CAPÍTULO 33

Emma.

Ti sei nascosto benissimo— camina dentro —Pero no lo suficiente para que yo no te encuentre, siempre supe que estabas en Brent junto con la rubia que se le escapó al amo por culpa del adicto de Bennett.

Me azota contra la puerta apenas dándome tiempo a arrastrar los pies. Trato de zafarme, pero su agarre es firme.

—¿Te crees inteligente para huir de la organización?

—Al parecer lo soy porque en tres meses nadie me tocó un solo cabello.

Me azota contra la puerta otra vez —El plan era sencillo para que traicionaras al lobo, pero el ministro te llevó a Brent, la pregunta es ¿Por qué?

—Soy un agente del MI6.

—Lo único que eres es la carnada, nuestro informante nos dio la voz de alarma en cuanto te vio aquí con la pequeña a la que venimos persiguiendo, ¿Dónde está la hija del biólogo?

—Jack no tiene ninguna hija.

—No te hagas la inocente, Tyler solo sirve para informar, no para hacer lo que debe y menos nos sirvió para darnos a la niña, pero tú me vas a llevar a ella y con la buena Sarah antes que te mate, aunque el amo no te quiere muerta.

Su mano toma un puñado de mi cabello y me arrastra por el suelo de la habitación con una fuerza impresionante. Mi cuerpo sigue débil por el golpe de calor en el trabajo y le facilita el trabajo.

—Si el amo no me quiere muerta ¿Qué carajo haces?

—Dándote una paliza mejor que la que te van a dar en las jaulas, ahí gana el primero que estrena la mercancía, y yo estoy estrenando a la reina— hace una falsa reverencia.

Mis quejidos no sirven de nada y mejor los guardo para lo que son útiles. Mi cabeza termina golpeándose con el mueble cerca de mi maleta sacándome un jadeo de dolor, pero veo mi daga en el suelo.

Le doy una patada en el abdomen que la azota de espalda, me limpio la cara y estiro la mano para levantarme.

—Lárgate de mi habitación o sufre las consecuencias, aquí no hay ninguna niña, Jack no tiene hijos, la última vez me utilizaste a tu antojo y tengo la rabia dentro todavía— me levanto con la daga en mano.

Sonríe sin tomar enserio mi amenaza, se quita una liga de la mano y se ata el cabello. Mueve las manos en burla instando a acercarme.

—Adelante conejito— se ríe y la daga pierde equilibrio en mi mano —Muéstrame las consecuencias.

—No tientes tu suerte Katherine.

—Deja de hablar y pelea mientras te cuento lo que Seth dice de ti en las jaulas a los kray y lo mucho que gritaste cuando te forzó.

Me quedo estática en mi lugar mientras disfruta verme así, se le plasma la satisfacción en la cara y se ríe otra vez.

—Para Alesha y para mí, esa era nuestra historia favorita, escuchar todo lo que te hizo ese demente. — baja el labio inferior y sigue caminando hasta mí. —Pobre conejito, el novio la lastimó y el padre la vendió a la casa de los treinta y siete, te estoy llevando a dónde tu maldito padre quería que estuvieras como última voluntad.

Las palabras las sueltas como bofetadas que sacan viejos demonios.

Lo peor que puedes hacer es acércate a una persona a la que le has quitado todo porque en el suelo, ya no importa cuanto te revuelques para salvarte.

Cuando está lo suficientemente cerca levanto la mano y con la punta de mi daga le corto parte de la mejilla, pero se mueve rápido y no corto todo lo que habría querido.

—Hija de perra— se limpia la sangre.

—Te lo advertí— la tumbo al suelo poniéndole la daga en el muslo, la miro a los ojos con rabia y bajo la punta a su pierna, saco la daga mojada.

Se traga su quejido y me limpio su sangre en su ropa. —Te voy a hacer una peor— se toca la mejilla manchándose la mano de sangre y se viene contra mí igual de fuerte como si no estuviera herida.

Mi espalda se azota en el piso con mucha fuerza y por más que trato de quitarla de encima, se ve fiera, tiene mucha fuerza en las piernas apretarme.

Las bofetadas me las da a puño cerrado volteándome la cara más de tres veces. Con las rodillas le doy en el abdomen tumbándola a un lado y sometiéndola como sometí a Alexander en el restaurante por la cabeza.

—Vete a la mierda junto con Alesha— le azoto la cabeza contra el suelo, presionando el anillo que me dio Alexander en su cuello. —Te metiste con una Brown.

Me levanto para correr a la puerta, logro entre abrirla y alcanzo a ver a Sarah en el pasillo, pero Katherine me alcanza antes de salir.

—¿A dónde vas conejito? — tiene una fuerza peor que la de los agentes del MI6.

Por el rabillo del ojo veo al mismo hombre de la playa y al del restaurante, el tal Beckham, sobre Sarah, pero ella pelea mejor yo, aunque no es suficiente para los kray que vienen corriendo, esto es una emboscada de la organización.

—¡Camaleón! — grita pateando el arma, lejos de mi vista.

Dylan sale de su habitación armado y comienza el horror de una verdadera pelea del MI6 con los kray, lo peor de siempre es la gente que hay en el hotel. Un calvo muy alto pasa cerca de los kray y arremete contra Dylan. Las celebraciones de año nuevo quedan opacadas por el sonido de las armas.

