CAPÍTULO 85 (FINAL)

Emma.

—¡No está muerto! ¡No te atrevas a decir que mi marido está muerto Tyler porque Alexander no es tan débil como ninguno de ustedes! — golpeo la cara del mudo en mi desesperación a pesar del dolor de mi brazo roto mientras las lágrimas mojan mi rostro junto con la lluvia.

—Este es el momento en dónde debo darte mi más sentido pésame ¿no es así sobrina?

—¡Podrían quemar el mundo entero y él saldría entre las cenizas!

—¡Señora debe guardar reposo en su condición! — pide la paramédico que me atendió.

—Déjenla continuar con su drama, sus malditas lágrimas no cambiarán... nada— hace un esfuerzo por darse a entender — No cambiarán lo que me ha informado Rebecca, Sargento dé la orden que sus militares se retiren de Dinamarca, la organización del lobo ha caído.

—¡Nunca te atrevas a decir que mi marido murió!

Me falta el aire, me quema el pecho, se me está desgarrando el cuerpo y el alma, Tyler toma mis manos con sus puños obligándome a detenerme. —Por Dios, esto es un verdadero circo y lo estoy gozando como... nunca— se ríe apretando su agarre —Nunca dejaste de ser una sim... simple publicista Emma, parecías inteligente como él y los dos resultaron ser un fracaso en la mafia, no sabes cómo deseé tanto este momento.

Sollozo con dificultad, viendo borroso a cada militar. —¡Púdrete!

—Antes de seguirme insultando considera una propuesta que te tengo, mátate junto con tus bastardos y cédele a mi sobrina tu lugar y poder en la mafia para librar a los Roe que restan de esta mierda.

Lo abofeteo con mi puño en su nariz, se cae al suelo y se levanta para zarandearme, pero la satisfacción no me la quita.

—¡Madura estúpida! ¡Aquí no tienes poder, se acabó tu juego, eres su mujer y con su muerte su sucesora, pero no puedes tu dirigir la mafia! ¡No seas ridícula, tarde o temprano todo el mundo me necesita a mí y a mi sobrina!

—¡General Hilton no sobrepase la línea de respeto! — el Sargento se acerca nosotros soltándome del agarre de Tyler, pero en el forcejeo el mudo se queja y me empuja contra la ambulancia a pesar de las protestas de la paramédico y resbalo hasta caer de rodillas en un charco de agua.

—¡Sargento detenga a este hombre o lo haré yo! — la paramédico se interpone para que no me sigan hiriendo.

Mis lamentos se hacen desesperados, me tiembla el cuerpo completo. Agarro una bocanada de aire grande para gritar del dolor que me quema el pecho. Muevo mi mano sana para levantar mi anillo esperando que la luz blanca parpadee, enciéndelo cariño, ruego a pesar de que mis lagrimas no me dejen ver la joya por completo.

No puedo detener mis sollozos, esto es demasiado, él no puede estar muerto, Alexander no está muerto, todos mienten.

Debe encender mi rastreador, lo hará en cualquier momento porque me lo juró, no dará su vida por la organización y juró que no me dejará. Alexander siempre cumple lo que jura.

Alzo la mirada a lo lejos y mi cuerpo siente un poco de alivio entre todo mi dolor de quién veo a lo lejos.

—¡General Hilton! ¡Váyase de aquí con sus agentes, esto es territorio danés, pero nosotros somos la armada americana, no puede pasar por mi autoridad! Esta mujer está embarazada y si digo que se le da un trato digno se lo da.

—¿Y qué importa su condición Sargento Prescott? ¿Valen unos bastardos la vida de sus militares muertos esta noche? ¿Valdrían la muerte de su propio hijo? — se miran — ¡No! ¡Los criminales no merecen ninguna de nuestras consideraciones! ¡Si es inteligente se llevarán a esa mujer a Estados Unidos antes que la mafia la reclame!

—¡No podemos trasladarla de momento!

—¡Pues entonces mátenla! ¡Yo puedo hacerlo!

La cara del hombre enrojece al momento en el que la paramédico me levanta del suelo y me sienta con sumo cuidado sobre la unidad, veo el reflejo del arma de la mujer en la parte trasera de su uniforme, me doblo con la siguiente contracción y trató de recordar hace cuántos minutos sucedió la última.

—No sé a qué clase de gobierno corrupto está acostumbrado a seguir Tyler, pero mi régimen, no matará a una embarazada.

—¡Se pone en riesgo de perder la misión más importante que ha tenido su gobierno, no quiere meterle una bala en la cabeza a esta ramera y su armada perderá!

—¡Yo nunca pierdo General Hilton! ¡Jamás pierdo! — el Sargento le clava los dedos en las sienes —¡Grábese bien mi cara y memorice cada uno de mis rasgos porque en dónde este la victoria siempre estaré yo ante sus malditos ojos! ¡Ganar es mi trabajo! ¡Eso es lo que hago siempre! — se yergue en toda su altura de casi dos metros —. Estos criminales serán apresados uno por uno.

Enciende el rastreador Alexander, por favor cariño. Miro mi mano otra vez destrozada, no puedo más, necesito saber que está vivo, sólo eso, no me importa que me encarcelen, quiero a mi marido con vida.

La médico me hace ponerme recta mientras me colocan ella y su compañero un collarín y me limpian la sangre del brazo tratando de no afectar el hueso hasta que me vea un experto, no quiero que me aparten de la mafia.

Necesito salir de aquí.

—Sargento Prescott, este hombre fue hallado en los escombros de la misma camioneta, estaba inconsciente, pero no se resistió, se ha entregado el mismo— alzo la mirada y veo a Ethan con sangre en la frente caminando con dificultad con los militares.

—Ethan— levanto la mano hacia él y empuja al militar rompiendo su arresto para correr hacia mi inclinándose a mi lado y comprobar mi estado de salud.

Un militar corre para apartarlo de mi lado, pero le cuesta por el tamaño de mi guardaespaldas y el Sargento se lo impide. —Nadie la altere en su condición y menos sabiendo que es la pieza más importante en la mafia a la muerte de su marido, podrían atacarnos en cualquier momento si la herimos más.

Ethan le dirige una mirada de rabia. —Du er allerede død— el tono grave de su voz me da un escalofrió.

Ya estás muerto maldito.

—Llego el fiel guardaespaldas de la ramera favorita del lobo y amenazando a la autoridad, este ejército sin mí se cae a pedazos Prescott, yo mejor que nadie conoce a estos dos, así que si no quiere que nos caigan encima un grupo de asesinos deme el mando una hora y con eso basta — Tyler se pone frente a nosotros, pero Ethan me examina el brazo con precaución escuchando las indicaciones de la médico.

—¿Qué hará con ella si se la entrego?

—No puedo decirlo explícitamente, pero sí que ni ella ni su hijo volverán a ser un problema.

—El Raptor debe estarnos buscando— Ethan susurra en mi oído cuando me besa la frente aprovechando la discusión de Tyler y el Sargento.

—Dicen que... que Alexander está muerto— se me quiebra la voz con sólo pensarlo.

— Usted no puede quedarse aquí, tienen que encontrarla.

—¡Estos dos criminales deben ser procesados fuera del país de inmediato sargento! Cada segundo que pasamos en territorio danés es un segundo cerca de la muerte, mi sobrina tiene el control total del palacio Roe, pero esa mafia es grande, opera en más de cuatro países incluido Rusia, nos van a masacrar cuando lleguen sus refuerzos— Tyler corre detrás del hombre cuando le da la espalda.

—¡Ya me estoy hartando de usted General!

—Usted no conoce la densidad de la mafia del lobo.

—No le tengo miedo al narcotráfico, mi vida entera se ha basado en encarcelar a muchos peores que Alexander Roe ¡Fuera de mi unidad!

Ethan me pone el brazo acomodándolo sobre mi vientre para evitar la fractura. Su traje está mojado, pero me sonríe en todo momento. Se escucha un corto zumbido penas perceptible mientras me habla y segundo después... parpadean las luces blancas del anillo.

Dios. Sonrío al borde del llanto. Escondo rápidamente mi mano lejos de la paramédico antes de poder tocarlo, Ethan coloca su mano sobre la mía dándome una mirada rápida para que ningún militar note mi repentino cambio de humor. Cariño.

—¿Cómo van las contracciones?

—Lentas, están iniciando, dice la médico que tomará horas.

Pone su mano en mi vientre y veo una expresión de nostalgia en su rostro. —Los asesinos están muertos, pero no todos, si comienzan a trasladarla la seguirán hasta obtener su ubicación y compartirla con la mafia— dice en mi oído muy bajo —Aún queda esto— abre discretamente la parte delantera de su saco mostrándome su comunicador y su arma. —Son veinticinco unidades móviles del ejército, pero el Raptor regresará en cuanto la ubiquen.

—Es imposible, estamos siendo vigilados.

—Yo me encargo de eso— me acomoda el brazo de nuevo y en un segundo en el que parece que me coloca una venda, me pasa el comunicador debajo del abrigo junto con el arma.

Cuando se aleja vuelve a besarme la frente. —Encienda el comunicador en cuanto yo me levante.

—No hagas nada, saldremos de aquí juntos— lo tomo del brazo anticipando que algo malo va a suceder. —Lo prometiste, prometiste que mis hijos te llamarían tío.

—Y lo harán— trata de levantarse con dificultad visualizando dónde está el que comanda.

—Si ya terminó de tranquilizar a esa, espósenlo.

—Han er stadig en fucking idiot at tale sådan til min dame— dice mirándome todavía, pero más enojado que antes —Hun hedder Emma Roe og hendes rang er over din.

Le toma tres segundo en girarse al militar y darle un puñetazo a Ethan en la nuca que me hace jadear, lo tumba en el suelo con sangre en cabello y clava su bota en su cuello pateándolo repetidas veces cortándole la respiración.

—¡No! — trato de moverme, pero la para médico me sostiene.

Los otros militares evitan que Ethan se levante y mate al hombre, le propina una golpiza a puño cerrado en las caderas y costillas hasta que escupe sangre. —¿Todos ustedes son iguales? — el Sargento camina a su alrededor mirándolo con superioridad —Me sorprende tu arrogancia ante tu autoridad en tu condición, si eres lo suficientemente hombre y no te tiemblan las bolas alza la cabeza y repite en inglés lo que acabas de decir— se agarra de su chaleco anti balas viendo como Ethan vuelve a escupir sangre y apenas puede respirar.

Le patea la clavícula repetidas veces riéndose bajo la atenta mirada de Tyler. Los otros militares hacen lo mismo impidiéndole hablar. Grito tratando de detenerlo, pero es imposible es todo un espectáculo del que Tyler se burla a carcajadas.

Me mira modulándome con la boca Tú eres la siguiente ramera.

—Caballeros, esto es el claro ejemplo de una escoria criado del narcotráfico que ni ante la autoridad se doblega hasta que se le obliga— da la lección ante sus militares —Te escucho ¿O tienes miedo de repetir lo que me dijiste en danés?

En un movimiento certero Ethan levanta la cabeza con la nariz ensangrentada, pero sonríe de lado frívolo sosteniéndole la mirada. —Dije que sigue siendo un jodido idiota por hablarle así a mi señora. Su nombre es Emma Roe y su rango está por encima del suyo pedazo de mierda.

La sonrisa del Sargento se desvanece y hace que mis propias cejas se alzan con preocupación de que lo hieran más y quiero decirle que no se busque problemas, pero ya es tarde, el militar se gira a nosotros con el rostro desencajado.

—Utilizas a tus militares porque sólo no podrías conmigo.

—Yo no le temo a la escoria, levántenlo que con mis propias manos te mataré en minutos— los militares levantan con dificultad a Ethan porque es un hombre corpulento, le cuesta mantener el equilibrio y sospecho que tanto como yo sigue afectado por la explosión.

Apenas lo están dejando de pie cuando le revienta la cara a un militar con un cabezazo rompiéndole la nariz, lo empuja hasta que lo tumba y con su hombro le arranca el arma, pero no para dispararle al Sargento, le dispara en el hombro a Tyler sobre el chaleco antibalas tumbándolo en el agua.

—¿No que muy valiente escoria? — lo toma de las solapas y barre el piso con él hasta que levanta su cara a su puño repetidas veces hasta que le comienzan a sangrar los nudillos y se le amo ratonan. —¡Di que eres mi perra!

—Soy tu perra— Tyler está a segundos de desmayarse y todos están presenciando su humillación hasta los pocos agentes del MI6 que venían con él.

—¡Más fuerte!

—Soy... soy una perra, soy una perra.

Nadie podría negar el entrenamiento militar de mi guardaespaldas ni un segundo, se nota que los militares reconocen sus movimientos porque no son capaces de acercarse. Avienta a Tyler en el pavimento y toma de nuevo el arma que le quitó al militar.

En segundos le quita el cartucho con los dientes y abre los brazos a sus costados arrojándola y pateándola lejos con sus botas para demostrar que no necesita utilizarla, escupe más sangre —Te estoy esperando Prescott.

