CAPÍTULO 46

Jack.

Remuevo el azúcar de mi té con delicadeza, sentado en un sofá a la entrada del ático del Score, mi pie meciéndose cruzado, la infusión de té alivia la resequedad en mi nariz. Estar aquí es casi tan solitario como el laboratorio subterráneo que teníamos David Wall y yo en Nueva York.

Cada movimiento de mi muñeca está perfectamente controlado, como mis pensamientos, yo no pasé mucho tiempo en las jaulas como mis primos, porque aprendí, que, para salvarte del peligro, hay que esconderse y dejar que otro pague.

La enfermedad ficticia de Emma ha evitado al honorable ministro Madden de la casa de los Roe Brown, pero no al agente Dylan Gray que con rondas del diario pasa para verla, pero le negamos el acceso.

Sólo al lobo se le ocurre irse mientras las cosas se joden aquí. Ya se escuchan rumores de que la organización viene fuerte, mañana comienza la verdadera cacería.

—Todo está muy callado aquí— Erick habla sintiendo los efectos del té relajante. —¿Cuántas son las alternativas de que uno se sienta relajado un jueves por la noche? Llegas de la oficina, haces más trabajo, más estrés, duermes estresado.

—Para eso es el té, alivia el estrés.

—Deberías sarle uno así a Alexander de vez en cuando— balbucea perdiendo el control de su boca lentamente.

—Alexander sólo medio muerto ingirió uno de mis tés y tuvimos que sujetarlo entre cuatro.

Los hombres del lobo que se quedaron a mi servicio parecen escoltas militares, como el ex militar Ethan Jones los entrenó, tienen todos sus modos idénticos, sigilosos, son como la copia exacta de lo que era Ethan y se parecen a mi primo Alexander, me río con la idea de que todo perro se parece a su dueño.

Los míos son igual que yo, son ratas silenciosas que nos ocultamos ante el peligro y salimos cuando ya desapareció, por eso vivimos mucho tiempo.

—Bueno, igual puedees ofrecerlo, si se los ofreces a todos tus amigos aquí.

—Yo no tengo amigos Erick— sigo removiendo el azúcar. —Esa palabra implica favores, y yo no le debo favores a nadie, también implica responsabilidades que yo no quiero.

—Ah— se ríe a medias quitándose la corbata. —Un llanero solitario como sus primos, pero no eres como los Roe, Bennett es el bueno de la familia aparentemente, Alexander el empresario ¿Qué eres tú?

—No los conoces como deberías, Bennett fue un adicto desde su niñez, a Alexander se lo llevaron los rusos, Alesha fue la protegida niña de papi, Katherine, fue la descarriada salvaje que desde niña estaba con los kray. Eran como un grupo de salvajes y ahora todos crecieron.

—¿Y dónde estabas tú en ese entonces?

—Con mi madre, escondido— hago presión en la cuchara. —Si te escondes Erick sales ileso, nadie te toca, no hay jaulas, no hay rusos, no hay peligro y me fue muy bien haciendolo.

—Mientras a los demás los jodían, tu te escondías.

—Así es— no me arrepiento de admitiro —Por eso no tengo amigos Erick, porque para esconderse de la organización hay que sacrificar a otros para salvar tu pellejo.

Como lo hice con David Wall, como lo hice con otro... Erick parlotea lo que ha sido su vida familiar y problemas de los que no me intereso. David era un buen compañero, pero no estaba bien poner mi vida por la suya.

Nunca lo he hecho por nadie y no lo pienso hacer. No lo hice cuando conocía a Sarah a través de su hermano, en ese entonces yo era practicante del MI6, en una base pequeña y tuve con ella a mi hija.

Esa mujer me tenía loco, a sus pies, pero su enfermiza condición de poder la hace despiadada.

Sabe jugar con la mente de la gente, si pudiera compararla con alguien, sería con Katherine, aunque a la segunda, nadie le quita el puesto.

Sarah no es mala completamente, debajo de la capa de agente, hay un mujer apasionada y eficaz que sabe penetrar bajo la piel de la gente, pero no sabe amar más que a ella misma.

Suspiro mirando en el pasado, cuando la conocí y quise una vida de esas de la gente común, una estúpida casa, con un estupido perro, pero con esa mujer esperando por mí.

Pero en cuanto el teniente me siguió el rastro de quién era, me hechó de mi trabajo en el MI6 junto con su hijo y me largué a vivir a Nueva York con David, con la condición de volver por mi hija.

Estaba muy corrompido para estar con Sarah y ella lo notó, yo no tengo principios y su forma de amar el trabajo siguiendo los pasos de su padre me volvió loco, ella no quería una familia conmigo, quería el puesto del teniente, mi familia tenemos una mala jugada al momento de elegir.

Hoy finamente después de dos años de espera, en una hora exactamente cumpliré mi palabra.

—Alguien está sacando grandes cantidades de los fondos de Hilton &Roe, vi los recibos que ejecutaron y son firmados a nombre de Alexander— Erick se adormece —Tantos asuntos pendientes y Alexander se va de vacaciones y no me llevó como tampoco me llevó a Nueva York cuando cerraron el trato de los hoteles.

—Jack, la esposa del ministro visitó de nuevo la casa de Alexander— me avisan.

—Somos hermanos y no me dejó cerrar el negocio de los hoteles Emma Roe— Erick sigue ¿Cúanto tarda en hacerle efecto el té para que ya cierre la boca? —Yo estuve con él cuando ella lo dejó y sigo sin perdonarle eso.

—No la dejen entrar, díganle que Emma sigue indispuesta, aunque la mujer ya no se lo crea y tráiganle una manta a Erick porque parece un vulto en mi sofá y un demente hablando solo— me arreglo el cabello.

Veo las dos camionetas del gobierno llegar al Score, lo que pase mañana no dañará a mi sangre.

Me llevarán hasta ahí porne nadie me dará las llaves de un auto de nuevo para evitar atropeyar a algún miembro de la familia Madden.

—Le quitan lo divertido a la vida— ruedo los ojos.

No entienden que soy pacifista, sonrío de lado, evito las peleas a toda costa y sé que lo que más nos conviene a los Roe es que el ministro siga vivo y gane las elecciones, cosa que los críticos ya han afirmado que hará.

Ese maldito ganará por segunda vez consecutiva.

Paso por mi habitación recogiendo un pequeño artefacto por si las dudas y me guardo una sorpresa en la manga de la camisa.

Así despreocupado y sin armas salgo a las camionetas que mandó Alexander, no me dejan manejar ni aunque me quejo de las calles de este lugar, no son espaciosas como en la gran Mazana.

—Señor, ¿Quiere que sus mozos hagamos algo?

—No, quiero que todos estén en Nueva York esperándome, estoy por irme de Londres— recuerdo la llamada en mi cabeza —Ya conseguí lo que vine a traer.

—¿Pero no será peligroso dejar a su familia con lo que investigamos?

Recuerda que nosotros, vemos el peligro y nos escondemos, si nadie sobrevive, nosotros lo haremos. Estoy en camino a recogerla, limpia la habitación de David y quema todo como si nunca hubiera existido.

La razón principal por la que nos hecharon del MI6 fue por un medicamento ilegal que creamos para vendérselo al teniente, fue confiscado por la organización de protección internacional y casi terminamos enjuiciados.

No tenían visión como nosotros, en Nueva York volvimos a trabajar en ello, pero nunca lo terminamos y con mi compañero muerto, será imposible.

Llegamos al edificio de mi ex esposa y camino igual que siempre como si tuviera todo el tiempo del mundo, aunque son pocas horas. —Seguridad del edifico, por favor identifíquese— hablan por el interfono de la entrada, pero no respondemos y pasamos de largo.

Los pasos de los guardias del edificio y de la recepción vienen por la escalera y de nuevo ve que sólo somos cuatro personas útiles aquí. —Seguridad del edificio, no se identificó en el interfono.

Los hombres de Alexander tienen la mano en el arma que traen de espalda, como si fueran neandertales.

—Por favor caballeros aborrezco la violencia soy pacifista— los detengo.

—¡Identifiquese! — la seguridad del edificio también tiene armas. —Tenemos a un sujeto con pantunflas, cabello castaño, ojos como los de su nieta. — dice en el auidfono pegado al oído. —¿Lo dejamos pasar?

—Denega el acceso— dicen en su comunicador —Es el demente de Jack Roe.

—Me han llamado muchas cosas— preparo la aguja —Pero demenete jamás y me niego a aceptarlo, dile a la niñera que prepare a mi hija, papi está aquí para llevarse a la princesa Millie.

Los guardias del edificio se ponen en posición resguardando la puerta, son los que ocntrató el teniente, hombre muy bien entrenados, pero soy pacifista... nadie se da cuenta.