Ya no hay ebrios festejando en los bares del hotel, ahora hay ebrios huyendo a gritos roncos y patéticos.

Katherine pelea con los codos levantados, buscando asestarme un golpe directo. La puerta de la terraza se azota y de repente me la quitan de encima, si hay algo, peor que un kray violento... Es Alexander Roe enojado.

Sin miramientos le dispara a Katherine en el costado tumbándola en el suelo.

Katherine le da buena pelea, pero él no mintió cuando dijo que era excelente en una pelea de cuerpo a cuerpo porque ni herida la deja levantarse. Le mira la cortada en la cara y en el muslo y ve mi daga en mi mano.

La tumba en el suelo con sus botas sobre su espalda, ella escupe sangre mientras él se saca algo de la espalda y me lo lanza sobre el piso justo cuando el calvo entra a auxiliar a Katherine.

Tomo su arma y salgo corriendo por el pasillo buscando blancos a los que disparar.

Cargo y disparo a una pierna por liberar a Sarah, pero no a matar, aunque los disparos de Alexander a mi espalda si lo son. Sarah se pone a mi lado y logramos evadir a los que vienen.

—Sigue derecho Brown— me da la orden y se va con Dylan.

Hay Krays subiendo con el calvo de Dmitry. Estamos rodeados por las dos salidas del tercer piso, miro a quién apuntarle, pero hay muchos. Dios.

Soy cubierta por los hombres de traje negro que hacen un circulo a mi alrededor cubriéndome de los kray, Ethan al frente y Alexander al otro lado.

Dylan y su compañero miran y yo aprovecho para tirarle a Dmitry, pero no consigo darle, a Beckham ya no lo veo.

Alexander me levanta y me pongo a su lado mientras lo veo cargar otra arma. Bennett viene con él con la misma mirada enojada.

—Se lo advertí a Richard— dice enojado pasando su mano sobre la mía y llevándome por el pasillo.

—Era obvio que Beckham no estaba solo aquí— Bennett saca un arma detrás de él.

—Sarah también pensaba que emboscar en el Caribe no era una buena idea— les digo mirando a nuestra espalda.

—Es inteligente, además sabe cosas sobre la organización. — los hermanos Roe se miran y Alexander se gira hacia mí—Diles a los agentes del MI6 que paren el fuego o será peor, mis hombres se harán cargo de sacar a Beckham de aquí.

—¿Dónde está Ethan?

—Va hacia abajo, ten— saca el iPad que siempre llevaba con él y me lo da —Comunícale a Ethan a dónde se muevan las camionetas de Dmitry, pero no le des a nadie el aparato, ni siquiera a mi familia. ¿Entendido?

—Sí— asiento y cargo el arma que me dio para dársela, saca una más grande y me la intercambia.

—Trata de no dispararme esta vez— dice con sarcasmo mientras tomo el arma que es más pesada.

—Katherine dijo que quieren a la hija de Jack— bajo la voz mientras Bennett vigila el pasillo —Tyler es un traidor, él les dijo sobre Millie y que yo estaba aquí.

—Lo sé, pero mantenlo callado, él sigue en la isla con el ministro y a los enemigos es mejor tenerlos cerca, no te fíes de nadie por más conocido que sea— mira a mi espalda dónde está Dylan.

Trato de responder, pero las ganas de vomitar mi estomago se intensifican con el olor a plomo. Se acerca con el ceño fruncido y me pone la mejilla contra la suya moviéndola serio.

—Estar ardiendo, carajo.

Giro mi cabeza a la suya, antes que se aparte. —Voy a estar bien.

—Ten— me cambia el arma de nuevo —Mantente a salvo— se va por el otro lado con su hermano y sin soltar el iPad le dejo el arma a Sarah y corro por el pasillo para salir de la masacre que no ganaré.

—El ministro provocó todo esto— le digo a Dylan que tiene cubierta la mitad de la cara como su amigo a su lado. —Es una emboscada, debemos para el fuego, Alexander se hará cargo.

—El ministro dio la orden de retenerlos aquí.

—El ministro los trajo aquí Dylan, paren el fuego.

—¡Las ordenes son claras, castañita, aprende a obedecer a los superiores! — dice su amigo siguiéndole el rastro a un kray.

—Dylan da la orden de que se detengan, hay mucha gente en el hotel.

—¡Vete Emma! ¡Busca a Cora y salgan de aquí! — escucho su grito sobre la tela de la cara y Sarah viene subiéndose una tela similar. —Hay un herido en la habitación de Emma, ayúdala a salir y auxíliala— le dice a su amigo.

—Mi hija está en mi habitación, Beckham viene a buscarla a ella— Sarah me alcanza y me da la llave electrónica mientras se limpia la sangre del labio inferior y dispara a nuestra espalda. —Llévatela contigo y vete en mi camioneta a la comisaria más cercana.

—Voy por ella, pero no creo que me de tiempo sacarla de aquí hay Krays por todos lados, es una emboscada.

—¡Tienes que sacarla de aquí! ¡Si no podré encontrarla! ¡Es una orden Emma Brown, actúa de una vez como un puto agente del MI6!

—¡Cállate ya Sarah! La voy a buscar y la voy a llevar a dónde sea seguro.

—No las voy a encontrar.

—Tú no, pero Alexander sí— le digo muy enojada y miro a Dylan no detenerse de las malditas ordenes del ministro.

