CAPÍTULO 80

Sarah.

Preparo las maletas de Emilia colocando cuidadosamente sus juguetes mientras juega con el perro, coloco dos micrófonos miniatura en el fondo de cada mochila y otros tres en sus peluches, en especial el unicornio que siempre lleva.

Siete agentes hacen lo mismo con sus otros accesorios y los del perro también. Trabajamos en el segundo piso de la base en las oficinas del MI6 en Reino Unido porque la de Brent sigue en reconstrucción por culpa del maldito Alexander Roe.

Abro mi caja de herramientas y cortó una parte del cuello metiendo una cámara en el ojo del peluche, comienzo a coser cuando he terminado. Abro mi ordenador y pruebo a oír mi voz con las señales que envía. —Prueba uno, prueba de sonido dos, prueba tres.

No siento remordimiento por utilizar a mi hija para atrapar a los Roe y liberar al ministro cuando hagamos el intercambio, sé que estará bien cuidada y yo haré lo indispensable por rescatar a Dylan.

Así me convierta en un Judas más corrompido.

—Se oye perfecto como el de las mochilas teniente Wall, sólo debemos configurarlo con las computadoras— dice uno de mis agentes mientras Tyler lo vigila de lejos con los brazos cruzados, fumando.

—Teniente Wall, está segura que los Roe no cumplirán con su parte del acuerdo, el criminal prometió entregar al ministro Madden por Emilia y Coraline Gray— Lucy es una inútil.

—¿Eres así de idiota? Coraline Gray debe estar con ellos— ruedo los ojos —No respetarán el acuerdo, mira lo que hicieron con el país. Largo de mi vista inservible.

Me da una mirada desaprobatoria y se aleja. Ese ciego de Alexander tiene un plan distinto, no entrará fácil al político menos a Dylan.

—Aún podemos hacerle una pequeña incisión en el oído al perro y colocarle otro, si vamos a utilizar a Emilia debemos tener todo el palacio Roe cubierto, el perro puede pasearse hasta por las jaulas— dice Rebecca terminando de colocar un rastreador en los zapatos de mi hija.

—Es un cachorro, no lo soportaría, tampoco tengo evidencias de que Jack la llevará directo allí una vez que haga el intercambio, primero lo vigilaremos encubiertos dos días antes de que viaje— mi hija mueve los pies sobre uno de los sofás saltando con el perro amarillo.

—Staring at the bottom of your glass. Hoping one day you'll make a dream last, but dreams come slow, and they go so fast— canta —Voy a ver a mi papi Kieran. ¡Papi! ¡Papi! ¡Papi Jack!

—Quiero que se calle ya, no me deja trabajar, su voz es tan irritante— Rebecca la mira malhumorada frotándose las sienes —Todo el día se la pasa gritando lo mismo, es insoportable.

—¿Qué carajo dices? Cuida tu boca cuando hables de mi hija— la amenazo.

—Por favor, Sarah, entre nosotras no hay formalidades, si te importará no la estarías entregando a su padre para sacar información de la mafia a nuestro beneficio y rescatar al ministro Madden y a tu amante Dylan porque es evidente que te importa más Dylan que la mocosa.

Escucho unas risitas a mi espada. Me giro y las agentes se quedan tiesas. La hago caminar cerca de la puerta empujándola lejos de los oídos chismosos.

—¡Cuando te dirijas a mi usas el teniente y que el gobierno te haya dado impunidad y un cargo a ti y a tu tío no significa que yo se los puedo quitar! Estás en una cuerda floja.

Sonríe de lado. —No te estoy juzgando, yo haría lo mismo, todos aquí queremos poder y hacemos lo que sea por conseguirlo, yo traicioné a la organización del lobo y tú dejaste que mataran a tu propio padre.

—No somos iguales.

—Ahí te equivocas, somos idénticas teniente Wall— se ríe colocando otro rastreador en las prendas de Millie, cerca de las etiquetas.

Me quedo mirando hacia al frente con dos agentes mirándome con desprecio, nadie entiende mi puesto, yo hice lo necesario para asegurar mi futuro y el de mi hija, no soy una mala madre, ni fui una mala hija.

Pero nada está saliendo cómo lo imaginé, me siento impotente de que me respeten, pero en sus mentes me maldigan.

Quiero que me respeten como hacían con mi padre.

—No creas que las cosas sucederán como lo planeado, esa maldita familia ha evadido a la DEA, el FBI y el MI6 juntos, el intercambio puede fallar— Rebecca me sigue afuera —Hablamos de Jack Roe, el mejor biólogo que pudiera existir en este país y América.

Me palpo el vientre con la mente clara. —Tengo otro tipo de plan alterno si los Roe llegan descubrir a Millie, haré todo lo que sea necesario para sacar a Dylan de las jaulas y también al ministro Madden.

—¿Y si te matan?

—Mi plan va más allá de lo que te imaginas, no me matarán, tengo un as muy poderoso bajo la manga, llevo meses planeándolo.

Me mira con una ceja arqueada, pero no le doy más información, prefiero que sea otra persona la que lo sepa primero.

—Estamos lejos de tus agentes, tengo un buen puesto, pero quiero otro tipo de negociación personal contigo y con el gobierno y has estado evitando mis reuniones, no me voy a quedar de brazos cruzados— me mira acomodándose el uniforme azul —Cuando atrapen a los Roe yo quiero quedarme a Alexander y su fortuna, mi sueño es cogérmelo cada noche, aunque sea a la fuerza.

Es una maldita perversa asquerosa. Es el principal buscado, no seas idiota, guarda tus fetiches enferma.

—La única forma de que el intercambio con Emilia tenga probabilidades de ser un éxito es mediante mi tío y yo, porque conocemos el palacio Roe como la palma de nuestra mano— extiende sus dedos —Quiero a Alexander como mi esclavo sexual, no es tan difícil, Maya le contó a mi tío que así creció, sólo volverá a sus orígenes.

—Eres una imbécil, no te darán a ningún prisionero y menos para tus perversiones.

—Pues vas a tener que buscar la manera de convencer al gobierno, de otra forma tomaré el asunto en mis manos y por mis propios medios conseguiré lo que quiero y a quién deseo, traicioné a la mafia por poder, puedo hacer lo mismo con el MI6 y mandarte al infierno con tu pequeña engendro.

Su mirada me dice que no está jugando. —Pues búscate otro deseo que ese no lo conseguirás. ¿Cuánto más dinero y poder quieres que el que te dio el gobierno por tu declaración en contra de los Roe? Te dieron una casa en buena ubicación, impunidad y un puesto que ni en cien años conseguirías.

—Siempre comienzas a rebajarme, sin mi tío y yo no serías más que odiada por tus propios agentes pequeña zorra, no nos han dado ni la mitad que merecemos. Tienes dos días para hablar con el gobierno de lo que quiero— me truena los dedos —O me vas a conocer.

—Ven aquí— traigo a uno de los nuevos cadetes.

—A sus órdenes teniente Wall.

—Ve al departamento de bajas y que suspendan tres días a Rebecca Hilton a partir de mañana por falta de respeto a su máxima autoridad. — asiente corriendo a obedecerme y la dejo pateando una planta de la terraza del segundo piso.

—¿Qué carajo haces?

—Que no se te olvide que la teniente y suprema autoridad del MI6 soy yo— le clavo el dedo en el pecho —. El parlamento inglés está de mi lado, estás por debajo de mí, no pierdas los pies de la tierra.

