el doctor como el jefe y los empleados corrieron a ver la situación en la que estaba el pecoso, al ver como su cuerpo estaba totalmente limpio de sangre y de marcas recientes que hasta no hace mucho eran cicatrices,  no contando claramente a sus dos marcas las cuales le quedarían de por vida del inicio, su cabello ondulado congelado por dentro emanando una luz entre verde y azul, ellos definitivamente sabían que el proyecto había sido un éxito.

–¡¡JAJAJA!!, ¡lo sabía!, ¡Este niño es el elegido!– gritaba el jefe tomando su rostro con ambas manos.

–¿E-Enserio funcionó? –hablo con temor el doctor.

–¡Claro que si!, ¡¿Acaso no ves el resulta– Pero no por mucho tiempo ya que.. el cristal se rompió.

(Multimedia).

El brócoli abrió lentamente los ojos con una mirada perdida y una luz del mismo color que su cabello emanando de esta.

–¿Eh...?– asustado comenzó a temblar el médico– ¿Es normal que él... Nos vea con esos ojos?.

–¿Qué ojos...?– y cuando alzó la mirada, el encontrarse con aquellos ojos sin expresión alguna de color verde azulado, un frío recorrió su espalda incesablemente, dejándolo paralizado por unos cuantos segundos, tenía miedo– ¿M-Me está retando...?– preguntó dando un paso hacia atrás.

Un crujido se escuchó con el eco que lo simplificaba... El cristal se rompió.

El pecoso con todavía la mirada perdida pero llena de odio los miró fijamente, poniéndose de pie frente a unos cuantos metros de ellos.

–¡Atenlo!,–Alzó el brazo dando a entender que se acercaran– ¡No dejen que escape!– gritó con voz de mando vacilando.

–¡Pe-Pero!– unos ni siquiera podían moverse.

–¡Aganlo rápi– y una explosión se hizo presente en la parte superior del laboratorio, haciendo que temblara la tierra por un par de segundos y a sí mismo, desconcertando a los presentes.

–¡¿Q-Qué es eso?!.

–¡¡Problemas!!– un hombre de mediana edad llegó corriendo al lugar tropezando por la prisa.

–¡¿Qué sucede?!– ya se había exaltado Nano.

–¡Los héroes...! ¡Han llegado por el niño!.

Y en el momento en que voltearon... Aquel pecoso, estaba en el suelo tirado como un simple... Muñeco.

†★†

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