CAPÍTULO 74

Alexander.

Camino dentro de la habitación de nuevo con el collar puesto y la argolla matrimonial de forma que las cosas que me dio estén a la vista por si vuelve en sí.

Miro a Emma aún inconsciente, ya son dos días que no despierta, pero ella necesita más para recuperarse. Camino dentro con la charola de plata con esas tostadas de crema batida encima para ella mientras espira lento como si no pudiera, saco el collar del lobo y se lo coloco lentamente en el cuello.

Cuando termino me inclino a besar donde lleva a mi hijo, mi traje negro de kray se arruga cuando vuelvo a estar de rodillas a su lado cuidado que despierte, así pasen horas y días más, quiero ver de nuevo esos ojos castaños.

Me mantengo serio recordando esa mirada curiosa en mi sala de reuniones, cuando sentí que sus ojos me dejaron desestabilizado. Paso lentamente la mano por donde solían estar las marcas de sus muñecas.

He pasado cosas peores, torturado a los doce años en Rusia, las quemaduras de Meredith a los siete en mis muslos, los golpes de Logan en la cabeza y la muerte de Bennett, pero ninguno me hizo doblarme ni inclinarme horas y días enteros, esperando que abra los ojos.

—Regresa a mi nena— repito para mí mismo, pero queriendo que ella lo escuche.

Nada me habría hecho un marica sin bolas repitiendo romanticismo a cada momento que la veo, pero Emma no es cómo las demás mujeres que tuve, ella es la que me arrebató la cordura con sus jodidas sonrisas y las quiero tener el resto de mi maldita vida.

Emma no es hermosa, ella es la puta gloria de la belleza que nadie tiene.

Miro las segundas convulsiones de Emma que desatan un chequeó completo, miro fijamente a mi esposa y siento la rabia creciente en todo mi cuerpo. El hilo que une mi razón con mi cordura se rompe al verla destruida.

—¡Ayúdale inútil!

—Hacemos lo mejor que se puede mi señor, pero la tortura fue dura— se justifica el médico.

Voy enojado contra él y lo levanto sobre sus pies para cortarle la garganta de una tajada. Arrojo su cuerpo al suelo y con mi daga familiar comienzo a desmembrarlo fríamente bajo los ojos de los otros médicos.

En su misma ropa limpio la sangre que salpicó en mi daga y me levanto limpiándome las manos en mi ropa. —Más les vale cuidar a mi esposa como quiero o los torturaré, peor que a esté inútil.

La doctora Kriss palidece y sabe que mi amenaza es real porque se pone a trabajar, pero mi enojo no disminuye con todos los traidores que nos orillaron a esto. Tyler, Rebecca, Richard. Pienso uno a uno en todo lo que les haré.

Voy a destruir el maldito Londres por lo que le hicieron a mi mujer.

Emma se pone estable alrededor de una hora, sólo hasta ese momento salgo enojado bajando a la Cripta danesa y escucho las respiraciones rabiosas que me hicieron dormir durante años, abro doce rejas subiendo mercancía de protección, dado que ningún asesino puede hacerlo mejor.

Ningún traidor tendrá nuevamente acceso a Emma, los matarán al instante a acercarse a ella, parpadeo por la oscuridad y lo borroso de mi vista se dispersa unos minutos justo a tiempo de cerrar las celdas y subir por la escalera.

No hay entrenamiento más que lo salvaje con una fuerza de bocada cuatrocientos PSI capaz de romper los huesos y más de setenta kilos en peso, saco a los más grandes.

Caterva retrocede cuando me ve subir con una de mis posesiones más peligrosas y sólo mis asesinos más especializados se pueden acercar a mí sin ser atacados, las pisadas se oyen en el suelo de la casa hasta pasar por el ala oeste donde está Emma.

Algunos jadean mientras entro, los médicos se alejan y paseo todo mi aroma por mi esposa mientras ellos caminan detrás de mí. Se plantan uno de un lado y el otro alrededor de mi esposa y adiestrados silencian por donde pasan.

El pelaje negro de mis lobos se asienta al lado de la cama de Emma. Cuatro de los más salvajes, de los que con sus colmillos se comen hasta los huesos de los mugrientos que son encerrados en la cripta.

Son más altos que el soporte de la cama y de los más robustos, son adiestrados por mi para atacar y matar en cuanto los prisioneros entran en las jaulas. Son lobos del noreste, carnívoros naturales.

Suelto la cadena de mis bestias y las correas de sus cuellos mientras sus ojos amarillentos se pasean por toda la sala mientras dos de ellos jadean les gruñen a los médicos y como si supieran quien es su nueva dueña se ponen a olfatear a Emma hasta doblarse en el suelo tranquilamente, sin dejar de ver a los médicos.

Si las personas no son capaces de cuidar a mi esposa en mi ausencia, lo harán mis bestias.

No dejan que los médicos se acerquen a menos que yo los adiestre de esa forma, les acaricio el pelaje y se mueven bajo mi mano. Crecí en las jaulas, estás bestias no me intimidad.

Me siento al lado de Emma y traigo mi dispositivo revisando las últimas noticias de Londres, Manchester y Reino Unido están en llamas, con un ataque terrorista catalogado por los expertos.

Haré que no me llamen terrorista con todos esos traidores que pertenecían a mi organización, ya perdí la reputación de empresario, el mundo público y cada medio conocerá al lobo.

Caterva entra a mi orden y se queda lejos de los lobos con un dispositivo similar recolocando la ubicación de mi bomba más peligrosa y su detonador activo.

—Está mañana acaba de salir el boletín de búsqueda en su contra— me muestra la página oficial de la DEA y el MI6.

—¿Salió en todo el boletín londinense?

—Y en Irlanda, pronto lo subirán a Estados Unidos para la ayuda de la interpol, están siendo buscados por atentado al ministro Madden y tortura de un General del MI6, el cojo.

Miro una foto bien parecida de mí bajo el sobrenombre de criminal, asesino, prófugo, Alexander Roe con la imagen que la prensa utilizaba en mis artículos empresariales, traje negro y corbata del mismo color, ya no me ven como empresario, sino como lo que soy.

No es la que me importa, son dos fotografías de búsqueda. La siguiente es una foto de Emma seria en una rueda de prensa de Hilton &Roe, ella está colocada bajo las siglas de asesina, bajo a la página y media sonrisa cruza mi rostro.

—Alexander y Emma Roe, criminales y asesinos prófugos— leo en voz alta con satisfacción del apellido de mi esposa.

Caterva frunce el ceño por mi sonrisa y vuelvo a estar serio evaluando la situación en mi cadena hotelera, mis hoteles ecológicos y el prestigió que se perdió. —No se darán explicaciones de mi cadena hotelera, estoy en contacto con Christopher Jones para la situación.