El Sargento se lo queda mirando apretando su mandíbula. —¡Ya no hay tiempo para quedarnos aquí o rastrearán nuestros vehículos! ¡Arréstenlos! ¡Que comience el traslado a la frontera, tomaremos uno de los vuelos a Londres!

—¡Oído señor! — hacen voz unisonó los militares.

—Qué rápido te temblaron las bolas Sargento, me decepcionas— Ethan ofrece sus manos sin objeción para ser esposado, pero también porque le tiembla el cuerpo y le falla una de las rodillas, aun con todas esas señales de los golpes que le dieron me mira dándome ánimos.

—Tómenle las fotografías de su captura y que sean subidas al sistema.

—No te molestes en leer mis derechos, Estados Unidos es uno de los cuarenta y siete países donde gozo de inmunidad gubernamental por ser ex mariscal del ejercito inglés—le sonríe de lado —. Pero te daré el gusto de encerrarme para que no hagas un berrinche.

Es la primera vez que el Sargento se queda callado sosteniéndole la mirada, lo único que se oye son los quejidos de Tyler y son muy exagerados, se queda callado unos minutos y es porque se desmaya.

—Procésenlo de inmediato, quiero que llegue a la corte de Estados Unidos lo antes posible y oblíguenlo a no hablar con cualquier mandatario de alto rango, a esa mujer que la pongan en un hospital para su detención inmediata.

—Será mejor que me encierres bajo cien candados Prescott porque en cuanto ponga un pie afuera te explotaré en la cara la misma bomba que le diste a mi señora y no sólo eso, seré muy creativo con tu familia, eso te lo aseguro.

—Con mi familia no te metas o yo también seré creativo en decidir el país dónde te voy a encerrar y ella también.

Sólo basta que Ethan sonría de lado para remarcar la amenaza y para moverlo tienen que ser entre siete militares y todos parecen temer que haga un movimiento en falso y terminen muertos como el que desnucó. Lo ponen con una placa tomándole fotos de sus perfiles izquierdos y derechos y varios por el comunicador dan la noticia de una detención exitosa.

—Ethan— trato de acercarme, pero la paramédico hace de mi custodia.

—Este no es un adiós mi señora— dice en un tono más cálido y le da una última mirada a mi vientre antes que los militares lo obliguen abordar una unidad diferente a la mía y por primera vez, veo preocupación en su mirada.

No me obligan a colocarme las esposas porque mi brazo está fracturado, la médico hace mucho por mí, incluso se sube a mi lado en el auto de detención. Trata de quitarme el abrigo empapado, pero no tengo fuerzas para hacerlo.

Pierdo de vista el auto de Ethan con los ojos escociéndome y lloro en silencio con la esperanza de que las tenues luces de mi anillo parpadeen una vez más mientras soy obligada también a permanecer en silencio porque me amenazan en darme una zurra peor que la de Ethan.

Se ponen muchos automóviles a mi espalda como si fuera a escaparme del vehículo, no siento las piernas, tengo las rodillas adoloridas por el accidente de la camioneta, cuando se pone en marcha noto que tengo moretones por todo el brazo, incluso noto que no escucho bien, aún tengo ese zumbido molesto por la detonación.

—Déjenme sólo con ella— el Sargento se mete al auto cuando se detienen en las gasolinerías locales cuidadas por la policía de tránsito. La médico se ve reacia a salir del vehículo, pero termina cediendo. —¿Conoces el funcionamiento del parlamento inglés? — pregunta cuando nos quedamos en silencio.

Asiento negándole mi mirada.

—No he estado haciendo tiempo porque llevarle la contraria a Tyler, sino porque a ti no podemos trasladarte a Estados Unidos como a todos los criminales que aprenderemos esta noche— me informa.

—¿Por qué?

—A ti te ha reclamado la autoridad máxima del MI6, el nuevo ministro y la casa de Windsor lo aprobó, serás enjuiciada por la muerte del ministro Richard Madden.

Frunzo el ceño mirándolo por primera vez. —¿Y por qué me lo informa?

—Porque dudo que las razones del nuevo ministro para quedarse contigo sean cuestiones políticas, parece más un capricho obsesivo y enfermizo.

—¿Qué quiere de mí?

—Entrega a los Roe— pide sin dudarlo —Entrégalos con documentos oficiales, dame la ubicación de su cede en Moscú, también quiero la ubicación de su cargamento de armamento que enviarán a España y haré que no te alejen de tu hijo y podré llevarte a la prisión de Estados Unidos.

—Su táctica es muy ambigua, si sabe algo de la mafia, es consciente de que pierde su tiempo, nosotros no negociamos con mugrientos y yo no entrego a mi familia.

—¿Entonces así serán las cosas? Bien, lo haremos de la forma difícil, tú hijo nacerá en el hospital de mi unidad militar, a él no lo reclamó el nuevo ministro, no te dejaré ni siquiera mirarlo al nacer, no podrás callar su llanto, nunca conocerás su rostro.

Mi alma se rompe a pedazos mientras sale.

No puedo permitir esto, no puedo. Raven y Dorian no pueden vivir este infierno.

Inhalo y exhalo cuando a medio camino siento un dolor más grande pasar por mi vientre. Me agarro a la mano de la paramédico y aprieto los dientes con fuerza. —Tranquila, respira hondo, no tardaremos mucho en llegar al hospital, serás atendida como se debe.

Quiero responderle, pero dura demasiado la contracción, cuando pasa siento un alivio por mi espalda. Me suda la frente incluso. Siento un poco de humedad entre mis piernas. ¿Qué es? Me inclino para mirar y ahogo un jadeo con el cumulo de fluidos que se hace dentro del auto. —¿Qué está pasando?

—Mantén la calma, respira hondo, esto es natural — la médico me sostiene la mano con más fuerza. —¿Cuánto falta para llegar al hospital del ejército?

—Menos de media hora.

—Entonces pisa el acelerador— le dice al militar —Acaba de romper fuente— ¿rompí fuente? mira como estoy asustada y me da una sonrisa cálida —. No te encuentras en la mejor situación, pero vas a tener a tu hijo mujer, pronto vas a tenerlo en tus brazos.

Alexander.

—¡Modangreb! ¡Todas las puertas cerradas!

Contraataque.

Rebecca queda marcada en un instante. Maldito el que se atreva a tocar a mi esposa y a mis hijos.

Empujo a un agente de estatura corta y le trueno la columna a patadas disparándole a otro militar en la cabeza que se me viene encima. Por los arneses de las unidades aéreas de las fuerzas estadounidenses no dejan de descender agentes del MI6, protegidos con cascos que disparan desde la distancia.

Hay una ansiedad en mi pecho que me impide concentrarme en disparar, me retumba el pulso en los oídos y eso que lo he hecho miles de veces. ¿Qué me sucede? Grito enojado y sigo disparando, pero la sensación no desaparece.

Mi mente sólo se centra en una persona. Emma. —¡Ethan dame tu ubicación exacta! — toco el comunicador —¡Ethan! ¡Ethan! — repito varias veces sin obtener señal y me empiezan punzadas en las sienes. No, Emma, no. —¡Spor min kones lastbil! — mi grito se oye fuerte a pesar del ruido de las avionetas. Rastreen la camioneta de mi esposa. —¡Med det samme! ¡Quiero comunicación inmediata con mi esposa!

Jack se pierde entre los cadáveres perdiendo sus pantuflas corriendo con Erick de la persecución y la lluvia, se azota entre la fuente gritando sin moverse, Erick lo levanta sobre su hombro con dificultad y corre con él cuando mato a un militar que les apuntaba a la distancia.

Un agente del MI6 me revienta su codo en la frente tumbándome en el fango, me remuevo aprovisionando con mis tobillos sus botas y lo tumbo al suelo conmigo descargando mi enojo con él.

Le reviento las rodillas en las costillas quitándole la respiración cuatro veces, se jalonea cuando pateo su metralleta lejos a pesar de que me entra lodo en el ojo sano dificultándome verlo, jalo un puño de su cabello para voltear su cabeza. Lo ruedo sobre su abdomen para clavarle mi daga en la yugular.

—Jeg er ikke militær— tose salpicándome el brazo de sangre. —No soy militar lobo— repite —No me mates todavía, soy un legae de tu madre.

—¿Qué haces en mi casa? ¿Quiere la mafia danesa interferir con la mía? La adicta no puede escapar

—Jamás interferiríamos contigo, pero Meredith tiene asuntos pendientes con el gobierno sobre todo con alguien en el MI6, incluso si ella no está libre quiere la libertad de su hijo— jadea cuando le clavo la daga en la pierna —Es tu hermano, el hijo de Meredith, estoy aquí por él, quiero... quiero negociar su libertad.

—Yo no negocio con la basura.

—Te conviene, es sobre el nuevo ministro de Londres, lo tienes a la palma... de tu mano, ella te lo entregará.

—Tengo interés, habla— rebano un poco más de su carne metiendo la punta sucia entre la herida.

Se queja más fuerte —Primero júrame que me darás al adicto, es lo único que quiero... lo único que ella quiere de verdad, a ella no le interesa nada más ni las cuestiones políticas.

Parpadeo ralentizando mis golpes. — Trato.

—Es el Borah, Dimitry Aslan Çelik, el parlamento lo mantiene en secreto porque la mitad de los miembros son xenófobos y no aceptan que a pesar de que su línea familiar materna es inglesa, su línea paterna sea turca— jadea de dolor con la otra cortada que hago —Entro por interés político de la mafia oriental, pero personalmente tiene interés en Sarah, ella mató a su esposa hace unos meses frente a su hijo y es exactamente ese niño el que le importa más que nada.

—Yo casi lo mato cuando quemé su Topkapi.

—Era socio de Meredith en esto— habla de prisa sabiendo que mi paciencia tiene un límite.

—¿Y por qué ella lo traiciona así?

—Ella hizo que entrará al gobierno, pero por tu hermano te lo entrega, quiere el intercambio más que cualquier interés gubernamental, quiere que podamos sacarlo de aquí porque se enteró de la unión de Pentágono, eso el Borah se lo ocultó.

—¿Entrega al Borah a mi mafia por Bennett?

—¿Todavía te sorprende? Le creo una nueva vida en Turquía y aquí— se pica las sienes jadeando. —Esa mujer ama a tu hermano más que a su vida, aunque no lo diga.

Hago el trato y lo envío a uno de los senderos del bosque, corre desesperado quitándose el uniforme militar mientras recojo la metralleta tirando el cartucho y cambiándolo por uno nuevo en cuestión de segundo, reventándole plomo en las piernas a varios agentes ineptos que no pueden seguirme el paso.

Los incito a acercarse, pero apenas y pueden ver entre la lluvia y debo entregar al adicto a que se largue con los legaes de su madre a su maldita familia, camino entre la maleza camuflajeado.

—¡No olviden que Alicia tiene inmunidad por el gobierno, sea precavidos con ella, ha sido evidentemente torturada! — grita de nuevo Rebecca.

Corro en esa dirección y levanto bruscamente a la escoria que gimotea ahogándose con su propia saliva creyendo que ya me olvidé de ella y la arrastro del cabello por el barro hasta el pavimento sin permitir que ningún militar o agente del MI6 tenga oportunidad de recuperarla.

—¡Por favor! ¡No! — suplica con sus pocas fuerzas con cada herida que tiene por las mordeduras del lobo, la maleza por donde la jalo le raspa lo codos y cada lamento lo disfruto, pero la llevaré al averno y la quemaré cada día de su maldita vida —¡Se lo ruego señor Roe! — grita de dolor —¡Pagaré con Dios lo que hice... con... con Millie, pero no con usted!

La aviento a las escaleras y me inclino a ella metiendo mi arma en el orificio de su oreja, se oyen sus quejidos de desesperación cuando escucha que quito el seguro para dispararle y reventarle el cráneo —La muerte es un castigo muy rápido y yo ni siquiera he empezado a mostrarte el infierno que te espera puta basura.

—¡Alicia! — el grito de Rebecca se oye a mi espalda cuando empiezo a arrancarle trozos de su cuero cabelludo para seguir mi camino. —¡Necesito el apoyo inmediato de la unidad siete para recuperar a señorita Alicia!

—¡A esta perra traidora la mato yo! ¡Ya me tiene hastiado! —Caterva empuja a una mujer de los jardines cuando la matan los francotiradores y trata de dispararle a Rebecca, pero la línea de unidades que comanda la resguarda detrás de los jardines impidiéndole encontrar su ubicación por la maldita lluvia.

Veo borroso con el único ojo bueno que tengo, el cabello húmedo se pega a mi frente, voy detrás de él dejando a la escoria con el criado dando la orden de encadenarla en uno de los pilares dentro del palacio.

Rebecca somete a Caterva con un taser para cortarle sobre el pecho con una daga. Me inclino salpicando agua por donde camino con precaución mientras mis asesinos cubren mi flanco derecho. No evito el corte, pero si le disparo directo a la maldita en el abdomen azotándola contra los pinos, su chaleco anti balas recubre mi bala, pero le doy otras cuatro que le arrancan un grito de dolor antes que un grupo de militares vaya a auxiliarla.

—¡General Hilton!

