¿Cuándo volverá a mí la poesía?
Ni prolífico ni poeta
Estoy hecho una nada
A causa de la antagónica realidad.
A causa del horno de asfalto.
A causa de los hijueputas.

El puto aire es veneno,
Es un antídoto a esta plaga.
Deberíamos morir todos,
Ni con la atención y ternura de la tortura,
Ni la simpatía y planeación de la guerra.
Deberíamos morir todos respirando.

Si no morimos por el aire
morimos por el sol.
Tanto hijueputa calor es señal inequívoca,
De que me puedo pasar cielo e infierno por el culo,
Y ambos saldrían tan limpios como mi conciencia.
¿Dónde está Dios en esta ciudad de mierda?
¿Cuál de los hijueputas es el demonio?
Cerdos, escorias y puritanas,
Demonios de carne y hueso
Y Santos de yeso en estanterías.
Si hay un infierno es la hijueputa tierra.
Si hay un cielo es la bienhabida muerte.

Deberíamos morir todos
Calcinados por el verano o el viento,
Cocidos en contaminación
Clavándonos estacas verbales de mediocridad y conformismo.
Es que siempre es lo mismo.
¿Cómo esperar una mierda distinta del mismo culo?
Deberíamos morir ahogados en mierda,
En nuestra propia mierda,
No en la que nos tiran los foráneos, no,
La de nuestros propios culos,
Un orgasmo nacionalista.
Hijueputas todos.
Debimos morir hace millones de años.
Maldita frustración, maldita vida.
Cada puto paso más
Es un paso para atrás. 
La tapa de nuestra inmunda porquería
Seguirá siendo la poesía.