Se limpia las mejillas y por primera vez la veo romperse frente a mí —Por favor— suplica conteniendo las lágrimas. —La quieren a cambio de Jack, ya me quitaron a mi hermano, el biólogo que tiene Logan es mi hermano, sácala de aquí.

Asiento y voy a la habitación del segundo piso a buscar a Millie. Alexander se lo advirtió al ministro y nos puso en la boca de la organización. Abro la puerta controlando los escalofríos que tengo por la temperatura y veo a Millie en la esquina abrazando al cachorrito y mirando con horror la puerta.

—Millie, cariño, tenemos que irnos.

Asiente y se levanta poniéndose los zapatos mientras reviso la habitación encontrando las llaves de la camioneta de Sarah. —Papi va a venir por mi ¿Verdad? Nos va a sacar a mami y a mi de aquí.

—Sí— le acaricio la cara —Jack va a venir por ti.

—¿Lo prometes?

No hay que hacer promesas que no podemos cumplir. — Lo prometo, pero tenemos que salir de aquí primero.

La tomo de la mano y al cachorrito lo cargo al lado del iPad para que caminemos más rápido. Bajamos por las escaleras de emergencia y salimos ilesas hasta el estacionamiento. La camioneta del ministro está abierta y sentado en uno de los asientos ve de lejos todo lo que pasa siendo cuidado por su seguridad personal.

Maya sale de la camioneta del ministro diciéndole algo y toma a Millie de mí. Veo a Tyler al lado del ministro con una venga en la pierna donde le disparó Alexander. Maya no puede ser tan ingenua para no saber sobre su esposo, es una Roe.

Pero hago lo que Alexander dijo.

—Llevaré a mi nieta a Londres con Jack, la seguridad del ministro me va a escoltar hasta el aeropuerto privado — asiento y busco con la mirada la camioneta de Sarah.

—¿Iremos con papi? — la pequeña se abraza a ella con facilidad y el ministro baja con el jefe de Dylan para ayudarla a subir a la camioneta.

La mirada del ministro se fija en el iPad en mi mano.

—Sí cielo, iremos a casa— Maya le besa ambas mejillas a la niña.

—¿Ese es el dispositivo del que habla? — escucho que le dice a Tyler en el asiento trasero y cuando Maya va a subir con Millie le dicen algo y regresa a mí con la mirada tensa.

—Me parece que mi sobrino te dejó eso para mí— me extiende la mano. —Si es el dispositivo que tiene la configuración de los rastreadores de Dmitry me sirve.

—No, es mío, es dónde están mis agendas.

Mira de reojo a la camioneta. —No se lo des a nadie cielo— dice en voz baja y Millie mira a su espalda.

—No lo haré.

Ella sabe sobre Tyler, puedo jurarlo.

Dos kray nos emboscan ahí mismo y la seguridad del ministro tiene que prender fuego, mientras una de las camionetas de Alexander llega y Ethan abre la puerta para mí, Maya y Millie a Tyler lo dejan con el ministro.

—Suba mi señora— me ofrece la mano y pone a la hija de Jack en mis piernas cuando cierra la puerta.

Cora está arriba con la cara pálida, pero siento un alivio por verla.

—Gracias a Dios que estás aquí.

—Bennett me sacó.

—No te ves bien cariño— Maya la mira con preocupación.

—Trata de esquivar un balazo en la cabeza y te diré como se siente.

—He experimentado eso cientos de veces no necesitas decírmelo, pero lo tuyo es otra cosa.

Maya se pasa al asiento trasero para revisarla porque se ve mal, le revisa el pulso de la mano y luego en el cuello, se quita su saco caro y se lo pone sobre los hombros. Las náuseas del golpe de calor las controlo y pongo a Millie en mis piernas ignorando los golpes que me propino Katherine.

Ethan nos lleva a una casa pequeña casi a una hora de ahí. Ida esta en la puerta con otros de los hombres de Alexander. Millie ya está dormida abrazando al cachorrito.

Ethan la toma en brazos y la baja por mí antes que Ida venga a nosotros y nos escolte dentro.

—La organización nos emboscó en el hotel.

—El señor Roe le advirtió a Richard y aun así quiso atacarlo, estaban siendo vigilados, el Caribe es como la segunda casa de Beckham, su mano derecha, es una de las ciudades más corruptas de América.

—Espero que con esto desista a la misión.

—Si no lo hace no muchos de los agentes que trajo quedarán vivos en especial el camaleón, no eres la única a la que la organización busca— lo sigo —Aquí estarán toda la noche y lo mejor será regresar a Londres.

Maya va detrás con Cora, me preocupa su salud, no se le ve bien. La lleva a una de las dos habitaciones de abajo después de comprobar que Millie este bien y a mí me dejan en la habitación principal con ella.

Quiere revisar mis golpes y mi notable estado, pero me preocupa más que Cora que yo misma, aunque la mayor de los Roe obstinada como todos ellos va a la habitación y me ayuda con las magulladuras y deja medicamento para el golpe de calor que me afectó.

Cuando termina, me deja con Millie y le pongo una manta encima acomodando al cachorrito para que no lo lastime mientras duerme.

Dejo mi daga y las pocas cosas que traigo sobre el mueble de noche con el iPad de Alexander, cada hora, Ethan sube a preguntar por las camionetas de Dmitry y le doy la información que pide, pero nunca me pide que le dé el iPad.

