17.- Salida II


Una pareja para nada fuera de lo común.

Pero si, muy tentativa.

*★*

"Hay veces que debes dejar de hacer lo que tenías que, por el bien de otra persona"

Aquella mirada cuya especial habilidad no dejaba de mirarlo.

—¿Los viste?— preguntó un hombre robusto con un saco café desde detrás de una trabe.

—¿Al chico extravagante y al niño?— preguntó con curiosidad el menor, el cual era un poco más delgado pero con músculos bien formados.

—Así es, ¿Qué sientes en ellos?— lo volteó a ver sacando el cigarrillo de su boca.

—El mocoso grande... Debemos tener cuidado con él,  no he descubierto la razón— dijo recordando cómo hubo contacto visual entre ambos, cuando el Pelinegro lo miró con odio puro.

Lo cual le había causado escalofríos hasta lo más profundo de su ser.

—Pero no me da confianza de subestimarlo.

—Entiendo,  tendremos cuidado ya que no sabemos cuál es su Quirk,  ¿Y la alga verde?

—El mocoso menor... tiene algo diferente, lo siento en mi estómago. No es nada normal,  pero no da la sensación de peligro,  sólo sé que se vendería muy bien.

—Lo sabía— tiró el tabaco y lo pisó,  mientras en su rostro mostraba una amplia sonrisa.

Habían conseguido algo valioso.

—Llama al Jefe.

•     •     •

La gente me comenzó a incomodar, sus miradas eran muy pesadas y me hacían sentir como conejillo de indias.

Definitivamente, no era una buena ciudad.

Los colores demacrados en los pilares del subterráneo con unos cuantos grafitis en las paredes para hacerla ver -obviamente- menos civilizada.

Sumándole que la gente vestía colores opacos y en sus rostros no había ningún rastro de felicidad, ni siquiera a los niños.
Los cuales vestían con ropas sucias o rotas.

Nadie de buena clase habitaba ahí.

Y eso, no era lo peor.

—Hey kuro— lo llamé apretando levemente su mano con mis dedos.

Seguía viendo todo mi alrededor, ahora sabía el por qué de haberme vestido así, era para no destacar pero eso, para el pequeño Izuku era imposible.

El cabello verde que actualmente traía... Era lo contrario a todo lo que rodeaba en lugar.

Un color... Vivo.

—¿Qué sucede?— Kuro me volteó a ver no deteniendo el paso hacía las escaleras, mientras en su rostro, se formaba una mueca.

—Lo sabía, le gente de aquí... — pronuncié con un poco de desprecio.

Me inquietaba ese lugar.

«No lo digas, no es seguro aquí»

—Está bien, no importa— Sonreí levemente.

Ese sería un largo, muy largo día.

Nos dirigimos hacia las escaleras que daban a la salida de la ciudad,  con un paso rápido comenzamos a subir las escaleras,  detrás la gente seguía observando.

No me daba buena espina.

Cuando Kuro con un semblante serio se detuvo de golpe.

El enojo se veía claramente en su mirada,  la cual veía para arriba esperando que alguien saliera.

Pero lo primero que se asomó fue una bestia.

Un lobo negro quien con ojos rojos veía enfurecido, colmillos asomándose e hilos de saliva colgando de ellos.

«Demonios»

Una bestia cuyo tamaño desafiaba la ciencia había aparecido. A un lado de él venía un hombre que no inspiraba confianza alguna,  con atrás unas cuantas personas más.

Volteé hacia atrás,  la gente comenzaba a dispersarse,  parecían querer evitar problemas al irse de ahí.

«Quedate a un lado mio»
Decía Kuro.

No tengo otra opción... ¿Cierto?

«No»

—Pero mira qué tenemos aquí— y al parecer la misma frase para todos los villanos era normal.

¡Ese no es el problema!

—Ahora entiendo lo que me decía Habe,  hay un buen premio aquí.

Kuro cada vez mostraba su semblante más serio. 
Se veía enojado al máximo.

«Ellos quieren usarte T/N,  para venderte»

A

sentí.

—Maten al chico pelinegro—ordenó el que se encontraba al costado de la bestia,  lo miró con una sonrisa.

El lobo asomó sus colmillos,  dando a entender que justo eso iba a hacer.

Kuro tenía miedo.

Se encontraba temblando.

Pero aún así,  el que estuviera yo aquí lo hizo detenerse de correr.


El perro grande dio dos pasos frente,  mostrando lo imponente que es con todos aquellos músculos que tenía.

Saltó hacia nosotros.

Cuando de la nada,  comenzó a chillar,  retorciéndose de una manera extraña.

Como si alguien tuviera sangre control y manipulara sus movimientos.

Debía ser imposible.

¿Quién podría ser..?

Volteé a ver a Kuro,  sus ojos se tornaron rojos mirando la bestia.

—Así que era eso lo que me hacía temer,  ahora lo entiendo— salió un hombre detrás de nosotros.

La sorpresa no tardó en aparecer.

—¡Maten al Vampiro! — gritó el sujeto en saco.

—¿Pero qué demonios...? — qué estaba pasando. Ya nada tenía sentido.

El hombre detrás de nosotros sacó un arma.

Todo se volvió lento.

Vi claramente cómo Kuro volteaba hacia mi sonriendo.

Le dispararon.

El suelo quedó manchado de sangre.

Kuro no se movía,  hasta que cayó al suelo.

Me acerqué a él.

—¡¿Qué le hicieron a Kuro?! — grité con desesperación.

Siempre me veía envuelta en problemas de estos tipos, involucrando a personas que no debían estar cerca,  a personas quienes quiero,  ya estaba harta,  ¡¿Acaso no podía cambiar eso?!

"¡¿Por qué no puedo hacer nada por ellos?!

Por favor... ¡ Sólo por una vez quiero protegerlos...! "


—Traelo para acá.

«Maldición, ¿Ahora qué hago...?»

Cuando alguien de repente me jaló de la camisa haciendo que cayera al suelo por la fuerza.

Voltee hacia arriba.

Encontré a un chico,  un cubrebocas puesto no dejaba ver bien su rostro.

Pero sí esos ojos tan dorados como tesoros,  me hizo recordarlos al instante.

—Maldición... Siempre es lo mismo con ustedes, estúpidos— escupió el chico con desprecio.

Mi salvación, había llegado.

Chisaki había llegado.

†★†

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