—¿No crees que si el maldito ministro mete las manos en la asociación hotelera podrían quitarle la placa a Hilton &Roe?

Aprieto la mandíbula. —No sólo eso, si Richard hace un anexo de poder con mi cadena hotelera que creé a los diecinueve años, podrían subastarla, junto con la galería de los Pitt.

—¿Qué vas a hacer?

—Me mantendré en contacto con Christopher, si armamos una estrategia con mis abogados y no se soluciona, tendrás que comprar mi firma hotelera si entra en la subasta, después me darás el poder absoluto.

Caterva asiente bajo mi mando. —Estaré en contacto con el acceso de inversiones londinense, aunque tu cadena hotelera es internacional tu cede principal está aquí.

—Puedes usar los contactos que tenía Alesha para meter una oferta contra Richard— me froto la barbilla con la mano. —Soy billonario, no pierdo grandes ingresos si me quitan mi cadena hotelera, pero tampoco voy a perder mi trabajo de años como arquitecto por un puto capricho del ministro. Tráeme al chismoso a mi Cripta.

Sale por la puerta y mientras se hace de Erick paseo por los artículos de la prensa respecto a mi cadena hotelera, me paseo por los pasillos dejando a mi mujer cuidada.

Mi éxito empresarial se desgarró con los traidores, con Richard y el MI6 y con Logan, no han hecho más que enojarme.

Caterva regresa con el chismoso prófugo también, me mira sigiloso, si no lo mato es porque Emma no lo permitiría, pero ganas no me faltan. —Revisa un contrato de la ley de inversionistas y compradores londinenses por si alguien trata de comprar mi cadena hotelera.

—¿No vas a matarme? — toma confianza y se sienta en la silla frente a mi escritorio.

—Me sirves, porque eres mi marioneta más confiable, tienes el favor de Emma para vivir, pero no por mucho tiempo— me sirvo un vaso completo de whisky escocés.

—Menos mal, desde que James me sacó de prisión me dijo que matabas a todo lo que se te paraba encima.

—Pareces un cotorro ¿Nunca te callas?

—Te juro que quería colocarme en posición fetal, pero no me asusta la prisión— sigue hablando mientras estira la mano y toma la botella hasta vaciarse la mitad en la boca —No sabes todo lo que viví ahí, Dylan es un malnacido, hasta dijo que te quitaría a Emma.

Aprieto los bordes del escritorio recordando como le quebré la espalda y le corté a tajados las bolas. —No lo logró, mi mujer no es manipulable.

—Lo sé, pero siempre divagaba drogado— vuelve a beber —Incluso cuando las señoras de "la caridad" denunciaron, el muy estúpido no vio al comprador danés.

—¿Cómo que el comprador danés? — me inclino hacia él que bebe como jodido sediento. —Habla pordiosero, hace un segundo no cerrabas tu boca ebria.

—Oí pequeños fragmentos de conversaciones de Sarah y Dylan— se apoya en reposabrazos de la silla —Dijeron que el comprador danés está en Londres y lo atraerían a la base del MI6— parpadea varias veces —¿Soy un chismoso por estar contándote esto?

—Eres un pordiosero, sigue.

Caterva lo mira de espaldas, pero no dice una sola palabra de la conversación.

—Eso es todo ya no hay más que contar, iré a ver a Maya— se levanta llevándose.

—Erick no me desesperes, ese comprador danés me interesa tanto como la anfetamina, sabes que quiero matar a toda esa mafia por Bennett— me levanto poniendo mi mirada de asesino. —Así que vas a recordar cada maldito detalle que viste en tu celda.

—Te juro que es todo.

Saco mi daga y la pongo a su vista, como el miedoso que es casi se cae al suelo y veo a su mente obligarse a recordar. —Todo el tiempo estuve llorando en la celda. ¿Qué quieres que recuerde? — admite.

—Lo que sea que me lleve a ese comprador danés para matarlo.

Su ceño se frunce y niega con la cabeza. —No hay más, eran pequeñas conversaciones que tenía Dylan con Sarah— enumera con sus dedos —El caos del incendio de Manchester que ocasionaste, las señoras de la caridad yendo a levantar una denuncia— se encoje de hombros —Una de ellas se quedó mirando mi celda. No hay más.

—¿Cómo era la mujer?

—Normal, un poco mayor, abrigo caro, rubia, aunque debo decir que ese tono no le queda bien.

—Ya puedes largarte, revisa el contrato que te pedí y adulterarlo a mi beneficio— ruedo los ojos por su información torpe y regreso para que Caterva que no dice ninguna palabra al estar dentro recoloque uno de mis detonadores.

—La mujer tenía una cicatriz en la cara, le corta la mitad de la cara de la mejilla hasta el pómulo en forma de cruz invertida— me detengo con su comentario. —Con todo el dinero que tiene ya se la hubiera quitado en cirugía— resopla —Y ni siquiera puede pronunciar bien el idioma, su lengua parece adormecida todo el tiempo o como a Tyler que se la cortaron y se hizo cirugía, pero nunca quedó perfecta.

Me giro a verlo con los ojos entornados. Caterva alza la mirada a la mía con las cejas muy alzadas.

—¿Qué te pasa Alexander?

—Lárgate a ver a tu amante pordiosero— lo corro saliendo y Caterva tras mío.

Me quedo con la mente llena de maldiciones. Paso por la habitación de mi esposa y veo a los mediocres médicos asustados por unos simples lobos carnívoros del noreste de más de medio metro.

Caterva no hace mención de nada, me paso por mi dispositivo dándole indicaciones de la recolección del detonador. —Es la madre de Katherine, tal cual la describió Erick.

Asiente. —Eras un niño para recordarla del todo, pero si le cortaron la lengua, fue la gacela quién se lo hizo y si supo de la muerte de Katherine, mató a uno de los nuestros como venganza.

—No coinciden las fechas con la muerte de Bennett, aun así, encuéntrala y mátala.

—Está bien, iniciaré mi búsqueda está mañana.

—Revisa si está colocado correctamente— asiente mientras tomo la mano de mi esposa con un pequeño desarmador de punta corta muevo la punta por la argolla de su dedo. La tapa de oro se abre en la llanura que divide el diamante del resto.

Se mantiene la luz parpadeando en el detonador. La ubicación sólo la sabemos mis conservadores rusos y yo, está colocando en el mejor lugar del país y arderá todo el país tanto que seremos fugitivos de primer grado, yo ya lo soy.

Emma y yo nos mudaremos con nuestra organización a Dinamarca después del gran desastre, en ocho meses con nuestro hijo.

No sólo la DEA vendrá por mi mafia, el FBI e incluso la guardia de las naciones unidas. Caterva sale a mi pedido a buscar a la madre de Katherine. —En ocho meses seremos más que cualquier mafia y te sentirás libre, me encargaré de mantenerte con vida y conoceremos a nuestro hijo— tomo su mano serio.