—Vamos a entrar a la fuerza— dicen las copias de Ethan.

—No— alzo poco a poco la manga de mi camisa. —Simplemnte los pondremos a dormir.

Alexander.

Me cuesta ver la hora en mi Rolex corremos cubriéndonos de la lluvia de la isla en la madrugada, bajamos a un pequeño bar por comida, pero la lluvia nos acaba de atajar en la entrada de una de las casas de servicio del primer piso.

Emma ha estado muy sonriente desde que salimos hace una hora y me tiene de buen humor, se está portando despreocupada justo como quiero antes de mañana. Le doy un asentimiento de cabeza a lo lejos a Ida que no sigue mojándose, pero no lo dejo entrar con nosotros, que cuide, ese es su trabajo.

Nuestras cabezas se mojan con la brisa y los zapatos llenos de arena los sacudo en la entrada cuando nos dejan pasar. El hotel está a unos metros, pero Emma insiste que esperemos un poco a que desista la lluvia.

—Hay toallas en la entrada señores, tambipen les traeré ropa seca, pónganse cómodos.

—Está lloviendo demasiado— Emma mira por la ventana mientras yo critico la casa de servicio por lo pequeña que es, pero si no fuera porque está enlazada a mi hotel sería una total pocilga.

—Es por eso que hay pocos turistas en la isla, en esta época del año.

Patea sus sandalias lejos secándose el cabello, me seco los brazos y paso a ayudarla, aunque hago poco porque solo quiero toquetearla como buen prometido. —Te dije que nos fuéramos al hotel— veo parpadear la luz con el viento, necesitan una planta de energía interna o cada tormenta habrá el mismo problema.

—Me gusta aquí, es más acogedor que en el hotel.

—Si por acogedor te refieres a diminuto.

La cargo envolviendo sus piernas en mi cintura —Te dije que nos atraparía la lluvia, pero insististe en salir— se sacude el cabello mojado. —Debimos cenar en el hotel, no por nada pago la mejor comida que llega aquí para mis huéspedes.

—Pero era una cena de celebración después del sexo de celebración. La edad ya te está haciendo un maleducado a tus veintiocho años señor Roe, deberías estar más sonriente en tu cumpleaños.

—¿Quién dice que es mi cumpleaños? — me abraza por los hombros y quita las gotas de mi cabello.

—Vi tu identificación en el aeropuerto, me trajiste como tu regalo de cumpleaños, no puedes mentirme.

—Te cotizas mucho Emma.

—¿No querías que yo fuera tu regalo de cumpleaños?

—Llegas con cuatro meses de retraso, por eso te llevé a Nueva York en septiembre, pero no lo sabías en ese entonces, lo que viste no fue mi identificación oficial— ladeo la cabeza —Pero calmar tu conciencia, Erick cubrió ese día conmigo en Nueva York e hizo de todo menos meterse en la cama conmigo.

Sus ojos se abren de más con las cejas juntas, la sonrisa que ha traído se le borra, pero lo tomo con mi sarcasmo cotidiano.

—¿Querías casarte conmigo desde nuestro viaje a Nueva York?

—El disparo fue la forma menos tradicional de decir que no querías.

—Alexander...

—Casarte conmigo es lo menos que puedes hacer para compensarme por tantos meses de espera,

La sonrisa regresa y pasa la punta de su nariz por la mía, le quito la camiseta mojada mientras me impregna de su perfume abrazándose a mí por calor corporal invadiendo mi espacio personal, no ha cambiado, está mujer me tiene mal.

—Puedo hacer esa buena acción por caridad, de todas formas, no tengo ningún evento planeado para este año— alza la barbilla muy orgullosa de sí misma, me está llamando caridad y eso ya me puso malhumorado.

—Agenda una cita con Amelia cuando regresemos y tal vez pueda hacerme un hueco de dos días para casarme contigo, soy un hombre muy ocupado y un empresario muy cotizado.

—Si no llegas al altar, otro puede ocultar tu lugar.

—El cojo no vivirá mucho tiempo para eso, mañana le pongo precio a su cabeza.

Pone el ceño enojado y me aguanto la risa de que no pueda conmigo. —No más envenenamientos, no cuando Cora está de por medio embarazada y menos con ellos que son mi familia.

—Yo soy tu familia— sonrío de lado sin responder a su demanda, el envenenamiento no es la única causa de muerte que puede sufrie el enfermo ese. —Los Roe serán tu familia en cuanto te pongas mi apellido y en cuanto te conviertas en mi esposa, la organización ya no podrá tocarte.

—Ya no tratarían de matarme como a Jack.

—Van a tener otras prioridades en pocas horas, pero, aunque ni Bennett ni yo estemos dentro tienen algo de respeto por las reglas antiguas y eso incluye los vínculos de este tipo, como la descendencia y lo cónyuges. Tú entrarías en la segunda categoría, ya eres la mujer del lobo.

No hace hincapié en que no mencioné a Maya, porque cuando nos fuimos de la organización con la protección de Richard, sólo lo hicimos cuatro, Caterva. Alesha, Bennett y yo.

—Es un título muy grande.

—La protección que me ofreció Richard, fue suficiente para deslindarme de ciertas cosas, pero no de todas. Ese es el negocio que me une con Richard, pero le he pagado y con creces y le seguiré pagando.

—Si los ayudó a deslindarse de ahí a tu y a Bennett, ¿Cómo pueden tenerte como un miembro si no estás dentro? Parece que en ese lugar tienen muy arraigada a la familia. ¿Qué te une a ti o a tu hermano con ellos?

—Maya.

Es increíble que aun no lo haya notado, Bennett fue afortunado al tener los ojos de esa mujer, pero yo adopté el apodo del mismo líder por compartir los mismos rasgos que él.

—Ella si está dentro de la organización, no hay cargos suficientes para ella hasta el juicio de Bekcham, y su persona menos favorita en los demandados, está el hermano de la rubia.

—Dilo, di que no le harás daño a los hermanos Gray.

—No toco a la mujer de mi hermano y madre de un Roe, pero no hablo por mi familia.

Las luces vuelven a parpadear y la casa completa se queda en oscuridad. No veo ni escucho los pasos del hombre que nos abrió la puerta.

Cierro los ojos quitándome las gotas de agua, pero cuando los abro no veo nada, sólo siento la mano de Emma.

Es como estar completamente ciego.

Me palpo la cinturilla de mis pantalones cortos dónde siempre traigo mi arma y vuelvo a apretar los parpados y sigo sin ver. Carraspeo y tengo la voz de Emma en mi oído. —La energía se cortó.

—¿Dónde está la puerta?

—Por ahí, dónde esa rendija de luz, ¿No la puedes ver?

—Sí— miento porque yo no tengo debilidades, pero por más que muevo los ojos no hay más que colores negros que expanden mi pupila.

Pasa sus manos por mi cintura y se da cuenta que estoy sosteniendo el mando del arma. No sé si me ve porque tampoco puedo verle la cara.

Me pasan por la mente muy en el fondo recuerdos de mí tratando de percibir a las personas que pasaban por las jaulas por su voz, porque los golpes no me dejaban ver por días. Muevo la mano y no siento dónde está.

Logro alcanzar la salida metido en mi mente y en el lobby la luz de la entrada me lastima provocando las pulsaciones en mis sienes. —¿Otra vez el dolor de cabeza?

—Necesito relajarme, dos días seguidos no tendría que darme el jodido dolor.

—¿Quieres las pastillas?

—No.

—Te voy a preparar un baño entonces, la presión del lugar te tuvo así desde que el vuelo llegó— me besa la mejilla en el ascensor.

En la habitación nos regreso a la mesa del desayuno dónde en la mañana me alimentó con sus senos antes que, con la comida. Le bajo el sostén liberando sus perfectas tetas y vuelvo a amamantarme de ellas.

Arquea la espalda ofreciéndomelas y me acaricia la cabeza mientras cambio de una a otra calmando las punzadas en las sienes. —Con estás me relajo más— hablo con la boca llena.

Me entierra los dedos en el cuero cabelludo haciendo que la bese lento, le toco la mano del anillo y la hago rodearme el cuello.

—Te prometí un baño.

Se baja de la mesa haciéndome esperarla en el sofá mientras que prepare su dichoso baño en la tina espumosa que ni me gusta, Caterva se reúne por ultima vez con el comprador, soy muy analítico, es danés, sabe sobre Caterva, conoce el negocio y también vi a ese viejo conocido entra cuando nos fuimos del club.

Era uno de esos que no veía hace años, ni sabía que aun existían. Abro el archivo Hilton de mi empresa y veo a los nuevos asociados, mando a revisar a todos, aunque ninguno de los nombres me es conocido y ninguno comienza con M.

