CAPÍTULO 56
"La misión de los camaleones"
Dylan.
La prima de Alicia es la que me rellena la quita ronda de vodka en la que ahogo mi dolor interno y mis demonios que me atormentan desde el Caribe. Me acabo dos vasos en un solo trago y la prima de la pelirroja se sorprende.
—Ve tranquilo agente, el alcohol no irá a ningún lado, pero tú sí si sigues bebiendo así.
—Te estoy pagando para que me emborraches no para que me regañes.
—Yo solo digo— toma los billetes que le dejé en la encimera y se los guarda en el escote atendiendo a otro cliente de la barra.
Estoy cansando, llevo noches enteras sin dormir, sin dejar de ver los ojos de la mujer del Caribe, mis problemas familiares también son parte del insomnio y los del corazón son los que más me duelen.
Emma era la única capaz de hacerme dormir con tranquilidad en Brent cuando se colaba en mi habitación en las noches por sus propias pesadillas, pero ahora está atorada con los malditos Roe por culpa del ministro.
Ella tenía una vida conmigo y ahora estoy bebiendo todas las noches, no puedo lidiar con Cora y mi trabajo en el MI6 al mismo tiempo sin Emma.
—Solo presumen de su dinero, esos malditos— sigo en voz alta recordando la cena de compromiso de hace dos noches.
Apenas he visto a Emma cuando la encuentro en el apartamento de Cora. Ella decía mi nombre mientras yo estaba entre sus piernas en el Caribe, tan hermosa que se veía en nuestras cenas de Brent.
Es hermosa con un uniforme del MI6, cuando era parte de mi unidad, íbamos a tener una vida perfecta hasta que ese cabrón me la quitó, pero ella no sabe lo que él hizo, lo va a aborrecer cuando sepa.
Veo a las bailarinas que alientan el espectáculo y recuerdo la vez que vi a Emma en la pantalla ofreciendo un privado en mil libras.
No tuve oportunidad de pagar por verla bailarme.
—¿Otra vez bebiendo solo camaleón? — Sarah saca una silla a mi lado y se sienta, trae un vestido similar al de hace dos noches, me cuesta verla sin algo que no sea el uniforme. —No creo que sea buena idea volverte un alcohólico cuando te tienen en la mira para ser el segundo al mando del teniente. General Gray.
—El alcohol es lo único que me calma la mente en las noches, estoy muy estresado, volveré a los entrenamientos con James pronto, sólo necesito tiempo y tomar las últimas terapías de la rodilla.
—Nos diste un susto de muerte hace dos días, cuando te hospitalizaron de emergencia, lo que sea que comiste en la cena de Emma, traía algo alérgico o envenenado.
—Si querían envenenarme no pusieron la dosis correcta.
Siento su mano en mi hombro y su perfume muy cerca de mi nariz mientras vuelvo a mi tarea con el vodka. Bebo y su dedo quita parte del alcohol de mi comisura, se pone más cariñosa entre más bebo y comienzo a verle las piernas que trae en los tacones.
—No deberías quedarte conmigo, pienso beber hasta más tarde y no me gusta perder el control de mis sentidos con nadie.
—Yo también necesito relajarme camaleón, no eres el único con problemas, desde que Jack tiene a Emilia me siento sola en las noches, la extraño mucho y estoy segura que hará lo que sea para salir del país por eso mi padre el bloqueo en las autopistas principales— se pone seria.
—No debí infórmalo de que se la quitarías en la cena, fue muy imprudente de mi parte. — me disculpo y le paso la mano por el cabello rubio suelto, casi nunca se lo veo así, le llega por los hombros y de nuevo se acerca a mí con nuevas intenciones.
—Te perdono, sé que quieres a Emilia como si fuera tu hija— dice en mi oído y me pongo tenso. —Me encantaría que fuera tuya— agrega en voz más baja con su mano en mi pierna subiendo al sur.
—Sarah— me aparto viéndole la boca con la cabeza dándome vueltas por el alcohol, pero consiente de que es la hija de mi jefe. —¿Por qué no compartes la custodia con Jack Roe? Tu hija lo ama.
—Es nunca— soba su palma en mi muslo cerca de mi polla y trato de ver si es su mano o mi imaginación. —No dejaré que crezca en una familia de delincuentes que mataron a mi hermano, tú sabes bien a lo que me refiero, por eso Cora salió de nuevo con James.
—Es diferente, encontré al adicto drogándose frente a ella, Jack se ve muy cuerdo.
—Parece que estás de su lado— me quita las manos de encima.
—Yo sé lo que es crecer sin padres, no toleraría ver a mi ahijada viviendo lo mismo.
—No me gusta el camaleón ebrio, dices cosas contrarias a lo que me gusta oír de esta boca— pasa los dedos por mis labios y de nuevo me recuerdo que es hija del teniente cuando le veo la boca con intenciones perversas.
—Agente Wall, mantente firme.
—No eres General aquí para darme órdenes, agente Gray— sonríe de lado. —Vamos a bailar porque los dos lo necesitamos.
—No, creo que hoy voy a pasar de las copas nocturnas y me largo.
—Ven camaleón, no pues llorarle a la publicista todo el tiempo, se va a casar con Alexander Roe— me levanta con la fuerza de entrenamiento que tiene y la sigo mirándole las bragas, porque, Joder, trae el vestido casi por la cintura.
Trago grueso, buscando a James y a mi hermana, pero no vendrían aquí. Me quedo tieso con Sarah restregándose a mi pene como Alicia suele hacerlo cuando me coquetea. Me siento asediado y un poco... acosado, pero estoy ebrio para reaccionar como debo.
—Moveremos las muestras especiales del ministro a dónde nos indique para mayor seguridad de la organización que las busca.
—Irán por ellas por eso debemos ser más inteligentes, Jack me lo dijo cuando lo seduje en Brent— me besa la barbilla —Lo hice por trabajo— añade rápidamente. —Además, no es momento para hablar del trabajo Dylan— me hace moverme con ella.
Las únicas mujeres con las que he dormido después de que Emma me terminara son unas dos agentes del MI6, pero ninguna con el rango de Sarah, hasta le dije que no a Alicia por ser amiga de Cora, no mezclo el sexo con los amigos.
Sólo con Emma, a ella no le puedo negar nada que me pida, solo mis investigaciones como hacker del MI6.
No romí esa regla, ni siquiera cuando Sarah me lo insinuó un par de veces cuando estaba casada con Jack Roe, cosa de la que no hablamos nunca porque no quiero incomodarla. Ella ha sido una buena amiga desde que ambos entrenábamos en la academia de los agentes.
El éxtasis tiene mi cabeza dando vueltas, no pierdo mi porte de agente especializado, pero Sarah ya se olvidó de él porque en algún momento tengo su boca prendida a mí, con un sabor amargo en su lengua.
EL celular de Sarah debe vibrar porque lo saca de su escote y lo mira leyendo el mensaje que veo por encima, sólo veo que habla de Emilia, pero lo vuelve a guardar.
—¿De qué va el mensaje?
—James dice que vio un auto azul por la carretera con una silueta parecida a la de mi hija— le resta importancia.
Apenas estoy tratando de poder aclarar mis ojos con las luces violeta que hay en el techo cuando siento su mano dentro de mi pantalón sujetando la punta de mi pene, ni siquiera noté cuando me lo desabrochó.
Veo círculos blancos en mis corneas y quiero vomitar el vodka, ni el lavado de estómago que me hicieron en el hospital fue un alivio para lo que me dieron a beber en esa cena, llevo días tratando de recuperarme de eso.
. . .