Comienza a patear las otras plantas agarrándose de la barandilla. —¡Entonces lo haré a mi manera y atente a las consecuencias! Tendré a Alexander y a su dinero a cualquier costo — me reventa un golpe en la cara con su cabeza —¿Oíste perra?

Me azoto contra la tierra de las plantas que quebró. Pone su bota contra mi hombro pateándome, se la tomo y le doblo el pie tirándola a mi lado. —Dos perras en el mismo lugar no caben, voy a pedir que te asignen otro trabajo en el parlamento.

Me empujan de ella apartándonos, el humo del puro de Tyler cae directo en mi rostro. Empuja también a Rebecca dándole una mirada de advertencia, sus malditos planes me tienen harta. Son unas malditas ratas ambiciosas nunca debí aceptarlos.

—Sa... Sarah, Rebecca— no se le entiende a Tyler cuando nos interrumpe porque si no habría noqueado a la perra que tengo en frente, ha programado una operación de lengua y que sea rápido porque sus quejidos me hostigan.

—¿Qué quiere el mudo de tu tío? — le pregunto a Rebecca.

—Está señalando la hora, debemos irnos pronto, ya deben estar en el lugar de encuentro— me empuja pasando delante.

—Prepararé a Emilia — me encamino adentro buscando a mi hija, pero me interrumpen los nuevos.

—Teniente Wall, las señoras de la fundación camaleón están esperando en su oficina, quieren hablar con usted de la poca protección en sus eventos, ya le he dicho que no podía atenderlas, pero dijeron que no se irán hasta verla, así pasen la noche aquí. — suelta un jadeo —Su nariz está sangrando Teniente.

Me la limpio con el puño. Alguien necesita poner en su lugar a Rebecca. —No es nada, prepara a Emilia— le ordeno a las ratas.

—Ya oíste niñata, ponte la chaqueta— Rebecca le arrebata al cachorro haciéndola llorar.

—No sé cómo colocármela.

—¡Pues aprende! — oigo más gritos, pero sigo caminando hasta el elevador bajando a mi oficina. —¡Aprende inútil!

Veo de lejos la espalda de las señoras de la organización, una de cabello negro que no había venido antes con guantes elegantes hasta los codos y un abrigo de piel hasta los tobillos. Entro despacio sin ganas de discutir.

Hay dos mujeres pálidas mirando a la pared sin sus abrigos. —Señoras, me han dicho que querían reunirse conmigo, pero no es posible, agenden una cita la próxima semana para poder...

—¿Es ella? — pregunta la de cabello negro y ojos castaños. —¿Tú eres la teniente Sarah Wall?

—Así madame, soy la Teniente Wall, sucesora de mi padre, he oído lo que sucedió en sus eventos, estamos trabajando en la seguridad del país en estos tiempos difíciles.

Me barre de arriba hacia abajo. —Meredith Hilton, creo que te casaste con mi sobrino Jack hace cuatro años, es una pena el divorcio porque en esa familia no existe ese término para los hombres— se me hiela la sangre y siento un escalofrío por la columna vertebral y no me suelta la mano.

—¿Hilton? — mi voz suena temblorosa por primera vez en mucho tiempo.

—¿Prefieres que use el asqueroso y repulsivo Roe? Porque no lo haré, pero soy amable con algunos de sus miembros— sonríe de lado. —Quiero recuperar los tiempos perdidos, quiero empezar desde cero ayudando a los antiguos miembros. ¿Nos tomamos un café?

—¿Usted es madre de...?

—Bennett y el otro— saca mi cafetera personal y se sirve mi café. —Voy a ser honesta Sarah, hace tiempo en la mafia danesa informaron al líder de una droga mejorada a venta por millones, me envió aquí para comprobarlo hace meses, yo soy el comprador danés que tanto buscan, mi líder me envió.

Siento escalofríos que me rinda declaración, miro por una de las rendijas de cristal transparente de mi oficina y le hago señas de alerta a la inútil de Lucy para que venga, pero sólo me mira y se sigue derecho.

—¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Y por qué está aquí? — presiono a escondidas el botón rojo debajo de mi escritorio.

—Tan inteligente no eres, te acabo de decir que quiero la anfetamina que crearon tu hermano y tu ex marido.

—No sé dónde está, en una misión murieron dos unidades completas y Logan se la llevo a una ubicación secreta que nadie ha podido encontrar.

Se quita los guantes y las mujeres a su lado palidecen. Poco a poco se acerca a mí, es muy alta, jamás la conocí, los Roe nunca hablaban de ella, ni su nombre se mencionaba. —Yo puedo pedírtelo de forma razonable, pero el líder danés te lo sacará despellejándote y hará que te tragues tu propia piel mientras los perros te coman.

Se me revuelve el estómago, soy incapaz de sostenerle la mirada, es una mujer perversa. Me duelen los dedos de tanto presionar el botón de emergencias, sólo hasta que siento los cables sueltos noto que lo desconectaron. —Negociemos el nombre del líder danés por una parte de la anfetamina y así las dos ganamos algo señora, se nota que quiere venganza. ¿Es contra Logan? ¿O con Alexander?

Me toma las mejillas clavándome los dedos bruscamente. — El líder danés no esperará y se protege su identidad hasta la muerte, no me hagas perder el tiempo quiero la anfetamina antes de que mi ex familia la consiga. Supongo que hay muestras cero, quiero esas también.

La estudio unos segundos parece que no sólo quiere la anfetamina, puedo asegurar que casi se oye necesitada. ¿Por qué? Veo sus ojos y caigo en cuenta de su actitud de adicción. Tiene interés en las muestras cero, droga que ni siquiera está terminada, se quiere drogar.

—Habla o haré que tu puesto de teniente sea tan corto como tu tiempo de madre.

—¿Por qué necesita desesperadamente la anfetamina? Se nota su delgadez y ansias ¿Es usted una adicta todavía? — sonrío de lado, pero me borra la sonrísa con su codo.

Me toma del cuello clavándome sus delgados dedos asfixiándome. Puedo asegurar que a pesar de su complexión siento que me alza unos centímetros del suelo. Trato de soltarme de su agarre, toso desesperada, mis pulmones queman y comienzo a perder la vista.

Las otras mujeres de la fundación se limitan a ver cómo me asesina. —Estoy... estoy— toso sin fuerzas —Estoy embarazada de Jack, lo juro.

—Parece que dice la verdad— oigo otra voz femenina.

Poco a poco Meredith me suelta, me derrumbo contra el escritorio jadeando. Hay un zumbido corto en mis oídos. Respiro con dificultad desplomándome, temo que me vuelva a asfixiar, pero se aleja colocándose de nuevo los guantes.

—No peleo con embarazadas, eso es tener poca clase— se pone una pulsera bañada en oro sobre ambos guantes.

—Soy la... la teniente Wall.

—Lo sé, no voy a rebajarte en tu cargo, ni origen, ni siquiera me pondré a pelear verbalmente contigo, las personas inteligentes saben cuándo callar ante los ineptos y verlos escupir falta de educación, rebajarse es de gente vulgar.

Entro en una pesadilla retorcida porque toma unos lentes negros y se arregla el cabello cuando las mujeres le colocan el abrigo. Me sostengo del abdomen sin poder pronunciar una sola palabra, parece una modelo que espera paparazzi. Saca un pañuelo de seda limpiando la manija de la puerta antes de abrir.