Dejó anclado l archivo en el buscador y abro los documentos que le envié a Bake por medio de Erick.

Estuve revisando el contrato que la hizo firmar Richard para trabajar para él y le mando las clausulas que quiero que mi abogado elimine para que no pueda retenerla cuando las elecciones se terminen, que eso es lo que estoy seguro tratará de hacerlo.

Las horas se terminan en la isla y las que vienen serán duras, el ministro religioso que tengo empleado aparecerá en la fecha que le dí.

Estamos a dos semanas de las elecciones y mañana inicia el juicio del MI6 contra Beckham, a Logan le conviene que involucre a Maya en su declaración y ella ya se está preparando, aunque Tyler haya movido influencia con el ministro para que de ser así sea ayudada.

Logan no va a parar, incluso si Beckham se culpa por lo que pasó en el Caribe, lo hará con tal de que Maya caiga también, y como Sarah Wall es la líder del caso, no se detendrá con sobornos, ni amenazas.

La sonrisa de mi sangre la tengo en la cabeza, nos protegemos la espalda entre nosotros, uno cae y los demás atacamos.

En este momento Jack está yendo por su hija, porque si Sarah no quiere hacerlo de la forma convencional, lo hará a nuestra manera.

Emilia está donde pertenece, con los Roe. Dónde la seguridad es su ultimo problema y el dinero, claramente.

A partir de mañana Sarah tendrá a la organización sobre ella y eso presenta un peligro contra Emilia. La flecha del puntero en mi IPad se mueve sin que yo lo haga, él hacker está dentro abriendo el borrador de notas.

La niña está con Jack rumbo a la ubicación designada, el teniente Wall y su hija está siendo informados en esté momento por su seguridad, la niñera no viene con ella.

Tomo mi celular mirando a Emma sin salir del cuarto de baño y entrelazo mi llamada con el código que me dio el hacker. Dos tonos pasan antes que la voz agitada de Sarah Wall responda.

—¿Dónde está mi hija? — Sarah ni siquiera pregunta quién es, el sonido de los autos del tráfico y su auto derrapando, me hacen esperar hasta que el hacker quite el localizador del su celular. —¿Dónde diablos está mi hija? — el desespero en su voz aumenta.

—Tranquilizate Sarah ya están revisando las camarás de seguridad de tu edificio. Manténen esa llamada en el teléfono, estoy informando que la rastreen.

Escucho la voz de Dylan Gray del otro lado.

Lo tengo difícil, borrar tu ubicación, tienen a otro camaleón resguardando la información de todos los teléfonos del MI6. Escribe en el blog de notas de mi IPad.

—La están rastreando.

Está hecho, ya pudes hablar.

—Mañana durante el juicio la última persona a la que involucraras en la declaración será a Maya Roe— hablo claro. —Blake mi abogado, pondrá una permisiva contra Beckham para anular su testimonio durante dos días.

—No voy a hacer alianza con ustedes.

—No es una alianza, es una orden. A partir de mañana, tu cabeza tendrá un precio en la organización por capturar a Beckham, como lo tiene la cabeza de Dylan Gray por matar al primero de Logan en las bodegas— no tengo rodeos.

—¡Dile a Jack que me entregue a mi hija! ¡No tengo miedo de tu maldita organización, ni a tus malditos días de distancia! ¡A ella la protejo yo, no van a quitármela fácilmente, legalmente es mía!

—No te importó mucho cuando la dejaste está noche sola.

—Estaba muy bien resguardada.

—Por eso mi gente se infiltró fácilmente en tu edificio.

—El MI6 es la justicia Alexander Roe, mataron a mi hermano después de torturarlo, no voy a parar ¿Me oiste? La única forma de que yo desista del testimonio de Beckham que involucra a Maya es matándome.

—Lo harán, mañana a primera hora estarás fichada.

—Te olvidas que soy hija del teniente del MI6, suplente para el cargo de teniente al retiro de mi padre, yo atrapé a esa rata sola en el Caribe.

Me pongo serio, la mirada que me hace igual a Logan físicamente. —De nada te va a servir, porque, así como hiciste en el Caribe y dejaste a Emma desprotegida y desarmada durante el tiroteo, yo mismo haré que todos los de tu unidad te hagan lo mismo.

—Yo no la abandoné, dieron la orden de retirada y ella no se fue.

La gente olvida, pero yo no. Como Seth torturado en mi sótano día tras día sin apagar mi coraje y cómo Sawyer vendido a la casa de los treinta y siete. Esta no es una llamada preventiva, es una advertencia.

Sonrío perverso. — Este lobo siempre cumple su palabra Sarah, nadie toca a mi mujer y sale vivo.

Corto la llamada y le escribo en el blog de notas las indicaciones al hacker, de lo que ha de hacer Jack desde está hora en adelante, esa mujer ya desató a la organización, pero haré todo lo que está en mis manos para que al cojo me lo dejen a mí.

Veo a Emma venir a mí. Me levanta del sofá dónde trabajo y me jala a tina dónde no me resisto a la mujer denuda bajo burbujas que me espera.

Me traigo el iPad conmigo mientras me zambulle con ella, besándome por la mandíbula mientras se ata el cabello despeinado. El jacuzzi tira burbujeante moviendo sus pies ligeramente, me hace abrazarla por la espalda.

Me empino mi whiskey relajándome y la retengo por debajo de los senos conmigo. No quiere interrumpirme en el trabajo, se mantiene en silencio, pero me quiere con ella. Toma mi mano libre y la entrelaza con la de ella donde tiene el anillo.

Mi tamaño sobre pasa al de su mano, pero la sigue envolviendo. Me meto en uno de los planos digitales que traigo y siento algo en mi dedo, miro y tengo a medias su anillo tratando de entrar en mi dedo anular. —¿Qué haces?

—Trato de ver como se verá tu dedo con tu anillo de bodas cuando sepan todos que eres mío— suspira y se lo vuelve a colocar — Pero se me ve mejor a mi amor, está hecho a la medida perfecta— se gira sonriéndome.

—No escuché eso ¿Qué dijiste? — me pega los senos mojados al torso desnudo.

—Mi amor— repite besándome. —Mi amor— beso —Mi amor— cada que lo dice me da un beso casto. —¿Te gusta?

—No. — La alzo de la cintura para que se siente a horcajadas sobre mí pegándola todo lo que puedo haciéndola besarme largo.

—Me estás matando pequeña seductora.

—No voy a detenerme, me siento en el paraíso, contigo, nosotros juntos aquí— raspa la punta de su nariz respingada en mi mejilla. —He esperado tanto tiempo para estar contigo, que no quiero que se termine este viaje.

—¿Me estás declarando tu amor?

—Sí— sigue con los besos. —Ni siquiera me pidas que pare Alexander, porque el amor me vuelve loca.

—Loca ya estás. — me pega en el pecho. —Pero así me gustas.

—¿Me estás declarando tu amor señor neurótico? — la miro enojado y se ríe ronca y admiro la vista, desnuda sobre mí y riéndose con el anillo de que pronto será mi esposa. —Porque tu propuesta de matrimonio, me dijo que me amas— me susurra al oído y lame lentamente mi lóbulo como la seductora que es.

—¿Qué más te dice mi propuesta de matrimonio?

—Que te gusta llamarme Emma Roe, que me tienes ganas y que está es mía— baja la mano a acunarme la polla masajeándola. —Toda mía, señor Roe.

La masajea pasando en círculos su pulgar por el glande mientras la beso con desenfreno mordiendo su labio inferior y jalándolo entre mis dientes, esta mujer tiene manos peligrosas, miro su perversión, su seducción, su descaro y la forma en la que me tiene loco por ella.

La alzo sobre mis piernas rozando su pequeño sexo contra mi grosor, aprovecha el agua y se desliza un par de veces frotándose en mi hombría.

Gime en mi oído y vuelve a hacer círculos, pongo las manos detrás de mi cabeza y semi acostado la veo complacerme con el roce. Sus tetas rebotan cerca de mi cara y sus uñas raspan mis pectorales, les ha agarrado una fascinación desde anoche.

Me pongo duro cada que mi glande roza su abultado clítoris, la atraigo de nuevo hacia mí y me reacomodo para clavársela, pero se hace a un lado impidiéndomelo y vuelve a besarme.

La atrapo por la espalda suavizando su lengua con la mía, me quita el IPad al que ya no le estaba prestando atención en cuanto se pegó a mí. Me agarro la verga con una mano y busco su entrada, pero se sumerge al agua espumosa completamente.

—Emma, regrésate aquí— frunzo el ceño y escucho su risa cuando emerge.

Voy por ella en el agua, aunque me desagrada la espuma de la tina en mi cuerpo, no tomo baños de estos nunca.

