CAPÍTULO 53
Emma.
Apenas toco mi Brownie en la terraza del neurotico dueño de Hilton &Roe, que odia el desorden, la mala alimentación y la basura en su impecable oficina.
Entra con mirada de pocos amigos en la terraza donde admiro la vista de Londres y hace limpiar a Amelia las migajas de mi postre con una pequeña aspiradora de mano, automática que hasta podría absorber el polvo en el aire.
—¿Por qué no utilizas la charola, Emma? — hace un esfuerzo para que su neurotismo no le explote. —Para eso están, y la basura va en su lugar y los restaurantes para la comida, aunque eso ni siquiera es comida, sólo carbohidratos.
—¿Cuál charola? — trozo mi brownie por la mitad haciendo un desastre y casi se le salen las venas de la cabeza, le hace una señal a Amelia y trae la mini aspiradora negra limpiando.
—Ya sabes que no me gusta el desastre y que comas comida no tan saludable— se pasa los dedos por las sienes, estoy haciendo que me odie.
—¿Estás diciendo que no puedo ir a pedir papas fritas cubiertas de queso liquido en el restaurante de comida rápida que pasamos de camino aquí, o pollo frito cubierto de grasa bañado en salsa picante?
—¿Te quieres provocar un infarto?
—¿Te quieres quedar sin prometida? — tomo otro brownie con miles de calorías, está bañado en chocolate. —Porque si insistes en que tu gran amiga Rebecca siga en tu casa lo harás pronto, no hay lugar para una guardaespaldas más.
—Así que de eso va todo el pedido— se ve de peor humor. —Si eso te mantiene molesta, lo hablamos, como gente civilizada no poniéndote exceso de carbohidratos en tu salud— se sienta en la terraza, aunque Amelia le avisa que tiene una reunión y va retardado.
—Esto no es hablar, hablo, dices que no y das por terminada la conversación.
—Rebecca me sirve como informante de los pasos de Tyler, con Maya encerrada no había nadie que me dijera con quién se encuentra o con quién se ve y sabemos que Richard lo informó desde antes del cambio del día de las elecciones y no me lo dijo.
—No me importa si quieres que tus negocios funcionen o vigilancia las veinticuatro horas con Tyler o el ministro, no quiero a tus amiguitas cerca.
—No voy a discutir los términos de mi organización contigo, estos son temas importantes no caprichos, estás muy irritable hoy.
—Ella dejó que Susan me sometiera, no creo que haya estado drogada como dijo.
—Jack encontró los restos de anfetamina en la revisión que le hizo— un punto a favor de ella— Rebecca está como espía en los movimientos de su tio con el ministro y sigue siendo mi guardaespaldas. Ya me entregó unos recibos que Tyler estaba sacando de mi empresa, la tengo vigilando a Richard por las noches para encontrar a Susan.
Se va malhumorado y yo me quedo con mi brownie solitario. Yo odio el chocolate, pero ya me comí dos de estos para molestarlo.
La mujer está siendo de utilidad. Jack dijo que ella manejó con Caterva para llevar a Bennett al Score. No tengo armas para que se largue, ni pruebas para que la corran, es Alesha versión mejorada.
—Estamos juntos en está situación Emma, no hay tiempo para escenas de celos—. Se ve complacido que ya no tenga con que replicarle.
—Esa no es la razón por la que quiero que Rebecca se largué.
—¿Cualés son sus argumentos entonces? — se pone en modo empresario —Vamos a dialogarlo como si fuera una reunión de negocios señorita Brown.
—Desconfianza, no es apta para su trabajo, señor Roe.
—En tres días será propinada debidamente por la falla de cuidar debidamente a mi futura esposa.
—¿Cómo?
—¿Está aceptando oir los estragos de una organización delictiva?
Me pongo recta como él. —Tengo todo el día señor Roe, pero usted tiene una reunión en espera.
—Las organizaciones delictivas, como la mía o la de los treinta y siete, están divididas estratégicamente— sigue hablando en tono empresarial, pero de la organización. —Tiene una cabeza, de varios miembros poderosos como yo, después están los kray, que en mi caso son mis hombres de seguridad, los mozos, ahí entra Jack y los mejores francotiradores, como Bennett.
—¿Cuáles son los castigos de la organización del lobo?
—Yo no castigo— su mirada se ensombrece —. Yo torturo, nena— se levanta.
Me deja por su reunión y Amelia hasta se pone de rodillas limpiando la alfombra en busca de las migajas murmurando que Alexander está enojado y está asustada por eso.
Hay una ensalada verde empaquetada para mí. Este hombre controla hasta mi comida. Alicia apenas dice algo mientras voy a conversar con ella durante la reunión de Alexander, Cora está mal, le costó venir al trabajo, eso y el evidente chupón en su mentón. La paso genial en la fiesta.
Ver a Rebecca ha disminuido mi apetito y no mejora cuando Ida y yo salimos y ella sigue en el estacionamiento para ver a Cora.
—¿La llevo a algún lado, señorita Brown?
Su amabilidad me irrita junto con su voz, todo en ella es falso y empeora cuando recuerdo lo que dijo Octavian del beso en la biblioteca y lo que hayan hecho ahí.
Es tan falsa, con Alesha al menos no fingía ser amable, era una perra y lo demostraba, con Rebecca me fastidia esa máscara de inocencia que tiene frente a todos haciendo que le tengan lástima y que busque irritarme cada que nadie la ve.
—Tú ya no eres mi guardaespaldas desde que dejaste que me encerraran— le recuerdo —Ida, vámonos.
El oriental saca las llaves, pero ella corre desde el Aston Martin de Alexander a mi Mazda, pero no boto los seguros con el mando a distancia. No quiero ni que lo toque.
—Aún conservo mi trabajo con Alexander, eso significa que sigo estando sobre tu cuidado Emma ¿Me permites sus llaves? Yo manejo.
—Para estar muy entrenada, en la primera oportunidad no serviste de nada, parecía que ayudaste a Susan silenciosamente.
—Me detuvo la gente del ministro, ya lo sabes, además soy amiga íntima de los Roe, no me confiarían a tu seguridad si no saben lo buena que soy.
—No te creo, eso lo dices desde hace un par de días, pero trabajas para un mafioso y simplemente ¿te emboscaron? — ladeo la cabeza.
—Si no crees en mi versión de los hechos Emma, no puedo hacer nada por ti, Alexander ha sido muy bueno conmigo por nuestra amistad, sabía que no me iba a dejar ir fácilmente, espero que lo entiendas, es casi como la relación que tienes con el agente Gray— sonríe con tristeza y aborrezco que lo llame por su nombre.
—Con él es diferente, Dylan es mi familia.
—Y Alexander la mía— responde de inmediato. —Bueno... en el sentido general, porque hay cosas que las familias no hacen— pone la cabeza gacha mordiéndose el labio.
Me arden las mejillas de los celos que me provoca. Me recuerdo su asqueroso perfume en el traje de mi prometido.
Miro el piso más alto del edificio de Hilton &Roe dónde estará Alexander.
Ella será la salvadora del mundo entero, ayudar a los enfermos y la reina de la caridad si quiere, pero dejarla trabajando con él va a costarle.
—Voy a tratar de conseguir que te sientas segura de nuevo conmigo.
—Eres muy insistente.
—Ese es mi trabajo, si necesitas ayuda con la cena familiar puedo encargarme de todo, sé lo que les gusta a los Roe, como les gustan las fiestas, la comida que prefieren, el vino, tu no posees esa información.
Ida está como estatua de silencio. Cada palabra me enoja más que la anterior, me hace ver como la intrusa en la familia. —Sabes mucho de ellos, ¿Desde cuándo los conoces?
—Desde que Maya se casó con mi tío hace casi once años.
—¿Los conoces mejor que Alesha?
—No— responde y yo sonrío victoriosa —. Pero los conozco más que tú— se me borra la sonrisa.
Esto es de lo que hablo, me empuja al límite cuando no hay ningún Roe cerca.
—Yo también los conozco a la perfección, es más, ábreme el Aston Martin de Alexander.
—¿Perdón?
—Que quiero las llaves del Aston Martin— señalo otro auto que está en el estacionamiento, hay tres de él aquí, incluido un Cadillac como el modelo de Maya, pero me empeño en el primero porque es su preferido.
Ida y ella intercambian miradas silenciosas. — Lo siento Emma, pero sabes que los autos del señor Roe no los maneja nadie excepto él, pareces novata viviendo en su casa— pone las manos a su espalda.
—Te he visto manejar el Cadillac a ti.
—Es cuestión de confianza— me tienta. —Pero el Aston Martin no lo toca nadie, ni siquiera los guardaespaldas— eso me pone más obstinada.