—¡Ahora eres mío lobo! ¡Por más que intentes resistirte al ataque eres todo mío! — Rebecca sonríe perversa en el suelo disparando hacia mi dirección. —¡Unidad cuatro entren de inmediato por la teniente Wall! ¡La unidad dos ayúdeme!

—¡Mine snigskytter har grønt lys! — entro corriendo por los peldaños dejando disparos a mi espalda antes de poder comunicarme con Maya, empiezan las demoliciones que hacen cimbrar el techo.

Erick tiene a Jack desesperado llorando en el suelo. —¡No!¡No! ¡No! ¡Quiero a mi hija, la quiero de inmediato y de aquí nadie sale vivo si no la encuentro! ¡Aquí nos morimos todos si a mi hija le pasa algo! — le toca el hombro tratando de tranquilizarlo, pero se levanta descalzo dando traspiés por el piso preguntándole a cada criado por su hija ya que la escoria está inocente y encadenada al piso, por más que tratan de tranquilizarlo la desesperación hace subir a buscar el mismo a las habitaciones.

—No lo dejes sólo— muevo mi cabeza a Erick que a pesar de su miedo lo sigue por el ala oeste.

—Tenemos que encontrar a Emilia.

La escoria está como muerta y por más golpes no despierta, tiene sudor por todo el cuerpo con las infecciones que le debieron propinar las mordeduras de los lobos carroñeros.

—La escoria dijo que el MI6 le colocó un rastreador a mi sobrina, entren a las jaulas y hagan que Sarah les dé de inmediato la numeración para encontrarla— mando a hermano de Wren.

Mi pulso está desbocado mientras trato de entablar comunicación con Ethan de nuevo, la desesperación va en creciente y observo cada maldita cámara que no se apagó de la ciudad sin encontrar ninguna imagen clara.

Mis trabajadores web no encuentran la ubicación de mi Fairchild que recubre el trayecto de mi esposa, la última ubicación que lanza su dispositivo está a veinte minutos del Kript y toda la información que lanza es que se quedó varado en el canal de Nyhavn.

—El Raptor reportó una explosión en la última ubicación de su esposa, las camionetas fueron calcinadas sin ningún sobreviviente— uno de los conservadores me muestra el reporte.

Lo abro encontrando el último reporte de hace una hora, camionetas calcinada por todas las unidades transitadas, me quedo pasmado sin encontrar imagen de esa explosión. Me coloco el comunicador de nuevo. —¡Ethan! ¡Carajo! ¡Responde! — intento más veces, pero la señal está muerta por interferencia.

El inútil de James está sólo en su cubículo mirándome fijamente mientras bebé café tranquilamente. —¿Hay algún problema con la ubicación de su esposa, mi señor? — dice la última palabra con un sorbo a su café.

—¡Restablece la comunicación con Ethan, sólo se escucha interferencia!

—Como ordene— me mira fijamente y abre su ordenador. —Mi señor.

Se para la línea de mis criados a mi entrada sacando el embarque de armamento que fabricamos hace poco y me cargo de municiones dobles en cada parte de mi cuerpo. Wren corre con los otros conservadores a abastecer a los francotiradores especializados que bajaran de las unidades aéreas para contraatacar al MI6.

—¡Tienen rodeado todo el perímetro del palacio, han bombardeado el Kript sin éxito, el saldo de muertos por esa zona es cero, pero se confirmó que los bloqueos que había en la ciudad eran militares americanos utilizando el uniforme de la DEA como distracción! ¡James está intentando que no corten la dirección IP de los comunicadores!

—¡La que controla el operativo de todas la unidades es Rebecca y el de los militares todavía no ha sido ubicado! ¡Debe portar un placa bordada en su uniforme que diga "Sargento Prescott"!

—¡Ya regresó el Fairchild está pilotado para tumbar las unidades aéreas del ejército, pero que sea rápido porque entrarán más unidades aéreas al sector lobo, ya se han detectado en nuestra zona de aterrizaje!

—¡Quiero más vigilancia en Sarah y el cojo de aquí no salen! ¿Qué esperas inútil? ¡Quiero la ubicación de Ethan!

—Las jaulas son impenetrables, James tiene el candado electrónico en ellas, mi señor.

—Dijiste que el jefe de defensa americana había dado siete horas antes de iniciar contra tu búsqueda! ¿Nos atacan a traición? — Caterva se reacomoda un chaleco antibalas para proteger la herida de su abdomen que le dejó Rebecca.

Lo hice y no es un ataque a traición, pero no tengo cabeza para eso, miro de nuevo las cámaras de la ciudad rastreando la camioneta de Emma y no conecta con ninguna.

—Señor Roe— James alza la cabeza de su ordenador —Es imposible contactar con Ethan debe haber un problema que soy incapaz de resolver en este momento.

—¡Buenas noticias señor! ¡Ha llegado el Raptor también!

—¿Activaremos la primera línea de ataque?

—¡Señor!

No hay sobrevivientes. Leo la línea que aparece en mi dispositivo enviada directamente desde el Fairchild, dónde está la lista de los muertos que vio el vuelo del Raptor. Explosión a las once cincuenta, todos muertos, se confirma la muerte de Emma Roe, Dorian Maximuss Roe y Raven Dominic Roe a manos del Sargento Prescott.

Cae un peso en mis hombros, el limbo me reclama y de la peor manera posible.

—¿Sobrino? ¿Dónde está mi nieta? — siento la mano de Maya en mi espalda.

—Mi hermano fue a sacarle información del rastreador a Sarah.

—Yo misma la haré escupirlo así le tenga que sacar las tripas. ¿Alexander?

—¿Mi señor?

La cripta se queda en completo silencio con mi expresión y en mi mente se repiten los mismos nombres de la lista. Corro al ala este subiendo por la única habitación de la planta, azoto la puerta y abro las gavetas desesperado buscando una caja de tercio pelo negra.

Pateo los objetos de utilería. —¡Maldición aparece! ¡Rápido! — tiro todo el contenido de los muebles estoy perdiendo la cordura, vacío tres gavetas más encontrando el objeto, lo abro sacando la llave de la caja fuerte, digito el código y utilizo mi huella en la última escala sacando el ordenador blanco y abro la configuración oculta de la red.

Hago parpadear la luz blanca del anillo en nuestro código de comunicación personal y espero mirando el mapa del país a versión escala en mi pantalla. Enciéndelo, nena, enciéndelo. Espero por unos segundos que se sienten con una eternidad. Enciéndelo, clavo los ojos sin parpadear hasta que me arden.

Contengo la respiración.

—Vamos Emma.

Se me paraliza el puto corazón.

—¡Hagan volver al Fairchild por la ciudad! — doy la orden por mi comunicador —¡Qué haga un vuelo aéreo buscando las camionetas de mi esposa y los autos del ejercito!

—¡Entendido señor!

—¡Vamos Emma! — mi cordura pende de un hilo, sigo presionando la luz blanca con desesperación sin obtener respuesta del otro lado. Siento que no me late más el corazón y que ya ni puedo respirar, me vuelvo creyente en ese mismo instante.

La desesperación incrementa a medida que la pantalla sigue con la misma imagen.

La luz blanca parpadea dos veces.

Dejo respirar mis pulmones jadeando y doy dos parpadeos iguales en respuesta mientras se va marcando la línea roja sobre el mapa. Cierro los ojos mientras me recorre el alivio en todo el cuerpo.

Escucho las pisadas de los lobos de mi esposa que se pasean como desesperados por nuestra alcoba, pero no parece ser por los disturbios que provocan los disparos, van de un lado a otro.

Parpadea de nuevo la luz blanca sobre la pantalla mientras mando la ubicación en tiempo real a mi dispositivo y cierro el ordenador regresándolo a su lugar. Bajo los peldaños de la cripta de dos en dos mirando a mi tía enojada, hasta aquí se escuchan los lamentos de Jack.

—¡El sistema de defensa se mueve sólo alrededor del MI6, a los militares dejen que se acerquen lo más posible a nuestras entradas! — envío la ubicación de mi esposa exclusivamente a mis conservadores rusos y sólo comienzo a dar órdenes cuando ya la han recibido y me hacen el gesto con sus cabezas de lejos.

El hermano de Wren entra empujando a James del ordenador. —Tengo las coordenadas del rastreador de la niña Roe, Sarah me las dio forzada.

Respiro hondo y centro mi atención en James, que trata de mirar por encima del hombro del hermano de Wren, le hago una señal a Caterva con la mirada y asiente. — Hagan sabérselo a Jack de inmediato.

—Tengo a la maldita Sarah y al cojo en el mismo lugar que Alicia, cuando des la señal empezaremos con el plan, me detuve para no matarla hasta que encontremos a mi nieta, voy a salir con los asesinos a matar a esos imbéciles.

Jack baja desesperado seguido de Erick, ni pregunta para colocarse en lugar del que busca la ubicación. —Ya voy princesa, papi ya va, espérame— se limpia la cara con el dorso de la mano escribiendo —No me deja entra al sistema, es parte del MI6 y está bloqueado— se gira a James —Ábrelo de inmediato.

—Recientemente cambiaron todo el sistema de seguridad web del MI6 con el cambio de ministro me tomará al menos tres días en hackearlo.

—¡Dije que lo abras!

—¡Tomará días Jack! Si es un rastreador autorizado por Sarah sólo la madre podría intentarlo, pero ella no lo hackeará incluso si la torturan porque tiene ningún conocimiento en temas web.

—Empieza a quitar las claves y localiza a mi sobrina de inmediato— le pongo mi arma en las sienes —Traidor — se queda inmóvil sin a atreverse a mover o soltar ni siquiera un suspiro —¿Quieres saber nuestra estrategia de la noche para pasarle información a Rebecca?

—Nadie puede probar nada, soy miembro de esta mafia, su fiel servidor.

—Vamos a quemar a todos— respondo como si no hubiera hablado y con una sonrísa sádica lo obligo a poner la cara en el ordenador —Y esta noche los Roe nos apoderaremos del MI6.

Ahoga un jadeo mientras hago que le pongan un rastreador en el tobillo por si tiene la idea de escapar con ellos.

—No pienses que esto es una película James, aquí no van a venir los agentes del MI6 con los que te has estado comunicando desde hace meses, no van a romper la puerta y te llevarán a tu libertad fuera de estás cuatro paredes— me meto a su cabeza —Te marqué como mi criado, ya nunca más tendrás tu libertad, así te contactes con mil gobiernos, jamás volverás a ver la luz, ni sentir el aire, ya ni recordarás como se ve afuera.

Poco a poco siento sus patéticas lágrimas en mi puño.

—La única forma en la que tú dejes la mafia es cuando te maté, serás siempre mi esclavo, y cuando termines de encontrar la ubicación de mi sobrina te torturaré hasta quebrar tus huesos y volverás a trabajar, volveré a torturarte y de nuevo a trabajar, así será, será un círculo repetitivo por años, tú ya no existes, ya no tienes nombre.

Su espalda tiembla con el daño psicológico que le muestro de lo que será su vida.

—¿Creíste que es así de fácil traicionarme? — me río de su expresión de dolor —Te imaginabas corriendo hacia Rebecca en un instante ¿no es así?

—Pare, por favor — suplica.

—Del infierno no se sale así de fácil— hablo lento hasta que recargo mis puños y lo clavo contra la mesa tomándolo desprevenido —¿Te crees inteligente? — le azoto la nariz contra la computadora rompiéndola.

Su sangre mancha los documentos oficiales, tomo mi mano dentro de su boca y jalo sus dientes delanteros con fuerza moviéndolos de un lado a otro, los nervios están muy bien sujetos, jalo más fuerte haciendo presión contra la encía y la araño con mi daga hasta que le arranco tres dientes de su dentadura delantera.

Gozo el brote de sangre del nervio y los pongo junto a otra computadora nueva, se los dejo en la mesa como motivación. Abro de nuevo su boca y Maya se pone a mi lado con su daga empezando por las muelas.

Apenas empieza con la extracción cuando ya le he quitado el primero de arriba, empiezan a volar por todo su lugar, mis manos quedan ensangrentadas, pero esta cirugía clandestina debe ser completada.

—Joder, no puedo ver, es demasiado drástico — Erick se palpa la frente llena de sudor y da la vuelta de la escena para evitar vaciar su estómago sobre una de mis alfombras de millones mientras Maya y yo vamos diente por diente hasta que su boca traidora queda en un baño de sangre y vomito que provoca una asquerosidad en el suelo.

Le jalo el cabello arrancando mechones de su cuero cabelludo subiendo un aroma nauseabundo del cebo corporal.

Lo obligo a sentarse en la silla y pego su asquerosa cara en la pantalla. —¡Ahora abre la ubicación de Emilia!

Maya extiende la mano para que los criados le limpien los residuos de encías de las uñas.

Caterva se acerca mostrándome la imagen de una camioneta danesa por la parte trasera del bosque mientras James se pone a trabajar como pasmado entre sollozos roncos y vigilado por Erick y Jack.