Me paso la mano por la nuca y jalo mi cabello para evitar los dolores de cabeza que han regresado constantemente desde los golpes en el MI6.

—Nuestro hijo se llamará Bennett, en ocho meses habré matado a Richard— sigo hablando —Y entonces el maldito mundo estará preparado para vernos juntos.

Veo como su cara inconsciente se arruga por los pómulos y después las ligeras lagrimas que salen de sus ojos cerrados.

Uno de los inútiles de los médicos dijo que aún inconsciente podría escucharme, parece que es real, pego mi frente a la suya.

—Pero sólo si despiertas, porque si te pierdo me quedaré sin alma Emma y este puto mundo va a conocer lo malo y perverso que soy.

. . .

Camino desesperado al quinto día arrojando todo lo que tengo a mi alcance cuando terminan la revisión y no hay rastros de conciencia en mi esposa.

Las lámparas se desquebrajan en las paredes contra los médicos, los he torturado, asesinado y no hacen lo mejor. No queda ni la mesilla de madera del centro, la partí con mis botas. —Me llevo a mi mujer con mejores médicos que ustedes incompetentes— saco el respirador de Emma para alzarla.

—¡Señor no puede hacer eso! ¡No es bueno para ella! — me detiene la doctora Kriss y al instante los lobos la hacen retroceder, aprovecho su miedo quitando el suero de la mano.

Emilia y Jack atraviesan la estancia interponiéndose entre los inútiles y yo. —¿Qué estás haciendo? — Emilia no cruza la barrera, pero me irrita y recuerdo su culpa.

Deja de hablar cuando ve mi mirada seria y asesina.

—Emma está siendo monitoreada por todos, has traído a los mejores médicos de Londres, a dos especialistas de Irlanda y uno de Escocia. ¡Todos concuerdan en el diagnostico! — las palabras de Jack no me distraen de la preocupación de Emilia cuando se enteró del destino de Ida.

Dejo a Emma en la camilla y paso derecho por ella, incluso no se acercaba aquí, no quería recordarme lo que hizo. Retrocede a la puerta, pero la cicatriz de traidora no es suficiente en su rostro.

—Imod hende— digo suavemente y las cuatro bestias de Emma dejan la cama y se colocan a mi lado para ir contra Emilia.

—Misericordia por ella lobo— pide Jack mientras su frente suda y ve a su hermana salir a gritos perseguida por el más grande que arremete contra él clavando su mordida en su tobillo arrancándole un grito de dolor dejando en blanco a todos.

—¡Por favor! — grita ronca —¡Por favor... que pare!

—Bare rolig— calmo a la bestia entrenada que suelta a Emilia con una herida de rasgadura de piel y ella jadeando con lágrimas en las mejillas.

La bestia camina de regreso a los otros tres que están donde Emma. Camino a Emilia para arrastrarla a las jaulas y al acercarme veo en tatuaje en su tobillo derecho. Una cruz invertida negra como la marca de su rostro. Jalo su pie para verlo bien, se jala con sus brazos para alejarse.

—Forræder — gruño. Traidora. —Ya no eres camaleón, te uniste a una mafia, perteneces a los daneses,

—Por... por favor, déjame... ir.

La miro la marca y sonrío malicioso. La arrastro a la Cripta subterránea, bajo los peldaños dos en dos con su espalda azotándose en cada uno. Bajo encendiendo el desatornillador de detonadores.

Tiene buen entrenamiento, corre lejos en el espacio corto aún herida de los tobillos, pero voy corriendo detrás de ella y la azoto en la pared sacándole el aire. —Mi mujer fue torturada con mi hijo— gruño azotando su nuca —Ruega que no haya sido abusada porque haré que ruegues su perdón día y noche sin dientes ni extremidades.

—Yo quería salvar a Jack— es una Roe y para que un Roe se rompa debe estar presente de algo peor que el mismo demonio. —Primo no lo hagas, no pensé que ella era importante.

Mi mirada se oscurece perversa y saco al demonio que tengo dentro. Me acerco con el pico diamantado de la herramienta, le ato con correas las manos y deleito sacando con tajadas y jalones cada uno de sus dientes.

Grita y pelea y se retuerce en el suelo, pero no me detengo hasta que con un reguero de sangre en mis guantes se queda sin dentadura escupiendo lo que queda en el piso junto a mis botas sucias.

La dejo sobre el suelo casi inconsciente por el dolor. —Tortúrenla de nuevo para que suelte toda la información, no importa que tenga el apellido Roe, es una Forræder — ordeno y Emilia deja de respirar cuando la arrastran por el suelo.

He conocido a muchos traidores estas semanas, en especial a los que llevaban unión de apellido como el mundo y todos pagarán por tocar a Emma.

Cada uno, así como le reventé la columna al cojo, como la tortura de Emilia, aumentarán.

Dejo el pasillo del ala oeste con el mal humor y la rabia inundando mis sentidos, saco mis dagas rusas y les aumento el filo, paso al sótano donde trabajaba mi mejor hacker antes que lo asesinaran y recojo algunas de sus pertenencias para que sea el nuevo uso de James.

Tiene una colección de máscaras sucias de guy fawkes con las que ocultaba su identidad cuando dejaba mi ubicación. Mi hacker no debió morir.

Me pongo el cubre rostro que utilizó durante años, me miro en un espejo con mi ropa de kray puesta y mis dagas suizas sucias de sangre en mis manos, me preparo mis autos y me encamino a descargar mi rabia con los traidores.

De camino en siete camionetas, James desactiva la seguridad interna de la casa de Richard, en las cámaras a distancias y colocadas por las entradas en la que se infiltra se ve una línea de autos verdes de kray.

Los dos juntos, voy a joder dos pájaros de un tiro.

Me muevo por la parte trasera de la furgoneta donde quito al inútil de Caterva del armamento, saco una caja negra con líneas grises en los alrededores, la abro sacando pieza por pieza la utilidad de una muestra más pequeña del C17 con dos granadas de más de tres kilómetros de diámetro.

Me pongo una pieza paralela entre los dientes mientras les recoloco el seguro y paso la siguiente para dársela a Caterva, con mi ceño fruncido recargo mi Desert Eagle con cartuchos de nueve, .357 Magnun.

Mientras levanto una tapa del suelo miro a medias el dije que cuelga de mi pecho, me recargo por la pared de la furgoneta y miro el collar que me regaló Emma, mi ira aumenta el doble.

—Conéctate a las cámaras de vigilancia del hospital del MI6— le ordeno a James. —Quiero que rastrees al cojo.