Reviso mi celular dos veces por noticias de Dylan o Alexander, pero no tengo nada, compruebo que Cora este mejor y la encuentro cenando con Maya, ya con color en las mejillas, rechazo la invitación a unirme y regreso escaleras arriba.

Aprovechando la oportunidad, los kray pueden cargarse a Luke que se quedó en el hotel.

—¿Le ofrezco la cena mi señora? — la voz de Rebecca en la puerta me sobresalta cuando regreso a la habitación y voy directamente a revisar que el iPad siga en su lugar.

Ya no viene con ropa civil, parece que ese atuendo solo lo saca con Alexander, voy con Millie y le acomodo la manta a la pequeña.

—No gracias— no he comido más que el desayuno, pero mi cuerpo sigue fatal.

La veo con una mini maleta de cosas que saca de la habitación, incluso pasa por el baño y saca una bolsa que mete igual, recoge varias cosas incluso ropa. —¿Esta no es la habitación de Alexander?

La comisura de su boca se alza. —Sí ¿Por qué? Momentáneamente está siendo mi habitación, pero ya que está aquí buscaré una en el piso de abajo— la miro fijamente. —Si se le ofrece algo estaré en la puerta vigilando.

Aprieto los dientes. —Lo que puedes hacer es dejar de perder el tiempo, ir al hotel y decirle a Sarah que su hija está a salvo o llamar a Jack.

—Mi trabajo es quedarme aquí con usted.

—Ese es el trabajo de Ethan no el tuyo.

—El señor Roe me dijo que... — abre la boca para replicar, pero le cierro la puerta en la cara harta de ella.

Le doy una revisada a la habitación, no es lujosa como lo es cualquier cosa de Alexander ni menos grande, pero me sirve mientras pasan las horas y no puedo dormir sin saber cómo terminó todo.

El mensaje que le dejo a Sarah no lo responde y termino vencida por mi enfermedad momentánea y el cansancio. Me acomodo junto a Millie quitándole un mechón de la cara y me tapo con el resto de la manta.

La pequeña se abraza hacia mí y la miro encantada mientras duerme, me sorprende la forma en la que el cachorrito duerme tanto como ella, es muy bonita y cada vez es más parecida a Jack.

A las dos de la mañana mi celular suena y el número es desconocido, contesto sin responder y Jack no tarda en hablar.

—¿Dónde está mi hija? — suena agitado y se escucha como metal golpeando. Los conocidos ladridos de Kieran suenan de fondo —Voy a entregarme, dile a cualquier kray que vengan por mí, que no la toquen, dile a Alexander que me voy a entregar.

—Jack— me levanto tratando de no despertar a Millie.

—Mi hija Emma, Logan mandó a un kray a informar que se la van a llevar.

—Millie está aquí conmigo, Alexander nos trajo a una casa lejos del hotel dónde la organización — el metal y los ladridos de Kieran se terminan.

—¿Tienes a mi hija?

—Sí, la saqué del hotel, está a salvo hay como diez hombres de Alexander cuidando la casa y más en los alrededores.

—Déjame verla— pide y termino la llamada para comenzar una video llamada.

En la cámara le muestro a Millie dormida y el alivio en sus ojos es evidente. —Princesa Millie— dice en voz baja un par de veces y parece que es una alarma para que los de su hija se abran.

—¿Papi? ¿Papi dónde estás? — lo busca en la cama sin ver el celular.

—Aquí cariño— le enseño y una sonrisa igual que la de Jack se pone en su cara cuando lo ve.

Es muy pequeña para entender la tecnología, solo dos años y aun le cuesta hablar, pero se me rompe el corazón cuando extiende los brazos para que él la tome.

—Papi, mami grito de nuevo, pero el tío Bennett me compró una paleta y mi perrito se perdió— le enseña al cachorrito dormido.

—¿Y como lo encontraste? — Jack pone su barbilla sobre sus manos y le dedica toda su atención a su hija limpiándose las mejillas.

—Con ella— me señala y le dice algo en español que no entiendo, pero él le responde de la misma manera, tierno y cuidadoso, haciéndole gestos para que se ría.

Veo de fondo el Score, dónde debe estar y Kieran revolotea por la habitación de Alexander, en un momento Jack deja de ver a Millie y le pasa un saco de su primo para que lo mordisquee.

—Staring at the bottom of your glass, hoping one day you'll make a dream last but, dreams come slow, and they go so fast— escuchar a Jack cantar me deja inmóvil.

—You see her when you close your eyes, maybe one day, you'll understand why. Everything you touch surely dies — Millie canta a medias equivocándose en varias palabras, pero Jack la acompaña.

—But you only need the light when it's burning low. Only miss the sun when it starts to snow. Only know you love her when you let her go. Only know you've been high when you're feeling low. Only hate the road when you're missing home. Only know you love her when you let her go— mientras Jack le canta Millie se va acurrucando con su cachorrito viéndolo fascinada.

Duran mucho tiempo hablando y cuando los ojos de Millie se agotan por el sueño Jack me hace una señal para que se termine la llamada.

Le dice adiós con la mano y ella levanta su mano para darse un besito en la parte interior de su muñeca. Jack sonríe y por la cámara alza su propia mano para besarse su propia muñeca.

Millie se acurruca conmigo dormitando y termino la llamada con Jack dándome cuenta que Maya mira por la puerta.