Tomo uno de mis pañuelos más caros y me limpio la saliva y la sangre del mugriento hasta quedar reluciente y me coloco mis guantes negros. —Voy a entregar al adicto, negocié con legae cambio del nuevo ministro de Londres.

—Pues que se largue rápido, aquí no somos niñeros de adictos, ya me tiene hastiado con sus crisis de esquizofrenia y si queremos hacernos del poder del MI6 tenemos el tiempo medido.

—Ve preparando todo, yo soy el único que puede detonar esa bomba.

Piso uno de los dientes de James y lo arrastro con mi bota a las escaleras, uno de los lobos de Emma lo atrapa y comienza a crujirlo en su boca mientras bajo un momento arrastrando fuera al adicto, lo saco junto con Caterva por las puertas traerás que dan al lago y al bosque, lo aviento junto con un arma para que se largue por su cuenta o se muera en el instante, me da igual, no es más que una basura.

—Lárgate, considérate como una negociación que es para lo único que sirves.

No sé qué me incita a quitarme mi dije de cruz y aventárselo a la cara, pero lo hago y cuando lo toma se queda mirándome como idiota, endurezco mi mente y me giro para volver a entrar.

—¿Por qué me sueltas?

No lo hago completamente por la información sobre el Borah. Esto debió ser así desde un principio, cuando éramos niños, nunca debí decirle a Logan que Meredith iba a escaparse con Bennett, debí quedarme con el brazo roto encadenado en el armario mientras estos dos se largaban.

Él hubiera dejado de ser un adicto y yo de cualquier forma, yo iba a sobrevivir solo a las perversiones y golpes de la mafia y él sería hijo único como Meredith tanto quizá, lo único que quisiera saber es porqué.

Este es el vívido ejemplo de que puedes darle mucho a una persona durante años y a cambio recibir mierda de su parte.

—¡Lárgate de mí vista puta escoria!

Caterva entra conmigo por el ala oeste donde Jack está histérico tratando apresurando a James a entrar a la configuración del MI6 y comienza a tener luz verde porque la expresión le cambia.

Salgo seguido de Maya que me espera en el pasillo, es evidente que vio al adicto irse para reencontrarse con su madre por los ventanales.

Aclaro mi cabeza y empiezo a matar a los militares mientras el Raptor sobrevuela con las unidades aéreas del MI6 para empezar con esta masacre, envió a los mejores asesino en la ubicación secreta de mi esposa y me mantengo al pendiente de cada cambió de ubicación que muestra el mapa digital cada cierta media hora.

Si el ejército quiere conocernos lo harán de la mejor hora, ya veo las ansias de mi tía sobre un militar.

—¡Quiero que salgan todos mis conservadores rusos! — doy la orden por mi cuenta sacando un revolver de entre mis botas.

Rebecca palidece ante mi orden, sabe lo que implica tener a más de ciento cincuenta rusos en mi palacio. Corro bajo la lluvia disparándole a todos los uniformados que se arremolinan sobre mi estacionamiento privado, mis francotiradores deparan a lo lejos.

—¡Aléjense de las puertas de inmediato! ¡Tiene asesinos por los techos de la construcción!

—¡Da la retirada! — pide alguien a gritos mientras le saco los ojos a un militar con mi daga antes de tomar mi metralleta y mi tía le está tronando el tobillo a una agente para abrirse paso al MI6.

—¡Por Dios! — alguien vomita a unos metros de mi cuando estoy a mitad del desmembramiento de un agente y voy caminando entre los cadáveres para alcanzarlo y restregarlo entre sus propios residuos.

Los agentes que van retrocediendo nos ven con cierta repulsión.

Puede que los Roe seamos un poco sádicos.

—¡Da la retirada! ¡Por Dios! ¡Rebecca estos malditos están locos!

—¡Los conservadores rusos está capacitados, pero los Roe son extremadamente peligrosos! ¡No se dispersen! ¡Vayan retrocediendo por las calles a los alrededores de la carretera! ¡El resto concéntrense en buscar a la teniente Wall!

Ellos gritan cada vez que lanzan una granada, yo disfruto arrojarla sin que lo vean venir y el olor de cuerpos quemados.

Tengo a un agente del MI6 en mi espalda mientras le rebano la garganta a un militar. Me subo a uno de los todoterreno del estacionamiento subterráneo y manejan duplas sosteniendo el mando de los francotiradores.

—¡Estrategia cero, empezando en todo el perímetro del palacio y por las carreteras más cercanas! — me armo de una metralleta colocada en los barrotes del auto y disparo con buena puntería a los todoterreno azules del MI6 que arman bloqueos en las carreteras.

La lluvia disminuye un poco, pero no disminuye, Maya se comunica desde un auto cercano persiguiendo el de Rebecca. A veinte cinco metros de los senderos del bosque hay un grupo militar que cambia las municiones de sus francotiradores.

Enterramos el capote del auto contra sus camionetas y nos dirigimos colina abajo perdiendo fuego por todos esos mugrientos. Reviento el cráneo de un militar a pesar de que me suplica misericordia, pero hay otro más entrenados que me disparan a una distancia de más de cincuenta metros.

Están camuflajeados entre la maleza y el fango se hace presente en cada combate de cuerpo a cuerpo, la vista se me jode con el agua. —Hijo de perra— me topo con varios rostros conocidos del MI6 ahora que sé que viene por orden de esa rata turca tengo más motivación de mutilarlos.

Le clavo mi daga en el abdomen debajo de su chaleco antibalas y la retuerzo por sus intestinos, clavo y saco y me río de su expresión de miedo.

Me disparan en la espalda empujándome sobre unas rocas, reacomodo mi traje de kray y busco el agujero que no logro perforar mi chaleco antibalas, pero si darme un buen golpe en la espalda.

—¡Sigan tras ellos! — dice Rebecca.

Camino escupiendo sangre mientras le perforo el cráneo con mi metralleta a una ronda de seis agentes que bajan de uno de los arneses y hago lo planeado, los vamos acercando más y más al palacio, pero sobre todo a los militares que son nuestro objetivo principal de la noche.

Corro por una de las zanjas con mis asesinos y emboscamos a una unidad blanca que recupere la carretera. —¡Granada! — aviento el objetivo y me recubro detrás de una hilera de autos mientras el metal de la explosión cruje calándome los oídos.

— ¡Todo listo lobo! Tu Raptor derribó a las unidades aéreas del MI6 y los militares están rodeando cerca del palacio—Maya se derrapa a mi lado apuntando con su arma a mi derecha y cubriéndose del fuego.

Caminamos inclinados por el asfalto protegiéndonos de un francotirador americano y corremos por el otro lado de la carretera dónde alcanzan a iluminar las lamparás de ciudad, inclino la cabeza y asiente pasando a mi lado cuando nos alcanzan los todo terrenos azules.

—Que vueltas da la vida tía Maya— Rebecca baja de la unidad móvil. —¿Quién es la inútil ahora?

—Tú.

—Sigue siendo altiva, maldita perra, nunca me trataste mejor que a una criada en tu casa.

—Es que es para lo único que servías.

—¡Atención al Pentágono! ¡Habla la General Hilton! ¡Los tenemos rodeados! ¡Los Roe yacen detrás de esa hilera de camionetas! ¡Todas las unidades del MI6 trasládense al área de la carretera!

Los todoterreno azules comienzas a estacionarse en nuestro perímetro y levantamos las manos en rendición.

—¡Informen al Sargento Prescott! — grita —Los atrapamos hijos de puta.

Maya sonríe de lado sosteniendo en alto todavía su metralleta. —No cielo, ustedes están atrapados con nosotros.

—Corta la electricidad— ordeno por el comunicador.

Cada lampara que resguarda la carretera principal de la policía local, los senderos del bosque, el lago y las entradas del palacio se apagan al mismo tiempo, lo único que queda ardiendo es la explosión de autos de mi granada que ha disminuido por la lluvia.

Llegan las camionetas de los conservadores rusos para el verdadero espectáculo, comienza el tiroteo.

—¡General Hilton!

—Tranquila unidad, no retrocedan sin encender las lámparas, cúbranse lo más que puedan— escucho el miedo en la voz de Rebecca.

—Idiotas, los Roe hemos estado este momento por mucho tiempo— disparo al cielo y saco el detonador de Raven en la misma área dónde se encuentran ubicados, no fueron traídos por casualidad a la carretera, los guiamos a la ubicación de las bombas de mis hijos.

Rebecca mira el detonador, pero antes que pueda dar la orden de retirad detono Raven, pero por la herida de mi ojo lo hago a destiempo y se queman una cantidad considerable de árboles, corremos carretera abajo, pero incluso a varios de nuestros asesinos los quema el fuego.

Disparamos a todo lo que se mueva, Maya les encaja su daga a dos mujeres cadetes de entrenamiento del MI6 y mis conservadores rusos y yo estamos contra los militares, pero vienen mejor armados que la basura inglesa.

Tenemos el tiempo medido, vamos avanzando conforme al plan, me reviento a golpes a todos los agentes que recubren Rebecca cuando la alcanzo cerca de su unidad, estoy cerca de ella, pisándole los talones en cada calle en la que escabulle corriendo.

La columna negra de humo de Raven todavía alcanza los todo terrenos azules y con el combustible de los motores varios autos estallan, me agacho debajo de una camioneta y gateo a persecución de un rubio, en el forcejeo le clavo una daga suiza en los talones a un militar, azoto su cabeza en el auto una y otra vez hasta que cruje.

Al levantarme me quedo inmóvil, al principio creo que es la columna de humo lo que evita que mi ojo sano vea, pero conforme pasan los segundos me doy cuenta de la realidad.

—¿Nos retiramos mi señor?

Parpadeo viendo líneas entre el fuego u cuando se me aclara la vista corro por la maldita llegando a reventar los cristales del auto por dónde planea escapar, me detengo y noto la herida en mi hombro de dos balas que me rozaron, me cambio el soporte de la metralleta al brazo contrario y continuo.

Otro de los motores colisiona contra mis asesinos, los militares y los agentes, a todos no llega el fuego, caigo al piso con el cuerpo adolorido, ruedo sobre mi costado viendo destellos amarillos apenas.

Me levanto con los que quedan y subimos a los autos disparando por ventanas y el capote abierto, encuentro en carretera abajo a Maya recostada sobre el pavimento sobre uno de los cuerpos. Tiene la ropa manchada de hollín y sangre y tose por la cantidad de humo que ha ingerido.

—Todo está saliendo conforme al plan— me agacho con ella extendiéndole la mano —Los militares están rodeándonos, voy a detonar mi siguiente bomba con ellos dentro del área y nos apoderaremos del MI6 como lo planeamos en las reuniones de la organización.

—Me dispararon— extiende su pierna con un cardenal sobre la rodilla. —Rebecca me disparó dos veces en la pierna.

Me agacho para hacer presión donde la herida, pero ni siquiera se queja. —No te travesó el hueso.

—No es sólo la herida, no lo resisto, quiero seguir matando a esas ratas, pero... mis pulmones... siguen débiles.

La perforación de hace meses la dejo vulnerable, muevo mis manos quitándole las tiras del chaleco antibalas y eso la hace respirar un poco más libre, pero sigue tosiendo ronca sin siquiera poder abrir sus ojos.

—Vamos a regresar a revisión entonces.

Niega como puede. —Acorrálalos y continua hasta que detones la bomba o se largarán... yo sigo con Wren y su hermano.

Esto retrasará nuestros planes, pero tiene la piel pálida y no abre los ojos cuando habla. — Ni hablar, pareces mugrienta.

—Cierra la boca hijo de puta.

La levanto apoyando su cuerpo en mi hombro tose sacándolo con la espalda encorvada y se apoya en la pierna sana, respira con dificultad tratando de decirme algo, pero la pongo a descansar sobre uno de los asientos del auto blindado, se ve muy exhausta hasta para hablar.

Hago un torniquete sobre la herida de bala y a mitad de mi trabajo su mano se mueve para los compartimentos del auto y después se palpa la ropa de kray por los bolsillos. Alejo sus manos porque incluso manotear o hace fatal. —¿Qué buscas? Te estoy evitando una hemorragia y no me dejas trabajar.

—Mis guantes elegantes.

—Maldita vanidosa, tienes barro hasta por debajo de las uñas y aun así te los vas a poner— los saco del bolsillo sobre su cadera, pero me los arrebata para ponérselos ella misma diciendo que no es una inútil como yo, pero lo corta con roncera pidiéndole que le golpee la espalda por la cantidad de humo que sigue teniendo dentro.

Justo a la mitad de un ataque severo de tos de Maya, me dan el informe que nos vienen persiguiendo, voy a revisar las cámaras, pero me detiene.

—Oye idiota— jadea en medio de un ataque de tos mirándome con los ojos apenas abiertos —Para Emma— me extiende su daga Roe con la mano un poco temblorosa.

—¿Por qué?

No puede responder como debería porque se dobla tosiendo. — Cierra la puerta pervertido que ya hace frio

La veo acurrucarse contra la ventana volviendo a toser, la bala en la rodilla no parece molestarle. La unidad de militares nos encuentras y empiezo a disparar, pero no con contra ataque, en realidad Maya no se ve bien.