Se va hasta el otro extremo y cuando la atrapo, me vuelve a besar, pero no me va a distraer de penetrarla. Juguetea con sus manos y termina mordiéndomelos pectorales por tercera vez, me los ha dejado con marcas de sus dientes por todos lados.

Vuelve a escaparse a mi lado de la tina, resbaladiza, pero esta vez no voy por ella, me quedo en el otro extremo malhumorado con la polla en mi mano subiendo y bajando.

—¿No vas a venir por mí? — pregunta inocente y gruño jalándome la verga más fuerte.

—No— hago que mi voz no suene agitada —Por jugar conmigo, no te la voy a meter, sólo me voy a masturbar viéndote.

Sonríe de lado y pone un tobillo en cada borde de la tina abierta totalmente, el agua le resbala por el sexo.

—Te acompaño porque para ganarle al lobo sólo puede hacerlo su pequeña seductora — se lame los dedos y se los pasa por la raja de arriba hacia abajo.

Arqueo una ceja y jalo mi puño a la misma velocidad de su mano, su mirada codiciosa no deja mi miembro fuera de su vista y menos cuando mis bolas salpican en el agua y se relame los labios.

Sabe bien lo que provoca, sabe bien que puede mandar tanto como yo, lo sabe y le gusta.

Le coqueteo con la mirada tentándola y ella me alza las cejas siguiéndome el juego.

Gruño bajo echándola la cabeza hacia atrás y veo como se le ponen rojas las mejillas, pero sigue sin venir a mí y no deja de mover la mano en su sexo. Es hora de ponerme dominante, me agarro al borde y aprieto fuerte, se endereza de su lado y sus dedos pierden velocidad.

Me cuadro de hombros bajando la mandíbula y con la mirada oscurecida demando en silencio que venga, deja de tocarse y hace amago de acercarse, pero la detengo.

—Quédate ahí metiéndote los dedos— le ordeno para castigarla, aunque mi aura le demande que venga en este mismo momento.

—Pero...

—Ábrete bien de piernas para que pueda verte— jalo mi puño haciéndola jadear.

Regresa sus piernas a los bordes y vuelve a tocarse con más intensidad que antes, pero no gime igual, son gemidos tensos, se le ve en la mirada que quiere venir conmigo, veo su piel húmeda tensarse.

—¿Puedo ir? — pregunta agitada alternando su mirada entre mi miembro y yo.

—No.

Frunce el ceño y se empieza a penetrar con los dedos. No está ni cerca de correrse, está muy tensa para eso y yo estoy ganando aquí, manteniendo lento mi puño.

—Hay una regla para cuando nos casemos Emma— deja como hipnotizada su ojos en los míos —Nunca juegues conmigo cuando estemos follando.

Asiente, pero es tan obstinada, que no lo va a llevar a cabo y eso lo sé perfectamente.

—¿Entendido?

—Sí— se ahoga con su gemido necesitado.

Me muevo apenas unos centímetros hacia ella moviendo el agua y se endereza. —No la voy a meter, sólo la voy a dejar sobre tu coño y tienes prohibido metértela.

Asiente de nuevo con los ojos muy abiertos. Me pongo a la altura de sus rodillas y sin dejar de masturbarme, pongo mi cabeza entre sus piernas por encima de sus dedos lamiendo su sexo dos veces.

Se retuerce gimiendo mi nombre y retiene el aire, la espuma de su entrepierna se va en mi lengua, me levanto poniendo mi polla en su sexo aun jalando mi puño.

—Yo también tengo una regla para cuando nos casemos Alexander— pone sus tobillos en mis pantorrillas acuñándome dónde ella. —Si me niegas un orgasmo, te dejaré sin sexo dos días— alza la barbilla desafiante.

Me aprovecho de mi fuerza y la giro de rodillas a la tina con el primer azote en sus glúteos redondeados y vuelvo a ceder a la perversión a la que nos hemos unido desde que nos volvimos a ver en el Caribe.

El agua salpica el azulejo del suelo y ella se contrae con fuerza debajo de mí con mis penetraciones, antes cuando ponía mi mano en la tina, solo era yo, pero ahora veo la suya junto a la mía con su anillo de compromiso.

El desasociego en mi pecho se termina cuando se viene ruidosamente llamando la atención de nuestra seguridad, que por debajo de la puerta veo caminan apurados a los gritos, pero cuando notan de lo que son, se alejan como saben que deben hacerlo.

Emma descansa entre mis piernas recuperándose, y aprovecho para abrir mis cuentas bancarías como dijo Erick revisando las tranferencias de las que me habló Ida y para las que no tengo tiempo, dejo al inútil de Tyler encargarse de algo, no le pago para no hacer nada.

Mi mujer esta relajada, incluso soñolienta cuando nos meto en la cama, trata de apretarme contra ella para dormir, pero desde que Caterva envia el mensaje de que está buscando al comprador y lo veo en el IPad ya no estoy en condiciones de domir nuevamente.

Me habló de la rusa hermana de Dmitry, la que podría darnos información, Bennett pocas veces la vio y yo sólo una cuando fui por Seth.

La única forma de llegar a ella era Alesha, pero ahora habrá que buscar otra alternativa.

. . .

El hotel nos avisa la recepción de los autos del aeropuerto en la mañana, Ida y Rebecca se llevan las maletas junto con Caterva y Emma pasa por revisión cada una de las cuatro que trae dos veces y son una verdadera exajeración.

Tarda casi media hora en prepararse hasta salir vestida con un vestino entallado marrón. —Tenemos que irnos en veinte minutos.

—Lo sé. — no se ve preocupada por la hora —¿Me ayudas con el zipper? — se da media vuelta y se recoje el cabello en alto poniéndome su espalda desnuda al frente.

Paso mis nudillos por su columna vertebral y subo el cierre lento para que las yemas de mis dedos puedan acariciar su piel en el proceso.

—Gracias— me sonríe coqueta y la jalo hacia mí cuando ya se va para probar su boca de nuevo.

Ida viene por su demás equipaje y Emma se adelanta dandole la ultima maleta a Rebecca, le veo con curiosidad una actitud engreída con ella desde que salimos de casa. Salgo de la terraza buscando mi camisa.

—¿Alguna otra cosa señorita Brown? — dice Rebecca mirando desde atrás.

—Ninguna, ya puedes irte.

Me pongo la camisa frente a las mujeres, revisando que mi celular esté en mi bolsillo.

—¿Necesitas algo más Alexander? — Rebecca sigue aquí. —Tengo las camionetas esperando, que lastima que no pudiste sacar tu Aston Martin de paseo está vez, a la próxima será— me guiña un ojo.

—La próxima vez, son de mi mejor colección.

—Siempre has tenido un buen gusto en autos, ¿Recuerdas que fue desde más joven?

Cuando volteo por mi celular mi mujer la mira fijamente con una mirada que no había visto antes, pero se ve enojada y sólo por eso asiento en lugar de responderle.

—Vamonos, se termino el tiempo en la isla.

Carraspeo mientras saco mis lentes negros y me los pongo, mi seguridad me sigue, me pongo imponente como los emepleados de mi hotel, pero es Emma la que rompe el miedo de todos acercándose y dándome su bolso mientras se arregla el cabello una ultima vez.

Miro la bolsa serio y acojonado porque ni siquiera pregunto antes de ponérmela en las manos y ella me sonríe ladeada mirando a todos.

—Estoy lista mi amor— me da un beso en la mejilla delante de todos, poniendo su mano con el anillo en mi hombro a la vista de todos y besándome casto.

—No hay que retrasarnos.

—Sí— sonríe y camina delante mio sin tomar su bolso como si es la misma dueña del hotel.

Ida y Rebecca la miran, Ida con su típica seriedad, pero Rebecca con incertidumbre, frunzo el ceño poco conciente de lo que hay aquí y camino detrás de ella siguiendole el paso de lo que sea que trate de hacer o probar.

Entrelaza su mano con la mía cuando laayudo a subir a la camioneta y nos vamos del lugar.

El vuelo se me hace más corto de regreso y los nervios de Emma los veo en sus manos, las pasa por su ropa dos veces, le reacomodo el anillo familiar en su dedo medio, no debe quitárselo.

—Tal vez debería dejar esté en casa, dos anillos es mucho trabajo para mí. — mira como le reacomodo el anillo. —Además paso el peor tiempo tratándolo de sacar cuando me ducho, la única vez que logre quitármelo fue un día lluvioso.

—No tendrías por qué quitártelo— digo serio. —Recuerda que tu seguridad depende de que tengas puesto este anillo todo el tiempo.

—Sí, lo dijise en el Caribe, pero me voy a quedar sin manos si sigues comprándome joyas.