—Gracias por sacarla de ahí cielo— habla en voz baja.

—Jack la adora, estaba dispuesto a entregarse.

—Es la adoración de todos, menos de Alexander— se ríe tristemente pasando la mano por la cabeza de su nieta. —Si matan al biólogo, Sarah nunca nos dejará verla de nuevo.

No se queda más tiempo y tampoco puedo quedarme despierta más de una hora después que se va.

Cuando despierto para comprobar el iPad veo a la cara de Alexander dormido a mi lado con un brazo sobre su cara, el otro lo tiene dónde mi mano y tenemos los meñiques entrelazados.

Quito la mano y no me muevo más porque si sigo voy despertar a Millie, la casa es pequeña y terminó aquí como siempre.

El sonido del iPad me va despertando en la mañana, me muevo a ver mi celular sintiendo el lado de la cama detrás de mí cálido, pero vacío.

La luz que parpadea en el mueble, es el sonido del iPad de Alexander que esta en el diván de la habitación mirándonos, paso mi mirada por su cara comprobando las heridas visibles.

El mapa con el rastreador de Dmitry se mueve por la pantalla, el dispositivo está perfectamente acomodado al lado de mi daga.

—¿Qué hace la mini humana con ese perro aquí? — Alexander esta serio.

—A prende a vivir con animales, Kieran está disfrutando de tu habitación en este momento— me levanto estirando las piernas. —Siento que mi cabeza va a explotar.

Ladea la cabeza mirándome. Alzo los ojos como se hacerlo, pero no debo porque es mejor así que decir las cosas que quiero, preguntando si salió mal herido anoche, solo nos heriríamos ambos con las cosas que queremos decir.

—¿Por qué Maya no se hizo cargo de ella?

Me levanto por el piso frio y voy dónde él. —Porque Cora también estaba enferma y fue a revisarla, fue la noche de los enfermos, además Millie se durmió antes de llegar aquí y Ethan me trajo a esta habitación que supongo es la tuya.

—La casa no es mía.

—¿Y la habitación tampoco? — niega lentamente como si fuera obvio, lo veo flexionar los brazos. Esa maldita.

—La casa es de Richard, yo estaba en el hotel de huésped como tú, en esta pocilga no me quedo ni a pasar la noche.

—No puedo crees que nos hayas traído a la casa del ministro, el provocó todo lo que sucedió en el hotel y dio la orden de que el MI6 no se detuviera hasta tener a Beckham.

—Esto es lo más seguro que tenemos de momento y si podemos ir un paso delante de la organización es mejor. Deben creer que nos retiramos de la isla.

Asiento. —¿Todo quedo bien en hotel?

—Ajá.

—¿Hubo muchos lesionados?

—Ajá.

—¿La policía del lugar llegó?

—Ajá.

La pregunta sobre él quiere salir de mi boca, pero con sus evasivas no se puede trabajar. Le veo dos golpes en la cara. Camino a revisarlo.

—Quédate dónde estás— dice sin mirarme, pero alerta a mis intenciones.

—¿Estás bien?

Medio cierra los ojos y se levanta. —¿Y a ti que te importa?

—Deja de ser un cabrón.

—Y tú deja esas preguntas absurdas en el pasado cuando estábamos juntos y ahora saca a la mini humana de aquí y que Ethan te lleve con la rubia de vuelta al hotel.

Baja la mirada a mi boca y me doy cuenta que estoy pegada al diván. —Sí, es mejor así, vengo con el MI6 y tú con el ministro— le miro la boca. —¿Te duele? — le paso los nudillos por la mejilla, aunque no debería.

—Deja tus juegos Emma y haz lo que te dije— me advierte.

—No estoy jugando— me humedezco los labios y se pega a mí respirando muy cerca de mi cara. —¿Crees que no sé por qué te fuiste ayer de la habitación? Estabas perdiendo el control.

Se ríe con la boca cerrada. —Yo no pierdo el control de nada.

—Lo ibas a perder conmigo.

—No me hagas perder el tiempo. Quieres pelear como siempre, pero no tengo espacio libre para estupideces— su dedo sube a mi boca quitando restos de nada.

Nos quedamos en silencio, medio sonríe y me entra la curiosidad. —¿Qué?

—¿Has pensado?

—¿En qué?

—Que pudimos estar muy bien juntos— su aliento me roza la mejilla.

—Demasiado bien— digo con voz ronca.

—Pero lo arruinaste.

—Los dos lo arruinamos, no me eches la culpa solo a mí, no es justo por eso casi mato a Katherine ayer, no sabes todo lo que dijo. Le tenía tanta rabia que le azoté la cabeza en el suelo.

—Y usaste tu daga con ella — asiento y su mirada baja de nuevo.

—La daga de un Roe.

La oración queda flotando en el aire entre nosotros. —Ya deja de hacer eso o ¿Quieres seducirme? — se ríe, pero no deja de mirarme la boca

—A lo mejor. ¿Por qué sigues trayendo el collar que te di?

—Porque es mío.

—No después de todo.

Casi se ríe. — Estás loca Emma, no necesito decírtelo, este juego infantil, de es mío o tuyo no me va, esas son estupideces de niñatos imbéciles que no se pueden encontrar la polla en la oscuridad, así que habla claro ¿Qué coño quieres?

Trago duro. —Que bajemos las armas y me digas que estás bien.