—Lo llevaron al hospital principal de Reino Unido, cerca del palacio de Windsor — teclea —Las detonaciones acaban de poner al país en estado de alerta, lo gobernadores y la monarquía darán un comunicado mañana por la mañana.

—Mejor que nos apresuremos— saco un chaleco antibalas para Jack que recuesta su cabeza con los ojos cerrados, no interfirió en la tortura de su hermana o acabaría peor que ella —Ponte esto, ir en pantuflas a matar al ministro Madden no es la solución.

Sacude la cabeza. —Es mi estilo, soy un pacifista, no me voy a vestir con armas, mi arma es mi mente.

Ruedo los ojos y miro a Erick pálido mirando por la ventana. —Tú no tienes opción inútil— le arrojo el chaleco antibalas —Hasta tú mismo te podrías disparar— miro como se lo pone al revés. —Del otro lado pordiosero que no se note que estás asustado.

—Disculpen que no sepa usar estas cosas, no nací en la mafia y no estoy asustado.

Jack y yo nos miramos. —No nos hagas perder la paciencia, no se me olvida lo que tienes con mi madre— Jack lo amenaza —Es de amigos no comerse a la madre del otro.

—No me la comí, por otra parte, ella sí que me comió y dos veces.

Jack casi se abalanza sobre él, pero Caterva los detiene. Me cubro el rostro excepto los ojos y alzo mi metralleta al momento que llegamos a la residencia Madden. Bajan siete de mis mejores asesinos por mi izquierda y por la derecha Erick con Jack y los doce mejores de la organización hasta mis rusos.

Comienzo a matar a los vigilantes de la entrada que son como nada y después entramos por los agentes del MI6 que tiene Richard como seguridad privada. No desgasto fuerzas con ellos tampoco, camino delante, pero un grito agudo me detiene.

—¡Alexander lo maté! — me giro y veo a Erick mirando asustado el cuerpo de un agente a sus pies, tira el arma al suelo y sale corriendo asustado de vuelta a la furgoneta. —¡Soy un asesino!

Caterva lo mira de la misma forma que yo. —Que James lo cuide, yo no soy niñero de los amantes de tu tía.

Comienzo a desmembrar al informante del ministro Madden por sus extremidades, corto la piel de su antebrazo hasta su muñeca y de una tajada descubro el hueso para fracturarlo. Mi rostro está serio y no hay pizca de algo bueno en mi carácter de hoy, pero tengo satisfacción al estar matando y desmembrando a altas horas de la noche.

Dejo mi diversión con el cuidador y paso cortándole el cuello de una mucama y con su misma ropa limpió la sangre de mi daga. Me río del dolor que provoco y cada tajada me saca cortar y roncas risas.

Veo a la guardia correr y más mirando mi lado psicópata, me paro frente a uno de los cristales, la máscara tiene sangre salpicada como mi ropa y estoy con dos cadáveres a mis pies.

Suelto una carcajada larga, perversa y ronca quitándomela.

Meto mi mano por debajo y paso rastro de sangre sobre mi boca para probarlo. El sabor amargo se asienta en mi paladar y paso por otro hombre. Tengo un pequeño recuerdo a los cinco años de Logan enseñándome a desmembrar con risas roncas.

Soy como él desde esa edad por eso Meredith me odiaba y me quemaba al tener oportunidad.

Camino con mis botas sucias a desmembrar a otro sirviente dejando uno de sus pulmones de fuera explotando por la inercia, voy por su cráneo metiendo la punta por su ojo y saco su cornea, cuando termino pateo la puerta principal jodiéndola hasta reventarle las cerraduras.

La gente del lobby entra en pánico gritando y corriendo por su vida. Me paseo con mis fieles sirvientes y asesinos en busca de la rubia de ojos verdes. —Buenas noches— soy educado, pero ninguno de los pordioseros de esta residencia de baja calidad me regresa el saludo.

—Les diría que no los mataré si me dan al ministro Madden— miro a los presentes —Pero no es verdad, todos aquí van a morir.

Jack pasa a mi lado con su veneno y entro a la habitación principal siendo cuidada por Krays, la puerta se azota cuando veo al calvo de Dmitry Makov con Logan protegiendo al ministro Madden.

El de ojos verdes tiene media sonrisa de lado con una granada en su mano. Ni me molesto en armar una estrategia o ir directamente por Richard. Jack aguanta a mi lado esperando instrucciones a la par que mis asesinos entran.

Me acerco poco a poco a tomar una copa, saben que no atacaremos por la granada que tiene en las manos. —¿No trajiste a la ramera con la que te casaste? — la sangre en mis venas hierve. —Quería follarmela de nuevo, dos veces en las jaulas no me dejaron satisfecho hijo.

Levanto la mirada con el whisky en la mano y Richard por acto reflejo retrocede maldiciendo. Mi mano serpentea por mi espalda en la cinturilla de la ropa, mis brazos temblando de rabia. Respiro hondo a punto de desatar el infierno.

—No te atreviste a tocarla — gruño bajo y ronco conteniendo mi poca estabilidad.

Se ríe. —No iba a desaprovechar mi oportunidad, aunque se queja mucho, le gustan los miembros grandes y va a tener que ha...

No termina de hablar cuando ya les lancé la maldita granada y se revienta la alcoba principal, Mi traje se quema por los brazos cuando me levanto ensordecido y levanto a Logan quemado de la mitad de la cara y jadeando.

Me voy cuerpo a cuerpo contra él cuando trata de encajarme un revolver en las sienes, paso mi brazo por su muslo y alzo sus más de setenta kilos para reventarlo contra la mesa de cristales rotos.

Se levanta y me azota el codo varias veces con sus rodillas en mis costillas mientras trato de someterlo. —Jeg er herre og herre over alt— jadea en mi nuca antes de patearla con desdén hasta que lo tomo por las rodillas.

—¡Bastard! — escupo al suelo jalando su cuello para asfixiarlo mientras arrastro su cara por los malditos escombros y le reviento la mandíbula con mi bota jalando su cuello al fuego para que la quemadura en su rostro sea permanente. —¡Du rørte ved min kone! — le grito.

Se jala por los tobillos sus botas dejando rastros en el suelo. Mi agarre es fuerte a pesar de sus músculos. Su cara roja con falta de aire entra en quejidos en las llamas, el olor a piel quemada no alivia mi rabia.

Mis asesinos ya tienen a Richard a la mano. Jack se acerca descalzo conmigo sacando la anfetamina en una de sus jeringas. Saco a Logan quemado de la mitad de la cara y le clavo la aguja en el cuello vaciando su propio veneno.

Saco otra de mi cinturón y va al lado del primer punto rojo. Se retuerce en mis manos cuando siente como el veneno de Jack lo quema desde adentro gritando ronco con sangre en su quemadura.

