1️⃣

Su pulso estaba acelerado y no podía dejar de mirar por la ventana de su departamento.

Desde anoche que ella se había ido y aun, siendo las tres de la tarde, no había vuelto ¿Dónde demonios estaba? Para terminar de coronar su locura, no le contestaba las llamadas ni los mensajes que le enviaba ¿Qué demonios estaba haciendo?

¿Acaso se estaba con... Naraku? No. No lo creía. Ella le había confirmado que era solo él que la molestaba, pero que ella en ningún momento le había contestado ni devuelto sus insinuaciones

¿Podría haberle mentido así? Su corazón comenzó a dolerle de solo pensarlo.

Esa bella peli negra a la cual amaba tanto, por la cual había dejado tantas cosas y había cambiado de pies a cabeza. Esa hermosa mujer que lo consolaba y lo hacia reir hasta en los momentos mas difíciles y de soledad. No podía ser que esa misma mujer que le juro amor eterno lo estuviese engañando. No lo creía capaz.

No. Kikyo no seria capaz de hacerle algo asi.

Conocia bien su fama de "mujer fácil" antes de conocerlo, pero era asi, eso era pasado. Ella había cambiado, y lo comprobó en esos tres años de relación que llevaban. Aunque hacia cuatro meses que ella estaba distante y muy reacia con él. Cada vez que la besaba o la abrazaba, hasta cuando quería hacerle el amor, ella le daba alguna excusa y solo se alejaba o se iba a dormir. Ademas estaba pasando mucho tiempo con sus "amigas", a las cuales no conocía. Y eso no le molestaba, él también tenia su pequeño grupo de amigos, pero Kikyo actuaba rara cada vez que volvia de verlas.

Sus pensamientos comenzaron a volverse un manojo de ideas que ni él mismo comprendia. Por un lado estaba casi seguro que lo engañaba, pero por otro no lo quería admitir ¿Seria tan cobarde de no decirle en la cara que no quería saber mas nada con él y mentirle asi? No lo sabia. Ya no sabia mas nada.

Tomo su celular, dispuesto a llamarla otra vez, pero justo en ese momento vio como un auto negro estacionaba en la calle, frente a su departamento. Se lo quedo mirando, porque no tenia nada raro, pero le daba muy mala espina. Algo tenia ese vehiculo...

Su respiración se corto al ver a Kikyo bajando de él, como giraba y se apoyaba en la ventanilla del conductor. Habia un hombre. Naraku. No lo conocía, pero estaba seguro. Era él.

Un gruñido gutural escapo de su garganta y con ansias espero a que esa maldita subiera y se atreviera a entrar a SU hogar.

Se sento en el sillón, que justo daba a la entrada, y espero ansioso. Al escuchar el ruido de llaves, se tenso. Miles de imágenes de ella teniendo sexo con ese extraño corrian por su mente, haciendo que su pulso se acelerase aun mas. Muy en el fondo esperaba que tuviera una muy buena excusa.

La amaba y no la quería perder. Pero tampoco dejaría que lo tomase como un idiota.

-Inuyasha – Susurro sorprendida al verlo allí sentado - ¿No tendrías que estar trabajando? – Intento sonreir para disimular su nerviosismo.

-¿De donde vienes? – Le siseo entre dientes.

- Se que es tarde, cariño, pero es que la pasamos tan bien con las chicas que decidimos no dormir y almorzar juntas – Se sento a su lado y un aroma repugnante le dio de lleno en el rostro al peli plata, que apretó sus manos y gruño - ¿Cariño? – Intento tocar su brazo, pero este se lo corrió.

Se paro y camino hacia su habitación. Su pulso estaba aun mas acelerado y no podía pensar con claridad. Una lagrima corrió por su mejilla, pero se la limpio con brusquedad. No lloraría por una basura como ella, que no había sabido apreciar todo lo que hizo por ellos. Tomo su bolso, que hacia años no usaba y dentro coloco unas vendas y un short para gimnasia. Aun no creía lo que había hecho. Lo había traicionado y sin remordimiento alguno le mentia en su cara. ¿Amigas? ¡Ja! Si, claro.