Despierto con la cabeza pesada, oliendo a vomito en mi habitación. Mi ropa está tirada en la basura, el vodka fue lo peor que he bebido en ese club nudista.
Tengo un analgésico para el dolor de cabeza como siempre en mi mesita de noche y tres condones usados en el suelo. Al menos sé que la mujer no rompió mi regla de siempre condón, esa regla solo la rompería con la mujer que piense en casarme.
—¿Emma? — llamo mientras me bebo el vaso de agua completo. —Vuelve a la cama.
No me responde y salgo para ducharme como acostumbro, tiro los condones usados a la basura y también tiro la tanga que hay en mi sillón tantra que no recuerdo haber usado anoche, pero tiene restos de mi esencia en la curva de arriba.
Me rasco la nuca buscando más recuerdos que no aparecen. Escucho pasos en mi cocina y ruido de trastos.
—Carajo— maldigo cuando veo la placa de Sarah al lado de mi celular y me golpea el recuerdo de su espalda desnuda montándome, demasiado duro, que incluso cuando me levanto siento el dolor abdominal de los golpes.
Me ducho enojado de ver la placa y me porto el uniforme azul saliendo a la cocina con olor a café recién preparado. Sarah voltea con el mismo vestido de anoche puesto de mal modo.
—Te preparé huevos benedictinos y la cafetera está llena, tienes solo veinte minutos antes que tengamos que estar en la base del MI6 agente Gray— dice como si nada. —Me ducharé y me iré para la reunión con mi unidad, si quieres informes, llamas a Lena.
Me deja confundido y pasa a mi lado, pero al ver la rojez de mordidas en su cuello la detengo por el brazo.
—Te dije que no quería, cruzaste el límite anoche y te puedo suspender de tu unidad.
—Gemías lo contrario camaleón, pero no espero que me pongas un anillo en el dedo por darme cuatro orgasmos, sólo fue sexo— se muerde el labio. —Buen bendito sexo que nos hacía falta y lo disfrutamos.
Veo la hinchazón de su boca y más recuerdo de ella chupándomela en el baño del club y en el auto de camino aquí también, vienen a mi cabeza.
Pasa descalza a mi habitación y a los pocos minutos escucho la ducha. Me acomodo el cabello enojado y cuando me agacho a sacar más sobres de azúcar para mi capuchino siento de nuevo esa molestia en mi ingle.
Miro la puerta de mi habitación y me bajo la cremallera sacando mi miembro, veo la rojez en la zona de alrededor. Alzo las cejas. La mujer casi me destrozó con su montada, pero siempre como pasa, no siento atracción sexual después de follar la noche anterior.
Mi cabeza se queda confundida con su actitud distante sometida al trabajo después de ducharse y ni siquiera se va conmigo a la unidad del MI6. Sarah es una depredadora sexual que trata de jugar conmigo.
No me había sentido como un adolescente pillado cuando el teniente Wall me llama a traer a su oficina. Resulta que Sarah está ahí, pero no hay miraditas bajo la mesa o juegos sexuales de tensión.
Sabe que estoy enojado por sus actos y la suspensión de su unidad sigue en mi cabeza. Creo que se lo contó a su mejor amiga Lena porque la agente también pasa mirada entre Sarah y yo.
—¿Qué tienes camaleón? Te noto molesto desde que llegaste — me dice James después de salir de mi terapia de la rodilla. —Anoche llevé a Coraline a su apartamento antes de la medianoche como dijiste, aunque ya iba dormida, creo que su embarazo la duerme todo el día.
Sigo viendo a Lena murmurar con Sarah y la hija del teniente se ríe. —¿Qué dijiste? — le pregunto a James, no le presté atención y menos a dos metros de la oficina del teniente.
—Te pregunté cuando me ascenderán al puesto de General, ya he preparado mi entrenamiento de buena mano y mis recomendaciones.
—En cuanto lo arregle con el teniente Wall, tu ascenso será oficial, pero primero debemos mover las muestras de las que nos habló el ministro.
Se le ilumina la cara. —Gracias futuro cuñado no esperaba menos de ti— me palma la espalda. —Y ya deja de ver a Sarah, cualquiera que te vea dirá que te la follaste toda la noche.
—No digas estupideces James.
—Hermano entonces deja de verla, caminamos todo el pasillo y la estás aniquilando con los ojos azules.
—Dijo que te pareció ver a Emilia anoche en un auto azul o algo así.
—No, no fue una visión, era Emilia, en cuanto Cora y yo paramos en una gasolinera, Jack pasó con Emilia en un auto azul de una tienda de comestibles, informé a Sarah, pero me dijo que los dejara ir, supongo que el asunto en el que estaba metida era más importante que su hija.
—Imposible.
—Está demasiado calmada por ese asunto, el teniente quiere a su nieta de vuelta, pero Sarah trae algo en manos.
—Vigílala de cerca mientras movemos las muestras.
—Como órdenes.
La reunión con el teniente es dura porque es un hombre militar entrenado y ni que pocas veces haces bromas, añadiendo que abrí de piernas a su hija anoche de varias formas inconsciente o no.
Nos marca un plano de la residencia de los Madden al nuevo lugar donde pondremos las muestras que nos dará el ministro.
Llevábamos meses buscando la anfetamina que hizo David Wall antes de morir y el ministro lo tenía en su poder, dice que le llegaron hace unos días por medio de un anónimo, pero es una historia difícil de creer.
La voz de Emma en mi cabeza provoca que me cuestione varias veces si creer esa versión y termino aceptándola. Cuando el honorable ministro viene le sirven como si fuera el rey de Inglaterra.
Se pasea en mi espalda viendo la nueva ubicación de las muestras de anfetamina.
—Ya no me siento seguro teniéndolas en mi casa es mejor que estén en manos del MI6.
—Hiciste bien en informarnos de inmediato Richard, el peligro que corres con esta droga en tus manos es mucho.
—Fue un buen ciudadano el que me las dio o algo porque no sé cómo dieron conmigo.
—Unidad ocho del General Dylan Gray— hablo por el comunicador mirando al ministro y al teniente, dejo el micrófono en mi chaleco de armas cubriéndome la cara completa como el camaleón que soy. —Estoy activo como el camaleón.
—Despeja la zona de cualquier rastreador que tenga el maletín de las muestras, para que no sepan a dónde las llevamos— dice el teniente Wall a mi espalda. — Esa anfetamina debe ser examinada por expertos y prohibir su venta.
—El único biólogo que podría detectarla era su hijo señor y ahora que está muerto, sólo podría hacerlo Jack Roe — dice Lena y odio que tenga razón.
—No quiero a ningún Roe involucrado en esto, no quiero que sepan que tenemos las muestras, no podemos confiar en nadie ni desatar el caos antes de las elecciones— ordena el ministro y asiento borrando todos los rastros de ello.
—Pero es peligroso señor, que no sepamos que componentes tiene la anfetamina, deberíamos comunicarnos con la DEA o con e biólogo Roe.
—Dije que quiero mantener la paz antes las elecciones, nada va a afectar mi campaña— el ministro se mantiene firme de no informar ni a la DEA.
—Dudo mucho que Jack salga de su escondite sabiendo que estoy buscando a mi nieta, siempre ha sido un cobarde que se esconde en lugar de pelear— concuerda el teniente.
—Quiero ser el único que tenga acceso a la clave de la ubicación de la anfetamina Wall— le dice al teniente.
—La unidad de Sarah debe tenerla.
—No es que desconfié de ella, pero como mayor autoridad del MI6 debe tenerla solo yo y en caso de que ocurra una desgracia te la daré.