—¿Por qué me ataca?

—Mi guerra no es contigo teniente, es con los Roe. Volveré mañana por la anfetamina, buenas noches— me mira por encima de sus lentes negros y sale caminando con elegancia seguida de las mujeres de la fundación con el mismo porte.

—Ayu...ayuda— trato de que me auxilien, pero mi voz apenas se escucha. Trato de ponerme en pie y resbalo cayéndome de rodillas.

Jadeo apoyándome de mi silla, los documentos confidenciales caen en fila. Las luces de mi oficina parpadean dejándome a oscuras al menos dos minutos en los que recupero el aliento, pero no las fuerzas. Cuando se activan pruebo a hablar otra vez. — Rebecca— me arde la garganta.

—¿Y podemos comprar golosinas sabor fresa con forma de hamburguesa y forma de arcoíris para mí y para Kieran? — escucho la voz de mi hija por el pasillo y unos pasos.

Se oye un suspiro aburrido. —Sí, mini humana— escucho la voz de Alexander Roe y me arrastro hasta la puerta apenas pudiendo abrir una rendija.

—¿A ti te gustan las golosinas sabor fresa tío Alexander? — casi se me sale el pecho cuando lo veo de la mano de mi hija cargando su mochila y a Millie dando saltitos cargando a su cachorro. —A mí me gustan las de limón también. ¿A la tía Emma qué sabor le gusta?

—Chocolate, pero es dañino para la salud, te deben gustar las verduras— se agacha para estar a su altura —Cuando llegues con tu padre le dirás que quieres comer verduras, eso comemos los billonarios.

—¡Verduras! ¡Verduras! —¿Tío Alexander me cargas?

¿Dónde carajo están los agentes? —¡Mi hija! — sale mi grito finalmente cuando se acercan para pasar por mi puerta. —¡Deja a mi hija!

—Hola mami, el tío Alexander me lleva a ver a mi papi— Millie salta en un vestido rosado, se abraza a su pierna y el baja a tomarla en brazos haciendo que se abrace a su cuello.

—Teníamos un acuerdo ¡Estoy embarazada de Dylan! Déjalo libre para que conozca a su hijo.

—¿Me ves cara de que me importe el cojo? Buenas noches Sarah— pasan como si nada dejándome en el suelo.

—Adiós mami, dile adiós Kieran— me ondea su pequeña mano y después la pata del animal en sus brazos—Los Roe siempre nos despedimos. ¿Verdad tío Alexander?

Se detiene frente a una maquina expendedora y presiona varios botones sacando varios paquetes. Me arrastro para levantarme y ver si se lleva la mochila que hemos infiltrado, Lo es.

Baja a mi hija para meter barras de chocolate en su mochila y vuelve a llevarla en brazos haciendo que ella se abrace de nuevo a su cuello. Me azoto contra la pared agotada, mi maldito plan de embarazarme de uno de esos dos no me está resultando, tengo que ser más inteligente.

—¿Qué haces en el suelo? — veo a Rebecca salir de un elevador.

—¿Dónde están todos los inútiles miembros?

—No lo sé, levántate, te ves patética, debemos irnos por el intercambio, las camionetas esperan.

Mi cordura se rompe. —¡Ya no hay intercambio! — la empujo con toda mi fuerza contra la máquina dispensadora —¡Las señoras de la fundación casi me matan en mi propia oficina y si eso fuera poco, el maldito Alexander se llevó a mi hija frente a sus estúpidas narices! ¡Ni les importó que les dijera que estoy embarazada!

—¿Embarazada? No, no fuiste tan estúpida, si no puedes con una, menos con dos.

Ese es mi mejor as, aunque no lo entienda, yo lo utilizaré a largo plazo.

—¿Quién es el padre?

—Dylan o Jack, cualquiera que sea me sirve— respondo mirando por el pasillo vacío. —Por ahora, roguemos que no descubran los micrófonos y rastreadores que colocamos en Millie.

Emma.

Alexander parece estar siendo torturado porque trae el ceño fruncido y en cuanto se sube a mi auto me coloca en el regazo a Millie. Ethan y yo lo hemos estado esperando desde hace dos horas, ha viajado a Londres sólo para hacer el intercambio, aunque tenía planes diferentes.

Nos movemos al asiento trasero por precaución y me besa antes de cerrar la puerta. —¿Cómo ha ido el vuelo? — le toco la barbilla.

—Una pesadilla.

—¡Tía Emma! — Millie se lanza a mis brazos dejando a Kieran en el asiento.

Sus pequeñas manos van acariciando mi cara. —Princesa Millie, te hemos extrañado.

Sonríe rascándose los ojos con el puño bostezando. —¿Y mi papi? ¿Dónde está mi papi? — se acuesta en mi pecho y comienzo a acurrucarla.

—Lo verás pronto— le quito los mechones de cabello y las bailarinas rosas que trae puestas, siento tantas ansias por ver la cara de Jack cuando vea a su hija, Alexander paso un vuelo con la niña, debió ser su tortura.

Mini Kieran se acurruca en el asiento también. Hago sonidos de arrullo viendo que se me da bien, busco entre la mochila de cupcakes que trae y encuentro dos chupones nuevos, pero para recién nacidos.

—¿Qué es esto? — mi marido me mira por el retrovisor.

—Pase a una centro comercial por si ocupaba eso durante el vuelo o lo que haga su especie.

Contengo mi risa sin decirle su error, sigo buscando y encuentro mis barras de chocolate favoritas, debajo un chupete esterilizado en un paquete. Se lo coloco momentáneamente buscando su fórmula láctea para su edad.

Me tiemblan las manos de nerviosismo, no soy experta en esto, jamás lo he hecho y en unos meses estaré con mis propios bebés. Con una mano cargo a Millie y con la otra preparo todo. Cuando termino, no me siento segura de darle su biberón.

Alexander vuelve a mirarme por el retrovisor, sonríe de lado y sé a dónde está volando su imaginación. —Millie se ha quedado completamente dormida, no creo que deba darle el biberón.

—¿Toma biberón a sus dos años?

—Es un vaso entrenados con chupete, todavía es muy pequeña— veo las rejas de los portales del palacio abrirse. Millie comienza a removerse con el ruido. Bajo con cuidado, Ethan trae a Kieran. —Llamen a Jack, lo veré en la habitación principal.

—Enseguida mi señora.

Maya sale casi corriendo del ala oeste cuando oye las camionetas. Mira con adoración a Millie dormida y la veo sonreír por primera vez. —Iré por Jack cielo.

Subo los peldaños con dificultad, miro a Alexander venir con las cosas de la pequeña, es sólo una y trae casi una caja completa de sólo juguetes, no me imagino como será con las cositas.

Alexander entra detrás de mí, quiero recostar a Millie, pero cada vez que intento dejarla sobre la cama se despierta sobresaltada al borde del llanto queriendo solo estar en mis brazos. —¿Por qué se despierta? — Alexander se sienta detrás de mi mientras la meso.

—Tal vez no está acostumbrada— me duelen los brazos de tanto esfuerzo, cuando sus ojos se cierran intento de nuevo y esta vez estalla en llanto muy ruidoso que me parte el alma.

—No llores princesa— la cargo de nuevo, pero no funciona, le tiemblan hasta los labios.