Sonríe de lado. —Que bajemos las armas— repite con sarcasmo —¿Quieres que nos olvidemos por unos minutos de todo lo que nos hicimos y caigamos de pecadores otra vez como si nada hubiera pasado?

Lo miro fijamente. Eso es lo que quiero. —También puedes preguntar si estoy bien.

—¿Y eso a mí que me importa

Apoya su mano en la pared, manda todo a la mierda y baja la boca a la mía apretándome contra la pared.

Meto mi mano en su cabello y me toma de los muslos para alzarme con él, me besa duro cortando lo que diga. Mi lengua busca la suya con ganas y no habría poder humano que nos detenga.

Le muerdo el labio inferior jadeando por aire y vuelvo a pegar su boca a la mía gimiendo.

Por un momento nos separamos y pega su frente a la mía. Nos quedamos en silencio escuchando la respiración de Millie dormida y mirándonos a medias.

—Ten ganas de besar a otro después de esto— me empotra contra la pared gruñendo.

Le quito el celular que suena en su mano y lo mando al piso otra vez como en el restaurante. Lo muerdo más duro y gruñe otra vez, el maldito celular no se calla y él lo lanza lejos con su pie sin dejar de probarme.

Su mano sube por la mía que tengo en su cabello y comprueba que siga con el anillo puesto.

Nos besamos con una intensidad que no dejan dudas de las ganas que nos tenemos. Alzo su camisa buscando a sacársela y él me alza los bordes del vestido.

—Señor, el ministro llego— la voz de Rebecca nos interrumpe.

Abre la puerta sin tocar y se mete contándonos el rollo, ya viene vestida en su ropa casual no como la de ayer. Nos separamos mirándola jadeando. La barro con la mirada enojada y me agarro a su camisa, estoy harta de ella.

—Buenos días Emma, Dylan también está aquí— la mujer no se va.

—¿Qué hace el puto agente barato en mi casa?

Ruedo los ojos malhumorada sin responderle y veo la sutil media sonrisa de Alexander que quita rápidamente.

—Armas arriba de nuevo— susurra Alexander —Momento de recordar mis veinticinco razones.

—¿Qué mierda son las veinticinco razones?

—Son veinticinco razones por las que te odio Emma.

—Agrega una más a la lista— ignoro la punzada en mi pecho y me inclino a su oído. —Dylan besa mejor y más rico que tú. — me quito del diván.

Calculadamente me quito el cabello de la cara para que se vea mi anillo. Lo siento caminar detrás de mí enojado, pero en ese momento Millie se despierta y la levanto para llevarla al baño.

—Tío Alexander— alza los brazos hacia él y es como un repelente para que no me siga.

—Bájala— tiene la mandíbula apretada enojado por lo que le dije.

—No.

Rebecca se acerca y baja la voz para decirle algo a Alexander como si yo fuera una intrusa. Veo el celular de Alexander en el suelo y la foto de fondo me parece conocida cuando se levanta a recogerlo quitándolo de mi vista enojado.

—Tío Alexander— insiste la niña.

La masa de musculo de casi dos metros la mira enojado. —Dile a Amelia que me recuerde cambiarme el nombre para que la mini humana ya no me hable— le dice a Rebecca.

Lo miro mal y me llevo a Millie. Le cepillo el cabello y le arreglo la ropa poniéndole los zapatos.

Hago lo mismo por mí, arreglando mi ropa media sucia, cuando salimos ya no hay nadie en la habitación, pero me ocupo que la hija de Sarah desayune cuando bajamos y no vemos ni a Dylan ni al ministro.

Nos quedamos en el comedor, pero no consigo mucho porque no quiere comer, solo está entretenida con el perro.

—Hola cielo— Cora aparece de mejor ánimo que anoche y le hace mimos a Millie que la hacen reír.

—Dylan está aquí.

—Lo vi entrar con el ministro y con Sarah a la oficina de ahí— la señala y hace que la hija de Jack coma algo. —Debes tratarlos con juegos para la comida ¡Abre la boca al avión princesa Millie! — la niña se ríe y come con Cora.

—¿Dónde has aprendido todo eso?

—Estoy leyendo libros de estos en mi tiempo libre cuando no busco vestidos de novia.

—Veo que estás ansiosa por tener hijos.

—No digas tonterías— casi se atraganta con su café.

—¿Puedes cuidar a Millie? — veo a Sarah en la entrada y Ethan la lleva a la oficina.

Asiente y no se preocupa por ir a ver a su hija porque en cuanto entra le está gritando al ministro.

Dylan me informa cuando me siento a su lado que la misión sigue en pie y junto con Sarah no soy la única enojada, tanto Bennett como Alexander también lo están y el menor de los Roe prefiere salirse de la oficina.

Me pregunta por mi salud y comprueba que la fiebre ya se haya ido, no tiene moretones visibles, el uniforme pesado lo trae puesto desde ayer, con el calor que hace en el Caribe debe ser una tortura.

Alexander mira enojado el diseño del lugar y ya escucho sus pensamientos criticando la casa y llamándola una pocilga por el simple hecho que él no la construyó.

—Esta es nuestra oportunidad para atrapar a Beckham y creen que con lo que nos sucedió ayer nos intimidaron para que nos larguemos de la isla, pero no lo haremos.