—Dame otra — ordeno y Jack llena la siguiente. —Prepara la cuarta — aún no he terminado de vaciar la tercera, pero este hijo de perra sabrá quién es el demonio.

El sudor en su frente no me para, con la cuarta inyección saco mi daga Roe y le arranco lo que él me quitó.

Los ojos.

Paso mis pulgares por los parpados y lo retengo en mis rodillas abriendo el lagrimal con la punta. Logan pone su mano en mi brazo enterrando sus dedos para quitarme de encima. —Tør du ikke... gøre... det— jadea.

Mato a dos kray y arremeto contra él, lo pongo de rodillas ante mí. Jack mira como saco una a una las corneas del amo de la organización de los treinta y siete con gritos bajos y maldiciones para mi esposa.

Miro con satisfacción como la sangre brota de las cuencas vacías, silencio la sala con la atrocidad obligando a Richard a mirar como dejo ciego a su cómplice. Saco el otro ojo y lo aplasto con mi bota hasta terminar mi tortura.

Dejo el cuerpo moribundo sin ojos y con la mitad de la cara quemada para que lo recojan sus Krays, cuando se acercan lo arrastro conmigo para llevarlo a mis jaulas.

Me estrangulan desde la espalda con un arnés alámbrico, las manos del ruso calvo de Dmitry me enrollan dos veces el cable y jala hacia atrás. Me jalo por su espalda y se tumba conmigo enrollando sus muslos en mis hombros.

Raspo mis bostas por el asfalto y me impulso en uno de las paredes para tumbarlo de lado. Dejo de respirar y me impulso de nuevo tumbándolo. Me arranco el cable del cuello con rastros de sangre y le doy un golpe delantero con mi cabeza antes de rodearlo por mi espalda para impactarlo contra los vidrios de la mesa más cercana.

Un cuerpo corre y le cubre la cabeza antes que se la parta en dos. Rebecca alza la mirada a la nuestra y ayuda a un Kray a desarmar a Caterva.

Mis zancadas se mueven contra ella que corre hacia atrás. —Forræder.

—No soy una traidora lobo.

Mi mano va a su cuello y su muslo va a mis costillas intentando detenerme, fui criado en Rusia, no tiene oportunidad conmigo. Entramos en una riña contra la pared hasta que me rompe la nariz con su rodilla. La azoto en la pared y la levando hasta mi rostro sacando mi arma para clavarla en sus sienes.

Caterva mantiene a Dmitry cerca de la ventana para arrojarlo desde tres pisos. Miro de lado y le disparó a Rebecca en las costillas, la dejo en el suelo desangrándose y corro de nuevo por mi objetivo principal.

—Tráiganme a Richard — ordeno y Caterva lo trae a mis pies. —Enciende las cámaras James — digo en mi comunicador y mi nuevo hacker enciende las cámaras de la residencia Madden.

Me recoloco la ropa y Jack como siempre se mantiene lejos del reflector por su propia y egoísta protección. Levanto al ministro Madden y Caterva lo sostiene a mi lado, está teniendo un ataque de pánico, su cuerpo tiembla y reza en voz baja.

Toda mi organización me mira con temor.

—Honorable monarquía londinense, parlamento y teniente Wall— hablo cuando James me da la señal. —Esto es lo que les sucede a los traidores.

Dejo que la cámara tome ángulos precisos de la residencia Madden y de los muertos sin censura.

—Me conocen como el empresario Alexander Roe, pero me presentó como el asesino que soy — levanto la cara de Richard al reflector. —La DEA y el MI6 me encerraron mientras secuestraban a mi esposa y la torturaban— la rabia se reactiva en mi mandíbula apretada —Esto será poco al infierno que voy a desatar en el país, las ciudades que he quemado son el inicio solamente.

—Sálvanos de esto y protege a los inocentes—veo al ministro signarse rezando hasta que Caterva le pone el arma en las sienes y cierra la boca.

—Muchos me traicionaron y probarán mi rabia— mi mirada se oscurece —Me llevaré prisionero al honorable ministro de Londres y al General Dylan Gray por unos días.

—No por favor — suplica patético.

—No soy tan malo —sonrío de lado con mi propia broma —Haré un intercambio valioso por mi familia, la hija de la teniente Wall y la rubia de mi hermano— Jack frunce el ceño —Mi sobrina Millie y Coraline Gray por estos pedazos de porquería inglesa. Estoy seguro que la teniente Wall no se negará.

Miro la confusión de Jack, pero no la hay en mis asesinos ni en Caterva. Los reflectores se apagan, los kray aumentan, van a bombardear la residencia Madden si no logran sacar a Logan de aquí.

Caterva manda la retirada mientras el cuerpo de Logan ciego yace en el suelo, arrastro a ministro Madden por las escaleras y en las camionetas, me giro Jack.

—¿Por qué metiste a Millie en el intercambio?

—Yo no soy un santo de la caridad, todo lo hago bajo mi conveniencia— afirmo —Traeré de vuelta a tu hija, pero desde ahora te tatuarás el lobo de mi organización y pertenecerás a mi mafia.

. . .

Ya han pasado doce días.

Emma no despierta.

He traído a los mejores médicos de Dinamarca, han tenido un avance, pero no es suficiente. Paso horas y horas sentado junto a su cama y no hace más que respirar artificialmente, he perdido la serenidad que me quedaba. Perder a mi esposa a mi hermano al mismo tiempo me tiene hecho una mierda.

Paso por el pasillo y observo la puerta de la habitación de Bennett abierta, el enojo regresa a mi cabeza y antes de gritarle al inútil que lo hizo doy zancadas dentro buscando un culpable con el que desquitar mi rabia.

Busco y no encuentro a nadie, sólo recuerdos vacíos de mi hermano. Cierro los ojos negándome a sentir lo que me llevo a desaparecer cuatro días, cuatro días en los suburbios de Trafford matando indigentes que vivían en nuestra antigua casa.

Toco uno de los pinceles que yacen polvorientos en el diván junto a una colección de pinturas y bocetos.

—Madre te he hecho un dibujo— Bennett corría a Meredith con un mugriento papel rasgado.

—No me gusta, pinta mejor.

Me acerco a mi hermano con la cara desilusionada por la mujer que no nos cuida y tiene pinta de querer abandonarnos, la miro mal y ella se dedica a fumar mientras tomo el trozo sucio y levanto mis cejas asombrado.

No dejo que vea los moratones que Meredith me provocó, ni los rastros de las quemaduras en los pies. Ni las marcas que le hice en el brazo a ella, siempre gana, sólo tengo seis años. No puedo librarme de la tortura. — ¿Tu hiciste esto?

Bennett asiente con vergüenza. —No me quedó como querían, lo siento.