—Ida, tráeme las llaves del auto de Alexander.
Rebecca lo mira con una advertencia en su mirada deteniéndolo de obedecerme. — Sin autorización no puedo hacerlo, señorita Brown.
Miro a los dos con la dignidad intacta y camino a la camioneta negra que usa Ida, busco las llaves yo misma.
Veo las del Cadillac y las negras del Aston Martin. Rebecca aprovecha a venir, pero si me pone un dedo encima vamos a perder las dos la cordura aquí.
—Emma, Alexander no te autorizó a llevarte su auto. — camina detrás de mí como cachorrito —Tiene tres pares de llaves aquí, llévate el Cadillac.
—Voy a llevarme el Aston Martin.
—Dame las llaves o tendré que informarlo.
—Hazlo, por mí no te detengas.
Dice algo por el micrófono de su oído mientras recojo mi bolso. Maldita chismosa. La puerta no se abre cuando hago el intento. —No va a funcionar, tienes las llaves, pero no el patrón de acceso del control
—¿Y cuál es el código de acceso?
—Como si fuera a decírtelo— se cruza de brazos —El otro método funciona a huella digital de Alexander, ya lo informé y va a bajar en cualquier momento, te dije que sus autos no los toca nadie, ni siquiera tú.
Miro las llaves en mi mano. Este es un mando táctil, frunzo el ceño. Rebecca las toma y hago que apriete el botón del mando que dice "abrir", no sirve.
Ida niega, como si me leyera la mente diciendo que su huella no va a funcionar tampoco, pero de todas formas pongo su dedo, nada pasa. Otro de los guardaespaldas que mira en silencio se acerca sabiendo lo que quiero, me entrega su mano agachando la cabeza.
Podría pasar el día entero y no sirve ninguno, la próxima vez que quiera robarme el auto, le corto la mano a Alexander.
Con pocas esperanzas aprieto el botón yo para devolver las llaves a su lugar y me sobre salto cuando las luces delanteras parpadean al mismo tiempo que las dos puertas delanteras se abren a los laterales.
Los cuatro nos sobresaltamos hacia atrás.
—¿Se abrió? — le sonrío a Ida serio como siempre.
Pero a mí se me iluminan los ojos como a una niña en navidad con los regalos. La veo hablar por el audífono a la comunicativa arpía, que tiene la voz más desesperada que antes y le digo a Ida que me siga en la camioneta de inmediato.
Corro a meterme y el asiento del conductor está muy atrás para alcanzar el volante, no encuentro como acomodarlo, es demasiada tecnología para mí.
Aprieto los mismos botones de ayer, pero ninguno lo hace. Ida no me ayuda, es como mi sombra, no es Ethan.
—Forward— escucho algo parecido a la voz de Ethan dentro del auto y el asiento se mueve en automático adelante con un zumbido eléctrico.
—¿Qué coño fue eso?
Estoy fría de haber confundido la voz de la pantalla electrónica con la de Ethan, en la misma pantalla del GPS, sale su nombre y el número de placa.
Alexander Roe. MK67P
Estoy en el Aston Martin prohibido de Alexander Roe.
Sonrío, aunque los guardaespaldas tienen cara de que los van a despedir después de esto, incluido Ida, y que ese hombre muestre emociones es por algo grave.
Saco un par de lentes negros que mantiene Alexander por su vista y me pongo de puntillas mirándome en el retrovisor aplicándome labial rojo y dejando un beso en el espejo del retrovisor para mi prometido.
—Nunca he manejado un auto de estos, pero voy a arriesgarme o a matarme— me pongo el cinturón y presiono el botón de encendido.
Ruge la maquinaría del motor poniéndome ansiosa y con el acelerador parece que voy a iniciar una carrera de autos.
—Joder, ¡Qué potencia!
Es muy diferente ir en el asiento del copiloto al del piloto, tienes todo el control del vehículo y su velocidad. Ya entiendo porque es el favorito de Alexander, es el mejor de sus autos. Veo triste a mi Mazda despidiéndome de él, pero acelero a la entrada.
Una luz verde parpadea en la pequeña pantalla del frente y veo por el retrovisor a Ida en la camioneta.
El encargado de la entrada ni siquiera me pide mi tarjeta de acceso, en cuanto ve que es el auto de Alexander y su seguridad la que viene conmigo, levanta la taquilla y nos deja pasar, como las ventanas están polarizadas no saben que soy una pequeña ladrona.
Bajo la ventanilla justo cuando salgo a la calle y le hago un adiós al vigilante con la mano mirando su cara asombrada, pero ya es tarde para detenerme cuando piso el acelerador.
La velocidad que tiene este auto me deja un cosquilleo en el estómago con adrenalina cuando pasan los autos cerca de este como manchas borrosas.
Ondeo entre varios carriles aferrada al volante. —Alexander va a matarme— no he dejado de sonreír desde que dejamos Hilton &Roe.
Ya entiendo porque nadie puede tocar sus autos, usarlos es un lujo completo que no se puede dar cualquiera.
Voy pensado si es mi huella lo que abrió el auto o un mando a la distancia. La piel de los asientos me hace sentir como un auto de carreras, los cambios de velocidades los llevo lento, tampoco quiero matarme si es la primera vez que uso el Aston Martin.
Pero definitivamente no será la última, incluso me llevaré sus otras colecciones de su estacionamiento privado en nuestra residencia.
Es justo cuando llego al apartamento de Cora en el que me doy cuenta que la luz que parpadea en la pantalla es una llamada entrante de su empresa.
El que abre la puerta es Dylan al teléfono, se queda estático en la puerta, pero no me habla porque está sumergido en el trabajo como siempre.
Con la mirada enojada desde que me ve, ni siquiera me da la cara cuando sale al pasillo a atender su llamada.
Mira al grandote de Ida con su ceja cortada quedarse en la puerta. —¿Por qué no te quedas en el estacionamiento? — le dice tapando la bocina de su celular.
Ida niega con la cabeza. —No me puedo alejar a menos de dos metros de la señorita Brown.
—No te voy a dejar entrar al apartamento de Alicia, ni a ninguno de ustedes.
La ceja cortada sube en burla mirándome. —Soy del pelotón del ejército de Irak del del noventa y nueve y del dos mil siete, puedo entrar con o sin su permiso a cualquier lugar agente Gray.
—Todos ustedes son iguales, ni siquiera saben lo que es el honor— niega Dylan susurrando y perdiéndose en el pasillo.
Cora está destrozada por la recaída de Bennett tanto que Alicia tuvo que hacer un esfuerzo grande para ir a trabajar y no dejarla. Sus ojos están rojos e hinchados de tanto llorar por la noche.
Planeo pasar todo el día y la noche con ella si es necesario. Maya dijo que vendría a visitarla, pero no será un buen momento ahora.
Estamos viendo Friends mientras la abrazo en pijamas como si estuviera enferma y en parte lo está. Le doy parte del brownie que me consiguió Amelia, pero no quiere probar bocado.
Me entristecen los sollozos silenciosos que palpo en su espalda cuando hay una escena graciosa, porque sé que ni siquiera está mirando la serie conmigo.
A veces la mejor manera de consolar a alguien que está roto por dentro es quedarte en silencio a su lado, sin hacer preguntas, sin pedirle que deje de llorar, sólo quedarte en silencio.
—No quiero ver a nadie, no estoy de ánimos, Lena no deja de llamarme y tuve que apagar mi celular ¿Qué diablos quiere de mí esa mujer? Está casada con él— susurra cuando Dylan trae una charola con comida para ella, la tomo, pero no lo dejo entrar.
—Asegúrate de que coma algo, aunque no quiera, no quiero que se enferme— Dylan es el que más enojado está, pero con ella es atento, conmigo mantiene un aire distante desde que llegué.
Trae puesto su uniforme del trabajo, sin el chaleco azul, ha estado trabajando en su laptop desde la sala. Cuando salgo a la cocina apenas me mira, le pregunto que hace y sólo murmura pocas cosas.
Acaricio su espalda cubriendo su manta y se vuelve a acurrucar a mi lado.
—Tyler obligó a Bennett a casarse con ella en la rehabilitación, le dijo que era la única manera de evitar el escándalo para la empresa de Alexander, él estaba vulnerable y no se negó, ni siquiera quiero verla porque ella pudo decir que no y no lo hizo.
—Lena dejará de llamar, yo me encargo, pero tienes que hacer un esfuerzo para comer, por favor.
Al principio niega, pero después lo piensa mejor y tocándose el vientre apenas abultado termina asintiendo. Con este pijama se le nota más el embarazo, apenas es leve la curva, pero ya es notoria.