El maldito de Tyler también está aquí mirándome del otro lado. Lo que dice el ministro es lo que piensa un niño de cinco años que piensa que todo lo puede ganar, parece que se le olvida el alcance de la organización.

No necesito ser una agente especializada como Dylan o su jefe para saber que vamos en camino a una misión suicida.

—Los refuerzos ya vienen, lo único que debemos hacer es mantener vigilancia por los dos días siguientes y finalmente atacamos.

Nadie lo contradice, Alexander ya ni se molesta en advertirlo, sabe que es un caso perdido, Tyler le dirá a la organización todo, es un traidor y el ministro un imbécil.

El amigo de Dylan lo apoya apuntándose para la vigilancia y aunque veo el enojo en la cara del hermano de Cora, no se pone contra Richard.

—Sabes que es una misión suicida— le susurro a Dylan.

—Ya sé, pero son órdenes y las órdenes no se cuestionan— dice como si nada inclinándose a mí para que nadie más escucha. —Tengo un plan armado, mi jefe también duda de la capacidad del ministro.

Siento la mirada cargada de enojo que se pone sobre mí. Miro mal a Alexander y le guiño un ojo haciendo que su expresión enojada se rompa con una risa sarcástica.

Estudio las reacciones de Tyler como buena publicista que soy, pero no soy la única, Alexander también lo hace, intercalando su mirada a Dylan y a mí.

—El primer punto dónde deben vigilar es la plaza de los artesanos, Beckham se está quedando ahí cerca según nos informaron.

—Efectivamente— el traidor de Tyler se une como si estuviera del lado del ministro.

—¿Quién la vigila?

Alexander me mira. —Yo señor— me ofrezco y Tyler me taladra con sus malditos ojos.

—Toda la información que recaudes Emma se la pasaras directamente al camaleón. Sarah y Dylan estarán en los edificios vigilando que Beckham no se acerqué antes de mañana— ojalá cerrara la boca y no dijera lo que hicimos ahí frente a Tyler o los va a prevenir —Ya saben dónde esta ubicados. — al menos se guarda esa parte.

—No le des más información a nadie que no sea yo, no confió en muchos de los que están aquí— me susurra Dylan.

—No eres el único.

Salimos una hora después y Millie sigue sin terminar su desayuno. Sarah va con ella finalmente y la sienta en sus piernas para comer, a la niña se le sale decir que habló con su padre, pero no le dice cómo, aunque Sarah le insiste.

Dylan choca el puño con Millie y ella come al fin el desayuno. —Si comes más tu madre te va a llevar a nadar.

Millie se sonroja y se oculta en el cabello de Sarah haciendo reír a Dylan, me río con él y ella saca la cabeza poco a poco, mi risa no se detiene solo cuando veo a Alexander mirarme fijamente.

Me gusta escucharte reír.

—Tu novia es bonita— Millie me distrae.

Dylan se ríe de nuevo. —Muy bonita, ahora come soldado.

—No soy soldado— se vuelve a esconder en el cabello de Sarah. —Dile que se vaya mami.

Ni Cora ni Bennett están en la casa, voy por mis cosas y me llevan de vuelta al hotel, la camioneta de Sarah sigue en el estacionamiento, me ducho y salgo sin desayunar a trabajar, el ritmo de trabajo del MI6 parece el del ejecito.

El hotel ya está en calma, no se si estén acostumbrados a las emboscadas como la de anoche, pero lo que veo es que hay vigilancia en casi todos los pasillos por el bienestar de los huéspedes.

—Voy a encontrarme con alguien, antes de ir a vigilar con Sarah— Dylan me encuentra en el pasillo del hotel. —Recuerda lo que te dije en la casa del ministro.

—Como digas camaleón— le hago un saludo militar que le causa risa. —¿Quién es la persona con la que vas a encontrarte?

—Es un informante del otro bando al que tenemos en la mira.

—No deberías hacer alianzas con nadie.

—Si me dijeras todo lo que sabes, buscaría otros métodos. Los Roe están aquí, la organización está aquí, con tu declaración podríamos hacer que el ministro desista de enviarnos a Beckham.

Como si el ministro no supiera sobre los Roe. —¿Me estás usando como moneda de cambio Dylan?

—Eres mi familia.

—Eso no responde mi pregunta.

Se ríe. —No dejes que nos dividan, eso es lo que hacen ellos, te meten ideas en la cabeza— mira a mi espalda. —Hace cuanto que Cora se está viendo con el imbécil de Bennett.

—Si dejaras de poner como prioridad tu trabajo, te darías cuanta que un Roe jamás tocaría a Cora y de lo infeliz que será con Luke el resto de su vida, la golpeo una vez y no te has preguntado por qué carajo sigue con él.

Se queda en silencio. —Tienes razón, hablaré con Cora, pero mi opinión sobre Bennett Roe no ha cambiado— se acerca.

—No hablo de Bennett hablo de ella.

—Está bien— me acaricia la barbilla —Tampoco debí mentirte sobre venir al Caribe y de la misión que teníamos preparada. ¿Estamos bien? — me acaricia la barbilla.

Asiento. —Tengo trabajo que hacer— mi anillo se atora en mi cabello cuando me hago una cola alta.

—Recuerda que solo yo debo saber la información Emma— se acerca a besarme y por inercia le pongo la mejilla, me da dos besos ahí y se va al restaurante del hotel.