—Intenta con esto— Alexander saca los chupetes que compró.

—Ni siquiera son de su edad.

—Y yo que iba a saber, no he tratado nunca con su especie— rebusca concentrado más cosas en la mochila sacando juguete tras juguete, intento cantar algo ligero, pero me duelen los brazos.

—Ya no puedo cargarla.

Alexander se pone a mi espalda poniendo sus brazos tatuados debajo de los míos cargando todo el peso con sus músculos. Doy un suspiro de agradecimiento recostándome en su pecho. Millie comienza a dejar de llorar agarrándose de la mano de Alexander.

Intento cantar de nuevo, pero no me vine nada a la mente, no me juzgo porque Alexander está tenso sin saber que hacer también. —¿Cómo se duerme para que me suelte? — parece que lo estuvieran electrocutando.

Comenzamos a mecerla juntos, se remueve dos veces, pero siempre que encuentra la mano de Alexander se queda quieta. —¿Sabes alguna canción para dormir?

—No me voy a poner a cantar Emma.

—¿Un susurro tal vez? Todo funciona para dormirlos— lo miro sobre mi hombro, se ve que se lo está pensando. —¿Y bien?

—No— responde seco. —Están reservados para otros mini humanos— dice muy serio pasando su mano por mi vientre.

Se me comprime el pecho y acurruco a Millie en mi pecho a la par que él carga el peso. Alzo mi cabeza y beso su barbilla suavemente. —¿Para nuestros bebés? — se queda tenso y después de un minuto asiente.

Dios, cómo amo a este hombre. Millie se queda dormida por completo, el chupete se cae a la cama y se lo doy a Alexander mientras la arropo. Su mano libre no ha dejado mi vientre y yo tengo ganas de llorar en parte por las hormonas y en parte por mi vida.

—Creo que era muy pequeña cuando Kate se divorció de Sawyer porque no recuerdo mucho de nosotras viviendo con él, sólo nosotras en un pequeño apartamento en Trafford— susurro y me hace voltear a verlo.

—Ni se lo merece, por eso lo vendí después de torturarlo.

Me recuesto en su pecho. —Fue un mal padre y cuando mi madre empezó a pasar semanas enteras en el hospital por el cáncer, yo tenía siete años. Sawyer compartió mi custodia con los señores Gray para que no me alejaran completamente de Cora y de mamá cuando regresará de las quimioterapias— me duele el pecho, es un dolor que se mantiene con el tiempo —. Unas semanas las pasaba en su casa y las otras con los Gray, pero siempre me sentí fuera de la familia.

No hablo de mi madre, no me permito que me duele, siento como me aprieta contra sí.

—Los Gray perdieron mi custodia cuando los mataron y un día mamá tampoco regresó porque el cáncer ganó— me acaricia el cuello cuando me rompo —Cora y su hermano pasaron con su tía Mary y me quedé de recogida en la casa de Sawyer, por pura caridad, sin familia durante mi adolescencia en adelante.

—No llores nena.

—No sé cómo tener una familia Alexander, pero lo voy a hacer lo mejor que pueda, siempre fuiste mi sueño desde que te conocí.

—Ni tú, ni yo la tuvimos, pero ahora somos nuestra propia familia— raspa su nariz con la mía. —Eres mi familia Emma, mi única familia como yo lo soy para ti, nos hemos estado esperando toda la vida.

Pegamos nuestras frentes y siento un alivio inmenso, mi madre habría amado a Alexander, pero nadie amará a este hombre tanto como yo lo hago. Lo beso lento, amando el rastro de su corta barba.

—¿Entonces así será durante los siguientes ochos meses? — le sonrío —Estaré hecha una magdalena llorando mucho.

—Pues yo te voy a recoger todas esas lágrimas.

La puerta semi abierta se abre sobresaltándome y Jack cae de cara azotándose contra el suelo, sus pantuflas salen volando alto por la habitación y él se golpea con un mueble —. Lamento interrumpir la escena, no estaba oyendo por detrás de la puerta— se levanta rápido por la vergüenza recogiendo sus pantuflas con la rodilla raspada.

—¡Jack! — trato de levantarme para ayudarlo, pero se detiene.

—Estoy bien — dice con la expresión llena de vergüenza.

Me recuesto en lo que siempre quise. —Millie está dormida.

—Me la llevaré al ala oeste— se acerca a ella besándole las mejillas con un brillo en su mirada. —Princesa, ya estás con papá.

—Papi— dice adormilada reconociendo su voz.

—Princesa Millie— se le queda una sonrisa a la pequeña y a pesar de sus pequeños ronquidos le extiende los brazos. Jack trata de cargarla y hace un quejido. —Madre, ¿Te importaría ayudarme? — Maya entra disculpándose cargando a Millie.

Jack sale detrás arrastrando el pie. Me quedo riéndome con la cabeza hacia atrás viéndolo cargar las pertenencias de su hija. —¿Ya entiendes por qué los dejé en el ala oeste? Parecen sacados de un circo de mala muerte y barato— Alexander me pica las costillas.

—Amo a los Roe.

—No los amarás después de la cena con la nueva prometida de Erick.

—¿De qué va eso? — me giro para que me cuente todo lo que sabe —Conocí a Paulina en Turquía y no parecía su prometida.

—Se enamoró de mi tía al mes, no esperes cosas coherentes del pordiosero— me sigue picando las costillas cuando me levanto para orinar, la capacidad de retención está desapareciendo en mi sistema.

Alexander entra encendiendo su afeitadora, sólo para recortar su barba, no para eliminarla y siempre me ha gustado que la conserve. —¿Qué haces dentro? Pudiste atraparme en medio de hacer mis necesidades— me lavo las manos sacando neceser mi maquillaje.

—¿Te he visto hasta los intestinos y ahora quieres privacidad? — su voz es amortiguada por la puerta cuando vuelve a entrar con una crema de afeitar en la mano.

Me carcajeo tratando de ponerme lápiz labial, pero fallo con la risa. —Me acabas de arruinar, deja que te ayudo— tomo la crema de afeitar esparciéndosela por la garganta y un poco por la mandíbula, donde sé que se corta. Me encanta que confíe tanto en mí, para no dudar en dejarme su máquina.

—Tu ataque de asma no te deja maquillarte, menos te dejará afeitarme, me vas a cortar la yugular.

Dejo un beso húmedo en su cuello encendiendo el aparato. —Cariño, debes confiar en tu esposa.

—Eso me dijiste antes de dispararme.

Logro no reírme de nuevo porque paso las navajas eléctricas por debajo de su cuello con concentración y por encima del hueso de su mandíbula, sólo recortando el volumen, ningún trozo de perfección.

—Inclina la cabeza hacia atrás— lo hace dándome acceso completo a su cuello y dejo un besito en cada parte donde he terminado, me fijo bien de cubrir las esquinas donde no se alcanza a llegar del todo.

Tomo una toalla limpia y quito los restos de crema de afeitar. —Quedaste tan guapo.

—Cuando no— se pone colonia masculina que huele a gloria. —En la cena tendré todas las miradas encima.

Lo tomo del borde de su pantalón acercándolo a mí, viene con gusto y mirada coqueta, sin que se dé cuenta comienzo a desabrochárselos, estoy que me muero de risa, se deja hacer y cuando caen enciendo la máquina de nuevo. —Ahora va tu polla.

