La muerte es el evento
más importantes de nuestras vidas;
qué gran antesala dirigida
con preparativos y rituales
antes de la despedida.

Noventa y nueve años,
un siglo de espera;
nueve décadas sin primaveras
para el eventual florecimiento,
Fallecimiento:
el fin del padecimiento.

Y yo que solo soy cronista,
que solo observo y no encarno,
¿qué me está esperando?
Yo me reconozco también viajero,
sé que yo también estoy esperando

Más noventa y nueve años han de venir primero,
Noventa y nueve veces el mismo día,
Noventa y nueve veces las estrellas, la luna, los astros y la lluvia,
Noventa y nueve ocasiones de risa, de llanto, de desespero y epifanía.
Llegará la vez noventa y nueve donde solo exista en una vasija
de carne ausente, de huesos claros y tejidos blandos,
llegará el capullo, el gran escondite,
con mi piel de lino coceré las alas.

Ya la vez noventa y nueve será 100,
Y ya no estaré esperando,
Y se habrá cumplido,
Se abrirán las ventanas y
Nos iremos volando.