Sarah y yo cruzamos mirada y aunque está en desacuerdo no se lo dice a su padre. EL teniente se lo piensa varios minutos en silencio mientras accedo a la base de datos interna del parlamento en la sección de Richard Madden y la seguridad de su casa.
—Que el honorable ministro tenga solo la clave de acceso camaleón.
Aprieto la mandíbula. —Sí, señor— apago las cámaras de vigilancia y la dirección IP de sus ordenadores activos y la señal de ubicación de los teléfonos celulares de toda su seguridad.
Se despliega una bandeja de información con datos de todos los trabajadores y apago la configuración de cada uno de ellos para que nadie pueda seguirnos.
Apago rastreadores que tengan en las camionetas del político y pongo sensores en los dispositivos móviles del él y su... cuñada, al parecer.
—Tenemos el acceso completo señor— le doy luz verde al teniente Wall. —Tenemos exactamente cuatro horas para empaquetar las muestras de anfetamina del ministro Madden y moverlas a la nueva ubicación antes que vayan por ellas.
—Sarah— mira a su hija —Prepara a tu unidad, quiero seguridad desde la residencia hasta la nueva ubicación.
—Sí, señor— asiente su hija saliendo con Lena y con James para la unidad siete.
Dejo mi ordenador y la alcanzo en la salida lejos de los oídos comunicativos de los demás. —Ve con cuidado, no quiero fallas en esta misión.
—¿Por qué habría fallas?
—Se que planeas algo, James me lo dijo y te lo prohíbo Sarah, si haces algo te quito la placa que portas.
—No planeo nada.
—Has estado días saliendo y viendo de las afueras de Londres, conozco las miradas manipuladoras y no me gusta lo que hay en la tuya Sarah, has estado muy tranquila con el asunto de Emilia.
— ¿Crees que no me preocupo por mi hija?
—Creo que estás enloqueciendo, esta es mi última advertencia, haces algo estúpido y remuevo tu placa.
—Esto es por lo de anoche ¿no?
—No, es por lo que me dijo James de tu comportamiento.
—Como digas camaleón.
Entro de nuevo y espero a que cargué la configuración que seleccioné en la residencia Madden, pero de repente aparece un bloqueo cibernético, la alarma de mi ordenador salta activando el antivirus.
—¿Qué sucede? — pregunta el teniente del otro lado.
—Hay alguien más tratando de acceder a la seguridad de las cámaras del ministro— le explico y abro las configuraciones poniendo bloqueos en cada cámara.
—¿Quién diablos es?
—Alguien muy astuto— maldigo viendo como bota los candados virtuales que pongo.
—Pues detenlo porque Sarah va a salir con su unidad por la anfetamina y nadie puede saber a dónde la llevamos, si es algún informante de la organización de los treinta y siete nos seguirán y tendremos que iniciar un operativo— coloca las manos en la mesa con las insignias de su traje azul colgando con el peso de la ley.
Paso a otra técnica evasiva y le envío dos virus virtuales creados para el MI6, los recibe y sonrío de lado cuando saco su trasero de mi web.
La luz verde parpadea de nuevo dos minutos después y recibo un acceso diferente. Arqueo una ceja y veo lo que escribe en mi bloc de notas.
—Es una mujer— le digo al teniente. —El camaleón que quiere acceder a las cámaras de la residencia Madden es definitivamente una mujer— le giro mi ordenador para que vea.
—Tienes bolas para mandarme un virus cibernético, pero no para metérmelas en mi...— lee el ministro Madden en voz alta sin terminar el texto completo dónde menciona su parte femenina.
—Qué graciosa— me río sin humor. —Pero seas hacker de la organización de los treinta y siete o de cualquier otro que sabía de la ubicación de la anfetamina, no vas a sabotear al MI6.
Le bloqueo el acceso a la residencia Madden y sonrío victorioso.
Las cuatro horas se hacen un tiempo de espera eterno que mantiene al teniente pendiente de los comunicadores, seguimos la ruta de Sarah, James y Lena a la nueva ubicación de la anfetamina.
—¿Qué pasa camaleón? Te veo reacio a aceptar que sólo yo tenga acceso a la anfetamina— dice el ministro cuando cumplo las órdenes del teniente deshaciéndome del control de las muestras más peligrosas que hemos manejado.
—Señor, no sabe lo peligrosas que son las nuevas drogas, hace unos años en Rusia casi perdemos al teniente Wall en la misión contra los que portaban tatuajes de lobo y yo terminé matando a uno igual a Beckham.
—Ellos— sonríe de lado. —Esta vez es distinto Dylan Gray, no olvides que te mantienen aquí, señala las placas doradas que cuelgan en la pared dónde están la de mis padres. —Los agentes Gray dieron su vida por el MI6 y sus muertes no se olvidan ¿Tú ya lo hiciste?
Miro los nombres de mis padres. —Jamás.
El teniente Wall se acerca como un hombre honorable palmeando mi espalda. —Estarían orgulloso de ti hijo, primero agente, después General, si llegas a quedarte con mi cargo y ganárselo a Sarah, serías el orgullo de Robert.
Tanta sangre derramada en mis manos desde que tengo dieciséis años no me los ha regresado, pero poco a poco me ha redimido.
Localizamos a un nuevo biólogo amigo del ministro Madden que analizará solo sin nosotros los compuestos de la droga y nos dirá los efectos y los síntomas que causará su consumo.
—¿Por qué la unidad de Sarah no ha regresado? — pregunta el teniente a media tarde cuando las cuatro horas ya se terminaron.
Abro el comunicador de James y está apagado, busco el de Lena y no aparece su ubicación. —Unidad siete de Sarah Wall, responda— no hay más que silencio al otro lado.
—Agente Wall, responda— vuelvo a insistir.
Se escucha interferencia del otro lado. Hasta que alguien toma el comunicador.
—Aquí, Logan, a su servicio— se ríen del otro lado. —La unidad siete ha sido intervenida por la organización de los treinta y siete y los haremos nuestros prisioneros.
La piel del teniente Wall palidece mientras accedo a una de las cámaras de los vehículos todo terreno, azules de la unidad siete.
La imagen que muestra mi laptop paraliza al ministro Madden y decide no seguir viéndola. Hay unos cuerpos en el suelo, cuerpos muertos de la unidad sádicamente mutilados, con gente de verde armada a los costados.
El líder, está parado con las manos extendidas a sus costados y aunque nole veo la boca parece que está sonriendo frente a la cámara, tiene un pañuelo cubriendo buena parte de su cara, sólo sus ojos verdes quedan al descubierto como lo hacían en la misión en la que maté a su primo y casi a Beckham.
—Dios se escucha el jadeo ahogado del ministro Madden.
Se quita el pañuelo dejándoselo en el cuello, el bigote prominente pone una sádica sonrisa en su rostro. Veo a James, pero no a Lena y menos a Sarah.
—¡Todas las unidades y equipo especial de espionaje de Brent, de inmediato en la base! — dice el teniente en su comunicador — ¡General Gray preparé el armamento y descargué la ubicación de la unidad siete en todos los GPS de los vehículos todo terreno del MI6!
Los agentes entran uniformados en la base, el equipo especial de espionaje del que soy General entra encapuchado. Descargo la ubicación en los vehículos.
Paso cargando y dando instrucciones al equipo de espionaje. Se activan las alarmas de la base y corren los encapuchados a sus vehículos. La adrenalina en mis venas me hace olvidarme unos minutos de mi cojera y fuerzo a mi pierna a correr.
—A tu señal camaleón.
—Desplieguen todas las unidades hasta la autopista principal— enciendo el motor jadeando.