Da un brinco hacia atrás. —¡Emma! — dice con advertencia desconectando el aparato.

. . .

Hay cenas incomodas, como la de mi boda con Alexander, donde firme mi contrato matrimonial sin saberlo y después está la de ahora. Jack mece a Millie en su pequeña silla de bebé.

Cora mantiene la cabeza gacha picando sus vegetales sin ganas, casi igual que Jack a su lado, de vez en cuando veo a mi rubia favorita mirar a Paulina. Carraspeo tratando de romper el silencio incómodo en nuestro comedor de lujo en el Palacio de Dinamarca mientras nos sirven la cena.

—¿Podría ser esto más incómodo? — le susurro a Alexander bajo mi copa de agua mirando a Paulina y a Maya mirarse fijamente.

—Es una cena tranquila— chocho nuestras rodillas por debajo de la mesa mientras ordena que me sirvan un extra de vegetales. Han encerrado a Octavian en la Cripta donde está Dylan desde que llegamos y a mí me han dado una nueva dieta hecha por el doctor Roe personalmente. —Mi familia es muy sensata.

—¿Y si no? ¿Los corremos?

Se limpia la comisura de la boca para beber vino. —De repente, me llama la atención tener gente en mi lujosa mesa.

—Lo que te gusta es ver a los que odias pasarlo mal— lo miro acusadoramente y no lo niega.

—Tienes dos días para aprender los juramentos de tu iniciación— le advierte a Jack que no objeta nada, una vez que sea miembro oficial de la organización las cosas para él cambiarán.

Esta comida sabe peor que la que yo preparo, extraño a mi asiático de confianza, nunca dudaría que él me hubiera envenenado, Octavian me estima, pero Alexander no cede, además me obliga a comer sólo cosas verdes.

Iré a visitar a mi chef en cuanto me lo permitan, me han tratado con suma delicadeza desde que llegamos, antes que Alexander fuera por Millie ya les había advertido a los sirvientes de mi condición.

Ethan permanece de pie a lo lejos y siento pena de su posición y la de Maya.

La mayor de ellos Roe mueve una uña roja perfecta sobre la mesa desesperada. No es consciente de que Ethan la mira de reojo.

—Los criados comen en la cocina Patricia— el comentario de nuestra tía hace que Jack se atore con una tos y que yo mire a mi marido con la boca abierta.

La comisura de la boca de Cora se alza unos segundos, me gusta verla de buen humor y ese James no volverá a verla hasta que sepa que carajo le hizo, he ordenado que se quede en su guarida abajo, cerca de la Cripta donde trabaja.

—Paulina— la corrige la modelo latina haciéndola rodar los ojos —. Creo que al ser la prometida de Erick puedo permitirme ciertos lujos Maya— lo toma con humor mientras le toma la mano a Erick —¿O no bebé?

Mi boca está por llegar al suelo, cuando los vi en Turquía parecían coquetearse, no tener algo serio y Alexander sabe lo que pasa entre ellos porque nunca lo vi aceptar que la gente hable en nuestra mesa a menos que no sea yo.

—Así es, pero mi comida es perfecta donde estés tú— Erick le besa la mano —Así sea en una terraza o en un restaurante de lujo, donde estés tú, estoy yo y si Paulina no es bienvenida en la mesa de los Roe tampoco yo.

Se cae una copa en el lugar de Maya quebrándose en el suelo, uno de los sirvientes corre a limpiarlo de prisa. Miro a Alexander para que diga algo, pero se lleva un trozo de filete a la boca actuando con total naturalidad.

— ¿Prometida de qué? ¿Dos días? ¿Tres horas? — Maya sube las mangas de su abrigo Gucci. No soy la única que la nota más arreglada de lo habitual, incluso se ha puesto más maquillaje para quitar la palidez de su recuperación de pulmón. —Pensé que amabas a Bennett, Polen.

—Me llamo Paulina, hace años que me conoces Maya, respétame.

Entrelazo mi mano con la de Alexander y me lleva su tenedor a la boca. ¿Nuestra familia está por armar una guerra frente a nuestras narices y lo único que hace es alimentarme?

—¡Qué rápido te olvidaste de Bennett Paulette!

Cora baja de nuevo la cabeza. —Yo lo amé hasta el día de su muerte y nadie puede dudarlo porque nos íbamos a casar ¿Lo sabías Coraline?

—No.

—Me lo propuso el muy romántico en Nueva York, en una de mis pasarelas subió al escenario y comenzó a cantarme Rude de Magic, la nombramos como nuestra canción desde entonces, cambió la frase de "Me casaré con ella" a "Me casaré contigo de todas formas". Incluso tenía la costumbre de hacerme unos rollitos de canela— los ojos de Paulina se ponen brillosos con lágrimas contenidas mientras el tenedor de Cora se queda a medio camino.

—¿Bennett te cantó Rude? — intervengo cortándola por la expresión de Alexander cada vez que mencionan a su hermano, necesito que deje de hablar.

Le tomo la mano, queriendo que deje de dolerle, daría mi vida para que mi hombre no sufriera.

—Era un hombre impulsivo Emma, tenía la costumbre de traer una de mis bandas de cabello atada en su mano y solía decirme que debería quedarme a Kieran porque yo era su gatita. — parece relatar la historia de Cora con él, mi rubia deja de comer. Se hace silencio en la mesa.

—Paulina— se oye la advertencia en la voz de Erick.

—¿He dicho algo malo? No quiero faltarle al respeto a su memoria, les ofrezco disculpas. Una de las protestas de mi fundación para niños de África es no causar disturbios en ningún ámbito, me he comportado mal — baja la cabeza y se ve sincera y con ganas de llorar, pero no como las que hay en unos ojos azules.

—Debo retirarme— la voz de Cora apenas y se oye, cuando se levanta hace que Paulina mire fijamente su vientre y es más que evidente sus ganas de llorar.

—Quédate— Jack la insta a sentarse junto a Millie.

—Olvidé tomarme una de mis vitaminas del embarazo. Gracias por la cena.

—Esto pasa por traer a Penélope aquí— Maya se va contra la modelo.

Me levanto para seguirla cuando Paulina también se levanta. —Yo no le fui infiel a tu hermano Alexander, ni lo tuve de mi amante— hace que mi marido le mire —. Y tampoco mentí con quererlo y tratarlo como la mierda.

Cora se rompe en sollozos silencioso. —¡Suficiente Paulina! — Erick se levanta con mi grito, no pasó ni media hora en la maldita cena. —Ya se terminó— le advierto.

—Por supuesto, se terminó, y fue cuando Bennett se mató— se le mojan las mejillas.

—Para Paulina, no puedo soportarlo más, te lo ruego— Cora se toca el vientre con las mejillas rojas.

—¿Sabes lo difícil que fue su vida? — Paulina se rompe en lágrimas —. Esa familia tiene una grieta porque ese hombre no sólo era un buen miembro de la mafia era el hombre más bueno del mundo y se inyectó por salvarte a ti, su última recaída fue por ti, para que Logan no te inyectara a ti.

La cabeza de Alexander se alza directo a Cora.

No quiero ser violenta, pero mi mano sube a abofetearla, otro tipo de silencio se alza. —Vete de mi casa.

—Es lo mejor, casi despiertan a mi hija— Jack se ve malhumorado.

—Lo siento Emma, no soy una mujer agresiva.