—¡Jack abre las entradas del palacio, estamos regresando! — informo por el comunicador. —Van a seguirnos, voy a detonar a Dorian en cuanto estén cerca del palacio.

Entro al lugar del piloto. Maya está volteada a la ventana como la dejé, su espalda no se mueve y tampoco tose, la maldita Roe se soltó el cabello y se lo acomodó atrás con lujo como si esto fuera una cena de millonarios.

—Los militares están camino a la detonación de Dorian—le informo arrancando el motor sin recibir respuesta. —¿Cuánta cantidad de humo ingeriste adicta? ¿Te molesta un poco de fango en la ropa? — sonrío de lado esperando su respuesta sarcástica, pero no hace ni un respiro.

Toco su espalda palmando por encima de sus pulmones le doy palmadas para que tosa y no se mueve nada. Frunzo el ceño y me detengo a orillas de la carretera con mi seguridad parando a metros de mí.

La giro poco a poco para sentir el pulso de su cuello por si es un desmayo. Tiene los ojos ligeramente abiertos al igual que la boca, pero lo que más me acojona es la mano fría.

—¿Maya? — palpo el pulso de cuello sin hallarlo y en sus muñecas tampoco hay. su cuerpo cae abajo sin fuerzas cuando la suelto.

Hago presión repetitiva en su torás por varios minutos, pero no hay ni un ligero cambio. Poso mis manos de nuevo buscando pulso, no lo hay.

Está muerta.

Respiro hondo sin apartar la mirada de sus guantes de seda y la forma en la que se soltó el cabello a último momento como ni siquiera la muerte debiera recibirla desalineada, como si hasta para morir los Roe debiéramos tener arrogancia y soberbia. Apago el motor y la sostengo sobre mi hombro en un minuto de silencio.

Me desagrada el perfume de dulces que usa y que todavía huele en el aire —¿Usas colonia para morirte vanidosa? ¿No tienes los cojones para abrir los ojos? — no sé qué intento, pero por un momento pienso que me soltará una bola de palabrotas por un gesto nada soberbio, pero todo se queda en silencio por más minutos que pasen.

Tengo la mente llena de recuerdos de ella, de niño, de adolescente y de adulto y todas con su clásico abrigo y botas altas. A veces podía tocar su cabello para poder dormirme. Miro al frente mientras la lluvia arrecia sobre el parabrisas y caigo en cuenta de la realidad.

Mi tía Maya ha muerto.

—Åh død, modtag min mors sjæl ind i dit liv— repito con sintiendo que mis hombros se tensan y sostengo su mano —Gud, lad ikke helvede være vidne til hendes stolthed — le cierro los ojos, sus párpados ya está helados —Åh død, modtag min mors sjæl ind i dit liv.

Oh muerte, recibe el alma de mi madre en tu vida. Dios, no dejes que el infierno sea testigo de su orgullo. Oh muerte, recibe el alma de mi madre en tu vida.

—Todas las unidades cerca de la carrera High West, regresamos al palacio— respiro hondo —La gacela ha muerto.

El bloqueo del MI6 sigue a nuestra espalda y tratarán de llevarse hasta a los muertos, pongo el motor en marcha. Ahora conducir al palacio se siente diferente, se torna tenso cuando paso al asiento del copiloto y saco su cuerpo pálido con cuidado bajo la atenta de mis conservadores rusos que bajan la cabeza a modo de respeto.

Caterva y Wren me siguen uno a cada lado y sé que tengo la responsabilidad de hacérselo saber a Ethan como a su marido.

—Åh død, modtag hendes sjæl i dine kamre— dicen al unisonó.

Oh muerte, recibe su alma en tus aposentos.

Caminar dentro se siente diferente porque hay más de mis criados dentro y mi primo en desesperación por su hija, mis botas ensangrentadas resuenan y hasta ese sonido es molesto.

Las cejas de muchos se alzan cuando cruzo el lumbral, el hermano de Wren es el primero en vernos entrar y rápidamente se coloca en señal de respeto.

Lo van haciendo hasta que el gesto llega a Jack y a Erick, la mano de Jack deja el ordenador y se queda con la mirada fija en el cuerpo que cargo, se agarra al escritorio para mantener el equilibrio, aunque no puede. —Madre— un sollozo se atasca a la mitad de su garganta.

Aprieto la mandíbula por la expresión confundida de Erick que es incapaz de girarse por el miedo. — Erick — alza la vista ante mi voz con tono de orden y sus ojos tardan segundos en procesar lo que tiene delante. —Tu esposa ha muerto.

Rebecca.

—¡Ya estamos cerca! ¡Vamos a entrar por la fuerza! — doy la orden sacando una de las granadas cuando les seguimos el rastro a los Roe en dirección al palacio.

Esos malditos psicópatas casi matan a la mitad del MI6 con esa detonación, yo quedé con un mal golpe en la cadera y me cuesta seguir de pie, pero voy arriba de un todo terreno azul para mi comodidad.

—Sugiero que no se acerquen a más de un kilómetro por la carretera de High West General Hilton, se reportan diferentes camionetas negras lujosas cubriendo la zona, dentro de ellas hay francotiradores y un avión de caza Raptor F24 aparece en la zona de vuelo.

—¿Sus militares camuflajeados han escuchado disparos de honor?

—Al menos tres rondas de rifles de siete disparos al aire.

Frunzo el ceño y me giro a uno de los militares con una enorme sonrisa en mi rostro y muy satisfecha a pesar del dolor de mi cuerpo y algunas quemaduras por la explosión—¡Murió un Roe! ¡Murió un Roe!

Me mira confundido, pero no tengo porqué ocultar mi expresión, es perfecto, lo mejor que ha pasado aquí durante la noche, valen la pena que tenga el cuerpo molido. Soy lo mejor que le pudo pasar al MI6.

—Felicitaciones General, su misión está dando frutos.

—Me he convertido en la enemiga más peligrosa de la mafia, se nota como me temen —sonrío con suficiencia.

—Se fueron de las carreteras por el miedo que me tienen.

—No estoy seguro que esa sea la razón, si hirió a un miembro de esa familia lo más seguro es que ellos decidieran...

—Silencio idiota, quiero que le informes a todos, para en la siguiente intersección.

Obedece y me ayudan a bajar, comienzo a dar la noticia sin dejar que el entusiasmo en mi vos disminuya.

—Cuando tienes que ser la villana de una historia mal contada, no queda más que llevarlos a todos por el lado de la justicia caballeros, espero que tomen ejemplo de mi excelente trabajo de esta noche.

Recibo una ovación de aplausos que pondrían celosos a los mismos Roe y si la idiota de Sarah no es rescatada esta noche yo estaré en cuestión de semanas ocupando el lugar de teniente, quizá deba dirigir su rescate de secuestro y el de Dylan Gray a fallido, pero levantaría sospechas.

Si tengo que ser una zorra, seré el dolor de cabeza de cada Roe que quede vivo, ya se nota como me tienen miedo, tengo ganas de saltar de euforia por mi buena estrategia de la noche, mi tío me informó sobre la captura de la ramera de Emma. Me beso mi magnifico cerebro.

—Estoy impresionado— dice el militar que se quedó a cargo en lugar del Sargento Prescott. —La armada de Estados Unidos sabrá de su logro.

—Escriba bien mi nombre en sus reportes para el Sargento Prescott, quiero que no omita ningún detalle. Rebecca Hilton primera General del MI6 y espero que como gratificación me dejen elegir a uno de los prisioneros para llevarlo a Reino Unido.

—Si su misión de hoy tiene éxito, no dude que el Sargento Prescott será sumamente generoso con usted y con su tío y sobre todo con el honorable ministro de Londres, los favorecerá en gran manera.

Ya tengo al ratón en mi trampa, me dejarán llevármelo. Eres mío Alexander, todo mío.

—¿Qué procede General Hilton?

Miro a los militares lejos, debo ser más inteligente que todos ellos juntos. Alicia es una estúpida, ni siquiera me importa que no logró salir, pero todavía nos queda uno de nuestros mejores infiltrados. —Ábreme la ubicación del rastreador de Emilia Camille Roe Wall como nos dijo Alicia.

—Enseguida— se sienta sobre sus talones abriendo su laptop. —Según el mapa se encuentra a una hora de nuestra ubicación, hay un lugar de cabañas de descanso en High West, las pasamos en nuestro recorrido matutino. ¿Lo recuerda?

—Es el mismo lugar dónde fue asesinado el ministro Madden.

—Exacto.

Llamo a mi tío para que investigue quién se aloja en esas cabañas, pero no responde a ninguna de mis llamadas. Pido contacto con nuestro fiel James dentro de la organización del lobo y por emails comenzamos a comunicarnos.

«La niña Roe está con Logan en las cabañas de High West, Alicia la entregó voluntariamente» Releo su correo y pienso mi estrategia antes de responderle, si ya hay un Roe muerto, necesito ir por otro pilar para que la construcción se derrumbe y debe ser uno peligroso, pero de fácil acceso.

Debo deshacerme de Jack.

«Dale la ubicación a Jack y haz lo posible por liberar a Sarah de las jaulas, enviaré a un equipo silencioso por ella, no habrá ataque, pero la quiero fuera, quiero que pueda llegar antes que Jack a las cabañas»

Tarda en responder bastantes minutos. «Entendido»

—¿Qué está pasando? — el militar se pone a mi espalda.

—Me temo que la hija de la teniente Wall ha sido secuestrada en las cabañas de High West, debemos agilizar la liberación de la teniente y recuperar a su hija mediante una negociación, si el narcotráfico no quiere negociar utilizaremos la fuerza.

—¡Imposible! — miran las pruebas falsas que me ha enviado James —Este caso se convierte en prioridad en este momento al verse involucrada la hija de Sarah Wall.

Cómo odio que le den tantas consideraciones a la maldita sólo por ser hija del teniente Wall, si como persona es un asco, nada comparado a lo que era su padre.

Me toco la barbilla lentamente mirando de nuevo a los militares, como tengo que liberar a Sarah del secuestro tengo que quitarla del camino de una forma u otra y tengo la oportunidad perfecta. —Necesitan pedir la autorización del Sargento Prescott. ¡Atacaremos de forma aérea esas cabañas!

—Eso retrasará la liberación de Millie— los miro a todos con el cabello empapado —El agente James Lewis que fue secuestrado hace más de medio año por esta organización criminal es nuestro infiltrado principal y tiene acceso a las jaulas, necesitamos un grupo de veinte militares y agentes que se arriesguen por la teniente, irán de forma silenciosa.

Recibo un mensaje del Sargento Prescott, debemos retrasar lo más posible a los Roe, su esposa está en labor de parto y aun cuando refuercen la seguridad temen una emboscada, incluso ha mandado a reclutar a la mitad de militares que tengo a mi cargo.

Una de las mejores órdenes que he recibido en este maldito trabajo, todo lo relacionado a mi hombre me pone de buen humor.

—Caballeros, tenemos un ligero cambio de planes, los enemigos peligrosos requieren medidas desesperadas.

Alexander.

Me siento inquieto y no de una forma normal.

Esto no tiene que ver con la muerte de Maya porque Erick está destrozado yaciendo junto a su cuerpo en la Cripta acariciándola bajo sollozos y sin que nadie pueda acercarse y Jack aún en su duelo ha salido a las cabañas de High West por Emilia junto con un grupo de asesinos especializado, entre ellos Wren.

Varios de los correos de James con Rebecca fueron interceptados y planearon la libertad de Sarah, así que, siguiendo el plan original, se les permitió creer en su "liberación", aunque es monitoreada por Caterva.

—Emma, Emma— mi desasosiego es mayor que cualquier cosa, mi pulso está desbocado, me paseo de un lado a otro en el estacionamiento de mis autos de colección, me he terminado una botella de whisky y voy por la segunda y sigo sin sentir un maldito alivio.

Me siento en el sofá de cuero metiendo mi cara en mis manos, pero hay tanta ansiedad en mi cuerpo que no puedo permanecer ni dos minutos sentado, retomo mi caminata de un lado a otro ansiando ir por mi esposa de inmediato, pero estoy cediendo la clave del detonador a Caterva, yo no puedo esperar más hasta poder mutilar a los agentes del ataque.

Cederé el control a Caterva. Me quito el abrigo y también el comunicador y me jalo por quinta vez el cabello.

—¿Qué demonios te pasa? ¿No puedes esperar dos minutos más? Me estás mareando, siéntate de una vez o no podré desconectar el maldito mando— Caterva sostiene uno de los detonadores de mis hijos ajustando la ubicación.

—Apresúrate inservible— tengo el estómago revuelto, mis vista no queda fija en ningún objeto.

Es una sensación de correr, de largarme urgentemente, me trueno los dedos. Todo está preparado para ir por mi esposa, cada camioneta, el Raptor y Fairchild ya están listos para volar sobre ese hospital militar donde está su ubicación.

¿Qué me está pasando?

Desde que parpadeó la luz del rastreador de Emma he tenido la mente en ella, pero el maldito ejército no me permitió salir sin quemarlos vivos. Cada vez que intento tomar alguno de los cables de Caterva me desconcentro con la mente en mi mujer.