Los pechos enderezados por la presencia del teniente se tensan y paso por el estacionamiento a la salida después de acomodarme el chaleco antibalas azul de nuevo. Tomo un segundo de respiración dejando que pasen los demás vehículos y en una milésima de segundo visualizo al ministro Madden en la ventana de la oficina del teniente Wall.
Está muy calmado.
—Sería bueno llevar una C17— dice una agente —La organización de los treinta y siete abrirá fuego por la unidad, debemos hacer lo mismo camaleón.
—Investígame quién revisó la última ubicación de la unidad siete en la base que no fuera desde mi ordenador.
Asiente y saca un mini dispositivo accesible de la parte delantera del vehículo. Salimos de la base y la veo teclear. Le doy la contraseña de los accesos. —La última fue la tuya, nadie más lo revisó.
—¿Estás segura?
—Sí camaleón. ¿De quién desconfías?
Miro la carretera confundido. Los vehículos pasan con la alerta zumbando por las calles y las autopistas principales, los de la unidad dos ponen un bloqueo en las carreteras principales y los demás seguimos hasta dónde estaba el vehículo de Sarah.
Los encapuchados bajan, la unidad especial de espionaje baja conmigo y nos colocamos los cascos negros. Muevo a la gente a mi señal y pasamos por el primer vehículo.
—Todas las unidades de defensa retrocedan a los exteriores por los vehículos verdes— digo en el comunicador jadeando.
Es horrible ver la calma, sabiendo que la desgracia se acerca.
Los primeros disparos a los encapuchados verdes es el inicio de la desgracia, disparo el gatillo como lo hice desde adolescente o como lo hice con la mujer en el Caribe.
La maté porque era parte de la organización y ninguna clemencia sirve cuando la justica se debe llevar a cabo.
Vemos a James atado de manos con la boca rota apoyada en una de las Jeep verdes. —A tu señal camaleón.
Veo de nuevo al líder de la organización que mató a mis padres. —¡Ahora!
—Te estaba esperando— dice sonriendo sádico el líder y comienza a disparar.
Lanzan a varios de mis agentes al suelo y los mejores entrenados siguen la ruta que les marqué. Una bala d un calibre mayor al mío me da gusto en el esternón y mi cuerpo se azota mi cuerpo en el pavimento levantando polvo.
Me levanto reacio con el apoyo del chaleco antibalas. —¡No se detengan hasta que liberen a los agentes de la unidad siete, a la señal del teniente Wall!
Mi último pensamiento va entre Cora, Emma y mi sobrino cuando entro en el campo de visión de los uniformados verdes, el olor a pólvora no atraviesa mi casco, pero si mis sentidos.
James está inconsciente en un vehículo blindado, logran sacarlo buscando a Lena que se arrastra con un de ellos peleando, la única que no mueve una mano para liberarse es Sarah y mi rabia al ver su calma similar a la del ministro Madden me hace tumbarme a dos kray con un solo brazo cuando me quedo sin reservas.
Entrenamiento, combate, justicia y sangre.
Noqueo a uno y lo azoto en el pavimento. —¡Qué hiciste Sarah! — le demando, pero no me responde sólo mira el suelo. —¡Dime qué diablos hiciste o juro por Dios que aquí mismo te mato! — recupero mi calibre cuando nos atacan desde adelante.
La cubro con resguardándonos detrás de uno de los vehículos, son demasiados, pido refuerzos a la unidad especial y siento el roce de una bala en mi rodilla que casi me tumba.
Veo al líder como el maldito que es, se ríe cada que mata a un agente y aúlla cuando va por la siguiente presa. Le gusta torturar antes de matar y me está buscando entre la unidad de espionaje.
La agente que venía en mi vehículo muere tratando de salvar a James. —¡Necesitamos refuerzos en Downing Street! — grito en el comunicador. —¡¿Qué diablos hiciste Sarah?!
—¡Lo necesario para recuperar a mi hija! — grita histérica cuando le libero las manos. —¡No pensé que se pondría peor!
—¡Deja de divagar! — la sacudo —¡Habla claro maldita sea, están matando a la unidad cuatro completa, mataron ya a la tuya! ¿Qué tiene que ver el ministro Madden en esto? ¡Ambos están con la misma calma como si no se dieran cuenta que esto es una carnicería!
Solloza limpiándose la sangre de la boca, pero sin atacar como antes, me desespero y voy a ayudar a Lena cubriéndola con mi cuerpo para que no le disparen.
—Camaleón, déjame aquí, no puedes protegerme— jadea Lena. —¡Vete con la unidad!
—¡No!
—¡Vete! — me levanta la parte frotan del casco. —¡La anfetamina está segura, nos acorralaron en nuestro camino de vuelta, no saben la ubicación, más que el ministro Madden! ¡No pueden conseguirla ni, aunque nos maten a todos!
—Voy a volver por ti.
Asiente cuando la dejo mal acomodada en el suelo. Cojo por la herida de la rodilla cuando el líder de la organización viene contra mí en combate cuerpo a cuerpo.
La vista se me nubla con el golpe en el pavimento. Me arranca el chaleco antibalas y el comunicado, le quita las correas al chaleco y hace una amarradura con dos nudos par asfixiarme.
—Mataste a mi primo— jadea salvaje cuando lo tumbo en el suelo, pero pese a su edad pasado ya de los cuarenta es resistencia corporal de musculo duro.
Lo tumbo de nuevo, pero la amarradura vuelve a mi cuello. No quiere matarme quiere torturarme. Me inyecta algo en el cuello. Grito ronco porque la sustancia me quema en la sangre cada que entra.
Aprieto las manos en puño gritando y veo a varios de sus hombres hacerles lo mismo a mis agentes. La frente me gotea, me quema por dentro está porquería.
Por unos segundos hay un zumbido en mis oídos mientras me torturan con esa sustancia, los gritos no son solo míos, son de mujeres agentes y hombres que terminan por desplomarse.
Logan se saca otra jeringa del brazo y me preparo para que me la inyecte como la otra. Mis manos tiemblan y comienzo con pequeñas convulsiones.
Veo a uno de los de verde caer al suelo, si son mis alucinaciones son muy reales. Me inyecta la nueva dosis y grito desde mi abdomen, me doblo con el dolor. El zumbido en mis oídos me deja sordo.
Hay otra de ellos en el suelo, pero no les disparan.
Hay un hombre que viene muy despreocupado caminando entre caos y llamando la atención del líder de la organización de los treinta y siete entre mis quejidos y el de muchos de los demás agentes.
La mirada de Logan queda sobre mí mientras Sarah se levanta finalmente de la camioneta y toma desprevenido al que viene caminando, lo azota en el suelo con su bota en sus rodillas.
Varios de los de la organización dejan a los agentes y van por ella cuando tiene a Jack Roe en el suelo dispuesta a ofrecerlo a la organización.
—Aquí tienes el cambio mi cabeza por la de Jack Roe— dice Sarah. —Mi libertad por la de él.
—Tu desuda con la organización de los treinta y siete por atrapar a Beckham está saldada— dice uno de los kray.
Toman al biólogo y lo arrastran hasta los pies del líder que no deja de mirar a Sarah con esa sonrisa perversa, saca la sustancia que nos inyectaron a muchos y veo el terror en los ojos del biólogo cuando mira la empaquetación que ha de conocer.
Dos kray lo sujetan en el suelo levantándole la cabeza para que sea inyectado. El dolor me hace ver distorsionado.
—He esperado noventa y ocho días y setenta y cuatro horas para capturarte hijo— dice el líder y le clava la aguja dos veces solo por placer de herirlo.