—No hay disculpas que funcionen y por mucho que te duela escucharlo y a todos aquí, Bennett amó hasta su final a mi mejor amiga y nada cambiará— los miro a todos —Vete haciendo la idea porque tus historias románticas son todo lo que él hizo por ella y por nadie más, fue mi amigo y sólo con Cora compartió esos momentos.

Cierra los ojos y soy testigo del dolor que le provoco con mis palabras, pero es poco a lo que se merece por lo que le hizo a mi rubia.

—Supongo que tú se lo contaste— miro al comunicativo de Erick y cuando asiente con vergüenza. —Así como le contaste a toda la mafia sobre mis hijos poniéndolos en peligro porque me envenenaron en Turquía.

Emma, te juro por Dios que esa no fue mi intensión, yo tenía que...

—Se nota que no conoces la palabra lealtad a pesar de que nunca te traté menos y te di abrigo en el Palacio— lo interrumpo cuando mira a Alexander —Te creí mi amigo Erick y fue un error, tú no sabes lo que es eso.

Jack hace un sonido de zumbido. — Emma, por favor, lo de esta noche ha sido un error, hablaré con mi prometida— Erick frunce el ceño.

Niego mirándola a ella. —Paulina, me agradaste al momento de conocerte, veo que incluso eres sincera en tu dolor por Bennett, pero esa mujer rubia a la que acabas de hacer llorar es intocable hasta para la mafia, jamás vuelvas a dirigirle una sola palabra porque ella me tiene a mí.

Jack toma a Cora que respira con dificultad. —Discúlpame Emma, he cometido un error.

—Un grave error— tomo su abrigo y se lo aviento a Erick en las manos — No sólo heriste a Cora, heriste a mi marido con la muerte de su hermano y eso no se lo permito a nadie. Lárguense— me giro a mi guardaespaldas. —Ethan, ya sabes qué hacer.

Camina con gusto casi empujándolos hasta la puerta. Maya me mira desde la mesa, sólo hasta que Jack me alza los pulgares meciendo su pantufla entiendo que he tomado el control de la situación en el palacio.

—Ve a tu habitación, te seguiré en unos minutos sexy— Cora se limpia las mejillas y asiente ya más tranquila.

—Cómo un Roe debe hacerlo prima, o debo decir, mi señora— se gira en la silla para seguir cenando —. Aquí no se desperdicia nada, estoy hambriento— extiende su mano para tomar el plato de Erick.

—Pueden recoger la mesa, Maya y el resto de la familia, probarán bocado en sus respectivas alcobas para evitar más problemas— ordeno a los sirvientes y la mayor de los Roe no protesta.

La mitad de los sirvientes del comedor están mirando a Alexander. Camino a su silla y le tomo el rostro en las manos sin preguntar. Tiene los ojos ojerosos, necesito que duerma más. — ¿Cómo te encuentras cariño? ¿Quieres hablar? —le doy un par de piquitos.

Sus ojos verdes se iluminan, ha tenido un brillo nuevo hace unas semanas. —Sobramos aquí madre, ayúdame con Millie y vámonos— la silla se Jack se mueve y se oye el ruido de unos platos.

—Menos mal que Paige se largó, no encaja con nosotros— los tacones de Maya hacen eco a lo lejos.

Los sirvientes van saliendo detrás de los Roe. Alexander carraspea levantándose también. —¿Te encuentras bien?

— ¿Por qué debería estar mal? — se retiene a mostrar sus emociones.

No lo obligo a hablar, el tema de Bennett se toca con delicadeza. — Cuando quieras, aquí estoy para ti cariño— lo abrazo sintiendo su cuerpo tenso —Siempre estoy a tu lado Alexander, incluso cuando no puedas más yo lo hago por ti— respira hondo alzándome con su pecho.

—Me vas a matar un día de estos Emma, te comportas como una verdadera líder de nuestra organización— me sostiene fuerte contra él. —Pero tu lenguaje corporal y verbal es demasiado afectivo para mi carácter tan malhumorado en la mafia.

Le paso la mano por el cabello sonriendo cuando comienza a olisquearme el cuello y raspar su nariz suavemente.

—Eres todo lo que me hacía falta en mi puta vida.

Me derrito en sus manos. —No puedo escapar de esto, no tengo opción, fui hecha para ti— se separa sonriéndome y mostrando las líneas curvadas en sus mejillas antes de besarme lento.

Voy tierna y romántica acariciándole las mejillas. —Quiero que me acompañes a la tumba de mi hermano, hasta el momento yo soy el único que sabe dónde está porque no quería que nadie la profanará.

—Me parece perfecto, pero debo hablarte de algo que descubrí en Turquía.

—¿Qué cosa?

—Lo hablamos después que revise si Cora está bien ¿De acuerdo? — asiente pasando sus manos por mi vientre.

—Ya te está creciendo.

—No es verdad— si se pone a hacer chistes sobre tener dificultades para cargarme me pondré a llorar y después le gritaré.

Pasea de nuevo su mano en mi abdomen hasta que la mete por debajo de mi blusa. — Es una pequeña cuerva por debajo de tu vientre casi insignificante, pero te la sentí hace un día en Irlanda, crecerá más rápido porque son gemelos y ya estás de casi de dos meses.

Pongo mi mano sobre la suya y no siento nada, quizá un pequeño bulto como cuando estoy inflamada en mi periodo, pero no más. Recuesto mi cabeza en su hombro oliendo su perfume mentolado y dejo que masajeé a nuestros hijos.

No me imagino haciendo esto sola, no sé trata sólo de mis hormonas o mis nauseas o los espantosas ganas de gritar y llorar que tengo repentinamente, es saber que es sólo el comienzo de aceptar mi cuerpo de otra forma y mi vida cotidiana con un giro total.

Me remuevo nerviosa sin querer romper el momento. —Debemos empezar con las cosas de... de nuestros hijos, ir de compras y preparar una habitación especial— es la primera vez que siento que va a suceder un parto y será doble, mierda, doblemente doloroso.

—Nombres, accesorios de mini humanos, sus certificados de nacimiento, su marca de iniciación como nuestros herederos— habla como si estuviera haciendo una lista mental. —Pero ve con la rubia, te necesita.

Estamos haciendo un progreso con su odio a ella. Camino buscando la puerta, escucho quejidos y preparo mi daga por si es el maldito de James en su habitación. Azoto la puerta y encuentro a Cora doblada sobre su cama sosteniéndose el vientre con ambas manos.

—¿Qué sucede sexy?

Su frente comienza a sudar. —Llama a Maya... Acabo de entrar en labor de parto.

Catedral de Narconon Europe. (No puedo confirmarlo, todo me da vueltas)

Narrador desconocido.

—Padre mío, he pecado contra el cielo y contra ti, no puedo alcanzar misericordia, hazme como a uno de tus jornaleros— me arrodillo recitando la parábola que me enseñaban en mi niñez por años. —Perdóname todos mis pecados.

Hay una inquietud en mi pecho que no me deja respirar.

—No has pecado contra mí, yo no soy nadie en este mundo que te absuelva— dice el predicador protestante sosteniendo mi mano en agonía —. Dios es el único que otorga el perdón.

—Mis pecados son grandes para ser perdonados por Dios— lloro.