Voy en taxi a la dirección que me indicó el ministro, con ropa de civil, me cubro la frente del sol y ni el sombrero que traigo es suficiente. Odio este trabajo. Paso dos horas viendo a turistas ir y venir y no veo ni a un kray, ni nada fuera de lo común.

Palpo mi daga en la parte interior de mis muslos, me siento más segura si la traigo y pido una bebida caminando. Veo de lejos en una de las calles al amigo de Dylan que mandaron a vigilar conmigo y voy por el lado opuesto.

Me pierdo viendo ropa y un vestido amarillo de flores, en uno de los paradores.

—¿Alguna novedad? — la voz de Alexander me sobresalta.

—¿Qué haces aquí? — me alejo del local.

—Dmitry está aquí— mira a mi lado.

Sigo su mirada, pero el sol está muy fuerte y no veo nada, hace un sonido de aburrición y se quita los lentes negros para dármelos. Caminamos juntos por la calle y vemos a los primeros kray en una tienda.

—Hay dos de ese lado— le digo a Alexander y finjo que veo un puesto de flores.

—Ya los vi.

—¡Tío Alexander! — el grito de Millie rompe nuestro papel de espías.

—Carajo, me encontró de nuevo la mini humana— Alexander se pone de malas y vemos a Maya venir con bolsas de las tiendas más caras del lugar acompañada de Ethan, su mando y con Millie en un traje caro corriendo a nosotros.

Me agacho para recibirla, pero pasa de largo otra vez y se abraza a la pierna de Alexander con sus cuatro extremidades. Dejo la vergüenza de lado y me levanto.

—Quítame esto— se sacude la pierna.

—¿Me llevas por un helado?

—Tienes dos años niña, aun debes tomar leche o lo que sea que coman las especies como tú. — Su labio inferior tiemble cuando lo ve que quiere hacer todo lo posible por quitársela. —¿No te dije que te la llevaras a Londres de vuelta con Jack? — cuestiona a Maya. —Sarah estuvo de acuerdo.

—Ya vamos de camino al aeropuerto, pero no pude dejar de hacer compras en las tiendas.

—Quítamela— le dice enojado.

—¿Un helado no? — Millie pone ojos de cachorrito.

—No.

—Sí— digo yo al mismo tiempo que él.

—Estabas aquí por trabajo— me recuerda.

—Jack me dijo que cuidará a la princesa Millie y eso voy a hacer— le sostengo una mirada y me agacho con ella. —Iremos por un helado y después te irás con Maya ¿De acuerdo? — asiente.

—Quiero que vaya el tío Alexander conmigo.

—En tus sueños mini humana demente.

Lo tomo de la mano. —Vas a ir.

—Si yo voy, te llevo conmigo de la forma que yo quiera— me toma de la cintura y me pega a él.

Cree que con eso voy a decir que no.—Trato.

Enojado como el infierno o no el hombre de casi dos metros camina a mi lado a la heladería más cercana con Millie.

La tomo de la otra mano a ella y él se cambia de lugar para no tenerla cerca, pero sigue llevándome de la cintura, cuando vemos al amigo de Dylan trato de apartarlo, pero no me suelta.

—Un trato es un trato.

Mientras caminamos nuestras manos se rozan y la vuelta de la calle subo a la niña al banco para que pida su helado. —¿Qué helado le pongo a su hija? — pregunta el dueño.

Alexander resopla y antes que diga alguna tontería le sonrío al dueño. —Que ella escoja. — me mira como si estuviera loca —Ya no tienes que toquetearme.

—Toco lo que quiero— me alza la barbilla.

—¿Ya salió tu instinto paterno con tu sobrina? Se nota que la adoras.

—Tengo repelente anti mini humanos como ella.

Millie se baja del banco y Alexander saca un par de billetes grandes que deja sin esperar cambio bajo los ojos bien abiertos del dueño. Maya recibe a Millie dejando sus bolsas con el manso y Ethan le dice algo a Alexander.

Al final se la llevan al aeropuerto con suma vigilancia y por parte de Alexander no del ministro, le mando a Dylan en un mensaje toda la información que veo que no es tan relevante y tengo a un musculo duro siguiéndome todo el rato.

—¿Por qué el ministro quiere capturar a Beckham a toda costa aquí?

—Con un golpe final, ya no necesitara las elecciones para conservar el puesto.

—Esto va a salir mal.

Asiente sacando el celular y otra vez, veo el borde de algo en la foto de la pantalla, que apaga en cuanto pongo mis ojos en ella. —¿Qué miras?

—¿Qué es esa foto?

—Mi foto favorita— se ríe de lado y la sonrisa se me va cuando viene Rebecca detrás de nosotros.

—Ya estoy aquí.

Con solo escuchar su voz volteo los ojos. —Dile a tu amiguita que no necesitamos su ayuda.

Frunce el ceño y luego la sonrisa más malditamente tentadora sale de su boca.

—Cuando tengas tiempo crea veinticinco razones para ella también.

—¿Disculpa? — Rebecca tiene la docilidad de acercarse a mí.

La miro de arriba hacia abajo. —Disculpas aceptadas— paso de largo dejándolos a ambos.

—No traigo buenas noticias señor, el biólogo que tenía Logan ya está muerto.


¡Hola sexys! 

Dejen sus teorías en este apartado que se llama... ¡Alemma!

¡Los amo tres millones!

-Karla. 


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