- ¿Inuyasha? ¿Qué haces? – Pregunto alertada al ver ese bolso, pero el peli plata no le contesto - ¿Inuyasha? – Tomo su brazo, lo que él le quito con brusquedad - ¡¿Me puedes decir que te ocurre?! – Chillo muy molesta.

- ¿Qué me ocurre? – Susurro lúgubre, mientras cerraba su bolso. Se giro y la miro fijamente, haciendo que ella diera un paso atrás por el temor. Nunca, jamas, lo habia visto asi de enojado – Vas y pasas la noche con otro, no tienes ni la decencia de ducharte para ocultar ese hedor a sexo que despide tu cabello y como si fuera poco, me mientes en la cara. ¿Todavia preguntas que me ocurre? – Se acerco a su rostro, pero asi como lo hizo, se alejo. Ese olor almizclado lo repugnaba.

- Inuyasha, yo... Puedo explicarlo – Intento justificarse, pero él solo sonrio sin ganas.

- Cuando vuelva te quiero fuera de mi hogar – Sentencio y camino hacia la salida.

- ¿A dónde voy a ir? Sabes que pelee con mis padres y no tengo un hogar – Quiso convencerlo, pero el oji dorado ni siquiera la miro.

- Preguntale a Naraku – Y sin dejar que le contestara, se fue, cerrándole la puerta en la cara.

***

Estaciono su auto a las afueras de esa estación abandonada. Hacia tanto tiempo que no pisaba esos terrenos, que la piel se le erizaba de la emoción, aunque su corazón aun dolia y solo conocía una sola manera de quitárselo: Con dolor físico.

Retaría a Bankotsu, el líder en las peleas callejeras y dejaría que lo golpease a su antojo. Era bueno recibiendo golpes. Siempre lo fue.

Se adentro a esos túneles, que eran como un laberinto, pero se lo conocia de memoria. Durante años, desde que cumplió los 19, que venia a pelear y ganar dinero, pero cuando había conocido a Kikyo y ella le había rogado que dejara esas cosas peligrosas y temerarias, él lo había hecho. De eso ya hacia tres años. Nunca se imagino que volveria allí.

A los lejos se comenzaron a escuchar gritos y barullos. Una pelea había comenzado.

Se asomo entre las sombras y vio a un novato sumamente golpeado y lleno de sangre peleando contra Ginkotsu. Pobre chico. Apenas si tenia 18 años, seguro.

-Ren no puede seguir. Ginkotsu es el ganador – Anuncio un anciano de cabello marron. Hachi.

- Siempre tan violento, mecano – Dijo el peli plata, saliendo de entre las sombras. Al verlo, los veteranos se sorprendieron, pero los nuevos no sabían de quien se trataba.

- Inuyasha, viejo amigo – Se acerco Hachi a saludar - ¿Qué te trae por aquí luego de tanto tiempo? – Su sonrisa era burlona, pero con el signo de dinero en sus ojos.

- Vengo a pelear con Bankotsu – Sentencio y todos se volvieron a sorprender. Un murmullo comenzó a escucharse entre los nuevos, que no entendían como ese hombre tenia la osadía de pedir una pelea contra el jefe, sin pasar por los hermanos.

- Eso no es posible – Intervino Ginkotsu.

- ¿Por qué? – Frunció el ceño. Estaba allí por esa razón. Tenia que poder.

- Para pelear contra él, tienes que derrotar a los seis hermanos primero – Se quedo mirando el techo, pensando y después prosiguió – Bueno. Cinco. Ya que Jakotsu no pelea mas – Siseo entre dientes e Inuyasha rio.

- ¿Al final dejo las peleas para dedicarse al diseño?