—Te hace falta un Rolex.

—Y a ti un poco de humildad.

No le repsondo porque el capitán manda a prepararse para el aterrizaje. Le abrocho el cinturón de seguridad y mira a la parte trasera dónde vienen nuestros guardaespaldas, no me voy a arriesgar con lo que le paso a Ethan que falte de nuevo gente calificada a nuestro alrededor.

—¿Cómo será todo esto en cuanto aterricemos? — pregunta mirando la ventana —Tu familia, el ministro, el MI6.

—La isla fue un descanso corto, será peor que antes futura señora Roe.

—Emma Brown— me corrije. —Emma Roe Brown, no voy a dejar el apellido de mi madre.

—Como quieras, mientras lleves mi apellido conserva el de Kate, y mejor que hagas las paces con Maya para que te ayude a organizar la boda en lo que tarda en llegar el vuelo del religioso que viene de la isla.

Sus ojos saltan abierto completamente. — ¿Qué?

—¿No te dije que el religioso venía con nosotros nena? Tenemos... — miro mi Rolex de azulado—Exactamente tres horas para realizar tu papeleo legal, el mio ya está.

—El papeleo legal lleva meses, no horas, ni siquiera días, no hay vestido, ¡Me acabas de dar el anillo hace pocas horas! Cora ni siquiera está enterada— frunzo el ceño, pero me gana una risa corta con su reacción. —Ni siquiera... nosotros no hemos tramitado los... las elecciones son en dos semanas, simplemente no podemos.

—Si podemos.

—Estás jugando conmigo— mira mi mirada perversa.

—Un mes Emma— alzo mi dedo índice para aclararlo —El papeleo estará listo en ese tiempo, no hay otro plazo, más que esas cuatro semanas y daremos una cena familiar para anunciar el compromiso a los Roe, porque por esas llamdas que recibiste en la mañana, supongo que la rubia ya lo sabe.

—¡Un mes!, ¿Te volviste loco? No voy a aceptar nuestra boda en un mes, ni siquiera es posible, los medios no aceptarían una boda así.

—Tres semanas, entonces.

—Estás siendo irracional, está conversación no la vamos a mantener en el avión, la tendremos cuando lleguemos a casa, pero definitivamente no serán dos semanas. — se mira indignada.

—Dos semanas, entonces y si sigues insistiendo, hago llamar al religioso hoy mismo, tengo influencias en todos lados.

Abre la boca sorprendida. —Retomo la oferta incial de un mes, al menos para buscar el vestido en una tienda decente, las invitaciones, el ministro no va a recibir una definitivamente. Hay muchos preparativos, esto se hace con un muchos meses de anticipación.

—No tengo interés en ninguna de esas cosas.

—Pero Alicia, Cora y yo sí y quiero una boda decente, ya dije que no vamos tener esta conversación en el avión, busca otra cosa que hacer porque no quiero escuchar más del asunto.

—Primera pelear de pareja a favor mio— digo enojándola más. —Caterva ven aquí— miro a mi mujer siendo obstinada como siempre. —¿Qué pasó anoche con el comprador?

El padre de Alesha se sienta en el asiento frontal a nosotros frotándose las manos.

—¿Te felicito primero por tu compromiso o te doy las malas noticias? — cruza el tobillo en su muslo. —Conseguiste a una muy mujer hermosa, he visto muecho de ella en los medios, veo que trabaja con el ministro Madden, debe ser buena publicista.

—Es la mejor de Londres— le aclaro y Emma oscila en sonreír, pero no lo hace.

—¿Cómo te la conseguiste? ¿O es pagada?

—Ni te atrevas a ofenderla— me enderezo.

—No, de ninguna manera ofendería a la esposa del lobo, te ofrezco disculpas, muchacha, es la forma cotidiana de hablar de la gente como yo. — Emma solo lo mira en silencio comiendo frutos secos que hay en la bandeja continua a nuestros asientos.

—Te voy a poner de rodillas frente a ella.

—Te ofrezco mis disculpas de nuevo muchacha, es que la belleza de mujeres como tú vuleven asnos a los demás.

—Deja de hablarle que no ella no te autorizó que lo hagas— lo callo. — Y ponte a decirme lo de anoche.

—No regresó el comprador como suponiamos, pero uno de los comerciantes del lugar me dijo que hay alguien por los rumbos de Londres que siempre eva con el comprador, pero por las características que dio no lo reconozco ni es alguien que yo haya conocido.

—Te dije que es danés y no de la organización.

—Pero tiene un apodo curioso, según el comerciante, es un hombre al que le dicen. "La reina" o que viene buscando a "La reina", el hombre estaba muy borracho para decir cosas coherentes.

Sigo escuchando lo que Caterva dice, pero veo a Emma ponerse seria en su lugar.

—Más bien, creo que es una referencia a que quiere Londres como su nuevo lugar de comercio. Por eso hace referencia a la reina, al a reina de Inglaterra y ese hombre del que me hablaron debe ser el comprador danés.

—Habrá que busarlo, necesitamos más encuentros con él, buscalo, cazalo y por ahora te irás, tenemos que hacer contacto con la hermana de Dmitry de alguna manera— la puerta del avión se abre.

—Haré la ruta que hacía en esa casa para ver a Alesha y veré que consigo. — asiento —No se si Maya te lo informó, pero ya hay nueva fichada en la organización a las diez horas salió una fotografía. La hija del teniente Wall, hoy su cabeza tiene precio por Logan a menos que detenga el juicio de Bekcham, pero dudo que lo haga.

—¿Qué? — Emma se ve pálida.

—Que la organización ya está detrás de ella como lo estuvo en su tiempo de ti y del biolog muchacha, pero su seguridad no es mejor que la del lobo, le doy hasta la media noche de vida.

—¿Y Millie?

—Emilia ya está resguardada, se le advirtió a Sarah y no hizo caso, estoy seguro que el agente cojo igual le advirtió y quizo llevar el caso a juicio ella misma, la udiencia de Beckham ha llamdo a Maya al juicio hoy, se presentará en dos horas.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Ni falta hace muchacha, no creo que corra riesgo tu familia Alexander si hay algo que los Roe han guardado todos estos años en el circulo social es su reputación— Caterva se levanta para irse.

—¿Qué pasa si Beckahm declara en contra de Maya?

—Richard moverá sus influncias para ayudarla, tenemos un acuerdo.

—¿Y si no lo cumple?

—Entonces hechamos abajo su campaña política definitivamente.

Emma.

No hay tiempo de quedarnos en casa porque ya hay llamadas de Richard, no sólo queriendo verme a mí, si no a Alexander, hay mensajes de una enfermedad mía, por todos lados, al parecer según Jack me intoxiqué.

Los mensajes de Dylan en mi celular que respondí en la mañana y los de Cora ansiosa por la noticia, no son los únicos, el efecto de la isla ya pasó.

Pero lejos de sentirme plena, me siento ansiosa.

Me preparo para salir con Alexander, en cuanto tiene el traje de nuevo, esta es una forma diferente de presentarnos al ministro. Tengo citas digitales médicas de un médico privado y en las camarás de vigilancia de la casa, veo que se reproducen cintas de los días anteriores a nuestro viaje.

Las debió pedir y Jack se las hizo llegar.

—Ya sabes que ni una sola palabra de esto debes decirle a Tyler— le digo a Rebecca reproduciendo las cintas y veo su mirada en el anillo blanco.

—No tienes que repetirme las cosas dos veces, sé cuál es mi trabajo por ahora la prioridad es Maya en el juicio de hoy.

—No quiero errores, tienes unos ojos curiosos Rebecca, parece que estás muy bien entrenada como Tyler. — Sonríe enojada alzando las cejas y cuando va a contestarme le alzo un dedo. —No lo defiendas, porque pensaré que estás de su lado y no del nuestro.

—¡Quiero ver el anillo! ¡Quiero ver el anillo! — escucho la voz de Cora en la entrada. Es muy ruidosa por la casa, que hasta Octavian sale de la cocina apresurado por ver quién grita.

—¿Le ofrezco algo de beber?

—Agua, esta bien— le da un guiño de ojo y termina corriendo hacia mí y salta por uno de los sofás individuales de la sala de estar para llegar a dónde yo estoy.

—¡Coraline Gray, recuerda que tienes un bebé en tu vientre! ¿Ahora haces parkour?

—Me emocione de más, pero quiero ver el anillo, así que muéstramelo— se cubre la boca con entusiasmo con las mejillas sonrosadas haciendo juego con el vestido del mismo color.

—¿No me vas a decir, que es bueno que regresaste en una sola pieza, primero?.

—Por su puesto, me alegra que el vuelo haya ido bien y todo eso, déjame ver el anillo mujer— me da dos besos en cada mejilla.