—¿Dylan ha estado trabajando toda la mañana?
—Y toda la noche— se limpia la cara — Parece un robot que no se cansa, ni si quiera ha dormido, no sé en qué cosa está metida Sarah en este momento, que no ha parado de usar su celular para comunicarse con ella.
Se levanta lento como si estuviera cansada y va para asearse en el baño. La ayudo, pero niega diciendo que la deje hacerlo sola y camina descalza.
Voy a la cocina por su té mágico y miro a Dylan teclear, pendiente de su celular cada dos minutos.
—La convencí de comer algo, me aseguraré de que se anime un poco, quizá llamé a Octavian para el almuerzo, es más sano que la comida a domicilio — asiente sin mirarme o hablarme.
Espero por el té a prepararse y el silencio se vuelve incómodo. —¿Quieres un café? Te ves cansado, me dijeron que pasaste la noche aquí — levanto la taza a su mirada, pero ni siquiera levanta la cabeza.
—No, gracias.
Me acercó al sofá dónde está y cierra de inmediato la laptop. —Estoy trabajando.
—Has estado ocupado desde que llegué, puedo prepararte el desayuno o si quieres puedes ir a resolver tus asuntos, te vez muy ocupado, pasaré todo el día con Cora, si necesitamos algo Ida está aquí y tengo un auto conmigo— señalo la puerta dónde viene mi guardaespaldas y del Aston Martin aún tengo las llaves y dos llamadas de Rebecca.
Si Alexander no es capaz de despedirla, no puede obligarme a tenerla cerca como guardaespaldas.
—No tengo hambre— Dylan finalmente me mira y veo las ojeras en los ojos azules, solo bebé agua desde que llegué —Y no pienso dejar a mi hermana cuando más me necesita, yo no hago eso con mi familia.
Es un comentario directo. Lo miro avergonzada por lo de anoche. —¿No quieres el desayuno al menos?
—¿Ahora te preocupas por mí?
—Siempre me preocuparé por ti, estoy siendo amable Dylan, no es el momento para una discusión...
Contesta una llamada en su celular interrumpiéndome y dándome la espalda como si lo que digo no fuera importante. —Dime Sarah ¿Lo conseguiste? — frunce el ceño —La libertad condicional la firmó el ministro, no puedes procesar otra demanda.
Sabemos que habla de Maya por eso se va de nuevo para el pasillo de afuera bloqueando su laptop como si yo fuera a revisar sus asuntos.
Cuando sale de mi vista llevo el té de regreso con Cora no sin antes dejarle una taza de café al lado de su laptop con una servilleta como disculpa silenciosa.
Anoche me suplicó ir a su casa porque me necesitaba.
Remuevo el azúcar en la habitación, escucho el agua del grifo salir, pero no se oye nada más y toco la puerta no responden. —El desayuno está servido— todo lo que hay es eco del otro lado. —¿Cora?
Abro la puerta encontrándola sentada en el suelo hecha un ovillo al lado del lavabo llorando en silencio con la cara entre las manos. —Oye— me agacho con ella, se aferra a mi mano hasta que después de varios minutos deja de hacerlo.
Se limpia la cara dejándosela roja y voy a levantarla, pero es un como peso muerto, apenas me ayuda y se lava las manos mirándose triste en el espejo. Limpiándose de nuevo las mejillas húmedas.
—No sé qué decirte.
Suspira cerrando el grifo, dispuesta a hablar, su suspiró muestra dolor y su apariencia la delata.
—Emma, he pasado estos tres meses pretendiendo que soy fuerte...— se sienta sobre la tapa del inodoro mirando sus pies descalzos. —Parece que soy valiente, que soy feliz con mi carrera en Gallery Art, que lo fui con Luke, la primera vez que me golpeó me quedé estática, fue como si abriera los ojos de mis mentiras.
—Te juro que, si te agrede de nuevo, lo mataré.
—Algo me dice que Bennett lo hizo, la agencia y Art Gallery no han concretado ninguna reunión con él desde hace casi dos meses.
—Lo último que vi en el hospital fue que se lo llevaba.
—He pasado estos meses enojada, aun sabiendo que se llevó a Luke, estaba enojada por lo que se hizo Bennett, cuando se fue con Logan la primera vez y se convirtió en un adicto de nuevo.
La escucho en silencio porque sé que lo quiere sacar.
—Pero me acabo de dar cuenta que todos esos meses en Brent cuando fue tu exilio y me hice una vida con Luke, no estaba enojada— sacude la cabeza —Sólo me sentía culpable... por haberlo abandonado cuando más me necesitaba porque elegí a mi familia y no al hombre que amaba.
—No puedes culparte por sus decisiones y menos ahora que tuvo esa recaída.
—Quisiera culpar a cualquiera por lo que pasó— suspira limpiándose la nariz mirando al vacío —Pero la verdad es que lo hizo porque me quiere todavía. — se ve muy cansada —. Es su padre el que se empeña a destruirlo, él lo obligó a inyectarse para mantenernos con vida a Alicia y a mí.
Siento mi cara ponerse pálida mientras ella se sobe por la nariz que le queda roja. —Jack no dijo nada de eso cuando fue con Alexander.
Se ve perdida —Cuando descubrí que Bennett era parte de la organización a los meses de conocerlo, rompí con él y lo dejé irse a Nueva York, Luke lo sabía y no te lo dije.
—Pero lo querías.
—Bennett representa todo lo que odio, perdí a Dylan en el momento en que se enlistó en el MI6, no conozco a una madre que no sea Kate, ni siquiera recuerdo la cara de mi madre. ¿Por qué no la recuerdo Emma?
—Porque eras muy pequeña.
—Porque la organización de Bennett los mató. Porque no le importó que sólo fuéramos niños para quitarnos a nuestros padres.
Se ve enojada a pesar de estar llorando y me doy cuenta que no sólo ha estado llorando por Bennett.
—Sawyer quería venderte ahí. ¿Te acuerdas del miedo que sentiste cuando James nos secuestró? — asiento cuando mi estomago se revuelve, ese no es un recuerdo agradable —Anoche sentí un miedo peor al que sentí Seth.
—¿Quién estuvo aquí Cora?
Su expresión se pone seria —Logan Roe, el amo de la organización de los treinta y siete, su padre.
Las ganas de vomitar mi desayuno desmadejan mi cuerpo, con la confesión que no quería escuchar de nadie. Porque... carajo, sólo un imbécil no puede notar que los ojos de Alexander son idénticos a los de Logan.
—El maldito que ha jodido al lobo, al hermano de Sarah y a Bennett, es el padre de los Roe— su labio tiembla amenazando con volver a llorar, pero su enojo es más grande —Lo vía reírse a carcajadas mientras Bennett se metía la anfetamina, él quería vengarse porque dice le robó las muestras que hizo el hermano de Sarah.
Abro la ventanilla de la puerta de su habitación buscando aire y veo a Ida parado en el pasillo de la salida. —Caterva no nos lo dijo.
—Tal vez porque se convenció que Bennett iba a recaer tarde o temprano.
Enciende unas de sus varitas aromáticas cerca de su cama en silencio. El olor me desagrada, es desgastante estar perceptible a los aromas, parece que de repente odio oler todo.
—¿Cómo no lo supiste la primera vez que lo viste? — se anima a tomar una uva del plato— Son los mismos ojos del cabezota, varios rasgos y con la edad, te aseguro que Alexander será casi idéntico a él.
Espero que no.
—Logan tiene un aire muy amenazante, te sientes acorralado— le explico —Cuando me encontró en Nueva York, era como estar frente a una bestia, que pensé si hacía un movimiento en falso me iba a morder.
—Pero lo sabías entonces.
No le respondo de inmediato, pero como me mira lo hago. —Sólo tenía sospechas.
—No es cierto— trata de comer, pero pone cara de desagrado con la avena que le preparó su hermano —Querías que no fuera cierto, lo que veías. Te asusta que él sea igual a su padre ¿verdad?
—No tengo una venda en los ojos como cuando era su publicita y Alexander sólo era un empresario para mí, ahora sé lo que son y lo que hacen.
—Y, aun así, sigues ahí— dice pensativa y sus palabras ya no suenan como las de ella parecen ensayadas. —Hay una forma de esa familia en acomar las cosas a su conveniencia, de forma que les creas todo lo que te dicen, son muy similares entre ellos— se tumba en la cama mirando el techo —Tristemente Alicia se metió con Logan desde el club de su prima.
—Carajo— se me cae todo el ánimo que traía. —¿Qué le hizo? ¿La obligó?
—Sí y no, al parecer la usó para llegar a Bennett y como ella lo veía como un hombre empresario caliente simplemente abrió la boca de todo lo que él le preguntó mientras se la tiraba.