- Asi es. Nosotros no queríamos, pero como es el favorito de Bankotsu, lo dejo "Seguir sus sueños" – Dijo con burla.

- Jakotsu siempre fue rebelde – Sonrió el peli plata al recordar su primer y única pelea con él. Se había preparado para los golpes, pero se sorprendió al ver como, con mala gana, entraba al circulo y se sentaba en el suelo, con sus brazos cruzados, negándose rotundamente a pelear.

- Pero volviendo a nuestro tema. Tienes que pelear con nosotros antes de llegar a Bankotsu.

- Ya me conocen – Gruño – Si no pelee contra Bankotsu fue porque no quise.

- Lo sabemos, bestia. Pero las reglas son reglas, incluso en esta pocilga. Y no cambiaran para nadie, ni siquiera para ti.

Esa noticia, sumada a la traición de Kikyo hizo que su ira aumentase aun mas, pero no estaría tan mal el enfrentarse contra todos los hermanos, asi tendría mas posibilidades de descargar su rabia.

-Ok. Comencemos – Y sin pedir permiso, se metio en el circulo.

- Pelearas contra mi – Le indico Ginkotsu, mientras se colocaba delante suyo.

- Como quieras. Solo apurate – Sentencio en un gruñido. Su sangre comenzaba a correr espesa por sus venas y la idea de golpear hasta descargarse se le hacia muy tentadora. Nunca tuvo tantas ganas de pelear, ni siquiera en su adolescencia.

Y asi, comenzaron con esa pelea callejera.

Puños, sudor, golpes y sangre. Ni uno ni otro se rendia, y la pelea estaba muy pareja. Ambos jadeaban y boqueaban, buscando aliento para seguir. Inuyasha tenia su labio partido y podía sentir el gusto metalico de su sangre. Por su parte, Ginkotsu tenia su ojo hinchado, lo que le disminuía bastante la visión.

-Es hora de terminar, bestia – Sonrio.

- Es verdad, mecano. Estaba fuera de practica, pero todo tiene que terminar – Con un rápido movimiento, esquivo un golpe del peli rojo, giro sobre su pie y de un fuerte puñetazo en la nuca lo mareo, haciendo que caiga al suelo y le sea imposible levantarse.

- Es todo. Ginkotsu no puede seguir. Inuyasha es el ganador – Tomo el brazo del peli plata y lo levanto en el aire, en señal de victoria.

- ¿Estas bien, mecano? – Tomo su brazo, ayudándolo a levantar.

- Golpeas tan fuerte como siempre, bestia – Rio, escupiendo un poco de sangre – Ahora necesito una ducha y una botella de ron. Para mañana estare como nuevo.

-Mejor asi – Sonrio y a los segundos se puso serio – Entonces, el que sigue.

Poco a poco fue superando al resto de los hermanos. Suikotsu fue uno de los mas difíciles de vencer, ya que tenia años de experiencia en el ejercito. Tras esa pelea quedo bastante mal herido, pero aun asi, quería seguir peleando. El dolor que sentía en su alma, el peso que tenia que le impedia respirar, no era nada comparado al dolor de su cuerpo.

-Bestia, ya es suficiente por hoy – Intento convencerlo Hachi.

- No. Quiero pelear contra Bankotsu – Dijo con convicción.

- Pero...

- Suficiente. Tengo mis motivos para hacerlo – Se paro y camino hacia el circulo – Se que me va a vencer, porque en mi estado no rendiré al 100%, pero me arriesgare.

- ¿Sabes que Bankotsu no tendrá piedad de ti solo por verte mal herido? – Era verdad que ese joven era un cabezadura, y que nada lo detendría para que logre lo que tenia en mente, pero no quería ver como su jefe, ese ser despiadado, que solo tenia empatía por sus hermanos y, tal vez, un poco por él, lastime a riesgo de muerte a ese jovencito.