—A la fuerza, pero educado.

—No sabes como llore contigo pensando en que Alexander se iba a ir, claro lo mio fueron las hormonas del embarazo no amor a ese hombre de malgenio, estuve llorando toda la noche por el sentimiento que Bennett pensó que me estaba dando depresión.

—No va a irse, no sin mí— levanto mi mano con el anillo. —¡Me voy a casar con él de verdad!

—¡Ah! ¡Dios! ¡Lo sabía! — grita emocionada conmigo, y se tapa la boca examinando el anillo que se vería desde la entrada, si me pesa el dedo, con los dos que tengo, en unas semanas ya no tendré mano. —¡Es hermoso! ¡Más hermoso que el falso! — se toca el pecho

—Lo hizo en Nueva York, es un diseño único.

El corte en oro blanco me fascina y cada vez que lo veo sonrío sin poder evitarlo, parezco una tonta enamorada, pero lo soy.

—No esperes menos de lo que te mereces sexy, te mereces el mundo entero, yo te lo iba a dar— me besa la mano sonriendo. —Yo sabía que ese neurotico, estaba malditamente enamorado, se le veía hasta por los poros, en la mirada de bestia.

—Se puso de rodillas.

—¡No! — alza las cejas, ansiosa sentándose conmigo cuando Octavian le trae su agua, claramente divertido con los gritos que propina Cora. —Lo hizo de la forma convencional, que romántico— su labio sefrunce con ternura y me acaricia la cara. —Después de todas las lagrimás de la noche pasada, lo compenzó.

—Lo sé, estoy muy feliz. ¡Voy a casarme!

—¡Por el infierno que sí! — chilla moviendo las manos y mirando por el pasillo. —Ese hijo de puta no podía irse sin ti, pero voy a patearle el trasero por las lagrimas de ambas, no se va a librar de mi furia.

—Eso no te pondrá loca, quiere que la boda sea en cuatro semanas.

—¿Se volvió loco? Es que no le llega oxigeno al cerebro al cabezota ese. Muy feliz y todo, romántico, lagrimás felices, pero cuatro semanas es una tontería. ¿Lo sabe Maya?

—No, haremos una cena para anunciarlo a su familia y a la mía, lo que te incluye en mi familia, y ya lo sabes, pero también está Dylan— me muerdo los labios como mal habito que no se de dónde he adquirido. —De ningún lado parecen buenas noticias, Maya estará en una audiencia hoy por el juicio de Bekcham en la que piensa que yo la involucré.

—No pierdas la emoción de esta noticia— dice muy segura. —Lo estamos celebrando tu y yo en este momento y Alicia ya lo está celebrando desde el compromiso falso, entonces por ella no hay problema, está loca con la boda.

—Con todo lo que está sucediendo una boda parece lo menos indicado.

—¿A quién le importa? El mundo es egoista por naturaleza, los que los queremos estarmeos ahí, tu ex jefe, el señor Jones seguro asistirá y muchos más.

—Parecen muchas cosas buenas dentro de algo tan malo.

—No sobrepienses las cosas, no todos tienen la dicha de tener al amor de su vida con ellos— la mirada se le entrsitece, pero vuelve a sonreír. —No dejes que nada lo arruine, los problemas del ministro, de Maya, de su empresa, están fuera de esa puerta, además suena muy imponente ser Emma Roe.

—Emma Roe Brown.

—¡Dios! Será la boda del año, ahora si podemos alocarnos con las revistas de vestidos.

—Alicia nos lleva ventaja.

—¿Sabes qué? Ni se te ocurra que ella sea tu dama de honor porque yo me gané ese derecho, si quieres la podemos dejar fuera de la boda, que solo sean familia, los invitados— dice en complicidad y me río con ella.

—Nos pondremos con lo spreparativos y con todo en cuanto tenga días libres del trabajo, el ministro quiere vernos, seguramente nos llevará a la corte acompañándolo, tengo demasiadas llamadas de su esposa.

Voltea los ojos. —Dos días te fuiste y ya no tiene amigas, si quieres la vuelvo a encerrar.

—Es por una entrevista que tiene el ministro para el Daily Star, las ultimas dos que hará antes de las elecciones.

—Ese bastardo va a ganar, vi las encuestas gubernamentales, lo pusieron en el tope con la noticia de su compromiso, supo como utilizarlos, pero no sabe que ahora el compromiso no es falso— me alza la mano y admiramos mi anillo, ella suspira y vuelve a sonreír.

—Quiero que termine su campaña ya, no quiero seguir trabajando para ese miserable— le palpo el vientre que es un poco, apenas perceptible con algo acolchonado, está en su séptima semana. —¿Qué te dijo Maya en la revisión?

—Tenía una infección estomacal que me tuvo vomitando todo el día, pero Bennett estuvo conmigo cuidándome cuando Dylan no lo hacía y dándome el medicamento que ella nos sugirió. Está siendo un gran apoyo.

—¿Sólo gran apoyo?

—Mi apoyo principal es Dylan, probablemente ya lo sepas, pero anoche se llevarón a Millie, él estuvo con Sarah toda la noche, tratando de localizar a los que ingresaron al edificio, saben que fue Jack— baja la voz. —Vi las camarás de vigilancia y se ven camionetas del gobierno llegando al estacionamiento y de algo estoy segura, Sarah no quiere enjuiciar sólo a ese Beckham, o lo hubiera hecho desde que llegamos a Londres, ella quiere hundir a Maya y a los Roe.

—Lo peor es que parece que sabe como.

—Dylan también estará en la audiencia, yo me mantendré al margen de esto, Bennett dice que es muy peligroso, si Jack tiene a Millie, está mejor que con Sarah.

—Sarah tiene que desistir de alguna manera del juicio.

—No lo hará, ellos matarón a su hermano.

No quiero que las cosas se pongan peor para el ministro, no cuando ya hemos sacrificado tanto para que gané, forzados, pero el trabajo nadie lo hechará abajo. Sus ultimas dos entrevistas ya están programadas.

Sólo tiene que esperar los catorce días para ganar.

—Tengo que irme a trabajar, espero saber lo que pasará con Sarah y la posición que tomará el ministro en el tribunal.

—Espero que sea algo racional— todos sabemos que no será así —Yo vuelvo después con Alicia, pero antes, déjame hacerle una pequeña visita al señor Roe para visitarlo por el compromiso.

Se levanta pasando a la biblioteca justo cuando Alexander y ella le sonríe a punto de gritarle justo como hacía de adolescente con Dylan.

—Coraline.

—Estoy emocionada porque se van a casar— la sonrisa se le borra. —¡Pero ni creas que en un mes vamos a organizar la boda! ¡Esta boda será perfecta para mi mejor amiga cabezota! ¿De acuerdo? Y no quiero quejas al respecto.

—Te dije que no íbamos a tener esa conversación en el avión cariño— tomo mi bolso y las llaves de mi Mazda.

—¿Por qué tengo a la mujer de Bennett gritándome? — arquea una ceja en posición de estatua escuchando a Cora.

—Nunca hagas enojar a una mujer embarazada Alexander Roe— lo apunta con el dedo sin contradecir lo de Bennett. —Y ya me voy porque tengo mucha hambre y no quiero seguir discutiendo.

—Si se queda le prepararé algo de comer— Octavían sigue a la entrada de la cocina.

—¿Harías eso por mí?

—Con gusto.

—Entonces me quedó— sonríe de lado despidiéndonos con la mano y siguiendo a Octavian a la cocina.

—Había una cena planeada para esto, pero de nuevo te adelantaste como en la compra del vestido— Alexander se pone los lentes negros.

—Cora tenía que llevarse la primicia de nuestro compromiso y velo como una persona menos que gritará cuando sepa.

Me sube a mi Mazda y con mi seguridad siguendme hasta su Aston Martin juntos para la residencia del ministro.

La incertidumbre la tengo dentro de mí de lo que pasará en el juicio, llegamos en la entrada mostrando las identificaciones, caminamos la entrada de la mano y aun dentro no me la suelta cuando vemos a la secretaria de Richard venir a recibirmos.

El mercedes de su esposa estaba fuera, por lo que podemos topárnosla. Los lujos que desborda esta familia son demasiados en cada rincón de la residencia. Esperamos a que la puerta se abra y como maldición viene esa mujer a recibirnos, pero con ropa más forma y su bolso en mano.

—¿Emma como te encuentras? — me da dos besos y mira nuestras manos, pero regularme eso hacemos antes de las entevistas. —Te visité, pero estabas todavía indispuesta.

—Fue una reacción alérgica a la comida. No lo sabía.

