- Hola - dio un vistazo hacia el interior. La soledad y la oscuridad. Apoderaba el lugar- ¿Hola? Señor.... eh... - carraspeo,con un pie adentro y otro afuera - ¿Puedo pasar?.
Se tomó un par de minutos para que el anciano apareciera, pero en vista de su tardanza, entró.
- Disculpe mi atrevimiento - dijo mientras sus ojos se adaptaban a la escasa luz de la sala.
Las tablas clavadas en las ventana, impedían el paso del sol, como una precaria medida de seguridad que lo protegiese de las alimañas.
Pero los pocos rayos solares que lograban colarse al recinto, le daban a Jin una lúgubre apreciación del entorno en el que se hallaba. La cabaña no tenía pinta de ser la morada de un brujo. No había ramas secas colgadas del techo que se usaban para las infusiones mágicas, ni existían velas o imagenes para la protección de maleficios, mucho menos un gato negro que le acompañara - Mi nombre es Kim Seokjin, vivo en Torrens. Quería pedirle un favor.
- ¿Un favor?.
La repentina voz avejentada, causo que Jin diera un respingo y soltara una palabrota en su fuero interno. Se llevó la mano al pecho para calmar las palpitaciones de su corazón. El anciano apareció de alguna parte de la cabaña.
- Buenas tar...
- ¿Qué favor?- pregunto el anciano, atravesandolo con la mirada.
Seokjin trago saliva.
- M-Me dijieron que usted es bueno concediendo deseos.
El anciano sonrió despectivo.- Entonces no sería un favor -aclaró- sino una petición.
Jin asintió, evaluando que era lo mismo, pero no se lo refuto.
-¿Y que deseas?- agregó el anciano, extendiéndole la mano para que se sentará en la silla de su ruinoso comedor. Telarañas y cucarachas muertas había por doquier.
Seokjin obedeció tembloroso. El anciano tenía una apariencia frágil, por lo delgado que estaba, pero era de temer.
- Amor- respondió, esperando que su deseo no sea malinterpretado.- Quiero que alguien se enamoré de mi, en preferencia un hombre.
El otro lo estudio en silencio. -Pides mucho.
Seokjin se mordió el labio. No pedía dinero o belleza, sólo alguien que lo amara. - ¿Puede concedermelo?
-Por supuesto, pero te costará.
- Pagare lo que sea - replicó esperanzado, sacando de su bolso un fajo de billetes.
- Que mi modesta residencia no la engañe - dijo- El dinero me tiene sin cuidado.
- Entonces ¿Que es lo que quiere?- Pregunto.
El anciano lo miro con detenimiento, sus hombros anchos y su cintura esbelta, de labios regordetes y piel blanca como la nieve, sugería que despertaba pasiones . Aún así, le costaba entender porque el joven era incapaz de enamorar a alguien por sus propios medios. Si bien, hasta podría a llegar a enamorar a in hombre.
- ¿Puedo hacerle una pregunta? - Jin asintió- ¿Por qué?.
Seokjin no comprendió- Porque, ¿que...?- en su cabeza pasaba un millón de interrogantes que el podría fórmular
El anciano con movimientos lentos descorrio la otra silla, que chirrió sobre el piso de madera polvorienta, y se sentó con cierta dificultad.
- ¿Por qué necesitas mi ayuda para conseguir amor?
Bajo la cabeza y musito:
- Porque soy un hombre no muy atractivo, supongo...
Excusa, solo excusas, pensó el anciano.
- ¿Por qué no cambia su gusto?- le cuestiono- En ves de buscar un hombre ¿Porque no una mujer?
Jin se levantó de la silla, enojado por tener que darle explicaciones a un extraño ¿Por qué no busca una mujer? ¿Por qué le gustan los hombres? ¿Por qué? ¿POR QUÉ?
Siempre las mismas preguntas;sutiles, pero al fin y al cabo: las mismas.
Seokjin no contestó.
- Un hombre joven, buscando un conjuro para que un sujeto lo quiera.... Patético ¿no?
- Dígame el precio.¿Que quiere?
El anciano apoyo su huesuda mano sobre la mesa, y ejerció fuerza en sus enclenques piernas para ponerse de pie, y mirar al chico a los ojos
- Tu sangre - respondió enronquesido.
_________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top