- Lo se, Hachi. Deja de dar vueltas como una noria y llámalo – Lo amenazo.

- Esta bien – Suspiro y camino hacia el fondo de esos tuneles. Al final del camino, se encontraba una guarida donde su jefe pasaba la mayor parte del tiempo, ya que eran muy pocos los que lograban superar a sus hermanos y llegaban hasta él. Y no era muy amante de ver como otros luchaban – Jefe – Lo llamo.

- Adelante – Se dejo oir una voz del otro lado de esa gruesa puerta.

Al abrirla, el anciano no se sorprendio al ver a dos mujeres desnudas en un sillón, dormitando. Por su lado, el peli negro estaba solamente con un pantalón jean, mirando la tele y tomando una copa de vino.

-Señor. Tiene un contrincante – Al decir esa palabra, capto por completo la atención del oji azul, que dejo la copa en una mesa y lo miro con interés.

- ¿Quién es?

- Inuyasha, señor – Al escuchar ese nombre, Bankotsu gruño. Ese maldito miserable que tantos problemas le había causado durante años.

La primera vez que piso "La arena", tanto él como Inuyasha tenían 19 años, y todo estaba a cargo de su padre. Desde el primer momento en que lo vio, noto que no era un novato cualquiera. Tenia movimientos natos de ataque y defensa, y era bastante rápido para lograr esquivar los ataques.

A esa temprana edad, su padre le había dejado la cabeza del negocio familiar, y él lo asumió con mucho orgullo, pero mas aun, con el deseo de derrotar y barrer el piso con ese joven de ojos raros.

Durante 6 años estuvo frecuentando semanalmente su lugar, pero nunca había logrado pelear con él. Estaba muy inquieto, si era tan bueno peleando ¿Cómo no había logrado llegar hasta él aun? Cuando le pregunto a Hachi que era lo que sucedia, se sorprendio y molesto mucho con su respuesta. Inuyasha había logrado derrotar a todos sus hermanos en varias ocasiones, pero nunca había querido enfrentarse a él, porque no tenia ganas. Preferia luchar en las peleas libres, contra otros novatos o veteranos, incluso con sus hermanos, pero nunca había deseado enfrentarse contra su persona, como lo deseaba él.

"La bestia dijo que no tiene deseos de enfrentarse contra ti, porque conociendo sus habilidades y las tuyas, ya sabe el resultado"

Esa había sido la otra respuesta de Hachi cuando le pregunto a que se debía esa decisión. Lo que mas le molestaba, era que nunca había dado indicios de quien de los dos era el mas fuerte, pero no le perdonaba el hecho de ignorarlo completamente.

Ahora, tres años después, por fin tendría esa bendita oportunidad de cerrarle la boca a ese maldito arrogante.

Nunca había ansiado tanto una pelea.

-Vamos – Se quito el pantalón, quedando con un pantalón corto de gimnasia y camino a pasos agigantados hacia central, donde se llevaban a cabo las luchas - ¿Hace cuanto que Inuyasha regreso?

- Hoy, jefe – El peli negro se detuvo, tensándose y miro al anciano.

- ¿Hoy? Eso es imposible – Susurro – Su hubiese regresado hoy...

- Si, jefe. Vencio a sus hermanos en un dia – Sentencio.

Bankotsu no podía creer lo que escuchaba. Ese maldito insecto, no solo se atrevia a decir que sabia el resultado de su pelea, si no que también se daba el lujo de vencer a sus hermanos en tan solo un par de horas.

-Vamos a ver de que esta hecho – Abrio el porton que dividia central del pasillo a sus aposentos y vio la montonera de hombres girándose a verlo. Con paso seguro comenzó a caminar hacia su oponente, logrando que todos los presentes se abran, dejándole lugar.