—¿Qué hiciste Alicia? — me paso la mano por la cara decepcionada.
— No la culpo, ella no lo sabía, me hablaba de un hombre empresario, hace semanas, me dijo que lo conoció en el club de su prima, que era un hombre mayor, pero con buen cuerpo y del atracón que se dieron— alza las cejas — Anoche la envolvió de nuevo y ella cayó en su fantasía sexual porque los Roe manipulan fácilmente.
—Sigues hablando de ellos en general, cuando Logan hizo esto con Bennett— busco mi celular.
—Porque Bennett igual iba a recaer, lo obligaran o no, ya te dije que todos ellos son iguales.
Atisbo la puerta sospechando cosas que no me gusta con su comportamiento. —Suenas igual a tu hermano Cora.
—Empeoré todo quedando embarazada Emma, me metí en la boca del infierno, sería mejor que no lo estuviera— se abraza a sus piernas fuera de sí —Anoche...— se abraza a sus piernas —Anoche estuve buscando clínicas en internet, clínicas que podrían arreglar mi situación en un par de horas.
—Cora— me siento con ella.
—Me siento tan culpable por haberlo pensado si quiera, pero no puedo estoy desesperada.
—Yo te apoyaré en todo lo que quieras, siempre, ¿Quieres hacerlo? — toco su vientre.
—No— mira a la puerta — Nunca, pero hice algo malo. Anoche fue el aniversario de la muerte de nuestros padres, Dylan vino y encontró a Bennett colado, después paso la noche aquí e hizo muchas preguntas.
—Te envolvió en un interrogatorio querrás decir.
—No sé si fue un interrogatorio— se abraza a sus piernas encogiéndose de hombros con su pijama holgado. —Pero fue reconfortante decirle lo que sucedió, cuando supe que Bennett estaba en la organización de los treinta y siete, al poco de conocerlo, debí alejarme de él, no terminar llevando a su bebé.
—Estás indispuesta para hablar en este momento Cora— no me gusta que no hable como... los del MI6
—No lo está— Dylan trae el vaso de agua faltante en la charola. —Está más cuerda que nunca, incluso más cuerda que tú.
—Someterla a un interrogatorio cuando está vulnerable es indecente y va contra la ley.
—Es mi trabajo y siempre ha sido mi prioridad, después está, cuidar a mi hermana.
—Te aprovechaste de las personas que te quieren por tu maldito puesto de agente en el MI6— lo señalo con el dedo y Cora se limpia las mejillas, confundida.
—Parece que se te metieron en la cabeza Emma. Mira como hablas — se cruza de brazos en la puerta — Mira cómo te manipulan a ti, ahora ni siquiera eres capaz de ver dónde está el lado de la justicia.
—El lado de la justica no está ni cerca de estar del tuyo. Me dijiste que comienzas a tener dudas, yo te dije que las escuches porque pueden ser ciertas. Tu honorable ministro es más corrupto que Tyler Hilton, no te sorprendas cuando los utilice para su beneficio.
—Me sorprende escuchar tantas barbaridades de una trabajadora personal de los Madden.
—Dices que soy muy manipulable, pero todos los agentes lo son. Ella no te habría dicho nada, ni con veinte horas encerrada con Sarah porque sabe quién el ministro Madden y que aquí no hay buenos ni malos, sólo existen los menos corruptos y los malditos ¿De cuáles eres tú?
—De la justicia— dice con la frente muy en alto —Siempre voy a ser parte de la justicia porque si ellos no tuvieron compasión de mis padres, yo no la voy a tener de ninguno de ellos.
—Esto es lo que hace el ministro— le muestro mis muñecas —Me encerraron en un consultorio y me sometieron a quitarme las cicatrices que me hizo mi abusador ¡Ahí está tu maldita justicia!
Mira mis muñecas rojizas que van disminuyendo con la loción y las horas. Me toma las manos y las ve el mismo, mientras Cora le dice lo de Susan.
—¿Me vas a decir que sigues pensando que son honorables?
Veo las dudas en sus ojos como ayer en la fiesta, pero está cegado por su placa que no se debate en creerlo o no.
—El ministro no le es leal a la justicia Dylan, si gana las elecciones todo va a empeorar, por una vez en tu vida no confíes en la justicia porque con Richard Madden se corrompió desde hace años.
Lo que le pido es como pedirle a un pez que viva sin agua, así de absurdo.
—Somos como familia, llamas a Kate madre, nunca querría que te hirieran.
—¿Vienes a hablarme de lealtad ahora? — deja mis manos, confundido — Anoche habrías venido, en cambio me dejaste abandonado cuando te necesitaba, te necesitaba tanto Emma— dice con enojo visible en sus ojos y con una amargura que me duele en el pecho.
—Todo lo que dije de Richard es verdad.
—No hables del ministro, no voy a caer en el juego de lo que le hiciste ayer para liberar a una asesina. Todo lo hiciste por liberar a Maya, me lo dijiste.
Se acerca agitando los brazos, me tenso, pero no me muevo. Ida con su ceja cortada, se pone a mi lado, no sé en qué momento entró al apartamento.
—Shhh— pone su dedo sobre su propia boca silenciándolo —Es mejor mantener la compostura agente Gray, eso es lo más cerca que puede estar de ella— mide con su pie dos pasos atrás.
—Te dije que te quedarás fuera, no me mires como si la fuera a golpear— niega con la cabeza —Yo no soy como Alexander, nunca le pegaría a la mujer que amo ni, aunque estuviera poseído.
—Eso espero.
—No soy una bestia como ellos, eso grábatelo en la cabeza guardaespaldas y tú Emma, no me hagas dudar de lo que soy, sabes que no puedo, nunca podré.
Sobre mi coraje, veo al niño de doce años que lloraba con Kate, pero no dura en mi mente.
—Espero que cuando te des cuenta, no sea demasiado tarde porque si Richard gana las elecciones será un desastre.
—Si te lo dijo Jack, él se llevó a Emilia, es un secuestro paterno para la menor, la patente del teniente Wall lo encarcelará, el lugar de esa niña es con su madre, ella tiene la custodia completa, por lo que tengo entendido, él es un prófugo.
Todas estas son distracciones del verdadero problema, el ministro tiene al MI6 ocupado con Beckham, con Maya y con Millie para el continuar con sus planes.
Es astuto, los sitios web que hablan del embarazo de su mujer le han hecho aumentar su popularidad e incluso sus redes sociales oficiales dieron las gracias por las felicitaciones en un comunicado que yo misma redacté.
No sé cómo convencer a Dylan, él tiene que abrir los ojos por sí mismo.
Apenas nos damos cuenta que Cora está dormida, así como se quedó sentada. La acomodo en su cama y salgo con Dylan a la sala, vuelve a su laptop, al silencio con el que me está castigando.
—¿Seguirás trabajando? — asiente aún distante de mí.
Al poco rato comienzo a trabajar contagiada de su aire laboral, al medio día me duelen los parpados por la pantalla de mi celular. Cora sale a la cocina un par de veces con mejor cara a servirse bocadillos.
Pasamos la mayor parte del medio día en eso, pero termina dormida de nuevo cuando se termina cuatro rollitos de canela, es el síntoma más común que tiene en su embarazo. Dylan sigue sin comer y aunque no quiera le preparo lo primero que encuentro en la nevera.
Me siento de vuelta en Trafford, nosotros tres como familia, aunque más distantes, noto lo poco que hemos pasado juntos desde que regresamos del Caribe.
Levanta la mirada cuando ve que bebo de su café dejándole un plato de comida y como le pongo ojos de pena su mirada fría cae. Sé el efecto de esa mirada en todo el mundo.
Picotea la ensalada con el tenedor y pone mala cara. Sé que soy pésima en la cocina, no hace falta recalcarlo. —¿Sabe mal? — me atrevo a preguntarle.
—Está muy buena— se sirve más, aunque su cara lo delata, pero es muy caballeroso para decir que sabe a comida de perro.
—No tienes que fingir que te gusta, hay pizza congelada, te pondré algo en el microondas— me río cuando niega y se atreve a meterse otro tenedor en la boca para no herir mis sentimientos.
—De verdad está deliciosa, pero si quieres pizza, te ayudo— dice todavía serio.
Abre la pizza y pone un pedazo extra para mí, pero ya he comido mis tostadas de crema batida. Chocamos en la cocina y me alcanza el frasco de mermelada de frutos secos. Es incómodo, como si ambos no supiéramos como actuar.
—No me gusta verte enojado conmigo.
—No me gusta estarlo— me quita un mechón de la cara.
El silencio es interrumpido por el microondas.