Resuenan unas pisadas en la lluvia lejos del tiroteo del que se encargará Caterva a mi salida. Levanto la vista y aprieto la mandíbula al ver al adicto descalzo frente a nosotros empapado.

Se queda como una rata entre todos los asesinos que lo miramos. —¿Qué haces aquí? ¿No te dije que te largarás escoria? Ya te negocié, lárgate a tu hogar, en Turquía o dónde sea que vivan las ratas como tú.

Se me queda mirando con los ojos entornados, aprovecho que tengo vista en uno porque rodándolos dejo de ver su puta cara, está sordo porque mandaré a matarlo en segundos si no quita su asquerosa vista de mi presencia.

—¿Sabes hablar o las drogas ya te quitaron esa habilidad?

Traga grueso sin inmutarse de los asesinos que se le acercan. — Me diste mi libertad — apenas se le escucha hablar —Y dices que me vaya a mi hogar ¿Y a dónde más pertenezco si no es con el lobo?

No me fío de él como lo hice la última vez antes que me inyectara de anfetamina. Lanzo una carcajada con saña sin humor. —Ya maten a este inservible, que deje de robar oxigeno— ordenó y me giro para configurar los últimos detalles del detonador cediendo acceso total a Caterva.

—Entonces que me maten.

—Tu madre se pondría triste, no la hagas extrañarte— trato de que no se note ninguna emoción en mi voz.

—Hermano.

Me giro con rabia al escucharlo. — Tú no eres nada para mí adicto. ¿No te reuniste con tu madre?

No se resiste a que lo aprisionen mis asesinos bajo mi orden, incluso se deja caer de rodillas al suelo mostrándose sumiso y su delgadez es más notable en esa posición—¿Es que no prometimos cuidarnos las espaldas siempre Alexander?

—Ese era un acuerdo que yo tenía con mi hermano, solíamos ser muy cercanos, pero se mató hace meses en su apartamento, a ti no te conozco— lo miro fijamente —Y no deberías confiarte de viejos acuerdos porque la gente que conoces puede traicionarte a pesar de ser muy cercanos.

—¿Eso significa que no me construirás otra sala de juegos como la de las revistas hermano? ¿Ya no podré abrazarte si tengo miedo en las jaulas? — su cuerpo tiembla —¿No puedo pedirte perdón por drogarme a los diez años? ¿Ya no puedo aparecer en el Score con mi perro para que cuides de él? ¿No puedo preguntarte si soy valiente? — no hay sollozos sólo lagrimas silenciosas corriendo por sus mejillas y su nariz cuando agacha la cabeza.

Me quedo inmóvil mirándolo fijamente.

—Soy incapaz de irme con Meredith porque no puedo tolerar abandonar a mi hermano, no pertenezco a ningún lugar que no sea con los Roe porque a pesar de ser sólo un adicto mi hermano me dijo que yo siempre sería parte de la mafia y aquí estoy.

No voy a tolerar esto, mi esposa es mi todo, ella y mis hijos son mi única familia. — Vete al infierno.

—En las jaulas, fuera de ellas o en oscuridad siempre serás mi hermano— susurra a mi espalda.

Cierro los ojos recordando la única nota que dejó en su suicidio, me he encargado de matar cada recuerdo que tengo con él como él lo hizo conmigo. Caterva me mira expectante, sabe que si no he dado la orden de matarlo es porque algo de lo que dijo es verdad, no fingido como las otras veces.

Regreso a trabajar con el detonador y al ingresar la nueva contraseña en el ordenador tarda aumentando mi ansiedad. Coloco la clave del dispositivo, pero no me deja ingresar al sistema web.

—¿Quieres ayuda con eso? — pregunta desde el suelo, pero ni le dirijo la mirada, la web vuelve a dar error —Deberías intentar ingresar al sistema general de la mafia, dónde están los servidores de...

—Cierra la maldita boca, no te he pedido tu opinión.

Agacha de nuevo la cabeza mientras coloco la huella de Caterva para activar el detonador. Tardará en cargar veinticuatro minutos la carga total, nada bueno para mi ansiedad.

—¿Por quién fueron los sietes disparos al aire?

—Qué te calles basura.

—Para Maya— le responde Caterva y mi mirada lo silencia mientras el adicto ahoga un jadeo y se pone a recitar sobre la muerte en danés, incluso se limpia las mejillas como si la muerte de mi tía lo afectara.

Es un hipócrita total, el más afectado es Erick porque la mente de Jack está en Emilia y Ethan estará igual o peor de afectado cuando lo sepa, pero sólo ellos que comprenden el valor que tenía aquí, mi mente sigue sin procesar la pérdida de un pilar tan fuerte como ella.

Respiro hondo y por una fracción de segundo miro al adicto, tiene los ojos clavados en mi como si fuera un puto venado, me sonríe con nostalgia y le quito la vista de encima, no es más que un esquero mugriento.

Quedan veinte minutos para la actualización, el maldito tiempo está pasando muy lento, miro de nuevo la ubicación de mi esposa en el mismo lugar y ya no puedo esperar más, debo ir por ella, el detonador no funcionará sin mi huella.

Me paseo de un lado a otro jalándome el cabello, me duele el hombro, aunque me han atendido las heridas del roce de las balas y las contusiones que me dejó el chaleco antibalas me jode el cuerpo.

Tengo moratones por todos lados y ardor en diferentes lugares por la persecución del bosque. Miro al adicto aún de rodillas en el suelo. Le han revisado el cuerpo completo para que no traiga ningún rastreador o micrófono escondido o arma que no se vea, pero viene completamente vacío.

—Sirve para algo e ingresa al sistema y pon mi huella en cuanto termine el tiempo para cederle el detonador a Caterva, ya no tengo tiempo que perder.

Asiente repetidas veces apoyándose de uno de mis asesinos para levantarse, nunca antes ha tenido los pies más delgados, me sorprende que no se le hayan roto. Con manos temblorosas me pide permiso para tomar el ordenador y escanear mi huella en un lector digital.

—Pasa cada uno de tus dedos cuando la luz verde encienda— lo hace con paciencia todavía mirándome con esperanza en su mirada, pero lo hago por mi mujer no porque haya creído en su maldita historia —La otra mano, de nuevo, coloca los pulgares.

Hago cada una de las cosas que pide y cuando me da un asentimiento de cabeza corro a ordenar la salida de las camionetas y del Raptor, en una de las carreteras principales subiré a pilotar el avión para desplegar arneses con mis mejores francotiradores en el hospital militar de armada americana a las afueras de Dinamarca.

—Entraremos a un hospital montado por el ejército americano, es mejor que vayamos lo mejor preparados posible. ¡He compartido la ubicación de mi esposa con cada uno de ustedes y todos irán al objetivo en cuanto las unidades se desplieguen!

Asienten en danés en marcha a las camionetas. —Puedes estar tranquilo, asesoraré a Caterva en el uso del detonador, además puedo cuidar de Erick, me imagino que no está en una situación fácil por lo de Maya.

—No te emociones, tu opinión aquí no vale y Erick va conmigo, sacaré el infierno de cualquiera por Emma.

—Entiendo, de todas formas, he conectado los comunicadores de tus hombres con acceso directo al tuyo para situaciones de emergencia y he enlazado la ubicación de Emma al Fairchild.

Maldito adicto. —Enlázalo también al Raptor.

—Como órdenes hermano.

—Que no soy tu hermano— le clavo los dedos en las sienes —Salte de tus crisis de esquizofrenia adicto, el hecho de que me sirvas en algo esta noche no significa que eres bienvenido de vuelta a la mafia, tampoco creo tu maldita historia, tú para mi estás muerto.

Veo el ligero temblor de su mandíbula por el golpe de mis palabras y es incapaz de sostenerme la mirada.

—Estás muerto desde que envenenaste a mi mujer y si no te he matado es porque ella lo pidió y ni yo ni mi mafia le negamos nada a mi esposa, pero te vas a largar cuando termines.

—Yo sé que no... que no soy Dimitry.

—Hay un tumba costosa en Londres con la inscripción "Bennett Maximuss Roe" sobre ella y ahí está enterrado mi hermano, él que jamás se atrevería a dispararle a su propio hijo ni hacer otro tipo de atrocidades— se pasa el dorso de la mano por las mejillas —Lárgate cuando termines.

Le doy la espalda y subo para llevarme a Erick conmigo, no debo confiar en el adicto, sigue siendo un maldito mentiroso.

Erick aun le llora al abrigo Maya de rodilla junto a los pilares observando por el ventanal que da al lugar de sepultura, no podemos llevarla a Kript, tuvo que ser enterrada en el bosque cerca del palacio Roe para evitar que se lleven su cuerpo.

—Nos vamos, el resto será guiado por Caterva — lo tomo de la espalda y lo saco para que se refresque, pero va como muerto sosteniendo un anillo plateado, ni siquiera se opone a subirse a una de las camionetas y tampoco pregunta lo que se hará.

Le tiemblan las manos al colocarse el chaleco antibalas, pero ya no se burlan los otros asesinos de él. Se me abre una de las heridas de bala en el brazo y me la suturo en el camino, me raspo con la aguja en un bache y continuo mi trabajo.

—Mi señor— mi comunicador suena con la voz agitada de Wren. —Tenemos problemas y grandes.

—Comunícate con Caterva.

—No, señor— se queja de dolor —Hubo... su primo... no...— se corta la señal de su lado.

—La línea se está cortando Wren.

—Rebecca y Logan... la niña Roe está muerta— alcanza a decir antes de volver a quejarse. —Lo siento mi señor, tengo muchas quemaduras, la hija de Jack debía estar en las cabañas de High West, seguimos a la teniente Wall como era el plan, pero a mitad de camino apareció el MI6 alegando que querían negociar con Logan por ella.

—¿Qué sucedió?

—Logan no quería negociar— tose —Sarah quemó las cabañas bajo las órdenes de Rebecca para atacarlo, pero en una de ellas estaba Emilia, su primero quedó enloquecido.

Hay interferencia que dura pocos minutos.

—Los kray, se quemaron junto con... la hija de Jack, después de eso a su primo lo buscamos por todo el pueblo, pero no lo encontramos, el ejército iba a aprenderlo después del incendió y tampoco pudieron, se lo tragó la tierra.

Erick alza la cara angustiado al momento en el que se corta la comunicación con Wren. Alzo mi rostro al cielo y cargo mi metralleta.

—¡Apresuren el paso al Kript!

El camino pedroso es golpe a mi espalda con cada sacudida de las camionetas. Jack debió huir y no lo buscaré más, necesita su libertad, después de este fuerte golpe.

Escucho el motor de Raptor antes de verlo y bajo de un salto de la parte trasera de la camioneta, me recoloco los guantes y corro por el área de despegue del Kript, camino entre la maleza y subo cerca de la zona de aterrizaje.

De los aviones caerán en arneses más de cuarenta francotiradores por avión. Me pongo en el lado del motor, me pongo los cascos con micrófono y emprendo el vuelo con el Fairchild a mi espalda.

El adicto ha compartido la ubicación de mi mujer correctamente porque en la cabina aparece en el mapa a versión escala. No siento ni un ligero cosquilleo cuando la máquina se alza en el vuelo, me mantengo sereno.

Hay un mensaje en mi dispositivo de parte del adicto que al primer toque no quiero responder, pero cuando menciona a mis hijos me insto a abrirlo. —Sé que no quieres hablar conmigo, pero me infiltré en la base de datos del hospital de la armada y dictaron una orden de parto de tu esposa hace cuarenta minutos.

Mis hijos están por nacer.

Siento un revuelo en mi estomago que me impulsa a tomar el mando con fuerza o siento que se me saldrá el corazón del pecho. La torre de control de la armada se visualiza en el mapa y me mentalizo para defender en menos de quince minutos.

—Señor, hay un avión Zeta 4 en el área de aterrizaje, y se giró una orden de tiroteo en nuestra contra porque detectaron al Raptor.

Voy a quemar esta base y a todo Dinamarca, nada podrá impedirme conocer a mis hijos ni reunirme con Emma. Hago lo que dije que no sucedería y me comunico otra vez con el adicto para que me de información certera de las unidades del ejército que está resguardando el hospital.

Son más de cuarenta y siete bajo el mando del Sargento Prescott, querían distraerme con el ataque al palacio para que evitara encontrar a Emma, siempre estoy un paso delante de los que quieran dañar mi mundo.

Desandemos a menor altitud y el remolino en mi estomago se hace peor, cedo el mando del Raptor al piloto de prueba y me preparo con el grupo de francotiradores que bajará de los arneses a mi señal.

Aún estamos en el aire cuando comienzan el contra ataque de la armada americana desde las áreas altas del edificio y por los alrededores, me ato los seguros al abdomen y se abre la cola del avión y en el Fairchild al mismo tiempo.

Soy el primero en arrojarme en caída libre disparando a lo lejos con la corta visión de los protectores de vista. Descienden mis francotiradores a mi señal soltando todos los arneses y se cierne sobre nosotros el Fairchild con la llegada de las camionetas de mis conservadores rusos.

