Prefacio

Traición. Jamás pensé en ella hasta la primera vez que cobró un significado en mí. Cuando lo vi en aquella mugrienta plaza besándose con ella, la mujer que no se me permitió odiar. Desde entonces quise encontrar una sola palabra para definirla, o un conjunto de ellas para que el mundo supiera cuán devastadora es. Es imposible. La traición tiene sabor a todo lo infeliz: tristeza, ira, decepción, vergüenza, odio. Sentimientos que no padecen el traidor sino el traicionado. No me sorprende que Dante haya colocado a los traidores en el último círculo del infierno congelándose, porque ellos mismos son llamas consumidoras de todo lo bueno.

La traición suena a los intensos arpegios combinados de Martin Quittenton y Martin Pugh, a la batería constante y ligera de Michael Rushton; a la rasposa y filosa voz de Kieran White. Es como una buena y tormentosa canción de Rock, de esas que ya no se escuchan en la actualidad. Las que son como golpes para el tímpano y cicatrices en el alma. Te elevan y derrumban. Suena tan bien, pero sabe tan mal y se siente peor.

La verdad fue una sorpresa que el viejo estéreo que he guardado como reliquia sirviera, y mucho más que el casette que grabamos Jude y yo, en aquellos años en los que ser unas grandes estrellas de rock, era el más iluso sueño, se encontrara en buen estado. Hasta siento estar viviendo un Deja vu. En aquella ocasión también volví a casa, puse este casette, tomé un par de cervezas y me emborraché. Bebí y bebí al ritmo de Steamhammer, Liquid Smoke, Aardvark, Studebaker Jhon & The Hawks, Junior Wells, Solomon Burke, Elvis Presley, Sinatra, entre otros. Y nunca la traición fue tan... mística.

Pareciera que nada ha cambiado, excepto que ya no tengo dieciséis años, y que he dado mucho más de lo que di en ese tiempo. Incluso Ever está aquí, cómo siempre. Llegó a mi celebración a la traición, a mi luto por mi corazón destrozado. Siempre he odiado esa frase: «corazones rotos». Se me hace cursi, pero es lo que es. Lo que sea que sea que esté dentro de mí y me haga sentir ha sido pisoteado, pulverizado, agoniza, porque ojalá estuviera muerto, de estarlo no estaría sintiendo que necesito tomarlo del cuello y sentir que su vida se va entre mis manos. Golpearlo, escupirle y decirle que es la peor bazofia que ha existido en la humanidad.

Debo estar echa un desastre, sentada en este rincón de la sala, el único que no alcancé a destruir, rodeada de no sé cuántas botellas vacías. Alguien toca la puerta una y otra vez. Debe ser mi imaginación porque no le importo a absolutamente nadie, de eso excluyo a Ever. Mi querido amigo que me mira con ese gesto condescendiente. Tan igual a aquella noche en la que se sentó a mi lado mientras yo era un desastre de aliento a alcohol, lágrimas y mocos.

Aún recuerdo que sonaba Junior's Wailing, con su coro repetitivo «Love me baby». Y pensé que no era nada fácil hacer que alguien te ame. Fue entonces cuando le solté aquello que me tenía tan mal.

—El maldito se va a casar.

—¡Oh! Uh la la.

Él que había estado mudo, sonrió con asombro y se lanzó un buen trago de cerveza.

—Lo vi entusiasmado con ella, pero no pensé que... fuera tan en serio.

—Sí que va en serio. Quiere casarse lo más pronto posible —dije remedando las palabras de Jude—. ¡Lo más pronto posible! Yo he criado a sus hijos.

Tan solo lo recuerdo y los daemones se apoderan de mí.

—Que tú quieres como tuyos.

—Sí, pero el asunto es que dejé mi lugar en la banda para cuidar de los niños. He escrito cada canción que lo ha llevado al lugar privilegiado en el que se encuentra ahora. He hecho cada cosa, muchas de ellas no agradables, o que ni siquiera quiero recordar, todo para ayudarlo a cumplir su sueño. Para que fuera una maldita estrella. ¿Sabes lo que me dijo? «Los niños necesitan una mamá». ¡¿Quién, maldita sea, soy yo?!

—La bruja que dice: ¡Tus mocosos niños!

—¡Ever!

Es tan típico de él bromear para aligerar la situación, pero hay veces en que es necesario y sano odiar al mundo.

—¿Y qué piensas hacer? —preguntó.