—Pero tengo que procesar todo lo que me dijiste ayer— se pasa la mano por la cara—. Y con el drogadicto arruinando todo, me siento como si me hubieran envenenado de nuevo como en el Caribe.
—¿Podemos dejar de momento al ministro, tu trabajo y todo de lado? Seguimos siendo amigos, aunque parece que poco a poco nos alejamos más.
Ni siquiera oculta lo ofendido que está —Nunca podría estar lejos de ti, eres tú la que se va, tengo mucho trabajo Emma— sigue en su laptop en silencio.
—¿Qué estás haciendo? — miro su laptop cuando me levanto por más café. —Voy a poner una orden de alejamiento de mi hermana contra Bennett Roe— finalmente bebé el café que le preparé. —Y antes que te opongas, estuvo fumando hierba frente a ella anoche, lo hago por mi futuro sobrino o sobrina.
—Si Cora te dijo como sucedieron las cosas, sabes que Bennett no lo hizo a propósito.
—Me dijo que ese hombre que le trajo la droga quiere encontrar las muestras que hizo David Wall— se coloca los lentes —En la carta que recibió Sarah David, le dijo que le dio sus muestras a una persona de confianza, pero si Bennett no quiso decir quién las tiene, eso significa que el MI6 estamos cerca de encontrarlas.
Me sienta en el otro sofá y veo el momento exacto en que deja de lado su enojo y se prende un interruptor que lo hace erguir la espalda y reacomodarse el uniforme.
—¿Tú no sabes quién las tiene Emma? Bennett Roe es muy amigo tuyo, cualquier información para recuperarlas es importante— me mira interrogando sin despegar la mirada de mí un solo segundo—. Es mejor que las tenga el MI6 y lo sabes.
Me palma la mano para tranquilizarme, mira las marcas rojizas preocupado y vuelve a mirarme.
—No sé dónde están las muestras— sueno convincente.
—¿Estás segura?
—¿Desconfías de mí? — junto mis cejas con la mejor mirada convincente que tengo, pero si no lo hago, ellos sabrán que Richard las tiene y al tratar de quitárselas lo hará desaparecerlas antes que Jack las recupere.
—Sólo a ti te confiaría mi vida— finalmente dice y me suelta la mano terminando su trozo de pizza.
. . .
El momento más temido del día llega cuando Maya el manso que la acompaña llegan para la revisión de Cora, el apartamento se convierte en una cacería.
La mirada del manso oscila entre Dylan y el cuchillo más cercano de la cocina y Dylan se pone el chaleco anti balas azul como si estuviera en la base.
—Quita esa cara agente Gray, yo soy como las ratas, me multiplico por diez cuando tratan de aniquilarme— Maya se quita los guantes con ese hábito de molestar a los Gray que tienen los Roe.
La cena de compromiso, se ve como una batalla en el comedor de la casa de Alexander.
—Mantenga las manos donde las pueda ver mientras esté aquí y no olvide que tiene un rastreador colocado por el MI6 para que no salga de la ciudad, cualquier movimiento en falso la hace regresar a prisión— dice igual de borde como ella.
Es evidente que se conocen de antes, quizá en una de las misiones del MI6 contra la organización.
El manso le gruñe realmente a Dylan como si fuera un animal salvaje y una mirada de Maya lo calma, parece un hombre joven silvestre.
—No sabes cuanto estoy esperando por la cena de compromiso de mi sobrino con Emma, para que las familias convivan como se debe— afila sus dientes con la punta de su lengua —Te aseguro que el postre lo pondremos con extra veneno, para que no se hable mal de los Roe, que no se diga que no terminamos el trabajo cuando asesinamos.
—Cualquier palabra que diga la tomaré como declaración.
—¿No te gustan las bromas de humor negro?
—Le doy media hora para revisar a Cora, después se larga.
—Cielo, no conoce mi humor— me mira horrorizada. —Hay que enseñarle modales a tu "amigo" porque en la cena familiar, mi familia no creo que pueda convivir con su vocabulario.
—Maya, por favor, no lo hagas complicado.
—Sólo porque tú me lo pides, pero prepara tus cosas, en cuanto termine iremos de compras, en honor al agente Gray, a lo mejor le conseguimos mejor ropa para la cena y no estos trapos azules que usa en el trabajo— se hecha el cabello hacia atrás barriéndolo con la mirada.
—Se le está acabando el tiempo de visita señora.
—Tiene una enemistad con la moda y yo lo voy a ayudar— se va diciendo mientras entra con Cora.
—¿Cómo la soportas? — Dylan está enojado.
—Ella no es borde conmigo todo el tiempo, pero lo que dijo de la cena me puso a pensar— en cuanto menciono el compromiso me da la espalda.
—No puedes darme dos días hasta que me menciones ese tema, no quiero ser grosero contigo. No puedo creer que este compromiso sea real— se jala el cabello semi rubio exasperado. —No con él.
Está desmadejado, cansado, dolido. Pega la cabeza en la pared recobrando el aliento.
Maya revisa a Cora en el límite de tiempo que le da Dylan y casi la saca a rastras de su habitación después de decirle la fecha de la siguiente consulta.
Ni cuando me despido tengo valor de mencionarle la cena porque los comentarios de Maya lo han hecho regresar a su máscara de frialdad, con Sarah al teléfono y a mí la culpabilidad de saber que lo estoy hiriendo.
—Entre más aplaces la cena de compromiso, más difícil lo harás para él. — me dice Maya al verme cabos baja durante nuestras compras.
Paso la tarde con ella de compras en Macy's, Ralph Lauren y todas las tiendas de diseñador que hay en Londres, si antes estaba segura que me matarían por robarme el Aston Martin, ahora estoy convencida que Alexander me va a mandar al exilió de vuelta, llevó todo el día con el auto.
Me relajo con la Maya de antes, pero no por mucho porque en cuanto tiene oportunidad comienza a preparar cosas de la cena de compromiso que yo no sabía que había.
Quiere un candelero encendido en el comedor, sus cubiertos de plata para la ocasión y el cocinero sigue siendo Octavian, pero sólo porque Alexander no come otra cosa que su chef personal no cocine.
—Ya sabes, por la cuestión de calorías y esas cosas— paga con su tarjeta negra en la caja la cantidad de pantalones y cinturones de piel que se ha comprado. —Estoy desquitando mi tiempo en prisión de compras— dice como si no importara nada que lleva gastados diez mil libras en tres tiendas.
—Sólo estuviste presa veinticuatro horas.
—Un día más y me acabo la fortuna de mi marido.
Llego a la casa de Alexander con cinco bolsas de compras porque la mayor de los Roe me obligó a comprar, dejando mi pobre tarjeta de crédito sin fondos. No vuelvo a pagar en mi vida dos mil libras por unos vaqueros.
Estaciono el Aston Martin y la mirada de todos los de seguridad es de horror al verme bajar, se dicen algo en danés murmurando por aquí y por allá, todos temerosos de lo que el lobo me dirá.
Entro a la cueva del lobo con mis bolsas de compras y con Ida siguiéndome ya firmada su sentencia.
—Fuiste un buen guardaespaldas Ida— le palmo el hombro, despidiéndome de él antes que nos maten a los dos.
—Si viene con una distracción será mejor.
—¿De verdad?
—No, me va a regresar a Irak en cuanto entremos.
Esto es lo más largo que he hablado con el oriental. Veo otro de sus Aston Martin de colección DB12 que es más lujoso que el que me llevé, me informan que lo sacó de su estacionamiento privado en cuanto me fui.
Ese hombre tiene más autos lujos que el mismo rey de Inglaterra.
El humo de un cigarro irrumpe en mi cara en uno de los escalones de la entrada de la casa, afuera en la calle, está oscuro, pero a los pies de uno de los de seguridad está sentado en el suelo desalineado Bennett.
El cigarrillo se enciende cuando inhala con los ojos cerrados. —Ha estado esperando por usted— dice el que cuida la puerta y veo la mirada perdida cuando levanta la mirada. —Puedo sacarlo de aquí si da la orden.
—¿Qué haces aquí Bennett?
—Oí que Maya le dio una consulta a Coraline, creo que ayer fume hierba en su apartamento. ¿Le afectó en algo? El cojo no me dejó acercarme hoy en la mañana.
Las ganas de quitarme mi abrigo y dárselo son muchas, pero su propio auto está estacionado lejos, por una de las ventanillas visualizo la silueta de Jack, pero a Bennett parece que simplemente no le importa.
—Estás drogado de nuevo, en la mañana dijeron que ibas a tener una sobre dosis.