—Eso vi en el digtamen médico, por eso siempre ando con mi chef personal, ni en los lugares más prestigiosos de la ciudad puedes confiar. También es bueno verte Alexander— se gira a él —Para cuidarla en casa no debiste aunsentarte del trabajo tu también.

—Madame— la saluda con educación —Yo no le doy explicaciones a nadie.

La esposa del ministro se ríe. —No esperaba menos, tan acomedido como siempre Alexander— vuelve a mirarme la mano.

—Es mi naturaleza— dice sarcastico.

—Señor Roe, el honorable ministro quiere verlo únicamente a usted señor Roe— sale la secretaría a informarnos.

—Pero me llamo a mi también, hay mucho trabajo por hacer— miro a la secretaría —Aun no estoy al cien por ciento físicamente, pero el medicamento lo traigo en mi bolso.

—De hecho, Emma, la que te mandó a traer fui yo— dice su esposa —Es que teníamos una reunión programada, hace dos días, pero como te enfermaste la tuve que posponer para hoy, mi esposo no te requiere en el trabajo hoy, irán a la audiencia que inició el MI6.

—Si, lo ví en la agenda digital.

—Esas cosas pueden durar hasta cinco horas Emma, irán con Alexander, tengo entendido que tu tía fue llamada por el jurado a declarar— lo mira con interés.

—Cosa rutinaría.

—Ojalá y sea eso y no pase a mayores porque Maya es una de mis más queridadas amigas— no le creo a su tono de voz. —Emma irá conmigo a la reunión y yo me encargo de que mi esposo no nos moleste durante el día— se ríe, pero por tercera vez mira mi mano.

Y como mujer no debe pasarle desapercibido que mi anillo de compromiso es diferente al que recibí en la fiesta para la prensa.

—De acuerdo iremos a la reunión.

—Es una reunión con mis amigas, quiero que te mezcles con ellas, por aquello de la reputación, pero antes tengo que pasar con mi doctor de rutina para mi medicamento si no te importa.

—Sin problema madame.

—Entonces no esperemos más— saca su bolso de marca y camina a la salida.

—Te veo en casa— le digo en voz baja a Alexander justo cuando ella se gira en la puerta de la entrada y no percibe más que nuestra actitud profesional, incluso se gira tan rápido que parece que no lo hizo.

Voy en mi Mazda seguida de Rebecca, lo que menos me apetece es la reunión con señoras adineradas y engreídas, el juicio es lo que espera ver hoy, el Mercedes y la seguridad de la señora Madden osilan en la ciudad.

Pasamos tres semforos antes que entre a un consultorio privado de alta gama y me invita a subir con ella, pero me quedo en el auto y tarda casi media hora en salir.

Nos lleva al club que antes solia frecuentar Alexander y dónde veo en nombre de Maya en algunas, listas, no es que me interese esto para traerme.

Las señoras de la comida son pretenciosas como ella y tengo que pasar las dos horas que dura el diminuto almuezo hablando de cosas superficiales con ellas.

Alabando al ministro y a su esposa, manteniendo una conversación de la colección de no sé que tienda que la utilizó de patrocinadora del año, me aburro en instantes, no hay información del juicio, debe llevar dos horas mínimo la primera audiencia.

Me excuso al tocador de damas queriendo despejarme y le escribo un texto a Alexander para tener noticias, pero me lo devuelve en una llamada. —Emma.

—¿Emma?

—¿Nena? — casi lo veo frunciendo el ceño.

Sonrío de lado. —¿Sigues con el ministro cariño?

—Sí, ¿Tú dónde estás?

—Aun en la comida de la señora Madden, en el club, llevo horas con estas mujeres y no me voy a librar fácilmente de ella, hablan de ir de compras— se escucha mi aburrimiento. —¿Qué sucede en la audiencia?

—Llamaron a declarar a Maya, Sarah la está interrogando— esucho como se cierra la puerta —Bekcham no ha dicho una sola palabra sobre la organización, no ha hablado, en absoluto, pero el amigo del agente Gray ha hecho de custodio por él todo el tiempo.

—Sarah no se va a detener por lo que le hicieron a su hermano.

—Maya lo está manejando bien, además el ministro está aquí.

—Jack hizo un buen trabajo, la señora Madden no ha preguntado nada más de lo normal y Rebecca ha estado todo el tiempo conmigo para decirle algo— no se por qué aclaro ese punto, en que no confio en esa mujer.

—¿Vio el anillo?

—No— me miro la mano —O es muy distraída o sabe fingir muy bien.

—Están llamando al jurado, tengo que entrar de nuevo en la sala.

—Mantenme informada de lo que sucede.

Cualgo y vuelvo a la mesa para ver a Rebecca ya ahí, no me siguió al baño curiosamente. Ruego porque se termine mi reunión con estas señoras, pero es hasta una hora más tarde la señora Madden decide que es buen momento para irnos y como Rebecca estuvo todo el tiempo conmigo al menos sufiro mi mismo aburrimiento.

—Gracias por acompañarme al desayuno con las señoras Emma, fue de mucha ayuda.

—Los eventos sociales son nuestra mejor arma señora Madden, estamos a pocos días del gran evento.

—Finalmente, ha sido una cmpaña muy exahustiva, desde Diciembre— suspira en un gesto muy impropio de ella. —El estrés me provoca desordenes alimenticios, por eso mi médico me está dando vitaminas.

—No sabía que estaba enferma.

—Son cosas rutinarias, pero ante las cámaras siempre debemos lucir perfectas. ¿Me entiendes ¿Verdad? — asieno —Mi doctor dijo que mis medicamentos aun no estaban listos cuando fuimos, puedo pedir tu compañía de nuevo y después en mi casa ya te dejaré libre, debiste aburrite con nosotras ahí.

—Creame que disfruté mucho de su compañía— mi sonrisa no puede ser más falsa.

No me queda más que seguirla en el hospital y no se si veo bien cuando baja al estacionamiento que se le ve un poco pálida, la sonrisa que pone aun se ve forzada. —No tardará mucho arriba. ¿Me acompañas?

Le hago un gesto a Rebecca y baja del auto para ir con nosotras dentro y durante el camino por el ascensor. La señora Madden va en su teléfono mensajeando y cuando giro la veo mirando de nuevo mi anillo

—¿Es nuevo? — no puede fingir que no lo vio.

—Sí.

—Se ve como un anillo de compromiso— se ríe, e igualo su risa — Pero deberías usar el de compromiso que te dio Alexander en la fiesta, esos paparazzis andas por todos lados y no queremos rumores de que el compromiso ya no se llevará a cabo.

—Lo haré, estuve tan enferma que lo ultimo que pensé fue ponerme las joyas.

—Enetiendo, pero la imagen es primero querida Emma.

Los de seguridad revisan nuestras identificaciones y hacen una revisión rutinaria de los que pasan, a ella la dejan pasar de inmediato sin fila.

—Esperanos aquí— le dice a Rebecca en la sala de espera.

—Mi seguridad no se aleja Madam.

—El doctor solo tardará unos minutos, sígueme Emma, el consultorio está en el piso de arriba, pero entiendo lo molesto que puede ser estar con tu seguridad todo el día.

—No me molesta, menos sabiendo el peligro que hay cuando eres figura publica y por lo que pasó con mi anterior guardaespaldas.

—Lo sé, pero a veces hay que perdernos de ellos unos momentos.

No le doy autorización a Rebecca de que se aleje, siguen sin gustarme los hospitales. Un hombre alto y moreno en bata blanca nos ve desde lejos y ella lo saluda con la mano llevándome hacia él, cuando una secretaría bien vestida le da la llamada y nos hacen pasar.

—Lo siento, al consultorio no entran los bolsos— dice su secretaria.

—Esperaré aquí fuera.

—Es cosa de rutina, Emma, — la mujer del ministro deja el bolso. —Sólo serán unos minutos.

—Prefiero esperarla aquí.

Volteo para buscar a Rebecca, pero la señora Madden me empuja dentro dejando mi bolso. —Sé que no te agrado, pero hay personas por todos lados— habla entre diente poniendo una sonrisa —Recuerda que somos la campaña de mi esposo.

En el consultorio está el mismo hombre de hace unos momentos. El aura se siente diferente en cuanto se cierra la puerta.

—Nunca llegas tardes a tus citas Susan.

—Emma el es el mejor médico de la ciudad— me presenta sin decirme su nombre —Ella es Emma, la chica de la que te hablé, viene por la cita, creo que notaste las marcas desde que entramos.

—¿Disculpe?

—Si las veo, son como las fotos que me mandaste— se acerca a nosotros —¿Son marcas de amarraduras? — el médico me toma las muñecas sin permiso ante mi sorpresa.

—Emma querída, no tengo cita con él hoy, pero creo que podríamos trabajar en quitar las marcas como te había comentado antes.