Hasta ese momento quería venganza. Hacer que esa larva de coladera se arrepintiera por tratarme como una pieza sobrante e innecesaria en su vida. Al menos se merecía que le pisara el pie con la rueda de mi auto. Eso considerando que de buenas o de malas era el padre de los niños que yo amaba como míos.

—Quiero que el desgraciado me las pague.

—Estas canalizando mal la situación. En defensa de Jude, él ni sabe que estás enamorada de él. Si te soy honesto esta situación me emociona. Mi papel en tu vida al fin está por desarrollarse.

—¿De qué demonios estás hablando?

Tenía un brillo demasiado resplandeciente en los ojos. La emoción de un niño cuando va por primera vez a Disney y ve a Mickey Mouse.

—Cada película rosa de Hollywood y cada libro adolescente me ha preparado para este momento. Hasta llegué a pensar que nunca podría decir la frase típica del mejor amigo. Me he estado preparando durante toda mi vida para esto.

No lo entendía. Para ese punto estaba segura de no solo estar ebria sino drogada.

—Casi no puedo creer que vaya a decirlo —Estaba tan emocionado que yo comencé a prepararme para darle un golpe en cuanto escupiera la estupidez que fuera a decir—. Acá va... Deja que me prepare...

Mientras él carraspeaba para tener una mejor voz yo pensaba en por qué no pude tener un mejor amigo normal. Uno que aprovechara su altura y músculos para ir y golpear a Jude en pos de mi honor.

—¡Tenemos que detener esa boda!

Lo miré por unos segundos como quién se encuentra con un ángel y parpadea varias veces para saber si es real. Comparación inútil porque nadie ha visto un ángel. Pero así de mal es mi estado. Sé que me contó procesarlo, pero en cuanto mi mente descifró el código sobrevino una fuerte carcajada. Es que Ever tenía razón, esa era la frase típica del mejor amigo.

No sé por cuánto tiempo reímos. Incluso tuve que limpiar las lágrimas que ya no eran por dolor sino por felicidad. Duramos un rato riendo, acostados boca arriba mirando el techo. Hasta que él retomó la seriedad del momento.

—Ima, esto tiene que acabar. Es ahora o nunca. Lo has amado toda tu vida. Desde que eran unos niños. Es hora de hacer algo y que pase lo que tenga que pasar.

«Desde que eran unos niños». Creo que siempre supe que Jude jamás me amaría, por eso mi miedo a que él descubriera mi amor por él. Pero en ese momento pensé que en mi vida había espacio para el «y sí». Y sí me confesaba y resultaba que él también me amaba en silencio. Y sí lo perdía por cobarde. Messin' with the kid sonaba de fondo, había tanta razón en la letra de esa canción, que lo vi como un señal del destino. Él ya no era un niño. Ninguno de los dos lo éramos. Ya no era el niño llorón que llegó a Saint George el mismo día que yo. Ya no éramos los niños Beatles. Y yo no era solo un desecho en el universo. Recuerdo pensar e incluso gritar entre risas la frase de Ever: ¡Detengamos esa boda!

¿Quién diría que el más estúpido de los planes terminaría de la forma más nefasta? Que destruiría la vida de la persona que siempre protegí y a la que le entregué mi corazón. Y volveríamos acá, al lugar dónde todo comenzó. Con él intentando darme consuelo a través de su sonrisa, y con Eleanor Rigby sonando en el fondo.

Aparece y dime que todo estará bien. Que es verdad que se puede vivir sin corazón.

Ven una vez más, solo una vez más. Solo una vez más.

¿Quién iba a pensar que te perdería para siempre por seguir este imbécil plan?

Knock, Knock, Knock. No dejan de tocar la puerta, pero es muy tarde, debieron tocar mucho antes.

—¡Maldita sea, Ima, abre la puerta!

¡Oh! Hay algo nuevo esta noche. Él está aquí. 


Nota de autor: 

Desecho estelar es la historia de la vida de tres amigos, así que pasaremos por sus años infantiles, adolescentes y adultos que es el punto en el que la novela comienza. 

Les sugieron que escuchan las canciones que acompañarán a cada capítulo, porque sus letras cobran real significado en la novela. 

Es una novela desarrollada a finales de los 80 y la década de los noventa, con mucho rock, un viaje a esos años que yo tampoco conozco muy bien, porque era feto jajaja, pero cuya magia he amado, sobre todo la de los ochenta. Y espero transportarlos un poco a ese tiempo. 

Sin más que decir espero que disfruten de estos tres personajes que en estos momentos son dueños de mi cabeza. Gracias por estar aquí. 

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