Muerde el cigarro con los dientes. —Así como fue la madre, es el hijo— se ríe ahogándose un poco con el humo —No te preocupes Emma, soy experto en esto y sí duelen menos las palizas— se levanta la camiseta y veo las raspaduras en su abdomen, con sangre seca alrededor y partes amo ratonadas a los lados —¿Cómo está Cora?
—¡Mierda Bennett! — abro la puerta de la entrada y ninguno de los de seguridad de Alexander hacen amago de ayudarlo. —¿El MI6 te hizo esto?
—James, a lo mejor Sarah— se encoje de hombros —Emma, enfócate, ¿Qué pasó con Cora? — trato de tocarlo, pero no me deja —Lena me las curará cuando regrese a casa, Jack conduce, no estoy buscando matarme. — señala el auto. —Fumo silencioso para que el lobo no lo sepa.
—Él ya lo sabe.
—Entonces no tardará en echarme, ¿El bebé está bien?
—Si te importa tanto Cora entonces vas a sobre ponerte a esto. — digo e inmediato se ríe, parece tan pacifico.
—Si Jack te lo dijo ya no hay vuelta atrás en esto, sólo dime que mi bebé está bien y me largo a mi casa— no se ve que tenga ganas de sobreponerse, en cuanto se termina el cigarro de la boca con manos temblorosas busca dentro de sus bolsillos. —La gente del lobo me va a correr, es mejor que me des lo que busco.
—¿Lo corro? — repite el de la puerta.
—No— parece que en cuanto recae deja de ser un Roe para ellos. Le doy a Bennett la información de lo que dijo Maya y los cuidados que debe tener Cora, cuando se ve satisfecho le silba a Jack y de la parte trasera del auto sale Kieran corriendo cuando Jack abre la puerta.
El perro revolotea en su dueño y Bennett lo acaricia por el cuello murmurándole en voz baja que cuidará a su pequeño hijo y más cosas ilegibles. —No te importa si te pido un último favor ¿o sí? — niego — Me costará reponerme de la paliza de James, pero a ti no te tocan, dáselo a Cora.
—¿Kieran es de Cora ahora? — asiente y me pasa la correa.
—Quería que Jack lo llevará, pero como que Sarah también quiere matarlo— inhala hierba y me cubro la mano la nariz. —Kieran es leal, cuidador y protector, lo entrené a mi modo, así que, si alguien quiere tocar de nuevo a Cora o allana la casa de Alicia, hará lo que yo haría si estuviera sobrio.
—Se lo daré.
—Gracias Emma— se agacha de nuevo con el perro que le revolotea con demasiado entusiasmo.
Un hombre con su fiel compañero en las buenas y en las malas. Pone su cara en su pelaje amarillo con un último abrazo.
—Vas a tu nueva casa, Kieran— le quita el collar con el que siempre lo traía—. Adiós amigo— le da una última caricia y lo deja entrar a la casa.
Me ondea un adiós y se va con Jack al auto.
Trago grueso tomando la correa del perro que viene gustoso y obediente caminando conmigo, si lo trajo conmigo es porque soy la única persona que hace que el perro esté en la misma casa que Alexander Roe.
Las luces bajas me dan un aire de suspenso, Kieran no ladra, solo ondea la cola olisqueando el suelo, cuando suelto la correa va siguiendo un rastro escaleras arriba y desaparece por el pasillo de la habitación de Alexander.
Si el perro paso desapercibido puedo hacerlo también, camino sigilosa rumbo a seguir a Kieran, pero Erick sale de la biblioteca con un portafolio en las manos y grita al verme.
—¡Hey ladrona de autos de lujo! ¿Qué tal estuvo el paseo en el Aston Martin? Apuesto diez mil libras a que te encanto.
Quiero meterle una papa en la boca para que se calle, pero no lo hace, es muy parlanchín.
—Espero que haya valido la pena porque hiciste que nos gritara a todos en la empresa, que corriera a dos arquitectos y acabo de recibir mi última dosis porque me recortó el sueldo.
—¿Está muy enojado?
—Las palabras exactas que usó cuando le mostré el contrato prematrimonial que el mismo me pidió fueron, inútil, incompetente, inepto, imbécil— las enumera con sus dedos —Creo que enojado se queda corto, te robaste uno de sus autos de lujo, pero Ethan te ayudará.
—Ida— lo corrijo.
Se pone de piedra cuando Ida lo mira. —Es cierto, Ida, en fin, espero que el neurótico este de mejor humor mañana en la oficina o me voy a tener que emborrachar desde temprano y prepararme para que me despida, ojalá que el matrimonio le arregle el carácter.
—Me gustaría ver una copia del contrato prematrimonial, acordamos una fecha y me aseguraré que la respete.
—Tengo una copia justo conmigo, pero respeta la fecha de un mes— abre su maletín —Es mejor que la fecha que me pidió la primera vez que viajaron a Nueva York porque ahí solo te daba dos semanas antes de la boda.
—¿En nueva York?
—Sí, y tu mejor forma de decirle que no, fue disparándole— se carcajea, pero con mi cara se disculpa—. Sólo bromeo, aquí está la copia del contrato— me acerco para ayudarlo, pero es la peor decisión de mi vida.
Su loción me da arcadas.
Me aparto tratando de no arrugar la cara, pero discretamente me huelo las muñecas dónde me apliqué la loción desinflamatoria, tiene un leve olor a menta y ayuda.
—¿Te sientes bien? — pregunta Erick sacando el pedazo de papel.
Asiento carraspeando para poder hablar y tomo la copia de lejos. —Es que soy alérgica a la mezcla de los Brownies y por molestar a Alexander me pedí uno en la empresa— le digo lo que noté en la mañana, aunque apenas le di dos mordiscos al bocadillo.
—¿No estarás intoxicada?
—Quizá, me provoca, arcadas y poco de dolor estomacal, nadamos.
—¿Tienes dolor estomacal?
—Un poco.
—Esta es la copia del contrato para que la revises cuando tengas tiempo libre, me dijo que tendrán una cena de compromiso.
—Será sólo familia.
—Esa es una forma tan sutil de desinvitarme, pero no querría ver la pelea que se va a llevar entre los Gray y los Roe, así que mejor me quedo fuera.
—Tu lugar está asegurado.
—Estaré esperando la invitación— se despide de mí de un beso en la mejilla y vuelve a revolverse mi estómago.
Me mira la cara de desagrado y se huele el saco. — ¿Tan mal huelo?
No quiero sonar grosera al decirle que su perfume asquea, eso es algo que diría Maya no yo. Ya ni puedo hablar, sólo niego, aunque siento que me suda la espalda, hasta que se aleja y es cuando siento alivio.
Los ladridos de Kieran arriba hacen que Alexander salga de la biblioteca con cara de pocos amigos, pero mi poco temor se va cuando sale con Rebecca.
—Ya me estaba yendo— dice Erick cerrando su portafolio. —No pensé que iba enserio su amenaza de correrme a patadas.
—¿Qué son esos ladridos? — es lo primero que dice Alexander.
—Hasta que llegas Emma— Rebecca se cruza de brazos alzando la voz por encima de los ladridos de Kieran —Te dije que traté de detenerla Alexander, pero se negó y violó hasta la seguridad de tu empresa. — me acusa públicamente. —Ya sabía que nadie toca tu Aston Martin.
—¿No tienes otra cosa mejor que hacer Rebecca? — le doy mis compras a Erick obligándolo a quedarse. —Parece que tu único propósito en esta familia es decirle a los Roe todo lo malo que hago.
—¿Por qué carajo te llevaste a la seguridad cuando te fuiste con mi auto? — las palabras de Alexander me ponen a la defensiva y casi me río a carcajadas, pero también noto que no me está reclamando directamente por el auto.
Eso parece enfurecer a Rebecca porque lo sigue hasta que están en la entrada conmigo.
Erick está de espectador obligado a cargar mis bolsas y parece impresionado por las acusaciones de Rebecca.
—¿Dónde estabas?
—Con Cora y Dylan, mi familia— lo digo con toda la intención. —Y no fui sola, Ida estaba conmigo, no soy tan estúpida para violar la seguridad cuando he estado en peligro desde hace días.
—Pero nunca hace lo que se le pide, nunca obedece tus órdenes, ni las de tu familia, yo le dije que la llevaría— parece gritárselo al oído.
—No tengo cinco años para que me acuses cuando te hago enojar.
—No quiero pelear con usted señorita Brown, el lobo debe estar informado de todo lo que sucede en su casa— vuelve a su faceta inocente. —Sólo quiero mantenerte segura y ayudarte, Emma.
Erick cambia su mirada a comprensiva, lo está haciendo de nuevo, fingir frente a todos, me enfurece verla mentir.
—Eres todavía indefensa.
—Rebecca— Alexander le advierte, pero conozco la mirada de esa arpía.