Rodeamos el hospital completo, mato a diestra y me escabullo por los pasillo vacíos fuera del edificio, nos atacan desde una torre de vigilancia en el norte, los conservadores cuidan mi espalda y salto lejos de los contenedores de residuos tóxicos de las alcantarillas.

Veo al mudo correr con un grupo de agentes del MI6 por el área protegida con cercas donde se hayan los vehículos que dirige el Sargento Prescott. No tengo buena vista con este ojo, pero me aventuro a poner mi laser rojo hasta la ventanilla por donde se ve su silueta a muchos metros lejos de aquí.

No doy en mi objetivo con tanta oscuridad en mi mirada, pero se quiebra el ventanal y ese es mi gusto, sale Tyler corriendo directo al edificio.

Noto que los militares ni siquiera intentan reprimirnos, quieren mantenernos alejados del edificio. Me abro camino entre ellos y mato a los guardias de vigilancia de la entrada disparándole con una mano a las cámaras de seguridad y rasgando la bandera americana con el puño.

Los militares tienen un dejé de responsabilidad afectiva con sus superiores que dan la vida por ellos y es más evidente con estos estúpidos cadetes que cubren al sargento Prescott a mi llegada.

Tyler está a su lado protegiéndose de mi presencia. —¡¿Dónde está mi mujer?! — mi grito retumba entre los pasillo llenos de enfermeras y médicos de la armada. —¡Los quemaré vivos ese es un hecho!

—Pierde su tiempo, está invadiendo a uno de los ejércitos más grande del mundo, el Pentágono lo podrá aprisionar en cualquier momento— el militar mete sus manos en su chaleco.

Al parecer Tyler no es el ser más estúpido que he conocido, este militar se lleva el puesto. Se colocan más de cincuenta militares a mi alrededor apuntando directamente a mi cabeza y a las de mis francotiradores.

Erick es de los primeros cobardes en retroceder palideciendo.

— El lobo no sería capaz de matarnos con todos tus militares resguardándonos y menos y menos a alguien influyente como usted sabiendo que el Pentágono lo tendría en sus manos, debemos intentar dialogar.

—Si me mata no podrá salir de aquí y lo sabe, hay más de siete aviones del ejército esperándolo afuera— el Sargento me mira con suficiencia.

Remarca sus palabras con la cantidad de militares entrenados que hay a mi alrededor.

Alzo mi metralleta y le clavo una bala a Sargento Prescott en el cráneo varias veces moliendo su cuerpo en el suelo mientras lo lleno de plomo, me muevo a Tyler y le parto las piernas con mi metralleta antes de disparar todo mi cartucho en su garganta.

El charco de sangre apenas toma unos segundos en formarse, yo no me mando con rodeos. Empujo a los militares para pasar seguido de los conservadores, varias enfermeras son prudentes de moverse de mi camino porque todo lo que se atraviesa lo mato.

Emma.

—¿Qué tanto puede dolerte eso para que estes armando un escándalo así de grande? Sigo grabando esto para disfrutarlo las veces que sea necesario una vez que te encierren en una prisión de máxima seguridad lejos de este país— Rebecca tiene su celular en mi cara grabándome desde una silla con su uniforme del MI6.

Por un minuto creí que el Sargento Prescott sería diferente, pero no puedes confiar en nadie y estoy en manos de estos traidores. Hay un maldito hospital higiénico y perfectamente equipado arriba, pero estoy en el sótano seco y sin cama.

—Odio a ese maldito Sargento ya está comunicándose con el nuevo ministro del Londres, pero ese maldito no ha mostrado la cara ¿A qué le tiene miedo?

Me tiemblan las manos cuando resisto el dolor en mi columna que tarda más en desaparecer. Los dolores se extienden por mi vientre, me agarro a una de las paredes sucias, ruego por tener fuerzas, no puedo más.

Es nauseabundo ver el cuerpo de la paramédico que trataba de ayudarme, Tyler la mató antes que su sobrina llegara. —Tienes muchos muertos en tu familia— habla como si fuéramos amigos y esto fuera de lo más normal —Jack se largó, no soportó mi estrategia— se encoje de hombros sin explicarse. —A veces se requieren medidas desesperadas.

Me ofrece de su puro y le volteo la cara, la mataré cuando el dolor desaparezca, juro que lo haré. Sopla el maldito tabaco directo a mi cara riéndose.

—¿Sabes? Nunca he entendido esta fascinación que tienen todos por ti, el lobo, el ministro Madden, Logan, hasta el nuevo ministro, ojalá le conociera la cara al maldito, pero todas las órdenes nos las da a través de su asistente, pero es evidente que está encaprichado.

Dios, me doblo tragándome un grito, necesito un médico, me está matando el dolor, mis hijos necesitan nacer.

—El Sargento Prescott no sabe que está bajo mi poder, en cuanto Logan llegue yo voy a disfrutar de todo en primera fila— se ríe de mi expresión —Pido quedarme con tu hijo ¿Puedo criarlo?

—Ni loca, tú jamás le pondrás una mano encima.

—Me rompes el corazón Emma, fui tu guardaespaldas por mucho tiempo, merezco un poco de cariño como Alicia, al menos ella si fue buena fingiendo que le agradabas cuando odiaba lo perra que eres.

—Tú no conoces a mis amistades.

Se ríe. —¿Sabías que Alicia se cogía a Bennett aun cuando sabía que estaba casado con Cora? Se cogían día y noche, parecían ninfómanas, no sabes cómo nos burlamos cuando lloraba esa pobre rubia por su suicidio, Alicia la consolaba de día y por las noches se la chupaba.

—¡Cállate! ¡Alicia nunca sería como tú!

—Pobre Emma, no te esperabas que esa tierna secretaría en realidad te odiara tanto, no solo era la amante de Bennett, ella te vendió al MI6, nos envió la ubica cición del palacio a través de Millie y claro que es su culpa que la pequeña Roe esté en el más allá con su abuelo.

Me niego a creer las atrocidades que dices no porque parezcan irreales si no porque son dolorosas, no, esto no puede estar pasando, Alicia era pura, una de las amigas más puras que estuvo conmigo por más de un año y para Cora también, la sacó de la depresión, fue nuestra familia por tanto tiempo.

Me duele el pecho con sólo pensar que todo esto puede ser verdad, ella prometió ser como una madre para mis hijos, Alicia no, ella no, por favor.

A Rebecca la llama una agente y sale dejando el sótano lleno de humo. Siento que no tengo fuerzas, el brazo roto es una cosa, pero no creo soportar el parto. Pasa la contracción, tengo el rostro lleno de sudor. —Todo va a estar bien— palpo a mis hijos con manos temblorosas—Voy a resistir, los vamos a hacer los tres y vamos a salir de aquí.

Juro que haré lo que sea necesario para garantizar la protección de mis hijos, me agarro a la suciedad de la pared y todos los temblores internos por mi pubis y mi vientre bajo piden que puje, pero no quiero hacerlo, me duele.

Grito en la oscuridad tomando fuerzas, pidiéndole a Dios que me deje lograrlo, mis hijos merecen nacer, no puedo rendirme ahora. Empujo con quejidos cortos, no puedo evitar la reacción natural de mi cuerpo a pesar de no tener la atención médica necesaria.

Las contracciones son peores, es el dolor físico más grande que he sentido en mi vida, no sé si estoy dilatada lo suficiente, todos los datos de mi ginecóloga pasan por mi cabeza, pero no puedo concentrarme en ninguno. Dios mío, sólo esta vez.

Me doblo salivando y empujo en quejidos, no voy a resistir.

Sollozo sintiéndome tan inútil de no poder dar a luz a mis hijos, lloro y trato de nuevo. Una de las puertas se azota y a este paso le suplicaré de rodillas a Rebecca que me ayude. Estoy tan débil que imagino una caricia en mi mejilla borrando mis lágrimas, pero ya no tengo fuerzas para abrir los ojos sólo para gritar de dolor.

—Daría mi vida entera para que no estuvieras pasando dolor.

Abro los ojos de golpe y miro unos ojos verdes y muy enojados, tiene el rostro ensangrentado. Grita a su espalda muy enojado y también muy agudo... incluso suena infantil, pero el alivio de verlo es suficiente para desplomarme.


Alexander.

Hay dos cosas que me acojonan en la vida y una de esas es esta cosa miniatura en particular que la enfermera de la armada dejó sobre una cuna en la habitación más amplia del hospital que ordene le dieran a mi esposa.

Nada que mide menos que mi brazo debería tenerme mirándolos por más de una hora y tenerme como idiota parado examinándolos. Trago grueso y miro la mano que se agita en el aire.

¿Los toco? ¿Me alejo? ¿Les hablo? Extiendo mi mano y vuelo a unos centímetros de sus narices rojizas por el frío, este lugar no tiene una buena calefacción, estos... ellos... los... trago grueso sin encontrar la palabra adecuada.

—¿Por qué no los carga? — dice la paramédico a mi espalda y me sobresalto, finjo que no estaba parado frente a estos dos mini... mini... joder, son tan pequeños y tan grandes a la vez, estoy enojado por el dolor que le hicieron sentir a mi pequeña seductora, pero es... son tan...

¿Qué carajo me pasa? ¿Ahora soy un marica que no puede ni hablar? La paramédico se está adelantando a los hechos porque levanta al primer bebé y lo cobija haciendo amago de pasarlo a mis brazos.

Ningún arma que he utilizado antes requiere tanta presión como esto. Muevo mis brazos como me explica y sostengo un peso muy ligero de él. Raven tiene los ojos cerrados, pero su pie se mueve como si estuviera en competencias de patear mi brazo.

No puede existir algo así, tanta calidez en cosas tan pequeñas, no puede ser tan real como esto, tienen las mejillas sonrosadas y algo regordetas. Le paso la punta del dedo sobre la nariz y sobre las mejillas.

Mi brazo es muy grande que cabe a la perfección en uno, duerme como si fuera tan cómodo como su cuna médica.

—Aquí vamos con ella, ambos bebés merecen la calidez de su padre mientras su madre se repone, debe ser pronto, querrán comer— la paramédico me hace fruncir el ceño con su última frase, pero coloca a esta otra cosa en particular. —Aquí va la pequeña de papá.

«La pequeña de papá» «Soy padre ahora»

Ambos bebés se quedan cada uno en mis brazos durmiendo y hago una buena técnica en no cometer errores, como en los libros que leí todos estos meses. Hace unas horas estaba matando de forma sanguinaria y ahora estoy sosteniendo a mis primogénitos.

Me golpea duro el pensamiento en el abdomen, estoy sosteniendo a mis primeros hijos en mis manos, miro de reojo a Emma y siento la necesidad de salir a tomar aire, porque estás cositas tan pequeñas casi tiran mi culo de dos metros al suelo.

—¿Puede ayudarme a colocarlos de nuevo en la cuna? — es más una orden por mi tono de voz, pero la mujer me sonríe.

—Es normal estar nervioso si es padre primerizo, toma unas horas o días acostumbrarse.

—Yo no estoy nervioso— la mal miro por sugerir esa tontería y saco la caja tercio pelo que he estado esperando por mucho tiempo.

Unos bebés tan pequeños no deben tener objetos de oro rodeándoles el cuello o podrían ahogarse ¿No? Saco el dije de Raven y se lo coloco a cinco centímetros sin tocar su mano. —Velkommen til Roe familien min søn.

Bienvenido a la familia Roe hijo mío.

Es extraño que tenga uno con la inscripción de Dorian, pero será borrada por el nombre digno de ella.

—Velkommen til familien Roe, min datter.

Bienvenida a la familia Roe hijo mía.

Siento una calidez en mi peso y no noto mi sonrisa de hijo de puta hasta que veo a la enfermera mirarme horrorizada, sí, la imagen de un sicópata que mató al Sargento Prescott y que todavía tiene sangre en las botas, pero está sonriendo debe ser escalofriante para su pequeño cerebro.

Habitación barata, este hospital parece más una pocilga, mi esposa y mis hijos merecen el mejor cuidado.


Emma.

Fuerzo a mis párpados a abrirse con esa intensa luz blanca que no me deja descansar, todo me da vueltas y todavía me duele el brazo, pero ya tengo el cabestrillo limpio, todo está pulido a mi alrededor, hay un purificador de aire incluido y un montón de cosas higiénicas como sanitizante y guantes a la entrada.

Lo último que recuerdo fue estar encerrada en el sótano sucio del hospital y parece que me llevaron al cielo, hay una versión distorsionada de Alexander sosteniendo a dos mini bultos sobre sus brazos tatuados y mirándolos como una clase de experimento al que no logra descifrar.

Si es un sueño, es el mejor de todos.

Me duele el cuerpo y sobre todo la entrepierna. Cometo la imprudencia de suspirar porque Alexander se voltea enseguida hacia mí y en su desesperación por verme despierta casi suelta a nuestros hijos.

—Nena— su mirada deja de centrarse en ellos.

—Se cuidadoso— pido perdiendo unos años en ese movimiento vacilante, pero es tarde y gracias al cielo la paramédico corre a ayudarle.