—Quedó perfecto, es lo mejor que he visto en mi vida, la tía Maya va a colgarlo en su habitación de nuevo— digo y hago que una sonrisa tire de sus labios.

—¿De verdad Alexander?

—No lo diría si no fuera bueno— le acaricio la cabeza.

—Estoy enojada— Meredith se levanta y yo me apresuro a sacar a mi hermano de aquí.

—Corre y quédate donde Emilia, no salgas hasta que yo te lleve comida— lo saco corriendo, pero ella se adelanta y nos detiene tirando el porro al suelo.

—¿Por qué se va? Dije que estoy enojada y enojaron a Logan, quiere que les dé una reprimenda por sacar comida de las jaulas y desobedecerlo— trae el tubo en la mano y me señala —A ti te quiere mandar a Rusia, espero que ya estés contento.

Me giro y veo los ojos llorosos de Bennett. —Teníamos hambre mami, sólo robamos un pan— susurra al borde del llanto.

Se agacha a estar a su altura. —Si él dice que no se come, no se come.

No lo resisto más, apenas es un pequeño de casi cuatro años. Ojalá fuéramos hijos de la tía Maya, como Jack y Emilia, no salen mucho, pero tampoco pasan hambre como nosotros, miro la melena roja de Alesha mirando todo por la ventana que utilizamos como escape.

Me porto como el hermano mayor. —Yo lo robé— digo aguantando lágrimas. —Yo lo robé madre, el castigo es mío, deja ir a Bennett.

Se pone a mi altura. —¿Vas a recibir doble castigo?

No le respondo, sólo saco a mi hermanito por la puerta y le pongo el dibujo en la mano. —Ve con Jack.

—No quiero que te lastimen.

Sonrío de lado. —No va a lastimarme, es mamá — asiente desapareciendo por el pasillo.

Un niño de seis años se queda en la habitación para ser golpeado en la cabeza y quemado en los pies con porros de hierba.

Cierro los ojos.

—Por favor, señora Roe— el recuerdo de Alesha pequeña me cruza la mente cuando estaba al borde de la inconciencia—. No lo golpeé más, no volverá a robar comida, se lo juro.

Alzo mis ojos y por la rendija de la puerta veo a Bennett espiar el horror y la sangre en el suelo.

El recuerdo de la sangre se siente vivo a pesar de los años. Dejo el pincel en su lugar y cuando alzo la cabeza me detengo bruscamente al ver a Bennett pequeño a mitad de la habitación.

Pasé tantas torturas por él y aun así no pude salvarlo.

He evitado leer la nota que encontré junto a su cuerpo, escrita por su propia letra. Me siento de nuevo en el diván y abro el dibujo de Kieran que tiene dos firmas abajo, pero al reverso hay una pequeña nota.

En la oscuridad, hambre, jaulas o soledad, siempre serás mi hermano.

Emma.

Siento la aspereza de la creciente barba de Alexander rozar mi mejilla, aún adormilada por la anestesia subo mis labios heridos por su mentón hasta su barbilla sintiendo la caricia con besitos cortos sin abrir los ojos hasta que encuentro la suavidad de su boca.

Beso, chupo y vuelvo a besar mientras comienza a despertar, sé que durmió conmigo toda la noche, siento sus manos aferradas a mi cintura, es la primera vez que no duerme entre mis pechos por mis heridas.

Me regresa el beso, respiro hondo, quiero seguir, pero por más placentero que es aún estoy muy cansada, me pego a su pecho mentolado y vuelvo a perderme.

A las horas o así es como se siente, abro los ojos poco a poco, se ve borroso, pero al minuto ya me veo en la habitación y observo que tengo aire drenando mis fosas nasales, parpadeo mirando las tiras de un respirador colocado.

Mis extremidades se sienten pesadas, sobre todo me duele la entrepierna, estoy en la misma habitación de anoche y dos médicos cabeceando en el fondo de ésta, muy lejos como para estar cuidando de mí.

Miro a dos asesinos de la organización en la puerta erguidos vigilando, aun me siento débil, pero eso no me impide alzar un poco la cabeza y mirar el resto de la habitación en busca de Alexander, dormí unas horas más después de besarlo, eso me dice mi mente.

No veo ni rastro de su whisky escocés ni de ninguno de los Roe, oigo algo como un jadeo o una respiración pesada cerca de mí, sonrío de lado imaginándomelo de nuevo dormido en el suelo como en el Score.

—¿Cariño? — mi voz sale en un hilo y muy rasposa, tengo la garganta seca.

Mi mano baja lentamente por mi vientre plano sintiendo alivió de que mi bebé esté vivo, aún tendré que someterme a la revisión de los médicos para saber que tan grande fueron los daños que nos causó Logan.

Respiro hondo y levanto de nuevo la cabeza para girarme hacia el suelo y ver a Alexander, sigo el camino a esa respiración pesada, hace unas horas estaba conmigo en la cama, no debió tirarse al suelo.

Mientras me acerco a la orilla de la camilla escucho que son dos respiraciones, frunzo el ceño. —¿Alexander? — digo más alto no recibo respuesta, pero al momento ya son tres respiraciones.

Los médicos abren los ojos con ojeras con el ruido. —Creo que ya despertó— dice la doctora Kriss a otro a su lado que levanta la cabeza de su hombro.

—¡Despertó! ¡Lo logramos! — dice uno que no reconozco que sea uno de los médicos que me atendieron.

Hay otros dos médicos extranjeros, pero no se acercan sólo me miran como pidiéndome permiso. —No se mueva mi señora, denos un minuto para revisarla, ha pasado más de dos semanas desde que está inconsciente.

—¿Dos semanas? — sentí como si sólo fuera un día, asiente. —¿Dónde está Alexan...? — giro la cabeza cuando el médico trata de acercarse y algo que gruñe lo detiene.

Mi pulso se desboca cuando giro la cabeza veo a cuatro perros de pelaje negro grandes de más de medio metro acostados dos a cada lado de mi cama.

Me incorporo jadeando adolorida y me arrastro hasta el extremo de la camilla soltando un grito ahogado. Esas cosas se levantan mirándome y más gritos quiero pegar. Me voy a desmayar de nuevo, esas bestias entre más las veo menos perros parecen, tienen colmillos grandes y su pelaje tiene un... Lobos. ¡Son lobos!

—Son tus dæmoner, estás bestias van a protegerte cuando yo no pueda— la voz de Alexander me tranquiliza cuando se levanta del sofá al lado de la camilla y corre en zancadas hasta mí para estrecharme contra su pecho.

—Lobos— jadeo aun con el pulso desbocado.

—Sidde— les habla y vuelven a recostarse.

Se sienta a la orilla de la cama y me arrastro hasta su lado mirando el tamaño de estas cosas. Pasea sus manos por debajo de mis ojos y veo el alivio que le da verme despierta, si es verdad que pasé inconsciente dos semanas debió darle un ataque.