—Alguien tiene que decírselo, su seguridad es tu prioridad.
—¿Soy indefensa Rebecca? — camino a ella, es casi una cabeza más alta que yo, un mechón de cabello de su coleta está suelto. Se lo acomodo detrás de la oreja encarándola.
—Así como tu amiga Cora— veo su maldita sonrisa —Tan indefensa que la que golpeaba su pareja.
Pierdo los estribos.
La tomo del cabello y la bajo hasta mi codo, me alza con una fuerza masculina, ella es guardaespaldas sabe defenderse, me retiene y me hace soltarla.
—Suéltame— dice entre dientes, pero la tengo de nuevo con una de las llaves de detención que practicábamos en Brent en la unidad de Sarah,
La hago caminar a mi paso y la estampo de cara con toda mi fuerza contra la pared más cercana.
Escucho el crujido su mandíbula contra el concreto tapando los ladridos de Kieran, todo lo que veo a mi paso es la boca abierta de Erick y la ceja cortada de Ida alzada asombrado cuando la estampo la segunda vez.
—Carajo, ya la mató— Erick suelta camina al desastre con mis compras todavía en sus manos.
El quejido bajo que hace Rebecca se corta cuando jalo su cabello en mis tacones y se retuerce hasta que termina en el suelo tocándose la nariz rota que le sangra hasta por la barbilla manchando el suelo, mi mano y mi blusa.
—Kom ud tæve— le dijo entre dientes en danés.
Lárgate, perra.
Ida y el otro de seguridad se miran asombrados de lo que dije, incluso el mismo Alexander lo está, estar practicando mi danés para entrar en conversación en ese idioma con esta familia no ha sido fácil.
Le doy la orden a Ida que la quite de mi vista así sangrentada como está y lloquiqueando mirando entre sus dedos a Alexander, en un intento de detener el sangrado. Lloriquea como si no fuera guardaespaldas si no una niña enojada.
—Hazte presión en el tabique— Ida se encoje con ella.
—Me... me rompió... la nariz— se escucha el quejido mimado y los sollozos agudos de Rebecca retenido la sangre.
—Tenemos que llevarla a emergencias— dice Erick preocupado.
—No.
Erick se queda en silencio como los demás y de repente se ríe mirándome con la aprobación que nadie me da, se le ve asustado al mismo tiempo, pero me abraza por los hombros para calmar los temblores de mi enojo.
—Tranquila mujer, necesita ir a emergencias.
Miro al lobo, todos esperan asustados por su respuesta, más Rebecca que le extiende la mano para que la levante.
—Necesito un médico Alex— dice ella.
—Nadie va levantarla, ni ayudarla— le doy una mirada de advertencia a Alexander y Erick me aprieta contra sí tratando de calmarme.
—Está herida Emma, cálmate un poco, tenemos que llevarla a emergencias, aplícale presión— dice Erick mirando a Ida.
Mis niveles de celos y enojo están por el tope. En este estado puedo acabar incluso con el lobo.
El silencio se hace incomodo en la casa.
—Ya escucharon la orden de mi mujer— dice Alexander desde su lugar.
La ceja de Ida le va a llegar a la coronilla y los lloriqueos desesperados de Rebecca van a despertar a todos en la casa, está armando una verdadera escena, ya no le importa fingir porque sé que está llorando más por una rabieta que por el mismo dolor.
—¿Enserio no me vas a ayudar? — solloza limpiándose la barbilla, la sangre no le para —. Me estoy muriendo por un capricho de esta mujer que desde ayer se siente muy valiente por su acto con el ministro.
Ida se ve consternado de no poder ayudarla como él quisiera al igual que Erick y los que están alrededor, todos la ven como inocente, pero no lo es, miro fijamente al guardaespaldas extranjero para que se levante y la deje ahí sola.
Sorprendentemente lo hace y ella lo mira suplicante por ayuda.
—Dame mis bolsas— le digo a Erick y me regresa mis compras mientras saco las llaves del Aston Martin.
Paso en medio de todos y del desastre de Rebecca con mis tacones y mis compras caras, más mimada que sus sollozos, con la mano en la que quedó su sangre les ondeo un adiós.
—Buenas noches a todos.
Paso junto a Alexander y en medio del desastre de la sangre y los gritos...
Sonríe perverso de lado.
Kieran me espera en el tope de la escalera escoltándome a mi habitación, ahí me lavo la sangre de Rebecca enojada.
En mis pijamas bajo al primer piso a buscarme una lata de crema batida con Kieran siguiéndome meneando la cola, me lleno la boca de cremosidad directo de ella, escuchando sollozos todavía de Rebecca en la entrada.
Octavian está en la cocina escondido preparando la cena y no hace comentarios a mi cena poco nutritiva. —¿Desea cenar algo mi señora? — no alza la mirada de las verduras que está picando.
—¿Por qué no me miras? ¿Tú no vas a criticarme por lo que le hice Rebecca?
—No tengo derecho a juzgarla, ni a mirarla si no me lo ordena, recuerde la orden del señor Roe. ¿Le preparo la cena? — todavía tiene la cabeza fija en la mesa.
—No, pero necesito comida para Kieran.
—Tenemos en la alacena, ven aquí amigo— lo insta a seguirlo y va gustoso.
No hay culpabilidad en mis actos, pero me siento juzgada entre los empleados que aprecian a Rebecca, incluso el mismo Erick. Me termino mi lata de crema batida solitaria en la cocina sin salir a la cena del comedor.
—¿Puedo decirle algo sin que me haga terminar como Rebecca? — Octavian regresa con un plato de comida para Kieran dejándoselo en el suelo.
Asiento sacando el ultimo sorbo de la crema batida. —Nunca había parecido más Roe que hoy— sonríe —He trabajado por casi diez años con el señor Roe y sé cómo es el carácter de su familia, la veo y es como si lo trajera en la sangre. ¿Está segura que su apellido es Brown?
—No suficientemente fuerte para la organización.
—Un viejo amigo, Ethan, me dijo que la parte más fuerte de la organización de los treinta y siete es debilitar mentalmente a los que quieren atrapar. Si alguien está solo, sin aliados es más fácil de rodear con los lobos de Logan Roe.
—Por eso me mandaron al exilio.
—Eso y porque el amo, siempre ha tenido una fijación por las cosas que posee el lobo. — me da un escalofrió en la espalda.
—Dices que llevas diez años aquí, que conoces muy bien a los Roe, Logan es la parte más podrida de esta familia, pero ¿Qué sabes de la madre de Alexander y Bennett? — me siento en la encimera junto a él. —Puedes mirarme mientras me lo cuentas.
Alza la cabeza. —Meredith Roe, ese era su nombre, pero le sugiero que no lo mencione.
—¿Por qué no?
—Porque de los muertos no se habla— dice sigiloso. —Lo poco que sé es que era adicta al igual que Bennett, no encontrará fotos de ella, pero si quiere tener una imagen de cómo era basta con que se imagine los ojos de Bennett en una mujer.
—¿Cuánto tiempo estuvo con Logan?
—No lo sé.
—¿Él la mato?
—Hay muchos rumores de su muerte, unos dicen que se la comieron los lobos del amo, otros que la entrego a los rusos por armamento, pero la real es que ella tuvo una sobredosis de anfetamina, quién iba imaginar que su hijo terminaría muriendo igual que ella— no oculta los chismorreos que corren sobre Bennett. —No habrá ningún franco tirador como Bennett en mucho tiempo.
—No hables de él como si ya estuviera muerto.
—Le ofrezco una disculpa mi señora.
—¿Qué rango ocupaba Meredith dentro de la organización de los treinta y siete? ¿Era igual que el de Maya? — me pica la curiosidad por saber.
—No la conocí, pero en la estructura de la organización, ella tendría un puesto similar al del amo, ella tenía poder de convencimiento y se rumorean diferentes sobrenombres que utilizaba para matar, porque ella era una de las mejores asesinas de la organización, sé que una vez mató a una unidad completa de agentes del MI6, ella sola— baja la voz —Hay un sobrenombre que más utilizaba.
—¿Cuál?
—La reina.
Mira al pasillo fuera de la cocina.
—Meredith Roe, la danesa era la reina de la organización de los treinta y siete, así de maldito como es Logan, ella era igual o peor, ni siquiera Maya se le compara.
Habla de ella como un mito y comienzo a imaginarme los ojos de Bennett en una mujer sin rostro definido.
Dejo la cocina después de pedirle que cocine para Cora los próximos días incluso me muestra un menú saludable, es ahí cuando finalmente hablo de la cena de la discordia y me hace una lista de lo que comen los Roe por separado y noto lo exigentes que son con su comida.