Lo último que veo antes que la inconciencia me gane por el dolor es como arrastran al biólogo descalzo a una de las camionetas verdes gritando.
—Hemos terminado— dice el líder con las manos extendidas de nuevo y sus kray dejan a mis agentes, los otros siguen disparando hasta que se suben a sus vehículos verdes. —Logan Roe a su servicio honorable MI6.
Se ríe perverso como el mismo demonio.
Las unidades que pedimos de refuerzo llegan tarde a levantar a los heridos y las bajas de la unidad de Sarah, la piel me quema desde adentro y en una convulsión me desmayo.
—Vamos por mi hija padre— le dice Sarah al teniente Wall. —El ministro Madden dice que está en una casa en las afueras de Londres con Emma Brown y Coraline Gray.
〘 〙
Emma.
Veo a Jack jugar con Millie y su vestido rosa, tiene la cara pintada de colores y tiene al cachorrito de Kieran corriendo a su alrededor. Le dejo de nuevo las llaves de mi Mazda para que haga uso de él.
Ayer fue mi primera prueba de vestido con Macy's, pero mis amigas y yo vimos los precios y Alicia sugirió que compremos en una venta al cincuenta por ciento de descuento la semana siguiente.
Tendremos que formarnos casi dos horas en Main Street, pero valdrá la pena por conseguir algo más económico.
—Necesito un bocadillo, me estoy muriendo de hambre aquí. ¿Quién cocina Jack? Dime que no es Ida— dice Cora de camino a la cocina.
La última vez que estuve en esta casa fue cuando le dispararon a Alexander en el cumpleaños de Cora, pero es muy acogedora, más pequeña que la actual, pero tiene una piscina trasera que me quedé con ganas de disfrutar.
—Obviamente el hombre de piedra no toca ni los tomates, pedimos pizza para los tres o pollo frito y lo cargamos a la tarjeta de Erick dejando buenas propinas— Jack saca una tarjeta de su bolsillo.
—Fue un gesto lindo que te dejara su tarjeta de crédito— le entrego un zumo de naranja recién hecho por mí.
—No me la dio, tuve que robársela— me guiña un ojo cómplice. —Espero que lo vea como un préstamo mientras regreso a mi imperio en Nueva York, aunque no deja de quejarse que tu prometido le recortó el sueldo por chismoso.
—Puedo convencerlo de que le haga un aumento.
El plan de huida de Jack es sencillo, se irá a Irlanda en auto mañana por la mañana y de ahí tomará un vuelo escala en de dos horas en España y después otro directo a Nueva York, es la única forma de que los bloqueos del MI6 no lo atrapen.
Están por todas las carreteras principales desde hace días, hacen revisiones en los autos extranjeros y tienen detección de metales.
Alexander quería utilizar robar la anfetamina del ministro para utilizarlo de distracción, pero la removió de la residencia Madden, dudo que Tyler sepa dónde está, de hecho, ha estado extraño estos días que han pasado desde la cena, se porta amable, atento y no me fío.
Un mensaje de texto me llega y veo que es de Alexander recordándome irme con el guardaespaldas, no me lo dice, pero aun así me recoloco el anillo recordando que nunca debo quitármelo.
Le escribo un te quiero en mi respuesta.
Le doy zumo a Millie, pero el vaso se le resbala y le limpio la boca con un pañuelo para infantes que carga Jack en su chaqueta. Mi celular suena mientras Millie me da las manos para que se las limpie.
Jack aprovecha y contesta. —¿Celoso de que estemos en una casa solos? — con eso sé que habla con Alexander porque a los dos segundos alza la voz enojado diciéndole cosas en danés.
—Por eso no tienes hijos, por neurótico, hasta Bennett va a tener uno y tu no— Jack le suelta y los insultos en danés incrementan.
—¡Tío Alexander! — Millie grita al reconocer su voz y como si no hubiera hecho suficiente Jack la pone al teléfono.
Me imagino la cara de Alexander en este momento. Logro que Jack me del celular y contesto mientras dice algo que suena algo con mi madre o algo más grotesco.
—¿Disculpa? ¿Con ese lenguaje le hablas a tu prometida Alexander?
Carraspea de la impresión. —Pensé que Jack estaba todavía en la línea— escucho el golpe de su cajón favorito y como aspira.
—Salimos hace unas cuatro horas de Londres.
—No llamo para recordarte la seguridad que sé que debes llevar con la rubia, sino porque no pude leer el último mensaje que me enviaste— dice enojado —Pero ya no importa, Jack ya me puso de mal humor y yo tengo que terminar los planos de este hotel.
—Entonces llamaste solo para informarme que sigues trabajando en unos planos y no porque me hechas de menos.
—Te vi en la mañana Emma, además puedo llamarte a la hora que sea, quería comprobar que estabas con Cora, sólo por cuestiones de seguridad— escucho las teclas de su ordenador. —Además con mis viajes programados no tengo cabeza para nada que no sea el trabajo.
—¿Te reuniste con Richard?
—No, ha dejado de tomar mis llamadas, pero si quiero continuar teniendo poder en la política recurriré a otro miembro del parlamento, quiero el poder que siempre he tenido ya las elecciones no me lo van a quitar.
Es egoísta decir que yo también quiero poder, me di cuenta cuando liberé a Maya utilizando al ministro Madden, el poder hace que otros no puedan dañarte fácilmente.
Comienzo a visualizar las elecciones como una oportunidad para adquirir poder del ministro Madden.
—Adiós cariño— digo y lo escucho respirar hondo.
—¿Por qué sonríes como imbécil cabrón? — dice la voz de Erick —Te traje los contratos que me pediste.
—Utiliza al guardaespaldas Emma— es lo último que dice Alexander al cortar la llamada.
Cora está preparándose un poco de almuerzo en la cocina de la casa, el viaje de dos horas la dejó hambrienta. A Alexander no le parece que visitemos tan lejos a Jack, pero si lo dejamos aislado enloquecerá y la última vez que lo hizo, atropelló al ministro.
Sólo él sabe lo que hará si no tiene supervisión necesaria, además los alrededores aquí son solitarios para Millie, necesita compañía y ver a más personas, me dijo que por las noches comienza a extrañar a Sarah.
Cora trae pepinillos con crema batida encima y mostaza en un recipiente dónde los sumerge para comérselos. Jack y yo miramos su postre extraño con pocas ganas de vomitar, pero a ella le sabe bien, estando embarazada.
—¿Está casa es enorme? Ya veo porque no te aburres aquí Jack, yo estaría todo el día durmiendo dentro de la piscina, no tengo ánimos para más que dormir.
—Rubia, rubia, pero no de Bennett, no me aburro ni en el agujero más pequeño del mundo, soy un alma libre y muy extrovertida en mi pequeño mundo— se sienta en el sofá con nosotras sirviéndonos uno de sus tés meciendo su pantufla. —Tener a Ida conmigo es como hablar con la pared, a veces pienso que no respira.
Lo miramos a lo lejos parado en la puerta mientras Millie colorea parte de la mesa extra cara de Alexander y Jack la deja hacerlo.
—Anoche le aventé un pan para que se alimente, pero se enojó y luego me di cuenta que si sabe hablar para sentarse a la mesa a comer con nosotros.
Los tres nos reímos, voy a extrañar esto de él, después de Bennett él es mi favorito de los Roe. Ahora que soy consciente de las reglas de la organización busco en sus brazos las señales del tatuaje del lobo, pero no lo encuentro.
Es verdad que él no utiliza ningún bando, por eso se va.
—¿Cuándo te vas a ir a Irlanda? — pregunta Cora con restos de mostaza en su barbilla, aunque yo ya se la respuesta
—Te lo diría, pero no me fío de la buena voluntad de tu hermano para quitarme a mi princesa.