—No hay pecado que el Señor no perdone a un corazón humillado, él sólo quiere que le busques— trata de levantarme, pero me mantengo en mis rodillas, rogando para que me absuelva, necesito un perdón desesperadamente antes de que mi alma se consuma.

—Soy el peor ser humano.

—Te culpas injustamente— su ropa es una sombra oscura en el atrio del altar. Esto es una iglesia ¿O no? Trato de alzar mi rostro, pero mis lágrimas, me ponen la vista borrosa.

—Estoy por cometer el peor de mis pecados— confieso bajando mi rosto en agonía—No habrá perdón para mí, me he corrompido, mi alma se ha oscurecido cada día que pasa y no encuentro mi yo anterior. No sé cómo volver a la persona que era antes porque ellos me han obligado a ser una bestia.

—¿Quiénes?

—Un grupo secreto.

—¿Es una secta?

—Similar.

Es extraño que siendo protestante su ropa sea de un color en específico. Esto no es una iglesia. Su uniforme se torna blanco y trato de soltarme de su agarre, pero me obliga a estar en mis rodillas. —¡Aquí está! — grita a los de afuera. —Traigan las esposas.

—No eres un predicador.

—Si lo soy, háblame de lo que te atormenta— trata de convencerme que es una iglesia y por unos momentos pienso que lo es, cometo un nuevo error y le creo.

Nací así, con una virtud mala de no poder protestar, soy crédulo y eso fue mi perdición.

Siento que me oprimen el pecho con un golpe seco, mi interior no está en paz.

—Ellos me mintieron, todo esto es una farsa, aunque a veces no esté seguro del por qué, pero esa gente se arrodilla y blasfeman en las alturas, matan y torturan— me inclino para pedir misericordia sin ver el atrio de la iglesia que me trajo aquí hace una hora.

—¿De quienes hablas? ¿Dónde se ubican? ¿Es un grupo grande? ¿Cuántos criminales hay? — me resisto a delatar mi crimen —Dime lo que harás — mi lengua está adormecida, mi mente vulnerable. —Tienes que confesarte o no tendrás perdón y arderás en el infierno.

—Mataré a un inocente— lloro cuando vence mi mentalidad —Mataré a la descendencia de un hombre por órdenes.

—¿Por descendencia te refieres a hijos?

—Sí— me echo a llorar en el suelo —Le arrebataré a una madre a su descendencia, necesito que alguien me ayude, usted debe ayudarme, sáqueme de aquí— de repente siento el áspero metal que se pasea sobre mis hombros cuando quiere poner mis manos esposadas.

—Lo siento, no puedo ayudarte, tengo que entregarte a la justicia por lo que hiciste en este almacén.

Abro mis ojos aturdidos y miro los sacos de alimentos destrozados, no es una iglesia, es un almacén, donde hace más de dos días me escondo. — Yo no hice nada, sólo busco ayuda.

—La mujer muerta dice otra cosa y la herida en tu abdomen también — me somete contra el suelo y no le es difícil, es un hombre robusto.

Ha pasado la última hora escuchándome, viéndome llorar y pidiendo ayuda, pero no me da. Me ve con asco, como una escoria a que pisotear, me arden las muñecas cuando me jala a los otros oficiales fuera del almacén.

Tengo rastros de sangre en mi abdomen, veo una herida reciente como de daga —Parece que trae la herida infectada, pónganlo en emergencias y directo a arresto.

Mi mente se aclara de mi llanto y caigo en su placa policíaca, me azotan sobre una patrulla y me abren las piernas revisándome por algún arma, miro al policía al que le rogaba ayuda hablar por su radio. —Yo no robé ese almacén.

—¿Y qué hacías junto al cadáver de la mujer turca? Jugando supongo.

—Quería un lugar para dormir, yo no miento oficial, no miento, la mujer me conocía— pido clemencia —Yo no ataqué a nadie, sólo llegué a dormir al almacén como hace dos días, ella me daba comida hasta hoy, pero unos hombres negros con...

—¡Silencio! Le tenemos en la avenida principal, hay una mujer muerta en la parte trasera del almacén, no la hemos identificado, creemos que los vagabundos la atacaron, tenemos a unos en aparente estado de desnutrición que se hallaba cerca del cuerpo llorando— me mira otra vez mientras me azotan contra el pavimento. —Habla sólo tonterías, tiene una herida en el abdomen, creemos que la víctima trató de defenderse.

Soy una persona indefensa y con una cortada en el abdomen de hace un día, no tienen por qué derribarme, ni siquiera estoy poniendo resistencia porque no ataqué a nadie. Soy un solo humano, no tienen que herirme. Me colocan el tasar en las costillas y me retuerzo del dolor.

Confiar en el ser humano ha dejado de ser una opción para mí, todos los que nos rodean lastiman. —La mujer del almacén quería darme comida, mi herida es de hace un día, ella me la limpiaba.

—¿Y por eso la atacaste si te ayudaba? — me patean el estómago que si tuviera alimento vomitaría.

—No la ataqué, yo no ataco inocentes— otra descarga de taser y toman un puñado de mi cabello rubio para meterme en la unidad móvil.

—¡Dimitry!¡Dimitry! — gritan a mi espalda y comienzo a llorar de impotencia odiando esa voz, pero entiendo por qué, mi mente sigue adormecida —¿Qué hacen con mi hijo oficiales? ¡Suéltenlo de inmediato! ¡Está herido!

—Manténgase lejos señora, este vagabundo va a las rejas esta noche ha atacado a una mujer en los almacenes— el policía trata de detenerla.

—Está cometiendo un delito oficial, mi hijo se había extraviado hace tres días, su novia Alicia y yo le pusimos en el boletín de búsqueda— trata de acercarse y la miro con odio mientras se quita los guantes elegantes —Dimitry Hilton, es mi hijo— les muestra mi identificación —Sufre padecimientos mentales, es autista y tiene inicios de esquizofrenia, pero jamás ha presentado un comportamiento violento.

Los oficiales me miran. —Ahí dentro me hablaba de una iglesia y de matar no sé qué y de volver a ser la persona de antes— dice el oficial que me vio primero.

—Es uno de sus episodios más recurrentes de su cambio de personalidad, hemos empezado un nuevo tratamiento.

—¡Yo no tengo un cambio de personalidad! ¡Y no estoy loco! — me jalo de las esposas haciendo que los oficiales se pongan alerta. —¡Soy una persona cuerda!

—¡Cálmese!

—Dimitry, nadie dice eso— dejan que la mujer se acerque y me toque la cara —Cielo, soy tu madre, Alicia está en el auto ¿No quieres verla? Te ha extrañado mucho— me quita un mechón rubio de la frente y siento ganas vomitar —. Es tu chica Dimitry.

Siento una nube esperanza en mi cabeza. Su nombre me suena familiar, pero hay un odio interno muy fuerte. —¿Alicia?

—Tú eres el Borah, recuérdalo hijo, Volkan te extraña— me susurra y esos nombres no me suenan en la cabeza.

—Vamos a llevárnoslo, en la comisaría pueden llamar al terapeuta o al mismo hospital General.

—Como persona con discapacidad no puede llevarle sin mi autorización, no es un simple vagabundo, es un empresario turco reconocido, tenemos muchos contactos, su sobrepaso de autoridad lo sabrá la prensa y mis abogados harán que le quiten su placa oficial— le advierte. —No atacó a la mujer del almacén, revisen sus cámaras de seguridad.

—Si las revisamos podemos encontrar las pruebas señora.