Jack es vegano, Bennett reduce el consumo de alcohol en su comida, Maya prefiere las comidas secas y Alexander es el monstruo de las comidas saludables parece que mi idea de pizza para todos horroriza a Octavian.
Cansada de discutir los detalles de la cena subo a mi habitación y espero que Rebecca deje de sollozar para la mañana para que no tenga que seguirla escuchando.
Alexander no me busca de lo enojado que está tanto por la escena y por robarme su auto. Kieran duerme a los pies de mi cama y me sigue a todos lados como si ya no tuviera dueño.
En la mañana a la hora del desayuno ya han limpiado la sangre y no la veo por ningún lado, Alexander baja con su clásico traje y como yo tengo que reunirme con el ministro me uno a su mesa, pero en cuanto ve que me lleno la boca directo de la lata de crema batida sé que va a echarme la bronca por todo.
Escuchar su mal humor y las discriminaciones a mi Mazda me ponen de mal genio como él, pero no habla. Comemos en silencio del banquete completo.
—A ti no te gusta el chocolate— dice trabajando en unos planos con la mirada en su IPad y caigo en cuenta que tengo la barra ya por la mitad.
—Maya y yo ya comenzamos con los detalles de la cena de nuestras familias— dejo el chocolate de vuelta en el plato. —Añadía Erick a la lista y necesito que Jack confirme su asistencia, estaba por irse a nueva York.
Levanta la mirada y me enfrento a los ojos verdes enojados. Lo que dificultan mi petición de dinero para los gastos de la fiesta, gracias a Maya me quedé sin fondos en mi tarjeta de crédito personal.
—Hay que hacer arreglos en el comedor que quiere tu tía, meseros entrenados del club social al que pertenecen, champaña y por la parte de los míos, Dylan tiene una dieta balanceada en fibra algo costosa.
—¿El cojo va a venir?
—Mi familia vendrá como la tuya.
Voltea los ojos. —Maya quiere básicamente lo más caro en la cena para humillar a Dylan.
—A ese pobre lo humillamos con nuestra sola presencia.
—¿Estás de acuerdo con los arreglos que sugiere tu tía? — le pregunto y frunce el ceño. —Ni siquiera te ves entusiasmado con la cena, podemos cancelarla.
—Primero noqueas a una de mis guardaespaldas y ahora quieres atrasar la cena de compromiso. — se ríe sin humor —No vas a seguir con tus caprichos, vamos a firmar el acuerdo prematrimonial, la cena y la boda.
—Lo hubieras pensado antes de besarla en la biblioteca y estar con ella en nueva York— suelto inoportuna y la risita ladeada de ayer regresa, aborrezco que sepa que estoy celosa.
—Emma.
—¿Qué?
—Nadie toca mis autos, son autos de alto kilometraje, la velocidad que manejan es insana— dice serio —Y no voy a volver a montarme en tu diminuto Mazda dónde no cabe ni una puta pierna mía. ¿Entendido?
—¿Por qué el auto se abrió con mi huella dactilar si sólo funciona con la tuya? — lo tomo desprevenido.
—Un defecto del sistema.
—Es un auto muy costoso para tener defectos.
—Hasta las cosas que compramos los millonarios tienen defectos. Excepto lo que yo hago, soy un dios que crea obras maestras— su ego y su bebida a su café le dan el toque de hijo de puta de siempre.
—Uno de tus hoteles se derrumbó.
—Fue saboteado por Alesha y Logan— contraataca —Revisa el contrato prematrimonial, quiero que lo firmes hoy mismo.
—Tengo que planear la cena y trabajar con Richard, no puedo hacer tanto a la vez— me quejó ansiosa de terminarme el chocolate. —Además, necesito...— es vergonzoso tener que hablar de dinero. —Necesito un poco de algo, la cena que quiere Maya es muy extravagante.
—Como ella— ladea la cabeza viendo mi nerviosismo. —¿Qué quieres?
—La cena es costosa— trato de no ponerme roja. Además, falta el depósito por los vestidos de novia de Macy's.
—¿Y? — sabe que hablo de dinero, pero quiere que lo diga.
Aparto la mirada. —Ya sabes lo que quiero.
—No, no lo sé, va sa tener que decírmelo porque no leo mentes señorita Brown.
—Necesito dinero, alrededor de...— se me atora la cifra en la garganta —Alrededor de ocho mil libras. — si no se ahoga en mi cara con la cantidad en mi cara saldré bien librada.
Se toca la barbilla mirándome desde su lado de la mesa. —Muéstrame las tetas y te doy quince mil.
—No soy una ramera.
Se levanta y me levanta de mi lugar. — No es lo que gritas cuando te estoy penetrando— me besa ambas mejillas ronco, el olor a menta del que soy adicta desde hace un par de días me envuelve.
Tengo algo en mi mano cuando se aleja tengo su tarjeta de crédito negra. —La clave es, 9765— dice —Aunque tu huella funcionará también.
Me descubre el cuello besando mi pulso y paseando la punta de su lengua por dónde quiere. Aun se le ve enojado por lo de ayer, pero el tacto es algo que ninguno de los dos podemos evitar al estar cerca.
Aun siento dolor en las muñecas cuando repaso su musculatura bajo el traje y cuando mi mano ondea por su cinturón, siento su lengua en mi cuello mordiendo el camino bajo mi blusa buscando el borde de sus dos cosas favoritas de mí.
Me retuerzo, pero no me deja salirme de su encierro. —Estemos enojados o no, las quiero siempre en el desayuno Emma, ya lo sabes. — gruñe serio su orden.
Me las descubre desabotonando mi blusa y baja el sostén de encaje abriendo la boca por su caramelo.
—No puedes desayunar todos los días mis tetas Alexander.
—Estás tetas son mías Emma— gruñe con la boca llena mordiendo mi pezón y comienzo a humedecerme. —En nuestro matrimonio habrá algo claro y es que nunca vas a negarme el acceso a estas tetas, está escrito en el contrato prematrimonial— chupa codicioso.
Se me escapa un gemido y me froto en la rodilla que esta entre mis piernas. —Pero me calientas cada vez que lo haces—
—Pervertida.
—Obsceno.
—Seductora.
—Sexy.
—Soy más que eso, soy una puta tentación.
Sigue amamantándose todo lo que quiere y cuando termina de comer ya ha hecho un desastre mojado con mis bragas. Me quedan las tetas rojas con marcas de sus dientes por los pezones.
Las mira con adoración mientras me acomodo la ropa.
—¿No vas a besarme?
—Estoy sobrepasando las consecuencias de lo que sucedería si rompo la tradición prematrimonial de Maya— se encoje de hombros limpiándose la comisura de la boca.
—No es cierto, quieres torturarme.
—A lo mejor, porque no me tienes contento, quizá quiero que me supliques antes de la cena, o quiero follarte cuando el cojo esté aquí.
—Vas a comportarte en esa cena, será una cena decente.
—Soy un Roe, la educación es nuestro plato de todos los días.
—Y yo soy una monja.
—Por eso necesitas al padre Roe para hacerte rezar, nena.
El muy cabrón se aparta para terminar el desayuno real, me cambio las bragas por segunda vez. Ida me llevará al trabajo, pero en la camioneta se sube también a Alexander, no sé con qué versión de Richard me voy a encontrar hoy después de lo que le hice.
Acabo de echarme encima a uno de los enemigos más peligrosos que tendré en la vida. Octavian llevará a Kieran con Cora junto con el desayuno para ella y Alicia, yo me mantengo comunicada por llamadas.
Le sienta bien dormir y comer bien y Kieran la animará.
En el primer semáforo, Alexander sigue trabajando en los hoteles de Nueva York malhumorado porque algo al parecer no le sale como él espera, y Erick dijo que despidió a dos arquitectos precisamente ayer.
Nunca había estado más ansiosa por un beso, me relamo los labios a cada nada, pensando si de verdad piensa en cumplir la orden de Maya, él nunca cumple lo que le ordenan, nadie le dice que hacer.
Excepto yo, anoche con Rebecca.
—Vendré por ti a las cinco— dice apartando un segundo la mirada de su plano.
Bajo en la residencia Madden con mi guardaespaldas, Ida y me dejan en la sala de espera de la oficina de Richard que está con Tyler. Hay gente limpiando por la gran fiesta que hubo, puliendo hasta en el jardín.
Levanto la mirada de mis notas cuando veo a Susan Madden sentada frente a mí con media sonrisa.
¡Hola sexys!
Bienvenidos a la era de Karla Cipriano dónde nada nos detiene de seguir nuestras pasiones, como la mía con la escritura.
Doy spoilers en mi instagram.
Los amos tres millones.
-Karla.
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