—Dios— siento sus manos en mi nuca mientras besa mi frente, huele horrible, pero quiero tenerlo lo más cerca posible de mí, se pone en cuclillas para asemejar el tamaño de la cama y me tira hacia él con cuidado —Nena, mi pequeña seductora— me besa a pesar de que quiero hablar.

Palpo su barba sintiendo la caricia de su nariz por mis párpados, mis mejillas y mi barbilla, me siento mejor que nunca. —Te extrañé tanto mi amor— raspo mi nariz en su mejilla dejando un rastro de besos que en otras circunstancias serían vergonzosos, estamos modo románticos.

Toma mis manos y las besa con una sonrísa de lado a lado como si fuera todo un caballero, tiene una emoción diferente en los ojos y se ve muy satisfecho de sí mismo, parece que en cualquier momento se va a poner a gritar de felicidad.

El mafioso está eufórico.

—¿Es eso lo que creo que es? — señalo las cunas que es lo que deduzco la razón de su felicidad, aunque escucho unos ruiditos muy tiernos proviniendo de ahí, me arden los ojos con sólo imaginarlo. —¿Son nuestros hijos? — mi voz está en un tono chillón.

Quiero incorporarme cuando asiente, tengo el corazón a explotar de felicidad y también tengo muchas ganas de llorar. —Estaba tratando de darles privacidad, pero creo que deberían conocer a su madre.

Alexander mira a la paramédico con ganas de matarla y lo tomo de la mano para evitar que lo haga. Aprieto muy fuerte su palma cuando viene cargando al primero en una pequeña cobija blanca con la bandera estadounidense bordada en una de las esquinas y no puedo evitar llorar mientras un cuerpecito de bebé queda a mi vista.

—Ay Dios— mi voz sale entrecortada, pero lloro en silencio para no asustarlo.

Nuestro bebé, tengo a nuestro bebé en brazos. Le toco la pequeña manita que no es ni del tamaño de mi meñique y de nuevo al tocarlo mi mirada se dirige a Alexander que me mira con entusiasmo.

Lo pego a mi pecho y como tengo el otro brazo roto él me ayuda a sostener contra mi hombro al otro bebé, tiene la misma cobija que su hermanito, pero tiene las manitas semi alzadas a pesar de estar dormido y es precioso, tan suave, mejillas sonrosadas y narices rojas por frio.

Alexander se sienta en la cama junto a mi para que pueda ayudarme a colocarlos cerca de mi pecho dándoles calor corporal, yo quedo con la cabeza apoyada contra el pecho de mi marido escuchando su ritmo cardiaco, lo mismo que deben escuchar mis hijos del mío.

Los reviso de arriba abajo para asegurarme que están sanos que no tienen ninguna herida, que han sido protegidos, no hay ningún rasguño en ellos, son pura inocencia, la luz de mi vida.

Mis hijos son la luz de mi vida y la bestia de los ojos verdes mi razón para vivir.

—Mi vida— beso la cabecita de uno y después la del otro con la misma ternura —No saben cuánto los amo, no saben cuánto.

—Me haces quedar como el mal padre nena, no me robes protagonismo tan pronto— la voz ronca de Alexander provoca que casi al instante se remuevan ligeramente sus cuerpecitos, es imposible.

Se remueven como si de verdad lo reconocieran y lo peor de todo es que el engreído sonríe de lado e inclina su cabeza para verlos sobre mi hombro.

—Eso es lo que más esperaban ¿no? Se mueren por ver a la perfección en persona que tanto hablaba con ellos.

—No sean un maldito Roe.

—Ellos se mueven ante mi voz nena, yo soy inocente en esto.

Ojalá abrieran sus pequeños ojitos, pero son recién nacidos, no debo apresurar las cosas y tampoco puedo dejar de mecerlos contra mi pecho, su olorcito y los sonidos que hacen al dormir con su ligera respiración es como estar en una especie de paraíso.

—Sí, ellos lo están haciendo bien con mamá, pero también deben comer— dice la paramédico y siento que el único bebé que hay en la habitación es Alexander porque se levanta indignado.

—No.

—¿Perdón? ¿Acaso no sabe que los bebés deben consumir leche materna?

La vergüenza cubre mi cara y siento que enrojezco cuando un mafioso de dos metros hace la inmadurez de negar con la cabeza. —Alexander— trato de que no me avergüence más, pero se cruza de brazos y alzo las cejas sorprendida.

¿Sigo dormida? Esta situación es vergonzosa, jamás creí ver a un mafioso discutiendo con una enfermera por mis tetas y explicándole que en nuestro contrato matrimonial se establece que son de él y que no piensa compartirlas ni con sus propios hijos.

Dejo a Alexander seguir con su explicación mientras me descubro la parte delantera de la bata y coloco a mi bebé sobre mi pecho, jamás les negaría algo como su alimento, son tan indefensos.

La realidad me golpea, estamos en el hospital de la armada americana, inclusos las cobijas de mis hijos tiene su insignia ¿Cómo consiguió Alexander entrar aquí? Esto estaba protegido por cercas eléctricas y muchos militares.

No he decidido quién de los dos será Raven y quién Dorian, pero pongo a mini Alexander número dos a comer mientras su hermano queda satisfecho. Si en algún momento de mi vida pensé en ser feliz, es en este momento.

Soy una madre ahora, me siento abrumada y todavía me abordan muchas emociones viendo a los mini Alexander moverse en mis brazos el cabestrillo no me permite tomarlos a cada uno en mis brazos. —Necesito ayuda.

Alexander se gira y casi se le salen los ojos al ver a nuestro hijo comer, se le pone una mirada derrotada en el rosto y corre a ayudarme con mini Alexander uno, no permitiría que me lastime el brazo por sus irracionalidad.

Apenas está sosteniendo a mini Alexander cuando la puerta se azota y entran varios militares a la habitación inspeccionándola. —El tiempo de visita se terminó.

—¿Qué sucede? — me cubro con manos temblorosas mirando a mi marido que con sumo cuidado deja a mi bebé con la paramédico. —¿Alexander?

—Su marido mató al Sargento Prescott, el mayor militar del servicio de Armada Americana para entrar aquí y más de doscientos militares en servicio— me explica uno de los militares y mi pulso se desboca cuando mi marido no dice nada, ni hace amago de resistirse cuando le colocan unas malditas esposas en las muñecas.

—Alexander Dominic Roe Hilton queda preso por el Pentágono de los Estados Unidos de América.

—No, esto debe ser un error.

—Señora le pido que mantenga la calma, aun no le leemos sus derechos a usted.

—¿De qué carajo estás hablando? — Alexander se pone tenso empujando su cuerpo al del militar.

—Emma Kate Roe Brown queda detenida por el servicio de defensa inglesa, MI6, retírenles a los niños.

—¿Qué mierda están haciendo? — Alexander le impide el paso a pesar de estar esposado. —¡Ese no fue el trato! ¡Me entregué a la armada americana para que mi esposa y mis hijos no queden involucrados! ¡La mafia espera por ellos!

—Lo siento, nosotros no negociamos con la mafia señor Roe, esperaba que eso ya lo supieran— la maldita Rebecca entra a la habitación y me aferro a mi bebé tratando de hacer que la paramédico me entregue al otro.

—¿Qué haces aquí maldita?

—No son formas de recibirme mi amor— se le acerca unos metros y el miedo me invade cuando veo el paquete de anfetamina marcado con el nombre de David Wall. —Eres extremadamente peligroso con vista.

No Dios, no, no, no.

Trato de levantarme, pero no puedo, me duele el cuerpo, lo tengo molido. Someten a Alexander en el suelo hasta incoarlo, mi marido es fuerte, pero está esposado y son siete militares que lo sujetan de cuerpo y brazos.

—¡No Emma! — Alexander me detiene cuando me levanto con nuestro hijo en brazos.

Se me acaba la respiración cuando la aguja se le clavan en el cuello y por más que grito la maldita baja todo el líquido en su vena, veo como se tensa y gruñe como lo hacía Bennett y el mismo Dylan.

Lloro amargamente con el llanto de uno de mis bebés, tardan en soltarle la cabeza, el momento donde empieza a temblarle el cuerpo, gruñe como si le quemará y no me importa lo que digan trato de acercarme, pero no puedo casi caminar.

La paramédico se apiada de mí, recoge a mi bebé y los coloca en la cuna. —Llama al ministro, dile que trasladaremos a los bastardos de esta lo más pronto posible.

—¡No van a llevarse a mi hijos! ¡Primero muerta!

—Será un gusto, pero todo a su tiempo.

—No podemos moverlo, es muy corpulento— hacen amargo de cargar a Alexander.

—Vayan por el equipo, se pondrá agresivo, yo llamaré al ministro y le informaré de nuestro triunfo.

Me quedó con él bajo la atenta mirada de la paramédico cuando salen, está de rodillas con el rostro agachado y las manos esposadas a su espalda. —Cariño— le toco el rostro, pero no me responde y eso me asusta. —¿Alexander?

Su espalda sube irregularmente y su espalda está tensa de esa maldita droga.

—Cariño— mi rostro moja su ropa.

—No puedo verte Emma— su voz apenas se escucha —No veo.

Alexander.

No importa si abro mis párpados, si giro la cabeza a la izquierda o la derecha, todo es oscuridad a pesar de la luz que sé que hay. No puedo extender mis brazos por las esposas, pero incluso si no las tuviera no sería capaz de descifrar dónde está Emma.

Sólo escucho el ligero llanto de mis hijos a lo lejos y siento sus manos en mi rostro diciéndome que todo estará bien, pero es la mentira más grande que he escuchado. Hice un trato con la armada, dejarían ir a mi esposa y yo me entregaría.

—Todo esto lo solucionaremos, la mafia vendrá en unas horas.

Lo harán, pero ya no hay tiempo. —Vete Emma.

—¿Qué?

—Activa tu detonador y utiliza el favor que te debe el Borah, no está en Dinamarca, pero él es el nuevo ministro de Londres, pídele el favor, que te permita huir con nuestros hijos del encierro, la mafia te encontrará, pero él lo hará antes.

—No, no vas a hacer esto, ese no era el trato.

—Ya no hay trato.

—Lo juraste en Santorini— me recuerda llorando —Juraste que no me dejarías— escucho su llanto, pero no puedo verlo.

—Y no lo haré, tú serás la que me dejará— me arde la garganta al pronunciarlo —Tienes que irte Emma, la armada es más grande de lo que parece, mataron a la mitad de los conservadores rusos con los que venía, sólo Erick y pocos pudieron huir.

—Alexander no, te lo ruego.

—¡Tienes que dejarme Emma! ¡Rebecca tiene tratos con Logan mataron a Emilia y no dudes que el traslado del MI6 te lleve a ellos! — hablo de prisa porque el tiempo se nos acaba —¡No puedo permitir que te arriesgues a terminar en las jaulas, yo crecí allí y no quiero lo mismo para mis hijos, principalmente para ti!

Su llanto me rompe por dentro, me quema más que la porquería que me inyectaron, una sola vez pude ver a mis hijos, una sola y ver a mi esposa despierta, eso es todo lo que la vida me dio antes de quitarme la vista.

—Cariño— siento sus labios en los míos. —No puedo dejarte, el Borah nos llevará a los cuatro, se lo pediré.

—Tienes que irte sin mi Emma, hazlo por nuestros hijos.

Pega la frente con la mía llorando amargamente, sé que lo hará por ellos, pero me duele verla sufrir, me quema cada lagrima que se desliza de sus mejillas a mi nuca, me besa la mejillas y siento sus cálidos labios pasar por los míos.

El beso más doloroso que he sentido, siento como me arrancan el alma, como la toma con ella cuando me acaricia. —Gracias por darme a mis hijos— digo con un nudo en la garganta.

—Te amo mi amor, te amo.

Quiero responder, pero sé que no debo aumentar su dolor. —Deja de perder el tiempo Emma y vete.

—Te encontraré cariño, así me lleve la vida entera, juro que te encontraré.

Sella sus labios con los míos otra vez y por varios minutos la escucho hablar con la paramédico que soborné, empieza a ayudarla a empacar o así se escucha porque no puedo deducir lo que hacen.

Escucho sus pasos salir por el pasillo y la habitación dónde hasta hace unos minutos estaba sosteniendo a mi mundo se queda vacía y en silencio. Puede ver a Emma una última vez, pude ver cómo son los rostros de mis hijos, aunque jamás lo volveré a hacer.

Escucho pasos, todo me abruma, el no poder ver es el peor castigo que el infierno me da.

—Que comience el traslado del lobo— ordena Rebecca. 



Hola sexys. 

Deseo ha llegado a su final y tengo muchas emociones encontradas, pero sobre todo quiero agradecerles por estar conmigo en tantas actualizaciones. 

Este no es el final... nos leemos en el tercer libro "Pecado"... muy pronto. 

¡Gracias por hacer esta trilogía un suceso especial en la mafia y que pronto podrán disfrutar en físico el 14 de Agosto! ¡Gracias por los 23 millones de lecturas!

Los amo tres millones. 

-Karla.

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