—No voy a decírselo, yo más que nadie sé que Millie te adora y que tú por ella darías la vida, Emma me dijo que te querías entregar en el Caribe cuando pensaste que se la habían llevado.
—No eres tú cielo, soy yo— remueve su té sin responderle.
—¿Emma? — dice la dulce voz de la hija de Jack.
—Dime cariño.
—Es para mi tío Alexander— me da una hoja de papel con líneas y rayones por toso lados. — Cora aguanta la risa cuando me lo guardo en el bolso. —Yo se lo daré y le va a encantar porque te quiere mucho.
Su risa me da una alegría que no sentía. Es tan pequeña, pero toda una Roe, vestida con un vestido de princesa de marca diseñado por su abuela con el mejor artista de Londres, si así es de pequeña, de mayor será la versión femenina de todos los Roe.
—¿Qué me dices de tu hermano Cora? ¿Planea quitar los bloqueos pronto o te mantiene ocupada con James para no preguntar nada relacionado al asunto?
—No me dan información confidencial del MI6 y James no habla del trabajo en la cena.
—Por supuesto que no, es una distracción para ti.
—Jack, se más cordial con ella.
—Lo siento, no quiero ser grosero, pero conozco a la gente manipulada, David lo fue muchos años hasta que le abrí los ojos y huimos del MI6, pero el problema es que ni siquiera sabía que alguien más pensaba por él como el ministro Madden.
Cora lo mira con la tristeza que no ha dejado su semblante desde la cena de compromiso. Sólo una vez he visitado a Bennett y Lena estaba ahí, se sintió extraño.
—EL nivel de convencimiento de los agentes es más trabajado de lo que crees— le explico. —Cora y yo lo vimos en Brent, la unidad de Sarah tiene un apartado de primeros auxilios en el que estuvimos y para las personas que le tenían pavor a la sangre utilizaron una técnica de convencimiento mental.
—Estoy familiarizado con eso, la última vez que estuve en el MI6, fue cuando me casé con Sarah, pero me descubrieron fácilmente de dónde venía, el teniente Wall siempre hacía las preguntas correctas— se pierde un momento en sus recuerdos.
—¿Querías a David? —pregunto intrigada en el tema.
—Era como mi hermano— hace una pausa —Era mi hermano— se corrige.
—¿Y por qué lo entregaste?
Deja de mover la pantufla y de remover el té. Mira a Millie con sus colores en la mano.
—Pensé que entregarle a Logan a David sería el fin de mis problemas, pero lo empeoró cuando lo supo Sarah y me castigó con mi hija, mi punto más débil— dice serio.
—¿Habrías preferido irte con Logan su supieras que Sarah te quitaría a Millie? — Cora lo toma de la mano.
—Destruimos todo lo que queremos y ella me destruyó a mí— resopla, aunque eso no responde la pregunta de Cora. —Si me oculto, es porque es lo que mi madre me enseño desde niño para ir a las jaulas como los demás, el silencio es la mejor arma, me volví un camaleón para ocultarme del peligro, con Logan no hay dónde ocultarse.
Mira a Millie sonriendo y dándole una caricia en la mejilla, ella que ha pasado de pintar la mesa a pintar el suelo. —Te falto aquí cariño, que el tío Alexander vea los colores por todos lados en su casa.
Me río recordando que él mismo indujo a Kieran a robarse los sacos del vestidor del señor Roe, me pide que le haga unas fotos con su hija y se sienta sin ningún tipo de prisa en el suelo con ella ayudándola a pintar.
Cora y yo compartimos una mirada cariñosa viéndolo. Apuesto a que ella piensa en sí Bennett sería así con su bebé. Es absurdo pensar en unos hombres tan fornidos de una organización que se desvivan por sus hijos.
Pienso en Alexander.
—Voy a extrañarte mucho, eres una de mis personas favoritas desde Nueva York.
—Siempre puedes venir a visitarme, sé que hay algo ahí en tu honor, sólo que no está inaugurado.
—¿Qué es?
—No voy a tener un recorte de sueldo como Erick. — me toca la mejilla —Siempre supe que tenías interés en mí Emma, pero lo nuestro es imposible, yo te casé con Alexander ficticiamente en esta misma casa, para cortar este amor prohibido ¿Lo recuerdas?
—Sí, pero espero tenerte en la boda real, debiste ser el ministro religioso como en la anterior.
—¿Y que tu prometido me meta dos tiros cuando te coqueteé? No lo creo, pero llámame cuando se separen— me manda un beso en el aire y nos ofrece bocadillos que Cora no mira con buenos ojos.
—¿Sabías que la señora Pitt pondrá Gallery Art en una subasta con otra empresa asociada después de las elecciones? — le digo a Cora y me mira sorprendida.
—No pueden botar a todos los artistas asociados a la galería, tengo programadas dos exposiciones a mediados del verano, ni siquiera ha terminado nuestro contrato.
—¿Tu agente no habló con ellos?
—Luke se comunicaba con ella constantemente, pero desde que Bennett se lo llevó no quiso comunicarse conmigo de nuevo y he tenido poco tiempo para hablar con ella— hace amago de tomar un pan, pero lo deja con cara de nauseas.
—¿Qué pasa?
—El pan es algo que me causa náuseas y es al único lugar dónde me lleva James en todas las citas, para terminarlas rápido, siempre termino vomitando mi estomago al final de la noche.
—Puedo agendarte una cita con la doctora Kriss si quieres una revisión pertinente.
—Maya me ha estado revisando constantemente, dice que debo descansar más.
—O simplemente cortar relaciones con tu hermano y tu pasado y tener un embarazo tranquilo— Jack remueve su té sin dejarla de ver colocando a Millie en los cojines otra vez. —Espero que lo que dijeron en la cena de compromiso no sea real, te aseguro que el dolor de la anfetamina no será ni la quinta parte de lo que le dolerá a Bennett si le quitas a su hijo.
Cora se queda a medio camino del bocadillo, las ojeras en ella no me gustan.
—Si no quieres hablar de esto sexy está bien.
—Pero debe hacerlo, aunque no sea conmigo, Cora si te la pasas guardándote todo lo que sientes, te vas a convertir en uno de ellos, en una Sarah, en un James, en un Dylan, ¿Eso quieres para tu bebé? ¿Poner el trabajo por encima de un hijo?
Niega con la cabeza y se recuesta en los cojines debatiéndose a tener esta conversación a la que yo no la he presionado por tener.
—Cuando las conocí lo primero que pensé fue, que tú estabas igual de loca que yo— me señala Jack —Y que tú, eras demasiado fuerte para sobreponerte al secuestro de Seth y Jaiden más rápido que Emma. ¿Qué cambió contigo Cora? Tuviste un novio golpeador, un hermano manipulador. ¿Por qué?
Se queda en silencio, no me gusta presionarla, pero todo lo que ha hecho Dylan con ella ha sido exactamente eso.
—Puedes decirlo linda, Emma nunca te traicionará contándoselo a nadie y yo, estaré en Nueva York a miles de kilómetros de distancia, seré tu menor problema— la toma de la mano.
Eso le da la confianza suficiente para que se siente derecha mirando su pequeño vientre abultado.
—Tengo veintitrés años y no sabía cómo afrontar un bebé a esta edad, pero quería hacerlo— dice ella después de pensarlo. —Antes pensaba por mí misma, que importaba si me sucedía algo, pero ahora cada que pienso en un futuro pienso primero en mi bebé y estoy aterrada... no quiero que pierda lo que Dylan y yo perdimos. — se le llenan los ojos de lágrimas, pero no llora.