—Y yo recuerdo haberle dicho que no.

—¿Puedes al menos escuchar la opinión del dcotro respecto a las cicatrices?

—No señora Madden, no es posible que me haya traído con engaños, esas artimañas son infantiles y poco educadas de su parte. — la miro mal.

—No son cicatrices de muchos años, va a ser más fácil quitarlas. — el hombre vuelve a tocarme como si no hubiera dicho nada.

Jalo ambas manos, para que me suelte, pero la esposa del ministro también empieza a examinarme. — Quiero que se los quites de las dos manos, ¿Podrás hacerlo en dos sesiones? Mi marido tiene su sultimas entrevistas y las tiene alrededor de las muñecas, por aquí y por aquí.

—¿Qué les pasa a los dos? No voy a realizarme nada aquí— me jalo de nuevo, pero el médico aprieta su agarre, es un hombre fuerte para soltarme, aunque lo hago con agresividad.

—No te asustes, todos los pacientes como tú sienten temor.

—Buenas tardes— la esposa del ministro me bloquea el paso.

—Emma, se consiente por favor, de que estás son las ultimas dos semanas de mi esposo en su campaña.

—Te voy a hacer unas pequeñas marcas con marcador especial para ver dónde iría el láser, es bueno que la hayas traído hasta aquí Susan.

—No voy a hacer el procedimiento — me zafo de su agarre mientras busca el marcador especial — No quiero que me vuelvan a tocar así, esto es ilegal.

—Emma, querida, creo que te olvidas que estás llevando la imagen de mi marido y su campaña política en tu compromiso, la entrevista con el Daily Star es una de las más importantes, déjalo que haga su trabajo, yo voy a pagar por todo.

—El gran día se acerca y a ella también le haré unos arreglos por aquí para el día de las elecciones del parlamento. — el médico m guiña un ojo —No es nada del otro mundo y no duele.

Mi pulso comienza a saltar, pero me mantengo serena, mi bolso esta afuera con mi celular y Rebecca en el piso de abajo. Dios.

—Señora, no van a tocarme las muñecas, el accidente que tuve...— carraspeo y no puedo decirlo —No es porque no quiera quitarlas, se lo juro, es sólo que aún no me siento cómoda con el procedimiento, yo misma comencé un tratamiento hace tiempo, tengo una doctora que sabe de estas cosas, es... es la Dra. Kriss.

—Nadie se compara al doctor Watson es el mejor médico del país y él nos ayudará.

Comienzo a tener dificultades para respirar. Después de varios meses.

—¿Sabes lo costoso que es conseguir una cita con él? Y yo lo hice por ti.

—No dolerá mucho Emma, tengo sumo cuidado en estas cirugías laser— el médico insiste en calmarme —Será mínimo de dos sesiones de casi dos horas, el láser que utilizamos es de precisión y nueva tecnología, pero no debes hacer esos jalones de antes o a piel de alrededor puede dañarse.

—¿Qué hacemos entonces? — pregunta la mujer.

—La puedo atar con pequeñas correas que usamos en los de parkinson.

—¡No! — respiro hondo, pero no consigo mucho aire, no hay a dónde irme —Mi guardaespaldas está afuera, ella entrará en cualquier momento, señora Madden, no sea irracional, este comportamiento no es de una señora de sociedad.

El médico me da una mirada de empatía y me suelta, se ve molesto de mi actitud. —Si solo van a hacerme perder el tiempo, cancelaré la cita.

—Haz lo que sea necesario— ella no cede. —Te di mi autorización.

Se miran entre ambos seguramente asegurando una cantidad de dinero que le dará porque esto no es nada profesional, ni ético, él es un médico, pero yo ya dije que no y aun así quiere seguir.

—Te voy a poner la mano en una correa, no la voy a ajustar mucho sólo nos servirá mientras paso el láser.

—No, no quiero hacerlo, no me siento cómoda con extraños atándome, señora Madden voy a cubrir las marcas, siempre lo he hecho y funciona, el triunfo de su marido ya está garantizado.

El miedo que siento es real, y aumenta cuando dos enfermeros de bata azul con mascarilla entran en el consultorio y trato de ver a Rebecca en la entrada, pero no está.

—Tranquilízate querida Emma, estás temblando como si te fueran a hacer algo malo, es una simple cirugía laser.

—Dije que no, me voy a ir— el médico me bloquea el paso y del otro lado ambos enfermeros. —¡Esto no es ético y voy a demandarlo si me pone una mano encima!

Llego ala puerta semi abierta esuchando como me riñe la esposa del ministro y veo a Rebecca parada cerca de la puerta de otro consultorio, con alivio la llamo, pero su cabeza no se alza.

—Rebecca, ¿Puedes traer mi bolso? — alzo la voz llamando la atención de la secretaria.

Veo que me escucha, pero no alza la cabeza. Me quedo anonadada y paso por la puerta, pero la señora Madden, me lo impide.

—No voy a dejarte salir Emma.

—No obligue a usar la fuerza.

Veo a su seguridad cubrir la puerta, cuando ella los llama.

—Susan. ¿Qué hacemos?

—No te pongas exigente, lo vamos a hacer— la esposa del ministro se muestra en su verdadera cara enojada —Richard me dijo del contrato que tenían y está establecido que cumplirás sus órdenes y quiere que te quites las marcas, ya se lo dije y le pareció una idea sensata.

—Se lo diré al teniente, el teniente Wall está de mi lado.

—Está es una estupidez, no van a pelearse por un favor que te estoy haciendo— la mujer está alterada.

—Se lo diré a Alexander.

—Está en el juicio, no puede vernir, para él estamos en la comida con mis amigas— sonríe y un escalofrío me recorre. —Todo está planeado, no hagas un drama innecesario, te estoy dando un regalo.

—Susan si no quiere ya no puedo proceder— dice el médico —Tengo todas mía citas programadas y lo sabes y mi ética no me permite obligarla.

Siento un poco de alivio, pero la esposa del ministro está lejos de ceder.

—Ya habíamos hablado de esto, por eso están aquí los enfermeros, ya te pagué y voy a aumentar la cantidad al doble si eso quieres, o al triple mejor, pero quiero que hagas el trabajo ya.

Le ruego que su avaricia no le gane, pero pierdo y cuando el médico hace el gesto a los enfermeros retrocedo y empiezo a ceder sin darme cuenta que mi cuerpo tiembla.

—Está bien, no usen la fuerza— opto por ceder, ya que no tengo alternativa, me cubro con las manos como hice ese día que me soltó Seth —Pero no me aten las manos, por favor.

El miedo es real, el miedo sigue ahí después de tanto tiempo.

—No me puedo arriesgar a que hagas un movimiento tan brusco y te lastimes con el láser, primero te pondremos anestesia en gel alrededor de la zona, te aseguro que no dolerá— la calma del médico no me tranquiliza en absoluto.

—No es para tanto, estás palida — la esposa del ministro deja su bolso en una de las sillas.

—Tenía veinte años señora Madden— todo lo que hago es un intento desesperado de que no lo hagan, pero los enfermeros me sostienen y me ponen las correas en las manos a la fuerza, aunque tengan cuidado. —Se llamaba Seth... yo estuve en... — me jalo, pero son más fuertes que yo y es incoherente lo que digo.

Habría dado lo que fuera porque Ethan abriera en ese mismo la puerta y lo hubiera impedido. Ethan prometió cuidarme.

El láser va quemando piel, a lo mejor el médico si es un profesional, pero quito una marca de mi cuerpo y dejo otra en mi pecho atándome las muñecas.

No se cuanto tiempo pasa, pero todo se ralentiza, veo el laser pasar por mi piel, la anestecia adormece, pero sigo viendo.

—Necesitará una segunda sesión.

—No va a querer venir, de nuevo.

—Entonces llevala a tu casa y la traes de nuevo en cuarenta y ocho horas, su piel es muy delicada para hacer el proceso hoy, no quiero lastimarla.

—Esta bien— saca su tarjeta de crédito y se la entrega a la secretaria.

Las vendas me las colocan con sumo cuidado, me habla de las precauciones que debo llevar por la irritación, pero apenas escucho.

Ella es la que asiente en todos los cuidados que nos ordena tener. Salgo con la esposa del ministro caminando sin sentir mis piernas no miro a Rebecca por ningún lado y en la camioneta que subo no es mía, es su mercedes.

—A mi casa— le dice a alguien y no me entrega mi bolso —Ella se va conmigo, necesita volver para la segunda sesión.



"La avaricia abunda en las almas más corrompidas"

¡Feliz cumpleaños a las sexys que nacieron en Noviembre!

Doy spoilers en mi instagram a la media noche.

¡Los amo tres milones!

-Karla. 

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