Me aprieta con demasiada fuerza y no me duele el cuerpo como antes.

—Revísala inútil que acaba de despertar — ordena sin soltarme.

—Haré un chequeo general mi señor, si sus lobos me dejan pasar.

Me encuentro envuelta en los brazos del mafioso con su cabeza entre mi cuello aspirando mi aroma. Lo abrazo por la espalda sintiendo mucha tensión en ella, paseo mis manos de arriba hacia abajo tratando de deshacer los nudos de tensión.

Escondo mi cabeza en su pecho sintiendo alivió mientras me quito el respirado y siento como su preocupación se dispersa. —Cuando dijiste que no te gustaban los perros, no pensé que tus justos fueran tan peligrosos— mi voz se ahoga en su camisa.

Escucho un suspiro que ni llega a ser risa, está decaído, levanta mi rostro plantando un beso en mi frente. Cuando su mirada queda en la mía veo las ojeras debajo de sus ojos verdes.

—No vuelvas a dormirte tanto tiempo pequeña seductora.

Asiento y la planto un beso suave en la mejilla para que deje de estar tenso, pero veo todo distante. —Me voy a morir con esos lobos, estoy aterrada.

Si no he tenido un paro cardiaco es porque Alexander sabe cómo controlarlos y no se ha alejado de mi ni un centímetro. —Vete acostumbrando porque desde a hora en adelante los traerás contigo a dónde sea que vayas.

—No puedo llevar cuatro bestias conmigo, no podría controlarlos.

—Los llevarás con cadenas porque se van sobre cualquiera que se te acerca, están entrenados, son lobos negros de caza del noroeste, pero sólo responden a las órdenes en danés.

—Van a terminar matándome a mí.

Niega con la cabeza y me ayuda a incorporarme. —No van a matarte, saben cuidarte, te han estado cuidando desde que te traje— las bestias se ven mansas hasta que él les habla —Kom op— se levantan en toda su altura mostrando los colmillos, me sorprende que él los trates como mascotas hogareñas. — Extiéndeles la mano.

—Ni hablar— los médicos se trataron de acercar y casi se lanzan contra ellos.

—Hazlo.

Con mis manos temblando me obligo a hacerlo, si Alexander confía que no me dañaran confío en él. Voy a quedarme sin mano. El que está pegado a mi cama es el que más miedo me produce, es el más grande de los cuatro y su pelaje está cortado por las orillas, no largo como el de los demás que parece carroñeros.

Alexander siente mi miedo y pone su mano sobre la mía, el lobo no hace nada tiene los colmillos de fuera y gruñe, pero no me arranca la mano. —Din ejer— el animal gruñe y alejo mi mano asustada. —Tu dueña— traduce —No puedes tenerles miedo si son tuyos.

No puedo negarme a quedármelos, su mirada está seria y tengo la mente confusa. — ¿Qué sucedió en el tiempo que estuve inconsciente? Me siento muy abrumada y adormecida todavía.

No me gusta la mirada que pone, pero se recompone en instantes soltando al lobo. —Lo normal — no dice más y pega su frente en la mía pasando sus dedos por mis parpados abiertos como si no lo creyera.

—Estoy despierta— lo tranquilizo, pero no desaparece su ceño fruncido.

Subo mi boca a la suya, apenas con un ligero roce porque se aparta como si no quisiera y vuelve a poner mi frente sobre la suya respirando hondo. Su expresión se muda a mi rostro y en segundos me encuentro rodeada de sus brazos de nuevo. Se me llenan los ojos de lágrimas cuando siento que vuelve a apretarme fuerte, sólo hasta ese momento noto el collar del lobo en mi cuello.

Pasan minutos completos con Alexander así en silencio, pero yo le digo palabras cariñosas y paseo mis manos por su cabello, los médicos han decidido girarse, a él no le importa que vean como pasa su rostro por el mío o sus manos acariciando mis mejillas.

—Alexander.

—Nena— dice con alivio y de vuelta tengo ganas de llorar.

Parpadeo para alejar las lágrimas. — Creo que me extrañaste— trato de relajar el ambiente y a él.

No responde, pero no es necesario que lo haga, tiene alivio y preocupación en la mirada y todo su lenguaje corporal lo demuestra, las caricias, su mirada y la fuerza con la que me aprieta. Le levanto la barbilla y planto mi boca sobre la suya, se aleja al primer contacto.

—¿No quieres besarme? — lo miro confundida.

— El médico debe revisarte.

Trata de levantarse y cuando voltea el rostro comprendo lo que sucede. —No es el último beso— su ceño deja de fruncirse cuando pongo mis manos en sus mejillas y pongo entusiasmo en su boca sin importarme los médicos.

Uno de ellos se ruboriza carraspeando y dejo el beso, avergonzada. —¿Quiénes son todos estos médicos?

—Son tres especialistas y los demás son internistas.

—Son demasiados para una sola persona.

Me toma de la nuca mirándome fijamente. —Me importa un carajo, no voy a perderte Emma— siento la intensidad de sus palabras. —Jamás.

Por primera vez desde que desperté me besa duro, pega con intensidad sus labios sobre los míos dejándome sin respiración. Me mantengo tranquila mirando la cinta de hospital que tengo en la mano, tiene mi nombre y algo escrito abajo, me duele la espalda aún y un brazo que tengo vendado.

Trata de no tocarme la herida, pero no nos detenemos, lo busco duro, nosotros jamás seremos suaves en ninguna circunstancia. Somos puro pecado, aunque nos amamos. Su lengua me hace respirar hondo y dejo mis dientes mordiendo su labio cuando invade mojada en mi boca, su mano en mi nuca se aprieta cuando suelto un sonido ronco.

Se detiene jalando con sus dientes mi labio inferior antes de chuparlo una última vez. Siento un escalofrío y un alivio. Ya estoy completamente despierta. —Mit alt mi amor— susurro y al instante me quema la cara por los presentes.

Los médicos, los asesinos de la puerta y todo el que vaya por el pasillo escuchó. Alexander no sonríe, pero tampoco se muestra molesto. —Revisa a mi esposa— ordena y los médicos se acercan temerosos a mí.

—Sidde— ninguno de los lobos los mata mientras comprueban mi temperatura, la presión arterial y cada parte de mi cuerpo bajo la iracunda mirada de Alexander.

Respiro hondo por un pinchazo en mi brazo de la doctora Kriss, dormí dos semanas y estos hombres parecen que vieron el infierno, sus rostros están torturados. —¿Cómo está mi bebé? — pregunto a uno de los daneses.