—Si quieres un consejo honesto Cora, no sufras un futuro si no puedes vivir un presente.
—Suena fácil decirlo, pero cuando Logan nos atacó a mí y a Alicia, me di cuenta de lo desprotegida que estaba y peor aún amenazó con inyectarme anfetamina estando embarazada.
Quiero decir algo, pero Jack me detiene prudentemente y sigue tomándole la mano.
—Creo que ya no sé cómo ser independiente, quiero protegerlo como sea.
—Él lo va a proteger por encima de todo— dice Jack en voz baja —Porque Bennett tiene un corazón tan grande que sigue llamando a Logan padre después de todo lo que le ha hecho desde los diez años.
Jack se levanta. — ¿Pueden hacerme un favor mientras voy a comprar suministros para el viaje a Irlanda? Necesito abastecerme, va a ser un trayecto bastante largo.
—Llevas un par de días con mi Mazda, estoy en el tope de los favores que puedo hacerte.
Se ríe con la sonrisa coqueta de siempre con la que consigue todo lo que quiere. —Necesito que cuiden a Millie un par de horas, iré a comprar a un supermercado local y volveré— me debato sabiendo que no iremos a ningún lado hasta más tarde —Hazlo porque eres mi prima preferida de los Roe.
—Lo dices porque soy la única.
—Erick hacía de niñera en el Score y nunca se quejó, traté de convencerlo de que venga, pero desde que Alexander le recortó el sueldo trabaja en un contrato para convencerlo de que lo regrese a su buena paga— me toma de las manos.
—No soy buena con los niños y Cora está a punto de tomar su siesta de embarazada.
—Por favor Emma— me pone ojos de cachorrito —Es muy sencillo, solo dale sus muñecas y Millie se pondrá quieta en el sofá o pueden ver una película de princesas.
—Está bien, pero si me convierto en la peor niñera del mundo tú serás el culpable.
—La peor niñera del mundo es Alexander— se ríe sacando una bolsa de plástico negra de la que saca una camiseta de policía una placa falsa y unos lentes negros. —Cuando te fuiste al exilio cuido una sola vez a Millie ¿Y sabes que me dijo cuando la recogí en el Score?
—No sé si quiero oír la respuesta.
—Me dijo que quería hacerse la vasectomía lo más pronto posible para evitar mini humanos como ella— se carcajea metiendo los pies en el pantalón de uniforme.
—¿Por qué vas vestido de policía? — Cora le arregla el traje.
—Porque es más sencillo andar por las calles con un disfraz, no voy a ponerme un letrero que diga soy Jack Roe, vengan por mí.
Cora levanta las manos y va por más mostaza y más pepinillos, Jack le dice algo a Millie en danés y me sorprende que ella le entienda, sabrá tres idiomas desde pequeña y es impresionante.
La pequeña niña asiente con la cabeza y sigue pintando con el cabello revuelto lleno de pintura de manos. Lo primero que haré es utilizar más toallitas para quitarle toda la pintura y lo que nunca hice con mis muñecas.
Peinarla.
Jack toma las llaves de mi Mazda y le dice a Ida que saldrá sólo. Como estamos en la casa Ida decide quedarse por órdenes de Alexander además Jack va disfrazado.
—No tardaré.
—Vamos Millie, voy a limpiarte la pintura de la cara— levanto a la princesa en un vestido rosa mientras aplaude entusiasmada con mi cabello.
—Cora— grita Jack desde la puerta y ella sale de la cocina.
—¿Qué pasa?
—Si de algo te sirve— dice a su espalda acomodándose el uniforme de policía falso. —La noche en la que murieron tus padres, allanaron las jaulas con el MI6, lo vi porque Maya me escondió por tres días de mi padre y vi quienes estaban encerrados en las jaulas, Bennett, Alexander, Katherine, Caterva y Alesha— baja la voz —No culpes de la muerte de Robert y Olivia a alguien que era un niño igual que tú y Dylan, díselo al agente Gray.
Cora se queda en silencio.
—A él ya es tarde para que lo recuperes, te dije que no hay solución para una segunda recaída, pero deja que sus últimos días sepa lo que es tener una parte suya en ti— suspira muy hondo —De todos los Roe, Bennett es el único que se lo merece.
No dice más y Cora tampoco, pero la veo en su celular por casi una hora escribiendo mensajes de texto.
Peinar a Millie es la tarea más difícil que tengo que hacer, pero cuando se deja me parece fascinante y tierno. Me doy cuenta que no soy tan mala niñera como pensaba porque hasta termino haciéndole la merienda cuando tiene hambre.
Y yo soy pésima para cocinar. Cora es la que me ayuda y yo hago todo tipo de tonterías para hacer reír a Millie, ambas tenemos una fascinación por ella.
Incluso la comida rápida que ordena Jack cuando regresa con las compras la disfruta Ida. Cenamos en la pequeña cocina y me encuentro ayudando a Millie con su cubierto.
Me quedo pensando en lo que dijo Jack y cuando tengo a Millie acostada a mi lado mirando una película de perritos me arriesgo a hacer la pregunta. Cora está dormida en el sofá delantero.
La cubro con una manta y voy con Jack.
—En la mañana cuando desayunábamos dijiste algo— levanta la cabeza del celular nuevo que se compró parece que lo está configurando de forma profesional que no sabía que conocía. —¿Alexander se realizó la vasectomía?
Deja su té y también el celular, me mira con media sonrisa socarrona. —¿Por qué lo preguntas? ¿Quieres una mini versión de ojos verdes y no sabes cómo decírselo?
Siento mi cara quemar. — ¿Puedes sólo contestar la pregunta?
—Puedo, pero hacer bromas es mi especialidad y mi toqué como coqueto— sonríe, pero de repente su sonrisa se desvanece y mira mi abdomen levantándose exaltado. —¡Ay mierda!
—¡No! — niego antes de que lo diga.
Se queda mirándome y comienza a mover los labios como si estuviera recordando algo. Luego empieza a contar con los dedos.
—¡Jack no! ¡No estoy embarazada! — lo detengo. —Ni busco estarlo, sólo sentí curiosidad por Alexander.
Sigue contando poniéndome nerviosa. —¡Bastardo! — se ríe mientras la luz de su IPhone se enciende tres veces. —Es un bastardo, hijo de perra, maldito.
Maldice también en otros idiomas como italiano y se pone a revisar el mensaje que acaba de llegarle.
—Dime qué tanto cuentas con las manos.
—Parezco loco Emma y lo estoy un poco, pero no soy imbécil— lo dejo divagando solo y vuelvo con Millie, espero que no le diga a Alexander lo que le pregunté.
Las llamadas entrantes del celular de Cora la despiertan y las del mío también. —Es Sarah— miro mi móvil confundida y Cora se frota los ojos encendiendo su celular. —También es Sarah— dice mostrándome las llamadas pérdidas.
Dejo pasar la llamada hasta que deja de sonar. —¿Qué quiere esa loca? — Cora se levanta agitada.
—Tal vez informar algo de Dylan ¿Jack? — me levanto para mostrárselo, pero el mismo viene con el móvil en las manos y el ceño fruncido.
—Son de Sarah— le muestro la pantalla. —También llamó a Cora.
—También tengo una— dice serio.
—¿Sabrá que estamos aquí? O ¿Qué tú estás aquí con Millie?
La cara no le cambia, pero no es la llamada lo que lo puso así, si no el mensaje. Reacciona sin decirnos nada y le pide a Ida su celular. Lo abre y saca de los ajustes su ubicación, al otro guardaespaldas le hace lo mismo y así con el de cada uno de los que estamos en la casa.