Al llegar al centro del suceso, se sorprendio al ver a ese hombre que lo esperaba. Apenas si podía mantenerse en pie, su boca estaba hinchada, al igual que la ceja de su ojo derecho y estaba bañado en sudor. ¿Contra eso tenia que luchar?

-Por fin llegas – Le susurro. Su cuerpo cada vez fallaba mas. Se le hacia imposible mantenerse en pie, pero no tiraría la toalla. Estuvo demasiado tiempo esquivando la posibilidad de pelear contra ese hombre, porque sabia que le seria muy fácil vencerlo y no quería ganarse el odio de ninguna persona, menos una del ambiente de Bankotsu.

- ¿Contra esto tengo que luchar? – Le pregunto al anciano, que solo pudo asentir con su cabeza – No voy a gastar mi tiempo con un pobre infeliz que ni siquiera puede mantenerse en pie – Se giro, con la decisión de irse, hasta que la voz de Inuyasha lo hizo detenerse.

- Nueve años sin enfrentarnos, jefe ¿Te vas a retirar ahora? – Rio con ganas, llamando la atención de todos – No sabia que el gran y famoso jefe de La arena central fuera tan cobarde – Lo provoco, escuchando un gruñido de parte del peli negro.

- ¿Quieres morir joven? – Le gruño.

- Puede ser, pero no seras tu el que lo logre, ya que solo eres un gallina, disfrazado de jefe – Volvio a burlarse.

- Tu te lo buscaste – Se paro frente a él, sin quitarle la vista de encima – Hachi, llama a una ambulancia. Alguien saldrá muy mal herido de aquí.

- En este momento comienza la pelea final. El retador Inuyasha "La bestia" Taisho, reta a Bankotsu "El jefe", en una pelea justa como lo dictan las leyes callejeras. Esta prohibido los piquetes de ojos y los golpes en las zonas genitales. Dicho todo esto – Levanto su brazo derecho y lo bajo con rapidez – Comiencen.

- Esto será rápido – Rio Bankotsu, pero se sorprendio al ver como Inuyasha también reia.

- Lo se. Por eso quería pelear contra ti – Se avalanzo contra el peli negro, pero este lo esquivo sin problemas. El oji dorado volvió a atacar, pero Bankotsu volvió a esquivarlo. Esa situación ya lo estaba cansando, ¿Acaso pretendía pasarse toda la puta pelea esquivándolo? - ¡Ataque de una maldita vez! – Grito muy molesto y volvió a atacarlo.

Bankotsu lo esquivo y le pego una patada en la espalda, haciéndolo caer de bruces al suelo.

-No entiendo tu necesidad de que te golpee, pero te dare con el gusto – Aun sin poder levantarse del suelo, Bankotsu se acerco a él, girándolo y comenzó a pegarle patadas en el estomago, haciendo que rápidamente se quedase sin aire.

Por su parte, Inuyasha no podía dejar de reírse internamente. Se daba lastima el solo. Queriendo sufrir físicamente para poder olvidarse de todo lo vivido ese dia, pero ni aun asi lo conseguia.

La imagen de Kikyo con ese tal Naraku, teniendo relaciones era muy vivida en su memoria. Hasta podía sentir ese aroma a sexo y hasta los gritos de ella mientras gozaba. ¡¿Cómo demonios se sacaría ese sentimiento de su cuerpo?! Ni las peleas funcionaban.

-Gracias – Le susurro al peli negro, que no alcanzo a escuchar nada.

- ¿Te rindes, bestia? – Pero el oji dorado no le contesto, ya que se había desmayado en el suelo – Se desmayo. Hachi – Llamo al anciano.

- Señor – Miro con preocupación al jovencito que estaba tirado en el suelo.

- Llama a una ambulancia. Ahora.

- Si, jefe – Y sin mas tiempo que perder, tomo su celular y llamo a la ambulancia. Aunque pareciese increíble, emergencias ya estaba bastante acostumbrada a buscar heridos a esa parte de la ciudad que era tierra de nadie. 

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