—Más tarde lo vamos a comprobar mi señora, en lo que la doctora Kriss realiza la preparación— me da una mirada cálida y escucha mi respiración. —Las pruebas de los últimos días lo hicieron bien, pero hoy lo haremos en un ultrasonido, podrán escuchar a su bebé si lo desean.

—¿Tan pronto?

—Usted ahora tiene alrededor de síes semanas embarazada, esto nos puede ayudar a comprobar que todo esté en orden. — ni siquiera había sentido querer llorar con la noticia.

Miro a Alexander, sigue serio. —Vamos a escuchar a nuestro bebé.

—Algún problema debe haber por todo lo que te hicieron— aprieta la mandíbula sin emoción. —Todo lo que te hicieron— recalca. —Todo lo que sufriste.

—Y soporté cada maldito momento para sobrevivir.

—Necesitamos hacer una revisión a su intimidad por posible daño— dice claramente el médico.

—¿Qué paso? Dijeron que mi bebé estaba bien.

—No se trata de eso mi señora— carraspea —Si no del... del abuso sexual que sufrió, no queríamos hacer la revisión sin su consentimiento.

Mi pecho se alza bruscamente, miro a Alexander horrorizada. —No— niego quedándome sin respiración. —No me toque— comienzo a alejarme con la mente adormecida.

—Emma...—Alexander trata de acercarse.

—No— niego repetidas veces y cierro de golpe las piernas. —No.

Tenía veintidós años. Los médicos de Trafford me hicieron lo mismo, es traumático, vergonzoso y doloroso.

—No van a lastimarte— Alexander se sienta mi lado y lo miro confundida. —Estos inútiles deben ayudarte con lo que te pasó en la organización de lo treinta y siete.

Golpes, encierro, ayuno, dolor. Dejo de lado el trauma por lo que dijeron los médicos y lo miro fijamente. —¿Abuso en la casa de los treinta y siete? — veo la tortura en sus ojos.

—Señor debe dejarla un momento, su mente debe estar bloqueando los recuerdos.

Tantas noticias al despertar que me quiero dormir de nuevo. Vuelvo a negar con la cabeza. —Nadie me todo de esa forma— respiro hondo —De hecho, no creo que Logan pueda utilizar su asquerosa polla jamás, Jack le inyecto cianuro que le quemo los genitales.

Voy donde Alexander y me pongo entre sus brazos. —Me odié porque te volvieran a herir.

—No me hirieron a mí, pero...— siento que los ojos se me llenan de lágrimas —Ethan... él aceptó ser la burla sexual de los miembros para que no me tocaran, lo hirieron tanto que no podía caminar. — esos recuerdos son traumáticos — Todo por mi culpa.

—Jamás— me levanta el rostro. —Jamás será tu culpa Emma, Emilia paga día con día lo que te hizo.

No reacciona a las atrocidades, la organización y la mafia es perversa. —Ellos nos trataron peor con el tatuaje del lobo.

—Todos ellos pagarán más de lo que ya les hice— jura.

. . .

Las emociones me abruman, no puedo mantener mi cabeza despierta tanto tiempo, soy pasada a la habitación principal, los médicos se quedan en las habitaciones continuas a la Cripta por emergencias.

La revisión fue completa, unos pocos golpes me quedan y moratones verdosos que pronto sanaran como a la cicatriz de mi brazo por los vidrios rotos.

Abro los ojos un poco noche tragándome el grito que rasga mi garganta cuando veo que se alzan los lobos conmigo. Miro las manos de Alexander atrapando la mía, está sentado en un incómodo diván con los ojos cerrados.

—Mi señor pasó cada día y cada noche de estas semanas con usted así— dice uno de los médicos que revisa mi suero. —Nada podía hacer que se fuera— señala algo en el mueble de noche. —También traía esto por si despertaba.

Miro la charola de tostadas de crema batida. El médico termina con su trabajo y de nuevo la habitación se queda silenciosa. Con el sonido de la puerta Alexander abre los ojos, con un sueño tan ligero y los repasa por toda la habitación en especial a mí.

No termina hasta que me mira muy de cerca para ver mis ojos adormilados, aun así, lo escucho jadear. — ¿Emma? — abro los ojos de nuevo para responder, pero se adelanta —¿Emma? — su voz se escucha preocupada.

—El médico hizo la revisión de la noche, acabo de despertar—le explico cuando se levanta bruscamente como si no estuviera seguro de que me hubiera visto despierta. —¿Qué te pasa? — pregunto cuando me alza la almohada acomodándola y enciende el interruptor.

—Mantén los ojos muy abiertos cuando yo esté aquí y más si está oscuro, donde no puedo ver bien.

—Está bien— le toco el brazo. Le palpitan. —¿Te encuentras bien?

—Siempre mantén los ojos abiertos conmigo Emma— se pone serio. —No quiero llamarte y que no respondas— me siento en la cama asintiendo y logro que sus casi dos metros se sienten a mi lado. Paso mis manos por su torso.

—Tú pecho está desbocado.

Me mira fijamente, lo dejo tranquilizarse unos momentos, paso mis manos de nuevo por su cuerpo. La luz de la lampara no es suficiente para ver toda la habitación. Cuando paso mis manos por su rostro siento... humedad.

Acerco su rostro, incrédula a la luz. No, mi hombre no se rompe, nunca. Compruebo lo mismo que mis manos y aunque es una sola lagrima solitaria, es una que se me clava en la mente y romper todas las emociones que me abordaron antes hoy.

Los Roe no muestran sus emociones.

No lo avergüenzo, simplemente empiezo a sollozar, muy fuerte palmando donde salió esa lagrima solitaria, pego mi frente a la suya y soy un manojo de lágrimas con las mejillas empapadas —Cariño...

—He perdido todo durante años, desde niño— comienza a hablar —Incluso a Bennett y nada de eso me hizo desear morir en su lugar y dolerme hasta el punto de poner un país completo en estado de emergencia terrorista.

Sollozo más fuerte.

—No puedo vivir sin ti Emma, Si alguno de los dos debe morir seré yo, porque si te pierdo te seguiré muerto.

Le tomo el rostro entre las manos sollozando. —No.

—Me hiciste caer en mis rodillas por ti, porque dicen que el demonio siempre se rinde ante la belleza— alza mi rostro al suyo. —Quedé hecho mierda cuando pensé que te perdía. No puedo dormir en la noche si no te tengo cerca— respira hondo —Me has jodido Emma Roe, me has jodido tanto que no veo la vida sin ti.

Me quedó inmóvil con la intensidad de sus palabras.

—Tú eres la que manda nena, yo sólo quiero ser tuyo —su mirada se oscurece —. Quiero ser tuyo. 


¡Hola sexys!

El lobo llorando es algo para lo que no estábamos preparados...

¡Los amo tres millones aunque me provoquen ataques de ansiedad!

-Karla. 

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