Cora y yo miramos perplejas lo que hace desactivando una ubicación que no sabíamos que existía en nuestros móviles.
—¿Hay algún otro dispositivo móvil aquí? Una laptop o un IPad que hayan traído.
—No, es todo lo que traemos de Londres— dice Cora, pero de mi auto saco mi laptop del trabajo.
Hace lo mismo que hizo con los celulares con ansiedad. —Llama al lobo— le dice a Ida y le da una instrucción en danés que no comprendo.
—Tienen que irse de aquí— junta mi bolso y el de Cora desesperado. —Tienen que irse con mi hija, no podrán seguirlos, desactivé cualquier tipo de señal rastreable de sus móviles y el de tu laptop, por suerte tu Mazda no tiene rastreadores digitales.
Ida junta las cosas que había preparado para Irlanda. —¿Qué sucede?
—Logan viene, viene por Emilia— dice frío. —Sarah la entregó.
Maldigo con un escalofrío frío recorriendo mi espalda y Cora asustada recoge sus cosas, pero el tiempo desesperado que poseemos no es suficiente para Jack, saca de sus maletas su bata blanca y unas muestras muy pequeñas con las que jugaba Millie hace poco.
—Esa perra está loca— dice Cora y Millie repite la palabrota que dice haciendo reír a Jack, pero vuelve a ponerse serio en cuestión de segundos. —Entregar a su propia hija.
Jack empaqueta las muestras sacando la dosis correcta de cada una de ellas con una jeringa y con la ayuda de Cora porque se ve muy ansioso como nunca lo había visto antes, se la pasa repitiendo que tiene que prepararlas.
Dos de ellas o quizá todas sube a guardarlas en la casa, baja corriendo descalzo y niega con la cabeza.
—El auto está listo, suban por favor— Ida nos insta a todos a subir.
Apago el gran televisor y levanto a Millie en brazos. Jack no se mueve de la escalera, vuelve a negar con la cabeza mirando a Millie y toma mi móvil llamando a Alexander, no tarda en responder, pero no lo deja hablar.
—Cállate y escucha, hay unas muestras con Bennett, son el complemento de una toxina que David y yo creamos, es similar a la dosis que le suministraste al...— me mira —Al tipo de la otra noche, ya están empaquetadas.
Alexander le dice algo y asiente, aunque él no lo puede ver, corta la llamada y deja de mostrarse ansioso. —Ida, me llevará sólo a mí.
—Pero Logan vendrá aquí, Sarah te dijo que tenía esta ubicación— Cora lo apresura a salir, pero no la deja.
—No— niega de nuevo. —No— sigue repitiéndose a sí mismo. —No lo hizo porque Emilia es nuestro mundo, pero si quiere algo que yo tengo de su hermano y se los voy a dar— nos enseña las muestras que tiene en su bata ya empaquetadas.
Hay algo en lo que dice que, aunque está calmado no me convence. —¿Qué vamos a hacer?
—Esperar aquí a que venga Alexander. Hay una persona más aquí vigilando y no dejará que toquen a Emma— dice serio.
—Entonces te vas solo con Ida.
Jack asiente a lo que dice Cora.
—¿Te vas papi? — dice Millie en los brazos de mi rubia favorita escuchando lo último que dijo Cora.
Su labio inferior empieza a temblar como hizo cuando Alexander no la quería abrazar.
Jack le sonríe con una calma fingida. Cora la deja bajar de sus brazos y él se arrodilla con ella para estar a su altura, se ve que le parte el alma dejarla aquí, pero veo que no puede ignorar lo de Sarah.
—¿Te vas papi? — repite su hija.
—Sólo unas horas— le acaricia la mejilla —Te veo mañana en la mañana.
—¿Lo prometes? — lo mira con los ojos grandes que comparte alzando el dedo meñique.
Le quita el chocolate de la nariz. — Lo prometo princesa Millie— cruzan los dedos.
Ambos se besan la parte inferior de la mejilla como en la video llamada del Caribe y por primera vez lo veo abrazarla muy fuerte levantándola llevándola hasta la puerta, cuando se la regresa Cora veo sus ojos húmedos.
—Las veo en la mañana, espero que a Alexander le guste el nuevo diseño de sus muebles rayados— nos dice sin perder el toque de broma.
—Regresa en una sola pieza— le pido.
—Cuida a mi hija Emma, es todo lo que tengo— se va con Ida y sólo quedan dos guardaespaldas aquí que no me infunden mucha confianza.
Pero al ver la sombra del tercero en el reflejo de la puerta recuerdo lo que dijo Jack. Alexander se mantiene en contacto directo la hora siguiente. Millie termina dormida en los brazos de Cora.
Me siento extrañada por el tercer guardaespaldas, al menos Rebecca no es o estaría estampando su cara en la pared más cercana.
—¿Por qué no llamas? Sarah es una maldita, entregar a su propia hija al demonio— Cora habla bajo para no despertar a Millie. —Voy a infiltrarme en los archivos del MI6 y le pondré un maldito crimen en su historial para que la encierren.
—Está loca, yo mejor que nadie sé que recurrir a Logan es perder de cualquier lado— pongo mi cabeza entre mis manos —¿Quién diablos la ayudó a contactarlo? Nadie en el MI6 tiene contacto directo con él.
—Lena, lo dudo, ella está con Bennett no sería capaz. — se queda pensando —Tyler, tal vez por eso se portó amable contigo, porque quería desviar la atención y cuando lo supiéramos no culparlo.
—No traicionaría al lobo y menos a su esposa tan a la vista.
—Pues alguien lo hizo y alguien que tiene contacto directo con la organización de los treinta y siete— dice enojada. —Espero que Jack regrese en una sola pieza.
—Estás exhausta ¿Por qué no vas a dormir arriba con Millie? Yo quiero ver a Alexander cuando llegue y no me fio de los guardaespaldas que hay cuidándonos.
—Eres la mujer del lobo, nadie te tocará sin sufrir las consecuencias.
No niego esa afirmación. Sube con Millie en sus brazos y espero dos largas horas mirando por noticias de Jack cada cinco minutos en mi celular.
Veo las camionetas negras por la ventana del diván y el alivio interno que me recorre me hace reocupare menos por Jack. Dejo mi café de lado y salgo al piso de abajo por la puerta de los guardaespaldas.
Escucho la voz de Alexander afuera y salgo a recibirlo, pero lo que escucho me detiene.
—Logan atrapó a Jack mi señor.
Me quedó paralizada. Lo último que hizo fue prometerle a su hija que la vería en la mañana, sin saber que sería la última vez que la vería. Dios.
—No hay ubicaciones disponibles de su celular, Ida regresó sólo. No pudo ayudar al camaleón, dicen que el MI6 estaba ahí— dice otra voz más grave. —Ida trae heridas superficiales.
Me petrifico aún más.
Camino descalza y frenética a la salida con el pulso disparándose en mi pecho. No. Miro primero a Alexander y después a la persona que le entrega el dispositivo de rastreo de la unidad de Dmitry.
Tiene un comunicador en el oído y el tatuaje del lobo en el antebrazo.
—Esta es la ubicación, mi señor.
Me quedo mirando su cara y cuando salgo todos me ven, pero yo sólo lo miro a él, con el recuerdo amargo de su cuerpo moribundo en mis piernas.
Dígale a mi señor que no pude salvarla.
—Ethan.
Levanta la cabeza. — Mi señora.
¡Hola sexys!
El que tenga miedo de morir que no nazca. *Se va corriendo*
¡Los amo tres millones!
-Karla.
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