—Conozco a mi hijo, revísenlas, somos una familia honorable, casi como la monarquía, está herido, puedo demandarlos por abuso de poder.

Se miran entre sí.

No estoy loco, trato de que mi mente no sea presa de las alucinaciones, mientras discuten, me da vueltas todo. No encuentro mi parte cuerda. ¿Quién es Volkan? Miro de vuelta a la mujer reparando en su cabello negro y ojos castaños. El nombre de Volkan si se me hace conocido.

Me mira con calidez.

Tengo un mal presentimiento sobre ella.

—Los documentos son válidos comisario— otro oficial viene —Su nombre es Dimitry Hilton, tiene veinticinco años y aunque es danés es dueño de una empresa familiar de inversiones pasteleras aquí en Turquía y otra en Copenhague.

Niego con la cabeza repetidas veces. Jamás había visto este país ¿O sí? —Revisamos las grabaciones del almacén y efectivamente, no mató a la mujer, pero debe rendir su declaración.

—Su discapacidad no se lo permite.

—¿Cuál es su parentesco con él empresario?

—Soy su madre, Meredith Hilton— se dan la mano, mientras le extiende su identificación —Cuidaré de él, tengo su tutela adulta dadas las circunstancias. Alicia te espera en el auto Dimitry— la mujer me quita otro mechón rubio de la frente, mi cabello está muy largo, yo odio el cabello largo ¿o no?

Ese nombre me da repulsión, miro a la mujer con un atisbo de reconocimiento. Miro a los oficiales y también mi ropa sucia. —Lleva perdido cuatro días alguacil, se puso en boletín de búsqueda turco dando informes de su padecimiento.

Le muestra un dispositivo de una foto mía, me miro en la pantalla sin fuerza en las piernas cuando me veo limpio con el cabello rubio bien acomodado y joyería en mis manos.

Comienzan a quitarme las esposas y miro mis manos sucias sin joyería como me veo en la foto. Me ofrecen agua y también una manta mientras limpian el almacén y revisan la identificación de la mujer. —¿Tiene hijos señor Hilton?

Miro dentro de mi mente y siento una probabilidad en la respuesta, pero no encuentro la razón de creerlo. ¿Volkan? Mi pecho se desboca con un presentimiento desconocido— No creo.

—¿Es usted casado señor Hilton? — anotan todo lo que digo en una libreta.

Te amo. Esas palabras se sienten vividas en mi mente. — No lo sé.

—No lo es, recién tiene pareja, una chica inglesa que conoció hace un par de meses en un viaje a Londres, se llama Alicia— responde ella por mí dándome unas píldoras, las sostengo varios minutos en mis manos hasta que el oficial me insta a tomarlas.

—Es por su bien caballero.

Soy crédulo y me las tomo para que unos minutos después siento como mi rabia se baja.

—Sin su medicamento padece de alucinaciones y no recuerda su nombre y a veces menos a su familia o a su pareja.

El aturdimiento de mi cabeza gana cuando comienzo a creerle a la mujer a pesar del sentimiento de repulsión que siento por ella. —¿Te sientes bien Dimitry?

—No, quiero irme a mi casa, si me dicen dónde está.

—Vamos al auto, traje a tus chóferes— hace hincapié en la última palabra y me guía sucio a una camioneta negra donde hay dos hombres cubiertos de rostro abriéndome la puerta. —Iré en mi propio auto, pero los seguiremos de cerca.

Dentro hay una mujer pelirroja que se me hecha encima al instante sin importarle la suciedad de mi ropa —No sabes lo preocupadas que estábamos por ti— la cabeza me sigue dando vueltas y más que antes, pero con ella siento más familiaridad que con la otra.

—¿Tú eres Alicia? — pregunto y tengo su boca en la mía al instante, me siento vulnerable, su nombre resuena en mi cabeza.

—Le escribiré mensajes a tus socios para que dejen de preocuparse y a tus amigos también.

Siento como si fuera un sueño el viaje de regreso, ella no deja de hablar, pero apenas la escucho, su cara es familiar y me da alivio de reconocerla durante el viaje, cuando las banderas turcas se ondean a lo lejos de la entrada bajo casi corriendo a pesar de la herida de mi abdomen.

La gente de la entrada me mira. —Hoş geldin Borahbey.

Camino por las gradas, veo una zona acordonada, calculada como incendio. Me palpita el pecho recordando una explosión. — Hoş geldin Borahbey— me saludan las mucamas. —Biz bunu bekliyorduk.

— Hoş geldin ¿Nasılsın? — cuando mi boca pronuncia turco me detengo en seco y más aún cuando les entiendo.

La mano de Meredith se pone en mi hombro. —Te revisarán la herida, después buscas a Volkan, tu hijo, para darles las buenas noches, se ha pasado preguntando por ti en las reuniones de la mafia, tuve que dejarlo con las cuidadoras, ya sabes cómo son de especiales los filipinos.

¿Mafia? ¿Hijo? ¿filipinos? —El medicamento no está haciendo efecto, me duele la cabeza.

—Es parte del tratamiento, llamaré al terapeuta.

Miro a la mujer que me besó subir detrás de mí a una habitación llena de vasijas y objetos antiguos. Deja su abrigo contra el sofá. —Iré por Volkan, te ha extrañado tanto, dúchate.

Mi hijo.

Mi hijo.

Mi hijo.

Mi pecho se expande con ganas de salir corriendo de mi habitación. Entro al baño buscando refrescarme y aclararme la cabeza, me doblo las mangas de la camisa hasta los codos y veo las cicatrices rojizas de láser que tengo en mi antebrazo.

La fiesta del aniversario se celebrará en el Topkapi Borah. Cierro los ojos con imágenes distorsionadas. Debe buscar esposa Borah, la mafia turca lo exige. Salgo corriendo por el pasillo con ansiedad y taquicardia.

—Mi hijo— corro por el pasillo gritando lo mismo.

Veo a un niño pequeño parado a la puerta de su habitación, lo observo sin sentir alivio en mi pecho, se me queda mirando fijamente. —Saluda a tu padre Volkan— lo insta Alicia.

Su mano sube y se remueve nervioso, no como un niño que ha extrañado a su progenitor. —Borah— me saluda sin dirigirme la palabra, se siente tan extraño y sin conexión alguna.

Me miro de nuevo las marcas del láser en el brazo y un solo pensamiento rinda mi mente. Mi hijo.

—Hermano— escucho una voz masculina por el pasillo mientras mi hijo entra a su habitación seguido de Alicia.

Esa palabra es muy familiar, me giro encontrando a un hombre turco de unos treinta años. Se ve que lo han obligado a salir porque viene con el pijama puesto y una venda en su abdomen muy profunda que casi no lo deja caminar sin mi madre.

A mi hijo se le iluminan los ojos cuando lo ve. —Me iré a dormir— le dice más a él que a mí.

—Descansa hijo— le toco la cabeza, no quiero que mis problemas mentales lo afecten.

Cuando miro a mi hermano tiene una mirada de enojo que disimula. — Hoş geldin Borah, bienvenido de vuelta a casa y a la mafia turca hermano. 


¡Hola sexys! 

¿Emocionados? ¡Griten conmigo! 

¿Quién es este hombre? Dejen sus teorías aquí con sus gritos de emoción. 

-¡Los amo tres millones!

-Karla. 

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